Apuntes sobre la jurisprudencia y la jurisdicción electorales
Héctor Rivera Estrada
David Cienfuegos Salgado
I. UNA INTRODUCCIÓN AL TEMA
El estudio de la jurisprudencia ha estado presente en la mayoría de sistemas jurídicos, tanto contemporáneos como antiguos. Para los juristas romanos, una de las cuestiones acuciantes fue la definición del concepto “jurisprudencia”. Sucesivas interpretaciones fueron perfilando el contenido de tal vocablo; en principio, se le consideró como la noticia o el conocimiento de las cosas divinas y humanas, así como la ciencia de lo justo y de lo injusto, según lo definiera Ulpiano. Esta segunda acepción, encuentra estrecha relación con la etimología de la voz, el de prudencia de lo justo. La prudencia se reconoce como virtud intelectual que permite al hombre conocer lo que debe evitar; llevada al ámbito jurídico, la prudencia aparece como una virtud que posibilita discernir lo justo de lo injusto. De ahí que la jurisprudencia implique un análisis y una disertación a fin de lograr criterios aceptados por quienes estudian el Derecho, y, en el caso de los juzgadores, se adquiera la capacidad para combinar las reglas que permitan decidir cuál es la solución justa en un caso determinado. En Roma, la gran producción de edictos pronunciados por el soberano como máxima autoridad y en quien recaía el ejercicio de la soberanía, lo obligó a crear un mecanismo que le permitiera ejercer de manera eficiente su poder. Esos edictos abarcaban un sinnúmero de materias y, en general, constituían la materialización del poder del gobernante; eran sus decisiones sobre las propiedades, los negocios y la vida de los ciudadanos romanos, así como de emigrantes y demás población. Hacia el año 129 a de C, aparece un procedimiento que permitiría concluir con la expedición arbitraria de esas disposiciones. A través de un último edicto conocido como perpetuum, podemos observar el avance que aparece con el fin de un ciclo de la formulación jurídica, caracterizado por la supremacía de la lex sobre el ius; el denominado ius honorarium, encargado a ciertos personajes públicos se convertiría en la creación judicial por excelencia, mediante la participación de los denominados juristas-magistrados quienes serían los encargados de conformarlo a través de la lex, previamente expedida y publicitada. Un primer acercamiento al principio de obligatoriedad de observancia, sino de las sentencias o fallos si de criterios de aplicabilidad de normas, puede encontrarse en los denominados edictos tralaticium, que si bien no obligaban al pretor a aplicarlos, se 2 asumen como precedentes de actuación judicial que bien podríamos considerar el nacimiento del derecho judicial o de la función legislativa en sede jurisdiccional. Las denominadas Lex Aebutia y la lex lulia indiciorum privatorum, introdujeron en el procedimiento civil de Roma una novedosa práctica a través de fórmulas expresadas mediante breves escritos que eran presentados por las partes, mismas que, de ser considerado el asunto importante, eran asistidas por juristas. En dichos escritos, las partes hacían patente su litigio; las fórmulas, se presentaban como guías o instrucciones que el magistrado mostraba al juez para que éste, a su vez, las considerará y le sirvieran de base y norma en la decisión definitiva o en su fallo; la fórmula que aportaban las partes, finalmente, en cuanto a la actuación del magistrado se refiere, era evaluada por él mismo autorizando o no el ingreso a discusión del indicium. Es importante resaltar que los denominados responsum de los juristas podrían tener no solamente el valor de la crítica calificada para hacerse de ella y tomarla como guía en la resolución de un conflicto, sino como norma establecida. La fuerza legal de los responsum de los juristas, radicaba en la aceptación que le diera el emperador, en cuanto considerara que la resolución propuesta merecía ser ratificada por él; por tales circunstancias, el responsum como tal era, por decirlo así decretado ley a través de la auctoritas principis, por lo que, lo que antes de la intervención del emperador era una propuesta de resolución, con la confirmación del soberano se volvía ley y, por lo tanto, norma con principio de obligatoriedad en su observancia a través del ius publice respondenci, derecho que, por otra parte, se concedió gracias a que los denominados contralores del emperador no lograban calificar toda la doctrina propuesta para convertirse en ley, por lo que el ius publice respondenci puede considerarse también un acto de confianza expresado hacia los juristas en lo particular, mediante el cual se emitían respuestas jurídicas en nombre del soberano, aunque el responsum fuera establecido mediante un acto ex auctoritas principis que lo convertía en ley o jurisprudencia oficial. Con Augusto tiene lugar la aparición de dos escuelas importantes de las cuales se inicia el período de la jurisprudencia clásica; los doctos en derecho fueron desplazando a los pontífices en su tarea jurisdiccional, fuera a través de las responsa o consejos emitidos de manera oral o escrita y dentro de algún proceso; fuera mediante el cavere, propio de los jurisconsultos en la actividad de negocios o por el agere como auxilio jurídico en la actividad judicial. Por lo que vemos, los edictos, responsum y el ius publice respondenci satisfacen los antecedentes del principio de obligatoriedad de las sentencias o fallos judiciales, en este caso emanados de la autoridad respectiva que se encontraba en el soberano emperador, en su doble faceta como legislador y juez e indirectamente en los juristas privilegiados, actuando como legisladores cuyas responsum eran consideradas ley. En nuestros días, la tradicional idea de que lo jurídico es un pensamiento prudencial, diferente al pensamiento filosófico y científico, ha cedido ante la aparición de otras corrientes de pensamiento, sobre todo la corriente positivista alemana que permitió la creación de un número importante de obras tendientes a considerar lo jurídico como ciencia. 3 Lo que había caracterizado al pensamiento prudencial o aporético o pensamiento por problemas, era la búsqueda de soluciones a conflictos determinados. Para tal fin, se procedía al análisis de los pormenores, mediante criterios, tópicos o conceptos, aceptados como válidos por la opinión común. I. NATURALEZA JURÍDICA DEL TÉRMINO “JURISPRUDENCIA” Por lo anterior, podemos señalar que la naturaleza jurídica del término “Jurisprudencia”, deviene desde varios puntos de vista, entre los que podemos considerar: A) La Jurisprudencia como Ciencia del Derecho. Versión ampliada del concepto, que desde una perspectiva histórica occidental tiene su desarrollo en Roma hasta la consolidación de la misma como ciencia del derecho. B) La Jurisprudencia como parte del Derecho. Asimilación del concepto como integrante o integrador del derecho visto y analizado desde la perspectiva formal como sistema jurídico. C) La Jurisprudencia y su función dentro del sistema jurídico. En el caso de México, la jurisprudencia, en sede judicial, es la interpretación de la ley, firme, reiterada y de observancia obligatoria. De ahí que, en principio, consideremos a la “jurisprudencia” como un Derecho que adquiere carácter general, abstracto, externo, coactivo y heterónomo para los tribunales que deben acatarlo. El desarrollo de la jurisprudencia en nuestro país, se encuentra vinculada con el propio del juicio de amparo y de la Suprema Corte de Justicia debido a que, a través de ese juicio constitucional la propia Corte en su carácter de máximo tribunal interpreta, integra y aplica jurisdiccionalmente los preceptos constitucionales y las leyes federales. Por lo anterior, es conveniente señalar la diferencia que existe entre la tesis jurisprudencial y la norma jurídica, basándonos en que la primera es producto del trabajo del juzgador y la segunda del legislador. Así, la Suprema Corte de Justicia ha emitido diversas tesis en las que podemos observar el criterio que comentamos: “Jurisprudencia de la Corte. La jurisprudencia de la Corte no es ni tiene propiamente los caracteres de la ley, ni respecto de ella pueden aplicarse exactamente los mismos principios, entre ellos, el de no retroactividad, porque según la Ley de Amparo, la jurisprudencia sólo es obligatoria para los jueces de distrito, pero nunca puede entenderse que tenga el carácter de ley para las partes”. La jurisprudencia en ese sentido, tiene como fuente principal a la interpretación jurídica. Como ejemplos tenemos: Interpretación y jurisprudencia. Interpretar la ley es desentrañar su sentido y por ello la jurisprudencia es una forma de interpretación judicial, la de mayor importancia, que tiene fuerza obligatoria... En síntesis: la jurisprudencia es la obligatoria interpretación y determinación del sentido de la ley, debiendo acatarse... En un afán de sostener su carácter judicial, la Corte ha sostenido que al sentar jurisprudencia no se llevan a cabo funciones legisladoras: 4 Jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia. Al sentar jurisprudencia la Suprema Corte de Justicia, en los casos que someten a su decisión, no obra como cuerpo legislador, sino únicamente como intérprete genuino de la ley, por lo cual se concreta a establecer la interpretación jurídica de los preceptos establecidos por el Poder Legislativo... En el Amparo en revisión 433/38, Pinto Vda. De Manjares Petrona, 10 de mayo de 1938, se señaló: Jurisprudencia, naturaleza. La jurisprudencia, en el fondo, consiste en la interpretación correcta y válida de la ley que necesariamente se tiene que hacer al aplicar ésta. El carácter interpretativo que contiene esta específica función de los jueces en cuanto a la construcción de jurisprudencia se refiere, si bien es cierto que el Derecho positivo debe ser respetado, también es cierto que los jueces en su labor cotidiana soportan el peso de la responsabilidad de dirimir los conflictos con base, precisamente a las normas previamente establecidas. Sin embargo, ningún sistema jurídico, hoy en día, tiene la capacidad previsora que requieren las sociedades contemporáneas. Existen problemas que las mismas normas no contemplan y que, sin embargo, el juez se encuentra obligado a dar solución; de ahí que, independientemente del carácter privado que contiene el Derecho Civil, en nuestro Código Civil Federal el artículo 18 señale un principio general aplicable a diversos aspectos del derecho Mexicano, a saber: El silencio, oscuridad o insuficiencia de la ley, no son motivo para que el juez deje de resolver alguna controversia. De esta forma, la función interpretativa que lleva a cabo el juzgador en el especial trabajo de la elaboración y sustentación de tesis jurisprudenciales, es posible cuando existen normas que son susceptibles de ser interpretadas; cuando existen lagunas en nuestro sistema jurídico, el juez lleva a cabo la labor de construir derecho; aplicar una norma al caso concreto que tiene frente de sí para resolverlo. Finalmente, el concepto “jurisprudencia” podría ser definido como la parte del derecho vigente que ha sido creada por todo órgano jurisdiccional que tenga facultades para hacerlo. III. LA JURISPRUDENCIA ELECTORAL En cuanto al tema de la jurisprudencia electoral, podemos señalar que ésta se ha conformado por una serie de características que al paso del tiempo se han modificado debido al desarrollo de la institución provista de dicha facultad constructora del derecho. De manera general, el concepto “jurisprudencia” que desarrolla la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación y que le asigna al Tribunal Electoral, no se limita a la interpretación normativa sino que se compone por sentencias no interrumpidas por otras en contrario, que sostengan el mismo criterio de aplicación, interpretación o integración. El sustento constitucional del concepto, lo encontramos en el párrafo séptimo del artículo 94, en donde se señala que la ley fijará los términos en que será obligatoria la 5 jurisprudencia que emanen de los tribunales del Poder Judicial sobre la interpretación de la Constitución, leyes y reglamentos federales o locales y tratados internacionales celebrados por México. Nos encontramos frente a una actividad de un órgano del estado que posibilita que la norma general y abstracta, se individualice; tome forma; sea aplicable a un caso concreto y a unas determinadas circunstancias. En este sentido, con la reforma Constitucional de 1996 se logra distribuir el control constitucional de las leyes, los actos y las resoluciones de las autoridades electorales, reservando el control constitucional a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a través de la facultad que le otorga el artículo 105, fracción II de la Ley Fundamental, para conocer de las acciones de inconstitucionalidad que tengan por objeto plantear la posible contradicción entre una norma de carácter general y la Constitución. Por otra parte el control constitucional de los actos y las resoluciones de los órganos electorales, queda reservado al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, y que a fin de garantizar los principios de constitucionalidad y legalidad de los actos y resoluciones de las autoridades electorales, se establecerá un Sistema de Medios de Impugnación que tendrá como objetivo dar definitividad a las etapas de los procesos electorales y garantizará la protección de los derechos políticos de los ciudadanos de votar, ser votado y de asociación en los términos del artículo 99 de la propia Constitución. En el desarrollo de la actividad de creación de jurisprudencia, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ha conocido tres épocas, a saber: A. Primera época Desde la Constitución Federal de 1824, hasta la reforma electoral de 1987, se mantuvo vigente en el país –con algunas variantes– el sistema contencioso electoral de carácter político (conocido como autocalificación), que se caracterizaba por reservar a un órgano político, como las respectivas Cámaras del Congreso o una parte de sus miembros (los llamados Colegios Electorales) la facultad de calificar la elección de los diputados o senadores y resolver las impugnaciones o conflictos que sobre las mismas se planteaban. Por otra parte, se confería al propio Congreso o, por lo general, a su Cámara de Diputados, la facultad de calificar la elección presidencial, en lo que era un sistema de heterocalificación política. El sistema descrito permaneció inalterado durante ese periodo y, en ocasiones presentó algunas variantes, como la modalidad consagrada en 1977, conforme con la cual existía un recurso de reclamación ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para impugnar la resolución del Colegio Electoral de la Cámara de Diputados respecto de la elección de alguno de sus miembros, pero la resolución de la Suprema Corte no tenía que ser obedecida forzosamente por la Cámara de Diputados, la cual emitía una decisión final inatacable, por lo continuaba siendo un contencioso electoral político. En 1987, se crea el primer Tribunal Electoral en nuestro país, al que se le denominó Tribunal de lo Contencioso Electoral y se le concibió legalmente como órgano autónomo de carácter administrativo con competencia para resolver los medios de impugnación en contra de las elecciones de diputados, senadores y la presidencial. 6 La naturaleza mixta del sistema en este periodo residía en que las resoluciones del Tribunal de lo Contencioso Electoral recaídas a los recursos presentados contra los resultados electorales podían ser modificadas libremente por los colegios electorales de las cámaras legislativas y sólo ellos estaban facultados para declarar la nulidad de alguna elección; es decir, la decisión final continuaba en manos de las fracciones de los partidos políticos en el Congreso. El Tribunal de lo Contencioso Electoral se integraba con siete magistrados numerarios y supernumerarios, designados por el Congreso de la Unión, o bien, por su Comisión Permanente durante los recesos de aquél, a propuesta de los partidos políticos que conformaban los diversos grupos parlamentarios, y tenía un carácter temporal pues sólo funcionaba durante el proceso electoral federal. En 1990 se creó el Tribunal Federal Electoral como órgano jurisdiccional autónomo, dotado de competencia para conocer, entre otros, del recurso para objetar los resultados electorales; sin embargo, la naturaleza mixta del sistema prevalecía puesto que las resoluciones recaídas a dicho recurso, eran susceptibles de ser revisadas y, en caso de que “hubiese violaciones a las reglas de admisión o valoración de pruebas, en la motivación del fallo o cuando éste fuese contrario a derecho”, podían ser modificadas por el voto de las dos terceras partes de los miembros presentes del Colegio Electoral de la Cámara respectiva. Originalmente, el Tribunal Federal Electoral se estructuró con una Sala Central de carácter permanente, integrada con cinco magistrados, y cuatro Salas Regionales de carácter temporal, pues sólo funcionaban durante el proceso electoral, conformadas por tres magistrados cada una. Los magistrados eran designados por las dos terceras partes de los miembros presentes en la Cámara de Diputados, de entre los propuestos por el Ejecutivo federal. En 1993, se fortaleció al Tribunal Federal Electoral pues se le definió constitucionalmente como “máxima autoridad jurisdiccional en materia electoral” y desapareció el llamado sistema de autocalificación al ser eliminados los Colegios Electorales de las Cámaras de Diputados y Senadores del Congreso de la Unión. No obstante, la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos seguía siendo calificada por la Cámara de Diputados, erigida en Colegio Electoral. Al efecto, también en 1993 se creó una Sala de Segunda Instancia, integrada por el Presidente del Tribunal Federal Electoral, quien la presidía, y cuatro miembros procedentes del Poder Judicial de la Federación, designados estos últimos por las dos terceras partes de la Cámara de Diputados o, en su caso, la Comisión Permanente, a propuesta del Pleno de la Suprema Corte. Esta Sala sólo conocía del recurso de reconsideración que se interponía contra las resoluciones recaídas a los recursos contra los resultados electorales, así como para impugnar la asignación de diputados por representación proporcional, otorgándose a sus resoluciones efectos definitivos e inatacables. El sistema contencioso electoral mixto, jurisdiccional y político, se mantuvo en vigor hasta 1993, tratándose de las elecciones de diputados y senadores, y hasta 1996, por lo que se refiere a la elección presidencial. De 465 resoluciones recaídas a los juicios de inconformidad resueltos por las Salas del Tribunal Federal Electoral, con motivo de irregularidades presuntamente cometidas 7 durante la jornada electoral del año de 1991, solamente cuatro de ellas fueron modificadas por los Colegios Electorales, tres en cuanto a la forma y exclusivamente una en cuanto al fondo. Lo anterior, llevó al legislador a dos conclusiones fundamentales: inoperancia y pérdida de eficacia de los Colegios Electorales y necesidad de acabar con el sistema de autocalificación de las elecciones y continuar en el de la calificación jurisdiccional con el fortalecimiento del Tribunal Federal Electoral. En esta primera época, la emisión de Jurisprudencia por parte del Tribunal, tuvo como marco legal al artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; artículos 3 y 337 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales; y artículos 79 a 85 del Reglamento Interior del Tribunal Federal Electoral, publicado en el Diario Oficial de la Federación de fecha 14 de enero de 1991. 1. Sistemas de integración POR REITERACIÓN: Los criterios fijados en las resoluciones de la Sala Central serían obligatorios, cuando se hubieren resuelto tres recursos iguales en el mismo sentido y por mayoría simple de votos, de conformidad con los artículos 337, párrafo 1, inciso a) del COFIPE y 80, inciso a) del RITFE. POR UNIFICACIÓN: Este mecanismo presentaba algunas variantes: A) Los criterios fijados en las resoluciones de la Sala Central serían obligatorios, cuando se resolvieran en contradicción de criterios sustentados por dos o más Salas del Tribunal, de acuerdo con los artículos 337, párrafo 1, inciso b) del COFIPE y 80, inciso b) del RITFE. B) La contradicción de criterios podría ser planteada por una Sala, por un magistrado de cualquier Sala o por las partes, de acuerdo con los artículos 337, párrafo 2 del COFIPE y 82, inciso a) del RITFE. C) Recibida en la Sala Central la solicitud de contradicción de criterios, el Presidente turnaría el asunto al magistrado que correspondiera, a fin de que formulara el proyecto de resolución, mismo que sería presentado a discusión en sesión pública, sustentado en los artículos 337, párrafo 3 del COFIPE y 82, inciso b) del RITFE. D) La contradicción de criterios podría plantearse en cualquier momento y el que prevaleciera sería obligatorio a partir de que se dictara, sin que pudieran modificarse los efectos de las resoluciones dictadas con anterioridad, de acuerdo con los artículos 337, párrafo 4 del COFIPE y 85 del RITFE. 2. Autoridades vinculadas a su obligatoriedad La jurisprudencia que estableciera la Sala Central, sería obligatoria para las Salas Regionales, de acuerdo con el artículo 80 del RITFE. 3. Notificación El Presidente del Tribunal Electoral notificaría a las Salas los criterios definidos por la Sala Central; asimismo, los mandaría publicar por estrados, cuando: A) Se hubieren resuelto tres recursos iguales en el mismo sentido; y B) Se resolvieran en contradicción de criterios sustentados por dos o más Salas del tribunal. 8 Asimismo, las Salas aplicarían obligatoriamente los criterios a partir del momento de su notificación, conforme lo dispuesto en su momento por los artículos 337, párrafo 5 del COFIPE; y, 81 y 82, inciso c) del RITFE. La Sala Central del Tribunal haría la publicación de los criterios obligatorios que fijara dentro de los seis meses siguientes a la conclusión de los procesos electorales federales ordinarios, según el artículo 337, párrafo 7 del COFIPE. 4. Interrupción Los criterios fijados por la Sala Central dejarían de tener carácter obligatorio, siempre que se pronunciara en contrario por mayoría de cuatro votos de los integrantes el Pleno de la Sala. En la resolución que modificaría un criterio obligatorio se expresarían las razones en que se hubiere fundado el cambio. El nuevo criterio será obligatorio si se dieran alguno de los siguientes supuestos, de conformidad con los artículos 337, párrafo 6 del COFIPE y 83 y 84 del RITFE: A) Cuando se hubieren resuelto tres recursos iguales en el mismo sentido, artículos 337, párrafo 1, inciso a) del COFIPE y 80, inciso a) del RITFE; y B) cuando se resolviera en contradicción de criterios sustentados por dos o más Salas del Tribunal, artículos 337, párrafo 1, inciso b) del COFIPE y 80, inciso b) del RITFE. B. SEGUNDA ÉPOCA La Reforma Constitucional de 1993, desaparece a los Colegios Electorales y establece un sistema de calificación mixto: administrativo y jurisdiccional, en el caso de la elección de diputados y senadores, conservando la calificación de la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, la Cámara de Diputados erigida en Colegio Electoral. En su momento, el artículo 60 de nuestra Carta Magna, estableció que el Instituto Federal Electoral, declararía la validez de las elecciones de diputados y senadores en cada uno de los distritos electorales uninominales y en cada entidad federativa; otorgaría las constancias a las fórmulas de candidatos que hubiesen obtenido mayoría de votos y haría la asignación de senadores de primera minoría de conformidad con lo dispuesto en el artículo 56 de la propia Constitución. Se precisó que el Instituto haría la declaración de validez y la asignación de diputados según el principio de representación proporcional. Para suplir la función encomendada a los Colegios Electorales, el legislador fortaleció al Tribunal Federal Electoral, con la integración de una Sala de Segunda Instancia, compuesta por cuatro miembros de la Judicatura Federal y el Presidente del propio Tribunal. Esta Segunda Instancia, tenía de conformidad con el artículo 60 de la Constitución, la facultad de revisar las resoluciones de las Salas del Tribunal Federal Electoral, recaídas a los recursos de inconformidad a través de los cuales se podían impugnar la declaración de validez, el otorgamiento de las constancias y la asignación de diputados o senadores, hechas por los órganos correspondientes del Instituto Federal Electoral. Por lo que se refiere a su tarea jurisprudencial, el tribunal tuvo como fundamento legal al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, artículos 3 y 337 y al Reglamento Interior del Tribunal Federal Electoral, publicado en el Diario Oficial de la 9 Federación de fecha 22 de diciembre de 1993 y reformado según publicación en el mismo Diario de fecha 9 de junio de 1994, artículos 125 a 134. 1. Sistemas de integración POR REITERACIÓN: A) Cuando se sustentaran en el mismo sentido en tres resoluciones, los criterios fijados por la Sala de Segunda Instancia, artículos 337, párrafo 1, inciso a) del COFIPE y 127, inciso a) del RITFE. B) Cuando se sustentaran en el mismo sentido en tres resoluciones, los criterios fijados por la Sala Central, artículos 337, párrafo 1, inciso a) del COFIPE y 128, inciso a) del RITFE. POR UNIFICACIÓN: A) Cuando la Sala de Segunda Instancia resolviera en contradicción de criterios sustentados por dos o más Salas del Tribunal, a los sustentados por la Sala Central, de acuerdo con los artículos 337, párrafo 1, inciso b) del COFIPE y 127, inciso b) del RITFE. B) Cuando la Sala Central resolviera en contradicción de criterios sustentados por dos o más Salas del Tribunal, con excepción de los sustentados por la Sala de Segunda Instancia, de conformidad con los artículos 337, párrafo 1, b) del COFIPE y 128, b) del RITFE. C) La contradicción de criterios podría ser planteada por una Sala, por un magistrado de cualquier Sala o por las partes, de acuerdo con los artículos 337, párrafo 2 del COFIPE y 130, inciso a) del RITFE. D) Recibida en la Sala Central la solicitud de contradicción de criterios, el Presidente turnaría el asunto al magistrado que correspondiera, a fin de formular el proyecto de resolución, mismo que sería presentado a discusión en sesión pública, artículos 337, párrafo 3 del COFIPE y 130, inciso c) del RITFE. 2. Autoridades vinculadas a su obligatoriedad La jurisprudencia que estableciera la Sala de Segunda Instancia sería obligatoria para ella y para las Salas Central y Regionales. Mientras que la jurisprudencia que estableciera la Sala Central, sería obligatoria para ella y las Salas Regionales, de conformidad con el artículo 126 del RITFE. 3. Notificación El Presidente del Tribunal Federal Electoral notificaría a las Salas de manera inmediata los criterios definidos por las Salas de Segunda Instancia y Central; asimismo, las publicará por estrados, cuando: A) Se sustentaran en el mismo sentido tres resoluciones; y B) Se resolvieran en contradicción de criterios sustentados por dos o más Salas del Tribunal. Asimismo, las Salas estarían obligadas a aplicar los criterios a partir del momento de su notificación, de conformidad con los artículos 337, párrafo 5 del COFIPE y 130, inciso e) del RITFE. 10 La Sala Central haría la publicación de los criterios obligatorios dentro de los seis meses siguientes a la conclusión de los procesos electorales, de conformidad con los artículos 337, párrafo 8 del COFIPE y 134 del RITFE. 4. Interrupción Los criterios fijados por la Sala Central dejarían de tener carácter obligatorio, siempre que se pronunciara en contrario por mayoría de cuatro votos de los integrantes el Pleno de la Sala. En la Resolución que modificara un criterio obligatorio se expresarían las razones en que se hubiere fundado el cambio. El nuevo criterio sería obligatorio si se diera cualquiera de los siguientes supuestos, de conformidad con los artículos 337, párrafo 6 del COFIPE y 131 del RITFE: A) Cuando los criterios fijados por las Salas de Segunda Instancia y Central, se sustentaran en el mismo sentido en tres resoluciones, artículos 337, párrafo 1, inciso a) del COFIPE y 132 del RITFE; y, B) Cuando los criterios fijados por las Salas de Segunda Instancia y Central, se resolvieran en contradicción de criterios sustentados por dos o más Salas del Tribunal, de conformidad con los artículos 337, párrafo 1, inciso b) del COFIPE y 132 del RITFE. C. TERCERA ÉPOCA Finalmente, en 1996 se crea el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en cuyo favor se confirmó la atribución de resolver, en forma definitiva e inatacable, las impugnaciones contra los resultados de las elecciones de diputados y senadores, a la vez que se le confirió a su Sala Superior la facultad de realizar, una vez resueltas, en su caso, las impugnaciones contra los resultados de la elección presidencial que se hubieran presentado, el cómputo final de la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, procediendo a formular la declaración de validez de la elección y de Presidente Electo, razón por la cual desapareció la atribución de la Cámara de Diputados sobre el particular. De acuerdo con lo previsto en la Constitución, el nuevo Tribunal Electoral es órgano especializado del Poder Judicial de la Federación y máxima autoridad jurisdiccional en la materia electoral, con la única salvedad de la acción de inconstitucionalidad en contra de leyes electorales cuya resolución es competencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. A diferencia de lo que ocurre con la mayoría de los organismos electorales especializados latinoamericanos, que son constitucionalmente autónomos respecto de los tres órganos del poder público clásicos -tal y como se concebía al antiguo Tribunal Federal Electoral-, el nuevo Tribunal Electoral pertenece al Poder Judicial de la Federación (de manera similar a lo que ocurre con la Cámara Nacional Electoral de Argentina, el Tribunal Superior Electoral de Brasil y el Tribunal Superior de Justicia Electoral de Paraguay). La transición de un sistema de carácter político que prevale-ció durante más de 175 años a otro de naturaleza jurisdiccional (con poco más de diez años, a partir del establecimiento del primer Tribunal Electoral), ha implicado un cambio en la cultura jurídica y política cuya consolidación ha avanzado rápidamente, permitiendo la conformación de un auténtico sistema de justicia electoral que garantiza la celebración de elecciones libres, auténticas y periódicas, estrictamente apegadas a la Constitución y la ley. 11 En el derecho comparado son múltiples los casos de países que, como México, han evolucionado hacia un sistema contencioso electoral jurisdiccional en el que las impugnaciones ya no se resuelven conforme al criterio de la oportunidad y la negociación política (de acuerdo con los intereses del grupo o partido político que conformaba la mayoría parlamentaria en determinado momento, ante quienes se ejercían presiones políticas para intentar una decisión favorable, llegándose a dar el caso de que se asignara alguna curul a candidatos de partidos políticos sin tener derecho a la misma), sino que en la actualidad se resuelven por un tribunal independiente y preestablecido, tercero imparcial, ajustándose a lo que establece el derecho, esto es, a los principios de constitucionalidad y legalidad (tal es el caso, por ejemplo, de Gran Bretaña a partir de 1869; Uruguay, 1924; Chile, 1925; Costa Rica, 1949; Alemania, 1949, con su antecedente de 1919; Francia, 1958, y España, 1978, con su antecedente de 1907). 1. Estructura e integración Para el ejercicio de sus atribuciones jurisdiccionales, el Tribunal Electoral funciona con una Sala Superior y, en forma desconcentrada, cinco Salas Regionales. La mayoría de los asuntos los resuelve en forma uniinstancial y sólo algunos de los medios de impugnación que pueden interponerse contra los resultados electorales se resuelven biinstancialmente. La Sala Superior se integra con siete magistrados electos para un periodo de diez años improrrogables y es la única de carácter permanente, cuya sede es el Distrito Federal. Elige a su propio presidente, de entre sus miembros, para un periodo de cuatro años, el cual es también Presidente del Tribunal Electoral. Para sesionar válidamente requiere un quórum de cuatro magistrados, salvo para hacer la declaración de validez y de Presidente Electo de los Estados Unidos Mexicanos, que exige la presencia de seis miembros. Para resolver los asuntos que se presentan, basta el voto de la mayoría simple de sus integrantes (en caso de empate, el presidente tiene voto de calidad), salvo que legalmente se prevea una mayoría calificada (vgr. para interrumpir una jurisprudencia y que deje de tener carácter obligatorio se exige, cuando menos, cinco votos). Las Salas Regionales se integran con tres magistrados electos para un periodo de ocho años improrrogables, salvo que sean promovidos a cargos superiores, y sólo funcionan jurisdiccionalmente durante el proceso electoral federal. Su sede es la ciudad designada como cabecera de cada una de las cinco circunscripciones plurinominales en que se divide el país (Guadalajara, en el caso de la primera circunscripción; Monterrey, en la segunda; en la tercera, Xalapa; Distrito Federal, en la cuarta, y Toluca, en la quinta). Cada Sala Regional elige a su presidente, de entre sus miembros, para cada proceso electoral en que deban funcionar. Para sesionar se requiere la presencia de los tres magistrados (la ausencia temporal de alguno, no mayor de treinta días, se suple por el Secretario General o, en su caso, el secretario de mayor antigüedad). Tanto los magistrados de la Sala Superior como los de las Salas Regionales son elegidos por el voto de las dos terceras partes de los miembros presentes de la Cámara de Senadores o, en sus recesos, la Comisión Permanente, a propuesta en terna del 12 Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. De este modo, se eliminó la intervención que se le confería a los distintos partidos políticos (a través de sus respectivos grupos parlamentarios) o al Presidente de la República para proponer a los magistrados, como ocurría, respectivamente, en los entonces Tribunal de lo Contencioso Electoral y Tribunal Federal Electoral, constituyéndose en el procedimiento de designación más complejo y dificultado que el requerido para cualquier otro de los órganos previstos constitucionalmente. Para la elección de los primeros y actuales magistrados del Tribunal Electoral, se estableció que sería necesario el voto de las tres cuartas partes de la Cámara de Senadores (a fin de requerir el consenso de diversos partidos políticos), si bien en la práctica todos fueron elegidos por unanimidad. Además de los requisitos relativos a su idoneidad e imparcialidad, los magistrados electorales integrantes de la Sala Superior deben satisfacer, cuando menos, los mismos requisitos exigidos para ser ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en tanto que los magistrados electorales de las Salas Regionales deben satisfacer, al menos, los requisitos que se exigen para ser magistrado de Tribunal Colegiado de Circuito. Por otra parte, la administración, vigilancia, disciplina y carrera judicial del Tribunal Electoral se encuentran a cargo de su Comisión de Administración, la cual se integra con el Presidente del Tribunal Electoral, quien la preside, un magistrado de la Sala Superior designado al azar, así como tres miembros del Consejo de la Judicatura Federal. Las atribuciones del TEPJF pueden clasificarse en jurisdiccionales, administrativas y normativas: El Tribunal Electoral cuenta con atribuciones jurisdiccionales para resolver, en forma definitiva e inatacable, en los términos de la Constitución y según lo disponga la ley, los siguientes medios de impugnación (en el entendido de que, dependiendo del tipo de asunto, resuelve en única instancia o en forma biinstancial): - Las impugnaciones relativas a las elecciones federales de diputados y senadores, a través del juicio de inconformidad ante las Salas Regionales, cuyas resoluciones pueden ser impugnadas ante la Sala Superior mediante el recurso de reconsideración; - Las impugnaciones que se presenten sobre la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, que son resueltas en única instancia por la Sala Superior a través del juicio de inconformidad respectivo. - Cabe mencionar aquí que, una vez resueltas las impugnaciones que se hubieren interpuesto sobre dicha elección, la propia Sala Superior realiza el cómputo final de la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, procediendo a formular la declaración de validez de la elección y la de Presidente Electo respecto del candidato que hubiese obtenido el mayor número de votos; - Las impugnaciones respecto de los demás actos y resoluciones de los órganos del Instituto Federal Electoral, distintos a los señalados en los dos puntos anteriores, que violen normas constitucionales o legales, a través del 13 recurso de apelación que es resuelto en única instancia según la distribución de competencias prevista legalmente por la Sala Superior o la Sala Regional correspondiente; Puede afirmarse que los siguientes puntos fueron los perfiles fundamentales de la reforma constitucional y legal que se dio en 1996: - Sustituye al Tribunal Federal Electoral con la creación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. - Llevó a cabo una distribución de competencias en materia de control constitucional, tarea que había dejado pendiente las reformas anteriores y que constituía una laguna muy importante en la materia. Con esta reforma, como lo hemos señalado anteriormente, se hace posible que el control constitucional de las leyes, actos y resoluciones de las autoridades electorales se distribuya entre la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a través de la facultad que se le otorga por el artículo 105, fracción II de la Ley Fundamental, para conocer de las acciones de inconstitucionalidad que tengan por objeto plantear la posible contradicción entre una norma de carácter general y la Constitución y el Tribunal mediante el control constitucional de los actos y las resoluciones de los órganos electorales. - Se crea por primera vez en nuestro país una ley procesal en materia electoral a la que se denomina Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral. - Sustituye la calificación electoral de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos por órgano legislativo, que existió en nuestro país por más de 180 años, al reservar esta facultad por primera vez en la historia de México a un órgano jurisdiccional, precisamente el Tribunal, pues señala expresamente el artículo 99, fracción II de nuestra Ley Fundamental, que: "la Sala Superior realizará el cómputo final de la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, una vez resueltas, en su caso, las impugnaciones que se hubieren interpuesto sobre la misma, procediendo a formular la declaración de validez de la elección y la de Presidente Electo, respecto del candidato que hubiese obtenido el mayor número de votos". En la época actual, el marco legal para la construcción de jurisprudencia por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, tiene como referencia a la Constitución General de la República en sus artículos 94, párrafo séptimo y 99, párrafos quinto y sexto y en la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación (LOPJF), según reformas publicadas en el Diario Oficial de la Federación los días 22 de agosto y noviembre de 1996, respectivamente, artículos 232 a 237. De esta forma podemos señalar, de acuerdo con lo anterior, que el Tribunal Electoral constituye parte del Poder Judicial de la Federación, y que en los términos de su Ley Orgánica se fijan los términos en los que la jurisprudencia que emita deba ser obligatoria, así como la interrupción y modificación de la misma. Es importante destacar que el Tribunal, en su Quinta Sesión Pública del 12 de marzo de 1997, además de haber resuelto dos asuntos radicados en los expedientes SUP-JDC- 010/97 y SUP-RAP-008/97 referentes, el primero, al Juicio de Protección de los Derechos Político-Electorales del Ciudadano, interpuesto por el Partido de la Sociedad 14 Nacionalista y, el segundo, al Recurso de Apelación interpuesto por el Partido de la Revolución Democrática en contra del Consejo General del Instituto Federal Electoral, aprobó el inicio de la denominada Tercera Época de Jurisprudencia. La tesis de jurisprudencia que contiene el criterio que lleva la voz de “MEDIOS DE IMPUGNACIÓN. EL ERROR EN LA ELECCIÓN O DESIGNACIÓN DE LA VÍA NO DETERMINA NECESARIAMENTE SU IMPROCEDENCIA” y a la que le recae el número 1/97, inicia formalmente la tercera época de la jurisprudencia en materia electoral. Por otra parte, la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, en sus artículos 232 al 237, nos habla de la jurisprudencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, de donde derivan los siguientes rubros: 2. Órganos competentes Los órganos encargados para emitir jurisprudencia en materia electoral son: la Suprema Corte de Justicia, en el caso de resolución de tesis contradictorias y cuando resulte de la interpretación directa de la Constitución y en los casos exactamente aplicable, como lo dispone el artículo 235 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación; la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y las Salas Regionales que lo integran. 3. Contenido de la jurisprudencia En primer lugar, el artículo 94 de la Constitución señala cuál debe ser el contenido de la jurisprudencia, de ahí que, en primer lugar, deba referirse a la interpretación del orden constitucional, de las leyes, reglamentos y tratados internacionales. Sin embargo, en función de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es un órgano especializado, el ámbito del contenido debe referirse a esa materia en especial. No obstante, algunos estudiosos de la materia, han señalado la posibilidad de que el mismo Tribunal tenga atribuciones para formar jurisprudencia obligatoria con relación a otros cuerpos normativos que no se encuentran directamente relacionados con la materia electoral. Así, mencionan que esta alternativa se fundamenta en el hecho de que esas normas resulten aplicables en las sentencias de la materia, toda vez que dichas actuaciones estarían regidas por las disposiciones contenidas en el artículo 41 Constitucional, en relación con las propias finalidades de la jurisprudencia y sus alcances por lograr unificar la interpretación, integración y aplicación de las leyes, sobre la base del principio de seguridad jurídica para el gobernado. 4. Sistemas de integración POR REITERACIÓN: A) Tres sentencias no interrumpidas por otra en contrario de la Sala Superior, que sostenga el mismo criterio de aplicación, interpretación o integración de una norma de acuerdo con el artículo 232, fracción I de la LOPJF. B) Cinco sentencias no interrumpidas por otra en contrario de las Salas Regionales, ratificada por la Sala Superior, artículo 232, fracción II de la LOPJF. 15 En este caso, la Sala Regional correspondiente a través del área competente, comunicará a la Sala Superior las sentencias que contengan el criterio que se pretende sea declarado obligatorio, así como el rubro y el texto de la tesis, a fin de que la Sala Superior determine si procede fijar jurisprudencia, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 232, párrafo 2 de la LOPJF. C) Para que el criterio de jurisprudencia resulte obligatorio, se requerirá de la declaración formal de la Sala Superior, artículo 232, párrafo 4 de la LOPJF. Cabe señalar que ningún precepto legal menciona la exigencia de una mayoría especial, por lo que debe considerarse que opera el criterio de mayoría simple. Como es de observarse, el legislador, al tener en cuenta lo complejo y dinámico de la materia electoral, dispuso que fueran solamente tres las sentencias necesarias para crear jurisprudencia, en el caso de la función de la Sala Superior. POR UNIFICACIÓN: Es posible la producción con una sola resolución. A) Cuando la Sala Superior resuelva en contradicción criterios sostenidos entre dos o más Salas Regionales o entre una de éstas y la propia Sala Superior, de acuerdo con el artículo 232, fracción III de la LOPJF. Como lo mencionamos anteriormente, la Sala Superior es el órgano que decide cuándo las sentencias emitidas por las Salas son susceptibles de alcanzar la obligatoriedad general, por lo que la resolución de contradicciones que señala el presente apartado, se lleva a cabo con tesis aisladas. Así, las tesis de jurisprudencia que devengan de las Salas Regionales, no entrarán en contradicción entre ellas, debido a la intervención de la Sala Superior quien decidirá la preferencia de la tesis previamente ratificada. En caso de existir contradicción con alguna tesis de Sala Superior, esta tendrá preferencia sobre las de Salas. B) La contradicción de criterios podrá ser planteada en cualquier momento por una Sala, por un magistrado electoral de cualquier Sala o por las partes, y el criterio que prevalezca será obligatorio a partir de que se haga la declaración respectiva, sin que puedan modificarse los efectos de las sentencias dictadas con anterioridad, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 232, párrafo 3 de la LOPJF. C) Cuando en forma directa o al resolver en contradicción de criterios una Sala del Tribunal Electoral sustente una tesis sobre la inconstitucionalidad de un acto o resolución o sobre la interpretación de un precepto de la propia Constitución, y dicha tesis pueda ser contradictoria con una sostenida por las Salas o el Pleno de la Suprema Corte de Justicia, cualquiera de los ministros, de las Salas o las partes, podrán denunciar la contradicción para que el Pleno de la Suprema Corte de Justicia, en un plazo no mayor a diez días, decida de conformidad con el artículo 236 de la LOPJF. Las tesis pueden ser aisladas o de jurisprudencia; asimismo, la Suprema Corte de Justicia tiene la facultad para, al momento de resolver la contradicción emitir una distinta a las que contienden. POR REVALIDACIÓN U HOMOLOGACIÓN: 16 Con las reformas a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación del 22 de noviembre de 1996, el artículo Quinto Transitorio señala que los criterios de jurisprudencia sostenidos por las antes Sala Central y Sala de Segunda Instancia del Tribunal Federal Electoral, continuarían siendo aplicables en tanto no se opusieran a las reformas establecidas. De esa forma, para que la jurisprudencia señalada resultara obligatoria sería necesario la declaración formal que realizara la Sala Superior, es decir, aplicaría la regla que rige para los proyectos de tesis jurisprudencial presentados por las Salas. De ahí que gran parte de esa jurisprudencia de esa época se encuentre en suspenso de ser declarada formalmente por la Sala Superior, en vista a que, por criterio, se ha considerado que tal situación se dilucidará cuando se presente el momento como tema de decisión a casos concretos. 5. Autoridades vinculadas a su obligatoriedad La jurisprudencia del Tribunal Electoral será obligatoria en todos los casos: A) Para las Salas del propio Tribunal. B) Para el Instituto Federal Electoral. C) Para las autoridades electorales locales, cuando se declare jurisprudencia en asuntos relativos a derechos político-electorales de los ciudadanos o en aquellos en que se hayan impugnado actos o resoluciones de esas autoridades, en los términos previstos por la Constitución y las leyes respectivas, de acuerdo con el artículo 233 de la LOPJF. Asimismo, se señala que la jurisprudencia del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación será obligatoria para el Tribunal Electoral, cuando se refiera a la interpretación directa de un precepto de la Constitución, y en los casos en que resulte exactamente aplicable, de conformidad con el artículo 235 de la LOPJF. De ahí que sea posible identificar la jurisprudencia relativa a la Suprema Corte de Justicia y de los Tribunales Colegiados de Circuito, cuyo fundamento se encuentra en los artículos 192 a 197 de la Ley de Amparo y 10, fracción VIII y 177 a 179 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación y la jurisprudencia propiamente electoral que se encuentra en los artículos 232 al 237 de la mencionada Ley Orgánica. Existe la propuesta doctrinal de que la única jurisprudencia obligatoria del Pleno de la Suprema Corte de Justicia será aquella que emane de la resolución de las contradicciones de criterios que se presenten entre las Salas del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y el Pleno o las Salas de la Suprema Corte de Justicia, debido a que el párrafo quinto del artículo 99 de la Constitución expresa, como base de la justicia electoral, el siguiente señalamiento: “Cuando una Sala del Tribunal Electoral sustente una tesis sobre la inconstitucionalidad de algún acto o resolución o sobre la interpretación de un precepto de esta Constitución, y dicha tesis pueda ser contradictoria con una sostenida por las Salas o el Pleno de la Suprema Corte de Justicia, cualquiera de los Ministros, las Salas o las partes, podrán denunciar la contradicción, en los términos que señale la ley, para que el 17 Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación decida en definitiva cuál tesis debe prevalecer. Las resoluciones que se dicten en este supuesto no afectarán los asuntos ya resueltos” De esta manera, la interpretación literal del artículo 235 de la Ley Orgánica debe combinarse con el precepto constitucional que tiene superioridad jerárquica, por lo que el primero de los ordenamientos servirá de complemento al segundo. 6. Notificación Se prevé que hecha la declaratoria de obligatoriedad por la Sala Superior, la jurisprudencia se notificará de inmediato: A las Salas Regionales, al Instituto Federal Electoral y, en su caso, a las autoridades electorales locales. Asimismo, el Tribunal las publicará en el órgano de difusión del Tribunal, según lo dispone el artículo 232, párrafo 4 de la LOPJF. 7. Interrupción La jurisprudencia del Tribunal Electoral se interrumpirá y dejará de tener carácter obligatorio, siempre y cuando haya un pronunciamiento en contrario por mayoría de cinco votos de los miembros de la Sala Superior, como lo dispone el artículo 234 de la Ley en cuestión. En la resolución respectiva se expresarán las razones en que se funde el cambio de criterio, el cual constituirá jurisprudencia en los supuestos del artículo 232 de la LOPJF: A) Cuando la Sala Superior, en tres sentencias no interrumpidas por otra en contrario, sostenga el mismo criterio de aplicación, interpretación o integración de una norma, artículo 232, fracción I de la LOPJF. B) Cuando la Sala Superior resuelva en contradicción de criterios sostenidos entre dos o más Salas Regionales o entre éstas y la propia Sala Superior, según señala el artículo 232, fracción III de la LOPJF. 8. Acuerdo relativo a las reglas para la elaboración, envío y publicación de tesis y criterios jurisprudenciales Aunado a lo anterior, considerando la necesidad de establecer y llevar a cabo las tareas necesarias para el registro y difusión de los criterios de jurisprudencia y tesis relevantes que emitan las Salas del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, él mismo, en su sesión pública del 12 de marzo de 1997, expidió un Acuerdo relativo a las reglas para la elaboración, envío y publicación de esas tesis y criterios jurisprudenciales. Dicho Acuerdo tuvo como criterio orientador el similar número 5/1996 del Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, del 18 de noviembre de 1996. De esta forma, el Acuerdo del Tribunal Electoral se compone de doce capítulos que tratan las Denominaciones; las Reglas para la Elaboración de las Tesis Relevantes y de Jurisprudencia; el Rubro; el Texto; los Datos de Identificación de las Ejecutorias; el Procedimiento para la Aprobación y Envío de las Tesis Relevantes y de Jurisprudencia en la Sala Superior; el Procedimiento para la Aprobación y Envío de las Tesis Relevantes y de Jurisprudencia en las Salas Regionales; las Claves de Control; lo referente a la Contradicción de Tesis; las Reglas de Publicación de las Tesis; las Claves 18 de Publicación y de la Obligatoriedad de la Jurisprudencia del Tribunal Federal Electoral. Comentemos solamente algunos puntos: 1. En las Reglas para la Elaboración de las Tesis Relevantes y de Jurisprudencia, se define a la tesis relevante como la expresión escrita, en forma abstracta, de un determinado criterio jurídico establecido para aplicar, interpretar o integrar una norma al caso concreto compuesto de rubro (enunciado gramatical que identifica al criterio contenido en la tesis) y texto. 2. Parte importante del Acuerdo lo constituye el Capítulo Noveno referente a la Contradicción de Tesis, donde se señala que dicha denuncia podrá referirse a tesis relevantes opuestas sustentadas por diferentes Salas del Tribunal; a una o más tesis relevantes que estén en contradicción con cualquier tesis de jurisprudencia o las mismas tesis jurisprudenciales que se opongan entre sí. Por su parte, la tesis de jurisprudencia por reiteración, se integra con las tesis relevantes que contienen el mismo criterio de aplicación, interpretación o integración de una norma y que hayan sido sostenidas de manera ininterrumpida por otra en contrario. 3. La jurisprudencia elaborada por el entonces Tribunal Electoral Federal, como lo habíamos señalado anteriormente es susceptible de ser considerada obligatoria a través de su revalidación u homologación mediante la propuesta que realice algún magistrado ponente, en cuyo caso deberá proponerlo en el proyecto de sentencia mismo que deberá ser votado para su aprobación. Existe también la posibilidad, como ocurre en el ámbito de la Suprema Corte de Justicia de que el Pleno de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación declare la no obligatoriedad de la jurisprudencia propuesta o que, eventualmente integre una nueva. Finalmente, existen opiniones fundadas que avalan la necesidad de que se legisle a fin de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tenga la facultad para solicitar al Pleno de la Suprema Corte de Justicia la revisión del criterio, con la finalidad de que se realicen nuevos estudios y se pondere la vigencia y eficacia de la tesis de jurisprudencia. De la misma forma, las Salas del Tribunal no tienen facultad similar para realizar dicha petición a la Sala Superior, situación que, por otra parte, las Salas de la Corte, los Tribunales Colegiados de Circuito, los Ministros y Magistrados se encuentran facultados para realizar dicha solicitud de conformidad con el artículo 197 de la Ley de Amparo. Con la nueva integración del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, a partir de 2006, se ha dado el cambio de la tercera a la cuarta época de la jurisprudencia electoral federal. IV. EL TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN Y SU FUNCIÓN JURISDICCIONAL El control de la constitucionalidad y de la legalidad de los actos electorales se encuentra, en el ámbito federal, regido por disposiciones constitucionales y por leyes federales. Ahí se prevén medios de impugnación para combatir leyes electorales que se consideren contrarias a la Constitución, a través de las acciones de 19 inconstitucionalidad, mismas que conoce la Suprema Corte de Justicia; un medio de impugnación de carácter administrativo, de la competencia de autoridades administrativo-electorales, y cinco medios de impugnación que competen al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. De esta forma, podemos señalar que, de conformidad con el artículo 99 Constitucional, el Tribunal Electoral es, con excepción de la acción de inconstitucionalidad contra leyes y normas generales electorales, competencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la máxima autoridad jurisdiccional en la materia y órgano especializado del Poder Judicial de la Federación, por lo que sus resoluciones adquieren el carácter de definitivas e inatacables. A través del sistema de medios de impugnación, como lo señala la Constitución en su artículo 41, segundo párrafo, fracción IV, se pretende: 1. Garantizar la sujeción de los actos y resoluciones de las autoridades electorales a los principios de constitucionalidad y de legalidad; 2. La definitividad de las distintas etapas de los procesos electorales; y 3. Garantizar la protección de los derechos políticos de los ciudadanos, de votar, ser votado y de asociación. La finalidad que persigue el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, es garantizar la constitucionalidad de los actos y resoluciones electorales, por lo que tiene facultades para revocar o modificar dichos actos o resoluciones cuando resulten contrarios a la norma constitucional. La inconstitucionalidad de un acto o resolución, es posible que surja por dos motivos: debido a que implique una violación directa a la Carta Magna, y porque se motive en normas inconstitucionales. En el primer caso no se ha presentado ningún problema. En el segundo sí, debido a que para declarar la inconstitucionalidad del acto o resolución es necesario examinar la constitucionalidad de la norma aplicada; situación que podría interpretarse como violatorio de lo dispuesto en el artículo 105, fracción II, de la Ley Fundamental, que dispone que «la única vía para plantear la no conformidad de las leyes electorales a la Constitución es la prevista en este artículo»; de interpretarse textualmente el texto anterior, podría apartarnos de un principio de la ley superior, en el sentido de que, cuando ninguno de los sujetos legitimados para deducir la acción de inconstitucionalidad contra una ley ejerce esa facultad, en caso de considerar que el Tribunal Electoral carece de la misma para tratar argumentos de inconstitucionalidad al conocer actos de aplicación, traería como consecuencia que algunos de ellos prevalecieran, a pesar de ser opuestos a la Constitución. De esa forma, el Tribunal Electoral no cumpliría con su función de garante de la Constitución y no se cumpliría con el principio de que todo acto y resolución electoral debe someterse al ordenamiento supremo. Para salvar esa situación, la Sala Superior resolvió, sin contrariar el artículo 105 constitucional, desaplicar preceptos de leyes secundarias en que se fundara o pudiera fundarse el acto o resolución impugnado, en el caso de considerarlos contrarios a las disposiciones de la Constitución, sin realizar 20 declaración general o particular, en los puntos resolutivos de su sentencia, sobre la inconstitucionalidad de las normas desaplicadas, sino únicamente confirmar, revocar o modificar los actos o resoluciones reclamados, es decir, ejercer un control difuso de las leyes a través de casos concretos. Por lo que se puede observar, el sistema de interpretación aplicado para tales fines, se extendió al ámbito sistemático y funcional respecto de varios artículos constitucionales que contienen las bases de la jurisdicción electoral. De ahí que, la Carta Magna exija el establecimiento de un sistema de medios de impugnación que permita garantizar los principios de constitucionalidad y legalidad de todas las leyes, actos y resoluciones electorales, por lo que, dicha competencia, se distribuye entre la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Tribunal Electoral. A la primera, sin lugar a dudas, le corresponde atender la acción de inconstitucionalidad, que tiene por objeto el control directo de la constitucionalidad de todas las leyes, incluyendo a las electorales; al segundo, se le encomienda un control indirecto, a través de los medios de impugnación, que posibiliten el análisis de la constitucionalidad de los actos y resoluciones electorales, federales y locales, debido a que el control efectivo de los actos y resoluciones sólo es posible, sin contravenir el artículo 105 constitucional, mediante la aplicabilidad del denominado control difuso. De esta forma podemos concluir que lo previsto en el artículo 105, fracción II, que establece que la única vía para plantear la no conformidad de leyes electorales a la Constitución es la prevista en ese artículo, no significa un obstáculo para que intervenga el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, debido a que, como resultado de la interpretación sistemática, se observa que lo prohibido es la aplicación de otra vía de acción directa contra las leyes, mas no el control difuso. De interpretarse el artículo en cuestión de otra forma, se rompería con el principio de integralidad del sistema de la jurisdicción electoral, para convertirlo en un sistema parcial, debido a que todos los actos y resoluciones que se atacaran a través de los medios de impugnación, fundados en disposiciones secundarias inconstitucionales, quedarían al margen del control de constitucionalidad, y sólo se podrían controlar los casos de aplicación directa de la Constitución, que serían los menos, manteniéndose al margen la supremacía constitucional. Se fortaleció lo anterior, debido a que dentro de las atribuciones del Tribunal, se encuentra la de sustentar tesis sobre la inconstitucionalidad de un acto o resolución, diversas a las de la Suprema Corte, y como consecuencia dar lugar a la denuncia de contradicción de las mismas, debido a que la hipótesis sólo se puede actualizar, en la realidad de los hechos. Así, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tiene plenitud de jurisdicción basado en el principio de que la impartición de justicia debe ser expedita, por medio de un conjunto de leyes y un proceso previamente establecidos que permitan la actuación de jueces y tribunales jurisdiccionales imparciales e independientes, que tengan por función la aplicación, interpretación e integración de las normas y los principios jurídicos a casos concretos, para solucionar litigios que son sometidos a su conocimiento en el proceso, a través de sentencias obligatorias, y susceptibles, en su caso, de ejecución coactiva. 21 Cuando denominamos “plena jurisdicción” nos referimos a que el órgano jurisdiccional que conoce el asunto decide integralmente las pretensiones y, en su caso, las defensas y excepciones interpuestas por las partes, a fin de determinar quién tiene la razón jurídica. Como en toda actividad jurisdiccional, el concepto “plena jurisdicción” se encuentra en constante prueba. Tan sólo como ejemplos, mencionemos: - Cuando aparecen resoluciones que resuelven el fondo de un asunto, el ejercicio de la plena jurisdicción resulta aplicable. Es el caso de que un Tribunal Electoral Estatal emite una decisión ilegal de fondo en un asunto de su competencia; al impugnarse dicha resolución a través del juicio de revisión constitucional, la sentencia la revocará. - El problema aparece cuando el tribunal responsable no lleva desarrolla adecuadamente el procedimiento de instrucción y desecha la demanda o decreta el sobreseimiento sin atender las pretensiones sustanciales. Si resulta fundada la revisión constitucional, se deberá determinar si el Tribunal Electoral debe sustituir al órgano jurisdiccional local, en la instrucción al medio de impugnación que conoció, y resolver el asunto de manera inatacable, o si solamente debe revocar la resolución combatida y reenviar el asunto al tribunal responsable, a fin de que éste reponga y continúe su procedimiento hasta la emisión de una nueva resolución que pueda ser impugnada en revisión constitucional. Este complejo dilema, ha tenido colofón en la TESIS DE JURISPRUDENCIA J.05/99. Tercera Época. Sala Superior. Materia Electoral. Aprobada por Unanimidad de votos, bajo el Rubro TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN. TIENE FACULTADES PARA DETERMINAR LA INAPLICABILIDAD DE LEYES SECUNDARIAS CUANDO ÉSTAS SE OPONGAN A DISPOSICIONES CONSTITUCIONALES, de donde destacan los siguientes aspectos y argumentos. 1°. De una interpretación teleológica, sistemática y funcional de los diferentes Artículos de la Constitución que contienen las bases y principios rectores de la jurisdicción electoral, deriva que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se encuentra facultado constitucionalmente para resolver los conflictos de normas que se le presenten y determinar que no se apliquen preceptos de leyes secundarias opuestas a la Constitución susceptibles de ser invocadas para fundamentar actos o resoluciones. 2°. Lo anterior con la finalidad de que esos actos o resoluciones que fueron impugnados, se aparten de cualquier norma, principio o base que no se ajuste a la Constitución, sin llegar a hacer declaraciones generales o particulares en los puntos resolutivos, sobre inconstitucionalidad de las normas desaplicadas, sino limitándose a confirmar, revocar o modificar los actos o resoluciones impugnados. 3°. Esta facultad jurisdiccional, se fundamenta en el espíritu del constituyente que, a través de las reformas constitucionales del 1996, puso de manifiesto la voluntad de establecer un sistema integral de justicia electoral que tuviera como objeto que las leyes, actos y resoluciones en materia electoral se sujetaran a la Constitución. 4°. Para los anteriores fines, el propio Poder Legislativo determinó una distribución de competencias: la Suprema Corte de Justicia conocerá de resoluciones de impugnación 22 de leyes consideradas inconstitucionales de conformidad con lo previsto por el artículo 105, fracción II de la Constitución; y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el control de la constitucionalidad de actos y resoluciones en materia electoral a través de los medios de impugnación, de conformidad con los artículos 41 fracción IV, 99 y 116 fracción IV de la Ley Fundamental. 5°. La única forma en que el Tribunal cumpla con su función constitucional, consiste en: examinar la contravención de disposiciones constitucionales que las autoridades electorales apliquen o deban aplicar directamente; y, conocer de violaciones que sustenten actos o resoluciones que deriven de leyes opuestas a la Constitución. Como se aprecia, la competencia jurisdiccional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se encuentra perfectamente establecida, con lo que posibilita su plena jurisdicción, lo que, a su vez, permite la creación del denominado Derecho Jurisprudencial. VI. LOS CRÍTICOS DE LA FUNCIÓN JURISDICCIONAL DEL TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN Algunos autores han señalado y sostenido que el Tribunal Electoral no tiene Jurisdicción Plena, sino que se encuentra en duda el alcance de sus decisiones. Estos autores parten de la idea de que no existe un completo entendimiento del denominado control constitucional debido a que no ha sido comprendida la transformación de la Suprema Corte de Justicia en Tribunal Constitucional, pues muchos de los casos se analizan de forma incorrecta al aplicar principios del juicio de amparo. De esta forma, esta corriente señala que la noción de control deriva de la existencia de límites trazados por las normas constitucionales, además de los medios conminatorios y las sanciones jurídicas. De aquí que, el control aparece cuando existe una verificación de los límites preestablecidos. Se señala que existen organismos que tienen facultades para reparar determinadas transgresiones de las normas constitucionales de manera menos vinculatoria y sin sanción, a diferencia de aquellos que tienen capacidad para “expulsar” del sistema jurídico a una norma. Los primeros, se dice, deberán considerarse como propios de la Justicia Electoral y no como órganos de control constitucional. Los artículos 41, fracción IV y 99 constitucionales, garantizan los principios de constitucionalidad y legalidad de los actos y resoluciones electorales, es decir, de aquellos que han sido emitidos por las autoridades federales y locales electorales, por lo que se debe advertir que solamente se hace referencia a los actos y resoluciones, mismos que deben considerarse como categorías dentro de las cuales no es posible hablar de disposiciones legales. El control de Constitucionalidad en materia electoral se integra con: la acción de inconstitucionalidad y los medios de impugnación electorales. Cuando hablamos de acción de inconstitucionalidad debemos tener presente que se trata de un proceso en el que se analiza la contradicción entre una norma de carácter general y la Constitución, de conformidad con lo que señala el artículo 105, fracción II. 23 En materia electoral, este mismo artículo la ubica como un tipo específico de norma general, es decir, con referencia a las leyes electorales, como lo estipula el inciso f) del mismo precepto, de ahí que esos mismos autores reconozcan que la redacción del mencionado ordenamiento se presta a confusiones. Al disponer que la única vía para plantear la no conformidad de las leyes electorales a la Constitución es la prevista en el mismo artículo, nos remite a dos vías: por una parte, a la acción de inconstitucionalidad y, por la otra, a la controversia constitucional. Cuando el artículo 99 admite que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es la máxima autoridad jurisdiccional en la materia y es el órgano especializado del Poder Judicial de la Federación, deben admitirse dudas al respecto, pues del mismo artículo se desprende que no es la máxima autoridad pues establece la salvedad de lo dispuesto por la fracción segunda del inciso f) fracción II del artículo 105 constitucional, es decir, que no es competente para analizar aspectos de inconstitucionalidad de leyes electorales. De ahí, según esta corriente de opinión, derivan varios aspectos: - el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es la máxima autoridad en lo que a legalidad y no constitucionalidad se refiere, - así como en todo aquello que no tenga el carácter de ley como serían los decretos del Poder Legislativo, reglamentos y otras disposiciones de carácter general; - su ámbito se reduce a los actos y resoluciones electorales. No obstante lo anterior, las facultades que la Constitución le ha dotado al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en materia de constitucionalidad de actos jurídicos que no son leyes, no le otorga por ese hecho la categoría de autoridad máxima en la materia, debido a que: cuando sustente una tesis sobre la constitucionalidad de actos o resoluciones electorales o sobre la interpretación de algún precepto constitucional que sea contradictoria con la sostenida por una de las salas o por el pleno de la Suprema Corte de Justicia, quien debe decidir de manera definitiva la denuncia de contradicción es el propio pleno de la Suprema Corte de Justicia, de conformidad con el artículo 99 párrafo quinto de la misma ley suprema. Asimismo, con relación a la facultad de legalidad de los actos y resoluciones de autoridades electorales, tampoco el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tiene máxima autoridad porque se encuentra sujeto a no interpretar un precepto constitucional que contradiga lo que la Suprema Corte de Justicia ha interpretado, pues esta situación desencadenaría la denuncia de contradicción de tesis que finalmente resolvería la propia Suprema Corte, lo que hace que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se asemeje a los Tribunales Colegiados de Circuito. Los que defienden esta forma de interpretar los preceptos constitucionales, señalan que, en todo caso, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación podría ser un tribunal de legalidad y no de constitucionalidad. Sin embargo, aclaran que las facultades que tiene expresamente establecidas en los artículos 41, fracción V y 99, fracción III de la Constitución, que lo presentan como un Tribunal de máxima autoridad jurisdiccional pueden llevarse a cabo sin que tengan que señalarse de manera especial, 24 pues los artículos 128 y 133 del mismo ordenamiento manifiestan, que los jueces, como todo funcionario público, se encuentran obligados a guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen, en este sentido, todo juez tiene la obligación de examinar la constitucionalidad de los actos jurídicos de los órganos jurisdiccionales. Por lo anterior, quienes se inclinan a pensar que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no tiene plena jurisdicción para resolver controversias constitucionales que versen sobre la materia electoral, señalan que, desde el punto de vista funcional como se ha comentado, el Tribunal no resuelve las controversias en forma definitiva e inatacable. Desde el punto de vista orgánico, los mismos autores mencionan que existen aspectos constitucionales que permiten interpretar una posible equiparación entre el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y la Suprema Corte de Justicia, ambos como máximas autoridades. Así señalan: - son órganos jurisdiccionales y forman parte del Poder Judicial de la Federación, como lo dispone el artículo 94 constitucional; - el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en cuanto órgano especializado, se asimila a la Suprema Corte de Justicia; - de conformidad con el artículo 99 constitucional, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tiene facultades para expedir su reglamento interior y acuerdos generales; - los magistrados que integran la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y los Ministros de la Suprema Corte de Justicia deben satisfacer los mismos requisitos con la salvedad de que los primeros duran en su encargo diez años, así como, se encuentran ambos investidos de fuero; - el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación propone su presupuesto para que se sea incluido en el del Poder Judicial Federal. No obstante estas coincidencias, los autores que le niegan jurisdicción plena al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, señalan que las anteriores características no deben considerarse de manera definitiva, debido a que existen otras que permiten distanciar la pretendida equiparación orgánica. Así: - los Magistrados electorales son designados por la Cámara de Senadores o por la Comisión Permanente en caso de receso a propuesta de la Suprema Corte de Justicia. El nombramiento de los Ministros no es posible someterlo a la consideración de la Comisión Permanente; - la administración, vigilancia y disciplina de los integrantes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, diferenciados de los magistrados de circuito y jueces de distrito, se encuentran sujetos a una comisión del Consejo de la Judicatura Federal. En el ocio de la argumentación añaden los críticos del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación una de sus más puntillosas criticas que, por otra parte, retoman de la doctrina española, a saber: 25 - el control de constitucionalidad, como se había señalado anteriormente, se compone por la acción de inconstitucionalidad y los medios de impugnación; - la acción de inconstitucionalidad, tiene como objeto de control a las normas de carácter general, es decir, leyes y los medios de impugnación, su objeto de control serán los actos y resoluciones electorales, de ahí que se permita establecer una diferencia “competencial”. - La dificultad se encuentra cuando aparecen actos y resoluciones que son susceptibles de ser controlados constitucionalmente y que tienen por finalidad resolver la contradicción entre los mismos actos y la propia Constitución. - Se trata de procesos objetivos debido a que su fin es depurar el ordenamiento jurídico cuyo examen se aleja de los tradicionales alegatos en tanto no existen intereses particulares que defender sino intereses objetivos relacionados con todo el ordenamiento jurídico. - Los particulares, salvo la excepción del juicio para la protección de los derechos político-electorales, no cuentan con legitimación debido a que no son sus derechos los que se están controvirtiendo sino el derecho objetivo. - Quienes se manifiestan a favor de esta argumentación señalan que se trata de procesos que realizan una labor de nomofilaquia, al intentar referirse a la figura clásica griega del nomofilacio, magistrado que custodiaba el registro y la observancia de las leyes. Por estas razones, se expone que no es posible concluir que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sea máxima autoridad jurisdiccional, pues ni funcional ni orgánicamente se puede demostrar que el Tribunal Electoral sea máxima autoridad jurisdiccional en la materia. Por supuesto, estas apreciaciones deben entenderse superadas con la actual regulación constitucional del Tribunal Electoral, donde se le reconoce la posibilidad de inaplicación de normas que sean consideradas inconstitucionales. VII. COMENTARIOS FINALES Quienes critican y sostienen la falta de competencia o de plena jurisdicción del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, lo hacen bajo una interpretación parcial de la función jurisdiccional que lleva a cabo, no solamente el propio Tribunal sino la Suprema Corte de Justicia de la Nación y en general todo el Poder Judicial, pues, llevando hasta los límites la búsqueda de supuestos argumentos constitucionales, podría decirse que la competencia para interpretar la Constitución se encuentra reservada, de origen, al propio Poder Legislativo. Desde el punto de vista de la interpretación denominada por la doctrina “auténtica”, es el legislador el intérprete del texto que él mismo ha promulgado, por lo que, de conformidad con el artículo 72, inciso f) de la Constitución, el Congreso de la Unión tiene facultades para interpretar, reformar o derogar leyes y decretos sin más requerimientos que observar los mismos trámites establecidos para su formación. La critica en este sentido, aplicando similar método que los críticos del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación al Poder Legislativo, pudiera encaminarse 26 a señalar que en realidad la Cámara de Senadores es menos importante que la de Diputados, debido a que esta última tiene mayores atribuciones que la primera; o que el Órgano Superior de Fiscalización no tiene plena jurisdicción debido a que la Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputados debe aprobar los procesos de fincamiento de responsabilidad, sean administrativos o resarcitorios; o que, debido a su integración política, el Poder Legislativo no legisla sino solamente ratifica las iniciativas que envía el Ejecutivo, etcétera. Lamentablemente la crítica ha encaminado sus esfuerzos a analizar aisladamente los componentes de un todo, cuando se trata de la competencia jurisdiccional de un órgano del Estado. En la interpretación legal que debe llevar a cabo el mismo Estado, a fin de que las normas del Derecho se apliquen de forma expedita y con justicia, es el órgano judicial el encargado de tal tarea y, dentro del mismo, como órgano especializado en materia electoral, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es quien tiene encomendada la labor de dilucidar aquellos actos y resoluciones de las autoridades electorales que no se ajusten a las leyes o a la misma Constitución, por lo que, esos conflictos jurídico-políticos que, por mucho tiempo se han considerado que la Suprema Corte de Justicia no debe resolver a fin de mantener su imparcialidad como suprema instancia de interpretación Constitucional y garante de la misma, hoy en día tienen un cauce para ser resueltos aplicando e interpretando la norma. Es tiempo de hacer realidad una cultura de la legalidad que avance con la cultura política de nuestra sociedad, solamente de esa forma, podremos fortalecer el sistema de partidos y electoral que demandan las nuevas generaciones.