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“Jamá s sería primera combatiente, porque no veo la vida como confrontació n sino
como reto”
Milagros Socorro
En los primeros diez minutos de la entrevista, Fabiana estuvo maquillá ndose. Había
llegado con la cara lavada y se aplicó base, polvos, sombras color pastel y brillo de
labios mientras el fotó grafo hacía las primeras imá genes. Lleva las uñ as cortas y sin
esmalte. Al preguntarle por su salud, explica que desde niñ a sufre de cefaleas, que se
agravaron en intensidad y frecuencia después de la cesá rea para tener a su bebé. “Sí,
quiero tener otro hijo. Yo adoro a mi hermano y sé lo maravilloso que es tener
hermanos. Pero solo uno má s. Si fuera por Juan, completaríamos un equipo de fú tbol”.
–¿Se siente usted Primera Dama?
–Sé que mi esposo es el Presidente Encargado de Venezuela. De eso estoy
perfectamente consciente. Pero el nombre de Primera Dama, para mí, es muy grande.
Yo nací en el 93, cuando ‘esto’ llegó , yo tenía cinco añ os. Mi referencia de Primera
Dama es Michelle Obama; y mi modelo de mujer son mi abuela materna y mi madre,
mujeres que trabajan fuera de la casa y que dentro de esta son el centro de la familia:
hacen todo para que todos estén bien. Yo veo el país como mi hogar en Tovar, un lugar
cá lido, donde todos tienen un lugar de afecto y respeto, donde todos nos apoyamos.
Ese es nuestro rol como pareja en estas circunstancias y mi rol como esposa del
Presidente Encargado, acompañ arlo, apoyarlo.
–Michelle Obama comenta, en su recién publicado libro de memorias, la
ansiedad que le producía “meter la pata”. ¿Cómo vive usted esto?
–Guardando las distancias, por supuesto. Cuando la gente observa, uno tiene miedo
a equivocarse. Mucho má s, en situaciones como la que vive Venezuela, donde hay tan
sensibilidad y la gente ha sido engañ ada, maltrata y burlada tantas veces. Tengo miedo
a lastimar a alguien, a herir en los sentimientos de mis conciudadanos. Todo esto ha
pasado muy rá pido. Ahora estoy en un rol pú blico, con mucha visibilidad, pero sigo
siendo yo. Y yo, como dije, soy gocha, pero gocha, gocha. Y los andinos somos gente
muy servicial. Soy muy normal. Y eso es lo que quiero darle a Juan, a mi hija y al país,
normalidad, para que estén tranquilos. Yo creo en la risa, en la alegría, en las pequeñ as
cosas que nos dan felicidad.
–¿Se plantea ser Primera Combatiente?
–No, porque yo no veo la vida como confrontació n sino como reto. Yo no quiero
combatir con nadie. Yo quiero apoyar, contribuir a resolver. Yo estoy aquí para servir.
Y sé muy bien con quién estoy casada. Juan trabajaba en una transnacional, donde
ganaba un buen salario. Y lo dejó para repartir volantes, para manifestar y para llevar
golpes de la represió n. Mi marido está enamorado con locura de este país. Y los
enamorados no combatimos, abrazamos.
–¿Han seguido el #GuaidoChallenge?
–Nos morimos de la risa. ¡Todo el planeta en eso! Quién iba a decirlo.
–¿Estuvo Guaidó en esa reunión?
–No tengo idea. Hay cosas que no pregunto. Pero ojalá que esa reunió n se dé y que
digan qué día y a qué hora se quieren ir.
–¿Cómo se sintió al dirigir un mensaje a las fuerzas armadas?
–Muy tranquila, porque traté de hablarles con el corazó n. Y no me resultó difícil
porque yo los entiendo. Entiendo su temor. Pero también sé que si uno hace lo
correcto, los hijos estará n orgullosos de uno. Los dos abuelos de Juan son militares, de
una época en que los uniformes despertaban respeto. Ahora los uniformes provocan
miedo y desprecio. Quiero que los venezolanos volvamos a tener respeto por los
símbolos militares.
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