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El ser y la nada

(Jean Paul Sarte)

para Heidegger, el ser de la realidad humana se define como «ser-en-el-


mundo». Y el mundo es el complejo sintético de las realidades manuales
en tanto que mutuamente indicativas según círculos cada vez más amplios,
y en tanto que el hombre, a partir de este complejo, se hace anunciar lo
que él mismo es. Esto significa a la vez que la «realidad humana» surge en
tanto que está investida por el ser, en tanto que «se encuentra» (sich
befinden) en el ser; y, a la vez, que ella hace disponerse en torno suyo, en
forma de mundo, a ese ser que la asedia

La nada está en el origen del juicio negativo porque ella misma es


negación. Funda la negación como acto porque ella es la negación como
ser. La nada no puede ser nada a menos que se nihilice expresamente
como nada del mundo; es decir, a menos que, en su nihilización, se dirija
expresamente hacia este mundo para constituirse como negación del
mundo. La nada lleva el ser en su propio meollo
Dice sarte: La
negación es el cimiento que realiza esa unidad: define,
precisamente, la relación inmediata que pone en conexión esos dos puntos
y que los presenta a la intuición como la unidad indisoluble de la distancia.

v. el origen de la nada
el ser por el cual la Nada adviene al mundo debe ser su propia Nada
Así, con la interrogación, se introduce en el mundo cierta dosis de
negatividad: vemos a la Nada irisar el mundo, tornasolar sobre las cosas
Todo proceso psíquico de nihilización implica, pues, una escisión entre el
pasado psíquico inmediato y el presente
Lo que separa lo anterior de lo posterior es precisamente nada
La nada, como antes hemos visto, es fundamento de la negación porque la
lleva oculta en sí misma, porque es la negación como ser.
La libertad es el ser humano en cuanto pone su pasado fuera de juego,
segregando su propia nada
El hombre toma conciencia de su libertad en la angustia, o, si se prefiere, la
angustia es el modo de ser de la libertad como conciencia de ser, y en la
angustia la libertad está en su ser cuestionándose a sí misma.

Kierkegaard: la angustia se distingue del miedo en que el miedo es miedo


de los seres del mundo mientras que la angustia es angustia ante mí
mismo
En una palabra: para evitar el miedo, que me presenta un porvenir
trascendente rigurosamente determinado, me refugio en la reflexión, pero
ésta no tiene otra cosa que ofrecerme sino un porvenir indeterminado. Esto
significa que, al constituir cierta conducta como posible, me doy cuenta,
precisamente porque ella es mi posible, de que nada puede obligarme a
mantener esa conducta
Ha de retomarse aquí la frase de Hegel: «Wesen ist was gewesen ist», «La
esencia es lo que ha sido» la esencia es todo cuanto puede indicarse del
ser humano por medio de las palabras: eso es. Por ello, es la totalidad de
los caracteres que explican el acto
La mala fe
«La conciencia es un ser que incluye ser conciencia de la nada de su ser».
La mala fe es una negación a si mismo. A menudo se le asimila como la mentira

No se miente sobre lo que se ignora; no se miente cuando se difunde un


error de que uno mismo es víctima; no miente el que se equivoca
Basta que una opacidad de principio enmascare sus in- tenciones al otro,
basta que el otro pueda tomar la mentira por verdad
No puede ser lo mismo en el caso de la mala fe, si ésta, como hemos
dicho, es en efecto mentirse a sí mismo
La mala fe tiene, pues, en apariencia, la estructura de la mentira. Sólo que
-y esto lo cambia todo- en la mala fe yo mismo me enmascaro la verdad
Así, la dualidad del engañador y del engañado no existe en este caso. La
mala fe implica por esencia la unidad de una conciencia.
Llegado el momento : Nuestra
perplejidad parece, pues, extrema, ya que no
podemos ni rechazar ni comprender la mala fe.

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