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GESTION DE RIESGOS Y DESASTRES-BANCO MUNDIAL

Los pobres y vulnerables son los más perjudicados por los desastres.
Entre 1998 y 2018, el 91 % de las muertes relacionadas con tormentas
se registraron en países de ingreso bajo y mediano, pese a que solo el
32 % de estas perturbaciones atmosféricas se produjeron en esos
países.

Desde 1980, los desastres ocasionados por peligros naturales han


causado la muerte de más de 2 millones de personas y pérdidas por
valor de USD 3 billones, con un aumento de los daños totales de más
del 600 % (i), de USD 23 000 millones anuales en la década de 1980 a
USD 150 000 millones anuales en el último decenio.

En el informe del Banco Mundial titulado Shock Waves (Ondas de


choque) (i) se revela que casi el 75 % de esas pérdidas se puede
atribuir a desastres climáticos extremos, y que para 2030 el cambio
climático amenaza con empujar a otros 100 millones de personas a la
pobreza extrema. Por su parte, en el informe del Banco
titulado Unbreakable (Indestructibles) (i) se concluye que los desastres
naturales han provocado impactos cuantiosos y duraderos sobre la
pobreza.

El crecimiento de la población y la rápida urbanización están


impulsando el aumento de los riesgos de desastres. Naciones
Unidas (i) calcula que para 2050 más de dos tercios de la población
mundial vivirá en ciudades. En el informe del Banco
Mundial Aftershocks (Réplicas) se explica que estas tendencias
podrían poner en riesgo, solo considerando las inundaciones fluviales
y costeras, a 1300 millones de personas y USD 158 billones en
activos.

Según el informe del Banco Investing in Urban Resilience (Invertir en


la resiliencia urbana), en 2030, debido a la falta de inversiones
urbanas para mejorar la capacidad de adaptación, los desastres
naturales probablemente generarán pérdidas equivalentes a
USD 314 000 millones anuales en las ciudades de todo el mundo.

Por el contrario, el beneficio neto de invertir en infraestructura más


resiliente en los países de ingreso bajo y mediano ascendería a
USD 4,2 billones, lo que representa un rendimiento de USD 4 por cada
dólar invertido, según el reciente informe del Banco Mundial
titulado Lifelines (Servicios esenciales). Esas inversiones pueden
mejorar la calidad y la resiliencia de servicios básicos —como el
transporte o el abastecimiento de agua y electricidad— y contribuir así
a crear sociedades más resilientes y prósperas.
Si en la planificación del desarrollo se integra la gestión del riesgo de
desastres, la actual tendencia al aumento de los impactos de las
catástrofes naturales se puede revertir. Además, cuando después de
los desastres los países se reconstruyen de manera más sólida,
rápida e inclusiva (i), se reducen  las consecuencias en los medios de
subsistencia y el bienestar de las personas en hasta un 31 %, y
posiblemente también las pérdidas medias mundiales.

Si los países actúan de manera decidida se pueden salvar vidas y


bienes. Sin embargo, muchos países en desarrollo no cuentan con los
mecanismos, la experiencia ni los instrumentos necesarios para
integrar las posibles consecuencias de los fenómenos naturales
adversos en sus decisiones de inversión.

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