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principales obstáculos para un crecimiento de las producciones alimenticias


destinadas al mercado ¡es la falta de salidas!
137 Los esquemas de interpretación propuestos en esta parte parecen muy vinculados a la
precariedad de una agricultura practicada en condiciones ecológicas extremas, y a la
lejanía de los centros económicos y de decisión del país. Su interés es reducido si no son
válidos en otras partes, o si no se puede indicar de qué manera se modifican según las
condiciones. Las páginas que siguen intentan esbozar esa generalización.

3. EL ALTO VALLE DE CAÑETE: EL MATORRAL Y LA


PUNA
138 Gilles BRUNSCHWIG21
139 Los campesinos del alto valle del río Cañete22, lo mismo que en la mayor parte de los
Andes Centrales, tienen acceso a un mayor número de pisos ecológicos que los del
Altiplano: para un comunero de Laraos, desde los huertos y terrazas con riego de Llapay, a
3 000 metros de altura, hasta el límite superior de los pastizales de altitud, hacia los
4 500-4 700 m, pasando por las terrazas de maíz y las de barbecho sectorial colectivo. Ello
posibilita la producción de casi todos los alimentos necesarios, y en consecuencia los
campesinos pueden vivir casi en autarquía.
140 Pero lo que dijimos acerca de las necesidades monetarias de los campesinos del
Altiplano es igualmente válido para los del Cañete, que se ven obligados a vender para
conseguir dinero. En relación con los campesinos de las riberas del Titicaca, se benefician
de una segunda ventaja, pues se hallan de cuatro a cinco veces menos lejos del mayor
centro de consumo del país: la ciudad de Lima.
141 Estamos, pues, en posición de esperar a priori grandes diferencias entre las familias
campesinas de este valle y las del Altiplano —tan grandes como entre los paisajes de
ambas regiones—.
142 Nos serviremos para esta comparación de un estudio realizado con métodos similares al
precedente (aunque más orientado hacia la ganadería), que versa sobre familias de las
comunidades de Laraos y de Huancaya (fig. 66).

3.1. LARAOS: UN PUEBLO DE ALTURA TÍPICO DE LA VERTIENTE


OCCIDENTAL DE LOS ANDES

143 El territorio cultivable de la comunidad de Laraos (fig. 43 y 46) se halla en su mayor parte
en el valle del río Laraos, pequeño afluente del Cañete. Este valle presenta un perfil en V
muy marcado, con un fondo estrecho por donde desciende el torrente, y flancos cuya
pendiente oscila entre 20 y 45°. La zona cultivable se extiende en los pisos quechua y suni,
desde la orilla izquierda del Cañete, a más o menos 3 000 m de altura, hasta el límite
inferior del piso puna. Más arriba, los pastizales y el matorral bajo23 suben hasta las
crestas que culminan a más de 5 000 m de altura.
144 Todo el territorio cultivable se caracteriza por un acondicionamiento importante en
andenes, provistos de muros de contención de piedras sin mortero en los sectores con
riego, de disposición y trabajo menos cuidado en los sectores de cultivos pluviales. En el
fondo del valle, una densa red de canales de irrigación, empedrados o cimentados, se
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inserta discretamente en esas estructuras. Por doquiera pequeños senderos tortuosos,


abruptos y estrechos dan acceso a las parcelas.
145 El escalonamiento altitudinal y el riego permiten distinguir cinco grandes zonas. Por
debajo de los 3 200 m de altura, en el bajillo, los cultivos son necesariamente de riego, y se
encuentran cerca de los cursos de agua. Las temperaturas benignas permiten el desarrollo
de árboles frutales. Entre los 3 200 y 3 500 m de altura, la irrigación abarca un amplio
campo de terrazas incaicas (Lavallée, 1987), reservado al maíz: el maizal (fig. 44). Los
cultivos de secano, tubérculos y cebada, sólo aparecen realmente más arriba de los 3 500
m, pero debajo de los 4 000. Se distribuyen por los flancos del valle en un sistema de
barbecho sectorial colectivo (fig. 46): es la zona aisha. A esta altura, el riego se halla
todavía presente a lo largo de los cursos de agua en la zona mahuay. Por encima de los 4
000 m de altura, el matorral bajo y algunos pastos dispersos se disputan el espacio con las
rocas y los desmoronamientos; este pastizal natural, a menudo escarpado, recorrido por
pequeños bovinos rústicos, es el ámbito principal de la ganadería extensiva que practican
los campesinos de Laraos.
146 Los pastizales permanentes situados en el matorral, divididos en grandes sectores
llamados localmente canchada o estancia24, son siempre propiedad comunal; cada criador
paga a la comunidad un derecho por el alquiler de los pastos. La tarifa depende de la
extensión concedida; si un “comunero” posee un rebaño grande de bovinos —más de
quince cabezas—, puede disponer de una canchada para él solo; pero en la gran mayoría de
casos, varios campesinos, a menudo vinculados por lazos familiares, utilizan asociados
una misma estancia.
147 Hay también canchadas en la puna, que son propiedad comunal, y son asignadas de la
misma forma que las del matorral.

3.1.1. Presentación de las familias (cuadro 21)

148 No es fácil obtener una delimitación precisa de las explotaciones agrícolas de Laraos. En
efecto, persisten lazos e intercambios entre los diferentes miembros de una familia, aun si
algunos de ellos han emigrado a Lima, Huancayo u otra parte. Esas relaciones permiten
obtener puntualmente una mano de obra suplementaria para ciertos trabajos agrícolas,
por ejemplo las cosechas; los migrantes reciben en retorno productos de su pueblo, papas,
a veces un poco de carne o de queso, y siguen siendo miembros de la comunidad de
Laraos.
149 Cada vaca, ternera, toro o becerro pertenece a una persona, a veces a dos, pero raramente
a una familia, y no es fácil saber, en una conversación, si se habla de los animales del
interlocutor o de los de su familia; sucede lo mismo con los productos de origen animal.
En el presente estudio he tratado siempre de tomar en cuenta los animales de todos los
miembros de la familia.
150 Designaré aquí a cada familia con el nombre del jefe de familia o de mi interlocutor
principal.
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Cuadro 21: Características principales de los sistemas de ganadería extensiva estudiados en el


matorral (Laraos).

* La superficie cultivada por persona es la relación entre la superficie cultivada total y el número de
personas presentes en la familia; no es la superficie que trabaja una persona.

Antonio

151 Antonio es minero en la mina de Yauricocha, cerca de Laraos (a 4,600 m de altura, fig. 66).
Su familia reside en Laraos, adonde él regresa en motocicleta cada fin de semana (una
hora de trayecto).
152 En su caso, teniendo presente el poco tiempo que le deja su trabajo, la pequeña extensión
de que dispone (1 820 m2 cultivados en 1984-1985) 25 y su salario (cuadro 22), las
actividades agrícolas son secundarias; las deja a cargo de su esposa y de sus tres hijos.
Sólo toma parte en las cosechas más importantes (maíz y tubérculos) y en el barbecho.
Para todos los trabajos difíciles su esposa recurre a jornaleros; para los trabajos
corrientes, apela a su hermana, en el sistema de ayuda mutua.
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Cuadro 22: Retribución de las actividades no agrícolas.

153 La familia posee 7 vacas adultas y 7 becerros (noviembre de 1986) en una estancia que
dista más o menos dos horas de camino del pueblo, así como de un burro en las tierras de
descanso.
154 La producción agrícola en esta familia parece destinada a proporcionar una alimentación
de calidad y mantener una tradición familiar; sin pretender alcanzar objetivos de
rentabilidad, desempeña un papel no desdeñable en la economía familiar (cuadro 21 y fig.
186).

David

155 David es soltero y vive con su madre, sus dos hermanos y su hermana casada con un
minero. Posee en Llapay una gran extensión de alfalfa (1 950 m2), que alquila
periódicamente al mismo criador, lo cual le asegura un ingreso regular. Además, sabe
trabajar la madera y efectúa, cuando se lo solicitan, trabajos de mueblería y de
carpintería, actividad que le ocupa sobre todo durante la estación seca. Su madre tiene
una pequeña tienda, que aporta un complemento financiero; sus hermanos dejan con
frecuencia Laraos durante varias semanas o varios meses para buscar trabajo afuera.
156 David posee una extensión importante a la escala de Laraos (5 575 m2 cultivados en
1984-1985) y trata de mejorar su producción agrícola; desarrolla actualmente la
fruticultura (manzanos y peros) en una de sus parcelas en la ribera del Cañete. Recurre
poco a la ayuda recíproca, y la mano de obra que necesita proviene de la familia y de
jornaleros.
157 Tiene unos cincuenta ovinos confiados a un pastor en la puna. En una estancia situada a
tres horas del pueblo, su hermana posee 3 vacas y un becerro; ella se ocupa igualmente de
5 bovinos que pertenecen a su otra hermana, que vive en Lima (noviembre de 1986).

Walter

158 Walter ha desempeñado durante 3 años el cargo de juez de paz, que le aseguraba buenos
ingresos; debió dejarlo en febrero de 1986. Es soltero y vive con su anciano padre, que
tiene una pequeña tienda. Realiza diversos trabajos de mantenimiento: reparación de
tubos de agua potable, pintura, albañilería; en ciertas ocasiones trabaja como jornalero.
159 Walter posee tierras suficientes (1 754 m2 cultivados en 1984-1985) y animales para
subvenir ampliamente a sus necesidades; además de 40 carneros y 12 alpacas, que están
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en la puna bajo la vigilancia de un pastor, tiene 10 vacas, 4 terneras, 3 becerros y 2 toros


(noviembre de 1986). Los 19 bovinos están en una canchada de más o menos 300 ha,
situada entre los 3 400 y 4 600 m de altura, sobre el río Cañete, con una pendiente
promedio cercana a los 40°. Walter cultiva algunas de sus parcelas de alfalfa (9 400 m2)
para mejorar la alimentación de sus bovinos durante los períodos difíciles.
160 No trata de aumentar sistemáticamente su producción agrícola, y prefiere disponer de
tiempo libre para sus distracciones o para ir a ver sus vacas. Es por ello que cultiva una
parte de sus parcelas al partir, asociado con otro agricultor de Laraos, aporta la tierra y la
mitad de las semillas, en tanto que su socio contribuye con la otra mitad de las semillas y
efectúa todos los trabajos intermedios (deshierbe, aporque, riego); trabajan juntos en la
siembra y en la cosecha, la cual es repartida entre ambos.
161 Walter, que privilegia sus horas libres en comparación con las que consagra a la
producción, parece constituir un caso aislado en la población de Laraos.

Juan

162 Juan, jornalero en la mayor parte de su tiempo, ganaba así un magro salario. Soltero, vivía
en casa de sus padres, los mismos que, con su hermano, siguen ocupándose de sus
cultivos. Hay tres sobrinos a cargo de la familia.
163 Si bien Juan se desempeñaba como jornalero en el exterior, tomaba parte en todos los
trabajos difíciles de sus parcelas: barbecho, cosecha, siembra. La mano de obra es
exclusivamente familiar, por ser la solución más económica. La familia dispone de una
extensión reducida (2 560 m2 cultivados en 1984-1985) y ya no posee más que una vaquilla
en una estancia a dos horas de camino del pueblo; los demás 4 bovinos del rebaño familiar
han muerto. A fin de aumentar la producción agrícola, y, con ello, la alimentación, pues
sus finanzas no permiten comprar sino un mínimo de alimentos complementarios, la
familia toma en arrendamiento a bajos precios algunas parcelas mediocres de bajo
potencial productivo.
164 Juan murió en junio de 1985; su padre y su hermano se colocan desde entonces como
jornaleros, cuando les es posible.

Santiago

165 Santiago vive con su mujer, su hijo mayor, su nuera y sus dos nietos; su segundo hijo
estudia en Lima. Sus necesidades financieras son por eso importantes; utiliza todos los
recursos posibles para mejorar sus ingresos: es músico en las fiestas, yesero, albañil, a
veces jornalero, y teje ponchos en el telar de cintura (caywa).
166 Empleando al máximo la mano de obra familiar, recurre poco a la ayuda mutua y a los
jornaleros. Toma en alquiler algunas parcelas para aumentar su producción agrícola, pues
no pose una extensión suficiente (3 295 m2 cultivados en 1984-1985).
167 Tiene 2 asnos que pastan en terrenos en descanso, y 7 vacas y 4 becerros en una canchada
a tres horas del pueblo (noviembre de 1986).
168 Estas cinco familias asumen actitudes diferentes frente a la agricultura, la crianza de
ganado y las actividades no agrícolas, según los medios de producción de que disponen y
las actividades remuneradoras que practican o pueden practicar. Ellas representan la
variedad de situaciones observadas en Laraos (cf. las investigaciones realizadas por
Brougère, 1986; Figueroa Urbina, 1989), por lo tanto, las diferentes orientaciones de los
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sistemas de producción de esta comunidad; todas son pluriactivas, y ninguna se dedica


exclusivamente a trabajos agrícolas26.

3.1.2. Ingresos monetarios y rol de las diferentes actividades

169 Hemos visto (cap. 6.2) que todos los habitantes de los Andes tienen necesidad de dinero
para vivir. Tratándose de campesinos, ¿pueden obtenerlo mediante sus actividades
agrícolas?

La agricultura

170 La agricultura stricto sensu en Laraos se rige todavía por el control comunal; la rotación de
los cultivos de secano (en barbecho sectorial colectivo, cap. 2), la duración del largo
descanso pastoreado (8 a 11 años), así como las fechas de cultivo del maizal, se siguen
decidiendo anualmente en asambleas comunales, lo cual frena las eventuales tentativas
individuales de intensificación. Cada familia no posee más que una pequeña extensión
cultivable cada año, de 1 800 a 5 500 m2, o sea 360 al 100 m2 por persona. En fin, las
posibilidades de mecanización son nulas o extremadamente reducidas por la pronunciada
pendiente, aquí, y la disposición en andenes que, allá, divide la tierra en pequeñas
parcelas (unos 100 m2 en el maizal); en todas partes las parcelas son muy escarpadas y su
acceso, por una yunta de bueyes o un motocultor, es rara vez posible. Si se tiene en cuenta
los altos costos de mano de obra que impone el aprovechamiento de las tierras, y el bajo
precio de los productos cosechados, es hoy imposible para una familia de Laraos obtener
del cultivo de sus tierras un ingreso monetario suficiente para subvenir a todas sus
necesidades durante el año.
171 Un rápido cálculo puede ilustrar esta afirmación. Sólo las zonas irrigables se pueden
cultivar intensamente sin peligro importante de helada o de sequía, y su extensión total
en el territorio de la comunidad de Laraos es globalmente de 50 ha. Con un rendimiento
promedio de 5 000 kg/ha para el maíz (cap. 5.5), se obtiene una producción total de 250
toneladas a repartir entre más o menos 150 familias, o sea de 1,5 a 2 toneladas por familia.
Como cada una consume una cantidad del orden de 500 kg por año, queda disponible para
la venta de 1 a 1,5 tonelada por familia y por año. Teniendo en cuenta la evolución de la
relación entre el precio del grano y el de la mano de obra, en las condiciones actuales, el
ingreso obtenido por la venta no podría bastar para cubrir todas las compras de una
familia durante un año.
172 Por otra parte, el largo descanso en las tierras de secano, el alto costo de la mano de obra
para su barbecho completo al comienzo de la rotación, y los imprevistos climáticos, no
permiten tampoco considerar la intensificación o el desarrollo de los cultivos de aisha, y
tampoco la obtención por esta vía de un ingreso monetario suficiente para cubrir las
necesidades de una familia.
173 La agricultura en sentido estricto en Laraos no está, pues, en posibilidad de proporcionar
a los campesinos, en las condiciones actuales, los ingresos monetarios que necesitan.
¿Pueden conseguirlos con la ganadería?

La ganadería

174 En esta parte sólo estudiaremos la crianza de ganado bovino localizada en el matorral y
asociada a la agricultura tradicional de tubérculos, de maíz y de cebada. En Laraos los
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camélidos andinos y los ovinos criados en la puna no pertenecen, por lo general, a las
mismas familias.

Fig. 184: Traslados estacionales de los vacunos (el rebaño entero, o una parle) en Laraos. Fuera de las
fechas mencionadas, los animales están en las canchadas.
E = estancia o canchada; D = tierras en descanso; M = maizal A = alfalfares.

175 La crianza de bovinos se halla esencialmente presente bajo dos formas en Laraos: una
crianza lechera semi intensiva en alfalfares de riego (Roman, 1984) y una crianza
extensiva de animales rústicos en el matorral. Si la primera está en aptitud de
proporcionar interesantes ingresos monetarios en razón del alto precio del queso en la
región, sigue siendo sin embargo privilegio de algunos; los terrenos aptos para el riego y
el cultivo de la alfalfa en Laraos son escasos fuera del maizal, y sólo los tiene una minoría
de campesinos.
176 La segunda forma de crianza de ganado, que se apoya casi exclusivamente en el pastoreo,
se halla mucho más difundida; todas las familias de Laraos, o casi todas, tienen algunos
bovinos en el matorral, dejándolos allí sin vigilancia durante casi todo el año, y no los
visitan más que de veinte a cuarenta veces en ese período. Como no se les distribuye
ninguna forma de forraje cortado, los animales deben encontrar por sí mismos toda su
alimentación. Esto los obliga a desplazarse (fig. 184) por los diferentes tipos de pastizal
que les son accesibles: las canchadas en el matorral, el maizal durante el rastrojo, y las
tierras en descanso. La crianza de bovinos en Laraos es, pues, diferente de la que se
practica en las márgenes del lago Titicaca, donde una parte importante de la alimentación
corresponde a forraje cultivado, pastado directamente por los animales, o segado y
distribuido por el criador.
177 A lo largo de cada año la cobertura de las necesidades energéticas de los bovinos en
Laraos está asegurada, casi en su totalidad, por el pastoreo del matorral y de las tierras en
descanso (91 %); el resto proviene de los residuos de cultivo (8 % en el caso del rastrojo) y
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del maíz que contiene el concentrado distribuido, con ocasión de cada visita, por los
criadores (0,6 %). Durante la estación de lluvias, la mayor disponibilidad de forraje
permite a los animales ganar algo de peso y acumular reservas que les servirán durante la
estación seca, cuando los pastos se hacen escasos. La aptitud de los bovinos para
constituir reservas y utilizarlas luego es fundamental en este tipo de crianza, en el cual el
ritmo climático anual produce una insuficiencia alimenticia estacional (fig. 185).

Fig. 185: Calendario alimenticio de los vacunos en Laraos.

178 Si las grandes etapas del ciclo de reproducción, las montas, gestaciones y partos se
realizan casi sin ninguna intervención del criador, los animales recién nacidos son objeto,
en cambio, de una vigilancia particular; un becerro tierno es en efecto particularmente
vulnerable hasta la edad de quince días. Como no tiene aún suficiente sentido del
equilibrio, y facilidad para seguir a su madre por los escarpados pastizales del matorral,
corre peligro de caer y de herirse, y constituye una fácil presa para el cóndor o el puma.
Después de dos semanas, puede seguir a su madre sin mayores riesgos.
179 Los criadores vigilan por eso a los terneros durante los quince primeros días, a fin de
evitar pérdidas y asegurar la renovación del rebaño, vigilancia que permite también
ordeñar a las vacas. Posteriormente la protección de los terneros depende de la actitud
del campesino frente al ordeño. Walter, a quien le interesa poco la produccción lechera,
deja sueltos a la vaca y al becerro al cabo de dos semanas, y no los visita sino de tiempo en
tiempo, mientras que Santiago, que se esfuerza en producir quesos para su consumo,
ordeña a sus vacas hasta que su ternero llega a los tres meses de edad, o mientras pueda y
tenga el tiempo necesario para hacerlo.
180 La crianza de bovinos en el matorral es pues algo muy cercano a una ganadería en semi-
libertad: durante la mayor parte del tiempo los animales pastan libremente en vastas
extensiones accidentadas y no cercadas; se reproducen sin intervención, o casi sin ella,
del campesino. Este no interviene sino en la vigilancia de los terneros de menos de quince
días de nacidos, en la administración esporádica de productos veterinarios, dos veces al
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año cuando se cambia de pastizal, y, desde luego, en la recolección de los productos de sus
animales.
181 Esta ganadería de tipo “recolecta” podría proporcionar, eventualmente, un ingreso
monetario relativamente importante: los bovinos se venden a buen precio y el costo en
mano de obra de su producción de carne es bajo. Pero requiere de importantes
extensiones de pastos, y si bien algunas familias disponen de canchadas lo bastante
extensas (más de 300 ha) para alimentar un rebaño de más de veinte cabezas—número
capaz de proporcionar un ingreso monetario suficiente para cubrir las necesidades de una
familia—, la extensión total de matorral (31 500 ha) de la comunidad campesina de Laraos
(200 familias) no permite globalmente alimentar a un ganado importante que incluya un
rebaño de esas dimensiones porcada familia. Además, se necesita un importante aporte de
capital inicial para tener un rebaño de veinte bovinos o más, lo cual no está al alcance de
todas las familias.
182 Esta ganadería extensiva es sin embargo fundamental en sistemas de producción como
éste. Como no requiere sino pocos medios de producción y se caracteriza por una gran
facilidad de adaptación, puede aportar productos alimenticios e ingresos monetarios;
interviene también en la producción de maíz y de tubérculos al limpiar el maizal y al
transformar en el terreno la materia orgánica de los residuos. Además, en la actualidad es
la única actividad capaz de utilizar para sus fines de producción la vasta extensión de
matorral de que dispone la comunidad, y que representa cerca del 50 % de su extensión
total. En fin, en un país donde la economía nacional conoce una fuerte inflación, una
ganadería como ésta representa un modo de inversión de rentabilidad riesgosa, es cierto,
pero en el cual se puede disponer fácilmente del capital.
183 La ganadería extensiva parece servir efectivamente de algo así como una caja de ahorros;
el aumento natural del rebaño representa la tasa de interés que procura el capital animal.
Esta función de la ganadería bovina es señalada también por Lausent-Herrera (1986a y b)
en el valle de Chancay, más al norte y en la misma vertiente de los Andes.

Fuerza de trabajo y actividades no agrícolas

184 Como la agricultura ni la ganadería no pueden proporcionar un ingreso monetario


suficiente para cubrir las necesidades familiares durante un año, los campesinos de
Laraos se ven obligados a recurrir a la venta de su fuerza de trabajo para obtener dicho
ingreso. Ello se puede hacer en forma de trabajo en el exterior, en actividades agrícolas
(jornalero) o no agrícolas (minero, músico, juez de paz), o artesanales (tejido, carpintería)
(cuadro 22). Si se toma en cuenta el tiempo de que disponen fuera de los trabajos en su
explotación agrícola, y del precio de la mano de obra, los campesinos de Laraos pueden
obtener de esta manera un ingreso más o menos regular que les permite satisfacer las
principales necesidades de su familia a lo largo del año.
185 Gracias a la posición geográfica particular de Laraos, muy próximo a la gran mina
polimetálica de Yauricocha, el empleo no constituye problema. Numerosos campesinos
de Laraos son en realidad mineros a tiempo completo y no van a trabajar en sus
tierras sino en los fines de semana. Ahora bien, sus necesidades de mano de obra para
sus trabajos de cultivo son superiores a lo que su familia y ellos mismos pueden aportar; y
como su salario de mineros es relativamente alto, emplean jornaleros. Utilizan también
los servicios de artesanos para la construcción o el mantenimiento de sus casas, o para
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conseguir otros productos o servicios. La mina proporciona así, directa o indirectamente,


una fuente de ingresos de la cual aprovecha todo el pueblo.

La pluriactividad: ¿una necesidad en el pasado y en el futuro?

186 La ganadería constituye, pues, una fuente de ingresos monetarios muy superior a la de la
agricultura; pero ambas formas de producción tienen una importancia inversa en la
alimentación familiar: los productos vegetales de las cosechas (papas, tubérculos andinos,
maíz, habas, cebada y productos de la huerta) proporcionan de 20 a 70 % del consumo
energético total de los campesinos, mientras que la ganadería (carne, leche fresca y
quesos) no participa más que de 0 a 9 % de ese mismo consumo (fig. 186) (Sautier,
comunicación personal).
187 Actualmente, los agricultores de Laraos producen, pues, con sus cultivos, una parte de lo
que necesitan para su alimentación, obtienen ingresos monetarios gracias a sus
actividades no agrícolas, y mantienen un capital por medio de la ganadería.
188 En condiciones naturales muy diferentes, los sistemas de producción de las cinco
familias de Laraos presentan importantes semejanzas con los de las cinco familias
de las orillas del lago Titicaca. En ambas situaciones, los cultivos están destinados en
efecto a la alimentación de la familia, quedando asegurados los ingresos financieros por la
ganadería y/o la venta de la fuerza de trabajo.
189 La situación geográfica, las características de las tierras cultivables y la falta de
mecanización y de tracción animal, casi no permiten considerar, en el mediano plazo, un
desarrollo de las producciones vegetales que pueda asegurar ingresos monetarios
suficientes para subvenir a las principales necesidades de los campesinos y de sus
familias; los oasis costeros o los grandes valles interandinos (valle del Mantaro, por
ejemplo), mecanizables y cercanos a un eje de comunicación rápida, oponen o pueden
oponer una muy fuerte competencia.
190 Por razones similares (competencia de zonas mejor situadas, dificultad de organizar
circuitos de comercialización), la conversión de las tierras agrícolas de Laraos en
alfalfares y la reorientación de la ganadería bovina hacia la producción de leche, no me
parecen una solución aceptable con miras a proporcionar lo esencial de los ingresos
monetarios a más de unos cuantos campesinos.
355

Fig. 186: Porcentaje del autoconsumo en la alimentación (energía) de las 5 familias de Laraos.
Tres fechas de observación (noviembre de 1984, febrero y junio de 1985) y tres mediciones por fecha,
para cada familia.

191 Asimismo, el desarrollo exclusivo de las actividades no agrícolas, y por lo tanto de la


artesanía, o hasta de pequeñas empresas, parece demasiado riesgoso en esta zona
relativamente alejada de las grandes aglomeraciones y de las vías de comunicación
rápidas. Y si bien existe desde hace mucho una actividad minera importante en la región
de Laraos, los actuales precios de los minerales en los mercados internacionales no
permiten augurar un próximo florecimiento de este sector.
192 En fin, ya que no es posible soslayar o levantar las limitaciones en el pastoreo y en la
mano de obra disponible en las condiciones presentes, los sistemas de ganadería
extensivos en el matorral, al parecer, no se podrán beneficiar, a mediano plazo, sino de
una mejora y de un desarrollo limitados.
193 Los sistemas de producción de Laraos parecen destinados a conservar su múltiple
actividad y a mejorar poco a poco cada una de sus actividades, a menos que un cambio
profundo de las políticas agrícolas (cf. cap. 7) o de las condiciones del mercado (precios
garantizados, aumento de los precios de los productos agrícolas, instauración de etiquetas
de calidad) modifique los supuestos del problema. Tales cambios, sin embargo, no parecen
probables en un futuro próximo.
194 Pero ¿es gracias al aporte de dinero proveniente de la mina (ver cap. 3.4.6) que el sistema
agrario tradicional de la región del Alto Cañete se ha conservado, en apariencia, al no
haberse visto obligado a recurrir a la especialización27 y/o a modificaciones profundas
para obtener ingresos monetarios? ¿O es esta fuente de dinero lo que ha permitido el
mantenimiento de este pueblo, que, al no disponer de posibilidades agrícolas para
enfrentar la evolución, podría haberse despoblado o incluso desaparecido?
356

195 En otros tiempos, Laraos estaba situado en un sitio privilegiado: en el límite entre la zona
del maíz de riego y la de los cultivos de secano, a menos de un día de camino de los fondos
de valle donde hay cultivos tropicales, y a un día de camino de la puna y de la ganadería
de altura. Pero actualmente, como acabamos de ver, Laraos no dispone mayormente de
posibilidades para adecuar su agricultura a las condiciones del mercado, y adopta, en
consecuencia, soluciones particularmente basadas en la venta de la fuerza de trabajo.
Huancaya, cuya situación es globalmente comparable a la de Laraos, presenta sin embargo
una importante diferencia: todos sus habitantes tienen acceso a la vasta extensión de
puna de que dispone la comunidad, lo cual conduce a una evolución diferente.

3.2. HUANCAYA: UN PUEBLO ORIENTADO HACIA LA PUNA

196 La comunidad campesina de Huancaya está situada aguas arriba de Laraos. Una vasta
parte de su territorio está ocupada por la puna, arriba; la parte baja corresponde al valle
del río Cañete, cuyo fondo está a 3 500 m de altura en ese punto, y cuyos flancos, muy
abruptos (fig. 187 y 35) ofrecen pocas posibilidades de riego; las condiciones favorables
para el cultivo de maíz son por ello muy limitadas. Esta situación territorial explica en
parte la neta orientación de esta comunidad hacia una ganadería extensiva en la puna
(fig. 188).

Fig. 187: La parte baja del territorio de la comunidad de Huancaya en la época seca (agosto). PM.
357

Fig. 188: Situación topográfica de las cranzas de ganado estudiadas en la puna.

197 Las tierras con riego corresponden al antiguo maizal, situadas aguas abajo del pueblo y a
orillas del Cañete, y se hallan cultivadas hoy con alfalfa; casi la totalidad pertenece a un
solo propietario. En las demás tierras con riego, de extensión modesta, se cultivan
tubérculos, esencialmente papas. Los terrenos de cultivo de secano se rigen por el
barbecho sectorial colectivo, con un descanso de más o menos 10 años, según
modalidades comparables a las de Laraos.
198 Puede dividirse los pastizales de la puna, propiedad comunal, de dos maneras:
• ya sea en dos grandes zonas de altitud, una “baja”, gruesamente por debajo de los 4 400 m, y
una “alta”, por encima de este límite;
• ya sea en numerosos sectores llamados canchadas, de extensiones equivalentes y repartidos
entre las zonas alta y baja.
199 La atribución y uso de los pastizales comunales se rigen por normas comunales y se tratan
en las asambleas anuales. Los criadores pagan a la comunidad un canon calculado sobre la
base de su número de animales.
200 El acceso a los pastizales de la comunidad está reservado a los “comuneros” de Huancaya,
y las canchadas son asignadas por pares: una en la zona alta y otra en la zona baja. Son
utilizadas ya sea por un solo criador, que dispone de un gran rebaño (equivalente a más
de 250 ovinos), ya sea por varios pequeños criadores que han reunido sus modestos
rebaños y se asocian según modalidades variables: los diversos propietarios de los
animales se turnan a lo largo del año para vigilar el ganado puesto en común, o bien un
criador cuida en permanencia sus animales así como el de los otros, y recibe un pago en
especies o en dinero por este trabajo de pastor. Todas las formas intermedias son posibles.
358

3.2.1. Las explotaciones agrícolas: ejemplo de cinco familias

201 En Huancaya como en Laraos es difícil delimitar lo que constituye una explotación
agrícola. Son identificables, sin embargo, algunos grandes ejes: las producciones agrícolas
se reparten desigualmente entre algunos cultivos de pan llevar (papas, oca, olluco,
mashua, cebada) situados en los alrededores del pueblo —y una parte de las cuales puede
ser con riego—, y una ganadería extensiva localizada en la puna y orientada hacia el
mercado de lana y de carne. Un criador puede tener así una casa en el pueblo, algunas
tierras en las inmediaciones, que regresa a cultivar periódicamente, dos canchadas en la
puna con una cabaña en cada una de ellas, y un rebaño compuesto principalmente por
ovinos, a los cuales dedica la mayor parte de su tiempo.
202 En la presentación de casos (cuadro 23) el jefe de familia, o mi interlocutor principal, es
designado por su nombre; la composición de los rebaños es la que se observó en octubre
de 198528.

Agavio

203 Agavio posee mucho ganado: un gran rebaño de cameros criollos de 360 cabezas, 26
llamas, de las cuales 6 machos castrados que utiliza para el transporte de carga, y 34
bovinos, entre los cuales 15 vacas adultas; tiene también 2 caballos para desplazarse.
204 El y su esposa asumen todos los trabajos agrícolas, haciéndose ayudar a veces por sus
hijos durante las vacaciones escolares. Tienen cinco varones y unajoven, el más joven de
18 años, y sólo 2 estudian todavía; todos viven en la ciudad, en Huancayo29, o en Lima.
Como no tiene un sucesor que continúe con la crianza de ganado, Agavio, que tiene ya
más de 50 años, no se esfuerza mucho en aumentar el número de su rebaño de ovinos.
205 En Huancaya tiene una casa y algunas parcelas cultivadas con tubérculos y cebada; viene
de tiempo en tiempo a ocuparse de ellas, pero la mayor parte del tiempo reside en la puna
con sus animales. Explota un par de canchadas (170 y 245 ha) para su rebaño, y no tiene
pastor.

Jorge

206 Jorge (cuadro 24) se ha asociado con su padre Ibsen, su hermano Víctor, y su tío
Anastasio, en la explotación de un par de canchadas (125 y 265 ha); el rebaño común se
compone de 320 ovinos criollos, 69 alpacas, 12 llamas, 25 bovinos, 4 cabras y 2 caballos; el
número de caballos es más o menos estable, en tanto que el de alpacas aumenta poco a
poco.
207 La mayor parte del ganado, y dentro de ella todas las llamas, pertenece a Ibsen; Jorge
posee un pequeño subrebaño de cada especie, y Víctor sólo algunos animales.
359

Cuadro 23: Características principales de los sistemas de ganadería extensiva estudiados en la


puna.

* Equivalencia de 1 adulto de cada especie en unidades ovinas: ovino: 1; alpaca: 1,7; llama: 2,3; bovino:
4,2; caballo: 4,2; caprino: 1.

208 Anastasio tiene solamente alpacas en ese rebaño, y sus bovinos están en otra parte.
209 En esta asociación el papel de cada cual es diferente. Anastasio no cuida jamás los
animales, y paga en especie por su trabajo al pastor. Ibsen, que es ya de cierta edad (55
años) y se halla enfermo, no soporta ya vivir en la puna con el frío y la altura; reside en
Huancayo, a veces en Huancaya, y no se ocupa ya, en la práctica, de su ganado. Jorge (28
años) cuida el rebaño durante una gran parte del año, más o menos 8 meses, y en la
estación de lluvias encarga la tarea a Víctor (25 años) durante 2 meses, y luego, en los 2
meses restantes, a sus tres hermanas y a su hermano, aún estudiantes.
210 Jorge, su esposa y sus dos nietas viven la mayor parte del tiempo en la puna, con sus
animales, y efectúan lo esencial de los trabajos de crianza del ganado. Víctor y su esposa
residen en Huancaya en la casa de la familia y han asumido el cultivo de tubérculos y de
cebada en las parcelas de Ibsen, que no las ha repartido aún entre sus seis hijos. Anastasio
vive en Huancaya, donde se ocupa de sus cultivos y de la tienda comunal de
abastecimiento.
211 En lo que sigue, el rebaño de los cuatro asociados será designado arbitrariamente como el
rebaño de Jorge.
360

Cuadro 24: Sistema de crianza de Jorge: detalle de la asociación.

(1) La cantidad de * indica la importancia relativa de cada rebaño.

Ervin

212 Ervin tiene un rebaño de mediana importancia: 120 ovinos criollos, 5 bovinos y 2 cabras;
el número de sus carneros y de sus vacas va en aumento. Se ha asociado, para la
utilización de un par de canchadas (90 y 210 ha), con una viuda que no vigila sus animales
y se dedica a sus cultivos. Hasta mediados de 1986 cuidaba así de 170 ovinos, además de
los suyos, y su trabajo de pastor le era pagado básicamente en corderos.
213 Ervin (25 años) vivía con su mujer y sus dos hijos en la puna; sólo regresaban a residir en
Huancaya durante 1 ó 2 meses en la estación de lluvias; durante su ausencia empleaba un
pastor para cuidar su rebaño. Por lo demás, Ervin retornaba de vez en cuando a Huancaya
para atender sus parcelas en cultivo.
214 En la estación seca de 1986, Ervin se lanzó al comercio de ganado: compra carneros en la
puna a los criaderos de la zona y va a venderlos en cada fin de semana a la feria de
Huancayo; lleva a pie a los animales vivos hasta la estación ferroviaria de Chuquipita,
donde los beneficia y transporta luego los cuerpos, las visceras y los pellejos por tren. Al
comienzo su esposa se encargaba sola del cuidado del rebaño durante esas ausencias
semanales de 3-4 días, pero luego la familia tomó los servicios de un pastor por todo el
año.

Lucio

215 Lucio es un pequeño, muy pequeño criador, cuyo rebaño comprende solamente 11
carneros, por lo general incluidos en uno grande, de más de 300 cabezas, que, cuidado por
361

un pastor, pace en dos canchadas. Siendo tan pocos sus animales, no paga el trabajo del
pastor, pero le brinda su mesa cuando éste viene al pueblo.
216 Lucio (más o menos 40 años), su esposa y sus ocho hijas viven en Huancaya, donde
cultivan algunas parcelas y tienen episódicamente una pensión; se ocupan poco de sus
animales, cuyo número aumenta lentamente. Lucio se emplea de tiempo en tiempo como
jornalero.

Aquiles

217 Aquiles pertenece a la comunidad campesina vecina de Tomas, donde se asigna no dos,
sino una sola canchada por rebaño. Explota allí una de 490 ha, colindante con el territorio
de Huancaya, para su rebaño compuesto de 250 ovinos criollos, 96 alpacas, 7 llamas
castradas y 22 bovinos. Compró 2 caballos en julio de 1986.
218 Aquiles (40 años, más o menos) y su esposa viven todo el año en la puna con sus animales
y tienen a su cargo todos los trabajos de ganadería; sus hermanos y sobrinos los ayudan
esporádicamente. El se dirige de vez en cuando a Tomas para ocuparse de sus parcelas
cultivadas, mientras ella cuida los animales.
219 En mayo de 1986 Aquiles cambió de canchada; la comunidad le asignó una nueva (375 ha),
mejor según él, y ha devuelto la que tenía; tuvo pues que trasladarse con su ganado y sus
cosas. Los pastos de los que dispone ahora le parecen más adecuados para los camélidos
andinos que para los ovinos, por lo cual procede a disminuir su número de carneros y
aumenta el de alpacas.
220 Tiene una hija y un hijo, que estudian en el pueblo de Tomas, y que probablemente no
seguirán la ocupación de criador de ganado. Hasta 1984 se encargaba el rebaño a un
pastor pagado, pero la producción era por entonces baja, por lo cual Aquiles la tomó a su
cargo desde entonces. Sus hermanos tienen algunas alpacas.
221 Estas cinco familias representan la variedad de situaciones observables en el tipo de
sistema de crianza ganadería en Huancaya. Los medios de producción no son idénticos
para todos; las prácticas, las estrategias y las orientaciones que adopta cada criador son
por ello diferentes.

3.2.2. Ganadería, agricultura, pluriactividad e ingresos monetarios

222 En Huancaya como en Laraos los campesinos necesitan ingresos monetarios. Sin embargo,
la anexión por un solo propietario de casi la totalidad del antiguo maizal, y la reducida
extensión de las tierras con riego, así como el descanso sectorial colectivo y la
pronunciada pendiente de las tierras de secano, no permiten, salvo en pocos casos,
extraer de la agricultura stricto sensu más que un poco de tubérculos y otro de cereales,
destinados al autoconsumo.
223 En cambio, la vasta extensión de puna de la cual dispone la comunidad proporciona
pastizales cuya explotación extensiva por ovinos y camélidos permite la producción de
animales en pie y de lana. Los rebaños resultantes parecen aportar una renta suficiente
para subvenir a las necesidades de una familia; casi todos los campesinos de Huancaya
practican, directamente o con ayuda de un pastor, la crianza extensiva de ovinos y a
menudo también de camélidos en la puna, conservando algunas parcelas donde cultivan
cebada y tubérculos para el autoconsumo. No se dedican sino en pequeña medida a
actividades remuneradoras no agrícolas30.
362

La crianza de ovinos y de camélidos

224 En los sistemas de crianza tradicionales observados en la puna de Huancaya y en los


alrededores, los rebaños se componen a menudo de varias especies: ovinos criollos
(rústicos, excelentes caminantes y poco selectivos en su alimentación), alpacas y bovinos
del mismo tipo que los del matorral.
225 En la puna de Huancaya, como en el matorral de Laraos, hay que distinguir dos niveles de
desplazamiento: los movimientos estacionales (fig. 189) y los cotidianos (fig. 190); los
primeros se realizan entre dos canchadas, los segundos en el interior de una sola
canchada. En razón de la gradiente pluviométrica altitudinal, los pastizales de la zona alta
sufren menos por la sequía que los de la zona baja, y los rebaños se hallan de preferencia
en ésta durante la estación lluviosa, y arriba en la estación seca (fig. 189). Si los
desplazamientos estacionales tienen como fin, sobre todo, llevar a los animales de un
pastizal a otro, la función de los desplazamientos cotidianos es la de proporcionar a los
animales la alimentación necesaria para su mantenimiento y producción.
226 Todas las especies que integran un rebaño no pastan juntas y no consumen los mismos
vegetales. Los pastos de las canchadas son por ello aparentemente utilizados de manera
complementaria por las diversas especies animales: los bovinos y llamas pastan las
plantas “altas”, en tanto que las alpacas y los ovinos pastan las plantas “bajas”. Sin
embargo, las primeras utilizan más bien las partes superiores de las canchadas, según la
altura, y las segundas las partes inferiores. En realidad no hay siempre, por ello, un
“pastoreo complementario” según la definición de Malpartida (1985), es decir la
“utilización de diversos estratos de vegetación por diferentes especies animales en una
misma unidad de superficie”. La repartición espacial de los subrebaños, la excesiva
importancia o ausencia de ciertas especies animales en la composición de los rebaños, y la
carga a veces exagerada de ganado por canchada pueden acarrear a menudo un
sobrepastoreo.
227 Durante el pastoreo, la separación del rebaño según las diversas especies que lo integran,
no permite conceder una igual atención a todos los animales. Las llamas y los bovinos son
objeto, por lo general, de una vigilancia floja y reducida; en cambio, los carneros y alpacas
son vigilados todo el tiempo, y todas las noches entran a un corral, y de día el pastor los
guía en sus desplazamientos y los conduce adonde pueden encontrar alimento. El
pastoreo se conduce por lo general en secciones o sectores, y el pastor lleva cada mañana
a sus animales en una dirección diferente; el número de posibilidades está en función del
relieve.
228 En la puna, toda la alimentación de los animales proviene del pastoreo; no se les da nada
de forraje cortado ni ningún concentrado. Se da a ovinos y bovinos un poco de sal,
completada a veces por algunos minerales; el 100 % de la energía ingerida proviene, pues,
del pastoreo. Estos sistemas de crianza son particularmente dependientes de la
disponibilidad instantánea de pastos y del ajuste del calendario alimenticio de los
animales al calendario forrajero, pues no se guarda ningún tipo de forraje, sino es en pie.
363

Fig. 189: Desplazamientos estacionales de los rebaños en la puna de Huancaya.

Fig. 190: Desplazamientos diarios de los rebaños en la puna de Huancaya. Ejemplo de 2 canchadas
de la zona baja.

229 Así como a alturas más bajas, la disponibilidad de forraje en la puna está en función de las
lluvias; los animales deben aprovechar, en consecuencia, de la relativa abundancia de
pastos durante la estación lluviosa para acumular reservas adiposas a fin de pasar lo
mejor que sea posible la estación seca. La elaboración de reservas durante la estación
favorable, y luego su utilización durante la otra, es un elemento clave de esta ganadería
extensiva que se sirve de un medio natural muy poco acondicionado; en efecto, en este
ecosistema, el hombre no ha alterado la comunidad biótica preexistente que aún hoy
comparten las llamas y alpacas domésticas con las vicuñas salvajes (Custred, 1977).
364

230 La ganadería tradicional en la puna presenta, pues, un carácter extensivo muy marcado;
depende fuertemente del medio natural en donde se encuentra y que prácticamente no
controla, y se apoya en la vigilancia permanente de los rebaños.
231 La reproducción de los animales en la puna no da lugar, mayormente, a prácticas
particulares; los pastores mantienen sin embargo una vigilancia constante, ayudan si es
necesario a los recién nacidos, y realizan una selección de los reproductores machos sin
evitar necesariamente, no obstante, la consanguinidad.
232 Para cada especie, ovinos, camélidos andinos y bovinos, las épocas de parición y las de
monta se superponen en su mayor parte, siendo sin embargo relativamente breves, salvo
para los bovinos. Por esto se concentra las épocas en que se necesita una vigilancia atenta.
Estos acontecimientos se hallan desfasados entre las especies (fig. 191), de tal manera que
el pastor puede dedicar una mayor atención a los bovinos en sus períodos de parición y de
acoplamiento sin perjudicar por ello el manejo de los camélidos andinos, y
recíprocamente. Los bovinos en la puna reclaman poca vigilancia y mano de obra; la
dispersión de los partos y de los períodos de estro no aumenta el trabajo de los criadores,
sino que lo escalona, y se puede dedicar un poco de tiempo, cotidianamente, al ordeño de
las vacas y al encierro en corrales de los becerros tiernos. Además, la producción lechera
del rebaño se escalona a lo largo de la mayor parte del año.
233 De este modo, a pesar de que los ovinos y alpacas ocupan posiciones muy cercanas en el
consumo de los vegetales de la puna, son muy diferentes en lo referente al empleo del
tiempo del pastor y en lo concerniente a la época de mayores riesgos de mortalidad, que
se dan en el primer mes de los recién nacidos. Por otra parte, los bovinos y las llamas, que
requieren mano de obra de una manera muy diluida, se llevan bien con los ovinos y las
alpacas.

Fig. 191: Calendario de reproducción de los animales en la puna.

234 El manejo sanitario no es objeto de prácticas o controles numerosos, a pesar de la


importancia de las consecuencias económicas que ello puede acarrear.
235 En conjunto, la mortalidad de las alpacas, y más aún la de los ovinos, es bastante
importante, siendo los jóvenes los más afectados; en cambio, las pérdidas en llamas y en
bovinos son bajas. La profilaxis, que actualmente se desarrolla, se dirige esencialmente
contra los parásitos, y no se efectúa de manera regular. Por esto subsisten problemas
sanitarios, especialmente en el caso de los animales jóvenes, que no reciben por lo general
ningún tratamiento preventivo en el momento del nacimiento, no obstante de que son
365

por entonces muy sensibles a las infecciones. Las prácticas sanitarias actuales se apoyan,
en gran parte, en la rusticidad y la resistencia natural de los animales frente a las
enfermedades.
236 Una mejora de las prácticas profilácticas actuales parece, pues, una vía posible para el
aumento de la producción animal en la puna, y una necesidad si animales de raza
mejorada reemplazan a los animales rústicos que son los que se explota por ahora.

Productos ganaderos y comercialización

237 Los campesinos obtienen esencialmente, de esta crianza extensiva de ovinos y camélidos,
lana y animales en pie; estos productos, al contrario de lo que sucede con la carne, pueden
conservarse por largo tiempo en la puna, y se adaptan perfectamente a las condiciones
locales de comercialización: venta en caso de necesidad o cuando pasa un comprador. Por
lo demás, sus precios se mantienen relativamente a lo largo del año. Tales prácticas de
ventas escalonadas no dejan de estar relacionadas con la dispersión de los riesgos que,
como se ha indicado a propósito de las producciones vegetales, se halla también presente
en las animales.
238 Gracias a la ganadería extensiva en la puna, los criadores de Huancaya obtienen ingresos
monetarios que satisfacen sus necesidades a lo largo del año. Aunque se han especializado
en esta rama, conservan sin embargo algunos cultivos para el auto-consumo, y venden a
veces fuerza de trabajo fuera de su explotación agrícola. El carácter pluriactivo de estos
sistemas de producción no ha desaparecido, pues, por completo, pero se ha hecho
marginal.
239 Sin embargo, parece que cuando el tamaño del rebaño es pequeño, situándose el límite
entre 170 y 400 Unidades Ovinas, el jefe de familia encarga su ganado a un pastor y
recurre a otra actividad principal, para conseguir los ingresos monetarios que su familia
necesita. Ervin es negociante de ganado, Lucio jornalero y tiene una pensión.

3.2.3. Sistemas de ganadería tradicionales y moderno: perspectivas de progreso


técnico y económico

240 En el estudio que se llevó a cabo en Huancaya, se estimó la producción sobre la base de
algunas mediciones puntuales, y no se cuantificó directamente, a causa de problemas
prácticos que el segundo método comportaba, habida cuenta de la dispersión de los
criadores y de las dificultades de llegar hasta los rebaños. Era muy difícil para un solo
investigador pesar de modo regular a los animales y el vellón recogido. Sin embargo, la
producción estimada, reducida a una unidad de extensión superficial o de mano de obra,
permite efectuar comparaciones con otros sistemas más modernos; tomaremos aquí como
referencia el caso de la unidad de producción Cochas de la SAIS Tupac Amaru, vasta
cooperativa de ganadería que colinda con la comunidad campesina de Huancaya,
globalmente en las mismas condiciones de medio natural (cuadro 25 y fig. 188).
366

Cuadro 25: Comparación entre algunas características de sistemas de crianza de ganado


estudiados en la puna.

241 Los sistemas de ganadería tradicionales y cooperativo practican ambos una ganadería
fundada en el pastoreo extensivo y la vigilancia continua de los rebaños. La composición
de su ganado es semejante. Los ovinos (> 80 % del número de cabezas) constituyen la
especie principal. A pesar de que su cantidad se acrecienta, las alpacas (11.5 % del número
de cabezas) no están presentes, sin embargo, en todas las explotaciones ganaderas;
algunos criadores tradicionales de Huancaya, y la mayor parte de las unidades de la SAIS
Tupac Amaru, no poseen camélidos andinos. Hay bovinos en cantidad moderada.
242 Las extensiones de pastoreo son proporcionalmente menores en las explotaciones
ganaderas tradicionales que en el cooperativo31, lo que determina una carga más fuerte
por unidad de extensión en las primeras, del orden de 1,5 contra 0,9 Unidad Ovina/ha/
año. Esta presión de pastoreo en los asientos ganaderos de Huancaya sería causa de un
sobrepastoreo limitado de la puna y, por ello, de una más baja producción forrajera por
unidad de superficie. No parece que tal estado se haya agravado actualmente, y más bien
haberse estabilizado su producción a un nivel inferior al nivel potencial. La hipótesis de
un sobrepastoreo se refuerza por la presencia en la puna de Huancaya, pero no en la de
Cochas, del cactus lanoso (Opuntia floccosa); sin embargo, parece necesario efectuar
mediciones para obtener una confirmación y una evaluación de tal degradación, ya que
las recomendaciones de la ONERN (1 U.O./ha/año en lugar de 1,5) y mis propias
estimaciones son insuficientes.
243 La producción por Unidad Zootécnica32 es superior en el sistema cooperativo de ganadería
a la de los sistemas de crianza de ganado tradicionales (cuadro 26): respectivamente 29,8
kg contra 19,3 kg y 6,9 kg contra 1,2 para las producciones de carne y lana de los ovinos;
29,6 kg contra 14,7 kg y 3,0 kg contra 2,5 kg para las producciones de carne y de lana de
alpacas. El mejoramiento genético de los ovinos determina, pues, un aumento de la
producción por UZ; en el caso de las alpacas, las diferentes prácticas de reproducción y de
protección sanitaria traen consigo una más fuerte producción teórica de carne en el
sistema cooperativo, y, en la práctica, un mayor aumento del número de alpacas. En el
caso de ambas especies juega igualmente un papel importante la mayor
disponibilidad de extensiones de pastoreo.
367

Cuadro 26: Producción comparada de sistemas de crianza de ganado tradicional y cooperativo.

244 La mano de obra es globalmente más abundante en las explotaciones ganaderas


tradicionales que en las de tipo cooperativo: 220 cabezas de ganado por Unidad de Trabajo
Hombre (UTH) contra 410 (cuadro 25). La especialización de los trabajadores, por ejemplo
en la vigilancia o la protección sanitaria, en ovinos o alpacas, permite valorizar mejor la
mano de obra y multiplicar globalmente por dos, aproximadamente, el número de
animales por persona. Sin embargo, no puede conseguirse una especialización sino en las
explotaciones muy grandes, ya que los sistemas de crianza siguen siendo pluriespecíficos.
El problema no es, pues original: las grandes empresas, que emplean una mano de obra
especializada, producen más por UTH que las pequeñas, que se sirven de una mano de
obra polivalente.
245 En razón de las economías de escala, el sistema de ganadería cooperativo dispone de
mayor capacidad de financiación que los tradicionales: la mejor valorización de la mano
de obra, una producción más importante por cabeza de ganado, y, sobre todo, los
mejores precios que se obtienen para los productos ganaderos son los elementos
esenciales de esa diferencia.
246 El bagage técnico, y por lo tanto las prácticas de crianza, presentan también importantes
diferencias entre ambos sistemas. Las técnicas y las prácticas de crianza de los sistemas
tradicionales son relativamente estables en el tiempo, adecuados a la conducción de un
rebaño pluriespecífico por un pastor o por una pareja. Apuntan a obtener cada año un
mínimo garantizado de producción, más bien que una producción máxima.
247 Por el contrario, las técnicas y prácticas ganaderas del sistema cooperativo se
caracterizan por un gran dinamismo y por la búsqueda de una producción máxima o de
una ganancia igualmente máxima. Gracias a los varios controles, se pueden introducir
368

rápidamente modificaciones y mejoras. Esa vigilancia atenta y el dinamismo permiten


correr más riesgos, a fin de mejorar y aumentar la producción33.
248 En fin, los criadores tradicionales venden los productos en bruto, mientras que la SAIS
selecciona y reúne los suyos en lotes relativamente homogéneos, si el volumen de
producción es suficiente. Además, la SAIS trata directamente con las empresas o puede
conquistar ciertos mercados gracias a ventas regulares y en gran cantidad, mientras que
los criadores tradicionales tienen que servirse de intermediarios.
249 Ambas razones influyen fuertemente sobre los precios que se obtienen por los productos:
la SAIS comercializa su lana de ovino a $ 1,84 por kg contra $ 0,72 que se paga a los
criadores tradicionales, o sea un precio más de dos veces superior; pero la calidad (finura)
de la lana de los ovinos Junín es también superior a la de los ovinos criollos. El precio
unitario de la carne ovina en pie (de $ 0,66 a 0,69 por kg) es, no obstante, igual en ambos
sistemas.
250 En cambio, en relación con el espacio, la tendencia de los logros de producción es inversa
(cuadro 26). Habida cuenta de las respectivas cargas por hectárea de los sistemas
ganaderos tradicional y cooperativo, las produciones de carne de ovino y de lana de
alpaca del primero son comparables, incluso superiores a las del segundo (29,0 kg contra
26,8 kg, y 3,8 contra 2,7 kg); la relación permanece sin embargo conforme en el caso de las
producciones de lana ovina y de carne de alpaca (1,8 kg contra 6,2 kg, 22,1 kg contra 26,6
kg). Valores y comparación que hay que tomar con cierta distancia por el hecho de la
pluriespecificidad de los rebaños, aunque la composición globalmente comparable de
éstos les conserva un valor indicativo.
251 En conjunto el sistema de ganadería cooperativo aparece más eficiente y más productivo
en numerosos puntos que los sistemas tradicionales. Parece interesante, por ello, mejorar
los segundos mediante la transferencia y adaptación de elementos propios del primero,
permaneciendo muy conscientes, no obstante, de las limitaciones inherentes a los
sistemas de crianza tradicionales. La SAIS Tupac Amaru propone de alguna manera un
nivel potencial que los criadores deberían alcanzar en el futuro. Los principales puntos
capaces de beneficiarse con tal modificación son la alimentación, la reproducción, la
selección, el tratamiento de las producciones y la protección sanitaria de los animales.

3.3. PLURIACTIVIDAD, ESPECIALIZACIÓN Y EVOLUCIÓN

252 Al término de esta presentación de dos formas de ganadería extensiva de altura,


observadas en dos comunidades campesinas del valle del Cañete, destacaré dos tendencias
en la evolución de su agricultura:
253 Por una parte, la ganadería extensiva puede cumplir dos papeles esenciales: ya sea una
función de “ahorro”, ya sea una función de “producción”; ambas están muy a menudo
asociadas de manera compleja, aun si una u otra perecen predominar. Tratar de
comprender estas formas de ganadería, o de intervenir en su funcionamiento, resulta por
ello en vano si uno se atiene sólo a su función principal, sobre todo la de producción,
como sucede con frecuencia.
254 Por otra parte, las cinco familias de Laraos y las cinco de Huancaya son pluriacti vas:
todas practican el cultivo de tubérculos y de cereales, la ganadería extensiva de
rumiantes, y ejercen actividades no agrícolas, fuente de recursos financieros.
369

255 Si la pluriactividad sigue siendo la regla general, se percibe nítidamente la emergencia de


una especialización, signo de una adaptación al mercado; especialización que parece
comunal, y por ello colectiva, más bien que individual. Los campesinos de Laraos se han
orientado a la venta de mano de obra, bajo la forma de trabajo como mineros o jornaleros,
de artesanía o de oferta de servicios; los de Huancaya a la ganadería extensiva de ovinos y
de camélidos andinos para la producción de lana y de carne.
256 Consecuencia de una situación geográfica y socioeconómica local, esa especialización de
los sistemas de producción andinos atestigua su capacidad de adaptación.
257 Su carácter colectivo refuerza la idea según la cual la comunidad campesina continúa
siendo una célula social viviente. Hoy nada concreto permite suponer que esta evolución
haya alcanzado su término final, y que esa capacidad de adaptación se haya agotado.
258 Después de considerar los casos del Altiplano, donde el acceso a varios pisos ecológicos es
limitado, de Laraos, pueblo de ladera con posibilidades de mejoras agrícolas restringidas,
y de Huancaya, vinculado a la puna, habría sido necesario analizar un ejemplo de región
donde los campesinos comercialicen sobre todo producciones vegetales. Por razones
independientes de nuestra voluntad, tal cosa no ha sido posible en la presente
oportunidad.

4. AGRICULTURA, ALIMENTACIÓN Y POLÍTICAS34


259 Benjamin ORLOVE
260 ¿Qué comen los campesinos?
261 ¿En qué medida, y de qué manera, depende su alimentación de la producción agrícola?
262 ¿Comen lo suficiente, y de manera equilibrada?
263 ¿Todo ello es estable, o evoluciona? ¿En qué sentido, y por qué razones?

4.1. LOS REGÍMENES ALIMENTICIOS TRADICIONALES EN LOS


ANDES CENTRALES
4.1.1. Especies que se consumen y variaciones alimentarias (fig. 192 y 193)

264 Los principales alimentos son los tubérculos (papas, que se consumen frescas o en forma
de chuño, y secundariamente olluco, isaño o mashua) y los cereales (cebada, maíz, quinua
y cañihua). Hay que añadir las habas, lupino (tarwi) y, en ciertos lugares, arvejas y
diversas especies de frijoles.
265 Los carneros son la principal fuente de carne, pero sin duda lo que se consume con mayor
regularidad son los cuyes, por capas más grandes de población. Se consumen igualmente
la carne de bovinos, llamas, cerdos y aves de corral; así como leche, fresca o convertida en
quesos.
266 Las frutas y legumbres verdes están poco presentes, a pesar de que las frutas provenientes
de las regiones bajas son muy apreciadas; se añaden a los guisos y sopas hojas de diversas
plantas. Los condimentos incluyen sal, ají (muy rico en vitamina a), y numerosas plantas.
Un elemento importante es la hoja de coca cuyo uso, altamente ritualizado, sigue siendo
objeto de una violenta controversia35.

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