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CASO NIÑOS DE LA CALLE (VILLAGRÁN MORALES Y OTROS) VS.

GUATEMALA, EN RELACIÓN AL DERECHO A LA VIDA.

En el presente caso se imputa la responsabilidad del estado de Guatemala en la


violación del Artículo 4 (vida) de la convención americana de derechos humanos en
relación con el articulo 1.1 de la misma:
Al respecto, el caso nos narra una situación dramática acaecida por los “niños de la
calle”, población vulnerable en situación precaria de muy temprana edad, a los cuales el
estado guatemalteco no brindaba la más mínima ayuda e incluso alentaba su vejación
por parte de las fuerzas de seguridad publica brindando una esfera de impunidad, lo cual
hacia que su ya vulnerable situación fuese más precaria aún.
Es en este contexto que se da el secuestro y asesinato de cuatro muchachos, de los
cuales 2 eran menores de edad y el posterior asesinato a sangre fría de un 5to, los cuales
eran constantemente víctimas de amenaza, además de ello que el actuar es imputable a
la policía que sistemáticamente había venido actuando de la misma forma con total
impunidad, evidencia de aquello es que todo lo acontecido en el presente se hizo a la luz
del día, sin mecanismos de camuflaje alguno y utilizando herramientas propias de su
labor estatal (armas, vehículos,etc) además de la amenaza directa a los testigos y demás
actos, dado que de lo recogido y de las evidencias recabadas, se puede deducir que el
estado de Guatemala permitía y alentaba dichas practicas lo cual salta de manifiesto al
comprobarse que las investigaciones que se llevaban a cabo en los fueros internos no
arrojaban resultados mas que bagos y no se procedía con la búsqueda, investigación ni
punición a los responsables ni se reparaba a las víctimas.
En el desarrollo de la corte frente a estos sucesos podemos apreciar un matiz muy
importante, pues se delimita no solo la expresa obligación de los estados a no violar los
derechos en forma activa (obligación de no hacer) al respecto del derecho a la vida, si
no el deber de garantía que con ello debería estar siempre acompañado, es así que señala
que se debe ir mas allá del simple no hacer, se debe garantizar estándares mínimos de
vida, reconociendo además que la vida es un derecho fundante, de ius cogens y de una
trascendencia tal que sin el respeto de la misma no se puede hablar de más derechos,
citando en este trámite a el Comité de Derechos Humanos en lo extensible a la
obligación positiva de los estado para con el derecho a la vida:
“La protección contra la privación arbitraria de la vida, que es explícitamente exigida por el tercer párrafo del
artículo 6.1 [del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos] es de suprema importancia. El Comité
considera que los Estados Partes deben tomar medidas no sólo para prevenir y castigar la privación de la vida
[causada por] actos criminales sino también para prevenir los homicidios arbitrarios [cometidos por] sus propias
fuerzas de seguridad. La privación de la vida por autoridades del Estado es una cuestión de suma gravedad. En
consecuencia, [el Estado] debe controlar y limitar estrictamente las circunstancias en las cuales [una persona]
puede ser privada de su vida por tales autoridades”

Llegando a establecer con esta sentencia la doble naturaleza de la protección al derecho


a la vida, así como su reconocimiento como norma fundante, ius cogens internacional y
aperturando a partir de aquí una visión mucho mas amplia de lo que salvaguarda del
derecho “significaría”.
PUEBLO DE SARAMAKA VS. SURINAM

Los hechos que se nos presentan giran en torno al pueblo de Saramaka, donde sus
miembros son parte de un pueblo tribal con características culturales particulares debido
a que son descendientes de esclavos africanos que llegaron a Surinam durante la
colonización y son dueños de una entidad conformada por una compleja red de
relaciones con la tierra y las estructuras familiares, dicha ocupación del territorio de los
Saramaka data de comienzos del Siglo XVIII, tiempo que abala su constante
permanencia en el lugar.

Por otra parte tenemos al Estado de Surinam, que como se sabe es propietario de los
territorios y recursos ocupados y utilizados por el Pueblo Saramaka; pero por
aprobación tácita del Estado, éste ha obtenido cierto grado de autonomía para gobernar
sus tierras, territorios y recursos. No obstante, durante un largo período, el Gobierno de
Surinam (o sucesivos gobiernos) permitieron la deforestación de vastos territorios,
facilitando el acceso de empresas madereras y mineras (especialmente para la
explotación de la bauxita) en la zona del Rio Suriname Superior, en perjuicio de la
población indígena, incluidos los Saramaka. Cabe menciona que las autorizaciones para
esos proyectos extractivos se otorgaron sin consulta previa, desconociendo la propiedad
colectiva de los territorios, y dando lugar a la destrucción de sus bosques y al daño del
medio ambiente.

Es así que el pueblo de Saramaka al carecer de un estatuto jurídico en Surinam, éste no


era elegible para recibir títulos comunales en nombre de la comunidad o de otra entidad
colectiva tradicional que posea la tierra. A pesar de haber solicitado que se establezca o
reconozca un título de propiedad sobre sus territorios, el Estado no realizó mayores
acciones para ello. 

Sin embargo, el pueblo Saramaka llevó el caso a la Comisión Interamericana de


Derechos Humanos, y en el año 2007 la CIDH dictaminó a favor de éstos lo siguiente:

“Los pueblos tribales [como el pueblo Saramaka] comparten características sociales,


culturales y económicas distintivas, incluyendo la relación especial con sus territorios
ancestrales, por lo que requiere medidas especiales conforme al derecho internacional
de los derechos humanos a fin de garantizar su supervivencia física y cultural. La
vinculación con el territorio, así no sea milenaria, es el rasgo distintivo que convierte
al grupo en sujeto de los derechos sobre un territorio ocupado pero no titulado, igual
que en el caso de los pueblos indígenas que han ocupado ancestralmente la tierra.”

Finalmente la CIDH, adoptó una interpretación respecto al reconocimiento de la


personalidad jurídica de los pueblos mencionando que:

La Corte considera que el derecho a que el Estado reconozca su personalidad 


jurídica  es una de las medidas  especiales que se debe proporcionar a los grupos
indígenas y tribales a fin de  garantizar que éstos puedan gozar de sus territorios según
sus  tradiciones.  Ésta es la consecuencia  natural del reconocimiento del derecho que
tienen los miembros de los grupos  indígenas y tribales a gozar de ciertos derechos de
forma comunitaria.
Llegando a la conclusión que el pueblo Saramaka es una entidad tribal distintiva que se 
encuentra en una situación de vulnerabilidad, tanto respecto del Estado así  como de
terceras partes privadas (mineras), en tanto que carecen de capacidad  jurídica para
gozar, colectivamente, del  derecho a la propiedad y para reclamar la presunta violación
de dicho derecho  ante los tribunales internos. La Corte considera que el Estado debe
reconocer a  los integrantes del pueblo Saramaka dicha capacidad para ejercer
plenamente  estos derechos de manera colectiva.
CASO ARTAVIA MURILLO VS EL ESTADO DE COSTA RICA

En el presente caso se imputa la responsabilidad del estado de COSTA RICA en


relación a los derechos de Artículo 1 (Obligación de respetar los derechos.) , Artículo 11
(Derecho a la honra y dignidad) , Artículo 2 (Deber de adoptar disposiciones de derecho
interno) , Artículo 24 (Igualdad ante la ley) , Artículo 25 (Protección Judicial) , Artículo
27 (Protección a la familia) , Artículo 4 (Derecho a la vida) , Artículo 5 (Derecho a la
Integridad Personal) , Artículo 7 (Derecho a la libertad personal) , Artículo 8 (Garantías
Judiciales).
Los hechos que motivaron la presente sentencia son los siguientes:
La declaración de inconstitucionalidad por parte de la sala constitucional de la corte
suprema del Decreto Ejecutivo No. 24029-S de 3 de febrero de 1995, emitido por el
Ministerio de Salud, el cual autorizaba la práctica de la fecundación in vitro (FIV) para
parejas conyugales y regulaba su ejecución, la misma que al momento de quedar
apartada del ordenamiento constitucional afecto los derechos de las siguientes personas:
Grettel Artavia Murillo, Miguel Mejías Carballo, Andrea Bianchi Bruna, Germán
Alberto Moreno Valencia, Ana Cristina Castillo León, Enrique Acuña Cartín, Ileana
Henchoz Bolaños, Miguel Antonio Yamuni Zeledón, Claudia María Carro Maklouf,
Víktor Hugo Sanabria León, Karen Espinoza Vindas, Héctor Jiménez Acuña, Maria del
Socorro Calderón Porras, Joaquinita Arroyo Fonseca, Geovanni Antonio Vega, Carlos
E. Vargas Solórzano, Julieta González Ledezma y Oriéster Rojas Carranza.
En relación al derecho de libertad personal es un hito el establecimiento de una visión
amplia del mismo pues no solo se entenderá como el hecho de no ser privado de la
libertad “física” si no también:
“constituye el derecho de toda persona de organizar, con arreglo a la ley, su vida individual y
social conforme a sus propias opciones y convicciones.”1

Es así que se establece a partir de este razonamiento la violación del derecho a la


libertad personal el hecho limitar la autodeterminación de ser madres y padres de los
agraviados y además de establecer que la limitación de tal derecho en referencia al de la
vida no se entendería de tal manera pues la corte estableció previamente que la
autonomía privada comprende también la autonomía reproductiva y el acceso
mecanismos eficaces para concretar tal deseo, que como parte de la libertad personal (al
ser expresión de personalidad individual de cada individuo).

1
Cfr. Artavia Murillo vs Costa Rica. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 28
de noviembre de 2012, párr. 142,

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