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Una manera que quizás sea útil para explicar el advenimiento de la economía de
crecimiento sería referirse a la interacción entre los factores “objetivos” y
“subjetivos” que dieron lugar a su surgimiento. Los factores objetivos se refieren a la
dinámica de crecer-o-morir de la economía de mercado mientras que los factores
subjetivos se refieren al papel de la ideología del crecimiento. En la problemática de
este libro, contrariamente a las afirmaciones hechas por la mayoría de las corrientes
del movimiento ecologista, la ideología del crecimiento –que puede definirse
simplemente como la ideología basada en la significación social imaginaria de que
“el crecimiento ilimitado de la producción y de las fuerzas productivas es, de hecho,
el objetivo central de la existencia humana”[1] – no es la única causa, ni siquiera la
principal, del surgimiento de la economía de crecimiento. La ideología del
crecimiento simplemente se ha utilizado para justificar “objetivamente” la
economía de mercado y su dinámica, que dio lugar inevitablemente a la economía
de crecimiento capitalista. Esto implica que hoy en día la cuestión principal no se
reduce simplemente a un asunto de cambiar nuestros valores, como sostienen
ingenuamente algunos ecologistas radicales, ni siquiera a condenar el crecimiento
económico en sí. La cuestión fundamental en la actualidad es cómo podemos crear
una nueva sociedad que imposibilite la dominación institucionalizada del ser
humano sobre el ser humano y la consiguiente idea de dominar la naturaleza. La
búsqueda de un sistema de este tipo nos conducirá a la conclusión de que no es sólo
la ideología del crecimiento la que tiene que ser abandonada, sino la propia
economía de mercado.
Así, en primer lugar, por lo que a la forma de propiedad de los recursos económicos
se refiere, tanto la forma de propiedad privada-capitalista como la estatal-socialista
condujeron a la persecución de intereses parciales, ya que ambas asignaban el
derecho a controlar el proceso de producción a una minoría. En el primer caso,
directamente, a través de la propiedad privada que da a una minoría capitalista el
derecho a controlar los medios de producción y en el segundo caso, indirectamente,
a través de la propiedad estatal que le asignaba un derecho similar a la élite
burocrática de los países del SR.
Sin embargo, aparte de esta diferencia básica, los dos tipos de economía de
crecimiento comparten muchas características comunes y, en particular, dos
características muy importantes: la concentración del poder económico y el daño
ecológico. Estas características, a su vez, se derivan del hecho de que ambas
versiones comparten el objetivo intermedio de la eficiencia. La eficiencia se define
en ambos sistemas sobre la base de estrechos criterios técnico-económicos de
minimización de la inversión/maximización de la producción y no sobre la base del
grado de satisfacción de las necesidades humanas, que se supone que es el
propósito de un sistema económico [3]. Por lo tanto, aunque la concentración de
poder económico en la economía de crecimiento socialista fue principalmente el
resultado de la concentración de poder político en manos de las élites del partido, y
no el resultado del funcionamiento “automático” del sistema económico, el objetivo
adoptado de maximizar el crecimiento y la eficiencia impuso la necesidad de utilizar
los mismos métodos de producción tanto en el Este como en el Oeste. Más aún,
dado que el concepto de eficiencia económica, que ambos sistemas comparten, no
tiene en cuenta las “externalidades” del proceso económico y en particular las
consecuencias negativas del crecimiento en el medio ambiente, el resultado es el
actual daño medioambiental generalizado en todo el planeta.
Sin embargo, a pesar del hecho de que la ideología del crecimiento sostuvo tanto la
ideología liberal como la socialista, no se debe ignorar la relación intrínseca que
existe entre medios y fines. Así, a pesar del hecho de que ambos tipos de economías
de crecimiento tenían el mismo objetivo (la maximización del crecimiento
económico) la diferencia en los medios utilizados es muy importante. La
planificación es un medio que está principalmente en consonancia con un sistema
de propiedad social de los medios de producción mientras que el mercado está
principalmente en consonancia con la propiedad privada. Aunque, por lo tanto,
diversas combinaciones de planificación/mercado y de propiedad social/privada de
los recursos productivos se han propuesto e implementado en el pasado, lo cierto
es que sólo la combinación de la planificación (combinada tal vez con formas de
“mercados” artificiales como las propuestas en el capítulo 6) con formas de
propiedad social puede asegurar la satisfacción de las necesidades de todos los
ciudadanos. Por lo tanto, cualquier combinación de mercados reales con propiedad
privada de los recursos productivos (como en las economías de mercado) conducirá
ineludiblemente a una distribución muy desigual de los beneficios económicos del
crecimiento que no satisface las necesidades de todos los ciudadanos. De hecho,
incluso una combinación de propiedad social de los medios de producción con
mercados reales conducirá de nuevo (debido a la propia dinámica del mecanismo de
mercado) a desniveles considerables y desigualdad, como es el caso en las actuales
economías “socialistas de mercado” (China, Vietnam, etc.).