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ACTIVIDAD 02

REGAR LA TIERRA EN TIEMPO DE SEQUÍA VOCACIONAL

NOMBRE: Roberto Germaín Vences Camacho.

Propuesta 2:

La riqueza de la reflexión del Padre José Cristo nos confronta con situaciones que
nosotros consideramos como “normales o situacionales” al pensar la “falta” de
Vocación en la Iglesia. Aquí sugerimos que usted alija unas de las líneas de
reflexión del texto y discurra sobre la misma desde su punto de vista. Recordamos
que la reflexión debe tener, como máximo, dos páginas.

“…Las nuevas vocaciones, sin embargo, deben ser merecidas. No son


procesos automáticos que dependen exclusivamente de Dios. El agua del
Espíritu es sabia y cuenta con los caudales y las capacidades del terreno.
Esto me hace recordar una pregunta que Nietzsche hace en el discurso
número 20 de la primera parte del libro “Así habló Zaratustra”: Es el
momento de que usted se haga una pregunta. Le hago esta pregunta como
un tiro en su alma, pues se cuán profunda es. Usted es joven y desearía
tener un hijo y estar casado. Pero le pregunto:

¿Usted es un hombre digno lo suficiente como para tener un hijo?...”

Este texto nos conduce desde una forma de ver el: ¿Qué estoy haciendo por las
vocaciones? ¿Qué hice con las vocaciones? , pero me encantaría agregar, ¿Me
estoy desesperando por tener vocaciones? La mirada de tener en nuestro entorno
nuevas vocaciones, muchas veces nos está llevando a creer que todo ello va a
depender de nosotros o de las estrategias que utilice (Aunque es una parte
importante).

Nos preocupamos en el tener ya….y después ¿Qué?

Con esta reflexión del texto deseo ir por partes:

“…Las nuevas vocaciones, sin embargo, deben ser merecidas…”

Merecemos tener nuevas vocaciones, veamos más allá, ¿Necesita el mundo, de


las vocaciones que quiero yo tener en mi Instituto? Nos merecemos tener
vocaciones para llenar mi Instituto o para poder regar el mundo. Desde ahí
debemos de partir, mirar más allá, de doy puedo estar hoy.

“…No son procesos automáticos que dependen exclusivamente de Dios…”

Yo veo un proceso automático, el sólo alegrarme porque ya estoy encontrando


vocaciones, pensando que Dios hizo su trabajo. Nos estamos equivocando.
Debemos de conocer nuestro terreno, partir con ese conocimiento, para poder
aplicar las estrategias y formas y así encontrar las nuevas vocaciones.

“…El agua del Espíritu es sabia y cuenta con los caudales y las capacidades
del terreno…”

Al preparar el terreno, sabes que los caudales del espíritu harán su trabajo,
seguirán por todo lo construido en el conocimiento de nuestra realidad. ¿Qué
sucede si no está preparado el terreno y hay una vocación? ¿Estamos preparados
para ello? (Sin olvidar el poder del Espíritu).

“Así habló Zaratustra”: Es el momento de que usted se haga una pregunta.


Le hago esta pregunta como un tiro en su alma, pues se cuán profunda es.
Usted es joven y desearía tener un hijo y estar casado. Pero le pregunto:

¿Usted es un hombre digno lo suficiente como para tener un hijo?...”

Como hablé en la reflexión anterior, ¿Estamos preparados para una vocación, sin
terreno? O ¿Sólo llenarnos de vocaciones y volver a lo mismo?

Tan difícil en este mundo, cuando las cosas no están claras o el terreno que
queremos preparar no sabemos para qué caudal o tenemos miedo de su caudal,
nos limitamos muchas veces y eso ha hecho que de un tiempo a otro perdamos
vocaciones.

Como Iglesia debemos de mirar y pisar bien nuestra realidad, adecuarnos a lo que
vivimos para luego nosotros nutrir ese espacio mirando hacia un futuro con los
cambios que hay, ya el Papa Francisco nos invita en adecuarnos a los cambios,
que indirectamente tiene que ver en nuestra forma de vida o la forma de vida. Los
cambios cada vez serán con mayor revolución, pero estará en el compromiso de
dos cosas saber para quién preparo el terreno, y lo esas vocaciones estarán
preparadas para cumplir su función sin perder esa esencia de florecer y hacer
florecer.

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