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Édgar Ricardo Reyes Gutiérrez

Falsedad: producto de la imaginación.


I. Introducción.

Dentro de este trabajo se pretende remarcar cómo es que la representación o

imaginación juega un papel decisivo en la formación de las capacidades cognitivas del

hombre, por cuanto ésta es la que posibilita la formación de la memoria, el lenguaje, la

imaginación, el conocimiento de los cuerpos exteriores, signos y nociones tanto

comunes como universales. Así como también es causa de la falsedad. Todo ello

tomando como base lo planteado por Baruj Spinoza dentro de su Ética.

Se trata entonces de hacer notar cuáles son las relaciones existentes entre la

formación de la memoria y del lenguaje, entre la generación de vestigios en el cerebro y

la imaginación de los cuerpos exteriores, entre la formación de signos y las nociones

universales; diferencia entre nociones comunes y nociones universales y en qué sentido

la imaginación es causa de falsedad.

Se pretende mostrar cómo es que dentro de la epistemología de Spinoza el único

responsable de crear conocimiento, ya sea falso o verdadero, es el hombre. Por cuanto

éste se ve afectado por múltiples cuerpos y su uso adecuado de las ideas es lo que le

permite crear tal conocimiento; adecuando sus ideas a las ideas de Dios, y no creyendo

que las cosas se han hecho para que él disponga de ellas como mejor le plazca. Sirva

entonces lo anterior para dar inicio a la exposición de lo planteado por Spinoza en su

Ética demostrada según el orden geométrico.

2
II. Generación de vestigios en el cerebro y la imaginación de los cuerpos exteriores.

La imaginación puede ser entendida, para Spinoza, como la representación de los

cuerpos exteriores como presentes, aún cuando lo representado ya no exista o ya no se

halle presente. Representación, es, por tanto, la vuelta de la presencia de los objetos. En

palabras de Spinoza: “El alma podrá contemplar, como si estuvieran presentes, los

cuerpos exteriores por los que el cuerpo humano ha sido afectado una vez, aún cuando

no existan ni están presentes”1. Sin embargo, en un sentido más amplio, la imaginación

puede ser entendida como lo que percibimos de los objetos con nuestros aparatos

perceptuales, esto es, la imagen que se forma en nosotros que se encuentra mediada por

nuestra propia composición física. Es, por tanto, pura experiencia sensible que hace que

no se conozca al objeto en sí mismo, sino únicamente la imagen de éste.

Ahora bien, si no podemos conocer sino la mera imagen de los objetos, sin poder

aprehenderlos, ¿cómo es que la imagen que éstos objetos no es distinta cada vez que los

vemos? ¿Cómo es qué se sabe que es el mismo objeto basándose sólo en la imagen, y

ésta puede cambiar? La respuesta es que la experiencia humana sensible se da por

choques de los cuerpos exteriores con el cuerpo humano. El choque constante de los

cuerpos exteriores deja, finalmente, en el cerebro, ciertas impresiones que tienen clara

correspondencia con el objeto externo; es el vestigio del objeto en el cerebro.2

Así, la relación entre la imaginación y los vestigios del cerebro, por cuanto éstos

son lo que posibilita el uso de la razón e intuición, es de dependencia. Pues el

conocimiento se construye desde el entorno en el que vive la persona.

1
E2P17C
2
Como se puede apreciar en E2P13S P5. Sin embargo, en sentido estricto, Spinoza
plantea que la sangre es determinada, por el choque de los cuerpos exteriores, a ir
al cerebro a imprimir los vestigios,

3
En otro sentido, la ya mencionada relación es la que permite discernir lo

verdadero de lo falso, ya que, aunque las representaciones no sean por sí mismas falsas;

pues el hombre, al decir que lo que percibe es tal como lo ve3, cae en una idea

inadecuada del objeto, el vestigio que permanece en su cerebro le permite recordar que

el objeto del que emite un juicio no es adecuado, si no corresponde con lo que la razón

le dice que es, y no con lo que la percepción le muestra.

Así, si la imaginación es unipersonal, es lo que hace que los hombres difieran

entre sí, y no exclusivamente por sus estados de reposo y movimiento, sino por su

capacidad perceptual. La imaginación es, entonces, también, la afirmación de los

cuerpos por cuanto estos pueden ser experimentados sensiblemente; imaginación es

tanto re-presentación, como sensibilidad, en cuanto a percepciones se refiere.

III. Proceso de formación de la memoria y del lenguaje.

La memoria tiene que ver con la imaginación tanto como con el ordenamiento de las

asociaciones que tenemos, pues la asociación de imágenes es parte de la imaginación.

Tal asociación de imágenes se da por el principio de asociación 4, el cual implica que

cuando se observa una imagen acompañada de otra, luego, al imaginar una, se

imaginarán las dos. Es la asociación de los objetos según la experiencia propia. Pues,

“la concatenación es tan sólo de aquellas ideas que implican la naturaleza de aquellas

ideas que implican la naturaleza de las cosas que están fuera del cuerpo humano, pero

no de las ideas que explican la naturaleza de esas cosas”5.

3
Por ejemplo si un hombre al poner un dedo frente sus ojos, y al percibirlo más
grande que un edificio de veinte pisos dijera que éste, el dedo, es más grande que
el segundo, el edificio. Asimismo, vid. Infra. p.3, para un desarrollo más completo de
la representación como causa de la falsedad.
4
Explicado en E2P18
5
E2P18S

4
Pero a pesar de que estas asociaciones son unipersonales, la memoria de cada

uno de los hombres comparte el principio de asociación, porque está concatenación “se

efectúa según el orden de las afecciones del cuerpo humano, a fin de distinguirla de la

concatenación de las ideas que se hace según el orden del entendimiento […] que es el

mismo en todos los hombres”6.

La memoria, así vista, parece ser una en cada hombre, lo que no permitiría la

comunicación entre los mismos; pues a pesar de compartir los mismos datos sensoriales,

cada uno recordaría lo que conforme su biografía personal ha percibido, podría nombrar

a un objeto como el quisiera, imposibilitando la comunicación. Es de esta manera que

aquí que entra el lenguaje, pero únicamente como convención, como común acuerdo

entre los hombres.

Pues las palabras son convenciones. Ya que tanto el sonido articulado como la

palabra escrita no tienen relación alguna con el objeto. Antes bien, el lenguaje se da por

la asociación de eventos dispares; por ejemplo, cuando a un niño se le señala un perro, y

se le dice que eso es un perro, el niño dirá que eso es un perro, solamente porque ha

asociado el sonido “perro” con la imagen que percibe cuando ve ese cuerpo, cuando es

afectado sensorialmente por él. Es pues, el lenguaje, asociación.

La memoria permite que el lenguaje se articule, pues el continuo

encadenamiento de dos cosas, distintas entre sí, el cuerpo y el sonido, hace que el

hombre ordene el sonido con la imagen. Así, por el principio de asociación, cuando se

diga el nombre de un objeto, se recordará la imagen; cuando se vea la imagen se

recordará el nombre. Sin que se deje de lado la biografía personal de cada hombre, pues

cada hombre, “según se ha acostumbrado a unir y concatenar las imágenes de las cosas

de tal o cual manera, pasará de un pensamiento a este o a aquel otro”7.

6
E2P18S
7
E2P18S

5
Es visible ahora, que tanto la memoria como el lenguaje guardan una relación

estrecha; pues la primera es la que permite el ordenamiento de nuestras percepciones

para crear lazos comunes con los demás hombres. El lenguaje es lo que permite que

comuniquemos esas percepciones. Y el rasgo común de ambos es la asociación; en la

memoria para formar el principio de asociación, base de la creación del lenguaje; en el

lenguaje para relacionar un sonido, una letra, con un objeto, para que aparezcan de

manera simultánea en la mente de quien los experimenta. Es el lenguaje significativo,

por cuanto un objeto que representa a otro es un signo, ya sea este visual o auditivo.

IV. Nociones comunes, nociones universales y signos.

Para explicar lo que Spinoza entiende por nociones universales se debe, antes que otra

cosa, explicar lo que son los términos trascendentales, ya que la formación de éstos es

análoga a la formación de tales nociones. Queda la definición de los términos

trascendentales en palabras del propio Spinoza:

Los términos trascendentales como ser, cosa, algo […] tienen su origen en el hecho de

que el cuerpo humano, por ser limitado, sólo es capaz de formar en él, cierto número de

imágenes […] distintas y simultáneas, ya que si se supera, estas imágenes comenzarán a

confundirse; y, si el número de imágenes que el cuerpo es capaz de formar en él en

forma simultánea y distintamente es muy superado, se confundirán unas con otras […]

cuando las imágenes se confunden totalmente en el cuerpo, también la mente imaginará

todos los cuerpos confusamente y sin distinción alguna, y los englobará, por así decirlo,

bajo un solo atributo, a saber, bajo el atributo de ser, cosa, etc.8

8
E2P40S1

6
La formación de tales términos trascendentales es, entonces, la falta de capacidad del

individuo para retener al mismo tiempo una- gran cantidad de imágenes sin quitar o

darle más atributos de lo que realmente tiene esas imágenes. El error recae nuevamente

en el hombre, en su falta de conocimiento de lo que esas imágenes realmente son. Por

tanto, la imaginación como causa de falsedad se da sólo hasta el momento en el que el

hombre decide que las cosas son tal como las ordena.

Las nociones universales, como ya se dijo, surgen de manera similar que estos

términos, pero varían en la manera en la que se forman en cada uno de los hombres,

pues “varían en cada uno en razón de de la cosa por la que el cuerpo ha sido afectado

con mayor frecuencia y que la mente imagina y recuerda con mayor facilidad. […] Y así

de las demás cosas: cada uno, según la disposición de su cuerpo, formará de ellas [de las

cosas] imágenes universales.”9 Así, la falsedad provocada por la afectación de los

cuerpos exteriores no se queda en el plano físico solamente, sino que provoca la

controversia por cuanto las nociones universales son unipersonales, haciendo que cada

persona que tiene una noción universal se halle en conflicto con otra persona que tiene

una noción universal distinta, aunque hayan sido producidas ambas por los mismos

objetos exteriores.

Se ha dicho hasta aquí que las nociones universales se forman por la afectación

sufrida por objetos exteriores, Y estas pueden ser representadas a partir de signos, estos

son ideas semejantes a las ideas que suelen ser imaginadas, pero que debido a la

frecuencia con la que afecta se vuelve personal, así, cuando se recuerda algo se piensa

en lo que representa para esa persona. A manera de ejemplo se puede pensar en una

persona vivió en la Alemania separada por el muro de Berlín, en una persona que ha

estado en prisión y en un albañil, los tres al recordar un muro, al imaginarlo, verán no

sólo el muro sino lo que significa para ellos; pues para la persona que vivió en
9
E2P40S1

7
Alemania será un signo de separación y alejamiento, para el prisionero será un signo de

soledad y enclaustramiento, mientras que para el albañil será un signo de trabajo. Es de

este modo que las nociones universales que cada persona tiene se ven afectadas y son

formadas no sólo por los objetos externos, sino también, y tal en mayor medida, por lo

que significa para que las hace. Siendo, de nueva cuenta el intelecto humano el

responsable de la formación de tal falsedad, al no poder discernir entre el objeto se

presenta y entre lo que a le re-presenta le significa.

Por último se han de considerar las nociones comunes, pues hay algo “que es

común a todas las cosas […] y que está igualmente en la parte y en el todo [y] no

constituye la esencia de ninguna cosa singular.”10 Así, lo que se halla en todas las partes

debe ser percibido por el intelecto como adecuado, pues en los hombres existen estas

ideas comunes y por tanto son percibidas por todos los hombres de la misma manera,

esto es, clara y distintamente. Constituyendo de esta forma la base de la razón del

hombre, pues el uso de las nociones comunes produce ideas adecuadas solamente, ideas

que no se dan ni en la finitud ni en la contingencia humana, sino que, antes bien, sin

vistas desde lo necesario y eterno que es la idea adecuada de Dios.

V. Imaginación como causa de falsedad.

Por sí misma, la imaginación no es causa de la falsedad, pues la segunda se da

solamente cuando el alma no tiene una idea que excluye la existencia de lo imaginado;

esto es, el alma debe pensar que lo que imagina no tiene existencia real. Lo falso es, por

tanto, el momento en el que el alma no reconoce lo imaginado como inexistente y lo

piensa como presente; la falsedad se evitaría si, “el alma, mientras imagina las cosas no

10
E2P37

8
existentes como presentes a ella, supiera a la vez que esas cosas no existen realmente,

atribuiría esta potencia de imaginar a una virtud y no a un vicio de su naturaleza.”11

Ahora bien, el error como ya se dijo, es una inadecuación de lo que es realmente

inexistente, lo inexistente debe hallarse fuera de Dios, pero esto no puede ser ya que

todo está en él. Tales inadecuaciones son únicamente inadecuaciones creadas por un

conocimiento reducido de las causas, en este caso, un desconocimiento de que lo

imaginado es mera representación y no es correspondiente con la realidad, pues su causa

se halla en la imaginación del hombre, no en el mundo real. En sentido estricto lo que

vuelve inadecuada a una imagen es el hecho de afirmar que ésta corresponde con la

realidad de manera real; esto es, cuando se dice que lo que se ve es tal cual se ve12.

Lo falso puede ser visto, entonces, ya no exclusivamente como un error del

alma, sino, también, como la ignorancia de las causas de la representación mental, en

palabras de Spinoza: “los hombres se equivocan, en cuanto piensan que son libres; y

esta opinión sólo consiste en que son conocimientos de sus acciones e ignorantes de las

causas por las que son determinados.”13 La inadecuación se da, entonces, sólo en el alma

singular de cada hombre, no en Dios, pues todas las ideas que se refieren a Dios son

verdaderas14.

Asimismo las limitaciones del hombre le hacen caer en la falsedad, pues su

mismo cuerpo humano no le permite más que tener un cierto número de imágenes, de

representaciones, antes de que las comience a confundir unas con otras; su pensamiento

es limitado y no ha de sobrepasarse. Sin embargo, al presentársele al hombre una gran

cantidad de representaciones, éste tiende a dejar de ver lo particular de cada cuerpo y

termina englobando todas las representaciones de los cuerpos bajo un mismo atributo,

11
E2P17S
12
Vid. Supra. Nota 3.
13
E2P35S
14
E2P32

9
cuando esto no es ni debe ser así. Por tanto, al ser el error enteramente humano, se debe

pensar que como tal, el error varía de persona a persona, pues cada hombre es afectado

de manera distinta por los objeto y por la representación que hace de ellos. Por

englobamientos como los anteriores es que se forman las llamadas nociones

universales, las cuales hacen que las imágenes que son posibles de ser representadas por

el hombre sean superadas, “no totalmente sin duda, pero sí hasta el punto de que el alma

no puede imaginar las pequeñas diferencias de cada una […] ni su número preciso; y de

que sólo imagina distintamente aquello en que todas coinciden.”15

Por último, por cuanto la imaginación es solamente representación, sólo a ella le

pertenecen las ideas inadecuadas y confusas, que son la causa de la falsedad. La

imaginación como conocimiento es quien posibilita la falsedad, pero también quien

posibilita la razón e intuición, pues los hombres no pueden despegarse de su biografía

personal, es decir, de su vida cotidiana.

VI. Conclusión.

Se ha hecho notar cómo es que para Spinoza la imaginación si tiene un papel importante

y decisivo en la formación del conocimiento humano, lo tiene en mayor medida por

cuanto es quien posibilita la formación de la falsedad, de la inadecuación de ideas y de

la parcialidad de los pensamientos. Pero el error no debe verse como la única

culminación de la imaginación, pues como ya se mencionó, ésta por sí misma no es ni

produce error, la formación se da por las limitaciones, físicas e intelectuales, del

hombre. Es un hecho que puede, y ha de ser, evitado, adecuando lo imaginado a la idea

adecuada de Dios.

Puesto en un ejemplo, si tengo la alucinación de ver un caimán, por sí misma la

alucinación no sería un error de la mente, lo sería sólo hasta el momento en el que yo


15
E2P40S1

10
diga que de hecho estoy viendo un caimán, y no tengo un soporte físico que apoye mi

visión. En todo caso, mi visión estaría producida por la falta de mi capacidad intelectual

para poder discernir entre lo representado y lo real. El error, recae, ya no en la

imaginación sino en la falla de mis capacidades cognitivas que se hallan, tal vez sólo

momentáneamente, ignorantes de lo que sucede a mí alrededor; en el caso de la

alucinación del caimán se podría decir que mi intelecto no conocía exhaustivamente mi

entorno, ya que si lo hubiera conocido así, no hubiera existido la posibilidad de pensar

que yo veía un caimán. 16

Se concluye entonces que la imaginación es causa de la falsedad hasta el

momento en el que se piensa que lo imaginado es falso, hasta que es visto bajo la luz de

la razón, de las nociones comunes. Pues éstas permiten ver a la imaginación como la

escalera hacia la razón; sólo la imaginación inadecuada es la que es causa de falsedad.

16
Si estoy en un lugar donde es imposible que vivan los caimanes, y mi mente
percibe uno, entonces el error radica en el hecho de que no conocía, por principio el
lugar en el que estaba, lo que posibilitaba la alucinación. Por tanto, la imaginación
no sólo depende de mi intelección sino también del entorno.

11
Bibliografía

Spinoza, B., Ética demostrada según el orden geométrico, Madrid: Trotta, 2000.

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