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Dedicado a las

personas privadas
de libertad, a sus
familias, a los
sueños de buena
voluntad

Cuentos de Cárcel · 1
Edición
Claudio Geisse
Valeria Aldana

Diseño
Lucía Paz

Supervisión editorial
FdR GTZ/MINJU
Proyecto de Reforma de los Procedimientos y
Bases Legales en el Ámbito Penitenciario.

2010
Morandé 107, Santiago de Chile
www.reformapenitenciaria.cl

2 · Cuentos de Cárcel
Presentación

En los últimos años el sistema penitenciario chileno ha sido


objeto de análisis y críticas, por varias razones, entre ellas por la
incapacidad de generar procesos de reinserción y rehabilitación
social.

Se ha hecho vista gorda de la situación de hacinamiento en la


que se encuentran viviendo estas personas, la condición marginal
en la que caen una vez que se encuentran privados de libertad y
la desvinculación con la familia y los servicios de asistencia social
(salud, educación).

Como medida para mejorar el sistema penitenciario, el Ministerio


de Justicia suscribió con la Sociedad Alemana para la Cooperación
Técnica (GTZ) el convenio “Reforma de los Procedimientos y Bases
Legales en el Ámbito Penitenciario”, cuyo objeto es fortalecer la
seguridad pública mediante el mejoramiento de las bases legales
que promueven la reinserción social de las personas sometidas a
una sanción penal.

Entre las actividades diseñadas para el logro del objetivo,


fueron trazados diversos ámbitos de trabajo, siendo uno de ellos
el involucrar a distintos actores sociales en el tema penitenciario,
logrando sensibilizar a la Opinión Pública y provocando algún
impacto en quienes participen. Dentro de este contexto se
elaboraron actividades culturales las cuales se promocionaron en
las Unidades Penales de Santiago y el Complejo Penitenciario de
Rancagua,

El Proyecto Cultural contempló la realización de talleres de


literatura y un concurso de cuentos, en el cual participaron
persona privadas de libertad y sus familiares. Los cuentos debían
ser historias vinculadas con la cárcel, esta idea nos preocupó en
un primer momento, ya que pensamos en quien estando preso
querría escribir al respecto, pero prontamente fueron llegando
los trabajos y nos dimos cuenta que todos tienen algo que contar,
nos presentaron una cárcel con anécdotas, con personajes, nos
enviaron historias de amistad y familia, cuentos tristes y otros
graciosos. Sin duda algunos los emocionarán y otros les sacaran
más de una carcajada.

Muchos por primera vez escribían un cuento o participan en


un concurso de literatura, algunos enviaron el primer cuento que
escribieron, otros escribieron varias historias y debieron elegir cual
enviar, otros se apoyaron en algún compañero para transcribirlos y
algunos cumplieron la voluntad de algún compañero en enviarlo,
como el caso de Carlos Nieto que envió el cuento póstumo de
Mario Donoso, “Paseando cerca del mar con Andreíta”.

Para la elección de los ganadores (tres primeros lugares y 20


menciones honrosas) se contó con el apoyo de la Sociedad de
Escritores de Chile (SECH), que dentro de sus miembros designó
a tres connotados escritores y poetas nacionales. El Jurado estuvo
conformado por los Señores: Jaime Quezada, Oscar Aguilera y
Gregorio Angelco.

Finalmente podemos decir, que este libro es el resultado de los


talleres de literatura, de las múltiples motivaciones de personas
privadas de libertad y de sus familiares por escribir un cuento, por
participar, por competir y sobretodo que su trabajo sea uno de los
elegidos para la publicación de este libro.

Gracias a todos los que participaron.


Cuentos de Cárcel
Cuentos de familia, cuentos
de sueños, cuentos de libertad

Taller literario, de lecturas, escrituras


y emociones. Trabajo de memoria y
confidencias que dieron a luz a estos
“Cuentos de Cárcel”.
Panorama de Santiago Sur
“…Dije unas palabras acerca del viento y del otoño…” Roberto,
un hombre con muchos años privado de libertad, lee un texto.
Su contenido es lleno de una memoria antigua, habla de los
árboles que tiempo atrás existían en el Óvalo de la “Peni”, había
una jardinera con tierra y un angosto canal por donde corría
agua. Roberto poco a poco se emocionaba. Comenzó a llorar,
pero continuó leyendo. Habló de corazones grandes y de estar
pasando los días bajo la sombra de esos árboles. Quien mandaba
en la cárcel eran los adultos y no los cabros jóvenes de ahora, que
antes existía el respeto, pero que si había que pelear, se peleaba,
y la cosa quedaba ahí.
Narró que los internos más jóvenes fabricaban barquitos de
papel y jugaban a las carreras en ese pequeño cauce de agua. Y
era bonita la imagen de jóvenes volviendo a jugar como infantes
bien paridos y sin razones para pedir perdón.

Claudio Geisse
Director de Talleres


Remy Huerta Rojas
CCP de Colina I, Pabellón Asystir
EL COLUDO Y EL BARBUDO
Bernardo Reyes
CDP de Santiago Sur, Módulo B

Primer Lugar Concurso “Cuentos de Cárcel”

Por los oscuros pasillos y escaleras de este lugar, el Coludo se


pasea indiferente a los dramas de las personas. A primera hora,
alinearse en la cancha para que pase la cuenta. Cada cual dice el
número que le corresponde, 20, 21, 22, etc. El Coludo observa por
entre los cuadros chicos de las rejas de las escalas. Ya subirán. Desde
lo alto examina a sus presas: unos flacos, otros gordos, chicos, con
lentes, narigones, morenos, rucios, con pecas, pelados, chascones,
etc. Estar aquí es para regodearme. Piensa que es una gran ventaja
estar en este país ya que hay mucha diversidad. Mucho mejor que
en Bolivia, Perú, o la China, donde todos son iguales y cuesta elegir.
Las cámaras no lo detectan, en realidad nadie lo ve, él es invisible.

Lo elije, ya lo vio: es moreno, con acento extranjero, chico, gordo,


lleva una bolsa repleta de arroz. Lo espera en la escalera ¿Por qué
demora tanto? El Coludo se impacienta y baja a ver qué pasa, no
se le puede arrancar. Al llegar a la cocina lo ve, está recolectando
granitos de arroz. El gordo chico ya tiene la bolsa llenita y sube a la
pieza. El Coludo se estremece, siente escalofríos por su espinuda
espalda; es que al fondo se está realizando una liturgia. Hay una
vela encendida junto a un crucifijo. El Coludo mueve la cabeza,
pero no se acerca. El gordito pasa por su lado, siente su olor y
lo sigue. La mesa está lista: un gran plato de arroz blanquito se

Cuentos de Cárcel · 9
prepara para desaparecer de este mundo. El Coludo se prepara,
dirige sus ondas invisibles para cautivar al gordito. Este ni siquiera
lo pesca. Está absorto con su plato de comida. El coludo insiste, le
susurra al oído, arremete mentalmente contra él, pero todo es en
vano y se pregunta: ¿Cómo puede ser más importante un plato
de comida que todos mis poderes? ¡No puedo estar poniéndome
viejo, este gordo no me la va a ganar!

De pronto se escucha por los parlantes: –¡Juan Orégano!,


¡abogado!

El gordito se levanta y sale disparado. El Coludo le lanza sus


manos para atraparlo, pero el norteño sigue escaleras abajo, el
Coludo lo sigue, y el gordo llega a una pequeña sala, el Coludo
lo sigue observando. En el interior de la sala, un hombre barbudo
que se las oficia de abogado, tiene a su presa. Y el Coludo vuelve a
arremeter dentro de la sala y queda sorprendido por el hablar del
legista: que las diarias, que yo te saco, y por supuesto la infaltable
suma de 6 dígitos para ayudar al proceso, todo dentro de un
avasallador lenguaje. El gordo y el Coludo escuchan extasiados
“quisiera que en mí pusiera la misma atención este gordo”, momento
en cual se decide rascar la cabeza y pierde la atención de lo que
hablan. El gordo pregunta y el barbudo responde. Qué labia, qué
dominio de escena, qué desplante, qué poder de convencimiento.
El coludo casi no lo puede creer y se pregunta: ¿esté Barbudo, será
acaso un colega?

El gordo se despide del barbudo, hasta con reverencias. Le abre


la puerta y el abogado sale de la pieza, poco menos que en vítores
y alabanzas de parte del gordo. El Coludo se vuelve a estremecer.
Terminó la liturgia y un interno pasa por el lado portando la vela
y el crucifijo. El Coludo resiste, hoy no es su día. Para rematar, un
interno chico, levanta frente a su cara el libro sagrado. El Coludo
se refugia en la sala esperando que pase el huracán. Recupera

10 · Cuentos de Cárcel
fuerzas, y como puede sigue al gordito a su pieza, no se le va a
escapar. Ahí está, lo encuentra echado en su cama viendo un
programa de farándula en la TV. El Coludo se acerca, ensaya todas
sus artes hipnóticas… el gordito está a punto de caer… el Coludo
esgrime una amplia sonrisa de triunfo que muestra sus afilados y
amarillos dientes: —“Jejeje ya es mío”… pero pasa algo, terminan
los comerciales y comienza un programa totalmente original e
inédito: “Historias de Cárcel”. El gordo queda hipnotizado, pero no
por el Coludo, sino por la tele. Y lo peor, aparecen más internos
para ver el programa cultural. El Coludo insiste una y otra vez, pero
todo es en vano. Aparte de su tradicional rival, ahora se suman
otros: el barbudo, la tv… —y se pregunta… así ¿cómo diablos voy
a conquistar almas?

Cuentos de Cárcel · 11
CARLOTO
Humberto López Candia
CDP de San Miguel, Cruceta 1, Sección Platina

Segundo Lugar Concurso “Cuentos de Cárcel”

La discusión entre el cabo Araniz y el preso, al que todos


conocían como Carloto, había sido áspera y fuerte, sin pronunciar
groserías se habían herido en su orgullo. Cada uno atrincherado
en sus posiciones ideológicas irreconciliables, venían desde hace
tiempo enfrentándose y denostándose mutuamente. Araniz era un
gendarme de la vieja escuela, duro en el trato, sagaz, ducho como
se decía en ese tiempo, inflexible a la hora de reprimir, marcado
por un carácter algo bipolar que lo llevaba de un estado de ánimo
a otro, cuestión que cuando andaba de buenas, matizaba con
bromas que casi siempre eran celebradas por todos los presos
políticos que albergaban en el vetusto edificio de la Cárcel Pública,
que ominosa se erguía frente al edificio de la PDI, que también era
abrazado por sus oscuras historias de tortura y muerte. Carloto por
su parte era un joven aplicado, también bromista por naturaleza.
A veces pasaba a su lado negro y entraba en depresiones furiosas,
que eran previstas cuando su conducta cambiaba e iniciaba
discusiones bizantinas que buscaban sólo molestar a los demás,
y en ese trajín sé habían encontrado estas dos personalidades
complejas.

La discusión de aquella tarde entre ambos tenía un matiz más


personal y se había dado casi a puertas cerradas y los ánimos se
habían caldeado. Antes de que el cabo Araniz cerrara la añosa

12 · Cuentos de Cárcel
puerta de la más añosa celda, Carloto sentenció que antes que los
milicos le quitaran la vida, ya que estaba condenado a muerte por
una Corte Marcial, se la quitaría él por su propia mano. Al cerrar y
poner el cerrojo, Araniz sintió un hielo recorrer su espalda, como
una sentencia sintió esas palabras que rebotaron en su cerebro,
como campanadas de piedras secas, y así, con esa sensación se
marchó de la Unidad Penal, con un temor soterrado y umbroso,
con esa antigua intuición de paco viejo, que le decía que aquella
sentencia tenía algo más que le inquietaba, tanto que aquella
noche soñó que veía a Carloto caminar hacia él con las venas
abiertas y con lágrimas de sangre ensuciando su cara de niño.

La mañana se presentó con el áspero ruido del rocío, con una


negrura pastosa augurando que nada bueno traía en su ropaje
de aurora arrogante y turbulenta. Así, sintiendo que algo trágico
caería en su alma, llegó hasta la galería y fue abriendo puertas
en su cansada rutina de años haciendo lo mismo. Cuando llegó
a la celda de Carloto, vaciló un instante, sintió por primera vez un
miedo quejumbroso en sus manos y en la fragilidad del instante
abrió la puerta con cierta violencia, como queriendo espantar
cualquier fantasma. Un haz tenue de luz hizo resaltar la figura de
Carloto colgado de un travesaño de madera. Los ojos cerrados, el
cuerpo lánguido, el rostro sereno, y una palidez mortecina cubría
toda la esencia del ahorcado. Araniz quedó paralizado, ni un
sonido emanó de su boca, ni un gesto dibujó su espanto, un río
de acero mutiló su alma y sintió el silencio espectral de la muerte
caminando por sus venas, hasta que los ojos del ahorcado Carloto,
se abrieron desmesurados, en una mirada envuelta en meteoros
azules y una mueca que parecía sonrisa, su boca se movió para
decir con una voz venida de ultratumba, “bájeme de aquí cabo
Araniz”. La mirada del cabo llenó de espanto, un gemido salió de
su boca y no pudo reaccionar hasta que ante la imagen de Araniz,
Carloto no pudo aguantar la risa. Sólo ahí entonces entendió la
broma de su contender ideológico y en un arranque de rabia y
risa, le cerró la puerta y le gritó “bájate sólo conche...”.

Cuentos de Cárcel · 13
HUMANO II (POR FIN LIBRE)
Víctor José Calderón Gutiérrez
CDP de Santiago Sur, Módulo A

Tercer Lugar Concurso “Cuentos de Cárcel”

Un grito desgarrador y un profundo dolor hacían eco de un


recuerdo reciente. Creyó despertarse de un pequeño sueño
eterno en donde reinaba una densa obscuridad. Sentía su cuerpo
extraño, liviano, agradable y un tanto adormecido, pero dueño de
una inherente felicidad. No percibía el respiro, pero respiraba.

Escuchaba todo a su alrededor, más no sabía de donde


provenían los sonidos. Sus ojos buscaban puntos fijos, -además de
actos reflejos-, sin embargo le era imposible recordar el nombre
de las cosas. De improviso un extraño espasmo de temor nacía en
su abdomen, pero este, de corta vida, ya que insólitamente una
risa hambrienta y muda devoraba todo a su paso.

Intuyó groseramente ser parte de algo inmenso, algo


inimaginablemente vasto, que nada tenía que ver con esos
muros, rejas y alambradas. Se vio a si mismo sabiendo eso, esto y
aquello.

Se abrió camino a través de seres, hombres. Sí ¡hombres! Ahora


recordaba: algunos lloraban amarga y desconsoladamente, otros
iban y volvían despavoridos, incrédulos. Ninguno lo miraba, salvo
quienes sonreían.

14 · Cuentos de Cárcel
Algo indescriptible le ataba a este lugar, algo así como
una energía, una poderosa energía que le guiaba, hacia un
evidentemente caótico y cláustrico enigma.

Veía reflejada su imagen en el humo que invadía su entorno.


De pronto, frente de sí y apareciendo a través de la suma de sus
imágenes, un extraño habitáculo, que supuso el origen, la causa o
razón de todo lo hasta ahora acontecido.

Debía descubrirlo, así que entró de una buena vez. Nada ni nadie
lo detuvo. Fue en ese preciso instante donde todo se aclaró en
su mente: vio su cuerpo tendido, yacía calcinado, desnudo. Sintió
paz, que raro todo, “Reía” y realmente no supo si era él tendido
soñándose, o él parado viéndose soñar.

Cuentos de Cárcel · 15
QUE LARGA LA ESPERA
Oriana Rojas Bravo
Madre del Interno Héctor Villa Rojas
CDP de Talagante

Premio Especial Concurso “Cuentos de Cárcel”

Que tormentosos los caminos,


que te pone la vida,
cuando un ser querido
se tropieza algún día.
Sin pensarlo y sin quererlo
un gran hijo se ha ido de tu lecho,
el está vivo y es cierto,
pero ya no lo tienes, porque se ha
ido de tú lecho.
Cuánto sufrimiento, cuánta amargura
verlo enrejado día tras día.
Era mi niño, era mi todo
yo lo cuidaba, era mi tesoro.
Todos lo señalan, todos lo critican
y nadie entiende la realidad
de la vida.
Solo una madre puede vivir,
el sufrimiento intenso, lo que
el está sintiendo allí; todos lo
cuidan todos lo persiguen, detrás
de las rejas, como si fuera
su mejor presa.

16 · Cuentos de Cárcel
qué largo el camino, qué larga
es la espera, viendo a mi hijo,
ahí entre rejas.
En este largo caminar, has
cargado una pesada mochila,
no te preocupes hijo,
la desocuparás algún día.
Los días que pasan y los atardeceres
se han vuelto más cortos,
pensando que te queda poco.
Ya no habrá más navidades,
incompletas, ni abrazos vacíos
porque estarás tú llenando
todos mis vacíos.
Son tantas las palabras,
que quisiera decir en este cuento,
que en cada fragmento que escribí,
lo hice con todo mi sentimiento.
Cada letra que escribí, cada
palabra que inventé,
sólo sé que del alma me salió
por el gran amor que siento yo.
Cuando miro, hacia el cielo,
veo a mi lindo lucero, al cual
siempre le he pedido
un gran deseo:
“Vuélvele la paz y tranquilidad
a mi hijo, que al salir de aquí
el se encuentre con su niño
y que todos juntos vivamos
un sólo regocijo”
Qué largo el camino
qué larga es la espera de ver
a mi hijo de nuevo
en mi vereda…

Cuentos de Cárcel · 17
Panorama de Santiago Sur
Vuelvo a la ex penitenciaria después de los sucesos. Los chicos
me esperan. Todo está bien y me reciben con cariño. Les explico
los motivos personales de la ausencia, sumandos a los sucesos
relativos al paro de Gendarmería. Me dicen que no me preocupe,
que todo está bien, que hay que hacer todo lo que sea “por la ma-
mita”. Me piden que les hable de ella, les hablo de ella, pero corto
y preciso, les hablo con alegría, con memoria de belleza, ellos se
ponen un poco melancólicos, quizás pensando en sus propias
pérdidas, en sus ausencias, en sus sacrificadas madres que visita
tras visita llevan alegrías y regalos. No pretendo que la muerte
se apodere de ellos en el discurso, este día no es necesaria tanta
tristeza. Tengo en mi bolso escondido el libro de sonrisas que
hará que todos se vuelvan infantes bien paridos y niños bellos.
Papelucho es mi arma secreta. No lo saben hasta que desenfun-
do el libro y los apunto, todos levantan los brazos en signo de
que están desarmados.
Claudio Geisse
Director de Talleres

18 ·
20 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa

PASEANDO CERCA DEL MAR CON


ANDREITA...
Mario Donoso Carreño
CDP de Santiago Sur, Módulo D

Obra póstuma de: MARIO DONOSO CARREÑO, ex interno de la Penitenciaria


(CDP Santiago SUR) fallecido el día 9 de abril 2009, luego de una agonía
de tres días, mientras buscaba en el mar y el cielo con sus ojos y su sangre
recorría rápido con su pulso desbocado.
Cuento recopilado por CARLOS NIETO, luego de haber tenido una
conversación con Mario de cómo escribir esta historia y de cómo se
argumentar y narrar los acontecimientos.

Un sábado cualquiera yo le dije a ella ¿vienes a dar un paseo?...


hagamos un loco..¡¡¡ vamos a la playa para estar cerca del mar..!!!

Aproximadamente alrededor del medio día llegamos al


balneario, en la costa estaba frío, hacía mucho frío. Las gaviotas
sobrevolaban los botes arremolinados en el pequeño puerto.

Entramos en el único restaurante que existía en ese lugar,


Andrea se tomo un café y yo un whisky para soportar mejor el
frío digo yo, y luego salimos en dirección a las rocas, caminamos
por una pequeña calle asfaltada, era de subida, al cabo de media
hora tomados de la mano, y solo comunicándonos con nuestras
miradas y sintiendo el aire húmedo y el choque de las olas en las

Cuentos de Cárcel · 21
Mención Honrosa
rocas donde el agua parecía subir por escaleras invisibles y caer
rápidamente al abismo de acantilado y refugiarse nuevamente en
el inmenso mar.

Un camino circundaba las rocas, era como una costanera que


se hizo de forma natural y con el constante tráfico de veraneantes
y personas del lugar.

Ya llevábamos un par de horas y el día seguía nublado, pero el


refrigerio tomado nos daba una extraña sensación de calor.

El sendero es estrecho para que caminemos los dos juntos,


así que yo preferí irme adelante y Andrea me seguía de atrás, era
difícil mantener una conversación en esas circunstancias pero aun
así seguíamos intercambiando miradas y palabras, para sentirnos
más cerca uno del otro, y dejarnos llevar por la naturaleza que nos
rodeaba. Andreíta miraba con admiración infantil el paisaje, el mar
estaba ahí, debajo de forma impresionante, espléndido, extenso,
vivo, transformándose un espejo de nubes y gaviotas en viaje. De
vez en cuando mirábamos abajo por el precipicio y sentíamos
vértigo. Y cada vez más nos alejábamos del pueblo, todos nuestros
temores y miedos se iban perdiendo.

Luego de dos horas caminando y un poco más, el camino se


enancho y decidimos sentarnos en un tronco de un árbol caído a
descansar. El frío se hacía más intenso, insoportable por algunos
segundos, la brisa corría más fría y la garua comenzó a caer
copiosamente, una niebla en el horizonte se divisaba, al parecer
era una invitada que buscaba enfriar lo que vendría. Tomé la mano
de Andrea y la arrollé para irnos del lugar, ella me dijo tranquilo
mi amor, y con una mirada sigilosa y pícara, respiró hondo y tomó
mi hombro, y su cara se aferró a la mía, la tibieza de su rostro le
hizo sentir escalofríos, aquel movimiento intenso de sensualidad
provocó que nuestro cinco sentidos se prendieran, al son de caricias
y besos. En ese instante ella me dijo; … “–quiero hablar contigo
Mario, dijo.. pero su corazón tuvo miedo, su mirada se perdía en

22 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa
el infinito del inmenso mar, dándome a comprender que yo era
lo más importante de su vida”... –Yo impávido también sentía que
si ella no estuviese allí, mi vida no tendría sentido... Mario quiero
decirte que te amo… -exclamó.

Comencé a acariciar sus cabellos y su tibio cuerpo, haciéndola


sentir con la certeza que ella podía experimentar un amor, un amor
que jamás olvidaría y que nos acompañaría para siempre. Andrea
me beso y sentí el gusto de su boca, con el rozar de sus labios
podía sentir cada movimiento de su cuerpo, nos dejamos llevar
por la pasión infinita que nos daba aquel paisaje, tocamos nuestros
cuerpos …no miramos y ella dijo …”quiero amarte ahora…” y en
una fracción de segundos me di cuenta que estábamos en un
camino público y que alguien podría pasar por allí, sólo un loco
andaría por estos parajes con este frío. Pero quien fuese capaz de
esto, también sería entendible de captar que ciertas fuerzas, que
una vez puestas en marcha y funcionamiento, ya no pueden ser
interrumpidas.

Puse mis manos bajo su suéter y suavemente recorrí su cuerpo,


ella estaba completamente entregada, nos tendimos en el suelo,
entre rocas, arena y precipicio, sólo el mar era testigo de nuestro
desenfrenado amor, que sin miedo y ataduras se entregaba a
formar parte de este hermoso paisaje.

Y no sentíamos frío, nuestra sangre corría a velocidad, ella arrancó


parte de sus ropas y yo la imité, no había dolor aunque nuestras
rodillas se rasmillaban en el suelo, y las espaldas se sacudían
sobre las rocas. Andreíta supo que su clímax se aproximaba,
ella estaba completamente unida al mundo, a su cuerpo y a mí,
todo se entrelazaba junto con el mar y el sonido de las olas. Por
primera vez sentía que el cuerpo entero se puede comunicar y
compenetrar con la persona amada. Ella se quedó calma, en ese
estado maravilloso, que aún recuerdo cuando cierro los ojos, es
un recuerdo que me ayuda a pasar estos largos y angustiosos días

Cuentos de Cárcel · 23
Mención Honrosa
en este lugar. Luego del éxtasis, nos dimos cuenta que de repente
apareció una inmensa luz dorada que crecía en el horizonte, crecía
de tal modo que parecía conseguir tocar la más distante y lejana
estrella de la galaxia… habíamos descubierto otro frente que unía
lo visible con lo invisible, y que Andreíta comenzaba a criar dentro
de su vientre, sin saberlo, esa unión cósmica de la creación y con
ese BIG BAN, he acabado...

¿Qué le pareció Carlitos este cuento, le gusto? Cree usted


que podré participar en el Concurso Literario, le cuento que
Andreíta también cumple condena… cómo sabe si en una de esas
ganamos, mañana le pregunto al profe, como puedo hilar las ideas
y escribirlo, dejando de lado por un rato la historia del árbol seco,
del cual hablé en la clase pasada. Sabes una cosa Mario, no hables
eso si de la cana, no ensucies esa linda historia que me acabas de
contar, ni menos mencionarla en el programa de tv… no …no
Carlitos ya no saldré en la tele, no me interesa mostrar mi realidad
para que luego ellos muestren lo que se les ocurra y muestren las
cosas de manera cambiada, recuerda usted lo que dijo el profe,
tiene razón el hombre en lo que dijo … Bueno Mario mañana nos
juntamos para pasarlo al limpio después de la clase, te felicito por
tu historia, es un lindo cuento sabes está muy bueno …. Ya Mario
por ahí vienen cerrando, se viene la cuenta, guarda las ideas para
mañana…

Al día siguiente Don Mario fallece a causa del mal que lo aqueja,
ese día no hubo clases y se recordó a Mario, cada uno de nosotros
y los integrantes al taller recordamos una historia o anécdota que
hubiéramos compartido con Mario, y descubrimos que esa anhelada
historia que el quería plasmar junto con el profe sobre su árbol seco,
Mario se estaba refiriendo a su propia vida, a su necesidad de vivir
y no sentirse que estaba muriendo. DUERME LEÓN DUERME EN
PAZ…
EL PROFE.

24 · Cuentos de Cárcel
Selección Especial

LOS AMORES DE MARÍA


Lorena Aranda Bernales
Centro Penitenciario Femenino de Santiago, Sección Pabellón

“La luz se apaga, el sol se va, y triste queda mi alma cuando tu


no estás”.

Así, cada día cantaba la María cuando barría mi casa. Era una
mujer muy alegre y muy enamorada. Le hacía ojitos a Juanito el
jardinero, don Tito del almacén y al cojo Claudio el que cuidaba
autos. A todo hombre que veía, ella le sonreía.

A mí su coquetería no me molestaba, porque ellos siempre


tenían algún dulce o chocolate para regalarle. La María, y como
siempre ella decía, era pobre, pero honrada y muy decente, porque
así se lo había inculcado su maire, la señora Emisaria, que en paz
descanse. Entonces los rechazaba y era a mí a la que se los daban.

Y así seguí creciendo y escuchando a la María. Ella siempre


tenía muchas cosas que contarme de su tierra natal y de todo lo
que le había enseñado su maire, la señora Emisaria, que en paz
descanse, le gustaba escuchar la radio, porque decía que eso no
la tenía quieta en un puro lado. Cuando la llamaba para ver tele,
lo primero que decía –¡No vea eso mi niña! No ve que eso es una
caja negra y sale el diablo. Y yo ahí sí que me reía de las ocurrencias
de la María. Ella era así, alegre y feliz, y porque mi mamá la quería

Cuentos de Cárcel · 25
Selección Especial

y siempre decía “me muero si se me va la María, así que obedece


para que no la aburras”.

Pero un día la María dejó de cantar y de reír y andaba toda


silenciosa por la casa. Yo no sabía qué hacer, pero al verla ahí se
me ocurrió la gran idea de invitar a la casa a todos los enamorados
de la María y les dije que entre todos le teníamos que cantar una
canción, aunque saliera desafinado.

Yo pensaba –Ahora sí que se nos alegra la María, y llegamos a la


casa todos, cantando a coro.

Ella salió toda asustada con el alboroto, y al mirarme me dijo


–Mi niña ¿qué está haciendo?, ¿qué van a pensar de mi los vecinos?
Nada –le dije-, eres muy afortunada de tener tanto amor.

Y así fue como la María y sobretodo después que don Tito, el del
almacén, le dijo “María, cásese conmigo”, y ella que era decente,
pero no lesa, le dijo altiro que sí, y la María desde ese día no dejó
más de cantar “El sol sale, la luz se prende y así es como se alegra
mi alma cuando el tito vuelve”.

Mi mamá, después de eso, me castigó y me dejó un mes sin ver


televisión, ya que por ser metiche -según ella- la María se le casó.

Lo que no entendía mi mamá, y se lo repetía mucho, era que no


se preocupara tanto, que la María vivía ahora a la vuelta de la casa
y la veríamos igual todos los días cuando fuéramos a comprar el
pan.

Y así fue como mi mamá, después de tanto llorar por la pérdida


de la María, le llegó a trabajar a la casa la señora Alegría.

¿Pero saben?, esa historia mejor se las cuento otro día.

26 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa

COMO DIJO EL BÚHO


Elkin Alexander Garzón Loaiza
CDP de Santiago Sur, Modulo B

En aquellos días nos reuníamos todos los miembros del ALLU


(familia) para escuchar de parte del AWATIRI (sacerdote intercesor)
la lectura de QUIPU.

Era una ocasión muy especial para nuestros hermanos mayor


HAYNA recibía la instrucción oral de las tradiciones de nuestros
antepasados, preparándose para su próxima investidura como
MACHAQA ILAKATA.

Para estas reuniones destinábamos la mejor de las chichas


que llevábamos en nuestros ARIBALO TOTEMMICO y que
luego consumíamos tomando largos sorbos del QUERO (vaso
ceremonial), pasándolo de mano en mano. Cada uno de nosotros
escuchaba con atención como el MALLKU TALLA, se apiadó de los
hijos del INTI (sol) y solicitó a WIRACUCHA que permitiera a un
habitante del ARAPACHA venir para educarnos y enseñarnos las
diferentes técnicas de cultivo, trabajos manuales y leyes morales
que hoy guían nuestro destino en la SAYA (provincia).

WIRACUCHA se apiadó del duro trabajo y el desorden moral


de los habitantes del JAYA MARA (antiguo tiempo) y permitió que
BOCHICA descendiera por el KUICHI (arco iris).

Cuentos de Cárcel · 27
Mención Honrosa
Su llegada fue para nosotros de gran bendición. Pues además
de enseñarnos las técnicas para dominar las diferentes artes
de ciencias, trajo a nuestra comunidad mucha abundancia y
prosperidad; también nos dejó como legado nuestras leyes
morales:

AMA SUA no robar

AMA LLULLA no mentir

AMA KELLA no ser flojo

GAMPES KIKILLANTE tú eres lo mismo

Al completar la instrucción HYNA fue designado como CHASQUI


(mensajero) y se le encargó una delicada misión que consistía en
dirigirse al PANAKA (AYLLU REAL o FAMILIA DEL INCA) a llevar la
novedad de que un pueblo extraño se adentraba por sus tierras
robando, matando, quemando sus casas, secuestrando y violando
a sus mujeres. Poderosos hombres bestias, mitad humano y mitad
bestia, los cuales se podían separar cuando quisieran, a los cuales
llamaron QARA PEQE (o cabeza calva), eran hombres de tez blanca
y mucho pelo en la cara, cuerpo de piedra y en sus manos llevaban
unas largas varas con las cuales escupían fuego, lo cual causaba
mucho daño.

HAYNA corría sin descansar. En el día INTI (sol) cuidaba sus pasos
y en la noche su esposa Killa (luna) protegía su andar, descansando
únicamente en los TAMBOS donde se reabastecía de hojas de
coca que CHARCHANDO continuamente alegaban el hambre y el
cansancio.

En el camino él se encontró con otra comitiva que también se


dirigía al CUZCO, llevando a SUMALLA KACHAKI, una hermosa
joven ACLLA que había sido seleccionada para el servicio del INCA
y del INTI, y estaba siendo trasladada a la ACLLAHUASI (casa de

28 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa
acogida), en donde sería consagrada como MAMAQUNA (virgen
del sol).

El sentimiento que nació entre ambos fue mutuo y tan fuerte


que casi inmediatamente se dieron cuenta que su vida lejos del
otro no tendría ningún sentido. Sin embargo este sentimiento era
imposible desde cualquier punto de vista. SUMALLA KACHAQUI
era ya una virgen seleccionada para servir al INTI y no debía ni
podía fijarse en hombre alguno. HAYNA se unió a la comitiva que
protegía a la hermosa doncella, aprovechando cada oportunidad
para acercarse a ella. Para SUMALLA KACHAKI también era muy
agradable su compañía, naciendo entre ambos el más profundo
de los sentimientos de amor y pasión. Enamorados hasta la locura
planearon JALSUÑA (fugarse) de su comitiva, pero esto lo debían
de hacer antes de llegar al PUCARA (fortaleza) de SACSAHUAMAN
que protegía la ciudad imperial por su límite norte, si no lo hacían
antes de llegar allí sería prácticamente imposible hacerlo.

Para los dos era un gran conflicto, pues debían colocar en una
balanza, por un lado el fuerte y bello sentimiento de amor que
había entre los dos, sumado a la más desbordante pasión que la
naturaleza humana podía generar entre el hombre y una mujer,
en la plenitud de su juventud, contra la responsabilidad de asumir
su destino ya marcado y la misión que cada uno debía cumplir.
HAYNA, como CHASQUI, tenía que llegar donde el INCA e informar
la noticia que le habían encomendado transmitir. En tanto que
SUMALLA KACHAKI debía ser consagrada como MAMAQUNA
(virgen del sol) y dedicar el resto de su existencia al servicio de
INTI y del INCA. El sentido de pertenencia de su cultura, las leyes
morales grabadas en su personalidad, el respeto a las tradiciones y
la absoluta obediencia a los designios de APU KON TITI VIRACOCHA
(Dios creador de todo el Universo), no los dejaron llevar a cabo lo
planeado, la JALSUÑA (la fuga).

Cuentos de Cárcel · 29
Mención Honrosa
Hoy HAYNA, convertido en QUIPOQAMAYOC (encargado
de interpretar el QUIPU), nos transmite a nosotros toda la
instrucción necesaria. Legándonos la historia, el mito de origen,
las leyes morales, la cultura y las tradiciones de nuestro pueblo,
acompañado de la enseñanza de cuentos y relatos de hechos
recordados. Al terminar la instrucción, para ser investido como
MACHAQA ILAKATAS, nuestro querido hermano HAYNA, como
AWATIRI (sacerdote intercesor), nos enseña con su historia
que los anhelos personales nunca deben anteponerse a la
responsabilidad que tenemos con nuestra cultura, nuestras
tradiciones y nuestra moral. También es nuestro deber asumir
el rol que nos corresponde para el correcto funcionamiento del
orden social en nuestra comunidad.

De la bella historia de amor dijo el búho, no se puo…


JUSPANARPA, JILATANAKA QARA PEQE SUMA URUPANA…
gracias hermanos blancos tengan buen día.

30 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa

AMOR HELADO
Cristian Eduardo Meza Arriada
CDP de Santiago Sur, Calle 13

Ella tenía un amor helado. Aquel amor llevaba una vida


totalmente contraria a la de ella, y aún así decidieron compartirla.
Sólo duró un año, hasta que él se alejó formando parte por dos años
de un frío presidio. Ella incondicionalmente fue fiel a compartir
esta vida, por muy tormentosa que fuese. Seis horas a la semana
podían mirarse, ya que apenas hablaban. Así fue como el tiempo
no se detuvo hasta su regreso. Tras pasar los años ella aún tenía
un amor completamente helado. Sus pies parecían tener escarcha,
sus manos eran azulosas y la nariz la llevaba siempre rosada. Él
jamás le dio la mano cuando caminaban juntos, nunca le dijo cosas
románticas, no regalaba flores ni chocolates, y muy pocas veces
expresó algún sentimiento frágil. Aquel amor era frío y congelado,
podían pasar horas mirándose sin decir ni una palabra.

A él muchas veces su trabajo le ocupaba el día entero, y mientras


lo esperaba ella entretenía leyendo novelas. Al llegar conversaban
lo justo para luego dormirse.

Con el tiempo ella aprendió a ser feliz de esa manera, le gustaba


jugar a descubrir bien aquel interior, sin que él lo notara, algún
resquicio de ternura o cariño. No sabía si él era realmente feliz a su
lado, pero al menos se veía tranquilo y conforme. Hijos, acordaron
nunca tener, él lo decidió y ella lo aceptó. Discutieron. Ella lloró y

Cuentos de Cárcel · 31
Mención Honrosa
quedó triste, pero poco pudo hacer al respecto. El día de aquella
discusión no lo esperó a cenar, ella tenía ganas de romper la rutina
de cada noche. Se acostó en la cama y se puso a leer. Cuando
sintió que se abría la puerta, fingió estar dormida. Él se acercó
silencioso y creyendo su embuste, estiró una mano temblorosa
para acariciar su cabello. En ella su corazón se contuvo. Luego, su
boca buscó la de ella robándole un beso nervioso. De allí salió del
dormitorio para buscar algo de comer. Desde la puerta, antes de
salir, le susurró que la amaba. Ella no pudo evitarlo, lloró toda la
noche en silencio. Se dio cuenta que su amor helado no era tal,
que no existía aquello de lo que se había enamorado. Se sintió
traicionada, burlada y dolida. Fue triste para ella darse cuenta de
la realidad.

Desde aquella vez, aunque sea invierno, lo espera con ventanas


abiertas, agua fría, cubos en la nevera, el refrigerador mostrando
siempre lo que lleva dentro y la cama destapada, tal vez así
desaparezca ese ser que la besa y acaricia por las noches y vuelva
algún día, su antiguo amor helado.

32 · Cuentos de Cárcel
Panorama de San Miguel
Entro a San Miguel y el trato es cortés y respetuoso. Todos tie-
nen muy buena voluntad y disposición para mi ingreso al penal.
Subo 5 pisos hasta el lugar donde recurrentemente hago el ta-
ller y tengo que bajar los 5 pisos nuevamente, junto a los chicos,
pues el salón está ocupado. Por hoy trabajaremos en una sala
que hace las veces de iglesia evangélica. Todo está rodeado de
pequeños altares y cuadros que muestran una especie de paraí-
so. En cada cuadro se aprecian ríos luminosos y llenos de agua
cristalina. Le pregunto a un hermano evangélico las razones que
tienen los cuadros de su religión para mostrar ese tipo de co-
rrientes de agua.
-Son los ríos de agua viva, los ríos del señor. –me responde serio.
Luego posa sus ojos en el techo y exclama ¡Amén!
Hablamos de la situación carcelaria. De los problemas que po-
drían venir. De lo que ellos quieren y necesitan.
Después comenzamos con las lecturas. Muchos traen sus traba-
jos en sobre para entregármelos para el concurso literario. Hay
motivación y ganas de participar.
Leemos los trabajos. Hay buenas cosas. Hay literatura. Hay vida
en los escritos.
Para la mayoría es primera vez que participan en un taller, para
otros es primera vez que escriben algo. La sensación de emoción
recorre muchas venas en la torre 2 de la cárcel de San Miguel.
Estamos leyendo cuando llega un funcionario de Gendarmería
avisando que estamos en la hora. Con rapidez todos se ponen de
pie, pero de todas formas nos damos un abrazo.
Claudio Geisse
Director de Talleres

· 33
César Rivera
Colina 2
Mención Honrosa

FATAL ENCUENTRO
José Saavedra Lepe
CDP de Santiago Sur, Módulo B

Isabel y Andrés tenían un matrimonio feliz, en opinión de


algunos, era una unión ejemplar, digna de ser imitada. Se amaban
profundamente.

Andrés era un ejecutivo joven, con una carrera ascendente,


bien conceptuado entre sus pares. El no era muy amigo de fiestas,
prefería estar en su hogar con su esposa.

De pronto algo sucedió que en la relación se produjo un


quiebre, Andrés ya no prestaba atención a detalles, estaba más
preocupado de su trabajo, inquietud que pasó a ocupar todos sus
pensamientos. Pronto habría ascensos y había un puesto que era
apetecido por él.

Isabel acusó el golpe, ella ya no era la preocupación de Andrés,


ante ello buscó refugio, en lo que siempre había creído, y cada tarde
se encaminaba hasta la iglesia cercana a su casa, para desahogar
su corazón con el anciano párroco. Las dudas la atormentaban
cada día más, el silencio de su marido le intrigaba y no encontraba
respuestas.

Una tarde, Andrés se retiró antes de la oficina. Sumido en sus


pensamientos se dirigió a casa. En silencio, como no queriendo

Cuentos de Cárcel · 35
Mención Honrosa
espantar sus cavilaciones, camina sigiloso. Isabel, al parecer, no se
encontraba en el hogar. Se dirigió al dormitorio, lugar de tantos
encuentros íntimos, discusiones y alegrías. Lentamente abre la
puerta de lo que para él era su santuario y lo que ven sus ojos lo
regresan abruptamente a la realidad. Ahí estaba la razón de su vida,
desnuda, tendida en la cama y en los brazos de un desconocido.

El sudor bañando sus cuerpos y la agitación de aquel momento


se reflejaba en sus incesantes jadeos. Andrés, sin pensarlo, tomó el
arma que guardaba en la cómoda de su habitación, apoyó el frío
cañón en la cabeza del desconocido y sin decir una sola palabra le
quitó todas las alhajas que, en ese momento, portaba el intruso.
Acto seguido lo arrojó a la calle tal como lo encontró, desnudo.
Hizo dos disparos, uno impacto en la nalga del sujeto y el otro le
dio en un brazo. El infortunado galán corrió calle abajo con toda
su humanidad al descubierto, y sólo cubriéndose con la vergüenza
de haber sido sorprendido in fraganti. Con el miedo dibujado en
su rostro no sintió el dolor de los impactos de bala, solo corría y
corría. El rostro de Isabel se enmudeció, y de ahí en adelante el
silencio era la única comunicación que existó entre ellos.

Poco tiempo después Isabel estaba de cumpleaños, y su esposo


Andrés realizó una fiesta con varios invitados, amigos y familiares
para festejar el magno evento.

Estaban todos reunidos, y Andrés tomó una caja de cristal que


había guardado sigilosamente desde aquel encuentro de Isabel
con el hombre. Puso la caja, delicadamente envuelta en un vistoso
papel de regalo, sobre la mesa e Isabel rápidamente la abrió
muy contenta y con una gran sonrisa, pero lo que encontró en
su interior la hizo alejarse de aquel regalo llorando y en pánico.
Dentro de la caja estaba la ropa y las alhajas de su amante, con una
gran leyenda “por esto se entregó mi mujer”.

36 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa
Andrés ante todos dijo que ese regalo era el preciado secreto
de su mujer.

Isabel hoy se encuentra internada en una clínica siquiátrica,


muy pocos la visitan, ella sólo recuerda los globos y la fiesta de
cumpleaños. De Andrés no recuerda nada, y de él nunca más se
supo. Algunas noches, en aquel centro hospitalario, se ve a un
hombre correr desnudo por los patios, con dos impactos de bala
uno en una nalga y otro en el brazo. Isabel cada vez que ve esa
escena sólo llora y musita un nombre. ¿Será el de su amante o el
de Andrés? Nadie lo sabe, por ahora es su secreto.

Cuentos de Cárcel · 37
Selección Especial

NO TE ALEJES
Juan Pablo Vásquez
CDP de Santiago Sur

Ni las sombras ni los recuerdos harán que te olvide


No te alejes
Porque un día prometí estar contigo siempre
No te alejes
La falta de amor y libertad forjaron en mí la paciencia para esperarte
No te alejes, porque sin ti mi vida no es nada

38 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa

AMOR DE FAMILIA
Autor: Marcos Inostroza B.
Editor: Jorge Corona Z.
CDP de Puente Alto

En Rancagua había un matrimonio muy feliz, el cual tenía dos


hermosos hijos, un niño y una damita, el padre trabajaba en las
minas de cobre en esa ciudad, y su esposa se encargaba de cuidar
a sus hijos.

Los días que él tenía libre en la mina, salía con su familia a pasear
a la plaza de armas de Rancagua, en ese lugar ellos disfrutaban
mucho al ver jugar a sus hijos, mientras ellos compartían un rico
helado, cuando terminaron sus días libres tuvo que volver a trabajar
nuevamente en las minas, pero no pudo quedarse trabajando,
pues lo habían despedido, él volvió a su casa muy triste sin saber
que hacer, y reunió a su familia y les comunicó la mala noticia, su
esposa que lo amaba mucho, le dijo, no debes preocuparte, tu sabes
trabajar en otras cosas, y no te faltará empleo, sus hijos lo abrazaron
y lo besaban por todos, tal vez por su edad o por su enfermedad,
y muy triste y cansado de tanto caminar por la calle, quiso volver a
su hogar, cuando justamente caminaba de regreso a su casa, pudo
darse cuenta que en un lugar apartado desarmaban un circo, se
dirigió hacía el, y de inmediato preguntó por el dueño del circo,
y se ofreció para trabajar desarmando el circo, en eso se acercó el
dueño del circo, lo miró, y le preguntó, ¿usted a trabajado antes en

Cuentos de Cárcel · 39
Mención Honrosa
un circo?, no, pero puedo aprender, soy muy trabajador y se hacer
de todo, el dueño del circo le pregunta, ¿y en qué trabajaba antes?,
yo trabajaba en unas minas de cobre y me despidieron porque ya
no les servía, está bien ya no digas más, pero debo decirte que
nosotros viajamos por todo el país y como le decía esta pega no
es para las personas con familia, porque la distancia destruye
todo, señor yo tengo mi familia, pero también necesito trabajar,
está bien, el trabajo es suyo, pero recuerde que usted tiene una
familia, no se vaya a olvidar de mis palabras, en el circo se puede
perder todo, tomaré en cuenta su consejo y muchas gracias por
el trabajo, no lo decepcionaré, y así fue como este hombre, este
padre de familia, comenzó a trabajar en el circo para sustentar a su
familia, y a viajar por el País y a conocer lugares donde jamás había
estado, comenzó como maestro en manutención, en ese puesto
se mantuvo como dos años, y ahí aprendió otros oficios, y todos
los meses le enviaba dinero a su familia, junto a una pequeña carta
que decía: querida familia los extraño mucho, pero aún no puedo
volver, pero les prometo que pronto lo haré, cuídense su padre y
esposo que los ama mucho.

Fue así como este hombre comenzó a trabajar en otras cosas y a


ganar más dinero, estaba muy contento por sus logros y cada cosa
que él hacía lo hacía pensando en su familia, a la cual él aseguraba
que pronto volvería a ver y así darles una mejor vida, pero, tal como
se lo había dicho el dueño del circo, se fue enredando en el mundo
fácil y vicioso, probó las drogas y el alcohol, ya no tenía dinero para
enviarle a su familia y menos una carta explicando su situación, y
así fue que al poco tiempo se olvidó que tenía una familia, pues
todo lo que ganaba se lo gastaba en drogas y alcohol, y en otras
cosas, pero menos en su familia.

Un día él dueño del circo al verlo, que todos los días pasaba
ebrio, tomó la decisión de echarlo del circo, y fue así como sucedió,
este pobre hombre que estaba borracho quedó en la calle, y para
peor estaba muy lejos del pueblo donde él vivía, y el dinero que

40 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa
había recibido por su trabajo se lo había gastado todo en drogas,
durmió en la calle, hasta llegó a humillarse, el andar todo sucio y
hediondo, comenzó a pedir en las calles, lloraba y siempre se decía
que juntaría dinero para volver a Rancagua, junto a su familia,
pero una vez que tenía un poco dinero se lo gastaba, y volvía a
lamentarse, de no poder volver a su pueblo junto a su familia.

Un día que él caminaba mendigando por las calles, pudo ver


como un hombre peleaba con una mujer, él al verla en el suelo,
tan indefensa corrió a defenderla, pero lo que él no sabía era
que ese hombre había sido víctima de esa mujer, porque ella
le había robado, y cuando este hombre vio que él venía en su
ayuda, la soltó y se alejó muy rápido y asustado, pues era sabido
que esta mujer tenía un cómplice con el cual cometía sus delitos,
él se acercó despacio a la mujer y la levantó, preguntándole si
estaba bien, pero no alcanzó a decirle nada más, cuando en esos
precisos momentos llegaron los carabineros, y como sabían que
eran dos los delincuentes, al verlo junto a la mujer los tomaron a
ambos detenidos y los llevaron una comisaría y posteriormente
los llevaron a juicio y después a la cárcel, pues lo que él no sabía
era que la mujer tenía antecedentes policiales, y que era buscada
por distintos delitos, pero nunca lo habían atrapado y menos con
su cómplice, y pasó a ser un cómplice, en el juicio a ella le dieron
cinco años y a el tres años, el alegó su inocencia pero todo fue
inútil, cuando este hombre se vio preso, en la cárcel, se acordó de
las palabras que le había dicho el dueño del circo, y se dijo para si
mismo, ahora sí que perdí a mi familia, ya no la volveré a ver más,
estoy acabado, aquí en la cárcel ha terminado mi vida.

Pero lo que él no sabía, era que en ese lugar existía una iglesia,
la cual todos los días estaba llena, pero él no se atrevía a entrar,
porque nunca había estado en una de ellas, un día que estaba
caminando en el patio de esta cárcel, escuchó que alguien decía:
“tú que caminas solo por la vida sin Dios, sin nada, porque todo
lo has perdido, ven y busca a Dios, que todo lo que el Diablo

Cuentos de Cárcel · 41
Mención Honrosa
te ha quitado, Dios te lo devolverá con creces”. Este hombre al
escuchar estas palabras, se dijo a si mismo, es Dios quien esta
hablando a mi vida a través de este hombre, los demás internos
lo quedaron mirando, de cómo él caminaba hacia la iglesia sin
detenerse, y cuando ya estaba dentro de ella, se arrodilló en el
suelo, y comenzó a llorar desconsolado, y a pedir perdón por todo
el daño que se había causado a si mismo y a su familia, ese día fue
el más maravilloso de su vida, porque él conoció a Dios, y desde
ese momento se propuso salir adelante, y recuperar a su familia.

Estando en la cárcel aprendió hacer trabajos en cuero, y


comenzó a fabricar hermosas carteras y monederos, todos los
trabajos que fabricaba los hacía pensando en su familia, de la cual
no sabía nada, es por eso que nunca recibió visita alguna, pues
ellos no sabían donde estaba, y menos que el estaba en la cárcel,
cuando él llevaba dos años privado de libertad, su mujer pensó,
mi marido no va a volver nunca más a nuestra casa, y como se vio
llena de deudas y sin dinero, tomó la dura decisión de vender su
hermosa casa, la que tanto le había costado construir, los niños ya
habían crecido, y estaban de acuerdo con la decisión que había
tomado de vender la casa, y comenzar una nueva vida lejos de
tantas amarguras, y luego buscar a su padre, pues ellos tenían la
esperanza y la certeza de que algún día lo encontrarían.

Mientras este hombre seguía haciendo sus carteras y monederos,


pensado en su familia, cuando le faltaba sólo una semana para salir
en libertad, comenzó a fabricar una cartera en forma de ying yang
(blanco y negro), esta cartera tenía esta forma porque simbolizaba
lo bueno y lo malo que le había sucedido todos estos años, que
él había estado lejos de sus seres amados, una vez ya terminada
pudo apreciar su belleza, su ansiada libertad llegó, y con el dinero
que había juntado, regresó a Rancagua, y fue a su casa primero
que nada, pero su familia ya no estaba ahí, él sintió una pena muy
grande, y quiso volver a los vicios, pero se acordó de todo lo que
le había pasado, y de donde Dios lo había sacado, él no sabía lo

42 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa
que había pasado, y se preguntaba ¿Dónde estaba su familia?
¿Qué pudo haber pasado?, y así, él tuvo que comenzar de nuevo
a trabajar en sus carteras, su fama se fue haciendo muy conocida
por los distintos pueblos de alrededor de donde él vivía, lo más
curioso de todo es que nadie sabía su nombre, todos lo conocían
como “el rey del cuero”, este hombre comenzó a juntar dinero, y
pudo comprarse un local en el centro de Rancagua, y lo llamó por
nombre “busco a mis hijos”, era el mejor local del centro, y venían
de distintos lugares y pueblos a comprar sus productos, los cuales
eran de excelente calidad, o sea que a este hombre con la ayuda de
Dios todo le estaba saliendo bien, y como de costumbre, abría su
local primero que todos, y cerraba de los últimos, y todos los días
preguntaba por sus hijos, si alguien tenía noticias de su familia,
pero esto no sucedía.

Cuando un día este hombre camina por la plaza, pudo ver que
unos niños pedían dinero para comer, y pensó, tal vez un día mi
familia estuvo así, y él se les acerco y los invitó a comer al mejor
restaurante de la ciudad, y les dijo, pidan lo que deseen de comer,
que yo se los pagaré, pero los niños le respondieron; no señor,
mejor llevamos la comida para nuestra casa y ahí la comeremos
junto a nuestra madre, el hombre que tenía un enorme cargo
de conciencia, se detuvo un minuto en silencio y de repente
se desvaneció en el suelo, los niños muy asustados pidieron la
comida, y se fueron a su hogar, el hombre despertó de su desmayo,
a los dos días en una sala de hospital. Ahí estuvo como un mes, en
donde no recibió ninguna visita, durante esos días el hombre se
sintió morir, sin esposa, sin hijos y extrañaba su trabajo, al salir del
hospital lo primero que hizo fue volver a su local, para preguntar
si alguien de su familia había ido a buscarlo, pero nadie fue, él
muy desilusionado de la vida se regresó a su casa, pero antes de
irse sacó esa cartera, que había hecho en la cárcel con tanto amor
para su hija, la que tanto amaba, caminó en dirección a la plaza, a
donde llevaba a sus hijos a jugar cuando eran pequeños, estaba

Cuentos de Cárcel · 43
Mención Honrosa
muy triste pensando en que no vería más a su familia, cuando una
mujer se acerca y le pregunta, señor ¿es usted “el rey del cuero”?,
¡sí!, yo soy, sabe quisiera saber si usted vende esa cartera que tiene
en sus manos, muy alterado respondió que ¡no!, porque era para su
hijita pequeña, no se moleste le dijo la dama, sólo deseaba saber si
la vendía pero veo que la quiere mucho, y no se la voy a comprar,
bueno señor, me puedo sentar junto a usted para conversar
mientras mis hijos juegan en el balancín, claro que puede sentase,
me servirá mucho conversar con alguien, sabe, también traía
a mis hijos a jugar a esta plaza mientras que con mi esposa nos
comíamos un rico helado, la dama preguntó, y qué pasó con su
familia, bueno lo de mi familia es una historia muy larga y dolorosa
para mi, bueno yo tengo tiempo para conversar y usted señor, sí
por supuesto, creo que me hará bien conversar con alguien de
todo esto, bueno yo trabajaba en las minas de esta ciudad, pero
un día me quedé sin trabajo, y fue ahí donde todo comenzó, yo
salí a buscar trabajo pero nadie me quiso recibir, por la edad o tal
vez por mi enfermedad de tuberculosis, y comencé a trabajar en
un circo, el cual recorría todo el país, y sin darme cuenta caí en
el alcohol y las drogas, por eso me despidieron, incluso estuve
en la cárcel por error, donde aprendí a trabajar el cuero, pero lo
más importante de todo, es que ahí conocí al Dios verdadero, y
gracias a él salí adelante, la mujer lloraba en el silencio, mientras
que el hombre narraba su historia, al terminar de hablar, la mujer
con los ojos llenos de lágrimas le pregunta ¿señor es usted, Raúl
Maldonado, sí le respondió el, y al levantar la mirada pudo darse
cuenta que ella no dejaba de llorar, la mujer lo abrazó y lo besó,
y le decía, padre eres tú, yo siempre supe que estabas vivo, y que
algún día nos veríamos aquí en este lugar, es por eso que siempre
vengo, ¿Hija en verdad eres tú? ¡Sí padre soy yo!, la que te ha
buscado desde hace mucho tiempo, padre llevo años viniendo a
este lugar con la esperanza de encontrarte.

44 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa
Ambos se abrazaron y él llorando le preguntó por su esposa y
por su hermano, bueno mi hermano está por llegar, y mi madre
enfermó cuando te fuiste y no resistió el estar sin ti, pero nosotros
le prometimos esperarte todo el tiempo en esta plaza y lo hemos
hecho padre mío hasta el día de hoy.

Moraleja: el amor de una familia todo lo soporta, no hay barrera


que pueda separar el amor de una familia bien fundada, el amor
todo lo puede, el amor todo lo debe, en el amor esta Dios, cuida a
tu familia, que ella cuidará de ti.

Fin

Cuentos de Cárcel · 45
Mención Honrosa

EL TESORO
Marcos Inostroza B.
CDP de Puente Alto

–¡Ya po´ gancho, cuéntese una de esas historias que ud. sabe!

–¿Qué le pasa hoy? Porque recibió la noticia de su partida, se le


fue el habla.

–Cuéntese las últimas historias.

Así se despertó Marcia en el viejo bus que lo llevaba a su


pueblo, recordó los días de mate, los cuentos interminables que
les dedicaba a sus compañeros, las noches frías y los calurosos días.
Recordó aquella última historia que no había querido compartir
durante años, les contó del tesoro que tenía en su terruño, hacia
donde se dirigía ahora. Aquel tesoro que por años ansió volver a
ver, del que siempre esquivo hablar porque sentía una gran culpa
por abandonarlo e irse a la gran ciudad.

Pero en los últimos días con sus compañeros quiso hablar, con
la alegría y esperanza de volver a estar junto con su gran tesoro.

Soñó recurrentemente aquellas últimas semanas.

Recordó la despedida de sus compañeros:

–¡Hey negro, escríbenos!

46 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa
–¡Eh cholito no te olvidí, no dejes de contar cuentos!

–Negro disfruta tu tesoro, aprovéchalo bien.

–¡Buenas tus historias!

Todo esto recordaba en el largo viaje de retorno a sus tierras.

Muchos años sin visitarlo lo hicieron ver todo el paisaje


cambiado. Aquel río ya no tenía el mismo ancho, ese otro cerro
sin grandes árboles, casi lo desconoce. La laguna -hoy de aguas
turbias- le hicieron preguntarse cuán cambiadas estarían sus
tierras.

Por fin llegó el bus a su pueblo.

Se le anudó el estómago, por un instante dudó si le saldría el


habla, si reconocería las calles, el almacén, la botillería, aquella
peluquería donde acostumbraba afeitarse.

El almacén de doña Carla.

¿Viviría aún don Emiliano? Aquel hombre que combinaba arte


y magia para trabajar el cuero.

Llegó frente a su casa, no sabía si golpear o silbar, estaba


nervioso. Primero golpeó despacio.

–No me van a reconocer -se dijo.

No respondieron.

Repitió los golpes, por tercera vez, y ahora más fuerte.

Salió a atenderlo una joven señora

–¿Qué desea?

–¿Y ésta quién será? -se preguntó-, ¿me habré equivocado de


casa?

Cuentos de Cárcel · 47
Mención Honrosa
De reojo miró hacia el interior de la casa y se dio cuento que no
se había equivocado: aquella era su casa.

–¿Se encuentra doña Cecilia? –preguntó

–Oh, doña Cecilia, más o menos siete años que vendió esta casa
y se fue con sus hijos. Nadie sabe dónde, jamás hemos vuelto a
saber nada de ella.

Transpiró helado y le temblaron las piernas. A duras penas se


sentó junto al árbol de la vereda.

Y recordó el día que dejó sus tesoros, y esa larga conversación


tratando de convencerse que era necesario ir a la gran ciudad.

–No, si yo voy a viajar no más y tiene que pagarme mi plata, o sino


lo mato.

–No negro, no vayas, yo sé que eres capaz de cometer una


barbaridad.

–Tengo que ir, me tiene que pagar. Es mi plata.

–No negro, por favor, piensa en nosotros, esa plata con más
esfuerzo y más trabajo, la vas a recuperar.

–No, esa plata es mía.

–Mi negro piensa, somos nosotros tu verdadero tesoro.

48 · Cuentos de Cárcel
Panorama de Colina II
Llegan todos a la vez y bajamos al locutorio. Hoy está ocupado
en otra actividad, así que buscamos un rinconcito privado por
ahí, y nos sentamos a conversar y leer. Alguien lee un texto que
habla de la ferocidad de Colina II y de la desesperanza, alguien
lee un cuento corto de una riña producto de beber mucha “chi-
cha”. Alguien lee un escrito muy fuerte que relata los pormeno-
res de la locura de esta prisión, de la ferocidad a la que deben
enfrentarse y que en cualquier momento, por a veces razones
que desbocan en la tontera, es necesario enfrentarse con otras
personas para mantener el respeto y la dignidad. Les digo que
en el mundo real, “de los giles”, del trabajo, también es nece-
sario luchar con personas inescrupulosas y megalómanas para
lograr ciertos objetivos. Me dicen que no es lo mismo, que en
la cárcel es con cuchillas. Le digo que si fuera con cuchilla, qui-
zás habría muchos muertos en muchas oficinas y empresas del
país. Esto último los hace reír. Un alumno me confiesa que hace
algunos años era considerado un loco. Vivía de la manera más
despreciable su reclusión, sus compañeros de dormitorio eran
muy desordenados y cochinos y que él se adaptó a ese lugar y
se transformó en una persona que es temida en la prisión. Nos
cuenta que peleaba varias veces a la semana, que no estaba “ni
ahí con nada”, que era desordenado, sucio, molestoso, agitador,
que si tenía que pegarle una puñalada a alguien no le importaba,
que “andaba en la vida” sin importarle la vida.
Fernando nos comenta que la cosa es así no más, o es la vida del
otro o es la vida de uno, que si hay que pelear, se pelea no más. Me
cuenta que luego de la muerte de los 12 reclusos hace unos meses
atrás, el ambiente quedó tranquilo, que hay más funcionarios
por módulo y que eso está bien, hace que uno se sienta más se-
guro, aunque hayan más “pacos” como llaman a los gendarmes
por su uniforma verde, similar al que usan los carabineros.
Claudio Geisse
Director de Talleres

· 49
Ricardo Ferreira
Colina II
Mención Honrosa

LAS FIESTAS PATRIAS


(Sin correcciones)

Cristian Enrrique Casanova Lobos


CCP de Colina I

“En mi casa nos guntamos toda la familia, y los ponemos de


acuerdo para irnos a las fondas, y fuimos al parque ogigins. Ya
salimos de la casa en una camioneta , toda la familia y mi abuelo
maneyo la camioneta y cuando ibamos a llegar se cruso un perito y se
murio y mis tias y mi madre se pusieron a llorar . llegamos al parque,
y nos entrudicinmos a una funda que se llama los tres amigos. Y los
fimos a una meza y llamamos a un garzón y nos decidimos, en pedir
una parrillada para dóce personas y tres jarras de chicha, y después
de abernos atendido nos fuimos, ala pista de baile y bailamós toda
la noche. Y mis tias y tios se emborracharon y dieron su gugó , mis,
tias furón a lós banós publiblicos y se enredaron cón otras minas y
se agarrarón de las mechas y se acabo el carrete. Si que los abulos
tomaron una decisión de irnos ala casapór culpade la chichita. Mis
primos y yo nós quedamos en el parque a elebar unos bolantines y lo
pasamos muy vien ya que conocimos unas niñas y lo pasamós muy
pero muy vien.”

Cuentos de Cárcel · 51
Mención Honrosa

LA SILLA MÁGICA
Sergio Aguilera Pinto
CCP Colina I, Torre 5A

Esto se trata de una silla que está triste y sola, pero no es una
silla cualquiera, es una silla de ruedas. Un día se encontró con una
persona que necesitaba de su servicio, y sin saberlo esta persona,
la tomó, la limpió y la engrasó. Cuando estaba terminando de
limpiarla, la silla le habló, le dio las gracias por haberla limpiado
y dejado en muy buen estado. La persona se asustó sin saber lo
que pasaba, la silla le dijo que no se asustara, que era una silla
mágica, que la podía llevar hasta donde quisiera. Fue así que la
silla y Magali fueron buenas amigas. Magali siempre había querido
volar y con la silla lo podía hacer como los pájaros. Así viajaron por
todo el mundo, conoció lugares imaginables, bosques, montañas,
cascadas y desiertos.

Un día llegó a casa y se enteró que su hijo había caído preso,


le pidió a la silla si la podía llevar, pero la silla le respondió que no
podía, porque si la veían perdería todo su poder. Un día la silla vio
tan triste a Magali, su amiga, y le dijo que concedería su deseo:
“pero no podremos salir y volver a viajar nunca más”. Sin pensarlo
dos veces Magali aceptó la propuesta de la silla, ya que Magali no
tenía a nadie que la trajera para poder ver a su hijo que se había
condoreado.

52 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa
Un día domingo se arreglaron y salieron a visitarlo. En el camino
la silla pensaba que si la veían no podría ser más mágica. Al ver a su
amiga, que estaba más contenta que el primer viaje que hicieron
juntas, ya no podría pensar, hablar, volar: sólo sería una silla de
ruedas más.

Al llegar a la cárcel la vieron aterrizar y perdió sus poderes, pero


Magali no se dio cuenta de lo que había sucedido a la silla, estaba
tan emocionada de ver a su hijo que no veía hace varios meses,
llegaron a la mesa y un gendarme la entró, luego la tomó un mozo
y la trajo donde estaba su hijo, se abrazaron, se pusieron a llorar de
alegría. Así pasaron el día, comieron y conversaron de las aventuras
que tuvo junto a su amiga, la silla de ruedas. Terminó el día de
visita, se despidieron y en sus corazones había un poco de tristeza,
pero mucha alegría por haber pasado el día, juntos. Llegó el mozo,
la llevó hasta la reja donde la recibió nuevamente un funcionario
que la dejó hasta la salida. Magali no sabía qué hacer, porque se
dio cuenta que su amiga ya no existía y que la plata que traía se la
había dejado a su hijo, pero lo que ella no sabía es que su hijo se
la había devuelto cuando se despidieron. Ella y su amiga volvieron
a casa en taxi. A Magali no le cabía la alegría en el pecho, pero a
la vez sentía tristeza pues su amiga se había sacrificado para que
viera a su hijo.

Una tarde, sola y triste, en la casa, miraba la silla que ya no le


conversaba. Se sentía sola Magali. Lloró de tristeza por su amiga,
pero lo que ella no sabía, era que ese amor y esas lágrimas
derramadas por ella, la volvieron a la vida. Fue así como la silla y
Magali siguieron viajando, siendo amigas hasta el día de hoy.

Cuentos de Cárcel · 53
Selección Especial

VÍSPERAS DE NAVIDAD
Remy Huerta Rojas
CCP de Colina I, Pabellón Asystir

La tarde es fría, llovió un poco y la ciudad lavó su cara. En el aire


se escuchan ecos de los villancicos que transmiten los parlantes
de la torre de la iglesia. Las vitrinas y las calles están adornadas
con luces multicolores: es el atardecer de vísperas de navidad. El
espíritu y el corazón de los hombres están llenos de gozo.

En su celda del centro penitenciario, en ese puerto del sur,


Miguelo medita sobre el significado de la fecha y piensa en sus
pequeños hijos, Catalina de diez y Joselito de dos años y medio.
Adriana, su querida esposa, había fallecido de tuberculosis hace
un año. Desde lo alto de su ventana mira la bahía que se abre,
en la oscuridad de sus costas, por el mar iluminado con la luna
llena. Las hojas de los árboles se han adornado de gotas que titilan
iluminadas por el reflejo lunar y se confunden en el horizonte con
las estrellas que alguien encendió, hace un rato, y que alumbran
el jardín de Dios.

Miguelo recuerda su niñez en una población “callampa”. Su


hogar era una mejora, compartida en hacinamiento con cuatro
hermanos. Su techo era hecho con cartones y sus puertas de saco.
El patio de esa casa era el cielo y su jardín, el firmamento. De esta
casa se fue Miguelo cuando era muy niño, huyendo del maltrato
del padre alcohólico. Vivió en rincones y portales, bajo los puentes

54 · Cuentos de Cárcel
Selección Especial

de río supo lo que era el dolor del hambre y laceración del frío
corporal y espiritual. Recuerda otras navidades y piensa en el
sentimiento que encierra navidad y el mensaje que nace en Belén,
hace más de dos mil años, cuando Cristo llega a este mundo en
un pesebre humilde, pobre y sencillo. Es perseguido, azotado y
crucificado. Su muerte es promesa de resurrección y vida eterna.
Nos deja el mensaje “Amaos los unos a los otros”, y que la navidad es
algo más sencillo, claro y comprensible. “Navidad es el nacimiento
de la familia”.

El Mayor Ruíz, alcaide del penal, hombre correcto y humano,


pero frío y duro, con ese carácter forjado en la piedra de la vida,
recorre el recinto para verificar si está todo normal y si sus internos
se encuentran tranquilos, verifica que a todos se les haya entregado
el pequeño presente de navidad, que con esfuerzo se les hizo
llegar a cada uno: las galletas, un pequeño pan de pascua, dulces
y una bebida. No hay novedades, está todo tranquilo. Procede a
retirarse.

Al salir se despide de los gendarmes de servicio y les desea feliz


nochebuena, sabiendo que estarán ahí, cumpliendo con su deber.
En la calle, al lado del portal del penal, Ruíz se encuentra con una
niña pequeña y delgada, arropada con un ligero vestido, llorosa,
pálida, aterida de frío, quien le pide suplicante e implorando que
le permita visitar a su padre Miguelo, y le muestra un pequeño
paquete que porta en sus heladas manitos. –¡Señor, déjeme ver a
mi padre para entregarle esto y abrazarlo! El Mayor Ruíz, al pensarlo
un poco y al ver el dolor y la angustia en los ojos y en la cara de la
pequeña, la hace entrar y la acompaña a la celda de Miguelo.

Miguelo al ver a su hija exclama ¡Catalina, hija mía!, ¿qué haces


aquí? Abrazándola, le pregunta ¿y tu hermano Joselito? Catalina
lo mira llorosa, y mientras abre el pequeño paquete, le dice: Papá,
Joselito murió hace dos días, también de tuberculosis, aquí le
traigo el camioncito con el que jugaba y un mechón de su pelo
castaño, para que lo tenga de recuerdo.

Cuentos de Cárcel · 55
Selección Especial

Miguelo rompió en un llanto silencioso, y abrazando a su


hija pensaba: “hija mía, perdóname, no tuve tiempo para darte
amor, no tuve tiempo para jugar contigo, no tuve tiempo para
regalonearte ni para decirte lo mucho que te quería”.

El mayor Ruíz, a pesar de la reciedumbre de hombre y del cargo


que desempeñaba, al ver y vivir esta escena, dentro de la celda
fría, se quebró interiormente y le corrieron las lágrimas.

Miguelo, después de compartir el amor y el dolor con su hija,


pidió al alcaide: ¡Señor, disculpe usted, pero Catalina quedó
sola, y a mi me falta poco más de un año para salir en libertad!,
¡Acompáñela y cuídela por favor!

Ruíz salió del centro penitenciario, le puso una chaqueta sobre


los hombros para protegerla un poco del frío y, abrazándola por
los hombros, la llevó hasta su casa y la hizo compartir la navidad
con su familia y con sus hijos, le regaló y se regaló amor y paz.

El mensaje de navidad, para así ser un real mensaje de amor, de


ese amor que se puede encontrar en un simple gesto de bondad,
amor que es inconfundible, que se siente en el corazón y el alma,
es la esencia de la vida, la llama que calienta el alma, que llena de
energía nuestro espíritu e infunde valor y pasión a nuestra vida,
es nuestra conexión con Dios y todos los seres humanos. ¡Dios es
amor! ¡Noche de paz, noche de amor!

56 · Cuentos de Cárcel
Panorama del Centro Penitenciario Femenino
Cuando ingreso nuevamente a la cárcel de mujeres, recuerdo
la vez anterior cuando había un hilo de sangre que comenzaba
su recorrido desde la entrada del penal hasta perderse tras una
mampara de lo que se supone es la enfermería. Pienso si hallaré
nuevamente esa ruta de la sangre, como le llamo desde un co-
mienzo. Para mi sorpresa no hay ruta de sangre antigua, sino
una nueva, fresca y diferente, imagino que de otra persona. Esta
vez la ruta de la sangre es como una larga carretera, línea de san-
gre y luego nada, línea de sangre, luego nada, luego frente a una
puerta, un charco, sigue la línea discontinua, y se pierde tras esa
misteriosa puerta.
Espero a las chicas con la bibliotecaria, Mafalda Gaibisso y con
Lorena, su ayudante y quien también participa del taller. Ella
escribe unos magníficos cuentos infantiles.
Les presento la finalización del taller. Ellas están un poco tris-
tes, pero saben que quizás sigamos trabajando un tiempo más.
Varias vienen con sus trabajos terminados, listos para entregar.
Les digo que manden todos los trabajos que quieran, que yo los
puedo entregar. Quedamos en eso. Leen sus trabajos. Hay una
tarea pendiente. Ellas cumplen a cabalidad y con mucho esmero
lo que les pedí la semana anterior. Leen y las demás comentan el
trabajo de las chicas. Hay buenas palabras de parte de todas. A
Lorena le recomiendo que junte material para un próximo libro.
Que escriba siguiendo su estilo y junte material para presentarlo
en una editorial. Ella se alegra de esta propuesta.
Alguien, que hace mucho no escribía, cerca de cuatro años,

· 57
cuando fue trasladada de la cárcel de Rancagua, lee un sentido
texto sobre su reclusión y lo que extraña. Una joven se emocio-
na leyendo un texto escrito para su padre, que si bien ausente
en su niñez, hoy, estando privada de libertad, es acompañada y
asistida de forma permanente y generosa por parte de él. Ella se
emociona y traslada esa emoción a todos los que estamos ahí.
Cecilia lee un texto que habla desde el mundo poético infantil,
que ella trabaja de manera muy correcta.
Nelly me pide que le lleve un disco con música.
Nos damos muchos abrazos. El tiempo es corto. Es día de visita
y todas parten ansiosas a preparar las cosas para sus familias.
Están nerviosas. Me quedo con Mafalda y con Lorena. Hablamos
de la próxima sesión. Les cuento lo que viene. Lorena me va a
dejar a la puerta. Le digo que sus cuentos son hermosos. Ella me
abraza con emoción.
Afuera la sede San Joaquín de la Universidad Católica. Todos
muy ordenados.
Claudio Geisse
Director de Talleres

58 ·
Rómulo, hijo de Nelinda Ortiz
cpf
60 · Cuentos de Cárcel
Selección Especial

EL CASTILLO
Nelinda Ortiz Aguirre
Centro Penitenciario Femenino de Santiago, Sección Pabellón

Nací en el castillo, bajo una torrencial lluvia, envuelto en una


mantita polar, rodeado de los brazos de mi madre. Entré a mi
morada y también de varias niñas con sus respectivas madres. La
mía me quería mucho, me cuidaba, me hablaba, me preparaba,
me enseñaba como si ella se fuese a ir algún día de mi lado. Así
camina, así reza, así come, así pide caquita, así orina y las cosas se
piden por favor.

Después de la diaria enseñanza me acariciaba y abrazaba y


una lágrima por sus mejillas. Mi corazón se agitaba, no sabía qué
significaba eso y raudo pasaba mis manos por sus lágrimas, como
si desapareciéndolas borrara esa mirada triste y ella me decía
que una piedrita le había entrado en el ojo. Yo, para alegrarla, le
enseñaba unos autos pequeños que mi papá me había regalado.
Ella sonriéndome, me abrazaba y nos poníamos a jugar con mis
autos hasta tarde.

En el castillo tenía vecinos, pero todos vivíamos en la misma


pieza. Mis amigas, sus madres, y a todos nos venían a ver los
familiares dos veces por semana. A nosotros nos venía a ver mi
hermano, siempre pensativo y serio. Hubiese querido que mi papá
viniera a verme. Si mi mamá me decía que me quería tanto ¿por

Cuentos de Cárcel · 61
Selección Especial

qué nunca vino a verme? Y ahora que ya no estoy en el castillo


tampoco viene. Siento pena y lloro, no sé por qué quiero verlo,
sólo me llama una vez al año. Mi mamá me tranquiliza y me dice
que el piensa en mí todos los días y que nos quiere a los tres.

Viví muchas anécdotas dentro del castillo, peleas con las


vecinas, fiestas de navidad, fiestas de cumpleaños, alegrías, penas
y muchas cosas más.

Así pasaban los días en el castillo, yo en el jardín y mi mamá


trabajando, esperando que llegue rápido la tarde para estar al lado
de ella. Yo era el último en llegar y el primero en salir del jardín. La
tía, al recibirnos en la entrada, decía: “ahí viene el gerente”, pues era
el último. Ya en la tarde, a la salida, jugábamos fútbol con mi mamá
y mis compañeros, me mecía en el único columpio que había en
el patio y me cantaba lindas canciones. Desde la esquina del patio
veíamos pasar el metro y yo lo despedía. Cómo me gustaba eso.

Los domingos habíamos ido a la iglesia del castillo. Nos


levantábamos temprano y me vestía y arreglaba como los días
que mi hermano nos venía a ver. Ella me hacía fiesta cuando yo
me ponía ceremonioso. Me llevaba delante de la Virgen y me
enseñaba a rezar.

Un domingo, delante de la Virgen María, ella le habló y le


dijo: “virgencita, te encargo la protección del Gabriel, yo sé que
mis dos hijos no van a estar solos, porque tú siempre los has
cuidado”. Diciendo esto, de nuevo le entró una piedrita a los ojos y
abrazándome muy fuerte me dijo: “De ahora en adelante la Virgen
te va a cuidar”. No entendía nada, sólo me llené de angustia. No
quería que ninguna señora María me cuidara.

Llegó el día que yo tenía que salir del castillo y separarme de mi


madre, ya que nosotros podíamos acompañar a las madres hasta
los dos años. Ese mismo día nos íbamos tres niños. Yo presenciaba
la despedida de mis compañeros con sus madres. Lloraban y ellas

62 · Cuentos de Cárcel
Selección Especial

también. Yo fui el último en irme, ya no sentía pena, sólo sé que


ese día fue muy especial. Ella me dio tanto cariño, como si fuese el
último día en estar juntos, y así fue.

Cuando llegó la hora de entregarme a mi hermano, con


tranquilidad y firmeza me dijo: “nunca te olvides lo que te he
enseñado, y lo más importante nunca te olvides que te quiero
mucho”. Diciendo esto nos abrazó a mi hermano y a mí, nos dio
un beso a cada uno. No hubo llanto ni pataleta mía. Mientras me
alejaba nos seguíamos despidiendo con las manos y, antes de
perderla de vista, una piedrita entró en sus ojos.

Desde ese día ya pasaron cuatro años, y todos los domingos


vamos con mi hermano a ver a nuestra mamá al castillo. Han
pasado muchas cosas en su ausencia. Sólo quiero que esté a mi
lado, ya no quiero que trabaje, se lo digo, y sólo me abraza y dice
que falta poco para que termine su trabajo.

“Voy a buscar otra pega que esté cerca de la casa y vamos a


estar juntos para siempre. Te voy a llevar a la escuela y vamos a
tomar juntos el metro-tren”.

Cuentos de Cárcel · 63
Selección Especial

Y CUANDO DESPERTÉ,
ELLA ESTABA AHÍ
Mirasol Gaona
Complejo Penitenciario de Rancagua

Yo pienso que en la vida de cada ser humano existen millones


de sentimientos encontrados, pero sin duda el sentimiento más
grande, como mujeres, es ser madres. Es un proceso lleno de
amor, de ilusión por el ser que va creciendo dentro de uno, los
cambios físicos y sicológicos que van sucediendo al pasar el
tiempo del embarazo son inexplicables. Lo más bello para una
mujer, sin duda es que después de mucho anhelar ese bebé, de
muchos sentimientos, de muchas vivencias, de saber cómo una
mujer siente crecer su guatita, es realmente maravilloso, pero más
maravilloso es saber que una persona tan imperfecta como “yo”
pudo dar a luz a una pequeñita hermosa llena de vida, que con
su llanto pedía –a gritos- amor y protección. Es lo más real que he
sentido en mi vida.

El tenerla fue muy complicado en muchos aspectos, ya que me


desmayé y me dio una hemorragia que detuvieron con barras de
hielo. Cuando pude recobrar el conocimiento ella estaba ahí, junto
a mí, y me sentí muy grande y la sentí tan mía, tan maravillosa, mi
hija.

Después de sentir que era una mujer tan imperfecta, he tratado


de criar, educar y amar a mi hija, lo mejor posible, claro, con la

64 · Cuentos de Cárcel
Selección Especial

maravillosa ayuda de mi madre que ama a su nieta. Con ella mi vida


cambió y después de haberme sentido un ser tan imperfecto.

Cuando pude hablar con ella, me dijo “no me importa cómo


seas, sólo quiero que seas feliz, porque yo te amo mamá, y mucho”.
Y hoy me siento feliz que la persona más importante en mi vida,
me apoye, me comprenda, me ame y yo pueda ser la mujer
que soy, lesbiana pero 100% madre, ya que mi amor por ella es
inmenso. Yo por ella vivo y por ella muero y ya a sus 16 años es
una niña muy buena y sé que me necesita mucho ahora que ya
es toda una señorita. Seguiré dedicando las horas y días que me
queden, tratando de dar lo mejor de mí, comprensión, apoyo,
mucho, mucho amor, para que ella nunca sienta de que su madre,
por ser lesbiana, deja de ser una buena madre.

Ella tiene mi corazón, como yo tengo el de mi madre, que por


cierto es una gran mujer y me siento muy orgullosa de ella. Aunque
sé que el hecho de que sea lesbiana le duele mucho, nunca ha
dejado de ser buena y le agradezco a Dios tenerla como madre, ya
que a sus largos años sigue luchando por darme una buena vida,
y si hay algo que nunca olvidaré de ella, es que cuando supo que
yo era lesbiana, me dijo “hija, sí, estoy sufriendo, pero no porque
seas lesbiana, sino porque elegiste el camino más difícil ante la
sociedad y puedes sufrir mucho”.

“Levanta la cabeza mientras seas una mujer buena y digna”.


Eso me hizo luchar y tratar de vivir una buena vida, pero hoy
desperté y me di cuenta que por primera vez fallé a los consejos
de mi madre, ya que por un error en la vida estoy en prisión, y
esto sí que me hace una persona imperfecta, por eso para mí es
muy importante cerrar mis ojos y que al abrirlos, ellas estén allí, mi
fuerza, mis amores, mi vida, mis ganas de seguir luchando en este
lugar sórdido y helado.

Hoy sólo quiero pronto tener mi libertad, para de nuevo tratar,


o mejor dicho, levantar mi cabeza y seguir viviendo y luchando
por ellas.

Cuentos de Cárcel · 65
Mención Honrosa

DE MI VENTANA SE VE LA CALLE
Gonzalo Alejandro Poblete Millán
CDP de Talagante, Colectivo 3

Todos los días iguales: la cuenta, el desayuno, cortar y coser,


almuerzo, seguir cosiendo, la cuenta y se fue el día.

Por la ventana lo mismo, porque de mi ventana se ve la calle,


la abuelita barriendo (¿Por qué los abuelos se levantan tan
temprano?), los pingüinos al colegio, el papá con su hijo. Todos
siempre a la misma hora, y Ella, con su cartera bajo el brazo derecho
y su pelo medio largo y medio crespo, de seguro trabaja cerca.

Esa es la rutina, salvo los días de visita, porque gracias a Dios


mi familia está conmigo. Pero un día, mirando como siempre para
la calle, todo cambió: Ella, girando con gracia su mirada, clavó sus
ojos en mi ventana. No sé si me habrá visto pero desde aquel día
pasa mirando esta ventana de vez en cuando.

Hoy me decidí, la voy a saludar. Me conseguí seis hojas de escrito,


que son tamaño carta, las pegué para hacer un cartel y escribí un
gran ¡HOLA!, con un plumón negro que me costó dos mil pesos. Pero
no estoy enamorado, ¿cómo podría estarlo si es una desconocida?
No, claro que no, es sólo un juego. A las siete de la tarde, hora en
que ella pasaba de vuelta, saqué mi “saludo” por entre los barrotes
de la ventana, y esperé. No tardó en aparecer, pero pasó sin mirar

66 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa

y mis compañeros de camarote se entristecieron mucho. ¡No!,


¿a quién quiero engañar? Comenzaron a reírse. “Rebotaste” –me
decía uno. “Toinc” –me decía otro, pero yo decidí esperar, porque
era sólo un juego. Al otro día puse mi “saludo” en la mañana y en
la tarde. Ambas veces miró. Así estuve por casi dos semanas, en las
que ella definitivamente algo sospecha.

Hasta que cierto día por la tarde, yo con mi cartel en la ventana,


ella se paró en seco, buscó algo en su cartera, sacó un papel,
comenzó a desdoblarlo hasta abrir una pequeña pancarta que
decía –¿Es a mí?

Tal fue mi sorpresa, que me olvidé que estaba encamarado


entre los camarotes, bajé un pie y lo metí de lleno en la fuente con
el “cauceo” que recién habían preparado para la once.

Volví rápidamente a la ventana sin importarme las


exclamaciones de desaprobación que caballerosamente me
dirigían mis compañeros, en las que se acordaban de toda mi
familia. Solo atiné a mover mi cartel y a sacar mi otra mano en
señal de saludo. Ella entonces dio vuelta la pancarta dejándome
ver un gran HOLA en respuesta y, saludándome con un ademán
de su mano, prosiguió su camino.

Tomamos once con pan con margarina derretida que tuve que
salir a conseguirme. Todos con pura cara de sapo, pero yo estaba
alegre en mi corazón. ¡Pero no estoy enamorado!

En los siguientes días ya sacaba mi “saludo” y Ella me respondía


con su mano. Hasta que un día sacó otro cartel. (Nota del autor: La
siguiente es una conversación realizada con carteles, en un lapso
de cinco días, sólo en las tardes. Se omiten los problemas que a
diario tuve para hacerme de papel)

Cuentos de Cárcel · 67
Mención Honrosa

Ella –¿Cómo te llamas? Yo –Gonzalo, ¿y tú?

Ella –Mariana Yo –¿Dónde vives?

Ella –Peñaflor Yo –¿Trabajas?

Ella –Supermercado ¿días visita? Yo –Jueves- Domingo 2 a 5 PM

Ella –¿Nombre completo? Yo –Gonzalo Alejandro etc.

Ella –Te voy a visitar el domingo.

Todo esto ocurrió hace quince meses, hoy a las 4 de la tarde me


caso con la Mariana, quiero hacerla feliz por el resto de su vida. Me
rebajaron un año por el matrimonio, lo que significa que estaré en
libertad en 6 meses. Entonces festejaremos como Ella se merece.

¿Cómo puede haber gente que no cree en Dios si un milagro


como este sólo pudo haberlo hecho Él?

Está bien, no lo puedo negar, estoy enamorado.

68 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa

MUEBLERÍA VIRTUAL
Robinson Pinochet Pollastri
CDP de Santiago Sur, Módulo B

Jaime abrió los ojos y se estiró en la cama cuán largo era. Sintió
una pierna que no era la suya: suave, tibia y se sobresaltó. Movió
la cabeza a su izquierda y vio su cabellera rojiza, de largas ondas
que brillaron con la luz del sol que penetraba por el cortinaje. Para
completar la sensación, un aroma suave, floral, inundó su olfato.
Era su esposa. Finalmente la tenía a su lado, en su lecho, en su
hogar; atrás había quedado la litera del penal. Recordó la noche
anterior cuando salió por fin de ese lugar.

Gracias a los meses obtenidos por su buena conducta, su salida


había sido adelantada. Se levantó tratando de no despertar a
María. La noche de amor lo había agotado. Prepararía el desayuno
y la atendería en la cama. Le retribuiría el sacrificio de tantas
esperas en la fila de visitas. Después de preparar la bandeja que
le llevaría a la cama, se apuró en bañarse: debía llegar pronto a
su trabajo. María, que había despertado y lo observaba radiante,
le dijo: –¿te gustó el traje que te compré? –Mucho, también, los
zapatos -contestó Jaime, mientras se vestía velozmente.

Salió a la casa respirando agitado. Tenía un horario que cumplir


y un bus que tomar. Se incorporó al gentío que a la misma hora
luchaba por tomar locomoción. Subió, en definitiva, al bus troncal

Cuentos de Cárcel · 69
Mención Honrosa
y extrajo su tarjeta Bip. ¡Increíble tecnología! Nunca se habría
imaginado hace 10 años -cuando ingresó a la Peni- que ya no
usaría monedas para cancelar el pasaje. Una hora más tarde,
después de muchos apretones y empujones y con su traje algo
arrugado, llegó a la mueblería en Arturo Prat. Su jefe ya estaba ahí.
Rubén era su nombre. Lo recibió sonriente: –¿qué tal Jaime?, qué
elegante vienes -le dijo. –Es para impresionar bien el primer día
-contestó. –Ahí tienes tu buzo de trabajo -le dijo Rubén.

Jaime pasó al lugar del personal donde le indicaron, y estirándolo


cuidadosamente, guardó el ambo nuevo en su casillero. Los
otros trabajadores lo saludaron amablemente y comenzaron sus
labores. Jaime trabajaría en una mesa de comedor con cubierta
de castaño, jacarandá, nogal francés, etc. Nada que ver con el
rudimentario pino de los cajones de tomate o el codiciado raulí
y el pino oregón del penal, con que fabricaba mesas, repisas o
bancas para las celdas.

Fue un día duro de trabajo. Al caer la tarde, cansado, regresó en


un bus que tuvo que esperar junto a un grupo de veinte personas.
María lo aguardaba sonriente, con una cena caliente y sabrosa. ¡Qué
diferencia con el día anterior cuando esperaba la ansiada libertad!
Pronto se acostaron y se durmieron. Había que salir temprano de
nuevo y debía reponer fuerzas.

Bruscamente Jaime despertó. Los altavoces resonaban


fuertemente. ¡Todos al patio!, ¡todos al patio! El suboficial gritaba
con fuerzas, como siempre. ¡Estaba en el módulo!, ¡todo seguía
igual! Nadie estaba con él. Su estrecha litera era la misma de tantos
años. Se vistió, no con un ambo ni zapatos nuevos, sino que con su
tradicional buzo deportivo, y con paso cansino bajó a la cuenta.

Lo esperaban sus maderas de siempre: el pino y el raulí.

70 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa

EL MECHAS DE CLAVOS
Carlos Fontecilla Toro
CDP de Colina I

Esta es la historia de un niño adolescente, el mayor de 4


hermanos, un niño muy distraído al que sus hermanos llamaban
“El Mechas de Clavos”. La historia comienza así:

Este niño en su infancia era muy acomplejado y pensativo, por


la condición de su pelo y sus características, que lo hacían diferente
a los demás. Las burlas que lo rodeaban eran normalmente de
sus tres hermanos, quienes disfrutaban mucho reírse de él, de
sus grandes remolinos y su pelo como erizo, lo que a Mechas
acomplejaba mucho e inundaba de pena.

Intentó de todo para mejorar su aspecto. Se ponía una media


aplastando su pelo por las noches, la que le daba alegrías. Por
momentos ya que su pelo volvía a levantarse, se mojaba el pelo
con mucho limón y sólo conseguía dejarlo más tieso.

Sus padres nunca se percataron de los complejos de su hijo


mayor, ni mucho menos de las burlas de sus demás hermanos, ya
que ambos trabajaban por darles un futuro mejor.

Mechas finalmente decidió irse de la casa, pensando que en


la calle podría encontrar la solución al problema que lo aquejaba
tanto. Sin embargo, encontró el frío de la noche, hambre y el temor

Cuentos de Cárcel · 71
Mención Honrosa
a volver a la vergüenza que lo hacían sentir sus hermanos por ser
diferente.

Prosiguió buscando soluciones en las calles, sólo encontró risas


y desaires de la gente. Una vez quiso volver, pero ya no recordaba
el camino, así que decidió seguir caminando y tratar de buscar
respuestas a la diferencia que lo marcaba y que no lo hacía sentir
normal. Por otra parte, sus padres sentían mucha pena por no
haber estado ahí para orientarlo y corregir a sus hijos. Afanados en
trabajar, se despreocuparon de mechitas.

Su padre lo buscó mucho, por todos lados, estaba perdido; su


madre, desesperada.

Finalmente el padre en una señal de pena y desahogo, juntó


a sus tres hijos y les reprendió mucho, señalando que habían
sido crueles e injustos con Mechitas, porque ellos también tenían
defectos y su padre los señaló:

–Tu hijo eres de unas orejas muy grandes. Al siguiente le dijo:


–Y tú tienes la nariz inmensa. Y al que más se burlaba le dijo: ¿No
te has mirado hijo? Tu pera es muy larga y aún así, nosotros nunca
nos hemos burlado de ustedes, en cambio ustedes obligaron a su
hermano mayor a irse de su casa, burlándose de él.

Cayendo en llanto les confesó que antes que ellos nacieran,


habían encontrado a Mechitas en el umbral de la puerta, llorando
en un canasto, y lo habían acogido como a un hijo. (El llanto fue el
más triste que se había escuchado en ese hogar).

Por otra parte, Mechitas ya resignado a su suerte y aceptando


su condición y su forma, decidió buscar personas que fueran como
él. Recorrió muchos kilómetros, pueblos y ciudades buscando
quien lo aceptara. Ya agotado y cansado, dándose por vencido, se
sentó a descansar en un sitio eriazo donde se escuchaba mucha
bulla alrededor y la curiosidad lo llevó a mirar. En la distancia se

72 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa
asomaban unas rucas hechas con paja y cañas. Empezó a divisar
personas con características muy similares a él. Su acogida fue
muy buena, ya que compartían muchas características: tenían
remolinos hasta en sus cejas y sus pelos eran como de un gato
asustado.

Mechitas sintió el calor y el amor que nunca había sentido


en su casa, con sus hermanos que eran diferentes. Una mujer lo
contempló y lo acogió, lo cuidó sin nunca más sentir el rechazo ni
las burlas de los demás.

Pasaron quince años y decidió volver a ver a sus padres y


hermanos, ya adultos. Lo acompañaba la mujer de avanzada
edad. Una vez en el umbral de la casa la mujer se asustó mucho
y, temblando de miedo, miró a Mechitas y le dijo que ahí mismo
había perdido a su hijo en su juventud, dejándolo en el abandono
para que no pereciera de hambre. Impactados se abrazaron y él,
comprendiendo que era ella su verdadera familia, ya no le importó
su condición y se alegró de ser igual a su madre.

Cuentos de Cárcel · 73
Panorama de Buin
Hoy existe un escenario distinto para trabajar. La capilla de la
cárcel. Es preciosa, pequeña, como iglesia de pueblito. Entra luz
a raudales. Da para creer en Dios. No puedo fumar mis seis ci-
garros normales, aunque ganas no me faltan, alguien se podría
ofender. Me aguanto.
Trabajamos en torno a imágenes. Cada cual escribe acerca de
la imagen que observa. Es un trabajo interesante. Luego de un
proceso de escritura, en silencio y con todo ese entorno de paz,
comenzamos las lecturas. Los textos que resultan son buenos
y creativos. Los comentamos. Me piden que les corrija textos.
Se los corrijo. Hablamos de cada trabajo y de cada motivación
para escribir. Las felicitaciones y aplausos no se hacen esperar.
El entorno ayuda. En las otras ocasiones hemos trabajado en las
galerías, frías, húmedas, con olor a orina, oscuras. Esto es otra
cosa. El entorno estimula.
Entre lectura y lectura nuestro tiempo de taller se acaba. Es la
hora del rancho. Nos despedimos de abrazos. Quedamos de ver-
nos luego. Gonzalo, un señor y alumno, me regala un dibujo en
blanco y negro. Le prometo editarlo en un libro. El sonríe larga-
mente. Sería lo primero que publique en su vida.
Claudio Geisse
Director de Talleres

74 ·
Río de Dolores
Gonzalo Poblete Corona
CCP de Buin, Módulo 2
76 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa

RÍO DE DOLORES
Gonzalo Poblete Corona
CCP de Buin, Módulo 2

Cuando fui arrestado decidí abolir Tiempo y Espacio. Pensar en


largos años de condena y en la supresión de la libertad, no me
impediría seguir siendo yo. Y decidí cultivar la amistad con las dos
palmeras que se alzan imponentes frente a las puertas de la cárcel
de Buin. Las veo desde mi litera, por la ventana, separadas de mí
por gruesos barrotes, enormes alambradas, muros y guardias
armados. Las contemplo desde los patios, porque ellas han sido
testigos en esta cárcel antigua, de los miles de reos que hemos
traspasado el portal del castigo, engrillados y esposados.

¿Qué secretos guardan antiguas palmeras, que han visto desfilar


familias enteras desgarradas por la caída en el delito, la falta o el
crimen?

Los muros empezaron a derramar lágrimas salobres en mi


encierro. Acusado falsamente de un grave delito en contra de
mi propia sangre. Me aferraba a aquellos centenarios ladrillos
que abrazan y mojan mi cuerpo aún vivo, con tibias lágrimas de
inmenso sufrimiento, derramadas por el paso de los reos durante
más de cien años.

Cuentos de Cárcel · 77
Mención Honrosa
Acorralado entre choros, narcos, sohues y gendarmes, una
sombra vino a mi socorro. De la mano me toma y empuja escaleras
abajo donde las celdas expelen olor a castigo y muerte. –¡Pasó la
pelada! -se escuchó desde la mazmorra que se inundó del Río de
Dolores, el Río Aqueronte. En mi rauda caída al fondo de mí, en lo
más profundo de la oscuridad, la Noche Eterna congeló este, mi
cuerpo tibio.

Y la arena negra del infierno graba mis huellas al caminar


tiritando hacia una enorme puerta donde me espera aquella
sombra, guía y mentor. Las almas desencantadas, apegadas a los
bienes terrenales, ansiosas por obtener noticias frescas de sus
familiares o cómplices vivos, en las calles o en otras canas, me
agobian como moscas o zancudos.

–Es la Puerta del Infierno, custodiada por la Culpa y el Miedo que


acompañaban al pecador que sin el Bien del alma se ha quedado.

Al cruzar el umbral de la vida y la muerte, alcé la mirada ante


un terrible y hermoso rostro, acosándome con una falsa sonrisa,
dichosa de haberme encarcelado.

–¡Bestia del inframundo, apártate de nuestro camino! -le gritó


mi guía- Es la fatídica Lilith, aquella diosa primordial, arquetipo
de la Luna Negra, disfrazada de SAP, Síndrome de Alienación
Parental, secuestro emocional. Te arrebató tu pequeña hija con
una falsa acusación de abuso sexual, lavado de cerebro, locura
colectiva. Nadie te escuchó nadie pudo ayudar a tu hija, sobre
evaluada. Ambos son chivos expiatorios que necesita el sistema
para autoafirmarse y esconder su negligencia.

–¡Solita estás dando la batalla para sobrevivir a una familia


disfuncional! –me dije, incorporándome en aquella eterna noche
del Hades. Sacudí la mugre de mi cuerpo y ropa, dispuesto a
atravesar el infierno para irte a buscar.

78 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa
Algunas madrugadas de este otoño veo por mi ventana al
Lucero Vespertino, Venus, que anuncia el amanecer con sus gamas
violetas. Me siento a contemplar la aurora. Hay un vacío dentro
de mí. ¿Habré perdido a mi adorada hija? Un cálido rayo de Sol
dorado, atraviesa barrotes y rejas, estiro las manos para atrapar
la Luz y con un soplo de mi aliento, te envío un Arco Iris con mi
bendición y sanación.

Ahora me siento más libre que nunca, mi espíritu está fuerte


como tu corazón de colibrí, porque me centro y me vuelvo Uno en
el Ser, para amarte desde la conciencia universal que no conoce
barrotes. Gracias mi pequeña hija, gracias por existir, esperaré que
crezcas, con el corazón abierto.

Cuentos de Cárcel · 79
Selección Especial

MIS MANOS
Nelly Bastías Godoy
Centro Penitenciario Femenino de Santiago, Pabellón

Mis manos, instrumento expresivo de mi yo ¿Qué ha pasado?


Suaves, cálidas desaparecen, ahora ásperas, frías, sin vida, rodeada
de esposas, que abrazan fierros, buscando respuestas, esperando
tiempo, tiempo que consume mi negra espera.

Manos que dejaron el futuro por un tiempo, desterrada en


un castillo, sin vida, viviendo entre disturbios, manada salvaje,
lenguaje insolente, intolerante, triste melancolía, alejada del
cotidiano vivir.

Quiero vivir sin reprimir, contengo mis emociones, llenas de


aflicciones, de intenciones.

Manos que tocaron el placer, bajo un atardecer sublime, testigo


fue la luna hermosa y brillante, tan suave y estrellada, transparente
como el viento, suave como mi pelo, dulce como mis besos.
Ellas fueron cómplices de mi gran amor, de noches hermosas,
apasionadas, espías de prometedoras palabras.

Manos que murieron al llegar a este castillo, como enmienda,


como castigo mueren conmigo, sin destino, alejadme del castillo,
os pido, os ruego.

80 · Cuentos de Cárcel
Selección Especial

Manos honestas, las miro, es mi sangre la que corre por ellas,


fuertes, tallando madera, haciendo arte con el sudor de mi frente.
Son ellas honestas como el beso dulce que doy a mi hija, que tocan,
que hablan con sensatez. Honestas fueron en el pasado, murieron
cuando llegaron al castillo.

Pero existo, soy lo que siempre he sido.

Manos que tienen sentido, ahora sí, sentido a mi vida, con un


fierro retorcido por el destierro, por un cruel camino que anuncia
moraleja, sentido doy a mi vida, el amor espera, regresa, entrega
pasado sin olvido, metáfora cruel de mi manos, hipérbole diaria
de mis esperanzas, de mis sueños, recuperar la vida de familia que
espera, como el nido, a su madre, como el atardecer silencioso,
sentido doy hoy a mis manos. Os digo, son hermosas, tiernas,
cálidas, expresivas, trabajadoras, luchadoras.

Existo yo. Existen ellas.

Cuentos de Cárcel · 81
Selección Especial

HEMOS LLEGADO A LA ÚLTIMA ESTACIÓN


Cecilia Espinoza Berríos.
Centro Penitenciario Femenino de Santiago, Sección Proceso

El peso de la condena, arrepiente el corazón.

Compartir la vida entre mujeres, jungla da amazonas, extrañas,


ajenas, unas compatriotas, otras extranjeras.

No quiero pertenecer a un pasado gris, lleno de sombras, que


apagan la luz del alma.

Manojo de esperanzas, sujetas en santidad, alimentado por la fe,


que suene como se abren los candados, hambrientos de libertad.

Quiero que se abran las puertas, una por una, de par en par. Diez
son las puertas, igual que mi condena, cada una con un seguro
guardián, tras la décima, sobre una litera, sólo queda esperar.

Como cuando suena la trompeta, llama la funcionaria,


emprenderé la marcha, ahora a una vida nueva, purificada, sin
mancha, lágrimas con sabor al óxido de fierros que envejecieron
conmigo.

Tiempo transcurrido sin seres queridos, segundos, minutos,


horas, días, semanas, meses, años, no guardo rencor, ningún
sentimiento ajeno. Un tropiezo que sanó con el tiempo, que fueron
años añorando, vivir para siempre en libertad.

82 · Cuentos de Cárcel
Selección Especial

Someterme a reglas, el sistema no hace excepciones, mantener


muy buena conducta, no cometer infracciones entre mujeres
atareadas, de rápido vestir, donde el pez más grande se come al
más chico, se aprende a sobrevivir.

La ley de la vida no se puede eludir, una vida efímera no se


alcanza a elegir, ahora entre fierros crudos se camina cabeza baja,
pa no ver rostros entristecidos, con ojos de oscuro mirar, dispuestas
al sacrificio, para obtener un beneficio.

Cuentos de Cárcel · 83
Mención Honrosa

DULCES SUEÑOS EN EL LUGAR


DE LAS PESADILLAS
Patricio Esteban Veliz Villarroel
CCP de Colina I, Torre 2

El fuerte viento se colaba por entre las paredes de las celdas, y la


humedad del piso provocaba en el ambiente una gélida sensación
de desabrigo, se podía oír el silencio, a ratos se escuchaban
gritos de hombres a lo lejos, gritos de rabia e impotencia que
desgarraban la tranquilidad que a esa hora, se suponía, debía
existir.

Era invierno en la ciudad. Hacía frío en la cárcel.

Pablo Vergara era uno más de allí. 35 años, delgado, pelo rubio
y una nariz prominente, que hacía que su rostro mostrara una
apariencia aún más ruda de la que tenía. Poseía unos enormes
ojos de mirada profunda que parecían querer saltar de su
posición, su cuerpo mostraba las cicatrices que le habían dejado
las innumerables batallas que había librado, durante los tres largos
años que ha tenido que estar privado de su libertad. A pesar de
todo, era sólo un hombre débil, tratando de dar una impresión de
fortaleza.

Pablo Vergara era también triste, melancólico, como todos


los que estaban en su condición, pero también era un soñador.

84 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa
Creaba historias acerca de mundos fantásticos, en los que él era el
protagonista. Podía -por su ventana- pasarse largo rato mirando al
cielo, contemplando la luna y las estrellas.

Hoy, después del último conteo de internos, se sentó en su


cama con un libro en la mano, leyó allí una cita de Saint – Exupéry
que decía: “La libertad del hombre no es como la de una vela al
viento…” –De seguro este francés nunca estuvo preso –pensó.

Anhelaba la libertad. A veces se imaginaba caminando por las


calles desiertas de la ciudad un domingo en la tarde, o viendo el
mar, bañándose en sus aguas, descansando en la arena.

Encendió entonces un cigarrillo, los que venía fumando uno tras


otro desde que tenía 14 años, cuando dejó atrás su hogar, cuando
sus amigos eran pelusitas como él, y prostitutas que algunas veces
le escondieron de la policía…

Pero ahora todo era diferente.

Pablo Vergara tenía una mujer y dos hijos, les amaba porque
-a pesar de los sufrimientos del pasado- no juzgaban el futuro,
creían en él, eran el motivo principal para subsistir día a día,
combatía por ellos, vivía por ellos; les amaba con su amor
sufrido, se culpaba por haber sacrificado los sueños propios y
los sueños de ellos, por pretender alcanzar algo que ni siquiera
poseía, pero también sabía que eran ellos los que tenían el poder
de crear en el, felicidad. Cerraba sus ojos y podía ver sus rostros
claramente, si ponía atención y escuchaba atentamente, podía
incluso oír sus voces; no perdía ocasión para declararles su amor,
le hacía dichoso hacerlo, pero aún más cuando ellos también se
lo declaraban a él.

Sí, Pablo Vergara era un hombre triste, pero estando como él


¿quién no podría serlo?

Cuentos de Cárcel · 85
Mención Honrosa
Son casi la una de la madrugada y enciende el último cigarrillo.
El frío se ha hecho más intenso, es necesario tender una frazada
más sobre la cama. Pero a pesar de todo, Pablo Vergara se dormirá
con una sonrisa en su rostro. Quizás Dios quiera conquistarle esta
noche un sueño con su familia, verdes prados, arco iris, y esas
cosas, pero además, dormirá feliz, porque un día más le ha restado
a su condena.

86 · Cuentos de Cárcel
Panorama de las Damas del Ep de Rancagua
Lo que viene a continuación es la belleza en todas sus dimensio-
nes. Mirasol es como su nombre, como una pregunta al sol. Las
respuestas vienen solas. Ella es lesbiana, me cuenta que desde
niña se sintió así, sin embargo en el transcurso de su vida tuvo
una hija. Fue obrera agrícola, en realidad, es obrera agrícola y
está privada de libertad. Mirasol habla de lo real, habla desde la
emoción de despertar y que ella está ahí. Habla de que era un ser
imperfecto al ser mujer y sin embargo sentir como hombre. Es
sutil y delicada cuando lee. Ella a través de su lesbianismo, pero
sobre todo a través del nacimiento de su hija, pudo ser real, pudo
ser perfecta. Su maternidad la hizo un ser humano de verdad. Su
texto es muy intelectual, pero suave y tierno, y de una decencia y
honestidad que me conmueve.
Roxana habla de Dios y de sentirse cobijaba en sus brazos. Y
cuando despertó Roxana, Dios estaba ahí.
Soledad escribe una carta a su madre; Isabel habla de su corazón
destrozado, de tormentas interiores, de adioses, de hacer polvo
de las caídas; Elizabeth habla de su hija y de la profunda sensa-
ción de extrañarla. Luego comenta que cada vez que viene su hija
ella queda deshecha, que se le viene el mundo encima. Elizabeth
es fuerte y no se quiebra. Dice que una vez su hija le escribió un
papelito que decía “no sabes cuánto me haces falta mamá”. Es
una frase muy fuerte y así lo siento. Habla de sus hijas con todo
el corazón en sus labios. Todas la escuchan con atención.
Paula habla de la casa de hielo donde vive, de cerrar los ojos, de
su hija, de la permanencia, de recorrer el cielo. Paula no llora,
pero dan ganas de llorar.
Hay tanta humanidad, hay tanta belleza en todo esto, que de
verdad dan ganas de llorar.
Claudio Geisse
Director de Talleres

· 87
Ámbar Leiva
EP. Rancagua
Mención Honrosa

LA NOCHE
Juan Abarca Cabello
Complejo Penitenciario de Rancagua, Módulo 54

Esta es una noche larga y fría, donde los minutos no pasan,


donde no escucho cantar los gallos. A lo lejos se escuchan ladrar
los perros. Todo está en silencio, mas yo estoy despierto. Estoy
mirando esta noche, tan especial todo negro, todo en silencio.

Las nubes pasan en silencio, la noche no avanza, todo en


silencio.

Cuentos de Cárcel · 89
Mención Honrosa

DESDE LA CORNISA
Bernardo Reyes F.
CDP de Santiago Sur, Módulo B

Me encanta este lugar. Desde aquí lo domino todo, todo el


horizonte. Allá veo unos edificios en construcción, acá ya los
terminaron, lo sé, porque las grúas no están. Al fondo la cordillera.
En esta época no tiene nieve y parece un enorme cerro. Desde aquí
veo una autopista, algunos árboles y también veo un edificio feo
con un sombrero plano en su cabeza. Tiene hartos vidrios, tres cajas
de escalas, y más y más vidrios. He escuchado que desde allí envían
a todos los que están aquí abajo. Por este otro lado, más edificios,
y mi vista se pierde en el paisaje de cemento. Y aquí, cerquita, más
recintos en este lugar. ¡Es grande el condominio donde vivo! Al
centro tiene una gran muralla en forma ovalada, desde donde salen
en todas direcciones unas construcciones largas. Galerías parecen
que les llaman. Me encanta estar aquí. Abajo están mis amigos,
bueno, la mayoría, porque algunos me tiran patadas cuando me
acerco a ellos, pero no lo hago por buscar compañía. Lo que pasa
es que hay unos tarros grandotes que tienen cositas muy ricas. Mis
amigas y yo bajamos todos los días para saborear esos manjares.
Estamos en lo mejor cuando aparecen los mozos. Estos retiran los
tarros, se los llevan y al rato vuelven con ellos, pero lo malo es que
los traen vacíos. Este lugar esta lleno de mozos, y de perkins. Es

90 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa
curioso, el otro día me puse a pensar en los perkins. Los perkins
son varios hermanos que son muy trabajadores. Siempre están
haciendo algo. El papá de ellos debe de haber sido muy mujeriego,
y tuvo puros hijos hombres con varias mujeres, y estos a su vez,
también tuvieron hijos varones, y como el apellido manda, resulta
que estamos llenos de perkins. A cada rato los llaman desde todos
lados. A ese llamado le dicen “peladas”. En todos los recintos por
los cuales a veces me paseo, siempre escucho que llaman a uno
de ellos. También están los hermanos. A veces son simpáticos y
otras veces no. Cuando cantan lo hacen muy bien, aunque sólo
la mitad participa, los otros se entretienen mirando para todos
lados. Lo malo es que siempre repiten lo mismo: “El caballero de
la serpiente del desierto, y que luego abrió las aguas de cierto
mar”. Y otros predican como si estuvieran en el campo, a puro
grito. También están los sapos ¡qué manera de haber sapos en
este lugar! Pero lo que más me llaman la atención son aquellos
que “tiran huincha” muy juntitos, pero demasiado juntitos,
intercambian miradas un tanto picaronas, se dicen cosas al oído
y en la tarde, desde sus respectivas ventanas, se hacen señas y
se desean las buenas noches. Sus actitudes se parecen un poco
a las de mi amigo Palomín, un palomo medio amariconado que
anda por aquí. Yo me ubico siempre en la cornisa y me encanta
verlos a todos muy ordenaditos en la fila. Cuando hay poca gente
bajo a la cancha con mis amigas, y camino y cago, camino y cago,
camino y cago, al igual que lo hacen ellos, que caminan y escupen,
caminan y escupen. ¡Qué linda se ve la cancha con tantas cacas y
escupos! Pero no todo es maravilla. Los que echan a perder todo
es un par de feos bichos llamados peucos, que nos quieren comer
con papas fritas, como dicen en este lugar. Anochece, me retiraré
con mis amigas, mañana veré de nuevo a los mozos, los perkins,
los hermanos, los tomates, los pelaos, los agujas, los pescaos, los
carolos, los correcaminos, los risas, los chacales, los salmones, y
por supuesto, los sapos.

Cuentos de Cárcel · 91
Mención Honrosa

LA NIÑA
Miguel A. Figueroa
CDP de Santiago Sur, Módulo B

En una celda de uno de los módulos, en el centro penitenciario


Santiago Sur, cumplía su condena de 15 años un interno de
nombre Arturo, y lo hacía en compañía de una tierna y hermosa
gatita “canera” a la que llamaba “La Niña” y a quien Arturo cuidaba,
mimaba y regaloneaba como cualquiera lo haría con su propia
hija. El era un veterano, bastante adentrado en la tercera edad, de
unos 75 años o más, de aspecto malhumorado y quien, gran parte
de su vida, lo había pasado recluido, por lo que se encontraba
abandonado por sus familiares y amigos. Ella era un animalito muy
tierno e inteligente, de unos 2 años de vida, de un pelaje color
pardo, poco común y muy llamativo.

La Niña cumplía una condena, que sólo ella sabía su duración, y


conciente de su condición de reclusa y de ser un felino que cuenta
con las habilidades físicas e intelectuales innatas de su especie
para sortear rejas, muros y burlar la seguridad del recinto y de los
funcionarios que custodian a los internos, permanecía en este en
espera del día en que se cumpliría su condena.

A diferencia de don Arturo, quien tenía asignada una de las


tantas celdas del módulo, La Niña vivía en los patios del recinto,
hasta que Arturo la tomó en “adopción” y la llevó a compartir

92 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa
un espacio de la celda que habitaba junto a otros dos internos,
vulnerando el régimen interno del recinto. Ella, conciente de su
condición de “ilegal” dentro del módulo, aprendió a evitar ser
vista por los funcionarios cuando hacían sus rondas, detectando
su presencia por el sonido provocado por los bototos de color
negro o el olor que emanan los uniformes de color verde olivo
que éstos usan, lo que le permitía tener el tiempo suficiente para
ocultarse bajo la ropa de cama o en cualquier lugar de la celda que
le garantizara no ser detectada.

Día tras día Arturo se aseguraba de tenerle su comida,


recolectando entre los internos los mejores manjares que se
pueden encontrar dentro del recinto. Por las tardes, después
del proceso de conteo de los internos, Arturo acompañado por
La Niña, se sentaba en su cama y comenzaba a picar el pan que,
en ocasiones sobraba, para arrojarlo por la ventana de la celda
hacia el patio, como alimento para los centenares de palomas que
llegaban a éste por las tardes, cubriéndose como con una alfombra
voladora de color gris que te invitaba a abordarla, y volar junto a
ella hacia la libertad.

La Niña en su condición de hembra, nunca perdió su capacidad


de procrear, por lo que cuando se encontraba en celos, se perdía
del módulo por dos o tres días. Cuando esto ocurría, todos sabían
que volvería preñada, por lo que, durante todo su embarazo era
cuidada y mimada por la gran mayoría de los internos, quienes
creaban toda una red con los familiares y amigos, con el fin de
ubicar un hogar para cada una de las crías fuera del recinto penal, a
lo cual La Niña no ponía resistencia como presagiando que pronto
le tocaría el turno a ella.

Y fue así como una noche fría y húmeda de invierno, llegó a la


celda de Arturo un funcionario quien le notificó que se encontraba
en libertad por lo que debía preparar sus pertenencias.

Cuentos de Cárcel · 93
Mención Honrosa
Esta notificación también era para La Niña, por lo que juntos y
raudamente empacaron lo poco y nada que tenían, y acompañados
por el funcionario, caminaron a través de las penumbras de los
interminables pasillos y cruzaron las ruidosas y frías rejas, hacia la
anhelada libertad.

94 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa

DEL PERRO PACHUCO


(Fragmento de la novela CUITAS DE PERROS)

Hugo Gómez Padua


Colina I, Pabellón Asistyr

La cárcel donde había sido llevado Pachuco, era un penal de alta


seguridad. Allí estaban la mayoría de los hombres más peligrosos
del país, condenados a largas penas, que oscilaban entre los quince
y los cuarenta años, llamadas “presidio perpetuo efectivo”. Al perro
se le había recluído allí porque, según la jueza que instruyó el caso,
“el animal había actuado premeditadamente y con la inteligencia
y razonamiento de un ser humano”. Las opiniones del resto de
autoridades que ventilaron el bullado caso, estuvieron bastante
divididas, pero al final, habiendo primado la constante aquella de
“las excepciones confirman la regla”, el perro fue llevado preso al
penal de varones.

En la cárcel, se tornó costumbre hacerle bromas al “cabo


caracho”, encargado de la custodia animal. Dicho funcionario era
un gendarme joven, pero de una mirada hosca que le avejentaba
su rostro. Su contextura alta y flaca, como las grullas, lo asemejaban
a esta ave zancuda.

–Tienes gracia para domar perritos –comentaba un compañero


de turno.

Cuentos de Cárcel · 95
Mención Honrosa
–No tiene mucha importancia -contestaba el esquelético
custodio en el ínterin que pateaba la transparente puerta y escupía
algunos denuestos contra el desgraciado perro, que permanecía
echado, ignorándolo completamente, como si nada.

–¡Perro asesino!, ¡psicópata!, ¡de buena gana te mataría y


bailaría cueca sobre tu cadáver! ¡Perro conchetumadre!, ¿además
te llamas Pachuco ¿eh? Espero que nos vayamos entendiendo,
pues conmigo aprenderás la lección del régimen: ¡HAMBRE Y
ENCIERRO!

Pachuco había sufrido crueles castigos encerrado en su celda,


donde era lavado todos los días por medio de un sofisticado
sistema de riego en abanico, instalado para casos de incendio.
Accionaba su mecanismo un dispositivo de alarma puesto para
el efecto, pero el guardián de “puro paco”, presionaba el botón. El
animal, entonces, aprendía con esto, definitivamente, una lección:
Era imposible luchar contra el sistema impuesto por el hombre
armado de poder. La violencia, allí dentro, institucionalizada,
uniformada y disfrazada de orden, se imponía por ley. Se cumplía
el lema de Estado: “POR LA RAZÓN O LA FUERZA”.

Más, sin embargo, Pachuco, no era que se hubiera declarado


vencido, sino que sólo había adquirido experiencia. Algún instinto
humano le decía que era sensato callar y obedecer; y lo hacía
por sobre la ira que sentía. Pasaban los días, los meses y los años,
y en aquel pasillo de celdas herméticas, forradas con acrílico
transparente y dotadas de un sistema de cámaras de circuito
cerrado de televisión, entraban y salían internos, mantenidos allí
por seguridad y por cortas temporadas, pero Pachuco era el único
antiguo, soportando aquel inhumano carcelero a quien reconocía
a la distancia con sólo escuchar el metal de su voz.

96 · Cuentos de Cárcel
Panorama de Colina I
Ricardo León lee un texto que tiene que ver con el Sida. Él está
enfermo de Sida y tiene novia. Se cuidan para que ella no se con-
tagie. Habla que estando en la Ex penitenciaría, enfermo, en los
huesos, fue discriminado por la galería donde estaba. Fue echa-
do de la galería, pensaban que era adicto a la pasta base y por eso
su delgadez extrema. Él se sintió muy discriminado y encerró
a un pabellón. Los iba a quemar con parafina. Los demás reos
gritaban asustados. Ricardo obró de esa manera, porque se sin-
tió discriminado. Tenía rabia y ganas de morir, de hecho estaba
muriendo.
Gendarmería optó por trasladarlo a Colina. Acá las cosas cam-
biaron, se sintió protegido y encontró personas que no lo discri-
minaron. Subió de peso, ganó autoestima y tuvo un tratamien-
to para su enfermedad. A Ricardo a veces le duelen los huesos,
también le duele el alma.
Su texto habla del miedo, del pánico de contagiar a su novia, de
la sensación de destrucción de sí mismo. Cuando habla de su
amada lee “pagaré el costo, para no contagiarte”. El costo es el
alejamiento, su propia muerte. Ricardo entiende perfectamente
el significado del terror.
Luego Yerko Huerta lee el primero de unos maravillosos textos.
Bitácoras de Recuerdos. Yerko, ex capitán de navío, habla de sus
primeros años, de balcones hacia el mar, del nogal donde subía
para espiar a las personas que pasaban. Ventanas con marcos de
madera y pintura partida por el viento marino. Todos escuchan
con atención a Yerko. Comenta y ríe cuando habla de Capi, su
primer y querido perro, de nobleza porteña y ferocidad de mue-
lle. Ríe, pues con el paso de los años el no sería Capi, sino capi-
tán, y mueve sus manos, y se emociona evocando bellezas que se
hacen presente en su piel arrugada que habla de años, que habla
de mar.
Comentamos los textos. Insisto. Tiene sentido todo esto.
Claudio Geisse
Director de Talleres

· 97
Patricio Véliz
CCP de Colina I
Selección Especial

FITO
Flor Rojas
Centro Penitenciario Femenino, Sector Patio

Mi nombre es Fito, soy un perro de color negrito de mediana


estatura, con algunas cicatrices que me han hecho a lo largo de
mis años.

Estoy viejo, sé que mis días están contados, no sin antes hablar
de mis experiencias de vago y el poco tiempo en que he tenido
amos.

Mi madre parió siete hermanos, dos machitos y cinco hembritas,


las cuales terminaron en un tarro. Nuestros amos eran gente muy
pobre, apenas tenían para comer, y si no hubiese sido pecado,
habríamos terminado de bocado.

Mi madre vivía preñada. No tuve nunca una hermana.

Crecí entre golpes y patadas, hasta que me fui de vago, comía lo


que encontraba botado, pasé mucho frío, hambre, recibí golpes de
extraños, pero también tuve momentos buenos, como comerme
unos huesos en un buen asado. Recuerdo que un día unos niños
me llevaron a su casa y con mi ama, digo así pues me quedé un
tiempo ahí, al llegar, me bañaron, comí un caldito que casi me
desmayo y un rico huesito de osobuco, y me llamaron Cholito.
Llegué a ser muy querido, pero sucedió que mi ama se enfermó,
se llevaron a los niños lejos y la casa se cerró.

Cuentos de Cárcel · 99
Selección Especial

De nuevo en la calle, me di tantas vueltas que ya me estaba


mareando, y por poco quedo debajo de las ruedas de un camión.
Tenía sed y hambre. Vida perra. Para más remate un lazo cayó
en mi cogote, y a la perrera. Conocí muchos perros y una perrita
de color café. Ella sufría la desgracia de que sus amos la habían
botado. Se llamaba Susy. Me contó de su vida, a su madre la habían
atropellado, dejándolos muy cachorros, creció entre golpes, hasta
que a Susy la botaron a la calle por ser perrita. Nadie la quería.
Vagaba. Yo siempre me he preguntado porqué se desprecia a una
perra, si venimos de ella. Es injusta la vida.

Pasaron muchos días y me fui enamorando, aún sabiendo que


en cualquier momento nos separarían. Pasamos hambre y sed.
Un día llegó una anciana y se llevó a Susy. Lloré de pena, no la
volvería a ver, y también lloré de alegría pues tendría un hogar.
Ya no pasaría más hambre y no la golpearían, y quién no dice que
Susy podría ser mamá y tener unas crías mías, y uno negrito, igual
a mí. ¡Por la mierda que se sufre por el ser amado!

Pasó el tiempo y llega un señor y me elije a mí. Pobre de mis


amigos que quedaron allí. Llegué a un hogar muy lindo y ordenado.
Mi amo sólo vivía con su madre. Ella estaba enferma en una silla
de ruedas. Yo sería su compañía. Ella me bautizó con el nombre
de Negrito. Me sentía querido. Lo malo era que no veía huesitos,
sólo comida para perros que nunca había probado. Tendría que
acostumbrarme. Viví tranquilo un par de años. Un día mi ama
se muere. Lloré por ella. Mi amo me regaló a una parcela. Tenía
un nuevo hogar, un lugar muy grande y bello. Mis amos eran de
mediana edad, con una pareja de niños y tres perros más.

Eran muy grandes. Al principio me pegaron mucho, hasta que


se acostumbraron a verme. Mis amos me bautizaron con un nuevo
nombre: Enano, y no es chistoso. La comida no era mucha o mejor
dicho, lo que quedaba me comía, ya que mis amigos no estaban ni
ahí con que yo comiera.

100 · Cuentos de Cárcel


Selección Especial

Mis amos no me querían mucho, no era tan lindo como sus


perros grandes. No estaba contento, así que preferí irme y andar de
vago. Volví a pasar frío y hambre. Me enfermé solo y estuve triste,
tirado unos días hasta recuperarme. Comí cualquier desperdicio y
seguí mi camino. De lejos divisé una estación de trenes, corrí y de
un salto me subí al vagón con carga de trigo. Estaba calientito y me
quedé dormido. Cuando desperté el tren iba en marcha. Esperé un
par de horas que se detuviera y me bajé en un pueblo pequeño,
desconocido para mí. Corrí y me eché en una plaza. Otros perros
vagos estaban conmigo, nos fuimos a unos tarros de basura y nos
corrieron a peñascazos. Esto no era vida y me separé de mis amigos
vagos, ya estaba cansado, y viejo ¿quién querría un perro en mis
condiciones? No tenía hogar ni nadie que me quisiera, pensé en
Susy, nunca la olvidé ¿tendría hijos grandes?, ¿alguno parecido a
mí?, ¿dónde se encontraría? Estaba echado, recordando, cuando
huelo un aroma muy sabroso: una niña trae un plato de comida
y lo pone junto a mí, la miré y una lágrima rodó hasta llegar a mi
hocico. La niña acarició mi cabeza y se alejó.

Comí lentamente, para saborear la comida. Pensé que tal vez


fuera la última. Les conté parte de mi vida. No hubiera sido capaz
de contar muchas cosas más de lo que se sufre por la falta de
cariño, de comprensión, por los maltratos físicos hacia nosotros,
los animales, pero también hay gente buena. Sólo espero que al
morir me encuentre con mi Susy, caminar sobre nubes y amarnos
por toda una eternidad y olvidarnos del sufrimiento y de la vida
perra que nos tocó llevar.

Cuentos de Cárcel · 101


Mención Honrosa

CARPE DIEM
Guido Oñederra O.
CCP de Colina I, Torre 2

“Pues, ¿qué le queda al hombre de todo su trabajo y de la


búsqueda que lo ocupa continuamente bajo el sol? ¿Sus días
dolorosos, sus preocupaciones, las noches sin sueño? No hay
mayor felicidad para el hombre que comer, beber y pasarlo bien.”
Eclesiastés 2, 23-24.

Que alta es la reja que nos encierra, por fuera pasan animales
grandes que nos miran sonriendo con cierta tristeza, algunos nos
hacen muecas de simpatía, otros parecen mirarnos con apetito,
otros sólo pasan…

Uno de ellos entra todos los días y trae comida, agua fresca,
limpia nuestras fecas, y a veces me acaricia con manos toscas y
dura. No me gusta que me toque o me agarre.

Los animales se parecen mucho entre sí, aunque algunos de


ellos, los de color verde mandan a los de colores variopintos.
Ninguno de ellos parece feliz de vivir aquí, aunque no se van, ¿por
qué?

Algunos días pasan. Hembras y cachorros son los animales


de colores diversos. Los de color verde sólo observan y cierran y
abren las puertas de las rejas que encierran a los animales de otros

102 · Cuentos de Cárcel


Mención Honrosa
colores. Después, en la tarde, las hembras y los cachorros se van, se
ven tristes y los animales de colores les hacen señas de despedida
y de afecto, pero no se van con ellas.

Mordisqueo unas verduras que el animal que nos cuida nos


ha dejado, bebo unos sorbos de agua y me acerco a una de mis
hembras, la más cercana, la muerdo, me subo encima de ella y ¡Ah!
¡Qué placer! Me siento bien, comida, bebida, gozar y tener crías.
Todo estaría bien, pero, ¿por qué todos somos jóvenes?, ¿por qué
el animal que nos cuida se lleva a los mayores y no vuelven jamás?,
¿qué hay más allá de las rejas?

No me gusta que me toquen, que me miren sonriendo, quisiera


saber qué hay tras la cerca. Tal vez me gustaría ser uno de los
animales que me observan, pero no uno cualquiera, uno de los
que mandan, uno de verde, tal vez ese que me observa ahora tras
la reja.

Aunque mirándolo bien no se ve feliz, siempre está solo y los


demás animales parecen mirarlo con odio, se ve cansado… ¡No!,
mejor olvidar mis preguntas y gozar lo que tengo: abundante
comida, agua, hembras y muchas crías… disfrutémoslas y
después… dormir un rato.

José, vigilante segundo, observaba a un conejo de los varios que


contenía el mini zoológico del penal, el animal se veía satisfecho,
comiendo, fornicando, rodeado de hembras y de crías, sin hacer
nada más que vivir. Sentía calor, los bototos duros, estrechos y
calurosos, la gorra le molestaba; el sudor, por estar de pie al sol
todo el día, se le pegaba en la piel, ardía en las axilas, pensaba
sólo en terminar el largo turno e irse a casa, pero ¿qué le esperaba
allí? Otra discusión con su esposa, las mutuas recriminaciones
por quién era el culpable de no tener hijos. Una comida insípida
preparada sin amor, ver TV para no pensar, acostarse al lado de
alguien a quien ya no deseaba y que le miraba con rencor. Mejor
prolongar la llegada al hogar en algún bar cercano, o quedarse

Cuentos de Cárcel · 103


Mención Honrosa

un rato más en el turno. Y ese conejo gordo y que parece tan feliz.
Come con glotonería, bebe, fornica con varias hembras, sin tener
que ganarse la vida. Y estos pies que me duelen tanto. Otro día de
abrir y cerrar puertas, manteniendo encerrada a gente que sólo
desea salir, que me mira con rencor, pero yo tampoco deseo estar
aquí. Ellos recluidos día y noche, yo encerrado todo el día, con
ellos, y en la noche, enterrado en mi pequeño infierno.

¡Cuánto desearía ser ese conejo!, pero él no puede salir de la


jaula y su destino es la cazuela… jo, jo, jo. ¡Y yo estoy libre! ¡Y soy
joven! Y si mi mujer ya no me quiere y no me atrae, ¡busquemos
otra! Ese conejo gordo hace lo que yo quiero hacer. ¡Imitémoslo!

La enfermera del policlínico me mira con coquetería cuando


almorzamos en el casino. Voy a invitarla a salir después del trabajo
a comer algo rico, y tal vez no llegue a casa esta noche. Y si no
me resulta con ella, mañana habrá otras a las que seducir, otras
comidas ricas que degustar, y por supuesto, otro hogar que
construir. Siendo tan vulgar y sabio como el conejo que dijo: “mala
cueva y se cambio de hoyo”.

104 · Cuentos de Cárcel


Mención Honrosa

EL PAYA Y PACA
Matías Pinto E.
CDP de Santiago Sur, Módulo C

Hoy llegué nuevamente a la calle dos, sección de castigos.


Los motivos nos son realmente trascendentales, pero lo cierto es
que me esperan 10 días de mazmorras. En la celda que me tocó
soy el quinto en llegar, y reconozco a dos conocidos. A los otros,
primera vez que los veo. Está el Sangüijuela. El Care’ de Ratón, de
la calle cinco; al Guatón y al Nanito no los conozco, pero son piolas.
Conversamos un rato hasta que llega el rancho del medio día.
Llegaron garbanzos y no me gustan. Menos mal que comí harto
en la visita, ya que desde ahí, y por sapeo me vine para acá.

Los cabros comen y yo pienso en lo que viene. ¿Para dónde


irme?, ¿con quién llegar a vivir? En fin, todo será distinto luego
de este castigo, pero bueno, este es el primer día, y de tanto
pensar toda la tarde ya llegó la cuenta de la tarde, y con esta un
nuevo compañero de celda. Es un pollo, bien vestido pero pollo,
y el Guatón ya le echó el ojo a sus zapatillas. Empezaron como
de costumbre: a preguntarle de dónde venía y el por qué estaba
aquí, y a quién conoce y a cuántas vueltas viene. En fin, todo este
interrogatorio es para saber si el pollo es de la cana o no, si es de
verdad o si está solo, si se pegó la volá de curado, empepado o en
angustia.

Cuentos de Cárcel · 105


Mención Honrosa

La borrá fue grande según cuenta, pero el sueño nos gana


la partida, el Guatón espera que se duerma y lo caga con las
zapatillas

Otra noche más.

106 · Cuentos de Cárcel


Mención Honrosa

EL CONDE
Ramón Ángel Vidal Roncallo
CDP de Santiago Sur, Calle 3-A

–Oiga taitita, hágame otro escrito de dominical -me dijo el


“Conde” -mientras con sus dedos ensalivados, despegaba los ojos
de unos gatos recién nacidos. Diez meses que vengo rebotando,
llevo 15 años en esta cagá, y quiero puro irme.

El Conde vivía en la celda contínua a la mía, en la torre 6 de Colina


I. Cada día después del encierro, a las 5 de la tarde comenzaban
nuestras cuitas.

–Yo soy de los Andes taita -me decía por enésima vez el “Conde”,
nunca fui ladrón, era temporero. Un día de pago, junto a mi
compañero y amigo, nos fuimos a meter a una casa de remolienda,
en donde éramos clientes. Los días de pago nos chupábamos toda
la plata, y cuando las putas nos vieron patos nos echaron cagando
a la calle. El haber quedado picados y con el hocico caliente, hizo
que nos dirigiéramos a la casa del patrón con el propósito de
robarnos un par de cajas de duraznos, que era lo que nos pedían
las putas para seguir la jarana.

En el momento en que teníamos los cajones en nuestro poder,


fuimos sorprendidos por el patrón y de puro susto mi amigo lo
mató de una puñalada. 20 años tatita, 20 años nos tiraron a cada

Cuentos de Cárcel · 107


Mención Honrosa
uno. Llevo 8 sin visita, mi mamita era la única que venía, pero ella
murió y de ahí no se nada de nada, ni de nadie.

–Tatita cuando salga de aquí, me gustaría vender helados -¿con


cuánto cree usted que la haría? –me preguntó.

–Con unos cinco mil -le contesté.

–Tá loco tatita, con esa plata arriendo una pieza y me compro
hasta una cama –me respondió.

En la mayoría de nuestras conversaciones no tenía palabras de


consuelo, ni respuestas que darle al “Conde”. Su incertidumbre,
desesperanza y gran desfase, en el tiempo, con el exterior, me
convertían sólo en un receptor incompetente, sin respuestas a las
tantas interrogantes y dudas de mi compañero de encierro.

–Era Tatita, era –me decía el “conde”, mientras más daba un


tremendo abrazote. –Me dieron la dominical oiga, usted me la
hizo tatita, un día nos vamos a ver en la calle, y ahí va ver como soy
con los amigos.

Al despedirnos me dijo –mañana domingo estoy en la calle


tatita, tengo hartos amigos y algunos familiares, alguien tendrá
que recibirme ¿no cree?, por lo menos un par de días mientras
encuentro algo.

–Cuídate mucho -le conteste con un nudo grandote en la


garganta, que creo que no notó.

Los lunes en la mañana llegaban noticias de los que volvía,


pero el “conde” no volvió. Se quedó afuera el “Conde”, 15 años era
demasiado tiempo y de verdad nos alegramos. El día martes siguió
el “Conde” en la palestra, se contaban anécdotas y chascarros de
el, y todo era risa.

108 · Cuentos de Cárcel


Mención Honrosa
El miércoles nos dieron la gran noticia, el “Conde” había vuelto
sabiendo que por haber quebrantado el beneficio, debía cumplir
el resto de su condena.

El “Conde” no encontró a nadie que le diera una mano, los


que habían sido sus amigos, ya no lo eran, el frío de la noche y el
hambre, lo hicieron desistir de las ansias de libertad.

La cárcel se había transformado en su hogar.

Cuentos de Cárcel · 109


Panorama de Talagante
El rumor de la música se siente en Talagante. Hay olor a triunfo y
todos se saben vencedores. Voy al área técnica y felicito a Isabel
Lara y Carla Contreras por el éxito de los chicos en el progra-
ma de televisión. Talagante es la estrella de las cárceles chilenas,
representa a cada interno de nuestras prisiones. Es un logro y
un orgullo, es sacar lustre a Gendarmería. Todos los ojos están
puestos en Talagante.
Claudio Geisse
Director de Talleres

110 ·
Bárbara Moraga
EP. Rancagua
112 · Cuentos de Cárcel
Mención Honrosa

PIEDRA DE LA MUERTE
Jaime Enrique Demonte Mejías
CCP de Colina I, Torre 3B

En memoria a mi amigo Juan Ramírez Carvacho.

“¡Cortar! ¡Quemar! Eso nooo, por favor, nooo, el fuego es un


suplicio. ¿Y los cortes? Los cortes me duelen mucho. Pino, di que
lo has dicho no es cierto. ¿Cómo es posible que hayamos estado
tan equivocados? ¿Entonces a los humanos no les importamos?
Son palabras de una obra de teatro interpretadas por mi amigo
“Carvacho”, él interpretaba a un manzano.

Todas las semanas ensayábamos para poder presentarnos


donde nos llamaban. Un día no llega al ensayo, sabíamos que
trabajaba en madera, con eso solventaba parte de sus necesidades,
vivía en una torre de conducta, luego supimos que no fue a
ensayar porque estaba castigado, era acusado de tirar una piedra
a la “garita de guardia”, alegó inocencia nadie le creyó nada, había
un funcionario de testigo, nunca habló a favor de “Carvacho”, fue
discriminado, humillado, lo cambiaron de torre, le quitaron su
buena conducta. Debido a esto empezaron sus problemas. Gracias
a su perseverancia logró seguir haciendo lo que le gustaba: hacer
teatro y trabajar en madera. Pero el sistema pudo más que él, se
les cerraron las puertas para muchas cosas. Fue una persona de un
corazón noble, anhelaba estar con su hija, su familia, había perdido

Cuentos de Cárcel · 113


Mención Honrosa
todo lo logrado, pero seguía adelante, hasta que un cierto día se
le acercó una persona y le pidió disculpas porque su conciencia
le amonestaba. Esta persona le confesó que él había lanzado la
piedra a la “garita de guardia” y le decía que lo perdonara por todo
el daño que le había hecho al quedarse callado y él sufriera todas
las consecuencias. “Carvacho” lo perdonó y le dijo que el sistema
es así, que hay que callar para poder sobrevivir en una cárcel. Por
culpa de la piedra mortal pasó hartas cosas, hasta que un cierto
día fue a comprar al “Kiosco”, le fue arrebatado su dinero. Con este
hecho comienza la carrera mortal, su orgullo había sido herido,
tenía que vivir en la selva humana, sólo había que sobrevivir y lo
hacían los más fuertes, ya no estaba en la torre de conducta, ahora
vivía otro proceso. Esperó hasta que logró -según él- “cobrar su
plata”. Había encontrado al culpable que le había arrebatado su
dinero, le pegó como pudo, esto trajo secuelas para el otro día
donde lo esperaba la muerte que acechaba en las mentes de los
que viven con ella. Estaba contento porque le habían notificado
que su conducta había subido a muy buena y lo devolverían a la
torre de conducta, pero tuvo que enfrentar el problema: su cuello
fue atravesado. Lamentablemente la muerte fue vencedora, tal
vez en su agonía pensó que era una obra de teatro más, donde
él era el actor principal, tal vez recordó el “Manzano” en la obra
“Juicio en el Gran Bosque”, la gira al encuentro de “ENTEPOLA”, el
reír junto al grupo de teatro, discutir, el acatar y dar un consejo,
tomar un mate, el aplauso del público, el compartir con los niños,
todo esto tal vez pasó por su mente cuando agonizaba, era el final
de la obra de teatro más real que tuvo que interpretar, sólo que
esta vez no hubo una segunda presentación: los aplausos fueron
de la muerte.

114 · Cuentos de Cárcel


Selección Especial

LA TARJETA
Luis Castro C.
CDP de Santiago Sur

Soy Luis Castro, y me encuentro recluido en la ex penitenciaría


de Santiago en calle 13 condenado a 60 meses por el delito de
homicidio simple y quiero compartir esta historia con ustedes.

El día 13 de marzo estuve de cumpleaños y cumplí 50 años y


como toda persona normal deseaba tener un lindo cumpleaños
rodeado de toda la familia, pero eso no fue así.

El día sábado 14 de marzo llegó sólo mi hija Daniela a saludarme


en mi cumpleaños, para mí era un día importante, porque eran
mis 50 años yo pensaba que venían todos mis hijos a saludarme,
pero cuando vi a mi hija entrar sola me sentí un poco triste pero
después comprendí que cuando uno está privado de libertad las
cosas son diferentes y uno tiene que entender. Yo se que las cosas
son difíciles afuera para la familia, una vez que salude a mi hija
todo fue distinto para mi. Ella venía con tanta alegría y me dio un
abrazo con tanto amor que este gesto de cariño que ella me dio,
para mi fue lo mas lindo que viví en esos momentos. Después de
un rato me entregó una tarjeta que me mandó mi hijo mayor, el
Fito, es una tarjeta muy especial y esto es lo que quiero compartir
con ustedes, la tarjeta decía así:

Cuentos de Cárcel · 115


Selección Especial

“Papá, reír, compartir, enseñar, apoyar, alentar, inspirar, guiar,


amar. Papá en tu cumpleaños quise expresarte todo el amor que
te tengo, decirte que a pesar de todas las cosas que pudieran pasar
en nuestras vidas, quiero que sepas que siempre yo voy a estar a tu
lado en las buenas y en las malas, en los triunfos y fracasos, porque
¡¡¡Te amo viejo!!! Porque eres lo más grande para mí y te agradezco
por todo lo que has hecho por mí, por darme valores, por darme
la educación, por enseñarme a ser quien soy, por permitir que
nunca me faltara nada a mí ni a mis hermanos, por estar ahí viejo
apoyándome en mis sueños, por todo eso y más quiero decirte
¡¡¡Gracias papá!!!

Y si cometiste un error, puta somos seres humanos y si tú caes


yo estaré ahí para levantarte a si como tú lo hacías cuando yo era
niño y me escondía entre tus piernas ¿Te acuerdas viejo? Yo nunca
lo olvido.

Todo lo que haces refleja lo estupendo que eres. “Feliz


cumpleaños Papá”, porque con los años seremos más y tendrás
que ayudarme a caminar a mí y a mis hijos que van a tener al mejor
abuelo del mundo y juntos vamos a estar un día en un lugar y
les vas a contar a tus nietos como me hacías dormir en la carpa
y como me dabas té en el platillo, porque hay mucho que vivir
juntos ¡viejo! Te amo, Feliz Cumpleaños, siempre estaré contigo,
papá no lo olvides te amo”.

Esto quise compartirlo con ustedes, porque los más importante


para mí son y serán mis hijos, porque ellos me han demostrado
el amor verdadero, son incondicionales conmigo, ya que en el
tiempo que llevo privado de libertad no me dejaron solo como
otras personas que pensaron en ellos y no se dieron cuenta en el
daño que hacen, sobre todo cuando uno aquí necesita más amor.

Espero que los que lean esta historia reflexionen y si tienen vivo
a su padre cuídenlo y ámenlo como mis hijos me aman a mi, se
despide un papá orgulloso de tener unos hijos como ellos.

116 · Cuentos de Cárcel


Selección Especial

RECOMPENSA
Gabriel Jiménez E.
CCP Colina I

Cuando creí que la vida no tenía ningún sentido para mí, conocí
al Rafael en la Calle Siete de la Penitenciaría, el “Rafa” era agrio,
de muy pocas palabras, por lo general no se reunía con nadie.
Cuando lo hacía era para compartir en ruedas de mate, ocasiones
en las que él opina muy poco.

Su madre lo visita una vez al mes porque ella viaja desde


Concepción, lugar de donde es oriundo.

Como el tiempo de visita es corto, ella le escribe todo acerca de


cómo están las cosas por su ciudad, lejana por siete años.

La señora Claudia no sabe que su hijo jamás aprendió a leer,


Rafael recibe la carta con entusiasmo pero con la pena enorme
de saber que no podrá leerla y tampoco permitirá que nadie lea
asuntos que sólo competen a él.

Fue así como una tarde llegó al lugar donde yo habitaba, me


invitó a su pieza, compartimos un mate, me dijo todo lo que sentía
respecto a las cartas que le habían llegado, las que por supuesto
eran muchas.

Sus ojos derraman lágrimas mientras me conservo


escuchándolo. Luego le ofrecí la oportunidad de aprender a leer,

Cuentos de Cárcel · 117


Selección Especial

en un comienzo argumentó que no podría, le hice ver todo lo que


se había perdido tomando el montón de cartas. Decidió aprender
y dijo que le pondría todo el empeño de su parte.

Comenzamos en noviembre, mes en el que él estaba de


cumpleaños y mes en el que él decidió contarle a su madre toda
la verdad.

El agrio Rafael empezaba a descubrirse, ya no tenía consigo


aquella vergüenza estúpida de contar a los demás que está luchando
por aprender a leer. El día parecía irse en un segundo, durante
este mes perdí la cuenta de cuantas hojas de cuaderno gastamos
en afirmar su mano, reíamos mientras tomábamos mate, el “Rafa”
muestra mucho entusiasmo, repite el abecedario una y otra vez, se
divierte con juegos matemáticos que le he enseñado, el hombre de
treinta y ocho años está convertido en un tierno niño que descubre
un mundo. Durante diciembre estuvo a punto de rendirse, pero
seguimos luchando, él por aprender, yo por encontrarle una luz
a la vida. En enero obtuvimos los primeros resultados, el “Rafa”
escribió su nombre completo y un pensamiento, lo leyó, lloró, me
abrazó y daba las gracias, le advertí que recién comenzábamos y
le mostré un silabario hispanoamericano que había encargado,
silbó en protesta, pidió vacaciones, el trabajo fue intenso, el “Rafa”
aprendió a leer y a escribir. Para el día de la Madre le propuse
escribirle a su mamá, ella le visitó en febrero y manifestó querer
conocerme por lo que Rafael me invitó a su visita. En muchas
oportunidades lo vi reír leyendo sus cartas, me sentí orgulloso de
él, día a día me daba cuenta que el esfuerzo valió la pena.

Para el Día de la Madre del año ochenta y nueve el “Rafa” le dió


un gran abrazo, le regaló una rosa y un pensamiento, la señora
lo leyó al instante, por su mejilla una lágrima. Cuando él le dijo
que yo era su profesor, la señora me brindó el más cálido de los
abrazos, estaba ahogado de emoción, hacía mucho tiempo que
no sentía el cálido amor de una madre, verla y sentirla fue lo que
llamé “Mi Recompensa”.

118 · Cuentos de Cárcel


Panorama de los Varones del Ep de Rancagua
El tema a trabajar en la sesión es La Fiesta. Alguien levanta una
mano emocionado y dice “lo que pasa es que a mi hijo cuando
cumplió 15 años le celebré mi fiesta”. Su fiesta, querrás decir, le
digo. No –responde con autoridad-, le celebré Mi Fiesta.
Y lo explica.
Resulta que este señor siempre, desde su infancia deseó que sus
padres le celebraran una fiesta a su gusto y sus padres nunca lo
hicieron, así que siendo un joven se prometió que una vez que
fuese papá, le celebraría a su hijo una fiesta como corresponde. Y
fue grande y fue padre y su hijo cumplió 15 años, y celebró la fies-
ta de su hijo, también su fiesta, de una manera inolvidable. Me
confiesa que cuando yo explicité la palabra fiesta fue lo primero
que se le vino a la mente.
Alguien muy tristemente me comenta que escribió sobre aque-
llas fiestas donde ha sido un ente ausente, que su hijito es peque-
ño y el escribió sobre la ausencia de las fiestas donde alguna vez
el debió estar y no pudo por su constante privación de libertad.
Un alumno, tímido por sobre todas las cosas, habla de una fiesta
en el campo. Habla de una magnífica reunión familiar, en pleno
campo, con mucha gente feliz y querida, que el siendo un niño
iba con sus primos al campo a jugar, mientras los adultos, a la
sombra de los sauces, bebían, reían, disfrutaban y amaban ese
instante de dulzura familiar. Comenta la sensación preciosa de
sentirse protegido por todos esos tíos, por los padres, por todos
esos adultos queridos y respetados en su cosmovisión de niño de
ojos grandes y alma inmensa.
Claudio Geisse
Director de Talleres

· 119
Remy Huerta Rojas
CCP de Colina I, Pabellón Asystir
Mención Honrosa

EL DÍA QUE ALCANCÉ LA FAMA


Fernando Albornoz G.
CDP de Santiago Sur, Modulo D

Desde muy pequeño soñaba con ser cantante. Pero las


circunstancias de la vida dijeron lo contrario, a lo mejor mis padres
no creyeron en este don que la vida me dio.

Pero siempre la vida tiene una oportunidad y hoy es ese gran


día… “camino por un amplio pasillo en compañía de mis dos
músicos había un gran escenario y con un público expectante
de cómo será mi desempeño en el micrófono. … tendría que
competir en un festival de la voz, gran asombro para mí, ya que
nunca había participado en nada parecido, yo creo que mis únicas
presentaciones fueron de familiares o en la larga lista de pub que
adornan las noches santiaguinas en algún karaoque, donde te
regalan un trago por participar.

Ahora era diferente, estaba acá y tenía que hacerlo como nunca
hubiera cantado, con toda la fuerza de mis pulmones y con la única
idea en mente de ganar, queda decir que siento mucho respeto
por los que hacen música y por los canta-autores, y era acá mi gran
día, que cantaré para que le llegue al público. Era un público muy
especial.

Cuentos de Cárcel · 121


Mención Honrosa
De pronto me ilumino y me acuerdo de esa linda canción de
GERVASIO “con una pala y un sombrero”. Entonces llamo a los
músicos y les digo que con esa canción voy alcanzar la fama…
¿estás seguro? Sí, respondo, esta es una gran canción que nunca
olvidarán.

Mi presentación fue después de escuchar tres lindas canciones.


Cuando fue mi turno algo ocurrió en ese público tan especial para
mí. Apenas llevaban los primeros acordes las guitarras el público
explota en una gran ovación y después continuaron escuchándome
con mucha atención. Hubo un momento que me sentí tan feliz y
pensé con los ojos cerrados “GANé”. Luego llegaba el turno de la
premiación y cuando escuché que era el mío el primer lugar, no
caía en la bruma de la emoción y la gran gritadera y aplausos que
me brinda mi público, porque sí, ahora era mí público. Luego entre
flashes y cámaras comenzaba a terminar mi minuto de felicidad, y
el gran festival de voz llegaba a su fin.

De pronto unos hombres de verde oscuro tocaban un silbato y


repetían una y otro vez, “ya muchachos vamos a la cuenta… a qué
cuenta se refieren… por un momento se me olvidó que estaba
recluido, privado de mi libertad… había que volver a la realidad
esa realidad de rejas. Y del público me queda la gratitud de sus
aplausos y en la mente y en mi corazón el día que alcance la fama
y muchas gracias a Dios por el don que me dio, mi voz.

122 · Cuentos de Cárcel


Mención Honrosa

MANOS CON CACA:


PENSAMIENTOS DEL MANOS CON CACA
Luis Olivero Tornel
Complejo Penitenciario de Rancagua, Módulo 51

Manos con caca ¿por qué yo manos con caca? Si soy igual a todo
el mundo, a cualquier otro hombre. ¡Oh, soy especial! Mi mamá
me mira, se ríe de mí, como mi padre y mis hermanos, ¿triste no?
Porque aparte de feo, horrible y chueco de boca, ¡para más remate
soy turnio!

Me cuenta mi mamá, cuando me trajo a este mundo, me tomó


en sus manos y antes de ponerme en su pecho para amamantar,
me miró y se largó a reír de mí.

Porque yo siendo muy pequeño ya estaba condenado a la burla


y risa: nací para ser un típico desastre.

O sea feo y con rostro muy chistoso. Dice mi mamá que no


podía contener la risa. La doctora tuvo que retar a mi mamá y lo
más cómico que mis manos y cuerpo estaban llenos de caca.

Comencé a crecer y me tocó la desgracia de ir a la escuela. El


primer día me puso un gorro pasamontaña. Le miraba su rostro y
la veía reírse cada vez que me miraba.

Cuentos de Cárcel · 123


Mención Honrosa
Mi desastre fue cuando entré al colegio. Aún yo con el
pasamontaña, me presentó delante. Mi profesora miró para arriba
a mi mamá y seguía riéndose. La señorita dijo: -sáquele el gorro a su
hijo, y mis compañeros estaban todos pendientes de mí. Cuando
me retiró el gorro, al instante los compañeros, la profesora y mi
mamá se lanzaron todos a reír, y yo inocente y muy tonto, también
me reí. Ahí comenzó todo para mí.

Luego tuve edad más adulta, pero era tan feo y turnio. Más
encima, cada vez que iba al baño la fatalidad me seguía: si no me
caía en la taza del baño, me ensuciaba mis manos o mi ropa con
caca. Muchas veces no me daba cuenta que la ropa la tenía con
caca, así que era portador de una gran hediondez, aparte de ser
turnio, corto de vista: en pocas palabras nací fatal.

Pero lo más chistoso de mí era que sobraban defectos en mi


cuerpo y rostro. Pienso que yo era para mi familia un castigo
eterno, pero también una gran bendición, porque conmigo no
pasaban penas, y si llegaban tristes sólo se acercaban a mí: yo les
alegraba todas sus penas.

A la edad de 35 años un hermano me dijo que me buscara una


polola, pero lo miraba y tenía una alegría en el rostro y se le notaba
mucho gozo, pero yo realmente quería conocer una mujer, pues
lo que más tenía en mis manos eran muchos callos, no porque
trabajara, sino que tenía que desahogarme, porque las neuronas,
aún siendo horrible, funcionaban.

No podía sostenerme, sólo me desahogaba por delante, sino


terminaba todo inmundo por la emoción.

Yo no sabía muchas veces, no sabía qué hacer, pero cuando


asomaba mi tristeza, me dirigía al espejo, me miraba y contemplaba
todo lo mío, y comenzaba triste y luego comenzaba a reírme de
mí mismo y terminaba riéndome a carcajadas, y decía: este soy yo

124 · Cuentos de Cárcel


Mención Honrosa
¿qué mierda hago en este cuerpo?... qué tontería ¿soy yo acaso un
clon?, ¿qué mierda soy con esta mierda de físico?, ¿de dónde sacaré
una mujer? Ni la mejor cirugía, ni los mejores magos pueden hacer
maravillas conmigo y nunca lo harán.

Pero me pregunto: mis hermanos son todos bonitos y sin


defectos ¿y yo?, ¿en qué estaban pensando mi papá y mi mamá
cuando decidieron hacerme? Pienso que estaban viendo una
película de terror o los muertos resucitan o quién sabe qué. Soy
un despecho un digno martes trece o ¡qué clase de orgasmo o
broma soy yo!

Sí, es un sueño, pero sólo debo pensar que esto algún día
tendrá un término, pero la vida es y será para algunos una alegría,
y para otros un desastre. ¿Pero qué más? Aunque no quiera tengo
que amarme, pero yo amo mucho a mi mamá, a mi papá, y a mis
hermanos. Me alegra mucho que yo sea una alegría para ellos. Sólo
les pido que nunca dejen de amarme aunque sea feo y hediondo,
chueco, turnio, corto de vista y horrible: el amor lo tapa todo y lo
llena todo.

Sí, es un sueño, pero la vida es y será para mí un rocío de


lágrimas, o la risa de un payaso que golpea los corazones de niños
y adultos, gritando a fuerte voz y con alegría, en su rostro ¿qué les
causo yo?

El manos con caca, soy y seré siempre el manos con caca.

Cuentos de Cárcel · 125


Mención Honrosa

ROMA
Sergio González M.
CDP de Santiago Sur, Módulo B

La noche inundaba las antiguas callejuelas y rincones de


la ciudad. Roma, la ciudad eterna, de mágicos atardeceres y
misteriosos secretos escondidos en sus muros ancestrales, se
iluminaba con alguno que otro farol encendido como una vela
en la inmensidad del espacio. En el centro, el coliseo Romano, en
su imponente estructura, se presentaba ante mis ojos como un
gigante guerrero que cuenta su historia de batallas de gladiadores
y carreras con carruajes montados por famosos centuriones, de
matanzas sanguinarias a los cristianos de la época de Jesucristo y
del paso de los hechos históricos y trascendentales la humanidad,
como la caída de su imperio.

Una brisa cálida recorría sus pasajes como un fantasma


susurrante y el aroma a cerveza y tabaco que emanaban de una
taberna cercana ubicada en la plaza central, llena de esculturas
magistrales, como un gran museo al aire libre, me sedujo a entrar.

En el interior, el ambiente bohemio contrastaba con el silencio


exterior, un murmullo ininterrumpido de risas, gritos, cantos,
conversaciones alegres, en su lengua, inundaban el lugar. La
densa capa de humo se suspendía en el aire como un manto
gris, y una canción de Eros Ramazzotti, que amenizaba el lugar,
me hicieron comprender que ya no era la ciudad de antaño, sino

126 · Cuentos de Cárcel


Mención Honrosa
que de ese tiempo sólo queda el cuerpo inerte de sus ruinas, y el
desarrollo y la modernidad del tiempo asecha a la mística urbe
llena de gloria y majestuosidad, que pronto caería nuevamente
como lo césares de la época.

Me aproximé a una pequeña terraza, a un costado de la barra


que daba a un jardín y me senté frente a una hermosa vista, la luna
llena yacía en lo alto de la noche e iluminaba la famosa Catedral de
San Pedro con su arquitectura magistral, hecha por artistas llenos de
inspiración sublime. Miré hacia el mar de personas que disfrutaban
de sus tragos y alegres conversaciones, pedí una cerveza al mozo
que me miraba desconcertado tratando de entender mi precario
italiano, y que luego de un conjunto de muecas y señas, por fin
me entendió. Se perdió en medio de la multitud y en un par de
minutos reapareció en la terraza con un gigante jarro de líquido
amarillo espumante y helado. Disfruté cada trago de aquel brebaje
mientras contemplaba aquella ciudad dormida, y pensé. ¿Nuestro
legado será tan glorioso para nuestros hijos cómo lo fue Roma
para nosotros? Sólo nuestros actos darán cuenta de ello…

¡Ya a la cuenta!, ¡a sus celdas! ¡Usted, yaaaaa, déjese de ver esa


revista de viajes y pase a la cuenta! 1, Ramírez, 2 Cerda, 3 González,
5 Mardones, 6 Cubillos, 7, 8 Colorín, 9 Colorado y 10, este cuento
se a acabado.

Cuentos de Cárcel · 127


128 · Cuentos de Cárcel
Índice

Presentación..................................................................................................................3
Panorama de Santiago Sur...................................................................................... 6
EL COLUDO Y EL BARBUDO ....................................................................................9
CARLOTO..................................................................................................................... 12
HUMANO II (POR FIN LIBRE).................................................................................. 14
QUE LARGA LA ESPERA.......................................................................................... 16
Panorama de Santiago Sur....................................................................................18
PASEANDO CERCA DEL MAR CON ANDREITA................................................ 21
LOS AMORES DE MARÍA......................................................................................... 25
COMO DIJO EL BÚHO.............................................................................................. 27
AMOR HELADO......................................................................................................... 31
Panorama de San Miguel.......................................................................................33
FATAL ENCUENTRO.................................................................................................. 35
NO TE ALEJES............................................................................................................. 38
AMOR DE FAMILIA.................................................................................................... 39
EL TESORO................................................................................................................... 46
Panorama de Colina II.............................................................................................49
LAS FIESTAS PATRIAS............................................................................................... 51
LA SILLA MÁGICA..................................................................................................... 52
VÍSPERAS DE NAVIDAD........................................................................................... 54
Panorama del Centro Penitenciario Femenino.................................................57
EL CASTILLO............................................................................................................... 61
Y CUANDO DESPERTÉ, ELLA ESTABA AHÍ......................................................... 64

Cuentos de Cárcel · 129


DE MI VENTANA SE VE LA CALLE......................................................................... 66
MUEBLERÍA VIRTUAL............................................................................................... 69
EL MECHAS DE CLAVOS......................................................................................... 71
Panorama de Buin....................................................................................................74
RÍO DE DOLORES...................................................................................................... 77
MIS MANOS................................................................................................................ 80
HEMOS LLEGADO A LA ÚLTIMA ESTACIÓN..................................................... 82
DULCES SUEÑOS EN EL LUGAR DE LAS PESADILLAS................................... 84
Panorama de las Damas del Ep de Rancagua..................................................87
LA NOCHE................................................................................................................... 89
DESDE LA CORNISA................................................................................................. 90
LA NIÑA........................................................................................................................ 92
DEL PERRO PACHUCO............................................................................................. 95
Panorama de Colina I..............................................................................................97
FITO............................................................................................................................... 99
CARPE DIEM..............................................................................................................102
EL PAYA Y PACA........................................................................................................105
EL CONDE..................................................................................................................107
Panorama de Talagante...................................................................................... 110
PIEDRA DE LA MUERTE.........................................................................................113
LA TARJETA................................................................................................................115
RECOMPENSA..........................................................................................................117
Panorama de los Varones del Ep de Rancagua.............................................. 119
EL DÍA QUE ALCANCÉ LA FAMA........................................................................121
MANOS CON CACA: PENSAMIENTOS DEL MANOS CON CACA..............123
ROMA..........................................................................................................................126

130 · Cuentos de Cárcel

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