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Productos cosechados.
Un deflector de lámina de metal horadado se coloca cerca del tubo de drenaje y ayuda
a la circulación del agua a través del producto. El agua limpia se añade a presión a
través de un tubo horadado, y ayuda a mover el producto flotante hacia el extremo final
de drenaje del tanque para que sea recogido después de su limpieza.
1.4. Encerado.
Para distribuir la cera liquida sobre las frutas u hortalizas se usa un fieltro de lana
industrial que parte de un depósito con la cera, de la misma anchura que la banda
transportadora. La evaporación de la cera desde el fieltro disminuye si éste se recubre
con polietileno.
2. Clasificación.
Este equipo funciona mejor con productos de forma redondeada. La distancia de caída
sea lo más pequeña posible para prevenir daños.
2.2. Transportadores.
Cuando un sistema transportador está en funcionamiento, el producto no debe fluir
demasiado rápido para permitir a los trabajadores realizar bien su tarea. La velocidad
de rotación que imprimen los transportadores de barra de empuje o de rodillos deberá
regularse de manera que el producto rote al menos dos veces en el campo visual del
operario.
Las aberturas cuadradas se usan normalmente para productos tales como manzanas,
tomates y cebollas
Las cajas de cartón encerado y los recipientes plásticos, aunque son más caros, se
pueden reutilizar varias veces y pueden resistir las altas humedades relativas de los
almacenes. Para un mejor resultado el producto dentro de los recipientes no deberá
quedar ni demasiado suelto ni muy apretado. Las tiras de papel periódico son un
relleno barato y ligero para los recipientes destinados al transporte.
A lo largo de todo el sistema de manejo, el empaque puede ser tanto una ayuda como
un obstáculo para obtener la máxima calidad y vida de almacenamiento. Los empaques
necesitan ventilación y además tienen que ser lo suficientemente fuertes para evitar
compresiones.
3.5. Diagramas para una gran variedad de empaques de cartón que se usan
comúnmente.
Caja cubierta de una pieza plegada.
3.6. Las cubetas plásticas.
Características:
Son fácilmente lavadas.
Fuertes y soportan el apilamiento sin colapsar.
Minimizan la abrasión de la superficie del producto cosechado.
Deben ser lavados y limpiados a diario.
No deben mezclar productos.
Facilita la movilidad del producto.
Permiten un saneamiento adecuado en agua de lavado en las empacadoras y
los tanques de desinfección.
Sumergir un producto fresco en agua no saneada incrementará la
contaminación con patógenos bacteriales y hongos, aumentará
significativamente la probabilidad de pudrición poscosecha.
El riesgo de pudrición poscosecha del producto es mayor si la concentración
de cloro libre y el pH no son frecuentemente monitoreados y ajustados
apropiadamente.
Estos integrantes de la cadena de comercialización (con frecuencia son uno sólo), la calidad
involucra las características de apariencia que le piden sus compradores, pero a la vez
requieren un producto resistente, que mantenga su calidad durante el transporte, de modo
que las mermas sean ínfimas desde que compran el producto hasta que lo venden, y que
logren satisfacer las exigencias de sus clientes. Además de la resistencia a la manipulación
y transporte.
Por ejemplo el apio debe tener un buen desarrollo, color verde, apariencia fresca, crujiente,
sin rajaduras ni enfermedades y la lechuga y cualquier otra hortaliza de hojas debe estar
verde, compacta, fresca (sin inicios de marchitez), limpia y sin tejido oxidado ni hojas
dañadas por insectos u otros daños.
Las mejoras tecnológicas tienden a permitir mercados más distantes en menores tiempos,
por lo que los intermediarios y transportistas mantienen en su poder los productos frescos
solo por unos pocos días y a veces hasta por unas pocas horas.
El precio de los productos es un factor importante que está relacionado directamente con
los atributos de calidad de los productos, las condiciones climáticas que afectan la oferta,
las características de las frutas y hortalizas, así como de las exigencias de los clientes
intermedios y finales.
Algunos prefieren trabajar con productos de precios bajos, sacrificando calidad, mientras
que otros le dan prioridad a las características y sanidad de sus productos aplicando
programas de calidad.
Tomando en cuenta el apio de buena calidad, debe ser verde, crujiente, fresco, sin tallos
quebrados y sin daños por enfermedades. La lechuga debe estar tierna, limpia, compacta,
fresca y sin hojas dañadas.
Hoy día el control de calidad de las frutas y hortalizas frescas es un proceso que incluye
todas las actividades que se realizan desde el campo hasta el punto de venta, aunque el
producto pase por diferentes actores de la cadena de comercialización.
Los programas de calidad tienden a ser del tipo preventivo y no correctivo, de manera que
se busca prevenir problemas en lugar de esperar que estos ocurran.
El término inocuidad en alimentos se refiere a la condición que estos deben tener para que
no causen enfermedades en quienes los consuman; se ha utilizado durante muchos años,
especialmente para productos procesados, los cuales se someten a una serie de tratamientos
químicos o físicos que permiten la eliminación de problemas originados por bacterias y
otros microorganismos.
Es importante destacar que de acuerdo a las estadísticas del Centro para el Control y
Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), de 1988 a 1998 Salmonella y
Escherichia coli, fueron los dos agentes bacteriales responsables de la mayoría de brotes de
enfermedades diarreicas.
Productos como el apio y la lechuga pueden ser contaminados de muy diversas formas,
incluyendo la transmisión directa o indirecta por medio del suelo (salpique de la lluvia,
aplicación de abono orgánico sin descomponer), agua de irrigación, cajas contaminadas,
animales y/o trabajadores de las fincas.
De lo anterior, se puede concluir que para los productos frescos, el control de los riesgos de
contaminación debe ser de tipo preventivo, reduciendo al máximo las posibilidades de
contaminación durante las etapas de producción y manejo poscosecha. Para poder hacerlo,
se deben identificar los riesgos de contaminación que pueden tener los productos y
establecer medidas para prevenirlos, riesgos que pueden ser de tres tipos: físicos, químicos
y biológicos.
Por último, los riesgos biológicos son aquellos causados por la presencia de
microorganismos (hongos, bacterias, virus, levaduras, parásitos) que crecen en el producto
fresco y que pueden provocar enfermedades en las personas que los comen (diarreas,
intoxicaciones, etc,). La forma como llegan estos microorganismos a los alimentos puede
ser desde el campo (por el suelo, visitantes, aguas de riego con problemas, personal de
campo, medio de transporte a la planta empacadora y deficiencias en las prácticas de
higiene de los empleados principalmente).
Los estándares no son más que los niveles mínimo y máximo deseados o aceptables de
calidad que debe tener el resultado de una acción, una actividad, un programa o un servicio.
En otras palabras, el estándar es la norma técnica que se utilizará como parámetro de
evaluación de la calidad.
Una vez programadas las actividades de solución al problema de gestión, los círculos de
calidad deberán definir los estándares de calidad del resultado o los resultados esperados.
Se debe cuidar que los estándares no sean influenciados por los que actualmente hace el
personal, quienes son los responsables de la gestión de la actividad componente o programa
con un problema. Los estándares deben ser monitoreados y evaluados periódicamente,
aplicando indicadores, para saber si se está asegurando la calidad.
En el pasado, en nuestro país como en muchos otros, se vendía todo el producto que se
producía sin importar su calidad. Al iniciarse las exportaciones, el agricultor debió producir
calidad para exportación y el resto se vendía en el mercado nacional (caso de mango,
banano, piña, melón, fresa, etc.). También habían productos sólo para el mercado nacional
(mercados tradicionales) como: lechuga, repollo, culantro y muchos otros.
Las normas de calidad para productos agrícolas frescos se establecen como apoyo a la
comercialización de los mismos, de manera que el comprador y el vendedor hablen en los
mismos términos.
Las normas de calidad para el apio generalmente incluyen las siguientes características:
Tallos bien formados.
Tallos y hojas frescos con el color verde característico.
Tallos compactos y que no estén doblados.
Tallos crujientes.
Sin daños de insectos.
Sin daños de enfermedades.
Sin rajaduras o quebraduras.
Libres de defectos como: corazón negro, pecíolos secos o esponjados y sin
pudriciones.
Tallos y hojas limpios.
Sin residuos de químicos.
Plantas bien cortadas para que no se desprendan las hojas durante la
comercialización.
Sin tallos florales.
Para el caso de la lechuga después de eliminar las hojas exteriores, el producto debe
presentar:
Color verde brillante.
Las hojas deben ser crujientes y turgentes.
Las hojas deben estar limpias y tiernas.
Ausencia de insectos, babosas o caracolillos y sus excrementos.
Hojas enteras (sin daños mecánicos).
Ausencia de coloraciones oscuras.
Cuando las normas son de carácter nacional deben ser cumplidas tanto por los productos
nacionales como para los importados. En la actualidad, en el país no existen normas
obligatorias específicas para apio y lechuga.
Estos procesos también facilitan la fase de retiro del proyecto o programa, al estar
consolidados los compromisos comunitarios, frente a los retos de su desarrollo
autogestionario.
Una gran proporción de los alimentos básicos para el consumo urbano proviene de
las parcelas de productores a pequeña y mediana escala. Esta realidad contrasta con
el nivel tan bajo de tecnologías de producción y manejo de las cosechas disponibles,
sobre todo en la Sierra, lo que trae como consecuencia pérdidas muy elevadas en la
cantidad y calidad.
o El hogar campesino está compuesto por un esposo, una esposa y los hijos.
Ha sido muy común en el pasado, ver un tratamiento muy separado por sectores
para programas de mercadeo; otros de producción y otros de poscosecha, sin una
fuerte y evidente correlación y unión de esfuerzos entre ellos. Esa visión parcial del
problema ha restado efectividad a los programas y proyectos. De lo anterior se
desprende que, todo programa o actividad de manejo de alimentos agropecuarios de
ser posible, debería tener una estrategia integral que comprenda desde las fases
finales de la producción hasta el mercadeo asociativo. Un programa que no analice
todos los factores será siempre parcial en su desarrollo y muy probablemente
deficiente en sus resultados.
6.2. Capacitación.
Es una realidad que los temas de manejo poscosecha y de mercadeo asociativo son
menos conocidos en el país que la producción agrícola o la agronomía de los
cultivos. Por lo tanto, es necesario establecer una estrategia de capacitación a varios
niveles, que ayude a vender la idea de que el manejo adecuado de la producción es
rentable y muy atractivo para agricultores a pequeña y mediana escala.
Para aquellas estructuras que son fabricadas por artesanos, como los graneros
metálicos, será necesario establecer o buscar un fondo de financiamiento para los
agricultores interesados en comprarlas. Una estrategia es la de utilizar esquemas
existentes en federaciones de agricultores, organizaciones no gubernamentales,
(ONGs), etc.
6.7. Seguimiento.
El seguimiento comienza desde el primer día del proyecto cuando el grupo recoge
observaciones sobre el cumplimiento de las actividades propuestas. Este
seguimiento se lleva a cabo a dos niveles:
El líder de una comunidad debe anotar sus observaciones y opiniones sobre las
actividades ejecutadas y sobre el cumplimiento del plan de trabajo, siendo útil para
identificar los problemas y las necesidades de los agricultores sobre la adquisición
de materiales o asistencias técnicas para el manejo apropiado de las estructuras. Para
llevar a cabo este seguimiento se debe tomar en cuenta:
Llevar un registro del proyecto con los nombres de los participantes que estén
adoptando la experiencia.
Medir los avances del trabajo planeado con la comunidad y comprobar si las
metas se están cumpliendo en cantidad y calidad, así como medir los indicadores
de proceso.
6.8. Evaluación.
Se debe realizar una evaluación final conjunta de los resultados, para ello se
recomienda organizar talleres participativos en donde se discutirán algunos temas
como:
Una vez que se ha evaluado y comprobado que los procesos destinados a transferir
las tecnologías mejoradas de poscosecha son efectivos, es necesario analizar los
pasos cumplidos a cabalidad y los que todavía necesitan ser aprendidos. Con este
análisis el Organismo de Apoyo debe pensar en la fase de retiro.
Se debe tener en cuenta las ventajas comparativas de las áreas geográficas y de las
instituciones para coejecutar y cofinanciar actividades donde el impacto de difusión
sea máximo. Es decir que la relación costo/beneficio sea óptimo.
o Cumplimiento de compromisos.
Los promotores y agentes de los Organismos de Apoyo deben siempre cumplir las
citas y compromisos con los agricultores. Es muy negativo para la imagen del
técnico y de la institución el “dejar plantados” a los agricultores que se reunieron
abandonando su trabajo habitual después de recorrer largas distancias. Siempre se
debe tener como estrategia la de cumplir con la fechas y horarios establecidos de
antemano. Cuando sea imposible cumplir, el técnico debe visitar la zona para
avisarles, o de otra forma cerciorarse de que el grupo recibió la contraorden.
o Seguimiento participativo.