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Hoy en día, a pesar de la variada cantidad de fuentes tecnológicas, existe una gran

desinformación respecto a la sexualidad, desde cómo se vive esta, hasta el reconocimiento del
propio cuerpo. Esta problemática se alimenta con el porno, su consumo desenfrenado y la falta
de consciencia en este hacen cada vez más difícil la experiencia sexual en las relaciones
cotidianas.
Poco se estudia los contenidos del porno que tan masivamente se consume, y mucho menos de
las implicaciones que este tiene en la manera en que se ve el sexo. Lo que no se conoce son las
implicaciones que tiene este en el cerebro de los consumidores y cómo estos daños se reflejan
en las prácticas humanas. Estos daños están comprobados por numerosos estudios científicos,
médicos y psicológicos; mírese por donde se mire, el porno distorsiona el sexo. Esta distorsión,
a pesar de afectar a ambos géneros, tiene una víctima común; la mujer. Esta se ve,
normalmente, fetichizada, ultrajada y objetificada en el porno, esto trasciende a causar
inseguridades, expectativas imposibles de cumplir y la imagen de esta como un objeto
destinado a dar placer y no a sentir placer. Por el otro lado, en el género masculino genera
inseguridades al no poder realizar lo que un actor porno podría, la estigmatización de la imagen
de un hombre “macho”, y la normalización de conductas agresivas.
Todas estas distorsiones son posibles de explicar gracias a la ciencia. Según El Neurólogo de la
Universidad de Columbia, el Dr. Norman Doidge, la pornografía causa un “recableado” de los
circuitos neuronales. El Dr. Doidge señala que, en un estudio hecho a hombres que habían visto
pornografía en Internet, éstos actuaban de la misma manera que aquellas ratas adictas que
empujaban desesperadamente las palancas en las cajas experimentales de Skinner para obtener
su “dosis”. No sólo esto, incluso compara el porno con cualquier droga del mercado. Es así
como una droga silenciosa y normalizada recorre el mundo, mientras pudre los cerebros de los
consumidores.
Según un estudio de PornHub del 2017, estadounidenses, japoneses, británicos y alemanes
encabezan la lista de los países que mayor porno consume. El equipo científico del instituto
Karolinska de Suecia, realizó un estudio respecto a cómo el porno daña las estructuras
cerebrales. Este revela que en el momento en que una persona mira una imagen erótica, se
lleva a la síntesis de un neurotransmisor denominado dopamina, un factor clave en el sistema
de recompensa del cerebro. Y no sólo eso, sino que se afecta la materia gris del cerebro,
modificando el comportamiento y las conductas de las personas.
"Hemos encontrado un importante vínculo negativo entre el acto de ver pornografía varias
horas a la semana y el volumen de materia gris en el lóbulo derecho del cerebro, así como la
actividad de la corteza prefrontal", explicaban los autores del estudio.
Como estos estudios establecidos aquí, existen cientos, donde se fundamenta el
comportamiento de una persona que consume porno. Es preocupante saber que, aunque el
porno dañe el cerebro de los consumidores, no se tomen medidas eficientes para este. Por el
contrario, las sociedades lo penetran desde temprana edad en el pensamiento de las personas.
Está comprobado que los jóvenes expuestos al porno, inician su vida sexual a temprana edad.
el comportamiento creado desde temprana edad será desarrollado a lo largo de nuestra vida, y
será un camino de altibajos y aciertos para ir desmitificando muchas de las cosas que hemos
consumido durante un tiempo prolongado, este será un camino distinto en cada persona,
donde, lamentablemente, no todos logran pasar el umbral entre la fantasía y la realidad. Es el
primer encuentro real con el sexo, el que nos hace dar cuenta de muchos errores, sin embargo,
esto no siempre ocurre. Es el performance actuado tan interiorizado que tratamos como una
guía, lo que nos ciega, en ocasiones, de disfrutar y vivir la vida sexual como deseemos.
Se toma un único libreto y se busca aplicarlo en todas las personas, algunas veces ignorando
gustos, miedos y en ocasiones, cosas tan básicas como el consentimiento.

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