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Con la mirada al frente

Hace unos 8 años más o menos estábamos con mi esposa en Estados


Unidos visitando a su familia allá. Tuvimos un encuentro familiar donde
nos juntamos con sus primos y tíos que vinieron a visitar de varios lugares.
Una noche, íbamos a ir todos a cenar a la casa de un tío que vivía un tanto
lejos. Nos distribuimos en 2 autos, yo estaba en un auto llevando a todos
los primos y el tío de mi esposa estaba llevando a los mayores en otro auto.
Yo no conocía el lugar donde estábamos yendo, entonces, el tío de mi
esposa me dijo: “sólo me tienes que seguir, yo conozco el lugar”. Durante
los primeros minutos del viaje todo iba bien. El auto del tío iba delante y lo
seguía sin despegar la mirada de él. Hasta que entramos en la autopista.
Era hora pico, y era una de esas autopistas de como 10 carriles, con cientos
de autos yendo y viniendo a toda velocidad. Era una locura. Ahí ya se puso
complicado el mantener mis ojos todo el tiempo en el auto del tío de mi
esposa. Y más o menos después de una media hora de ir manejando, me
di cuenta de que perdí de vista por completo al auto que me estaba
guiando, y mi esposa, yo, y varios de sus primos terminamos perdidos, sin
teléfonos, sin internet, y de noche en un lugar que nadie conocía.
Qué importante es, en un viaje, mantener los ojos al frente, prestar
atención por donde vas, y además, seguir al que te está guiando.
Nuestra vida en esta tierra es como un viaje por un lugar desconocido, es
un viaje por un lugar que, para los que estamos en Cristo, no es nuestro
hogar. Esta tierra no es nuestro destino final, estamos de paso, y mientras
estamos transitando por esta vida necesitamos mantener la vista al frente,
prestando atención por donde ponemos los pies, y manteniendo una
dirección constante. Y en todo momento siguiendo a Aquel que nos está
guiando al hogar, siguiendo a Jesús.
Hoy quiero compartir con ustedes un pasaje de la Escritura que nos ofrece
consejos muy sabios mientras estamos de tránsito por esta tierra:
Proverbios 4.25–27 (NBLH)
25 Miren tus ojos hacia adelante, Y que tu mirada se fije en lo que está
frente a ti.
26 Fíjate en el sendero de tus pies, Y todos tus caminos serán
establecidos.
27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; Aparta tu pie del mal.
En este pasaje, el rey Salomón está dando consejos a su hijo, y en medio
de estos consejos es que dice estas palabras que acabamos de leer. Y creo
que estas palabras tienen también consejos muy sabios para nosotros,
hoy.
Veamos versículo por versículo.
El versículo 25 habla de mirar hacia adelante, a lo que está frente nuestro.
Pienso que hay por lo menos dos sentidos en los que podemos entender y
aplicar este principio:

• Primero: A veces, aunque queremos avanzar hacia adelante en la vida


cristiana, nuestra mirada puede estar puesta atrás. Tal vez hay algo
en nuestro pasado que nos está aprisionando, algo que hemos hecho,
algo que nos han hecho. Recordemos que en Cristo podemos
experimentar sanidad del corazón, por aquello que hemos sufrido, y
en Él, por Su Obra en la Cruz, podemos experimentar perdón y
restauración por aquello que nosotros hemos hecho. Miremos a
Jesús, pongamos los ojos al frente.
• Segundo: Frente nuestro tenemos una meta. Esta vida y las cosas de
esta tierra no son nuestro destino final. Nuestro destino final es
alcanzar nuestro hogar celestial con Cristo. Pero a veces somos
tentados a vivir de una manera que nuestro trabajo, o carrera, o
cualquier ambición que tengamos en esta vida, se convierte en
nuestra meta principal. Y así perdemos el norte. Miremos a Jesús, a
nuestra meta celestial, pongamos los ojos al frente.
Continuemos con el verso 26:
26 Fíjate en el sendero de tus pies, Y todos tus caminos serán establecidos.
Esta es una advertencia para andar con cuidado. En el libro de Proverbios,
Salomón, le aconseja a su hijo a apartarse de las malas amistadas, le
aconseja a vivir en pureza sexual, le aconseja buscar siempre la
misericordia, lo anima a buscar la sabiduría. Todos estos consejos eran
para que el hijo de Salomón tenga cuidado con su andar. Para que se fije
bien por donde iban sus pies en esta vida.
Hay muchas cosas en esta vida que pueden hacernos tropezar, las malas
amistades y la inmoralidad sexual son un ejemplo. Y muchas otras.
Tengamos cuidado, no vivamos de una manera descuidada. Uno no anda
descuidado cuando camina sobre un campo minado. Un hijo de Dios y una
hija de Dios, se fijan bien en el sendero de sus pies, para que sus caminos
sean establecidos, es decir, para que sus pasos sean firmes y no tropiecen.
Y saben, en esta vida vamos a tener tropiezos. En ocasiones vamos a pisar
en el lugar equivocado y vamos a caer, pero en esos tropiezos
aprendemos:
• Aprendemos a buscar la ayuda de Jesús para encontrar perdón y para
que Él nos levante.
• Aprendemos a ser más cuidadosos con dónde ponemos el pie.
Continuemos con el verso 27:
27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; Aparta tu pie del mal.
Uno de los temas principales de Proverbios es el temor del Señor, es decir,
esa actitud de reverencia y adoración a Él que nos lleva a querer vivir de
una manera recta delante de Él, apartándonos del mal. Una persona que
teme al Señor, es decir, sus hijos e hijas en Cristo tenemos una dirección
clara para nuestras vidas.
El momento en que hemos creído en Jesús, hemos tomado la decisión de
cambiar de rumbo en la vida. El versículo 27 nos hace recuerdo de ese
rumbo, de ese cambio de dirección, nos hace recuerdo que debemos
mantener el curso fijo, sin apartarnos a los lados, y la manera en la que
logramos esto es, puestos los ojos en Jesús. El momento en el que Jesús
deja de ser nuestro enfoque, es cuando comenzamos a desviarnos. Jesús
es aquel quien nos salvo del pecado, aquel quien posibilitó que podamos
entrar en una relación con Dios, es Él en quien encontramos ayuda
oportuna cuando estamos en tentación, cuando estamos desanimados,
cuando ya no tenemos fuerza.
Jesús también transitó por esta vida, al igual que nosotros, enfrentó
también tentaciones, enfrentó pruebas y sufrimiento, pero sin pecado.
Entonces, si nosotros queremos transitar por esta vida sin desviarnos del
camino necesitamos hacerlo de Su Mano.
Y antes de terminar quiero que consideremos una aplicación específica de
este pasaje para estos tiempos:
El verso 25 nos animó a caminar mirando al frente. Con todo lo que
estamos viviendo en estos días, especialmente ahora que parece que
muchos más se están contagiando de Covid, podemos llegar a sentirnos
abrumados quedarnos mirando hacia atrás, mirando hacia todo lo que
hemos perdido, este pasaje nos recuerda a mirar a Cristo, mirar al frente,
a lo que viene por delante, con esperanza.
El verso 26 nos animó a fijarnos donde ponemos los pies. Pienso que
debido a las dificultades que estamos viviendo, podemos ser tentados y
tropezar en el camino. Estos días de cuarentena tal vez están probando
nuestro carácter, las dificultades siempre traen pruebas para nuestra
paciencia y nuestra perseverancia. Tal vez algunos hemos caído en
desconfianza y desesperación, pidámosle a Jesús que nos levante, y
continuemos en el sendero.
El verso 27 nos animó a nos desviarnos del camino. En medio de las
dificultades de estos días tomemos la mano de Jesús para ir en el camino
recto aun si el mundo se cae a nuestros costados, tomemos la mano de
Jesús y caminemos hacia la meta.

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