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I
La fenomenología de la acción adoptada por el enfoque estándar considera que el
agente experimenta reflexivamente sus estados mentales y, después, desarrolla ciertos
movimientos corporales consistentes con sus intenciones. Por lo cual, este enfoque sostiene
que la distinción entre una acción y un movimiento involuntario estriba en sus
antecedentes: mientras que un reflejo es causa de cierta actividad neuronal, la acción debe
tener algún antecedente intencional adicional. Tal antecedente puede referirse al poder
causal de los estados mentales, a la elección consciente de una acción o a la consciencia del
entorno. Más allá del antecedente que elijamos, el enfoque estándar termina interpretando a
la acción como un cierto movimiento guiado por un individuo y, en ese sentido, su mayor
problema subyace en el tipo de relación que tienen los estados mentales (los antecedentes)
y los eventos neuronales para producir un movimiento motriz intencional.
En su ensayo, Gallagher sostuvo que esta interpretación de la acción es errónea y ha
generado equívocos. Por un lado, los equívocos se han producido porque las respuestas que
atañen al control motriz se postulan como explicaciones en favor de otras discusiones que,
si bien son aledañas, no son idénticas. Por ejemplo, si el libre albedrío se interpreta como la
libertad de acción de un individuo y la acción se entiende en términos del control motriz,
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Daniel Josué Acero Rodríguez
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entonces mostrar cómo el agente puede guiar sus movimientos puede considerarse una
explicación de este fenómeno. Por otro lado, la interpretación es errónea porque la
fenomenología sobre la cual se edifica adolece de las descripciones adecuadas para
comprender la acción de un agente. En otras palabras, identificar la acción con el
movimiento controlado por un individuo carece de los elementos pragmáticos que son
imprescindibles para explicar una acción: ante la pregunta «¿qué estás haciendo?»,
responder con una descripción detalla de los movimientos corporales no es acertado porque
«el nivel adecuado de descripción cuando hablamos de causalidad mental, libre albedrío o
agencia no es el nivel de descripción que pertenece al control motor» (Gallagher, 2012, pág.
298).
Por lo anterior, Gallagher sostuvo que la acción tiene tres rasgos relevantes: está
incrustada [embedded], está situada y se extiende en el tiempo. Volviendo al ejemplo de
capturar a la serpiente, «[la] acción es el resultado de una reflexión práctica consciente que
está incrustada o situada en un contexto particular, que se define por la circunstancia actual
de encontrar a la serpiente y el hecho de que tengo una colección de serpientes» (Gallagher,
2012, pág. 298). Es decir, la acción no solo depende de un movimiento motriz controlado,
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sino que está dirigida a cumplir ciertos objetivos en el mundo, está situada en un contexto
que determina las condiciones de acción y se realiza durante un intervalo de tiempo
superior a cualquier actividad neuronal.
II
Cuando estoy realizando una acción, en principio soy consciente de dos cosas: soy yo
quien está realizando la acción —soy el que causa la acción — y es mi cuerpo el que está
efectuando ciertos movimientos. La primera es considerada el sentido de agencia [sense of
agency], mientras que la segunda es el sentido de propiedad [sense of ownership]. Estas
distinciones están emparentadas con la discusión presentada en el acápite anterior: apostarle
a la equivalencia entre el movimiento corporal controlado y la acción genera una
correlación entre el sentido de agencia y el sentido de propiedad porque, si es mi cuerpo el
que se está moviendo de forma controlada, entonces soy yo el que está generando la acción,
aunque tal movimiento no tenga ningún aspecto intencional destacable.
Esta posición está respaldada por un análisis del movimiento involuntario en donde se
concluye que «el sentido de propiedad podría ser generado por la retroalimentación
sensorial y el sentido de agencia podría generarse por señales eferentes» involucradas en el
control motor (Gallagher, 2012, pág. 302). En consecuencia, el control motriz está
correlacionado con el sentido de agencia del mismo modo en que la acción lo estaba en el
enfoque estándar; tanto así que en cualquier movimiento voluntario generado por un sujeto
estaría presente su sentido de agencia. Ahora bien, esta correlación permite generar una
crítica análoga a la presentada en contra del enfoque estándar porque, si la acción no se
reduce al movimiento motriz y se interpreta como una serie de elementos articulados en
favor de realizar cierta tarea, entonces el sentido de agencia debe operar en un nivel
intencional de la actividad que no disloque los elementos fisiológicos y ambientales, pues
son tales aspectos los que terminan definiendo la acción que estoy realizando.
No obstante, a diferencia de la acción, la noción de agencia parece ser más oscura
porque carece de las descripciones pragmáticas que permitían elucidar ese fenómeno. Esto
ocurre porque, aunque podamos disociar la agencia del control motriz, la mayoría de las
actividades que impliquen un movimiento corpóreo pueden reconstruirse en términos de
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III
Gallagher reconstruyó la discusión en torno a la acción en términos de un marco
teórico común al epifenomenalismo y el enfoque estándar. El corazón de ese marco, tal
como se expuso con anterioridad, es una fenomenología que describe a la acción como una
consecuencia de cierta actividad mental. Aunque el epifenomenalista sostenga que tal
actividad es una ilusión y la acción se reduce a la eficacia causal de los estados neuronales,
sigue operando dentro de esta descripción fenomenológica de la acción. Por ese motivo, la
forma de corregir la noción de acción subyace a ciertas descripciones pragmáticas que
elucidan otros componentes indispensables en toda acción intencional. Ciertamente,
Gallagher hizo hincapié en las descripciones fenomenológicas para caracterizar este marco
teórico; no obstante, lo que está en juego en ese ensayo es cómo entendemos la mente y qué
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tipo de consecuencias genera en los diferentes conceptos relacionados con ella (como la
acción y la agencia). Las descripciones pragmáticas que permiten corregir la noción de
acción nos trasladan a una esfera de lo mental que prescinde del dualismo y parece estar en
favor de una concepción encarnada de la acción.
Aunque el marco teórico en el que operan el enfoque estándar y el epifenomenalismo
sostenga una cierta fenomenología de la acción, no es en virtud de esa fenomenología que
la discusión en torno a este fenómeno se concentra en el movimiento motriz. Esto ocurre
porque, una vez que Descartes aceptó dos tipos de sustancias cuya relación desconoce, pero
supuso que debe estar en el cerebro y, además, asimiló que a través de esa relación es
posible que la mente influencie el cuerpo provocando la acción en términos del control
motriz, tenemos todos los elementos constituyentes del enfoque estándar. El dualismo
cartesiano es anterior a la descripción fenoménica de la acción y, por ese motivo, el marco
teórico en el que se establecen estas corrientes no tiene disponibles las descripciones
pragmáticas que implementa Gallagher en su crítica. En consecuencia, mientras
sostengamos una noción cartesiana de la mente, no tiene sentido la idea de una acción
encarnada.
No estoy seguro de esto, pero creo que la nueva interpretación de la acción es
problemática con respecto a la agencia porque, mientras no entendamos la articulación de
los elementos aferentes, eferentes e intencionales de una acción, probablemente no
podremos distinguir el sentido de agencia del control motriz. Tal como se dijo en el acápite
anterior, esto ocurre porque la acción es encarnada y es posible interpretar, tanto en tercera
como en primera persona, el movimiento corporal controlado como una tarea a realizar.
Además, esa falta de comprensión torna ambigua la noción de agencia porque cualquier
tipo de disrupción en estos componentes podría generar un problema en el sentido de
agencia e ignorar el tipo de impacto necesario para generar tal disrupción no permite
delimitar consistentemente esta noción. No obstante, Gallagher intenta blindarse de esta
crítica aludiendo a los niveles de descripción más alta para una acción; sin embargo, si una
acción incluye un movimiento motriz consciente, entonces no es posible discernir si el
sentido de agencia es respaldado por el control motriz o por los aspectos intencionales de la
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Bibliografía