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EJERCICIO DE COMPRENSIÓN LECTORA

TEXTO: Tras la morada oculta de Marx. Por una concepción ampliada del capitalismo.
Autora: Nancy Fraser – 2014.

César Ocampo
Identificación del planteo
Cuando la autora expresa la necesidad de retomar la categoría de capitalismo como elemento
explicativo del conjunto de crisis multidimensionales presentes en la segunda década del siglo XXI y
la imprescindibilidad de reexaminar el pensamiento de Marx con la intención de superar tradiciones
marxistas pretéritas, bien podría decirse que su propuesta podría clasificarse dentro de la corriente
conocida como posmarxista o posestructuralista. Estas perspectivas adquieren protagonismo en
torno a las revoluciones de 1968, cuyo rasgos fundamentales fueron la crítica al paradigma de la
izquierda revolucionaria, lo cual implicaba, entre otras cosas, una transición en las formas de lucha y
resistencia de la clase obrera al interior de la cual, un porcentaje importante deja de sentirse
interpelado por el lenguaje clasista, dando pie al discurso de lo popular, cuya flexibilidad permite la
inclusión de las nuevas identidades políticas emergentes como las feministas, ecologistas, de
reivindicación étnica, de derechos humanos, etc.
Una característica fundamental de las perspectivas posestructuralistas, que puedo observar en este
artículo de Fraser, es la reivindicación de la dimensión política reconociéndola como un elemento
sustancial en la construcción conflictual del orden social. Una vez más, esta perspectiva intenta
superar las concepciones deterministas de los marxismos más ortodoxos que no le reconocen una
esfera propia a lo político y no admiten su autonomía relativa sobre las determinaciones de la
estructura económica.

Reflexiones y preguntas en torno a la cuestión.


La autora arranca planteando los rasgos fundamentales del modo de producción capitalista,
realizando una relectura de Marx. De esa manera identifica a la propiedad privada de los medios de
producción; el mercado libre de trabajo; el valor autoexpandido; y, la forma mercancía , como los
cuatro elementos característicos del sistema capitalista identificados por Marx. Sin embargo,
reconociendo a estos elementos como propios de una esfera económica, y partiendo del proceso de
la acumulación originaria planteada por el mismo Marx, propone lo que ella denomina las
condiciones de posibilidad de los fenómenos económicos antes enunciados y, por lo tanto, del modo
de producción capitalista, que considero viene a ser la parte sustancial de la cuestión. Procede
entonces a establecer tres condiciones de fondo que posibilitan el desarrollo del modo de producción
capitalista: la reproducción social (crianza de hijos, enseñanza, educación, mantenimiento de
vínculos sociales, interpretaciones colectivas, etc.); la ecología de la tierra; y, el poder político.
Este reconocimiento de factores extra-económicos como elementos constitutivos del capitalismo, le
permiten a la autora ampliar el espacio conflictual, antes circunscrito a pura lucha entre capital y
trabajo, reconociendo entonces una multiplicidad de escenarios y actores políticos inmersos en
disputas por el establecimiento de los límites entre, producción/reproducción social; naturaleza
humana/no humana; y, poder económico/poder político. Pero, además, gracias a la superación del
análisis meramente económico aparece la posibilidad para la autora, de prescindir de una
conceptualización del capitalismo como un sistema económico sino, ahora, como una sociedad
capitalista, como un orden social institucionalizado.

Ahora bien, esta propuesta incentiva algunos cuestionamientos que pueden articularse en torno a la
cuestión sobre la determinación de la conciencia. Marx llegó a afirmar que no es la conciencia la que
determina al ser, sino por el contrario, el ser social lo que determina la conciencia. Teniendo ello en
mente, surge la cuestión sobre la relación que guardarían las relaciones económicas respecto de las
políticas, y en atención a tal postulado se tendría que las primeras son el contenido que toma forma
en las segundas. En este sentido Marx arranca el estudio del modo de producción capitalista yendo
a la determinación más elemental de la forma en que se reproduce la vida humana: el trabajo,
identificando las características de la forma en que éste se realiza en el capitalismo y proponiendo
un conjunto de categorías económicas. Sin embargo, si bien es cierto que tal forma de reproducción
de la vida tiene, en tato modo histórico, elementos precedentes que lo posibilitaron (la violencia, la
exclusión, la expropiación, la desposesión), ¿estos deberían entenderse como productos de una
conciencia y una voluntad dominadora, o habría que mirar las determinaciones económicas
precedentes que posibilitaron la aparición y el desarrollo de tal conciencia? A mi parecer, la
propuesta de la autora se inclina evidentemente hacía la influencia de una voluntad política. Esto
reconocería que efectivamente las relaciones sociales del modo de producción capitalista no se
encuentran reificadas, sino que, por el contrario, en tanto el capitalismo es un sistema histórico y
contingente, las relaciones que genera son relaciones cuyo contenido y significación está en
permanente conflicto. Disputa, como ya se dijo, que no solo se acota a un conflicto económico, sino
que implica también relaciones sociales que sostienen las condiciones de posibilidad del capitalismo.
Sin embargo, una pregunta final: ¿se trataría, entonces de voluntades tomadas de forma abstracta e
indeterminada obviando sus determinaciones materiales e inadvirtiendo que no hay conciencia ni
voluntad que no sea o esté determinada; incluso ahí donde la forma de tal conciencia sea percibirse
como libre y autónoma?

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