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MITOLOGÍA Y EL ÁRBOL

DE DIANA
Acercamiento al mito clásico para analizar la obra de Alejandra Pizarnik

KOZACHUK, YÉSICA NOELIA


Literatura Argentina III. Escuela de Letras. FFYH. UNC.
Literatura Argentina III Mitología y el Árbol de Diana Kozachuk, Yésica Noelia

Árbol de Diana es una de las obras más representativas de Alejandra Pizarnik. Sin
adentrarnos de lleno al contenido, en una primera lectura del título, podemos ver una clara
referencia hacia el mundo clásico, más específicamente, una alusión al mito de Diana. Es mi
intensión en este trabajo mostrar algunas marcas que nos permiten leer estos poemas en
relación directa con el mito.
En primer lugar, cabe destacar quién era Diana dentro de la mitología greco-latina. En
su diccionario, Pierre Grimal caracteriza a esta diosa como “virgen, eternamente joven,
prototipo de la doncella arisca…”. Además, es vengativa, “protectora de las Amazonas,
guerreras y cazadoras como ella, y como ella, independientes del yugo del hombre” 1. Se ha
asociado muchas veces esta descripción directamente a la figura de Alejandra Pizarnik
haciendo alusión a su vida personal, alejada de las relaciones amorosas, vista como una
“doncella arisca”, tendiente a parecer más un hombre en su manera de vestir que a una mujer.
Pero al indagar más en el mito creo que podemos encontrar muchas más coincidencias y
puntos de contacto.
Según el mito, Leto estaba embarazada de Ártemis y de su hermano gemelo, Apolo.
El padre era Zeus y esto causó serios celos en Hera, su esposa. Por esto, la mujer del dios de
los dioses había prohibido que la tierra le brinde lugar a Leto para que dé a luz. Ningún rincón
se atrevió a ir en contra de Hera, por lo que la futura madre anduvo errante buscando un lugar
donde tener a sus hijos. El único sitio que consiguió fue una isla insignificante, estéril y
flotante. Allí, “al pie de una palmera, el único árbol de la isla (…) Leto se arrodilló (…) y dio
a luz primero a Ártemis y, después, con ayuda de ésta, a Apolo” 2. Esto me parece que es muy
significativo, ya que el título no sólo refiere a Diana, sino al árbol. Podemos pensar que ese
árbol es el que vio nacer a los gemelos. Allí, en una isla desierta, la palmera fue el único
testigo del nacimiento de Diana y de Apolo. Fue ahí donde dio a luz a su gemelo, a su Otro.
Podemos leer el primer poema del libro como una apertura, contando este mito:
He dado el salto de mí al alba.
He dejado mi cuerpo junto a la luz
Y he cantado la tristeza del que nace
El “salto al alba” está hablando, creo yo, del nacimiento de Diana. En el segundo verso, en
cambio, nos habla del momento en que ella hace a un lado su propia vida, siendo aún recién
nacida toma una actitud activa y ayuda a traer al mundo a su otro. “He cantado la tristeza del
que nace” nos dice. Ese que está naciendo es Apolo. Diana, la diosa, no tiene las
1
Grimal, Pierre. Diccionario de mitología griega y romana, Bueno Aires: Paidós, 2010. Página 53
2
Ídem. Página 35

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Literatura Argentina III Mitología y el Árbol de Diana Kozachuk, Yésica Noelia

características de las diosas más reconocidas y adoradas. A ella le rinden culto en las zonas
agrestes de Grecia, en las zonas montañosas. Sus cualidades físicas tampoco responden a los
parámetros de belleza de las divinidades, así como tampoco sus habilidades y preferencias.
Por el contrario, Apolo es uno de los dioses más alabados. De gran belleza, lo que le
proporciona muchas mujeres y hombres, muchas relaciones amorosas. Incluso uno de los
emperadores de Roma, Augusto, lo adopta como protector personal. Creo que es posible ver
en este par de gemelos a “Alejandra Pizarnik persona” que no encaja en los parámetros de
mujer de la época, tal como le ocurre a Diana; y a “Alejandra escritora”, capaz de estar a la
altura de los grandes escritores masculinos, de gran belleza estética, con mucho talento,
perfección e innovación. Alejandra mujer se hace a un lado para dar a luz a Alejandra
escritora. Quizás el poema resalte al final la “tristeza” del que nace porque ella no puede ser
simplemente Apolo, no puede ser solamente eso que está naciendo. Es también Diana.
Las referencias al mito no se agotan en esta instancia. El poema 26 dice:
cuando el palacio de la noche
encienda su hermosura
pulsaremos los espejos
hasta que nuestros rostros canten como ídolos
Si seguimos la línea que vengo trabajando, si retomamos el mito, Pierre Grimal nos cuenta
que “los antiguos interpretaron ya a Ártemis como personificación de la Luna que anda
errante por las montañas. Su hermano Apolo era también considerado generalmente como
personificación del Sol”3. En la noche brilla la Luna, pero no lo hace por sí misma, sino por la
luz que le irradia el Sol, como si fuera un espejo que refleja su brillo. Así Apolo ilumina a
Diana. Así, en el momento de mayor oscuridad (¿en el momento de la muerte de Alejandra
Pizarnik tal vez?) la escritora logró hacer brillar a la persona; quizás recién ahí, gracias a la
obra, a los escritos, se le dio a la mujer el reconocimiento que merecía.
Por último, quisiera tomar el poema 37:
más allá de cualquier zona prohibida
hay un espejo para nuestra triste transparencia
La “zona prohibida” puede representar la prohibición de Hera hacia Leto con respecto al lugar
para dar a luz. Si hay algo prohibido tiene que haber, necesariamente, alguien que prohíbe.
Podemos interpretar que la sociedad en la que estaba inserta Alejandra Pizarnik era una
sociedad prohibitiva que no le permitía dar a luz a su otro, a la escritora, tal como a ella le
hubiera gustado. Era una sociedad con prejuicios y parámetros de los que se salía Pizarnik.
3
Grimal, Pierre. Diccionario de mitología griega y romana, Bueno Aires: Paidós, 2010. Página. 54.

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Pero, a pesar de eso, dice el poema, hay un espejo para nuestra triste transparencia. Este es el
anteúltimo poema del libro que, prácticamente, lo cierra como lo empezó, aludiendo a la
tristeza. Al comienzo era la tristeza de lo que nace. Al final es la triste transparencia. Habla de
un “nosotros”, de Diana y Apolo, de Alejandra y Alejandra, del yo y el otro. Hay un espejo,
dice, a pesar de las zonas prohibidas. Uno puede reflejarse en el otro. Pero se resalta acá la
transparencia, y la transparencia no se refleja en el espejo.
En definitiva podemos preguntarnos si este juego de las dos “Alejandras”, de la
escritora y de la mujer, no se termina al final del libro. Podemos preguntarnos si este juego
del reflejo de una en la otra no se acaba al sobresalir la “transparencia”, la imposibilidad de
reflejarse en el espejo. La mujer y escritora no son dos facetas de Pizarnik escindidas, sino
forman un todo, y la una no existe sin la otra. El libro cierra con el último poema que, tal vez,
encaja perfectamente con este análisis:
Este canto arrepentido, vigía detrás de mis poemas:
este canto me desmiente, me amordaza.
Vuelve al inicio, a la idea del canto. En todo el Árbol de Diana “ha cantado” sobre la
Alejandra escritora, sobre “lo que nace”. Pero al final es un canto “arrepentido”, un canto que
“desmiente” y “amordaza”. Cada poema del libro ha hablado sobre el desdoblamiento, pero
este final nos permite interpretar que todo el trabajo realizado en torno al yo y su otro-yo se
disuelve frente a la Alejandra transparente, a la Alejandra Pizarnik que es todo eso que
analizamos, pero que es sólo una, que no puede separar una parte de la otra. La desmiente
porque su obra, lo que correspondería únicamente a la Alejandra escritora, está llena de la
Alejandra mujer. No puede separarse. No puede ser el gran Apolo sin ser a la vez Diana. No
puede escribir sin tener en cuenta su propia vida, sus sentimientos, sus vivencias.
Para concluir, podemos detenernos en su poema más famoso: “Sólo un nombre”
Alejandra Alejandra
Debajo estoy yo
Alejandra
Debajo, en la raíz, en la base, no están las “dos Alejandras” que se ven en la superficie. Hay
solo una.

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Literatura Argentina III Mitología y el Árbol de Diana Kozachuk, Yésica Noelia

Bibliografía
Grimal, Pierre. Diccionario de mitología griega y romana, Bueno Aires: Paidós, 2010
Pizarnik, Alejandra. Poesía completa. Barcelona: Lumen, 2002

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