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Cap. 4, (pags.348-403)
Perón advierte lo que esta en juego y arma su propia fuerza política ante la incapacidad
de la clase política que gobierna de comprender el país.
Respaldo mayoritario de sectores populares y trabajadores, desempeña un rol abocado a
impedir la desarticulación y polarizacion de las distintas fuerzas sociales.
El gobierno, mediante un argumento jurídico poco convincente, remueve a los jueces de
la Corte y se asegura la lealtad política de la justicia.
(1946-1955) el gobierno llevo adelante quince intervenciones federales, once fueron por
decreto. Recién en 1950, se regularizan las situaciones provinciales con reuniones
anuales de gobernadores y coordinación con el poder central.
La lealtad incondicional a la conducción de Perón, paso a partir de 1948, a constituirse
en el criterio operativo de los parlamentarios oficialistas.
La intensa actividad estatal de los primeros años contribuyo a superar la crisis de
legitimidad política y al entendimiento entre antagónicas fuerzas socioeconómicas.
Se perfilo un Estado de corte igualitarista, los nuevos preceptos constitucionales
impulsaban la redistribución de la riqueza en favor de los asalariados, a quienes se
reconocía importante gravitación en las empresas y el propio Estado.
Se estableció la función social de la propiedad, el capital y la actividad económica.
El programa político del peronismo, expresado en la Constitución de 1949, coincidió
con los límites del crecimiento económico y la crisis del sector externo. A partir de
entonces, encauzar los conflictos dentro de un orden político estable se hizo más
dificultoso para el gobierno, que acentuó sus rasgos autoritarios y tendió a la
regimentación de la sociedad civil.
Las políticas represivas a la oposición se hicieron extensivas a los medios de
comunicación. Estas medidas de control político y la imposibilidad de derrotar
electoralmente a Perón exacerbaron a sectores de la oposición que orientaron sus
expectativas en favor de un golpe militar.
Hasta 1949, dada la considerable influencia de las FF.AA., el gobierno trato de
neutralizarlas políticamente reavivando el sentido del profesionalismo y la disciplina.
La vinculación con el gobierno comenzó a agrietarse con la crisis económica de 1949.
Las presiones militares buscaban recortar el rol político de Eva Perón, donde se
acentuaban los rasgos populares y sociales del gobierno.
Luego, la pretensión del gobierno de eliminar la neutralidad política de las FF.AA., se
encontró con el rechazo de sectores de la oficialidad a comprometerse con la
politización promovida por el gobierno.
El golpe fallido de 1951, impulsado por este y otros factores, conllevo el aumento de la
política represiva del gobierno en las esferas castrense y civil.
En las elecciones de noviembre de 1951, una mayoría incuestionable apoyo a Perón e
hizo desaparecer en la oposición toda esperanza de derrotarlo por la vía electoral. Un
hecho impulsado por Eva Perón en 1947, la posibilidad de voto a las mujeres,
contribuyo al éxito electoral peronista.
La compra de empresas por parte del Estado estaba lejos de ser un proceso compulsivo.
Las propias compañías extranjeras estaban interesadas de desprenderse de sus activos en
la Argentina, dado que percibían su ciclo como agotado.
El sector externo
En los tres primeros años del gobierno, el comercio exterior siguió una tendencia
positiva, es trascendental el vínculo que en esta época el incipiente proceso de
relaciones económicas con Estados Unidos, más que nada en relaciones a las
importaciones.
En 1949, se produjo por primera vez un déficit en la balanza comercial, más allá de que
las importaciones provenientes de Estados Unidos, habían disminuido debido a que el
proceso industrializador ya estaba consolidado. Podría endilgarse a esta crisis la
disminución de las reservas y la caída de los precios de los productos de exportación.
La política industrial.
El crecimiento de la industria era tomado como la base sobre la que se podría avanzar
en la redistribución del ingreso, en el logro del pleno empleo y en la independencia del
abastecimiento interno. Por primera vez se observa en un gobierno argentino, una
posición firmemente industrialista. El programa peronista hace especial hincapié en el
desarrollo de las industrias livianas por varias razones, poca necesidad de tecnología
extranjera, de infraestructura, de comunicaciones, etc. En definitiva, la clave del proceso
industrializador fue el desarrollo de la sustitución de importaciones de bienes de
consumo no durables.
La evolución del sector industrial reflejó mejor que ningún otro, las vicisitudes de la
economía peronista. Por primera vez la participación del sector industrial en el PBI, fue
mayor que la del sector agropecuario. El período de auge de la inversión industrial se
propagó hasta 1949. La crisis industrial que se experimenta a partir de ese año, pude
llegar a deberse a que el sector reclamaba una profunda transformación estructural en la
política económica que las autoridades gubernamentales no percibían o no parecían
dispuestas a encarar.
Oposición política.
Después del fallido levantamiento militar encabezado por el general Menéndez en
septiembre del 51, el marco político se volvió más hostil a los adversarios del gobierno.
En estos años, el arco político opositor, refuerza a intensificar sus refuerzos para
interponer a los militares con Perón. Pero fue el intento de firmar los contratos
petroleros con empresas extranjeras lo que contribuyó a aglutinar la cosmovisión
antiperonista.
La caída de Perón
Como consecuencia de la acumulación de varios episodios que deterioraron la situación
política interna (conflicto con la iglesia, negociaciones con empresas extranjeras), la
oposición, desde el nacionalismo católico hasta la izquierda liberal, estrechó filas contra
Perón y confluyeron en el desarrollo de un nuevo marco conspirativo, cívico – militar.
Desde el arco opositor, se alienta la actividad política de masas, apoyándose en los
bastos sectores de la clase media en alianza a los dogmas eclesiásticos (en junio del 55,
una manifestación multitudinaria, congregó una multitud con motivo de la procesión de
corpus christi).
En agosto, el peronismo fue convocado a ganar la calle y retomar la lucha a partir de
una apelación manifiesta a la violencia popular.
El 16 de septiembre del 55, se produce la revolución libertadora y el derrocamiento de
Perón. Varios factores contribuyeron al éxito golpista:
- los conspiradores, estaban persuadidos de que Perón no apelaría a la
movilización de sus partidarios para evitar una inminente guerra civil.
- Perón, confiaba en las fuerzas amadas para defender su gobierno. La clave
estuvo en que buena parte de ellas se mantuvo neutral.
- La cambiante política del gobierno peronista en orientación a buscar un
compromiso con la oposición política y las clases dominantes, resultó un
fracaso. Golpistas y opositores interpretaron acertadamente que esa política
denotaba signos de debilidad y expresaba una desorientación notoria.
Notoriamente, el golpe, reflejaba la necesidad de los círculos económicos dominantes
de acentuar la reorientación del rumbo económico adoptada por el gobierno a partir de
1952, vale decir, la entrada irrestricta de las inversiones extranjeras, la apertura del
comercio exterior, la incorporación del país a los organismos económicos multilaterales
y la intensificación del acercamiento hacia los Estados Unidos. Debían eliminarse las
regulaciones estatales y subordinar la base social del peronismo a nuevas formas de
acumulación.
En definitiva, los sectores más poderosos de la burguesía industrial y agropecuaria,
dudaban de la disposición del peronismo para conducir una nueva fase de desarrollo
capitalista acorde con las tendencias impulsadas por Estados Unidos, tras la segunda
guerra. Desde un punto de vista político, no se cuestionaban sólo sus tendencias
autoritarias o la ausencia de formas democráticas, si no también la presencia en los
círculos del poder de sectores sociales indeseables.