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LA OCTAVA MARAVILLA O EL SIMBOLISMO DE EL ESCORIAL*

MARÍA NOGUÉS BRUNO


Universidad Autónoma de Barcelona

«Unos dicen: válgame Dios, si hay en el mundo otro mayor edificio


o tan grande; otros, si lo ha habido; otros y los más acuden luego
al templo de Salomón, porque apenas saben de otras fabricas gran-
des si no desta, porque la oyen a los predicadores o lo leen en el
Flos Sanctorum; otros también se acuerdan de las siete maravillas
del mundo, y como gente mas leída dicen que ésta es la octava,
y otras cien admiraciones o pescudas, que así se han de llamar».
Fray José de Sigüenza, Historia de la orden de San Jerónimo, II,
discurso XXII, 1605.

La octava maravilla es una de las comedias de Lope de Vega Carpió publicada en la Parte
décima de sus comedias (1618). Se trata de una comedia en que un rey musulmán, Tomar, rey de
Bengala, decide edificar un templo en honor a su dios Alá y a su profeta Mahoma, agradecido por
la última victoria sobre los enemigos. Para ello convoca a una serie de arquitectos que presentan
diferentes modelos arquitectónicos. Así, acuden a dicha convocatoria Sirán, arquitecto indio; Roseto
Eloy, de Pegú; Samuel, hebreo; y el español Leonardo. El primero presenta al rey bengalí los diseños
de varios templos y edificios famosos como el de Diana Efesia, Juno, Júpiter y la casa de Ciro; a
continuación Roseto presenta dos fábricas de eminencia notable como lo son la casa de Alejandro
y la de Nerón; Samuel presenta el templo de Salomón, y, por último, el español Leonardo, que
muestra el plano del monasterio de El Escorial. Tanta es la admiración y el elogio con el que
describe el español a su patria y a su rey, que el propio Tomar siente su «alma enajenada» y, sin
más demora, decide ir a España para conocer a su monarca y ver su -octava maravilla».
El título de la comedia alude a uno de los muchos motivos utilizados en los panegíricos de-
dicados al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial entre los que destacan especialmente dos: el
de la octava maravilla y el del templo de Salomón, comparando al rey Felipe II con el emperador
israelita. San Lorenzo Real de El Escorial, construido entre 1563 y 1584 por iniciativa de dicho
monarca, ha despertado siempre un gran interés especialmente en la literatura española.1 Destacaré
sólo dos fuentes, obras de monjes Jerónimos. La más antigua es el Libro de Memorias de Sanct

* Esta comunicación se inscribe en el proyecto Edición de veinte comedias de Lope de Vega (I+D, HUM, BFF
2003^02480) del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
1
Da cuenta de ello Saturnino Álvarez Turienzo en su libro El Escorial en las letras españolas, Editorial Patrimonio
Nacional, Madrid, 1963, donde hace una sumaria antología del eco que ha tenido el Real Monasterio en los escritos
en verso desde el primer siglo de su historia (1563-1663) pasando por la poesía ilustrada, los poetas románticos hasta
la poesía del siglo XX.

Actas del VII Congreso de la AISO, 2006, 475-481

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Lorenzo el Real, de fray Juan de San Jerónimo (1591), aunque es la obra del erudito fray José de
Sigüenza, bibliotecario y posteriormente prior del convento, Historia de la orden de los Jerónimos
(1605), la que describe por vez primera tanto los avatares de su construcción -relacionándolos con
la vida política, cortesana y monástica-, como de la obra y su decoración.2 El Escorial es ensalzado
como octava o única maravilla del mundo, como sede de los «nobles Habsburgo», los más grandes
protectores de la cristiandad, como salvaguardia eterna de la fe y como trono indiscutible de la
monarquía absoluta.
En la obra de Lope de Vega no pasa desapercibida esta laudatio de tan magna construcción
y el ejemplo lo tenemos indudablemente con esta comedia, cuyo título desvela claramente la vox
populi al considerar al Real Monasterio como octava maravilla, concepto reflejado en la obra de
Fray José de Sigüenza que leería atentamente Lope para describir la «máquina».3 En la comedia es
el rey bengalí el primero que se refiere a la magnífica construcción como octava maravilla tras la
descripción presentada con admiración por el arquitecto español Leonardo.
TOMAR. ¿Qué le movió al padre suyo
a edificar esta rara
maravilla, que bien puede
llamarse octava?4
La octava maravilla, w . 205-08.

El Escorial es comparado con las siete maravillas del mundo de la Antigüedad: los muros de
Babilonia, en Caldea de Asia la Mayor; el Coloso del Sol, en Rodas; las Pirámides, en Egipto; el
Mausoleo de Artemisa, en Caria; el templo de Diana, en Efeso; el Simulacro de Júpiter Olimpo
en Acaya y la torre de Faro en Egipto.5 Hace Lope, por boca del arquitecto, una pormenorizada
descripción que se prolonga alrededor de doscientos versos.
La forma y el material juntos dan la impresión de defensa y permanencia, incluso más firme
que el resto de las maravillas de la Antigüedad, que a pesar de su firmeza arquitectónica, esta-
ban condenadas a desaparecer puesto que eran paganas y construidas de manera vanidosa sobre
arena.6 En cambio, la descripción de Lope da buena cuenta del monasterio como microcosmos: El
Escorial encierra en sus muros todos los elementos de una ciudad ordenada, regular y funcional.
Asimismo, la armonía y el orden de la arquitectura simbolizan la armonía y la jerarquía de la vida
en la ciudad. No hemos de olvidar que la orden de los Jerónimos se basa en la regla de S. Agustín
y, por tanto, el monasterio estaba especialmente relacionado con el autor de la Civitas Dei y por
ende esta idea se reflejaba en tan completa construcción.7 En suma, El Escorial es al mismo tiempo
palacio, convento, colegio, biblioteca y panteón. Sobre el panteón, por ejemplo, dice Lope:
la escultura y la pintura
y otras mil ciencias que alaban
a Felipo, cuyo cuerpo
encierra esta eterna caja
hasta que al final juicio
goce a Dios y vuelva al alma.
La octava maravilla, w. 343-48.

2
Ver José de Sigüenza, Historia de la orden San Jerónimo, Madrid, Imprenta Real, 1605; en especial los libros
tercero y cuarto.
3
Véase el artículo de Ramón Valdés, «Claves e hipótesis para la interpretación de La octava maravilla: fuentes,
motivos simbólicos y trasfondo histórico», Anuario de Lope de Vega, VII (2001), págs. 165-89. En él, encuentra con muy
buen tino y de manera muy completa las fuentes que emplearía Lope en esta comedia.
4
De Lope se cita el texto de la Comedia famosa de la octava maravilla de las Comedias de Lope de Vega,
parte X, ed. M. Nogués Bruno y R. Valdés, UAB, Milenio, Lérida, en preparación.
5
Véase Cornelia Von der Osten Sacken, El Escorial. Estudio iconológico, Bilbao, Xarait ediciones, 1984.
6
Cf. Von der Osten Sacken (1984). En concreto el capítulo tercero que se refiere a El Escorial como monumento
a la lucha y a la victoria.
7
Véase de Agustín Bustamante García, La octava maravilla del mundo (estudio histórico sobre El Escorial de
Felpe II), Madrid, Alpuerto, 1994.

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Aunque Lope de Vega en la comedia no alude directamente a la comparación del templo con
esta última construcción salomónica, sí se compara a Felipe II de Castilla con el emperador israelita
y lo hace por boca de la hermana del rey bengalí, que aunque suponemos que jamás ha estado
en España, sabe de las noticias y de la fama del rey al compararlo con el emperador de Oriente
como miembro más del linaje:
Llévale el ver la octava maravilla,
y al rey también, que es maravilla octava,
haciendo Salomón al de Castilla,
como Nicaula a Siria caminaba.
La octava maravilla, w. 645-48.

Con esta alusión podemos pensar también que la «máquina» descrita por Leonardo se compara
con el Templo de Salomón. Nuestro poeta no hace sino sumarse a una corriente de la época en
la que predomina la loa y panegírico hacia el templo edificado por el Rey Prudente. Uno de los
datos que establece un vínculo entre Felipe II y su Monasterio de San Lorenzo el Real, y por otra
parte, entre el emperador israelita y su templo de Jerusalén, es el hecho de que en la portada de
la basílica se encuentran los seis Reyes de Israel, no olvidados por Leonardo en su descripción
(w. 287-294). Como se ha recogido en numerosos estudios,8 parece que esta idea de establecer
explícitamente un vínculo entre la basílica de El Escorial y el Templo salomónico ha de ser pos-
terior a la traza de la fachada de Juan de Herrera. Se trataría de una idea procedente de Benito
Arias Montano. Las seis estatuas representan reyes del Antiguo Testamento de la tribu de Judá,
de la familia de David y antepasados de Cristo,9 que habían participado de alguna manera en la
construcción, la decoración o la restauración del templo de Jerusalén. Felipe II, en el momento
que aceptó la propuesta de sustituir los obeliscos de la fachada de la iglesia como símbolos de la
«Gloria Dei principi» (idea de Juan de Herrera) por las estatuas de los reyes del Antiguo Testamento,
quería colocarse en la línea de sucesión de estos reyes y construir un nuevo Templum Salomonis,
reflejándose de este modo la idea de translatio imperíi y translatio studií. De izquierda a derecha
están representados los siguientes reyes: Josafat, Ezequias, David, Salomón, Josías y Manases.10
Felipe II se comparaba de esta manera con los grandes reyes del pueblo elegido con esa obra
magna. Su «traza» equipara así al monarca católico con David y Salomón: con el primero, como
receptor de los planos divinos y acumulador de la riqueza y con el segundo, como ejecutor del
proyecto. Además, Felipe II era comparado en prudencia y sabiduría con el rey hebreo, con el
que compartía el título de Jerusalén.11 En los tiempos anteriores a la construcción del Monasterio
ya se encuentran alusiones a Felipe como nuevo Salomón, el hijo de otro gran guerrero, como
continuación del paralelismo entre Carlos V con el rey David.12

8
Cf. Bustamante García (1994); Jesús Sáenz de Miera, De obra ¡dnsigne»y "heroica» a «octava maravilla': la fama
de El Escorial en el siglo XVI, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos
V, 2001.
9
Erich Auerbach, Figura, trad. Yolanda García Hernández y Julio A. Pardos, Madrid, Trotta, 1998, y el com-
pletísimo trabajo de Guillermo Seres, «Algunas tradiciones de La Araucana*, en ed. R. Marrero Frente, Perspectivas
trasatlánticas en los estudios coloniales, Madrid, Verbum, 2004, págs. 53-75, donde también estudia el concepto de
praefiguratio.
10
Para más información sobre estos reyes y las inscripciones que éstos llevaban a los pies ensalzando los méritos
respectivos véase de nuevo el trabajo de Cornelia Von der Osten (1984:130).
11
Juan Rafael Cuadra en su artículo «El Escorial como nuevo templo de Salomón en la literatura de los siglos XVI
y XVII», recogido en La ciudad de Dios, CCXIII (2000), págs. 449-76, rastrea las alusiones de Felipe II como un se-
gundo Salomón y a El Escorial como nuevo Templum Salomonis desde los viajes del joven príncipe Felipe a Flandes,
hasta los panegíricos que aún guardaban ese eco un siglo después de la muerte del rey; para más información sobre
esta equiparación, véase Agustín Bustamante (1994: 635-77). Sobre la difusión del «salomonismo» en la época y las
interpretaciones herméticas, que han producido cierto debate, véase la obra de Rene Taylor, Arquitectura y magia.
Consideraciones sobre la idea de El Escorial, Madrid, Siruela, 1992.
12
Para la cuestión del linaje véase asimismo el completo trabajo de Guillermo Seres (2004: 53-75) donde a la luz
de La Araucana estudia el autor la figura de Felipe II como Augusto, resultando así el monarca español sucesor del

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La descripción que Lope hace del Monasterio en esta comedia da buena cuenta del esplendor
del edificio, de su variedad, de su gran tamaño y de las complejas funciones que desempeña. No
es extraño que Lope sepa de estas magnitudes y características del edificio que en la época da a
conocer fundamentalmente fray José de Sigüenza en su obra. Por otra parte, Lope pudo tener en
cuenta el efecto de la grandiosidad de la construcción a través de las estampas de Juan de Herrera,
siendo San Lorenzo el Real el único edificio español del siglo XVI que para sus contemporáneos
mereció la honra de la imprenta. El grabador flamenco Pedro Perret realizaría un total de trece
grabados que por cédula real tenían licencia de ser impresos, estampados y vendidos en las Indias.
El elenco de láminas era tan impresionante, que no se conocía ningún edificio contemporáneo al
que se le pensase dedicar tal número de ilustraciones. A lo largo de 1589 y 1590 Perret acabó su
trabajo. Tal vez con las famosas estampas presentes Lope describiría los detalles. De esta manera,
como octava y única maravilla, la leyenda de El Escorial comenzó a extenderse y son numerosos
los escritores que dedican sus obras a esta construcción. Lope lo deja claro desde el título de la
presente comedia. Da cuenta desde la causa de su construcción13 hasta lo en ella gastado y el fin
por el que se construyó (w. 336-48).
La admiración y elogio a esta construcción y a su rey, como más tarde se verá, queda patente
en toda la comedia ya desde la enajenación misma del alma del bengalí. Así, a lo largo de la obra
y por boca tanto del arquitecto español como del enamorado rey Tomar se repiten las alabanzas
y admiraciones:
TOMAR. Si de que escuche al español te admiras,
¿qué dirás de locuras semejantes?
Ni la fortuna, ni del mar las iras,
Euripos, Scilas, islas y gigantes,
ni propia persuasión, ni pena extraña
me estorbarán que vaya a ver a España.
La octava maravilla, w . 599-604.

TOMAS. Quedo, nadie sea atrevido


a aconsejarme ni decirme nada,
que de esta octava maravilla ha sido
mi alma de su ser enajenada.
La idea que de España en mi sentido
fue por este español representada
irán a ver mis ojos.
La octava maravilla, w . 605-11.

TOMAR, N O alabo, España bella,


tu patria hermosa, tu ínclita Sevilla,
sino esta clara estrella
mas una que tu octava maravilla,
por cuya causa vivo
al alma esclava, el corazón cautivo.
La octava maravilla, w . 1482-486:

El elogio de la construcción simboliza el elogio de la monarquía. Felipe II es rey cuyo imperio


va de «playa a playa». Puesto que Carlos V en 1554 le cede Ñapóles, Sicilia y Milán; en 1555 los

imperio romano. Se perfila, además, en este estudio el concepto de translatio imperii en la línea de los emperadores
del Sacro Imperio Romano de Occidente, desde Carlomagno hasta Carlos V y Felipe II.
13
J. H. Elliot, España y su mundo. 1500-1700, Madrid, Alianza Editorial, 1990; La España imperial. 1469-1716,
Barcelona, Vicens-Vives, 1983- La construcción de El Escorial se atribuye desde las primeras crónicas a la batalla de San
Quintín (Picardie) el 10 de agosto de 1557 en la que las tropas españolas al mando de Filiberto Manuel de Saboya
obtienen una victoria decisiva sobre el ejército francés a 10 kms de la ciudad. Fue la primera victoria significativa del
reinado de Felipe II. Él mismo, que nunca participaba en ninguna batalla, permaneció en Cambrai y el 11 de agosto
de 1557, tras recibir la noticia se trasladó a San Quintín, donde presenció el sitio y el 28 de agosto la toma de la
ciudad.

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Países Bajos, y en 1556 España y las colonias, verificándose así, la unidad ibérica con la anexión
de Portugal en 1580, Felipe II acaba por poseer el más extenso imperio conocido:14
Labróle el magno Filipo
rey universal de España,
que hasta él ninguno tuvo
su cetro de playa a playa.
Diole Dios esta grandeza
porque en las dos manos santas
la justicia y religión
tuvo en la paz y en las armas,
y aunque de sus raras obras
son las excelencias tantas,
la mayor fue haber dejado
su misma divina estampa
en su hijo el gran Felipe,
que agora como el de Arabia
sale de aquellas cenizas
a ser fénix de la fama.
La octava maravilla, w. 175-90.

Morley y Bruerton datan la comedia en 1609,15 tiempo en el que reina Felipe III. Si con la
alusión a El Escorial se elogia al rey que lo mandó construir, ahora la exaltación se centra en su
heredero, por adquirir esas virtudes de su padre, rey justo y religioso. Tomar, empeñado en conocer
al rey, lo elogia cuando consigue verlo en la capital madrileña; lo mismo hace con la reina:
Ya vi
la Margarita preciosa
y la sucesión hermosa,
que me dejó absorto allí.
La octava maravilla, w. 2242-245.

Siguiendo un orden jerárquico, la loa se extiende al Estado, presentando ahora un macrocos-


mos; se elogia a su organización, a las personas que presiden los distintos cargos. Se presenta en
la comedia lo que podríamos llamar un organigrama del Estado:
TOMAR. ¿Y qué personas son tan venerables
esas de sus consejos?
LEONARDO. Son tan buenos
los hombres que le sirven, que cualquiera
regir el mundo por virtud pudiera.
La octava maravilla, w . 425-28.

El consejo de estado, el consejo real, consejo supremo, consejo de guerra, órdenes que llaman
militares, consejo de otro mundo nuevo, consejo de Portugal, consejo de Italia, consejo de Aragón,
consejo de hacienda, consejo de cámara. Todos ellos están compuestos por una serie de ínclitos
varones que son parangonados con personajes de la antigua Grecia y Roma: Licurgo, Solón, Severo,
Catón... La loa es tan poderosa, que a Tomar le abrasa la envidia y considera a Felipe 'Júpiter
inmenso», como heredero de la tradición bíblica y clásica.16

14
Para buena documentación de la época, consultar los brillantes estudios de J. H. Elliott: Cf. Elliott (1990)
y (1983); Ciríaco Pérez Bustamante, La España de Felipe LIL, Madrid, Espasa-Calpe, 1979; P. Williams, «El reinado de
Felipe III», en J. Andrés Gallego (ed.), La crisis de la hegemonía del siglo XVII, vol. VIII de la Historia General de España
y América, Madrid, Rialp, 1986; Francisco Tomás y Valiente, La España de Felipe IV. El Gobierno de la monarquía. La
crisis de 1640 y el fracaso de la hegemonía europea, Madrid, Espasa-Calpe, 1960.
15
S. Griswold Morley y Courtney Bruerton, Cronología de las comedia de Lope de Vega, Madrid, Gredos, 1968,
págs. 62-88.
16
Se puede tener en cuenta para demostrar el enamoramiento de Tomar en la comedia, el hecho de su con-
versión al cristianismo. Sabido es que la conversión de un príncipe musulmán a menudo venido de tierras lejanas es

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Lo que hace Lope es alabar a los personajes que en esos momentos estaban en el poder;
concretamente, por las fechas en que fue escrita esta comedia, serían algunos de ellos los criados
del duque de Lerma, cuyo cargo más alto alcanzado sería la secretaría de los citados consejos. El
mismo duque se encargaría de trasladar a las personas clave de un consejo a otro.17
El arquitecto español desarrolla en la comedia el papel de brillante embajador ya que además
de elogiar lo anterior, no olvida en su panegírico a los grandes de España que en aquella época
cobraron importancia. En el texto encontramos dos verdaderos repertorios de grandes y títulos y
aunque en la obra evidentemente no vertebran el conjunto dramático, sí que son de gran impor-
tancia. Los grandes de España son objeto de un gran elogio en dos momentos de la comedia, en
el primer acto por boca de Leonardo y en el tercero por boca de Tomar.
LEONARDO. ASÍ, Felipe muchos grandes tiene,
títulos en segunda jerarquía,
que cada cual por luz a sol viene
y que de todos se compone el día:
no pienses que mi lengua los previene
aunque era lustre de la patria mía,
pero direte algunos y en silencio
muchos, que por iguales reverencio.
La octava maravilla, w . 485-92.

Estas relaciones significativas junto al resto de las alabanzas reflejadas anteriormente revelan
una indudable intención apologética que subyace de igual modo en las comedias consideradas
genealógicas.18
La obra acaba nada menos que con un retrato de Felipe III sobre las tablas: Tomar, de vuelta
a su patria Bengala, en el tercer acto y acompañado por los españoles doña Ana, su hermano don
Juan de Arellano, el capitán don Baltasar y el gracioso Motril, ve que su reino había sido usurpado
en su ausencia por su hermana Briseida y el bajá Ozmín. Pese a que recupera su trono, siente
Tomar la tentación de vengarse de ellos, pero éstos se amparan en la escena bajo un retrato de
Felipe III y por ello les perdona la vida «cual Alejandro magnánimo»:
TOMAR. ¡Cielos, éste es su retrato!
A qué buen tiempo me avisan.
Perdonad, gran Rey de España:
yo les perdono las vidas.
La octava maravilla, w . 3129-132.

Por todo lo anterior, podemos concluir que la comedia es mucho más que una stravaganza
como la consideraba Buchanan.19 Aunque puedan parecer hechos fantasiosos por desarrollarse la
comedia a caballo entre el lejano reino de Bengala, las islas Canarias, Sevilla y Madrid, la comedia

un hecho que cuenta con paralelos históricos en la época. Para esta cuestión ver de nuevo el completo artículo de
Ramón Valdés (2001: 165-89).
17
P. Williams, «El reinado de Felipe Ilfr, en ed. J. Andrés Gallego, La crisis de la hegemonía del siglo XVLL, vol. VIH
de la Historia General de España y América, Madrid, Rialp, 1986. En concreto el capítulo dedicado a los criados de
Lerma, págs. 430-31.
18
Para reflexionar sobre las comedias genealógicas y el mecenazgo véanse los siguientes artículos de Teresa
Ferrer Valls: iope de Vega y la dramatización de la materia genealógica (I)», en Teatro cortesano en la España de los
Austrias, Cuadernos de Teatro Clásico, 10 (1998), y «Lope de Vega y la dramatización de la materia genealógica (II):
lecturas de la historia», en La teatralización de la historia en el Siglo de Oro español. Actas del IIL Coloquio del Aula
Biblioteca Mira de Amescua, Granada, Universidad de Granada, 2001. Consulté estas publicaciones en la red, en el
portal Entresiglos, a cargo de Juan Oleza y Teresa Ferrer Valls:
<http://www.uv.es/entresiglos/teresa/pdfs/genealogica.PDF> y
<http://www.uv.es/entresiglos/teresa/pdfs/genealogica2.pdf >
19
Milton A. Buchanan en su reseña a «Cborley's Catalogue of Comedias and Autos of Frey Lope Félix de Vega
Carpió (II)., Modern Languages Notes, XXIV (1909), págs. 198-204.

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recoge una serie de hechos históricos fijándolos en clave: el valor simbólico del monasterio de El
Escorial, el elogio a la familia real, el elogio a los Grandes y títulos de España y el elogio a la
propia organización del Estado, que no debemos perder de vista. La obra entera puede considerarse,
por tanto, como una exaltación a la monarquía hispánica. La comedia que Lope lleva a las tablas
se puede definir como un texto con una finalidad propagandística que en algún momento y en
algunas obras asumió su teatro; se evidencia asimismo su carácter político. No hemos de olvidar
que la comedia en general, en ese tiempo, desempeñaba una clara función de difusión de los
ideales patrióticos y monárquicos, una cerrada defensa de la nobleza sustentada en los tradicionales
conceptos de valor, honor y virtud.20 Desconociendo si esta obra es fruto de un encargo tal vez
de algún alto cargo político o fue escrita motu propio, el Fénix en esta comedia buscaba sin lugar
a dudas el favor de la nobleza y de altas instancias públicas.

20
José Antonio Maravall, La cultura del barroco: análisis de una estructura histórica, Barcelona, Ariel, 1986, y
Teatro y literatura en la sociedad barroca, Barcelona, Crítica, 1990.

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