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POEMA A NUESTRA SEÑORA DE LA RECONCILIACIÓN

Lo primero que aparece ante quien contempla tu imagen


es el dulce y sereno rostro que expresa la grandeza
de espíritu de la Mujer de fe y belleza,
en cuyo favor ha hecho maravillas el Poderoso

Una mirada de indescriptible dulzura,


invita en forma franca y directa
al encuentro personal con premura
y sitúa a quien la observa
en una comunicación de tierna paz,
de serenidad, de esperanza de más.

El manto abierto de la Madre,


como invitándonos a cobijarnos bajo él,
es una manifestación de su protección
ante el peligro cruel,

Llama la atención el corazón atravesado


Una señal de dolor enrevesado
en medio de la expresión serena de la inmaculada. 
La alusión a la profecía del anciano Simeón es muy clara
como han visto a través de los siglos
en relación al intenso martirio
que sufre la Virgen Santísima al pie de la Cruz,
“por la herida que recibe su piadoso corazón”,
La alegría del triunfo de la reconciliación
llega con el dolor de la pasión y muerte del Hijo,
preámbulo de la Pascua de Resurrección.

Un corazón fulgurante en llamas de amor.


denotan la presencia transformante del Espíritu Santo redentor,
“llena eres de gracia”, “el Señor está contigo”,
Y nos muestra con sigilo
su corazón doloroso e inmaculado
símbolo de lo más hondo de su ser de luz y calor,
símbolo del amor gozoso del Inmaculado Corazón,
mostrando su gran amor a Dios padre,
y a toda la humanidad,
y al designio divino que es expresa en su Plan.
Una corona de rosas blancas
alude a la corona de espinas del reconciliador,
que trae a la mente los momentos de dolor al pie de la Cruz,
los momentos del triunfo, de la victoria.
Alude también al misterio reconciliador
y su triunfo manifiesta ese fruto admirable
que fue la Inmaculada Concepción de María,
preanuncio de la victoria del Señor,
primicia adelantada.
Las rosas blancas muestran también la ternura y la pureza del amoroso
corazón
de María Virgen.

El cinturón elevado que tiene la imagen de Nuestra Señora de la


Reconciliación
muestra a la virgen en estado de Buena Esperanza.
Santa María es portadora de nuestra salvación.
El misterio de la Anunciación-Encarnación
es aludido por ese delicado signo.
María Evangelizadora, Portadora del Evangelio vivo en su vientre
inmaculado.
Así, la presencia de Jesús en el corazón inmaculado y doloroso de María,
es magnificada por la presencia del Señor en su vientre virginal.
Es la imagen de María que porta al Señor Jesús en su seno.
Al ser portadora de Cristo Cabeza y manifestar así su divina maternidad,
se expresa también el misterio de María Madre de la Iglesia, que
precisamente es el Místico Cuerpo del Señor.
Así pues, María aparece como Madre de Dios
y Madre de los hijos de la Iglesia;
“la dulcísima Madre de Jesús y nuestra”.

Mano que con enérgica finura


apunta hacia su corazón muestra bien la capacidad modélica de la
maternidad de María.
Cumpliendo con el “Haced lo que Él os diga”
que puso en el horizonte humano como clave de plenitud en las bodas de
Caná,
se plasma también lo que el Señor desde la Cruz anunció: “He ahí a tu
madre” invitándonos a recorrer el camino del amor filial
y a acogernos al dinamismo de la amorización.
María señala el camino para poder alcanzar la plenitud:
desde su corazón que ardiente está encendido
de amor pleno por el Hijo divino.

Mano que con manifestación de gran ternura se dirige hacia sus hijos en el


mundo, que se dirige hacia quienes la contemplan, invita simultáneamente
a vivir toda la riqueza de la fe que la imagen representa, y junto con ese don
hace tomar conciencia de que Ella, la Madre, es la intercesora por
excelencia para obtener los dones del divino designio en el cristiano
peregrinar.

El pie: la imagen muestra el delicado pie de la


Madre pisandoa la serpiente —símbolo del mal, del Demonio— mientras
que ésta, de fauces abiertas y lengua extendida, la amenaza. La Virgen
María aparece ante nosotros llevando al Triunfador sobre el mal en su
inmaculado seno, trayendo a nuestra mente el cumplimiento de esa
promesa: tu linaje aplastará la cabeza de la maligna serpiente (ver Gén
3,15). Se trata de la cooperación de María a la redención del género
humano, de la enemistad entre la Mujer y su linaje, pero al mismo tiempo
recuerda los peligros que acechan.
Nuestra Señora de la Reconciliación presenta, pues, una síntesis viva y
elocuente de misterios centrales de la fe de la Iglesia. Destaca la unidad de
los misterios de la Anunciación-Encarnación y de la Reconciliación en el
misterio del Calvario. Una vez más los símbolos de la imagen ofrecen
ocasión para integrar y, más aún, expresar sintéticamente la unidad de los
misterios del Salvador, Verbo Eterno hecho Hijo de Mujer para la
reconciliación de los seres humanos. Otros signos invocan el maternal
servicio de anuncio y el de intercesión. El conjunto exhorta a acoger y vivir
esos misterios de la fe impulsados por la Madre que a ello nos invita.

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