Вы находитесь на странице: 1из 26

Apuntes sobre la jurisprudencia y la jurisdicción electorales

Héctor Rivera Estrada

David Cienfuegos Salgado

I. UNA INTRODUCCIÓN AL TEMA


El estudio de la jurisprudencia ha estado presente en la mayoría de sistemas jurídicos,
tanto contemporáneos como antiguos. Para los juristas romanos, una de las cuestiones
acuciantes fue la definición del concepto “jurisprudencia”. Sucesivas interpretaciones
fueron perfilando el contenido de tal vocablo; en principio, se le consideró como la
noticia o el conocimiento de las cosas divinas y humanas, así como la ciencia de lo
justo y de lo injusto, según lo definiera Ulpiano.
Esta segunda acepción, encuentra estrecha relación con la etimología de la voz, el de
prudencia de lo justo. La prudencia se reconoce como virtud intelectual que permite al
hombre conocer lo que debe evitar; llevada al ámbito jurídico, la prudencia aparece
como una virtud que posibilita discernir lo justo de lo injusto. De ahí que la
jurisprudencia implique un análisis y una disertación a fin de lograr criterios aceptados
por quienes estudian el Derecho, y, en el caso de los juzgadores, se adquiera la
capacidad para combinar las reglas que permitan decidir cuál es la solución justa en un
caso determinado.
En Roma, la gran producción de edictos pronunciados por el soberano como máxima
autoridad y en quien recaía el ejercicio de la soberanía, lo obligó a crear un mecanismo
que le permitiera ejercer de manera eficiente su poder. Esos edictos abarcaban un
sinnúmero de materias y, en general, constituían la materialización del poder del
gobernante; eran sus decisiones sobre las propiedades, los negocios y la vida de los
ciudadanos romanos, así como de emigrantes y demás población.
Hacia el año 129 a de C, aparece un procedimiento que permitiría concluir con la
expedición arbitraria de esas disposiciones. A través de un último edicto conocido como
perpetuum, podemos observar el avance que aparece con el fin de un ciclo de la
formulación jurídica, caracterizado por la supremacía de la lex sobre el ius; el
denominado ius honorarium, encargado a ciertos personajes públicos se convertiría en
la creación judicial por excelencia, mediante la participación de los denominados
juristas-magistrados quienes serían los encargados de conformarlo a través de la lex,
previamente expedida y publicitada.
Un primer acercamiento al principio de obligatoriedad de observancia, sino de las
sentencias o fallos si de criterios de aplicabilidad de normas, puede encontrarse en los
denominados edictos tralaticium, que si bien no obligaban al pretor a aplicarlos, se
2
asumen como precedentes de actuación judicial que bien podríamos considerar el
nacimiento del derecho judicial o de la función legislativa en sede jurisdiccional.
Las denominadas Lex Aebutia y la lex lulia indiciorum privatorum, introdujeron en el
procedimiento civil de Roma una novedosa práctica a través de fórmulas expresadas
mediante breves escritos que eran presentados por las partes, mismas que, de ser
considerado el asunto importante, eran asistidas por juristas. En dichos escritos, las
partes hacían patente su litigio; las fórmulas, se presentaban como guías o
instrucciones que el magistrado mostraba al juez para que éste, a su vez, las
considerará y le sirvieran de base y norma en la decisión definitiva o en su fallo; la
fórmula que aportaban las partes, finalmente, en cuanto a la actuación del magistrado
se refiere, era evaluada por él mismo autorizando o no el ingreso a discusión del
indicium.
Es importante resaltar que los denominados responsum de los juristas podrían tener no
solamente el valor de la crítica calificada para hacerse de ella y tomarla como guía en la
resolución de un conflicto, sino como norma establecida. La fuerza legal de los
responsum de los juristas, radicaba en la aceptación que le diera el emperador, en
cuanto considerara que la resolución propuesta merecía ser ratificada por él; por tales
circunstancias, el responsum como tal era, por decirlo así decretado ley a través de la
auctoritas principis, por lo que, lo que antes de la intervención del emperador era una
propuesta de resolución, con la confirmación del soberano se volvía ley y, por lo tanto,
norma con principio de obligatoriedad en su observancia a través del ius publice
respondenci, derecho que, por otra parte, se concedió gracias a que los denominados
contralores del emperador no lograban calificar toda la doctrina propuesta para
convertirse en ley, por lo que el ius publice respondenci puede considerarse también un
acto de confianza expresado hacia los juristas en lo particular, mediante el cual se
emitían respuestas jurídicas en nombre del soberano, aunque el responsum fuera
establecido mediante un acto ex auctoritas principis que lo convertía en ley o
jurisprudencia oficial.
Con Augusto tiene lugar la aparición de dos escuelas importantes de las cuales se inicia
el período de la jurisprudencia clásica; los doctos en derecho fueron desplazando a los
pontífices en su tarea jurisdiccional, fuera a través de las responsa o consejos emitidos
de manera oral o escrita y dentro de algún proceso; fuera mediante el cavere, propio de
los jurisconsultos en la actividad de negocios o por el agere como auxilio jurídico en la
actividad judicial.
Por lo que vemos, los edictos, responsum y el ius publice respondenci satisfacen los
antecedentes del principio de obligatoriedad de las sentencias o fallos judiciales, en
este caso emanados de la autoridad respectiva que se encontraba en el soberano
emperador, en su doble faceta como legislador y juez e indirectamente en los juristas
privilegiados, actuando como legisladores cuyas responsum eran consideradas ley.
En nuestros días, la tradicional idea de que lo jurídico es un pensamiento prudencial,
diferente al pensamiento filosófico y científico, ha cedido ante la aparición de otras
corrientes de pensamiento, sobre todo la corriente positivista alemana que permitió la
creación de un número importante de obras tendientes a considerar lo jurídico como
ciencia.
3
Lo que había caracterizado al pensamiento prudencial o aporético o pensamiento por
problemas, era la búsqueda de soluciones a conflictos determinados. Para tal fin, se
procedía al análisis de los pormenores, mediante criterios, tópicos o conceptos,
aceptados como válidos por la opinión común.
I. NATURALEZA JURÍDICA DEL TÉRMINO “JURISPRUDENCIA”
Por lo anterior, podemos señalar que la naturaleza jurídica del término “Jurisprudencia”,
deviene desde varios puntos de vista, entre los que podemos considerar:
A) La Jurisprudencia como Ciencia del Derecho. Versión ampliada del concepto, que
desde una perspectiva histórica occidental tiene su desarrollo en Roma hasta la
consolidación de la misma como ciencia del derecho.
B) La Jurisprudencia como parte del Derecho. Asimilación del concepto como integrante
o integrador del derecho visto y analizado desde la perspectiva formal como sistema
jurídico.
C) La Jurisprudencia y su función dentro del sistema jurídico.
En el caso de México, la jurisprudencia, en sede judicial, es la interpretación de la ley,
firme, reiterada y de observancia obligatoria. De ahí que, en principio, consideremos a
la “jurisprudencia” como un Derecho que adquiere carácter general, abstracto, externo,
coactivo y heterónomo para los tribunales que deben acatarlo.
El desarrollo de la jurisprudencia en nuestro país, se encuentra vinculada con el propio
del juicio de amparo y de la Suprema Corte de Justicia debido a que, a través de ese
juicio constitucional la propia Corte en su carácter de máximo tribunal interpreta, integra
y aplica jurisdiccionalmente los preceptos constitucionales y las leyes federales.
Por lo anterior, es conveniente señalar la diferencia que existe entre la tesis
jurisprudencial y la norma jurídica, basándonos en que la primera es producto del
trabajo del juzgador y la segunda del legislador. Así, la Suprema Corte de Justicia ha
emitido diversas tesis en las que podemos observar el criterio que comentamos:
“Jurisprudencia de la Corte. La jurisprudencia de la Corte no es ni tiene
propiamente los caracteres de la ley, ni respecto de ella pueden aplicarse
exactamente los mismos principios, entre ellos, el de no retroactividad,
porque según la Ley de Amparo, la jurisprudencia sólo es obligatoria para
los jueces de distrito, pero nunca puede entenderse que tenga el carácter
de ley para las partes”.
La jurisprudencia en ese sentido, tiene como fuente principal a la interpretación jurídica.
Como ejemplos tenemos:
Interpretación y jurisprudencia. Interpretar la ley es desentrañar su sentido
y por ello la jurisprudencia es una forma de interpretación judicial, la de
mayor importancia, que tiene fuerza obligatoria... En síntesis: la
jurisprudencia es la obligatoria interpretación y determinación del sentido
de la ley, debiendo acatarse...
En un afán de sostener su carácter judicial, la Corte ha sostenido que al sentar
jurisprudencia no se llevan a cabo funciones legisladoras:
4
Jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia. Al sentar jurisprudencia la
Suprema Corte de Justicia, en los casos que someten a su decisión, no
obra como cuerpo legislador, sino únicamente como intérprete genuino de
la ley, por lo cual se concreta a establecer la interpretación jurídica de los
preceptos establecidos por el Poder Legislativo...
En el Amparo en revisión 433/38, Pinto Vda. De Manjares Petrona, 10 de mayo de
1938, se señaló:
Jurisprudencia, naturaleza. La jurisprudencia, en el fondo, consiste en la
interpretación correcta y válida de la ley que necesariamente se tiene que
hacer al aplicar ésta.
El carácter interpretativo que contiene esta específica función de los jueces en cuanto a
la construcción de jurisprudencia se refiere, si bien es cierto que el Derecho positivo
debe ser respetado, también es cierto que los jueces en su labor cotidiana soportan el
peso de la responsabilidad de dirimir los conflictos con base, precisamente a las
normas previamente establecidas. Sin embargo, ningún sistema jurídico, hoy en día,
tiene la capacidad previsora que requieren las sociedades contemporáneas.
Existen problemas que las mismas normas no contemplan y que, sin embargo, el juez
se encuentra obligado a dar solución; de ahí que, independientemente del carácter
privado que contiene el Derecho Civil, en nuestro Código Civil Federal el artículo 18
señale un principio general aplicable a diversos aspectos del derecho Mexicano, a
saber:
El silencio, oscuridad o insuficiencia de la ley, no son motivo para que el
juez deje de resolver alguna controversia.
De esta forma, la función interpretativa que lleva a cabo el juzgador en el especial
trabajo de la elaboración y sustentación de tesis jurisprudenciales, es posible cuando
existen normas que son susceptibles de ser interpretadas; cuando existen lagunas en
nuestro sistema jurídico, el juez lleva a cabo la labor de construir derecho; aplicar una
norma al caso concreto que tiene frente de sí para resolverlo.
Finalmente, el concepto “jurisprudencia” podría ser definido como la parte del derecho
vigente que ha sido creada por todo órgano jurisdiccional que tenga facultades para
hacerlo.
III. LA JURISPRUDENCIA ELECTORAL
En cuanto al tema de la jurisprudencia electoral, podemos señalar que ésta se ha
conformado por una serie de características que al paso del tiempo se han modificado
debido al desarrollo de la institución provista de dicha facultad constructora del derecho.
De manera general, el concepto “jurisprudencia” que desarrolla la Ley Orgánica del
Poder Judicial de la Federación y que le asigna al Tribunal Electoral, no se limita a la
interpretación normativa sino que se compone por sentencias no interrumpidas por
otras en contrario, que sostengan el mismo criterio de aplicación, interpretación o
integración.
El sustento constitucional del concepto, lo encontramos en el párrafo séptimo del
artículo 94, en donde se señala que la ley fijará los términos en que será obligatoria la
5
jurisprudencia que emanen de los tribunales del Poder Judicial sobre la interpretación
de la Constitución, leyes y reglamentos federales o locales y tratados internacionales
celebrados por México.
Nos encontramos frente a una actividad de un órgano del estado que posibilita que la
norma general y abstracta, se individualice; tome forma; sea aplicable a un caso
concreto y a unas determinadas circunstancias. En este sentido, con la reforma
Constitucional de 1996 se logra distribuir el control constitucional de las leyes, los actos
y las resoluciones de las autoridades electorales, reservando el control constitucional a
la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a través de la facultad que le otorga el
artículo 105, fracción II de la Ley Fundamental, para conocer de las acciones de
inconstitucionalidad que tengan por objeto plantear la posible contradicción entre una
norma de carácter general y la Constitución.
Por otra parte el control constitucional de los actos y las resoluciones de los órganos
electorales, queda reservado al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, y
que a fin de garantizar los principios de constitucionalidad y legalidad de los actos y
resoluciones de las autoridades electorales, se establecerá un Sistema de Medios de
Impugnación que tendrá como objetivo dar definitividad a las etapas de los procesos
electorales y garantizará la protección de los derechos políticos de los ciudadanos de
votar, ser votado y de asociación en los términos del artículo 99 de la propia
Constitución.
En el desarrollo de la actividad de creación de jurisprudencia, el Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación ha conocido tres épocas, a saber:
A. Primera época
Desde la Constitución Federal de 1824, hasta la reforma electoral de 1987, se mantuvo
vigente en el país –con algunas variantes– el sistema contencioso electoral de carácter
político (conocido como autocalificación), que se caracterizaba por reservar a un órgano
político, como las respectivas Cámaras del Congreso o una parte de sus miembros (los
llamados Colegios Electorales) la facultad de calificar la elección de los diputados o
senadores y resolver las impugnaciones o conflictos que sobre las mismas se
planteaban.
Por otra parte, se confería al propio Congreso o, por lo general, a su Cámara de
Diputados, la facultad de calificar la elección presidencial, en lo que era un sistema de
heterocalificación política. El sistema descrito permaneció inalterado durante ese
periodo y, en ocasiones presentó algunas variantes, como la modalidad consagrada en
1977, conforme con la cual existía un recurso de reclamación ante la Suprema Corte de
Justicia de la Nación para impugnar la resolución del Colegio Electoral de la Cámara de
Diputados respecto de la elección de alguno de sus miembros, pero la resolución de la
Suprema Corte no tenía que ser obedecida forzosamente por la Cámara de Diputados,
la cual emitía una decisión final inatacable, por lo continuaba siendo un contencioso
electoral político.
En 1987, se crea el primer Tribunal Electoral en nuestro país, al que se le denominó
Tribunal de lo Contencioso Electoral y se le concibió legalmente como órgano
autónomo de carácter administrativo con competencia para resolver los medios de
impugnación en contra de las elecciones de diputados, senadores y la presidencial.
6
La naturaleza mixta del sistema en este periodo residía en que las resoluciones del
Tribunal de lo Contencioso Electoral recaídas a los recursos presentados contra los
resultados electorales podían ser modificadas libremente por los colegios electorales de
las cámaras legislativas y sólo ellos estaban facultados para declarar la nulidad de
alguna elección; es decir, la decisión final continuaba en manos de las fracciones de los
partidos políticos en el Congreso.
El Tribunal de lo Contencioso Electoral se integraba con siete magistrados numerarios y
supernumerarios, designados por el Congreso de la Unión, o bien, por su Comisión
Permanente durante los recesos de aquél, a propuesta de los partidos políticos que
conformaban los diversos grupos parlamentarios, y tenía un carácter temporal pues
sólo funcionaba durante el proceso electoral federal.
En 1990 se creó el Tribunal Federal Electoral como órgano jurisdiccional autónomo,
dotado de competencia para conocer, entre otros, del recurso para objetar los
resultados electorales; sin embargo, la naturaleza mixta del sistema prevalecía puesto
que las resoluciones recaídas a dicho recurso, eran susceptibles de ser revisadas y, en
caso de que “hubiese violaciones a las reglas de admisión o valoración de pruebas, en
la motivación del fallo o cuando éste fuese contrario a derecho”, podían ser modificadas
por el voto de las dos terceras partes de los miembros presentes del Colegio Electoral
de la Cámara respectiva.
Originalmente, el Tribunal Federal Electoral se estructuró con una Sala Central de
carácter permanente, integrada con cinco magistrados, y cuatro Salas Regionales de
carácter temporal, pues sólo funcionaban durante el proceso electoral, conformadas por
tres magistrados cada una. Los magistrados eran designados por las dos terceras
partes de los miembros presentes en la Cámara de Diputados, de entre los propuestos
por el Ejecutivo federal. En 1993, se fortaleció al Tribunal Federal Electoral pues se le
definió constitucionalmente como “máxima autoridad jurisdiccional en materia electoral”
y desapareció el llamado sistema de autocalificación al ser eliminados los Colegios
Electorales de las Cámaras de Diputados y Senadores del Congreso de la Unión. No
obstante, la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos seguía siendo
calificada por la Cámara de Diputados, erigida en Colegio Electoral.
Al efecto, también en 1993 se creó una Sala de Segunda Instancia, integrada por el
Presidente del Tribunal Federal Electoral, quien la presidía, y cuatro miembros
procedentes del Poder Judicial de la Federación, designados estos últimos por las dos
terceras partes de la Cámara de Diputados o, en su caso, la Comisión Permanente, a
propuesta del Pleno de la Suprema Corte. Esta Sala sólo conocía del recurso de
reconsideración que se interponía contra las resoluciones recaídas a los recursos
contra los resultados electorales, así como para impugnar la asignación de diputados
por representación proporcional, otorgándose a sus resoluciones efectos definitivos e
inatacables.
El sistema contencioso electoral mixto, jurisdiccional y político, se mantuvo en vigor
hasta 1993, tratándose de las elecciones de diputados y senadores, y hasta 1996, por
lo que se refiere a la elección presidencial.
De 465 resoluciones recaídas a los juicios de inconformidad resueltos por las Salas del
Tribunal Federal Electoral, con motivo de irregularidades presuntamente cometidas
7
durante la jornada electoral del año de 1991, solamente cuatro de ellas fueron
modificadas por los Colegios Electorales, tres en cuanto a la forma y exclusivamente
una en cuanto al fondo.
Lo anterior, llevó al legislador a dos conclusiones fundamentales: inoperancia y pérdida
de eficacia de los Colegios Electorales y necesidad de acabar con el sistema de
autocalificación de las elecciones y continuar en el de la calificación jurisdiccional con el
fortalecimiento del Tribunal Federal Electoral.
En esta primera época, la emisión de Jurisprudencia por parte del Tribunal, tuvo como
marco legal al artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos;
artículos 3 y 337 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales; y
artículos 79 a 85 del Reglamento Interior del Tribunal Federal Electoral, publicado en el
Diario Oficial de la Federación de fecha 14 de enero de 1991.
1. Sistemas de integración
POR REITERACIÓN: Los criterios fijados en las resoluciones de la Sala Central serían
obligatorios, cuando se hubieren resuelto tres recursos iguales en el mismo sentido y
por mayoría simple de votos, de conformidad con los artículos 337, párrafo 1, inciso a)
del COFIPE y 80, inciso a) del RITFE.
POR UNIFICACIÓN: Este mecanismo presentaba algunas variantes:
A) Los criterios fijados en las resoluciones de la Sala Central serían obligatorios,
cuando se resolvieran en contradicción de criterios sustentados por dos o más Salas
del Tribunal, de acuerdo con los artículos 337, párrafo 1, inciso b) del COFIPE y 80,
inciso b) del RITFE.
B) La contradicción de criterios podría ser planteada por una Sala, por un magistrado de
cualquier Sala o por las partes, de acuerdo con los artículos 337, párrafo 2 del COFIPE
y 82, inciso a) del RITFE.
C) Recibida en la Sala Central la solicitud de contradicción de criterios, el Presidente
turnaría el asunto al magistrado que correspondiera, a fin de que formulara el proyecto
de resolución, mismo que sería presentado a discusión en sesión pública, sustentado
en los artículos 337, párrafo 3 del COFIPE y 82, inciso b) del RITFE.
D) La contradicción de criterios podría plantearse en cualquier momento y el que
prevaleciera sería obligatorio a partir de que se dictara, sin que pudieran modificarse los
efectos de las resoluciones dictadas con anterioridad, de acuerdo con los artículos 337,
párrafo 4 del COFIPE y 85 del RITFE.
2. Autoridades vinculadas a su obligatoriedad
La jurisprudencia que estableciera la Sala Central, sería obligatoria para las Salas
Regionales, de acuerdo con el artículo 80 del RITFE.
3. Notificación
El Presidente del Tribunal Electoral notificaría a las Salas los criterios definidos por la
Sala Central; asimismo, los mandaría publicar por estrados, cuando: A) Se hubieren
resuelto tres recursos iguales en el mismo sentido; y B) Se resolvieran en contradicción
de criterios sustentados por dos o más Salas del tribunal.
8
Asimismo, las Salas aplicarían obligatoriamente los criterios a partir del momento de su
notificación, conforme lo dispuesto en su momento por los artículos 337, párrafo 5 del
COFIPE; y, 81 y 82, inciso c) del RITFE.
La Sala Central del Tribunal haría la publicación de los criterios obligatorios que fijara
dentro de los seis meses siguientes a la conclusión de los procesos electorales
federales ordinarios, según el artículo 337, párrafo 7 del COFIPE.
4. Interrupción
Los criterios fijados por la Sala Central dejarían de tener carácter obligatorio, siempre
que se pronunciara en contrario por mayoría de cuatro votos de los integrantes el Pleno
de la Sala. En la resolución que modificaría un criterio obligatorio se expresarían las
razones en que se hubiere fundado el cambio. El nuevo criterio será obligatorio si se
dieran alguno de los siguientes supuestos, de conformidad con los artículos 337,
párrafo 6 del COFIPE y 83 y 84 del RITFE: A) Cuando se hubieren resuelto tres
recursos iguales en el mismo sentido, artículos 337, párrafo 1, inciso a) del COFIPE y
80, inciso a) del RITFE; y B) cuando se resolviera en contradicción de criterios
sustentados por dos o más Salas del Tribunal, artículos 337, párrafo 1, inciso b) del
COFIPE y 80, inciso b) del RITFE.
B. SEGUNDA ÉPOCA
La Reforma Constitucional de 1993, desaparece a los Colegios Electorales y establece
un sistema de calificación mixto: administrativo y jurisdiccional, en el caso de la elección
de diputados y senadores, conservando la calificación de la elección de Presidente de
los Estados Unidos Mexicanos, la Cámara de Diputados erigida en Colegio Electoral.
En su momento, el artículo 60 de nuestra Carta Magna, estableció que el Instituto
Federal Electoral, declararía la validez de las elecciones de diputados y senadores en
cada uno de los distritos electorales uninominales y en cada entidad federativa;
otorgaría las constancias a las fórmulas de candidatos que hubiesen obtenido mayoría
de votos y haría la asignación de senadores de primera minoría de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 56 de la propia Constitución. Se precisó que el Instituto haría la
declaración de validez y la asignación de diputados según el principio de representación
proporcional.
Para suplir la función encomendada a los Colegios Electorales, el legislador fortaleció al
Tribunal Federal Electoral, con la integración de una Sala de Segunda Instancia,
compuesta por cuatro miembros de la Judicatura Federal y el Presidente del propio
Tribunal.
Esta Segunda Instancia, tenía de conformidad con el artículo 60 de la Constitución, la
facultad de revisar las resoluciones de las Salas del Tribunal Federal Electoral, recaídas
a los recursos de inconformidad a través de los cuales se podían impugnar la
declaración de validez, el otorgamiento de las constancias y la asignación de diputados
o senadores, hechas por los órganos correspondientes del Instituto Federal Electoral.
Por lo que se refiere a su tarea jurisprudencial, el tribunal tuvo como fundamento legal
al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, artículos 3 y 337 y al
Reglamento Interior del Tribunal Federal Electoral, publicado en el Diario Oficial de la
9
Federación de fecha 22 de diciembre de 1993 y reformado según publicación en el
mismo Diario de fecha 9 de junio de 1994, artículos 125 a 134.
1. Sistemas de integración
POR REITERACIÓN: A) Cuando se sustentaran en el mismo sentido en tres
resoluciones, los criterios fijados por la Sala de Segunda Instancia, artículos 337,
párrafo 1, inciso a) del COFIPE y 127, inciso a) del RITFE.
B) Cuando se sustentaran en el mismo sentido en tres resoluciones, los criterios fijados
por la Sala Central, artículos 337, párrafo 1, inciso a) del COFIPE y 128, inciso a) del
RITFE.
POR UNIFICACIÓN:
A) Cuando la Sala de Segunda Instancia resolviera en contradicción de criterios
sustentados por dos o más Salas del Tribunal, a los sustentados por la Sala Central, de
acuerdo con los artículos 337, párrafo 1, inciso b) del COFIPE y 127, inciso b) del
RITFE.
B) Cuando la Sala Central resolviera en contradicción de criterios sustentados por dos o
más Salas del Tribunal, con excepción de los sustentados por la Sala de Segunda
Instancia, de conformidad con los artículos 337, párrafo 1, b) del COFIPE y 128, b) del
RITFE.
C) La contradicción de criterios podría ser planteada por una Sala, por un magistrado
de cualquier Sala o por las partes, de acuerdo con los artículos 337, párrafo 2 del
COFIPE y 130, inciso a) del RITFE.
D) Recibida en la Sala Central la solicitud de contradicción de criterios, el Presidente
turnaría el asunto al magistrado que correspondiera, a fin de formular el proyecto de
resolución, mismo que sería presentado a discusión en sesión pública, artículos 337,
párrafo 3 del COFIPE y 130, inciso c) del RITFE.
2. Autoridades vinculadas a su obligatoriedad
La jurisprudencia que estableciera la Sala de Segunda Instancia sería obligatoria para
ella y para las Salas Central y Regionales.
Mientras que la jurisprudencia que estableciera la Sala Central, sería obligatoria para
ella y las Salas Regionales, de conformidad con el artículo 126 del RITFE.
3. Notificación
El Presidente del Tribunal Federal Electoral notificaría a las Salas de manera inmediata
los criterios definidos por las Salas de Segunda Instancia y Central; asimismo, las
publicará por estrados, cuando: A) Se sustentaran en el mismo sentido tres
resoluciones; y B) Se resolvieran en contradicción de criterios sustentados por dos o
más Salas del Tribunal.
Asimismo, las Salas estarían obligadas a aplicar los criterios a partir del momento de su
notificación, de conformidad con los artículos 337, párrafo 5 del COFIPE y 130, inciso e)
del RITFE.
10
La Sala Central haría la publicación de los criterios obligatorios dentro de los seis
meses siguientes a la conclusión de los procesos electorales, de conformidad con los
artículos 337, párrafo 8 del COFIPE y 134 del RITFE.
4. Interrupción
Los criterios fijados por la Sala Central dejarían de tener carácter obligatorio, siempre
que se pronunciara en contrario por mayoría de cuatro votos de los integrantes el Pleno
de la Sala. En la Resolución que modificara un criterio obligatorio se expresarían las
razones en que se hubiere fundado el cambio. El nuevo criterio sería obligatorio si se
diera cualquiera de los siguientes supuestos, de conformidad con los artículos 337,
párrafo 6 del COFIPE y 131 del RITFE: A) Cuando los criterios fijados por las Salas de
Segunda Instancia y Central, se sustentaran en el mismo sentido en tres resoluciones,
artículos 337, párrafo 1, inciso a) del COFIPE y 132 del RITFE; y, B) Cuando los
criterios fijados por las Salas de Segunda Instancia y Central, se resolvieran en
contradicción de criterios sustentados por dos o más Salas del Tribunal, de conformidad
con los artículos 337, párrafo 1, inciso b) del COFIPE y 132 del RITFE.
C. TERCERA ÉPOCA
Finalmente, en 1996 se crea el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación,
en cuyo favor se confirmó la atribución de resolver, en forma definitiva e inatacable, las
impugnaciones contra los resultados de las elecciones de diputados y senadores, a la
vez que se le confirió a su Sala Superior la facultad de realizar, una vez resueltas, en su
caso, las impugnaciones contra los resultados de la elección presidencial que se
hubieran presentado, el cómputo final de la elección de Presidente de los Estados
Unidos Mexicanos, procediendo a formular la declaración de validez de la elección y de
Presidente Electo, razón por la cual desapareció la atribución de la Cámara de
Diputados sobre el particular.
De acuerdo con lo previsto en la Constitución, el nuevo Tribunal Electoral es órgano
especializado del Poder Judicial de la Federación y máxima autoridad jurisdiccional en
la materia electoral, con la única salvedad de la acción de inconstitucionalidad en contra
de leyes electorales cuya resolución es competencia de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación.
A diferencia de lo que ocurre con la mayoría de los organismos electorales
especializados latinoamericanos, que son constitucionalmente autónomos respecto de
los tres órganos del poder público clásicos -tal y como se concebía al antiguo Tribunal
Federal Electoral-, el nuevo Tribunal Electoral pertenece al Poder Judicial de la
Federación (de manera similar a lo que ocurre con la Cámara Nacional Electoral de
Argentina, el Tribunal Superior Electoral de Brasil y el Tribunal Superior de Justicia
Electoral de Paraguay).
La transición de un sistema de carácter político que prevale-ció durante más de 175
años a otro de naturaleza jurisdiccional (con poco más de diez años, a partir del
establecimiento del primer Tribunal Electoral), ha implicado un cambio en la cultura
jurídica y política cuya consolidación ha avanzado rápidamente, permitiendo la
conformación de un auténtico sistema de justicia electoral que garantiza la celebración
de elecciones libres, auténticas y periódicas, estrictamente apegadas a la Constitución
y la ley.
11
En el derecho comparado son múltiples los casos de países que, como México, han
evolucionado hacia un sistema contencioso electoral jurisdiccional en el que las
impugnaciones ya no se resuelven conforme al criterio de la oportunidad y la
negociación política (de acuerdo con los intereses del grupo o partido político que
conformaba la mayoría parlamentaria en determinado momento, ante quienes se
ejercían presiones políticas para intentar una decisión favorable, llegándose a dar el
caso de que se asignara alguna curul a candidatos de partidos políticos sin tener
derecho a la misma), sino que en la actualidad se resuelven por un tribunal
independiente y preestablecido, tercero imparcial, ajustándose a lo que establece el
derecho, esto es, a los principios de constitucionalidad y legalidad (tal es el caso, por
ejemplo, de Gran Bretaña a partir de 1869; Uruguay, 1924; Chile, 1925; Costa Rica,
1949; Alemania, 1949, con su antecedente de 1919; Francia, 1958, y España, 1978,
con su antecedente de 1907).
1. Estructura e integración
Para el ejercicio de sus atribuciones jurisdiccionales, el Tribunal Electoral funciona con
una Sala Superior y, en forma desconcentrada, cinco Salas Regionales. La mayoría de
los asuntos los resuelve en forma uniinstancial y sólo algunos de los medios de
impugnación que pueden interponerse contra los resultados electorales se resuelven
biinstancialmente.
La Sala Superior se integra con siete magistrados electos para un periodo de diez años
improrrogables y es la única de carácter permanente, cuya sede es el Distrito Federal.
Elige a su propio presidente, de entre sus miembros, para un periodo de cuatro años, el
cual es también Presidente del Tribunal Electoral. Para sesionar válidamente requiere
un quórum de cuatro magistrados, salvo para hacer la declaración de validez y de
Presidente Electo de los Estados Unidos Mexicanos, que exige la presencia de seis
miembros. Para resolver los asuntos que se presentan, basta el voto de la mayoría
simple de sus integrantes (en caso de empate, el presidente tiene voto de calidad),
salvo que legalmente se prevea una mayoría calificada (vgr. para interrumpir una
jurisprudencia y que deje de tener carácter obligatorio se exige, cuando menos, cinco
votos).
Las Salas Regionales se integran con tres magistrados electos para un periodo de ocho
años improrrogables, salvo que sean promovidos a cargos superiores, y sólo funcionan
jurisdiccionalmente durante el proceso electoral federal. Su sede es la ciudad
designada como cabecera de cada una de las cinco circunscripciones plurinominales en
que se divide el país (Guadalajara, en el caso de la primera circunscripción; Monterrey,
en la segunda; en la tercera, Xalapa; Distrito Federal, en la cuarta, y Toluca, en la
quinta).
Cada Sala Regional elige a su presidente, de entre sus miembros, para cada proceso
electoral en que deban funcionar. Para sesionar se requiere la presencia de los tres
magistrados (la ausencia temporal de alguno, no mayor de treinta días, se suple por el
Secretario General o, en su caso, el secretario de mayor antigüedad).
Tanto los magistrados de la Sala Superior como los de las Salas Regionales son
elegidos por el voto de las dos terceras partes de los miembros presentes de la Cámara
de Senadores o, en sus recesos, la Comisión Permanente, a propuesta en terna del
12
Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. De este modo, se eliminó la
intervención que se le confería a los distintos partidos políticos (a través de sus
respectivos grupos parlamentarios) o al Presidente de la República para proponer a los
magistrados, como ocurría, respectivamente, en los entonces Tribunal de lo
Contencioso Electoral y Tribunal Federal Electoral, constituyéndose en el procedimiento
de designación más complejo y dificultado que el requerido para cualquier otro de los
órganos previstos constitucionalmente. Para la elección de los primeros y actuales
magistrados del Tribunal Electoral, se estableció que sería necesario el voto de las tres
cuartas partes de la Cámara de Senadores (a fin de requerir el consenso de diversos
partidos políticos), si bien en la práctica todos fueron elegidos por unanimidad.
Además de los requisitos relativos a su idoneidad e imparcialidad, los magistrados
electorales integrantes de la Sala Superior deben satisfacer, cuando menos, los mismos
requisitos exigidos para ser ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en
tanto que los magistrados electorales de las Salas Regionales deben satisfacer, al
menos, los requisitos que se exigen para ser magistrado de Tribunal Colegiado de
Circuito.
Por otra parte, la administración, vigilancia, disciplina y carrera judicial del Tribunal
Electoral se encuentran a cargo de su Comisión de Administración, la cual se integra
con el Presidente del Tribunal Electoral, quien la preside, un magistrado de la Sala
Superior designado al azar, así como tres miembros del Consejo de la Judicatura
Federal.
Las atribuciones del TEPJF pueden clasificarse en jurisdiccionales, administrativas y
normativas:
El Tribunal Electoral cuenta con atribuciones jurisdiccionales para resolver, en forma
definitiva e inatacable, en los términos de la Constitución y según lo disponga la ley, los
siguientes medios de impugnación (en el entendido de que, dependiendo del tipo de
asunto, resuelve en única instancia o en forma biinstancial):
- Las impugnaciones relativas a las elecciones federales de diputados y
senadores, a través del juicio de inconformidad ante las Salas Regionales, cuyas
resoluciones pueden ser impugnadas ante la Sala Superior mediante el recurso
de reconsideración;
- Las impugnaciones que se presenten sobre la elección de Presidente de los
Estados Unidos Mexicanos, que son resueltas en única instancia por la Sala
Superior a través del juicio de inconformidad respectivo.
- Cabe mencionar aquí que, una vez resueltas las impugnaciones que se
hubieren interpuesto sobre dicha elección, la propia Sala Superior realiza el
cómputo final de la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos,
procediendo a formular la declaración de validez de la elección y la de
Presidente Electo respecto del candidato que hubiese obtenido el mayor
número de votos;
- Las impugnaciones respecto de los demás actos y resoluciones de los
órganos del Instituto Federal Electoral, distintos a los señalados en los dos
puntos anteriores, que violen normas constitucionales o legales, a través del
13
recurso de apelación que es resuelto en única instancia según la distribución
de competencias prevista legalmente por la Sala Superior o la Sala Regional
correspondiente;
Puede afirmarse que los siguientes puntos fueron los perfiles fundamentales de la
reforma constitucional y legal que se dio en 1996:
- Sustituye al Tribunal Federal Electoral con la creación del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación.
- Llevó a cabo una distribución de competencias en materia de control constitucional,
tarea que había dejado pendiente las reformas anteriores y que constituía una laguna
muy importante en la materia.
Con esta reforma, como lo hemos señalado anteriormente, se hace posible que el
control constitucional de las leyes, actos y resoluciones de las autoridades electorales
se distribuya entre la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a través de la facultad
que se le otorga por el artículo 105, fracción II de la Ley Fundamental, para conocer de
las acciones de inconstitucionalidad que tengan por objeto plantear la posible
contradicción entre una norma de carácter general y la Constitución y el Tribunal
mediante el control constitucional de los actos y las resoluciones de los órganos
electorales.
- Se crea por primera vez en nuestro país una ley procesal en materia electoral a la que
se denomina Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral.
- Sustituye la calificación electoral de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos por
órgano legislativo, que existió en nuestro país por más de 180 años, al reservar esta
facultad por primera vez en la historia de México a un órgano jurisdiccional,
precisamente el Tribunal, pues señala expresamente el artículo 99, fracción II de
nuestra Ley Fundamental, que: "la Sala Superior realizará el cómputo final de la
elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, una vez resueltas, en su
caso, las impugnaciones que se hubieren interpuesto sobre la misma, procediendo a
formular la declaración de validez de la elección y la de Presidente Electo, respecto del
candidato que hubiese obtenido el mayor número de votos".
En la época actual, el marco legal para la construcción de jurisprudencia por parte del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, tiene como referencia a la
Constitución General de la República en sus artículos 94, párrafo séptimo y 99, párrafos
quinto y sexto y en la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación (LOPJF), según
reformas publicadas en el Diario Oficial de la Federación los días 22 de agosto y
noviembre de 1996, respectivamente, artículos 232 a 237.
De esta forma podemos señalar, de acuerdo con lo anterior, que el Tribunal Electoral
constituye parte del Poder Judicial de la Federación, y que en los términos de su Ley
Orgánica se fijan los términos en los que la jurisprudencia que emita deba ser
obligatoria, así como la interrupción y modificación de la misma.
Es importante destacar que el Tribunal, en su Quinta Sesión Pública del 12 de marzo de
1997, además de haber resuelto dos asuntos radicados en los expedientes SUP-JDC-
010/97 y SUP-RAP-008/97 referentes, el primero, al Juicio de Protección de los
Derechos Político-Electorales del Ciudadano, interpuesto por el Partido de la Sociedad
14
Nacionalista y, el segundo, al Recurso de Apelación interpuesto por el Partido de la
Revolución Democrática en contra del Consejo General del Instituto Federal Electoral,
aprobó el inicio de la denominada Tercera Época de Jurisprudencia.
La tesis de jurisprudencia que contiene el criterio que lleva la voz de “MEDIOS DE
IMPUGNACIÓN. EL ERROR EN LA ELECCIÓN O DESIGNACIÓN DE LA VÍA NO
DETERMINA NECESARIAMENTE SU IMPROCEDENCIA” y a la que le recae el
número 1/97, inicia formalmente la tercera época de la jurisprudencia en materia
electoral.
Por otra parte, la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, en sus artículos 232
al 237, nos habla de la jurisprudencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación, de donde derivan los siguientes rubros:
2. Órganos competentes
Los órganos encargados para emitir jurisprudencia en materia electoral son: la Suprema
Corte de Justicia, en el caso de resolución de tesis contradictorias y cuando resulte de
la interpretación directa de la Constitución y en los casos exactamente aplicable, como
lo dispone el artículo 235 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación; la
Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y las Salas
Regionales que lo integran.
3. Contenido de la jurisprudencia
En primer lugar, el artículo 94 de la Constitución señala cuál debe ser el contenido de la
jurisprudencia, de ahí que, en primer lugar, deba referirse a la interpretación del orden
constitucional, de las leyes, reglamentos y tratados internacionales. Sin embargo, en
función de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es un órgano
especializado, el ámbito del contenido debe referirse a esa materia en especial.
No obstante, algunos estudiosos de la materia, han señalado la posibilidad de que el
mismo Tribunal tenga atribuciones para formar jurisprudencia obligatoria con relación a
otros cuerpos normativos que no se encuentran directamente relacionados con la
materia electoral. Así, mencionan que esta alternativa se fundamenta en el hecho de
que esas normas resulten aplicables en las sentencias de la materia, toda vez que
dichas actuaciones estarían regidas por las disposiciones contenidas en el artículo 41
Constitucional, en relación con las propias finalidades de la jurisprudencia y sus
alcances por lograr unificar la interpretación, integración y aplicación de las leyes, sobre
la base del principio de seguridad jurídica para el gobernado.
4. Sistemas de integración
POR REITERACIÓN:
A) Tres sentencias no interrumpidas por otra en contrario de la Sala Superior, que
sostenga el mismo criterio de aplicación, interpretación o integración de una norma de
acuerdo con el artículo 232, fracción I de la LOPJF.
B) Cinco sentencias no interrumpidas por otra en contrario de las Salas Regionales,
ratificada por la Sala Superior, artículo 232, fracción II de la LOPJF.
15
En este caso, la Sala Regional correspondiente a través del área competente,
comunicará a la Sala Superior las sentencias que contengan el criterio que se pretende
sea declarado obligatorio, así como el rubro y el texto de la tesis, a fin de que la Sala
Superior determine si procede fijar jurisprudencia, de conformidad con lo dispuesto por
el artículo 232, párrafo 2 de la LOPJF.
C) Para que el criterio de jurisprudencia resulte obligatorio, se requerirá de la
declaración formal de la Sala Superior, artículo 232, párrafo 4 de la LOPJF.
Cabe señalar que ningún precepto legal menciona la exigencia de una mayoría
especial, por lo que debe considerarse que opera el criterio de mayoría simple.
Como es de observarse, el legislador, al tener en cuenta lo complejo y dinámico de la
materia electoral, dispuso que fueran solamente tres las sentencias necesarias para
crear jurisprudencia, en el caso de la función de la Sala Superior.
POR UNIFICACIÓN:
Es posible la producción con una sola resolución.
A) Cuando la Sala Superior resuelva en contradicción criterios sostenidos entre dos o
más Salas Regionales o entre una de éstas y la propia Sala Superior, de acuerdo con el
artículo 232, fracción III de la LOPJF.
Como lo mencionamos anteriormente, la Sala Superior es el órgano que decide cuándo
las sentencias emitidas por las Salas son susceptibles de alcanzar la obligatoriedad
general, por lo que la resolución de contradicciones que señala el presente apartado, se
lleva a cabo con tesis aisladas. Así, las tesis de jurisprudencia que devengan de las
Salas Regionales, no entrarán en contradicción entre ellas, debido a la intervención de
la Sala Superior quien decidirá la preferencia de la tesis previamente ratificada. En caso
de existir contradicción con alguna tesis de Sala Superior, esta tendrá preferencia sobre
las de Salas.
B) La contradicción de criterios podrá ser planteada en cualquier momento por una
Sala, por un magistrado electoral de cualquier Sala o por las partes, y el criterio que
prevalezca será obligatorio a partir de que se haga la declaración respectiva, sin que
puedan modificarse los efectos de las sentencias dictadas con anterioridad, de
conformidad con lo dispuesto por el artículo 232, párrafo 3 de la LOPJF.
C) Cuando en forma directa o al resolver en contradicción de criterios una Sala del
Tribunal Electoral sustente una tesis sobre la inconstitucionalidad de un acto o
resolución o sobre la interpretación de un precepto de la propia Constitución, y dicha
tesis pueda ser contradictoria con una sostenida por las Salas o el Pleno de la Suprema
Corte de Justicia, cualquiera de los ministros, de las Salas o las partes, podrán
denunciar la contradicción para que el Pleno de la Suprema Corte de Justicia, en un
plazo no mayor a diez días, decida de conformidad con el artículo 236 de la LOPJF.
Las tesis pueden ser aisladas o de jurisprudencia; asimismo, la Suprema Corte de
Justicia tiene la facultad para, al momento de resolver la contradicción emitir una
distinta a las que contienden.
POR REVALIDACIÓN U HOMOLOGACIÓN:
16
Con las reformas a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación del 22 de
noviembre de 1996, el artículo Quinto Transitorio señala que los criterios de
jurisprudencia sostenidos por las antes Sala Central y Sala de Segunda Instancia del
Tribunal Federal Electoral, continuarían siendo aplicables en tanto no se opusieran a las
reformas establecidas. De esa forma, para que la jurisprudencia señalada resultara
obligatoria sería necesario la declaración formal que realizara la Sala Superior, es decir,
aplicaría la regla que rige para los proyectos de tesis jurisprudencial presentados por
las Salas.
De ahí que gran parte de esa jurisprudencia de esa época se encuentre en suspenso
de ser declarada formalmente por la Sala Superior, en vista a que, por criterio, se ha
considerado que tal situación se dilucidará cuando se presente el momento como tema
de decisión a casos concretos.
5. Autoridades vinculadas a su obligatoriedad
La jurisprudencia del Tribunal Electoral será obligatoria en todos los casos:
A) Para las Salas del propio Tribunal.
B) Para el Instituto Federal Electoral.
C) Para las autoridades electorales locales, cuando se declare jurisprudencia en
asuntos relativos a derechos político-electorales de los ciudadanos o en aquellos en
que se hayan impugnado actos o resoluciones de esas autoridades, en los términos
previstos por la Constitución y las leyes respectivas, de acuerdo con el artículo 233 de
la LOPJF.
Asimismo, se señala que la jurisprudencia del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de
la Nación será obligatoria para el Tribunal Electoral, cuando se refiera a la
interpretación directa de un precepto de la Constitución, y en los casos en que resulte
exactamente aplicable, de conformidad con el artículo 235 de la LOPJF.
De ahí que sea posible identificar la jurisprudencia relativa a la Suprema Corte de
Justicia y de los Tribunales Colegiados de Circuito, cuyo fundamento se encuentra en
los artículos 192 a 197 de la Ley de Amparo y 10, fracción VIII y 177 a 179 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial de la Federación y la jurisprudencia propiamente electoral
que se encuentra en los artículos 232 al 237 de la mencionada Ley Orgánica.
Existe la propuesta doctrinal de que la única jurisprudencia obligatoria del Pleno de la
Suprema Corte de Justicia será aquella que emane de la resolución de las
contradicciones de criterios que se presenten entre las Salas del Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación y el Pleno o las Salas de la Suprema Corte de Justicia,
debido a que el párrafo quinto del artículo 99 de la Constitución expresa, como base de
la justicia electoral, el siguiente señalamiento:
“Cuando una Sala del Tribunal Electoral sustente una tesis sobre la
inconstitucionalidad de algún acto o resolución o sobre la interpretación de
un precepto de esta Constitución, y dicha tesis pueda ser contradictoria
con una sostenida por las Salas o el Pleno de la Suprema Corte de
Justicia, cualquiera de los Ministros, las Salas o las partes, podrán
denunciar la contradicción, en los términos que señale la ley, para que el
17
Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación decida en definitiva
cuál tesis debe prevalecer. Las resoluciones que se dicten en este
supuesto no afectarán los asuntos ya resueltos”
De esta manera, la interpretación literal del artículo 235 de la Ley Orgánica debe
combinarse con el precepto constitucional que tiene superioridad jerárquica, por lo que
el primero de los ordenamientos servirá de complemento al segundo.
6. Notificación
Se prevé que hecha la declaratoria de obligatoriedad por la Sala Superior, la
jurisprudencia se notificará de inmediato: A las Salas Regionales, al Instituto Federal
Electoral y, en su caso, a las autoridades electorales locales.
Asimismo, el Tribunal las publicará en el órgano de difusión del Tribunal, según lo
dispone el artículo 232, párrafo 4 de la LOPJF.
7. Interrupción
La jurisprudencia del Tribunal Electoral se interrumpirá y dejará de tener carácter
obligatorio, siempre y cuando haya un pronunciamiento en contrario por mayoría de
cinco votos de los miembros de la Sala Superior, como lo dispone el artículo 234 de la
Ley en cuestión. En la resolución respectiva se expresarán las razones en que se funde
el cambio de criterio, el cual constituirá jurisprudencia en los supuestos del artículo 232
de la LOPJF:
A) Cuando la Sala Superior, en tres sentencias no interrumpidas por otra en contrario,
sostenga el mismo criterio de aplicación, interpretación o integración de una norma,
artículo 232, fracción I de la LOPJF.
B) Cuando la Sala Superior resuelva en contradicción de criterios sostenidos entre dos
o más Salas Regionales o entre éstas y la propia Sala Superior, según señala el
artículo 232, fracción III de la LOPJF.
8. Acuerdo relativo a las reglas para la elaboración, envío y publicación de tesis y
criterios jurisprudenciales
Aunado a lo anterior, considerando la necesidad de establecer y llevar a cabo las tareas
necesarias para el registro y difusión de los criterios de jurisprudencia y tesis relevantes
que emitan las Salas del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, él
mismo, en su sesión pública del 12 de marzo de 1997, expidió un Acuerdo relativo a las
reglas para la elaboración, envío y publicación de esas tesis y criterios
jurisprudenciales.
Dicho Acuerdo tuvo como criterio orientador el similar número 5/1996 del Tribunal Pleno
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, del 18 de noviembre de 1996. De esta
forma, el Acuerdo del Tribunal Electoral se compone de doce capítulos que tratan las
Denominaciones; las Reglas para la Elaboración de las Tesis Relevantes y de
Jurisprudencia; el Rubro; el Texto; los Datos de Identificación de las Ejecutorias; el
Procedimiento para la Aprobación y Envío de las Tesis Relevantes y de Jurisprudencia
en la Sala Superior; el Procedimiento para la Aprobación y Envío de las Tesis
Relevantes y de Jurisprudencia en las Salas Regionales; las Claves de Control; lo
referente a la Contradicción de Tesis; las Reglas de Publicación de las Tesis; las Claves
18
de Publicación y de la Obligatoriedad de la Jurisprudencia del Tribunal Federal
Electoral. Comentemos solamente algunos puntos:
1. En las Reglas para la Elaboración de las Tesis Relevantes y de Jurisprudencia, se
define a la tesis relevante como la expresión escrita, en forma abstracta, de un
determinado criterio jurídico establecido para aplicar, interpretar o integrar una norma al
caso concreto compuesto de rubro (enunciado gramatical que identifica al criterio
contenido en la tesis) y texto.
2. Parte importante del Acuerdo lo constituye el Capítulo Noveno referente a la
Contradicción de Tesis, donde se señala que dicha denuncia podrá referirse a tesis
relevantes opuestas sustentadas por diferentes Salas del Tribunal; a una o más tesis
relevantes que estén en contradicción con cualquier tesis de jurisprudencia o las
mismas tesis jurisprudenciales que se opongan entre sí.
Por su parte, la tesis de jurisprudencia por reiteración, se integra con las tesis
relevantes que contienen el mismo criterio de aplicación, interpretación o integración de
una norma y que hayan sido sostenidas de manera ininterrumpida por otra en contrario.
3. La jurisprudencia elaborada por el entonces Tribunal Electoral Federal, como lo
habíamos señalado anteriormente es susceptible de ser considerada obligatoria a
través de su revalidación u homologación mediante la propuesta que realice algún
magistrado ponente, en cuyo caso deberá proponerlo en el proyecto de sentencia
mismo que deberá ser votado para su aprobación.
Existe también la posibilidad, como ocurre en el ámbito de la Suprema Corte de Justicia
de que el Pleno de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación declare la no obligatoriedad de la jurisprudencia propuesta o que,
eventualmente integre una nueva.
Finalmente, existen opiniones fundadas que avalan la necesidad de que se legisle a fin
de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tenga la facultad para
solicitar al Pleno de la Suprema Corte de Justicia la revisión del criterio, con la finalidad
de que se realicen nuevos estudios y se pondere la vigencia y eficacia de la tesis de
jurisprudencia. De la misma forma, las Salas del Tribunal no tienen facultad similar para
realizar dicha petición a la Sala Superior, situación que, por otra parte, las Salas de la
Corte, los Tribunales Colegiados de Circuito, los Ministros y Magistrados se encuentran
facultados para realizar dicha solicitud de conformidad con el artículo 197 de la Ley de
Amparo.
Con la nueva integración del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, a
partir de 2006, se ha dado el cambio de la tercera a la cuarta época de la jurisprudencia
electoral federal.
IV. EL TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN Y SU FUNCIÓN JURISDICCIONAL
El control de la constitucionalidad y de la legalidad de los actos electorales se
encuentra, en el ámbito federal, regido por disposiciones constitucionales y por leyes
federales.
Ahí se prevén medios de impugnación para combatir leyes electorales que se
consideren contrarias a la Constitución, a través de las acciones de
19
inconstitucionalidad, mismas que conoce la Suprema Corte de Justicia; un medio de
impugnación de carácter administrativo, de la competencia de autoridades
administrativo-electorales, y cinco medios de impugnación que competen al Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación.
De esta forma, podemos señalar que, de conformidad con el artículo 99 Constitucional,
el Tribunal Electoral es, con excepción de la acción de inconstitucionalidad contra leyes
y normas generales electorales, competencia de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, la máxima autoridad jurisdiccional en la materia y órgano especializado del
Poder Judicial de la Federación, por lo que sus resoluciones adquieren el carácter de
definitivas e inatacables.
A través del sistema de medios de impugnación, como lo señala la Constitución en su
artículo 41, segundo párrafo, fracción IV, se pretende:
1. Garantizar la sujeción de los actos y resoluciones de las autoridades electorales a los
principios de constitucionalidad y de legalidad;
2. La definitividad de las distintas etapas de los procesos electorales; y
3. Garantizar la protección de los derechos políticos de los ciudadanos, de votar, ser
votado y de asociación.
La finalidad que persigue el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, es
garantizar la constitucionalidad de los actos y resoluciones electorales, por lo que tiene
facultades para revocar o modificar dichos actos o resoluciones cuando resulten
contrarios a la norma constitucional.
La inconstitucionalidad de un acto o resolución, es posible que surja por dos motivos:
debido a que implique una violación directa a la Carta Magna, y porque se motive en
normas inconstitucionales.
En el primer caso no se ha presentado ningún problema.
En el segundo sí, debido a que para declarar la inconstitucionalidad del acto o
resolución es necesario examinar la constitucionalidad de la norma aplicada; situación
que podría interpretarse como violatorio de lo dispuesto en el artículo 105, fracción II,
de la Ley Fundamental, que dispone que «la única vía para plantear la no conformidad
de las leyes electorales a la Constitución es la prevista en este artículo»; de
interpretarse textualmente el texto anterior, podría apartarnos de un principio de la ley
superior, en el sentido de que, cuando ninguno de los sujetos legitimados para deducir
la acción de inconstitucionalidad contra una ley ejerce esa facultad, en caso de
considerar que el Tribunal Electoral carece de la misma para tratar argumentos de
inconstitucionalidad al conocer actos de aplicación, traería como consecuencia que
algunos de ellos prevalecieran, a pesar de ser opuestos a la Constitución.
De esa forma, el Tribunal Electoral no cumpliría con su función de garante de la
Constitución y no se cumpliría con el principio de que todo acto y resolución electoral
debe someterse al ordenamiento supremo. Para salvar esa situación, la Sala Superior
resolvió, sin contrariar el artículo 105 constitucional, desaplicar preceptos de leyes
secundarias en que se fundara o pudiera fundarse el acto o resolución impugnado, en
el caso de considerarlos contrarios a las disposiciones de la Constitución, sin realizar
20
declaración general o particular, en los puntos resolutivos de su sentencia, sobre la
inconstitucionalidad de las normas desaplicadas, sino únicamente confirmar, revocar o
modificar los actos o resoluciones reclamados, es decir, ejercer un control difuso de las
leyes a través de casos concretos.
Por lo que se puede observar, el sistema de interpretación aplicado para tales fines, se
extendió al ámbito sistemático y funcional respecto de varios artículos constitucionales
que contienen las bases de la jurisdicción electoral. De ahí que, la Carta Magna exija el
establecimiento de un sistema de medios de impugnación que permita garantizar los
principios de constitucionalidad y legalidad de todas las leyes, actos y resoluciones
electorales, por lo que, dicha competencia, se distribuye entre la Suprema Corte de
Justicia de la Nación y el Tribunal Electoral.
A la primera, sin lugar a dudas, le corresponde atender la acción de
inconstitucionalidad, que tiene por objeto el control directo de la constitucionalidad de
todas las leyes, incluyendo a las electorales; al segundo, se le encomienda un control
indirecto, a través de los medios de impugnación, que posibiliten el análisis de la
constitucionalidad de los actos y resoluciones electorales, federales y locales, debido a
que el control efectivo de los actos y resoluciones sólo es posible, sin contravenir el
artículo 105 constitucional, mediante la aplicabilidad del denominado control difuso.
De esta forma podemos concluir que lo previsto en el artículo 105, fracción II, que
establece que la única vía para plantear la no conformidad de leyes electorales a la
Constitución es la prevista en ese artículo, no significa un obstáculo para que
intervenga el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, debido a que, como
resultado de la interpretación sistemática, se observa que lo prohibido es la aplicación
de otra vía de acción directa contra las leyes, mas no el control difuso.
De interpretarse el artículo en cuestión de otra forma, se rompería con el principio de
integralidad del sistema de la jurisdicción electoral, para convertirlo en un sistema
parcial, debido a que todos los actos y resoluciones que se atacaran a través de los
medios de impugnación, fundados en disposiciones secundarias inconstitucionales,
quedarían al margen del control de constitucionalidad, y sólo se podrían controlar los
casos de aplicación directa de la Constitución, que serían los menos, manteniéndose al
margen la supremacía constitucional.
Se fortaleció lo anterior, debido a que dentro de las atribuciones del Tribunal, se
encuentra la de sustentar tesis sobre la inconstitucionalidad de un acto o resolución,
diversas a las de la Suprema Corte, y como consecuencia dar lugar a la denuncia de
contradicción de las mismas, debido a que la hipótesis sólo se puede actualizar, en la
realidad de los hechos.
Así, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tiene plenitud de
jurisdicción basado en el principio de que la impartición de justicia debe ser expedita,
por medio de un conjunto de leyes y un proceso previamente establecidos que permitan
la actuación de jueces y tribunales jurisdiccionales imparciales e independientes, que
tengan por función la aplicación, interpretación e integración de las normas y los
principios jurídicos a casos concretos, para solucionar litigios que son sometidos a su
conocimiento en el proceso, a través de sentencias obligatorias, y susceptibles, en su
caso, de ejecución coactiva.
21
Cuando denominamos “plena jurisdicción” nos referimos a que el órgano jurisdiccional
que conoce el asunto decide integralmente las pretensiones y, en su caso, las defensas
y excepciones interpuestas por las partes, a fin de determinar quién tiene la razón
jurídica.
Como en toda actividad jurisdiccional, el concepto “plena jurisdicción” se encuentra en
constante prueba. Tan sólo como ejemplos, mencionemos:
- Cuando aparecen resoluciones que resuelven el fondo de un asunto, el ejercicio
de la plena jurisdicción resulta aplicable. Es el caso de que un Tribunal Electoral
Estatal emite una decisión ilegal de fondo en un asunto de su competencia; al
impugnarse dicha resolución a través del juicio de revisión constitucional, la
sentencia la revocará.
- El problema aparece cuando el tribunal responsable no lleva desarrolla
adecuadamente el procedimiento de instrucción y desecha la demanda o decreta
el sobreseimiento sin atender las pretensiones sustanciales. Si resulta fundada la
revisión constitucional, se deberá determinar si el Tribunal Electoral debe
sustituir al órgano jurisdiccional local, en la instrucción al medio de impugnación
que conoció, y resolver el asunto de manera inatacable, o si solamente debe
revocar la resolución combatida y reenviar el asunto al tribunal responsable, a fin
de que éste reponga y continúe su procedimiento hasta la emisión de una nueva
resolución que pueda ser impugnada en revisión constitucional.
Este complejo dilema, ha tenido colofón en la TESIS DE JURISPRUDENCIA J.05/99.
Tercera Época. Sala Superior. Materia Electoral. Aprobada por Unanimidad de votos,
bajo el Rubro TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN.
TIENE FACULTADES PARA DETERMINAR LA INAPLICABILIDAD DE LEYES
SECUNDARIAS CUANDO ÉSTAS SE OPONGAN A DISPOSICIONES
CONSTITUCIONALES, de donde destacan los siguientes aspectos y argumentos.
1°. De una interpretación teleológica, sistemática y funcional de los diferentes Artículos
de la Constitución que contienen las bases y principios rectores de la jurisdicción
electoral, deriva que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se
encuentra facultado constitucionalmente para resolver los conflictos de normas que se
le presenten y determinar que no se apliquen preceptos de leyes secundarias opuestas
a la Constitución susceptibles de ser invocadas para fundamentar actos o resoluciones.
2°. Lo anterior con la finalidad de que esos actos o resoluciones que fueron
impugnados, se aparten de cualquier norma, principio o base que no se ajuste a la
Constitución, sin llegar a hacer declaraciones generales o particulares en los puntos
resolutivos, sobre inconstitucionalidad de las normas desaplicadas, sino limitándose a
confirmar, revocar o modificar los actos o resoluciones impugnados.
3°. Esta facultad jurisdiccional, se fundamenta en el espíritu del constituyente que, a
través de las reformas constitucionales del 1996, puso de manifiesto la voluntad de
establecer un sistema integral de justicia electoral que tuviera como objeto que las
leyes, actos y resoluciones en materia electoral se sujetaran a la Constitución.
4°. Para los anteriores fines, el propio Poder Legislativo determinó una distribución de
competencias: la Suprema Corte de Justicia conocerá de resoluciones de impugnación
22
de leyes consideradas inconstitucionales de conformidad con lo previsto por el artículo
105, fracción II de la Constitución; y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación, el control de la constitucionalidad de actos y resoluciones en materia
electoral a través de los medios de impugnación, de conformidad con los artículos 41
fracción IV, 99 y 116 fracción IV de la Ley Fundamental.
5°. La única forma en que el Tribunal cumpla con su función constitucional, consiste en:
examinar la contravención de disposiciones constitucionales que las autoridades
electorales apliquen o deban aplicar directamente; y, conocer de violaciones que
sustenten actos o resoluciones que deriven de leyes opuestas a la Constitución.
Como se aprecia, la competencia jurisdiccional del Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación se encuentra perfectamente establecida, con lo que posibilita su plena
jurisdicción, lo que, a su vez, permite la creación del denominado Derecho
Jurisprudencial.
VI. LOS CRÍTICOS DE LA FUNCIÓN JURISDICCIONAL DEL TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA
FEDERACIÓN
Algunos autores han señalado y sostenido que el Tribunal Electoral no tiene
Jurisdicción Plena, sino que se encuentra en duda el alcance de sus decisiones.
Estos autores parten de la idea de que no existe un completo entendimiento del
denominado control constitucional debido a que no ha sido comprendida la
transformación de la Suprema Corte de Justicia en Tribunal Constitucional, pues
muchos de los casos se analizan de forma incorrecta al aplicar principios del juicio de
amparo.
De esta forma, esta corriente señala que la noción de control deriva de la existencia de
límites trazados por las normas constitucionales, además de los medios conminatorios y
las sanciones jurídicas. De aquí que, el control aparece cuando existe una verificación
de los límites preestablecidos.
Se señala que existen organismos que tienen facultades para reparar determinadas
transgresiones de las normas constitucionales de manera menos vinculatoria y sin
sanción, a diferencia de aquellos que tienen capacidad para “expulsar” del sistema
jurídico a una norma. Los primeros, se dice, deberán considerarse como propios de la
Justicia Electoral y no como órganos de control constitucional.
Los artículos 41, fracción IV y 99 constitucionales, garantizan los principios de
constitucionalidad y legalidad de los actos y resoluciones electorales, es decir, de
aquellos que han sido emitidos por las autoridades federales y locales electorales, por
lo que se debe advertir que solamente se hace referencia a los actos y resoluciones,
mismos que deben considerarse como categorías dentro de las cuales no es posible
hablar de disposiciones legales.
El control de Constitucionalidad en materia electoral se integra con: la acción de
inconstitucionalidad y los medios de impugnación electorales.
Cuando hablamos de acción de inconstitucionalidad debemos tener presente que se
trata de un proceso en el que se analiza la contradicción entre una norma de carácter
general y la Constitución, de conformidad con lo que señala el artículo 105, fracción II.
23
En materia electoral, este mismo artículo la ubica como un tipo específico de norma
general, es decir, con referencia a las leyes electorales, como lo estipula el inciso f) del
mismo precepto, de ahí que esos mismos autores reconozcan que la redacción del
mencionado ordenamiento se presta a confusiones. Al disponer que la única vía para
plantear la no conformidad de las leyes electorales a la Constitución es la prevista en el
mismo artículo, nos remite a dos vías: por una parte, a la acción de inconstitucionalidad
y, por la otra, a la controversia constitucional.
Cuando el artículo 99 admite que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación es la máxima autoridad jurisdiccional en la materia y es el órgano
especializado del Poder Judicial de la Federación, deben admitirse dudas al respecto,
pues del mismo artículo se desprende que no es la máxima autoridad pues establece la
salvedad de lo dispuesto por la fracción segunda del inciso f) fracción II del artículo 105
constitucional, es decir, que no es competente para analizar aspectos de
inconstitucionalidad de leyes electorales. De ahí, según esta corriente de opinión,
derivan varios aspectos:
- el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es la máxima autoridad
en lo que a legalidad y no constitucionalidad se refiere,
- así como en todo aquello que no tenga el carácter de ley como serían los
decretos del Poder Legislativo, reglamentos y otras disposiciones de carácter
general;
- su ámbito se reduce a los actos y resoluciones electorales.
No obstante lo anterior, las facultades que la Constitución le ha dotado al Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación en materia de constitucionalidad de actos
jurídicos que no son leyes, no le otorga por ese hecho la categoría de autoridad máxima
en la materia, debido a que: cuando sustente una tesis sobre la constitucionalidad de
actos o resoluciones electorales o sobre la interpretación de algún precepto
constitucional que sea contradictoria con la sostenida por una de las salas o por el
pleno de la Suprema Corte de Justicia, quien debe decidir de manera definitiva la
denuncia de contradicción es el propio pleno de la Suprema Corte de Justicia, de
conformidad con el artículo 99 párrafo quinto de la misma ley suprema.
Asimismo, con relación a la facultad de legalidad de los actos y resoluciones de
autoridades electorales, tampoco el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación tiene máxima autoridad porque se encuentra sujeto a no interpretar un
precepto constitucional que contradiga lo que la Suprema Corte de Justicia ha
interpretado, pues esta situación desencadenaría la denuncia de contradicción de tesis
que finalmente resolvería la propia Suprema Corte, lo que hace que el Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación se asemeje a los Tribunales Colegiados
de Circuito.
Los que defienden esta forma de interpretar los preceptos constitucionales, señalan
que, en todo caso, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación podría ser
un tribunal de legalidad y no de constitucionalidad. Sin embargo, aclaran que las
facultades que tiene expresamente establecidas en los artículos 41, fracción V y 99,
fracción III de la Constitución, que lo presentan como un Tribunal de máxima autoridad
jurisdiccional pueden llevarse a cabo sin que tengan que señalarse de manera especial,
24
pues los artículos 128 y 133 del mismo ordenamiento manifiestan, que los jueces, como
todo funcionario público, se encuentran obligados a guardar la Constitución y las leyes
que de ella emanen, en este sentido, todo juez tiene la obligación de examinar la
constitucionalidad de los actos jurídicos de los órganos jurisdiccionales.
Por lo anterior, quienes se inclinan a pensar que el Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación no tiene plena jurisdicción para resolver controversias constitucionales
que versen sobre la materia electoral, señalan que, desde el punto de vista funcional
como se ha comentado, el Tribunal no resuelve las controversias en forma definitiva e
inatacable.
Desde el punto de vista orgánico, los mismos autores mencionan que existen aspectos
constitucionales que permiten interpretar una posible equiparación entre el Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación y la Suprema Corte de Justicia, ambos
como máximas autoridades. Así señalan:
- son órganos jurisdiccionales y forman parte del Poder Judicial de la Federación,
como lo dispone el artículo 94 constitucional;
- el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en cuanto órgano
especializado, se asimila a la Suprema Corte de Justicia;
- de conformidad con el artículo 99 constitucional, el Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación tiene facultades para expedir su reglamento interior y
acuerdos generales;
- los magistrados que integran la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación y los Ministros de la Suprema Corte de Justicia deben
satisfacer los mismos requisitos con la salvedad de que los primeros duran en su
encargo diez años, así como, se encuentran ambos investidos de fuero;
- el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación propone su presupuesto
para que se sea incluido en el del Poder Judicial Federal.
No obstante estas coincidencias, los autores que le niegan jurisdicción plena al Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación, señalan que las anteriores características
no deben considerarse de manera definitiva, debido a que existen otras que permiten
distanciar la pretendida equiparación orgánica. Así:
- los Magistrados electorales son designados por la Cámara de Senadores o por la
Comisión Permanente en caso de receso a propuesta de la Suprema Corte de
Justicia. El nombramiento de los Ministros no es posible someterlo a la
consideración de la Comisión Permanente;
- la administración, vigilancia y disciplina de los integrantes del Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación, diferenciados de los magistrados de circuito
y jueces de distrito, se encuentran sujetos a una comisión del Consejo de la
Judicatura Federal.
En el ocio de la argumentación añaden los críticos del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación una de sus más puntillosas criticas que, por otra parte,
retoman de la doctrina española, a saber:
25
- el control de constitucionalidad, como se había señalado anteriormente, se
compone por la acción de inconstitucionalidad y los medios de impugnación;
- la acción de inconstitucionalidad, tiene como objeto de control a las normas de
carácter general, es decir, leyes y los medios de impugnación, su objeto de
control serán los actos y resoluciones electorales, de ahí que se permita
establecer una diferencia “competencial”.
- La dificultad se encuentra cuando aparecen actos y resoluciones que son
susceptibles de ser controlados constitucionalmente y que tienen por finalidad
resolver la contradicción entre los mismos actos y la propia Constitución.
- Se trata de procesos objetivos debido a que su fin es depurar el ordenamiento
jurídico cuyo examen se aleja de los tradicionales alegatos en tanto no existen
intereses particulares que defender sino intereses objetivos relacionados con
todo el ordenamiento jurídico.
- Los particulares, salvo la excepción del juicio para la protección de los derechos
político-electorales, no cuentan con legitimación debido a que no son sus
derechos los que se están controvirtiendo sino el derecho objetivo.
- Quienes se manifiestan a favor de esta argumentación señalan que se trata de
procesos que realizan una labor de nomofilaquia, al intentar referirse a la figura
clásica griega del nomofilacio, magistrado que custodiaba el registro y la
observancia de las leyes.
Por estas razones, se expone que no es posible concluir que el Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación sea máxima autoridad jurisdiccional, pues ni funcional
ni orgánicamente se puede demostrar que el Tribunal Electoral sea máxima autoridad
jurisdiccional en la materia.
Por supuesto, estas apreciaciones deben entenderse superadas con la actual
regulación constitucional del Tribunal Electoral, donde se le reconoce la posibilidad de
inaplicación de normas que sean consideradas inconstitucionales.
VII. COMENTARIOS FINALES
Quienes critican y sostienen la falta de competencia o de plena jurisdicción del Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación, lo hacen bajo una interpretación parcial
de la función jurisdiccional que lleva a cabo, no solamente el propio Tribunal sino la
Suprema Corte de Justicia de la Nación y en general todo el Poder Judicial, pues,
llevando hasta los límites la búsqueda de supuestos argumentos constitucionales,
podría decirse que la competencia para interpretar la Constitución se encuentra
reservada, de origen, al propio Poder Legislativo.
Desde el punto de vista de la interpretación denominada por la doctrina “auténtica”, es
el legislador el intérprete del texto que él mismo ha promulgado, por lo que, de
conformidad con el artículo 72, inciso f) de la Constitución, el Congreso de la Unión
tiene facultades para interpretar, reformar o derogar leyes y decretos sin más
requerimientos que observar los mismos trámites establecidos para su formación.
La critica en este sentido, aplicando similar método que los críticos del Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación al Poder Legislativo, pudiera encaminarse
26
a señalar que en realidad la Cámara de Senadores es menos importante que la de
Diputados, debido a que esta última tiene mayores atribuciones que la primera; o que el
Órgano Superior de Fiscalización no tiene plena jurisdicción debido a que la Comisión
de Vigilancia de la Cámara de Diputados debe aprobar los procesos de fincamiento de
responsabilidad, sean administrativos o resarcitorios; o que, debido a su integración
política, el Poder Legislativo no legisla sino solamente ratifica las iniciativas que envía el
Ejecutivo, etcétera.
Lamentablemente la crítica ha encaminado sus esfuerzos a analizar aisladamente los
componentes de un todo, cuando se trata de la competencia jurisdiccional de un órgano
del Estado.
En la interpretación legal que debe llevar a cabo el mismo Estado, a fin de que las
normas del Derecho se apliquen de forma expedita y con justicia, es el órgano judicial el
encargado de tal tarea y, dentro del mismo, como órgano especializado en materia
electoral, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es quien tiene
encomendada la labor de dilucidar aquellos actos y resoluciones de las autoridades
electorales que no se ajusten a las leyes o a la misma Constitución, por lo que, esos
conflictos jurídico-políticos que, por mucho tiempo se han considerado que la Suprema
Corte de Justicia no debe resolver a fin de mantener su imparcialidad como suprema
instancia de interpretación Constitucional y garante de la misma, hoy en día tienen un
cauce para ser resueltos aplicando e interpretando la norma.
Es tiempo de hacer realidad una cultura de la legalidad que avance con la cultura
política de nuestra sociedad, solamente de esa forma, podremos fortalecer el sistema
de partidos y electoral que demandan las nuevas generaciones.

Вам также может понравиться