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Según los estudios presentados por Bowlby en los años 70, los niños que permanecían en
una institución tenían dificultades en establecer relaciones de apego con su entorno y estas
se atribuían a la carencia d un fuerte apego con sus madres en las primeras fases d la
infancia.
Otra teoría es la de Ana Freud, que hablaba del potencial de apego en el niño, y
defendía que el potencial de apego, siempre se ha llevado presente en el niño, y cuando este
tenía la necesidad de apego con algún objeto y no estaba disponible, o dentro de su alcance,
inmediatamente recurría a otro objeto que le proporcionara solución a esa necesidad.
Desde estos centros es donde se trabajan las relaciones de apego del menor, y estas se
establecen entre sus cuidadores (educadores) que son los que se mantienen esas
relaciones de cercanía y que le ofrecen al menor las funciones de cercanía, disponibilidad,
durabilidad, etc.
Estas relaciones de apego, son llamadas relaciones de apego de transición, y se definen
como aquel que se produce entre los educadores y los niños, ya que debido a que la estancia
en el centro, por parte de los menores, es temporal, la relación de apego entre niño y
educador también es temporal, por ello, no se puede fomentar la dependencia del niño hacia
los educadores, ya que esto permite que en un futuro se puedan establecer relaciones
normales y estables de apego en la vida del niño.
En estos centros, los aspectos fundamentales para fomentar las relaciones de apego entre
niños y educadores son varios, ya que uno de los aspectos fundamentales es procurar la
estabilidad del educador con el grupo de niños que tiene, además de cuidar los espacios y
personalizar los objetos de cada niño (así cada niño tiene algún objeto como suyo propio,
ofreciéndole seguridad).
Otro aspecto para fomentar el apego con el niño es el de procurar momentos solos con el
mismo, ya sea en el momento del baño o de la comida, y procurar que estos momentos sean
de calidad, estableciendo un adecuado contacto visual y una cercanía corporal, además de
darle tiempo para el desarrollo de sus actividades.
Para aportar seguridad y cercanía en el menor, otro de los aspectos importantes, es
necesario anticipar las situaciones, hablándole sobre lo que va a ocurrir ofreciéndole una
interacción lo mas normal posible.
Estos aspectos se generalizan cuando el niño pasa a formar parte de una familia de acogida,
en estas situaciones el menor se siente protagonista exclusivo de esa relación de apego ya
que hasta entonces la ha vivido de forma grupal, con el resto de los niños.
El problema surge, cuando los menores permanecen en el centro de acogida más tiempo del
debido. Cuando esto ocurre en el niño se nota la necesidad de una familia, de una mayor
estabilidad, sienten la necesidad de ser acogidos y cuando esto no ocurre, empiezan los
problemas de conducta, de adaptación (cuanto más mayores, más repercusión en su etapa de
evolución).
El apego no necesariamente se establece con una única persona. Los distintos vínculos
suelen organizarse en una jerarquía de apegos y suelen responder a un estilo de apego.
Aunque se pueden crear vínculos a lo largo de toda la vida, el primer vínculo sienta un
precedente para las siguientes.
Para algunos, el primer apego suscita un modelo interno capaz de condicionar las
restantes situaciones. Para otros, el apego es considerado un sistema flexible y
adaptativo, capaz de acomodarse a las diferentes situaciones.
Quizás una posición intermedia sea la más sensata, una posición que permita decantarse
por un modelo u otro en función de variables como la intensidad y duración de unas
condiciones adversas, la personalidad de la persona o la estabilidad de las condiciones
futuras. Así podemos considerar que el apego tiende a ser estable, pero a la vez, es
susceptible de cambiar si las condiciones así lo requieren.