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Conductas de Riesgo y Estrategias de

Intervención en Salud Mental MPCS15AC

Mtro. Diego C. Cantoral Cancino


Mtra. Alejandra Citlali García Rodríguez

Actividad 2: Análisis de lectura

Ana Miriam Flores Cárdenas

26 de julio de 2020
Influencia del contexto social y familiar en el desarrollo del niño y sus
alteraciones
Sociedad y psicopatología. Con miras a comprender el desarrollo del niño y sus
alteraciones, puede concebirse como un ser biopsicosocial que interacciona
regularmente con su entorno, mismo que impacta en su desarrollo y en su
comportamiento. E primer entorno con el que interactúa un niño es la familia, interacción
que lo forjará como adulto. La relación de la familia gira en torno al contexto social en que
concurra atendiendo costumbres, valores y demandas que la propia sociedad le exija.
Dicho contexto social afecta la interrelación entre los miembros de la familia y como
consecuencia el comportamiento de todos, lo que servirá como guía de salud o patología:
si las conductas se desvían de las normas familiares o su entorno serán consideradas
como anormales o patológicas pudiendo así clasificarse en un diagnóstico que se
sustenta en el enfoque médico el cual considera que la enfermedad deriva de unidades
neurofisiológicas principalmente del cerebro.
Sin embargo, otro enfoque señala que las alteraciones de la conducta son resultado del
medio, y contempla la interacción entre los sujetos, su historia familiar y las relaciones
emocionales. Otro estudio explica que los factores psicológicos y sociales afectan la
salud física, y en niños perjudica su desarrollo. Los factores socioeconómicos, raza y
género impactan a la salud mental. En México un estudio destacó los siguientes aspectos
que condicionan la salud mental: desempleo, bajo nivel educativo, violencia y abuso,
carga de trabajo en las madres, farmacodependencia, vida rural, situación de calle,
discapacidad, maternidad adolescente, ciclo vital de adulto mayor, condición indígena,
población migrante, en su mayoría con frecuencia vinculados a otro factor sensible, la
pobreza. Aspectos que afectan la vida de un adulto impactando su salud mental, pero
que como en cascada perturba al resto de la familia principalmente a los hijos.
La familia ha sido estudiada desde diferentes perspectivas, destacando la Teoría de los
sistemas familiares, la Teoría ecológica y la Teoría de la interacción de la cual derivan
las teorías del conflicto, del intercambio, de los sistemas, ecológica del desarrollo
humano, y del desarrollo familiar. Según el texto analizado, la teoría ecológica es la que
mejor encaja a fin de comprender el desarrollo y comportamiento del niño, destacándolo
como individuo influenciado e interactuando con su medio.
Existen tres dimensiones que clasifican el tipo de familia a la que pertenece el niño:
sociodemográfica, socioeconómica y sociocultural. La primera se centra en el tamaño,
estructura del parentesco, ciclo de vida familiar, tipo de autoridad, número y edad de los
hijos. La socioeconómica se refiere a la condición de las familias como aparatos de
producción, así como a su interacción en la esfera del mercado con la asignación de
tareas y responsabilidades en función del sexo. La sociocultural apunta a la cualidad
productora de significados y valores de la sociedad como el matrimonio, la maternidad,
la parentalidad o la lealtad filial, el papel sancionador de los roles sociales existentes y a
su conexión con las instituciones que refuerzan la reproducción de estos.
Es indiscutible que la familia se ha transformado con el tiempo: de acuerdo con su
estructura identificamos familias monoparentales, reconstruidas, homoparentales,
adoptivas, que dan otro significado a concepciones como estado civil, vida de pareja,
maternidad, parentalidad, etc. Ha disminuido el número de hijos y aumentado las familias
con hijos únicos. El acceso a otras costumbres y culturas brinda oportunidad a elegir
opciones de vida, valores e intereses individuales, de pareja o familia. La cohabitación,
separaciones y divorcios crean otras formas familiares y procesos de recomposición.
El divorcio y la participación de la mujer en el ámbito laboral influyen en la interacción
familiar. Del primero, hay estudios que señalan que resta bienestar psicológico y origina
problemas emocionales, académicos, de conducta antisocial, agresión, desobediencia y
consumo de drogas. A temprana edad, puede destruir la imagen que el niño tiene de sus
padres, sentirse carente de afecto y rechazado, así como contrariado por los
desacuerdos de aquellos. Por el contrario, hay investigadores que sustentan que el
divorcio no perjudica a los hijos y en su caso el efecto perdura poco tiempo.
En México, gran parte de los jóvenes que delinquen y consumen sustancias, mujeres con
una imagen paterna negativa, así como mayor incurrencia a divorcio o separación, y niños
con dificultad para mantener atención e incumplimiento de responsabilidades escolares,
tienen en común ser hijos de padres divorciados.
En cuanto a las madres trabajadoras, involucra menos tiempo de convivencia con sus
hijos, incrementa el estrés que puede inducir a manifestar irritabilidad e impaciencia para
con sus hijos. A razón sociocultural, en las familias mexicanas la mujer es quien ejecuta
principalmente las actividades en casa, la atención a los niños, a los enfermos, lo que
provoca como ya se mencionó estrés e irritabilidad que sobresalta la armonía familiar.
En el desarrollo del niño participan aspectos biológicos, psicológicos y sociales. En el
desarrollo biológico se exhibe a la herencia como generador de ciertas conductas o
rasgos, aunque es posible que estos cambien a causa del medio que les rodea. Para el
socioemocional, un niño pequeño logra manifestar sus emociones y responder
apropiadamente a las de las personas que le custodien; la calidad e intensidad de sus
emociones son sustanciales para afrontar problemas de comportamiento. En cuanto a
las relaciones sociales, el menor percibe las expresiones socioemocionales de sus
padres creando así vínculo con estos, el cual estará asociado a los estilos de crianza y
las formas de apego, principalmente con la madre o quien lo críe.
Relación padres e hijos. El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño y sus
padres generando seguridad emocional necesaria para el desarrollo de su personalidad.
Se clasifica en seguro o apego inseguro, en el primero existe una relación de calidad,
confianza, afecto, sintonía y sensación de bienestar; en el inseguro la mala calidad en la
relación con su madre lo conduce a la desregulación emocional, se divide en evitativo,
ambivalente y desorganizado. Los tipos de apego están a cargo de la respuesta del
cuidador, y es de suma importancia la calidad del apego en función a la receptividad
paterna y la expresividad emocional. Las relaciones deficitarias como castigos severos,
limites ineficaces e incoherentes, discordia familiar y conflictos maritales son nocivos al
desarrollo emocional del niño concluyendo en problemas de expresión externa como
agresión o conductas desadaptativas o internas como ansiedad o depresión.
Los estilos de crianza son tres y se refieren a la actitud de los padres frente a la educación
de los hijos: el autoritario, apela a un esquema de conducta castigador severo provocando
en los hijos conductas disruptivas y agresivas; negligente/permisivo, caracterizado por la
indiferencia, permisividad, pasividad y falta de contacto e implicación frente a actitudes y
conductas de sus hijos, padres tolerantes que poco castigan; respecto a sus hijos, hay
una predisposición de inmadurez, desinterés en explorar, falta de autocontrol, desarrollan
comportamientos llamativos y desadaptativos como la agresión, el resultado a mediano
plazo, un niño sin conciencia normativa y con dificultad a socializar; y democrático, que
se distingue con padres que respetan la individualidad, intereses, opiniones y
personalidad de sus hijos, son cariñosos, guían con dirección racional, firmeza y castigos
limitados, explican normas y permiten comparar opiniones, como resultado, niños que se
perciben seguros, amados, con confianza en sí mismos, autocontrol, interesados en
explorar y satisfechos. Es importante señalar que en una familia se pueden practicar
todos los estilos, participando las características del propio niño, variables externas como
el aspecto socioeconómico o las creencias religiosas. Como prevención este ultimo estilo
sería el óptimo en la formación para la crianza.
Además de los biológicos, psicológicos y sociales, los factores que influyen en el
desarrollo de un niño también se pueden clasificar por la frecuencia en que incurren,
subdividiéndose en normativas y no normativas. Las normativas son vivencias que de
forma regular experimenta un niño, como ejemplo, el ingreso a la escuela en la edad
correspondiente. Las no normativas se refiere a sucesos imprevistos ocurridos de modo
espontáneo y en situación especial como lo es un divorcio o la muerte de un ser amado.
De acuerdo con la etapa en que se produzca un suceso, puede resultar más
transcendental que si sucede en otro momento, por ejemplo, un embarazo en la
adolescencia.
Riesgo y resistencia. El riesgo hace referencia a las variables que facilitan la probabilidad
de originar problemas o desviaciones del comportamiento. Algunas personas poseen la
tenacidad para afrontar estos riesgos, sin embargo, hay quienes son vulnerables a resistir
las complicaciones que se presentan. Los factores de riesgo en el desarrollo del niño se
pueden establecer en: constitucionales, emocionales e interpersonales, intelectuales y
académicas, familiares, ecológicas, acontecimientos de vida no normativos generadores
de estrés. El riesgo aumenta en quienes han experimentado múltiples transiciones
matrimoniales.
Principales conflictos en la niñez. En nuestro país, los trastornos más frecuentes en
menores de 15 años según la CIE-10 son los trastornos hipercinéticos, el trastorno mental
sin especificación, reacciones a estrés grave y trastornos de adaptación, trastornos
disociales, trastornos específicos del desarrollo del aprendizaje escolar, trastornos del
comportamiento social, trastorno de las emociones, trastornos generalizados del
desarrollo, trastornos mentales debidos a lesión, disfunción cerebral o enfermedad,
retraso mental. No puede pasar inadvertido que el 25.5% lo ocupa el trastorno por déficit
de atención y el 11.95% de los niños que acuden a consulta presentan sintomatología de
trastorno mental sin especificar, lo cual implica un verdadero desafío en la realización de
un diagnóstico y tratamiento para una intervención inequívoca.
En definitiva, si se pretende que los niños se conviertan en adultos con un estado de
completo bienestar físico y mental se tendrá que apuntar hacia la implementación
de intervenciones preventivas, apoyada de los diferentes medios de comunicación que
influyen en los valores y costumbres y por tanto en el desarrollo del ser humano. Entrar
desde la familia es la propuesta del texto examinado, concientizando a los padres de la
influencia que tienen su interrelación en el desarrollo de su hijo y brindándoles las
herramientas para afrontar apropiadamente las situaciones venideras.

Conclusión

En mi práctica laboral generalmente me he encontrado con usuarios que tienen conflictos


con sus hijos adolescentes, manifestando estos desde problemas de conducta
principalmente agresión, hasta ideación suicida, la mayoría coincide en que se casaron
muy jóvenes, o que fue un embarazo no planeado o no deseado, coinciden también en
que se encuentran estresados y agotados por sus actividades.

Precisamente hace unos días un paciente me expresó que se preparó mentalmente para
enseñar a conducir a su hijo, dijo “quiero que sea la mejor experiencia para mi hijo, que
le quede un recuerdo bonito de cuando su viejo lo enseñó a manejar, además de
fortalecer lazos ahora que inicia la etapa de adolescencia, quiero estar cerca de él” todo
un caso especial sin duda.

Coincido en que esta problemática se debe atender desde la ´prevención, como


recomienda la lectura con los diferentes medios de comunicación, pero también se puede
desde el embarazo en los centros de salud donde se atienden las madres, desde las
instituciones escolares retomando las “escuelas para padres”.

Referencias:

Gómez-Maqueo, E., Heredia y Ancona, C., (2013). Psicopatología, riesgo y


tratamiento de los problemas infantiles. Manual Moderno. México.

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