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LOS SIMBOLOS

En otras palabras un símbolo es un emblema material que muestra y revela y


descubre una verdad espiritual. Entonces Dios utiliza símbolos o figuras terrenales
para descubrir o revelar la obra poderosa y especial del Espíritu Santo.
Estos símbolos o signos del Espíritu Santo, son dados por Dios para que
podamos más fácilmente comprender lo que el idioma mismo no puede explicar o
expresar (al igual que sus nombres y significados). Los símbolos son
empleados para describir las operaciones del Espíritu Sa

Uno de los símbolos del Espíritu Santo es la unción con aceite.


En el A T los reyes eran ungidos , para que supieran gobernar y para que tuvieran la fuerza
necesaria para poder cumplir con su misión. Se creía que, junto con el aceite que se
derramaba, descendía el Espíritu divino. También los sacerdotes eran ungidos en su
consagración y a veces los profetas ( 1 Re 19,15-16)
Jesús mismo, cuando inicia su misión pública aplica a esa misión el anuncio de Isaías " El
Espíritu del Señor esta sobré mi, porque el me ha ungido para llevar la buena noticia a los
pobres"( Lc 4,18)
Esta unción no significa sólo que somos elegidos, sino que somos capacitados para cumplir la
misión que Dios nos da en da en esta vida. (POR EJEMPLO EN NUESTRO MINISTERIO LA
VID VERDADERA NOSOTROS TENEMOS EN CULTO DE ORDENACIÓN MINISTERIAL Y
UNGIMIENTO) EJEMPLO DE SAUL Y DAVID SAUL NO FUE UNGIDO PERO DAVID SI
Pero para cumplir otras funciones, como el gobierno, el sacerdocio o la profecía, no bastaba la
fuerza, sino la sabiduría.
Por eso, esta unción con aceite paso a simbolizar también al Espíritu Santo que se derrama
para darnos esa sabiduría.

El aceite es un símbolo frecuentemente usado para el Espíritu Santo en el


Antiguo Testamento. La unción del Espíritu Santo se compara al aceite que se
ponía sobre casi todo lo que había en el tabernáculo. Cuando éste se construyó
como lugar de adoración, no sólo los objetos fueron ungidos con aceite, sino
también los sacerdotes. Más tarde los ancianos de la iglesia primitiva fueron
instruidos a orar por los creyentes enfermos y a ungirlos con aceite como
símbolo del Espíritu Santo (Ver Santiago 5:14).
AGUA
Juan 4:14
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo
le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
El poder del Espíritu Santo hace en el terreno de lo espiritual lo que el agua hace en el orden
material. El agua purifica, refresca, apaga la sed y convierte el campo estéril en tierra
fructífera. Purifica lo que está manchado y restaura la limpieza; es un símbolo muy apropiado
de la gracia divina que no solamente limpia el alma sino que le añade belleza. El agua es un
elemento indispensable de la vida física: el Espíritu Santo es como un elemento indispensable
de la vida espiritual.
"Agua viva" es el agua en contraste con las aguas estancadas de cisternas o pantanos; es un
agua que salta a borbotones y fluye siempre en comunicación con la o el material del cual
procede.
El creyente tendrá agua viva solamente mientras esté en contacto con su divina fuente, que es
Cristo Jesús mismo. El Espíritu limpia de los hábitos pecaminosos, y sirve como fuente que
produce ríos de santidad, y se transforma en un río de vida que satisface las demandas del
alma, refrescándola y renovándola, para que Su presencia sea bendición al que recibe, y a
otros por medio del que recibe.

El viento
EL VIENTO DEL ESPÍRITU SANTO:

 HABLA PORQUE TIENE SONIDO - Puede ser que no lo veamos y no lo


sintamos, pero escucharemos el sonido del Espíritu Santo porque el viento de Dios
habla. Cuando esto sucede, las cosas no quedan iguales, sino que nuestra vida es
transformada.

 NOS MUDA Y NOS TRASLADA – El viento del Espíritu Santo puede sacarnos
de nuestros peores lugares para llevarnos a nuestra bendición, sanidad,
multiplicación, etc.

 NOS SACUDE – Viene a sacudirnos de nuestro dolor y nuestro letargo. Nos


activa.

OS LIMPIA Y NOS ACERCA A DIOS - El viento se lleva nuestros odios,


resentimientos y frustraciones, pero, además, el Espíritu Santo pone nuestros ojos en
Él para que podamos ver a Jesús, quien luego nos llevará al Padre para que
entendamos quien es el 
IENE UN DESTINO PARA NOSOTROS - El viento no avisa de donde viene ni a
donde va. El destino a donde nos llevará el Espíritu Santo no lo conocemos, porque
es desconocido. Él tiene el control que nosotros ya no queremos tener. Cuando no
sabemos nuestro destino, pero le damos el control al Espíritu Santo de nuestra vida,
nos convertimos en hombres o mujeres como Abraham que aceptaban ser guiados
por Dios sin saber a qué lugar lo llevaría. Seguir al Espíritu Santo, sin saber a dónde
vamos, aumentará nuestra fe.
l viento como símbolo del Espíritu de Dios: Juan 3:8.
“El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, 
ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”.

En este caso el viento es un símbolo o representación de la obra redentora del


Espíritu Santo como misteriosa, poderosa, penetrante, refrescante y que da vida. 

Es invisible en su operación e inesperado en sus consecuencias. De los originales


hebreo y Griego, la palabra "Espíritu" puede ser traducida: espíritu, viento, o
aliento. El Espíritu Santo es el aliento (hálito) exhalado de Dios.

La palabra de Dios nos enseña que sin la constante renovación y vivificación del
Espíritu que imparte vida, el creyente no podría sobrevivir. Nos dice Ezequiel 37.7-
10 

"Profetice, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo


profetizaba.... y los huesos y los tendones se juntaron y la carne subió y hubo piel
sobre ellos... Y me dijo: Profetiza al espíritu y di: Espíritu, ven de los cuatro
vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profetice y entró espíritu en ellos,
y vivieron... un ejército grande en extremo". 

También al patriarca Job dijo: "El Espíritu de Dios me hizo, Y el soplo del
Omnipotente me dio vida" Job 33.4. Entonces la obra del Espíritu Santo como
viento es traer vida y renovación. 
Fuego

El fuego como símbolo del Espíritu Santo: Mateo 3:11.

“Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras
mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os
bautizará en Espíritu Santo y fuego”

El fuego nos enseña la naturaleza misma calienta, ilumina, purifica, prueba,


produce energía, y genera poder. El fuego consume el combustible, y refina o
purifica aquello que no puede ser consumido. 

El Espíritu Santo como fuego ministra calor al corazón (avivamiento), luz a la


mente del creyente y le da poder para perseverar ante toda prueba y obstáculo.
Es además un fuego que consume la maldad del corazón humano. 

PALOMA
La paloma como símbolo del Espíritu de Dios: Mateo 3:16.

“Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le
fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía
sobre él”

El interés de Dios en este suceso es evidente por el hecho que se registra en los
cuatro evangelios. Una tradición judía traduce Génesis 1.2. de la siguiente
manera: "El Espíritu de Dios como una paloma cobijaba el haz de las aguas". 

Las características de la paloma son: gentil, tierna, graciosa, inocente, suave,


pacífica, pura, paciente, fácilmente contristada o asustada y fiel.
El hecho de que el Espíritu Santo es representado como una paloma indica que Él
nunca demanda ni obliga a los suyos; Él obra por medio de suaves directivas o
persuasiones. 

Cristo instruyó a los creyentes de ser "sencillos como palomas", Mateo 10.16. El
tener al Espíritu Santo morando dentro como paloma es saber que uno está en
paz con Dios, pues hemos sido justificados en Cristo.

El Espíritu Santo manifestado como paloma, nos recuerda la importancia de su


presencia en nosotros, en aquella labor en la cual transforma nuestro recio
carácter en uno bondadoso, como el del Señor Jesús. 

EL SELLO

La Biblia es muy clara cuando dice que todos al nacer de nuevo, somos sellados por el Espíritu
Santo hasta el día de la Redención y que el Espíritu Santo es el sello de la promesa (Efesios 1:13-
14, y 4:30).

Pero veamos primero lo que es un sello. Un sello es un instrumento que se utiliza para poner una
impresión o marca. Pero sello también es la marca en si misma, que se pone para certificar la
autenticidad de un documento, sin el cual no tendría ninguna validez.

Ahora bien, cuando decimos que al nacer de nuevo, el Espíritu Santo nos sella, significa que es a
través de Él que somos certificados y autenticados como hijos de Dios. Que ya le pertenecemos a
Cristo, que Jesús es el dueño y Señor de nosotros, porque fuimos adquiridos o comprados por Él a
través de su sangre. Significa que el Espíritu Santo es el instrumento que Dios utiliza para
sellarnos.
Pero el Espíritu Santo además sella o marca en nuestros corazones y nuestra mente la Ley de
Dios y sus principios. Si en el Antiguo Pacto las leyes estaban escritas en tablas, ahora y a través
del Nuevo Pacto, estas son impresas o marcadas por el Espíritu Santo en nuestra mente y nuestro
corazón, como lo anunció Dios en el libro de Jeremías 31:33: “Pondré mi ley en su mente y la escribiré
en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”.

Así pues los mandamientos de Dios no fueron abolidos con el Nuevo Pacto, sino que simplemente
fueron cambiados de lugar, y puestos en nuestro interior, y es solo a través del Espíritu Santo que
podemos ser obedientes a ellos.

Dada nuestra condición pecaminosa, los seres humanos carnales e imperfectos, no tenemos ni la
facultad ni el poder para obedecer. Solo cuando Cristo viene y entra a morar en nosotros es que
cambia nuestro corazón. Es el Espíritu Santo de Dios quien nos empodera y nos capacita para
evitar el pecado, santificarnos y vivir una vida en obediencia a Dios.
Es ese corazón nuevo que el Señor nos prometió desde el Antiguo Testamento, el que nos hace
diferentes: “Os daré un corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré
que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”, Ezequiel 36:26-27, pero
para eso es necesario nacer de nuevo como lo dijo Cristo:
“De cierto de cierto os digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”, Juan 3:3, y
nacer de nuevo es nacer en el espíritu. Es solo a través del nuevo nacimiento que nuestra
condición carnal puede cambiar y tiene que cambiar para poder agradar a Dios.
Porque los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en
cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu.  La mentalidad
pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz.  La mentalidad
pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven
según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios”, (Romanos 8:5-8 NVI).
Y esa naturaleza pecaminosa se traduce según Gálatas 5:19-21 en “adulterio, fornicación,
inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones,
herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas, de tal manera que los que
practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”, y no tienen el sello del Espíritu Santo.
Es solamente el Espíritu Santo el que nos santifica y nos lleva a una vida de obediencia y sumisión
a Dios, dejando atrás todos esos hábitos pecaminosos. El Espíritu Santo es el único que puede
transformarnos de una naturaleza carnal a una espiritual, pero solo si lo dejamos trabajar en
nosotros, porque definitivamente, el que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él (Romanos 8:9).
Pero ahora  veamos cuál es el fruto del Espíritu y analicemos si en verdad dicho fruto es parte de
nuestra vida diaria : amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza, Gálatas
5:22-23.
Si nosotros dejamos que sea Cristo el que dirija cada uno de nuestros actos, vamos a llevar una
vida que honre y glorifique a Dios, porque lo que es imposible para el hombre que es obedecer la
Ley de Dios, ahora a través de Cristo en el Nuevo Pacto sí es posible. Cristo pone su Santo Espíritu
dentro de nosotros para que andemos en sus mandamientos, guardemos sus estatutos y los
pongamos por obra como lo demanda Dios. Es pues el Sello de Dios en la vida de todo creyente.
LAS ARRAS

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