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Clase 2: FERTILIZACIÓN Y ABONOS.

Análisis del suelo:

Justus von Liebig, químico alemán, descubrió en el siglo XIX que el


desarrollo de las plantas depende de la presencia de tres elementos principales:
nitrógeno, fósforo y potasio. Este descubrimiento, sin embargo, apenas tuvo
repercusión inmediata sobre la agricultura en una época en la que los labradores y
los agricultores disponían con facilidad de estiércol de caballo que contienen los
tres elementos. Pero cuando el transporte a motor sustituyó a la tradición animal,
las cosas cambiaron de manera espectacular y, desde el punto de vista del
agricultor, de forma perjudicial. El legado actual del descubrimiento del von Liebig
es la opinión totalmente simplista de que lo único que hay que hacer es
suministrar a las plantas abonos químicos que contengan nitrógeno, fósforo y
potasio. El resultado de esto ha sido que aunque los cultivos abonados
químicamente crecen lozanos, su calidad tiende a deteriorarse y con el paso de
los años pierden su resistencia ante las plagas y las enfermedades. Los químicos
se enfrentan, pues, a este nuevo problema inventando todo tipo de pesticidas,
fungicidas y bactericidas. Están obligados a intervalos porque las plagas y las
enfermedades se inmunizan rápidamente contra los venenos.

El buen agricultor orgánico no necesita abonos químicos. Como sabe cada


vez más gente, existen buenos métodos orgánicos para dotar a la tierra de las
cantidades correctas de nitrógeno, fósforo y potasio así como de los
oligoelementos necesarios.

Nitrógeno

De los tres elementos principales, el nitrógeno ejerce un efecto mucho más


notable que los otros sobre los cultivos. Pero antes de que las plantas o árboles
frutales puedan utilizarlo hay que fijarlo (no ha de estar libre como en la
atmósfera). El nitrógeno se fija por medios químicos en un nitrato pero son
comunes cuatro errores al respecto.

 Primero, es un proceso muy caro pues requiere un enorme consumo


de energía y el precio del nitrógeno aumenta cada vez que sube el del petróleo.

 Segundo, la fijación química del nitrógeno provoca un desarrollo


demasiado exuberante y debilita la resistencia de las plantas ante las plagas, las
enfermedades y las heladas invernales.

 Tercero, se ha demostrado de manera tajante que el uso excesivo de


nitrógeno fijado químicamente disminuye la calidad de las plantas en la medida en
que aumenta la producción.

Por último, y éste es el punto más importante, las nitrobacterias ya fijan de


modo constante el nitrógeno del aire en suelos orgánicos. Si se añade nitrógeno
fijado por promedios químicos se las deja inactivas y desaparecen. Se destruye de
esta manera la capacidad del suelo para fijar su propio nitrógeno y en lugar de
obtenerlo gratis hay que pagarlo.
Así, pues, se recomienda al agricultor aplicar nitrógeno sólo en forma
orgánica: como estiércol, compost, abono verde de leguminosas o residuos de
éstas (que fijan su propio nitrógeno) procedente del montón de compost (en donde
está justificado el uso de material rico en nitrógeno como la harina de pescado o
de sangre para activarlo y liberar los nutrientes de las plantas).

El nitrógeno puede aplicarse en forma orgánica concentrada como harina


de pescado, de sangre o de algas, lodo seco de aguas residuales o gallinaza, pero
sólo en caso de emergencia y como un tónico cuando el cultivo lo necesite de
modo desesperado.

La cantidad de abono necesaria para corregir la carencia de nitrógeno no es


crítica. Si se utiliza estiércol vacuno es recomendable 0,5 kg por cada 900 cm2.
Con estiércol de aves es suficiente la mitad de esta cantidad; y con gallinaza seca,
una quinta parte. Estas enmiendas mejoran el contenido el suelo en fósforo y
potasio.

Fósforo

Si el suelo es deficiente en fósforo se podría utilizar un aditivo químico de


acción rápida como es el superfosfato. Pero el agricultor orgánico usa estiércol
vacuno que contiene 2,3 kg de ácido fosfórico por tonelada. Si no es posible
obtener una cantidad suficiente del mismo y un análisis revela que el huerto es
deficiente en fósforo, se empleará fosfato mineral, que actúa con lentitud pero
durante varios años, harina de huesos, sangre seca, lodo de aguas residuales o
harina de semilla de algodón, como en América. (Las empresas que suministran
estos aditivos han de indicar la composición de los mismos, con lo cual es posible
saber la cantidad de fósforo que se paga). Conviene recordar que los aditivos
orgánicos ricos en fosfato tienen otros efectos beneficiosos. Si se reside cerca de
un centro siderúrgico, la escoria básica es una mezcla excelente de fosfatos.
Si es necesario corregir la deficiencia del suelo en fosfatos no hay que tener
miedo de poner un abono muy rico en ese elemento: no daña a las plantas y las
beneficia durante años. Una cantidad aconsejable sería 1,4 kg por cada 9,3 m2.

Potasio

El tercer elemento del trío es el potasio o potasa, necesario en especial


para los cultivos de raíz, aunque mejora la calidad y resistencia de todas las
plantas. Está presente en la mayoría de los suelos y las arcillas lo suelen contener
en cantidades suficiente, aunque si hay carencia del mismo se corrige con
facilidad sin tener que recurrir a la potasa, que resulta cara. Las cenizas de
madera son muy ricas en potasio pero el estiércol de granja o un buen compost
contienen además otros elementos vitales.

Microelementos

Además del nitrógeno, el fósforo y el potasio hay suelos deficientes en los


llamados “oligoelementos”, es decir, elementos esenciales pero presentes sólo en
cantidades mínimas. Entre ellos figuran el magnesio, el cinc, el azufre, el
manganeso, el molibdeno y el boro.

Un suelo bien alimentado con compost es poco probable que sufra


deficiencias en algún oligoelemento y, en general, con una buena dosis de
estiércol animal, lodo de aguas residuales o compost de algas se cura cualquier
síntoma de deficiencias. Pero hay remedios específicos para la falta de uno u otro
de estos elementos.

 Para la de magnesio, por ejemplo, se usan sales de Epsom: 28 g


disueltos en 4,5 1 de agua por cada 0,8 m2.

 Para la de magnesio se rocían 24 m2 con 28 g de sulfato de


manganeso disueltos en 3 1 de agua.

 Para la carencia de azufre se utiliza sulfato amónico.


 Para la del molibdeno se emplean algunos decigramos de molibdato
de sodio por cada 40 o 50 áreas.

 En el caso del boro son 29 g de bórax disueltos en 9 1 de agua por


cada 17 m2.

Cal

Existe un elemento más importante en el suelo: el calcio, o la cal en


términos vulgares. Es, en cierto sentido, un elemento clave porque si su contenido
en el suelo no es correcto es muy probable que repercuta sobre los otros
elementos.

Su acción específica es neutralizar la acidez del suelo. Pero, además de


esto, tiene numerosos efectos beneficiosos. Así, por ejemplo, mejora la estructura
de los suelos arcillosos al hacer que las diminutas partículas del mismo se
agrupen en granos más gruesos que hacen más sencillo el laboreo (la arcilla es
por lo general ácida y esto ocasiona la defloculación mediante la cual el suelo se
vuelve duro e impermeable al agua y al aire).

La cal reduce asimismo la acción de las bacterias desnitrificantes


reduciendo de ese modo la pérdida de nitrógeno del terreno. Libera también
fósforo y potasio que quedan inmovilizados en los suelos ácidos. Cuando existe
exceso de algún microelemento, en especial de manganeso, la cal los vuelve
insolubles por los que no pueden producir daño alguno a las plantas. Por último, la
cal reduce la absorción de estroncio 90 por parte del suelo, que, debido a la
proliferación de las centrales nucleares, constituye un grave problema.

Pero es necesario tener cuidado al aplicar la cal puesto que su exceso es


tan malo como su falta. Si se echa demasiada se producen deficiencias en otros
elementos, en particular fósforo, manganeso, cinc y boro.

Lo primero que hay que hacer es analizar el suelo para conocer su pH. En
la mayoría de los establecimientos de agricultura venden equipos de análisis
sencillos y lo mismo en las tiendas de productos químicos. Se recomienda realizar
los análisis con regularidad a fin de comprobar si el pH se mantiene constante.

Si resulta necesario añadir cal para neutralizar la acidez (el pH óptimo


oscila entre los valores 6.5 y 7), puede hacerse de diversos modos. Uno de ellos,
mediante la cal molida (la piedra dolomítica es la mejor si se puede conseguir)
aunque suele usarse también cal muerta (cal quemada y apagada con agua). La
creta es simplemente piedra caliza blanda, y la arena de mar procedente de
ciertas partes de la costa inglesa es rica en cal al haberse formado de las conchas
de los moluscos. Como regla general, conviene usar los que se tenga más a mano
y la cal no es cara. Si no se sabe qué hacer, basta con comprar un saco de cal de
la utilizada para blanquear paredes. La cantidad necesaria depende del valor del
pH del suelo v de lo que se quiera cultivar.

Con 2.3 kg distribuidos en 9.3 m2 el pH aumenta en un 75 por ciento. Si el


suelo es muy ácido, lo aconsejable es emplear esta cantidad cada cinco años. Por
otro lado, si el pH del terreno es, digamos, 5 y se quiere neutralizarlo a 7 se aplica
una cobertura de 0.9 kg por 9.3 m2. Sin embargo, cualquiera que sea la cantidad
requerida, hay que evitar hacerlo al mismo tiempo que se aplica estiércol. Es
mejor dejar un intervalo de seis meses. La cal se aplica, por lo general, antes de
plantar especies que la necesitan de modo particular.

Interpretación, corrección de los Síntomas de deficiencia en el suelo

Existen en el mercado numerosos equipos para el análisis del suelo que


detectan cualquier deficiencia en nitrógeno, fósforo, potasio y oligoelementos.
Pero muchos de ellos indican sólo la cantidad de abono inorgánico que el
fabricante considera adecuada para corregir la deficiencia. Otra posibilidad es
enviar una muestra del terreno al laboratorio local de agricultura. Pero es probable
que el método más sencillo consista en observar las plantas (véase el cuadro
siguiente).
Elemento
Síntoma
Deficitario

Las hojas tienen aspecto cloròtico (color verde pálido


o amarillo); las hojas viejas se ponen amarillas en sus
Nitrógeno
extremos; el borde de las hojas permanece verde pero la
nervadura central amarillea.

Plantas achaparradas y de color oscuro; las hojas


Fósforo
viejas adquieren una matriz púrpura.

Acortamiento no natural de los internodios (zonas del


tallo situadas entre los nudos, o engrosamientos en el caso
Potasio
de las hierbas y del maíz); la punta de las hojas se pone
amarilla y aparece chamuscada.

Las hojas viejas se ponen amarillas y presentan


Magnesio
manchas blanquecinas ente las venas.

En la base de las hojas nuevas se forman áreas


blanquecinas situadas a ambos lados del nervio centras; los Cinc
internidios se acortan.

La planta presenta una clorosis general de las hojas Azufre

Las hojas nuevas aparecen moteadas; en los


manzanos, aparece una clorosis moteada ente las venas
Magnesio
laterales de las hojas y las áreas cloróticas mueren dejando
agujeros.

En las coles en particular las hojas se abarquillan


hacia adentro en forma de bocina, mientras se arrugan sus Molibdeno
puntas.

Las plantas de raíz, en especial rutabagas y nabos,


Boro
se ponen grises y pulposos en el centro
Una vez analizado se han analizado los síntomas, y con un análisis y toma
de muestras adecuado, se puede proceder a la corrección del suelo añadiendo los
fertilizantes adecuados que permitan la existencia del o los elementos deficitarios.

Análisis y toma de muestras

Para obtener un buen desarrollo del cultivo, es esencial la incorporación de


las cantidades exactas de fertilizante. El método más correcto para determinar
estas cantidades, es realizando una prueba del suelo o una toma de muestras.
Este método mide el pH del suelo y las cantidades de nutrientes disponibles que
éste contiene. Con el conocimiento de las cantidades de nutrientes ya presentes
en el suelo, es mucho más fácil determinar los tipos y cantidades de fertilizantes
que es necesario incorporar. La mayoría de los problemas de fertilización de las
plantas están asociados con la falta de aportación o con el empleo inapropiado de
nitrógeno, fósforo, potasio y cal.

Toma de muestra del suelo y subsuelo. Métodos y herramientas

Cada muestra de suelo debe representar el área en el cual la cal y el


fertilizante se van a incorporar. Para ello, se debe obtener una gran muestra de
componentes formada por pequeñas porciones de suelo tomadas de diversas
ubicaciones. Para terrenos con césped y jardines, se deben obtener muestras de
manera aleatoria en ocho o diez ubicaciones diferentes.

Para la recolección de muestras de suelo, se pueden emplear diferentes


tipos de herramientas. Una de ellas es el tubo o varilla. Con esta herramienta se
obtiene una porción uniforme introduciéndola dentro de la tierra hasta la
profundidad deseada, para después obtener la muestra.

También se puede emplear una pala o espátula. Para ello se corta el suelo
en forma de V hasta una profundidad determinada, dejando un hoyo triangular. Se
obtiene una porción de 3 cm de espesor de la pared del hoyo, obteniendo una tira
de 3 cm de longitud. Se debe repetir el procedimiento en un número suficiente de
ubicaciones dentro del área que se vaya a fertilizar.

Para cada muestra de componentes, se deben colocar las muestras de


suelo obtenidas en recipientes limpios y mezclarlos completamente. El suelo debe
estar suficientemente seco como para permitir una mezcla homogénea. Por último,
conviene tomar suficiente cantidad de suelo seco y proceder a su colocación en
una caja de muestras de suelo para posteriormente enviarla al laboratorio para su
análisis.

Por otra parte, destacan entre los métodos de muestra, los equipos más
sencillos de análisis que consisten en dos tubos de ensayo, una botella de
solución y una tarjeta de colores.

Se llena la cuarta parte de un tubo de ensayo con tierra.

Se llena la mitad del otro tubo con la solución.

Se vierte la solución en el tubo con tierra.

Se tapa con un tapón y se agita.

Se deja precipitar y se compara el color del tubo con los de la tarjeta.

Corrección y consecuencias prácticas de los análisis de suelo

Después de haber corregido las deficiencias específicas del suelo mediante


la aportación directa del elemento deficiente, lo más aconsejable es añadir con
regularidad cantidades pequeñas de fosfato y potasio al montón de compost.
Investigaciones reciente, realizadas principalmente en Rusia, han demostrado con
toda certeza que los fosfatos, y probablemente también el potasio, dan mejores
resultados cuando están mezclados con el compost (o el estiércol), ya que los
ácidos de ésta ayudan a liberar esos elementos. Por consiguiente, si se añade una
mezcla de fosfatos al montón de compost o de estiércol, se favorece la fijación del
nitrógeno que, de lo contrario, escaparía en forma de gas. Se debe calcular la
superficie del huerto y añadir 114 g de fosfato y potasio al montón de compost por
cada 9.3 m2. Cada año hay que comprar la cantidad precisa, guardarla en el
cobertizo y agregarla al montón de compost según se lo prepara de manera que
se logre una distribución uniforme.

Como punto final acerca de los abonos se podría recalcar que cualquier
estiércol orgánico proporciona todos los elementos esenciales para el suelo
(excepto, quizá, la cal). Los estiércoles animales contienen, de hecho, una gran
variedad de productos químicos. Si se cría en el huerto cualquier tipo de ganado
(cuadrúpedos o aves) no habrá nunca problemas por falta de abono. Pero debe
recordarse que todos los estiércoles orgánicos han de pasar primero por el
montón de compost. Incluso el estiércol humano es excelente siempre que se lo
incorpore al montón de compost y se lo entierre bajo material orgánico. El calor del
compost y la actividad bacteriana general destruyen todos los organismos
patógenos antes de que se incorporen al suelo.

Enmiendas orgánicas

La enmienda es una práctica que tiene la finalidad de modificar los defectos


de estructura y composición del suelo. Ello se puede lograr indirectamente
mediante un programa coordinado de labores y de abonos, en particular
orgánicos, que componen la corrección de un anómalo, con el que las
características físicas del suelo se hallan estrechamente relacionadas.

La ’’enmienda” en el sentido estricto del término, es la aportación de


materiales como la arena que da partículas gruesas, aligerándolos, a los suelos
compactos, y de arcilla y limo que hacen más coherentes los suelos demasiado
sueltos.

Las enmiendas orgánicas son residuos de origen animal y vegetal que


adicionados a los suelos mejoran sus características químicas, físicas y biológicas.
Una vez incorporada al suelo, o luego de someterse a un proceso la materia
orgánica es descompuesta por la acción de los microorganismos. La última etapa
en la descomposición de la materia orgánica es la Mineralización y en ella se la
liberación de nitrógeno y de otros nutrientes, los cuales pasan a formar parte de la
solución del suelo, quedando disponibles para las plantas nuevamente. Es
importante recalcar que la planta no puede aprovechar directamente los nutrientes
presentes en la materia orgánica, sino que hasta que ésta sea descompuesta por
los procesos bioquímicos realizados por la microfauna.

Importancia de la Materia Orgánica

1. Constituye un almacén de nutrientes, especialmente Nitrógeno,


Potasio, Sulfato, los cuales se van liberando lentamente, facilitando su
aprovechamiento por la planta.

2. Puede retener hasta diez veces más nutrientes que las arcillas.
Aumenta la C.I.C. (capacidad de intercambio catiónico) del suelo.

3. Forma complejos que retienen macro y micronutrientes, evitando su


pérdida por lixiviación y por lo tanto, aumentando su disponibilidad.

4. Proporcionan energía para los microorganismos, lo cual incrementa


la actividad biológica de los suelos.

5. Favorece una buena estructura del suelo, al aumentar la bioestructura


o estructura estable del agua; facilitando así la labranza. Las fuentes potenciales
como abonos orgánicos se pueden dividir de la siguiente forma: estiércoles,
residuos de cosecha, abonos verdes, biofertilizantes, desechos agroindustriales y
basura, efluentes y lodos, compost, bocashi y abono líquido de frutas.

Enmiendas calizas

Los suelos ácidos no son favorables para el desarrollo de la mayoría de los


cultivos, por lo que es preciso corregir la acidez, tratando de sustituir
los cationes hidrógeno por cationes calcio. Esta operación se llama
enmienda caliza o encalado.

La función de la enmienda es la de corregir las propiedades mecánicas y


físicas del suelo. La adición de cal mulle las tierras compactas.

Antes de adoptar la decisión de encalar un suelo, es necesario conocer su


estado cálcico. Se debe de disponer de los datos de pH y contenido en calcio
(Ca2+):

pH Calcio Activo Estado cálcico Necesidades de encalar


No necesita encalar
pH≥6.5 Cualquiera Satisfactorio
Control cada 2-3 años
≥2% o 10
Satisfactorio Encalado de Conservación
meq/100gr
5.5<pH<6.5
<2% o 10
No satisfactorio Encalado de Corrección
meq/100gr
pH≤5.5 Cualquiera No satisfactorio Encalado de Corrección

Los productos utilizados como enmienda cálcica pueden ser:

 Óxido e hidróxidos de cal.

 Carbonatos cálcicos (calizas).

 Dolomitas (carbonato cálcico magnésico)

 Sulfato cálcico (yeso).

 Margas

 Cretas
 Silicatos de calcio o magnesio.

 Residuos industriales (subproductos de azucarería)

 Cenizas de madera.

Se encala el suelo, no la planta y se debe elegir la época del año en la que


se encuentren los suelos desnudos, sin cultivo. De acuerdo con la marcha de las
rotaciones de los cultivos hay dos épocas muy definidas: otoño y primavera.

Normalmente se hacen aplicaciones de otoño aunque, en ocasiones, se


realizan aportes en primavera. No se debe hacer aplicaciones con suelos muy
húmedos para evitar pérdidas de producto.

De acuerdo con el calendario de siembras y según el producto a utilizar


como enmienda, es recomendable:

 Para encalados con cal viva, anticiparse 1 mes a las fechas de


siembra. Debe cuidarse la posible acción cáustica de la cal sobre las semillas.

 Para encalados con yeso o con espumas de azucarería se aportará


la enmienda entre 1 y 2 meses antes de la siembra.

 Para encalados con caliza, realizar el encalado aproximadamente 3


meses antes de la siembras para que el producto tenga tiempo de actuar.

 Para encalados con dolomita, se deberá actuar con una antelación


de 3 a 6 meses de la siembra.

El encalado del suelo se realizará como una operación individualizada antes


de los posibles estercolados o de la fertilización de presiembra.

No debe aportarse en una vez una cantidad de enmienda que suponga una
modificación de pH superior a una unidad y, siempre que sea posible, se actuará
aportando cantidades menores, aproximadamente, para modificar 0,5 unidades de
pH.

Abonado de fondo

La finalidad de un abonado de fondo es tener los nutrientes disponibles


para el árbol en las capas profundas, ya que después de la plantación, las
enmiendas o fertilizaciones que se apliquen solo podrán realizarse de forma
superficial para no dañar las raíces que se encuentran en la parte superficial del
suelo.

Si el abonado está formado por abonos orgánicos y minerales, se asegura


que hay una disponibilidad nutritiva repartida a lo largo del tiempo.

Como abono orgánico hay estiércol maduro, sobretodo de bovino. Se debe


incorporar por labor profunda, que lo sitúe a 30 – 50 cm de profundidad. La
cantidad puede ser de 30 a 40 toneladas por Ha (3 a 4 Kg por m2).
Como abono químico complementario al anterior se debe aportar fósforo y potasio.
De 1 a 1,2 toneladas de superfosfato mineral por Hectárea y de 400 a 500 Kg de
sulfato potásico por Ha.

En caso de mucha alcalinidad y/o salinidad del suelo, habrá que hacer una
corrección con yeso para la salinidad y azufre para la alcalinidad.

No se debe hacer una aportación química de nitrógeno en el abonado de


fondo, ni con urea ni con amoniaco, pues se solubiliza y se arrastra a capas
profundas, sin que sirva de abono y además contaminando aguas freáticas.

También se puede realizar un abonado en verde antes de la plantación,


consistente en plantar un ciclo de leguminosas (habas, trébol, etc.) e incorporarlas
al suelo con un arado.
Incidencia medioambiental de enmienda y fertilización

La contaminación por fertilizantes se produce cuando éstos se utilizan en


mayor cantidad de la que pueden absorber los cultivos, o cuando se eliminan por
acción del agua o del viento de la superficie del suelo antes de que puedan ser
absorbidos.

Los excesos de nitrógeno y fosfatos pueden infiltrarse en las aguas


subterráneas o ser arrastrados a cursos de agua. Esta sobrecarga de nutrientes
provoca la eutrofización de lagos, embalses y estanques y da lugar a una
explosión de algas que suprimen otras plantas y animales acuáticos. Los métodos
agrícolas, forestales y pesqueros y su alcance son las principales causas de la
pérdida de biodiversidad del mundo. Los costos externos globales de los tres
sectores pueden ser considerables.

La producción agropecuaria tiene unos profundos efectos en el medio


ambiente en conjunto. Son la principal fuente de contaminación del agua por
nitratos, fosfatos y plaguicidas.

También son la mayor fuente antropogénica de gases responsables del


efecto invernadero, metano y óxido nitroso, y contribuyen en gran medida a otros
tipos de contaminación del aire y del agua.

La agricultura afecta también a la base de su propio futuro a través de la


degradación de la tierra, la salinización, el exceso de extracción de agua y la
reducción de la diversidad genética agropecuaria. Sin embargo, las consecuencias
a largo plazo de estos procesos son difíciles de cuantificar.

Por todo ello, el empleo de exceso de fertilizantes además de ser caro,


puede resultar tóxico para las plantas y árboles, lo que incide negativamente en la
productividad y origina desequilibrios que interfieren en la asimilación de los
elementos, sin olvidar la degradación del suelo y la contaminación ambiental.
La fertilidad del suelo

La fertilidad es la capacidad que posee el suelo de proporcionar a los


cultivos los nutrientes necesarios para su desarrollo en forma equilibrada. El suelo
debe poseer las características físicas y químicas que permitan el crecimiento de
las raíces. Y deben estar los nutrientes en la forma y cantidad que requieren las
plantas. Como se satisfacen estos requerimientos:

 Absorción desde el suelo.

 Fertilizando (o aplicando abonos).

El significado del término fertilización, entendido en general como sinónimo


de “abonado”, es en realidad mucho más amplio ya que se refiere al conjunto de
prácticas que directamente contribuyen a conservar restituir y aumentar la
capacidad del suelo para soportar los cultivos.

Por consiguiente, además de los abonos, cuya función específica es aportar


sustancias nutritivas, se deben incluir entre los fertilizantes las enmiendas y los
correctores, los cuales condicionan las reacciones bioquímicas (que dichas
sustancias hacen disponibles para los vegetales), el agua que las moviliza y los
laboreos que permiten la circulación de aire, la acumulación de la humedad y del
calor.

Se ha efectuado necesariamente una relación incompleta e imprecisa, ya


que cada uno de los “factores de fertilidad” posee una acción múltiple e
interdependiente, en el sentido de que las funciones que estos cumplen se suman
entre si desempeñando un papel estimulante o limitante con respecto a los demás.

Variables que definen la fertilidad del suelo

Para un uso racional de los abonos es necesario conocer las funciones


específicas que cada uno de los elementos nutritivos desempeñan con respecto al
desarrollo vegetativo y en el ciclo biológico de las plantas.
 El nitrógeno estimula el desarrollo vegetativo, es decir, la formación
de raíces, ramificaciones y hojas. Por tanto, resulta indispensable en las primeras
fases de desarrollo de todas las plantas, y también durante el crecimiento, cuando
se desea obtener tallos largos y hojosos.

 El fósforo influye positivamente en la robustez de las plantas, el


arraigo y la resistencia a las enfermedades. Favorece la lignificación y por tanto
resulta indicado para árboles y arbustos.

 El potasio favorece la acumulación de sustancias de reserva en los


bulbos, tubérculos, rizomas y semillas (por lo que es apropiado para las especies
con órganos subterráneos) y estimula también la floración; mejora el tamaño.

 El calcio es indispensable en cualquier fase de ciclo vital; promueve


la germinación y la formación de los tejidos vegetales, aumenta la resistencia a las
adversidades y, tanto en el huerto como en el campo de frutales, favorece la
calidad de los productos, que resultan más sabrosos y fáciles de conservar.

 El magnesio es el componente esencial de la clorofila, sustancia


verde exclusiva de las plantas que se encarga, cuando hay luz, de la absorción del
anhídrido carbónico en la atmósfera y de la síntesis de los tejidos vegetales.
Microelementos u oligoelementos se denominan el hierro, el cobre, el boro, el cinc,
el magnesio, etc., ya que desarrollan en dosis infinitesimales una acción
catalizadora, es decir, promueven, estimulan y condicionan las funciones vitales.
Tipos de abonos y características

Materia orgánica del suelo.

La materia orgánica del suelo está formada por residuos de plantas y


animales en diferentes fases de descomposición. La incorporación de niveles
adecuados de materia orgánica beneficia al suelo de cuatro maneras diferentes:

1. Mejorando la condición física y la estructura.

2. Incrementando la infiltración del agua.

3. Disminuyendo las pérdidas por erosión.

4. Aportando nutrientes a las plantas.

La mayoría de los beneficios obtenidos se derivan de los productos


liberados, como residuos orgánicos que se descomponen en el suelo.
Microorganismos del suelo

Los microorganismos del suelo, son los componentes más importantes de


este. Constituyen su parte viva y son los responsables de la dinámica de
transformación y desarrollo. En un solo gramo de tierra, encontramos millones de
microorganismos beneficiosos para los cultivos.

Estos microorganismos beneficiosos que se encuentran en el suelo, son


bacterias, actinomicetos, hongos, algas y protozoarios. Un suelo fértil es aquel que
contiene una reserva adecuada de elementos nutritivos disponibles para la planta,
o una población microbiana que libere nutrientes que permitan un buen desarrollo
vegetal.

El humus.
Como ya se ha explicado con anterioridad, el humus es un compuesto en
base a productos orgánicos, el que proviene directamente de la descomposición
de hongos y de las bacterias. Es esa "tierra" de color negro que encuentras en la
parte más cerca de donde crece la vegetación (en cuanto a altura, la parte más
alta o cercana al suelo), debido a una fuerte presencia de carbono.

El humus es fundamental para la tierra; aporta los microorganismos que


necesita, le da una mejor resistencia a las plantas, sirve a la nutrición vegetal,
ayuda en la asimilación del abono mineral, ayuda en la retención y drenado del
agua, etc...

Importancia del Abonado orgánico

La necesidad de disminuir la dependencia de productos químicos artificiales


en los distintos cultivos, está obligando a la búsqueda de alternativas fiables y
sostenibles. En la agricultura ecológica, se le da gran importancia a este tipo de
abonos, y cada vez más, se están utilizando en cultivos intensivos. Sin olvidar la
importancia que tiene mejorar diversas características físicas, químicas y
biológicas del suelo, y en este sentido, este tipo de abonos juega un papel
fundamental.

Con estos abonos, se aumenta la capacidad que posee el suelo de


absorber los distintos elementos nutritivos, los cuales se aportarán posteriormente
con los abonos minerales o inorgánicos.

Los abonos orgánicos tienen unas propiedades, que ejercen unos


determinados efectos sobre el suelo, que hacen aumentar la fertilidad de este.
Básicamente, actúan en el suelo sobre tres tipos de propiedades:

Tipo de propiedad Características


Propiedades físicas. El abono orgánico por su color
oscuro, absorbe más las radiaciones
solares, con lo que el suelo adquiere
más temperatura y se pueden
absorber con mayor facilidad los
nutrientes.

El abono orgánico mejora la


estructura y textura del suelo,
haciendo más ligeros a los suelos
arcillosos y más compactos a los
arenosos.

Mejoran la permeabilidad del suelo,


ya que influyen en el drenaje y
aireación de éste.

Disminuyen la erosión del suelo,


tanto de agua como de viento.

Retienen durante mucho tiempo el


agua en el suelo durante el verano.

Propiedades químicas. Los abonos orgánicos aumentan el


poder tampón del suelo, y en
consecuencia reducen las
oscilaciones de pH de éste.

Aumentan también la capacidad de


intercambio catiónico del suelo, con
lo que se aumenta la fertilidad.
Propiedades biológicas. Los abonos orgánicos favorecen la
aireación y oxigenación del suelo,
por lo que hay mayor actividad
radicular y mayor actividad de los
microorganismos aerobios.

Los abonos orgánicos constituyen


una fuente de energía para los
microorganismos, por lo que se
multiplican rápidamente.

Aportación de Materia Orgánica

 Estiércol o abono animal

Posee una composición sumamente variable en relación con la calidad de


la cama y el tipo de alimentación de los animales. Para ser utilizado debe
experimentar una “fermentación”, durante la cual las sustancias, presentes en
forma compleja, son degradadas a sustancias simples; el estiércol está listo para
su uso cuando aún es reconocible, aunque sea en una parte mínima, la estructura
de los materiales originales; el estiércol excesivamente maduro, semejante al
mantillo, resulta de asimilación demasiado rápida y su efecto, por lo que se refiere
a la conservación de la fertilidad del suelo, es casi nulo. La última y definitiva
transformación debe llevarse a cabo en el suelo, sobre el cual debe distribuirse
durante las labores de preparación para que tenga tiempo de ejercer su acción. No
debe esparcirse y abandonarse en la superficie, expuesto al solo, al viento y a la
lluvia, sino que debe enterrarse al menos 10 cm.

Relativamente fresco, se esparce con función térmica, enterrándolo con un


ligero gradeo. El estiércol debe considerarse un abono perfectamente nitrogenado,
particularmente adecuado para todos los cultivos en la plenitud de la actividad
vegetativa.

El estiércol de vaca resulta más apropiado para las tierras ligera, a las que
da mayor consistencia; el de caballo para las tierras compactas, a las que
proporciona mayor suavidad; el de oveja y el de cerdo, por su notable
concentración, deben utilizarse preferiblemente en el compost y en los mantillos.

 Gallinaza y guano de otras aves

Son abonos preferentemente nitrogenados, pero interesantes también por


su contenido en fósforo (procedente de plumas, tierra, restos de piensos, etc.).

Poseen una elevada concentración, a la que asocian cierta causticidad y un


olor desagradable muy intenso, y se utilizan mezclados con mantillo seco, cenizas
o polvo de roca. Según la norma, cuando los detritos son abundantes, es
necesario esperar, para la utilización, a que su descomposición esté bastante
avanzada.

 Harinas de carne y de pescado

Son subproductos de la industria alimentaria, desecados. Contienen


nitrógeno y fósforo en cantidades variables en función del porcentaje de huesos y
cartílagos; si estos son abundantes, el contenido en fósforo puede ser equivalente
al de nitrógeno, pero en general se trata de abonos preferentemente nitrogenados.
 Harina de sangre

Contiene elevados porcentajes de nitrógeno, así como pequeñas


cantidades de anhídrido fosfórico y de potasio.

 Materias córneas

Subproducto de los mataderos que procede de la pulverización de astas y


uñas de animales tostadas y molidas; es un abono nitrogenado.

 Ceniza vegetal

Contiene los elementos de la fertilidad (salvo el nitrógeno): potasio, fósforo


calcio y magnesio.

Con fines prácticos se considera un abono potásico (en particular si deriva


de la leña), y desarrolla también acción correctiva en los suelos ácidos.

 Los abonos líquidos

Se obtienen poniendo a macerar en agua abonos orgánicos (estiércol,


gallinaza, productos del comercio, etc.), para utilizar luego el líquido obtenido,
decantado o pasado por un tamiz no muy fino.

Se obtiene una descomposición rápida, con la extracción de sustancias


nutritivas solubles.

Una vez, diluido, el líquido es utilizado directamente para el abonado con


efecto rápido de los cultivos en curso: la forma líquida facilita la distribución
uniforme en el suelo.

Los abonos líquidos resultan sumamente útiles para activar la formación de


compost en la superficie y la descomposición, en el montón, de materiales ricos en
lignina, como serrín, viruta, fragmentos de ramas, etc.
Las dosis de empleo son variables en función de la concentración del abono
utilizado; en general, se llena 1/3 de un bidón con estiércol o gallinaza y se
completa con agua.

 Abono Verde

La aplicación del abono verde es una práctica agronómica tradicional que


permite un claro incremento de la fertilidad y que halla su conveniente aplicación
en los casos en que falten o escaseen estiércol y otros abonos orgánicos.

En su forma más sencilla, consiste en enterrar plantas en vegetación,


espontáneas o cultivadas especialmente para este fin, con el objeto de obtener un
efecto humificante y la consiguiente mejora de la estructura física y de la
composición del suelo.
Removiendo los vegetales con la raíz, se sacan a la superficie los
elementos nutritivos profundos, mientras que el enterramiento de las hojas frescas
aporta humedad a las capas inferiores.

Desde este punto de vista, los mejores resultados se obtienen cultivando


especies con aparato radical profundo y con follaje amplio y acuoso.

Más completo es el abono verde que a la finalidad humificante añade la de


enriquecer el suelo en nitrógeno.

Este requiere el cultivo de especies leguminosas (alfalfa, trébol, altramuz,


algarroba, guisante campestre), que tienen la particularidad de albergar dentro de
los nódulos radicales algunas bacterias que viven con ellas en simbiosis, es decir,
en una forma de convivencia con recíproco intercambio de alimento. A estas
bacterias se las llama fijadoras de nitrógeno por su facultad de utilizar, para
nutrirse, el nitrógeno contenido en el aire, transformándolo en nitrógeno orgánico
que constituirá importantes reservas en el suelo.

El abono verde simple puede aplicarse a cualquier suelo pobre sin aportar
ninguna mejora preventiva, mientras que en el caso del nitrificante debe poseer ya
características adecuadas para el cultivo de especies notablemente exigentes
como las leguminosas, que no son compatibles, por ejemplo, con la reacción ácida
y la estructura compacta.

Por, ello, los suelos inadecuados deben corregirse, enmendarse y abonarse


previamente.

Un recurso muy eficaz consiste en enterrar leguminosas ricas en nódulos


tomadas de otras parcelas de terreno, o tierra de prado rico en estas especies.
El momento más adecuado para aplicar el abono verde coincide con la floración o,
para las leguminosas, con el inicio de la formación de vainas.
 La turba

Es un material fósil de origen relativamente reciente que se acumula en


yacimientos llamados precisamente turberas, típicos de algunas zonas en las que
el clima templado y el suelo con tendencia a estancarse favorecen la
descomposición parcial, en ambiente anaeróbico y húmedo, de los residuos
vegetales y animales.

La turba, que se presenta como un material fibroso de color pardo rojizo,


está considerablemente impregnada de agua en su origen; conserva su poder de
retención hídrica, equivalente a unas cinco veces su peso, incluso después de ser
más o menos desecada, triturada y comprimida en balas, para facilitar su
transporte.

La turba, en parte por los orígenes comunes, posee muchas de las


características, del humus: aporta sustancias orgánicas, corrige los suelos ligeros
y los compactos favorece, modificando la estructura, la actividad de la flora
microbiana.

Por sí misma, la turba que se encuentra en el mercado no aporta, a causa


de la esterilización, microflora y por esta particularidad resulta ideal para la
preparación de los de siembras.

La turba es una materia para acolchado de primer orden que cumple las
múltiples funciones aislantes contra el frío y el calor estival y frena la evaporación,
formando una capa porosa en la superficie, que nunca se convierte en corteza.

Como enmienda de los suelos ligeros convienen utilizar turba de grano fino,
que liga más las partículas, mientras que para aligerar los suelos compactos es
mejor la de fibras gruesas.

Hay que tener en cuenta que la turba posee reacción puramente ácida y por
tanto, aunque resulta útil como correcto de los suelos calcáreos, empeora la
situación de los pobres en calcio; no obstante, su empleo no se impide en ningún
caso, puesto que es suficiente utilizarla para el mantillo preparado con cianamida
de calcio, escorias. Thomas y salmo potásico (tres partes de turba, una parte de
escorias y salino al 50 %).

Con la turba se puede preparar también un estiércol alternativo,


distribuyéndola en capas con excrementos o gallinaza suspendidos en agua:
primero debe desmenuzarte cuidadosamente, mezclarse en seco con los abonos y
luego disponerse en capas y empapar toda la superficie, esperando, antes de
colocar la siguiente capa, a que la anterior se haya absorbido completamente; se
forma un montón de altura moderada y se cubre con unos centímetros de tierra.

Se deja reposar un mes, luego se da la vuelta a la masa y se vuelve a


formar el montón; pasado otro mes debería estar lista.

 Turbas especiales

En el mercado se encuentran sustratos de cultivo a base de turba


enriquecida con nitrógeno, fósforo y potasio, así como diversos microelementos
reconocidos como indispensables para evitar la aparición de enfermedades
fisiológicas en algunas especies cultivadas. Las sustancias minerales son de
solubilidad progresiva, lo cual asegura un efecto rápido y también prolongado.

Estos sustratos se enriquecen a menudo también con fitohormonas, que


estimulan la germinación y favorecen el arraigo. Con las turbas abonadas también
se fabrican macetitas que sustituyen los contenedores llenos de mantillo, en los
que se efectúan las siembras o los trasplantes intermedios, antes de llevar a cabo
la plantación definitiva, y que son enterrados con la plantita ya desarrollada. Estas
turbas poseen un pH constate, no excesivamente ácido, en general en torno al
5,5, que puede corregirse.

 Los abonos orgánicos de la industria


Hoy en día es posible elegir entre una amplia gama de productos
denominados abonos orgánicos biológicos, biodegradables y por tanto libres de
residuos contaminantes.

La materia prima está formada por materiales orgánicos de diversa


naturaleza, sometidos a procesos “naturales” y a elaboraciones adecuadas para
uniformizar su composición y facilitar su empleo.

En general son sometidos a fermentación, trituración, mezcla,


desecamientos o deshidratación parcial, a fin de hacerlos más concentrados.

Algunos se enriquecen con todos los elementos minerales necesarios para


las plantas, con hormonas, enzimas y colonias de bacterias en estado latente
dispuestas a multiplicarse en el suelo.

Los principales abonos son a base de estiércol, gallinaza, compost y humus


de lombriz.

Deben emplearse en cantidades reducidas, porque están


considerablemente concentrados.

Abonos minerales

 Apatitas y fosforitas

Ambos materiales deben distribuirse en el suelo tras experimentar una


pulverización muy fina, con objeto de que resultan más fáciles de arraigar con los
procesos bioquímicos. No obstante, su transformación en fósforo asimilable por
las plantas es lenta, en particular para las apatitas.

Las fosforitas tienen efectos positivos sobre todo en los suelos ácidos, en
los que desarrollan, además de la fertilizante, una acción correctora gracias al
notable contenido de carbonato de calcio.
Estos minerales se utilizan preferentemente mezclados con turba o
estiércol, o estratificados en el compost.

 Leucitas

Es un mineral rico en potasio cuya descomposición, con respecto a otros


materiales análogos, es relativamente rápida y por tanto representa una buena
fuente de principio fertilizante; su transformación en principios asimilables se ve
favorecida por la pulverización fina y por la temperatura elevada unida a un
suficiente grado de humedad.

 Margas y calizas

Se trata de materiales de cantera, y por tanto naturales, que se utilizan para


corregir la excesiva acidez del suelo, a condición de que esta derive de una
carencia de calcio efectiva, muestras que resultan inútiles y perjudiciales cuando la
acidez tiene orígenes distintos, por ejemplo cuando su causa es una excesiva
huminificación. La marga contiene un 40 % de carbonato de calcio, mientras que
la caliza es carbonato de calcio prácticamente puro.

El poder correctivo es ejercido por el óxido de calcio, que se libera en el


suelo con una notable lentitud; ello permite efectuar una única y masiva
distribución, sin daño para los cultivos y considerable ahorro.

 Arena y arcilla

Puede emplearse como enmiendas; para corregir la excesiva


compactibilidad la primera y la excesiva soltura la segunda. No obstante, en la
práctica el empleo de estos materiales, para cuya eficacia se requieren elevadas
cantidad, no es aconsejable, por evidentes motivos prácticos y económicos, salvo
en parcelas de terreno de reducidas dimensiones.

 Los abonos mixtos orgánico-minerales


Son compuestos de harina de roca calcárea que actúa como soporte de
extractos de algas y de colonias de bacterias fijadoras de nitrógeno. Resultan
particularmente convenientes para los suelos sometidos a una progresiva
acidificación, incluso como consecuencia de la aportación de sustancia orgánica.

Leyes del abonado mineral

Como ya se describe en el inicio de este tema, en el apartado


correspondiente al análisis del suelo, todas las plantas necesitan tomar los
siguientes 13 elementos. Si le faltara cualquiera de ellos por completo moriría:

 Macroelementos: Nitrógeno (N), Fósforo (P), Potasio (K).

 Elementos Secundarios: Calcio (Ca), Magnesio (Mg) y Azufre (S).

 Microelementos (toman pequeñas cantidades): Hierro (Fe),


Manganeso (Mn), Zinc (Zn), Cobre (Cu), Molibdeno (Mo), Boro (B) y Cloro (Cl).

Los suelos tienen de todos ellos, pero a veces falta alguno (carencia) y es
necesario añadirlo mediante fertilizantes. Como se ha comentado con anterioridad,
previamente se debe hacer un análisis del suelo mediante toma de muestra, para
saber cuál de los elementos es del que carece el suelo.

En la tabla siguiente se recogen las funciones de estos elementos en las


plantas y sus síntomas de deficiencia:
Compatibilidades de las combinaciones de abonos minerales

Para que una mezcla no ocasione problemas de manejo, sus ingredientes


deben reunir una serie de características:

a) Compatibilidad química: que los ingredientes no reaccionen


químicamente al mezclarse. Puede hacerse una pasta y ser el producto
inmanejable.

b) Compatibilidad física: Desde el punto de vista físico, los abonos a


mezclar deben reunir las siguientes condiciones:

1. Similar tamaño de partícula, para evitar que los granos finos vayan al
fondo del montón (segregación), especialmente en el transporte.

2. Similar densidad, para evitar problemas de homogeneidad de reparto.

3. Dureza del grano para evitar polvo en el manejo del abono.

Técnicas de aplicación del abonado

Sistemas de aplicación

El programa de abonado es susceptible de variaciones y modificaciones en


función de las necesidades de la especie, de las características del suelo y de la
evolución climática, pero se lleva a cabo fundamentalmente según tres directrices.

 Abonado de fondo. Tiene el objetivo de promover la fertilidad en los


suelos destinados por primera vez al cultivo, a través de la aportación de
abundantes reservas nutritivas utilizables de forma lenta y gradual por las plantas;
se realiza mediante estiércol o compost “apenas maduras” o con fertilizantes
mixtos orgánico-minerales.

 Abonado de mantenimiento. Tiene el objetivo de mantener la


fertilidad del suelo, reintegrando las pérdidas de elementos nutritivos eliminados
por los vegetales o perdidos a causa del lavado; se realiza al comienzo de cada
ciclo de cultivo en el huerto y en el momento de la plantación de nuevas plantas en
el jardín y el campo de frutales; se emplean también abonos de efecto lento o
mixto (rápido y gradual) según la estación: estiércol o compost en distinto grado de
maduración o fertilizantes dotados de doble efecto.

 Abonado de producción. Tiene el objetivo de sostener y estimular el


cultivo durante la fase activa.

 Abonado Foliar: Con esta técnica, los elementos nutritivos, en forma


asimilable, son distribuidos por pulverización a las plantas son rápidamente
absorbidos a través de la epidermis de las hojas y de todas las partes verdes.

En particular, este tipo de abono se centra en la aportación necesaria de


oligoelementos que, a pesar de estar presentes en el suelo a menudo no resultan
disponibles para los vegetales, determinando las típicas alteraciones “carenciales”
(clorosis, manchas, marchitamientos, etc.). Los abonos foliares para el cultivo
biológico están compuestos por extractos de algas, ortiga y de otras plantas que
presentan un bagaje completo de oligoelementos, vitaminas y hormonas de
crecimiento. Los obtenidos con el empleo de plantas medicinales y aromáticas
hallan su empleo específico como protección sanitaria.

El abonado foliar no debería considerarse una sencilla intervención de


socorro, sino un complemento del abonado ordinario por vía radical.

La duración del efecto fertilizante varía en función de la “forma” en que


están contenidos en el abono los principios fertilizantes. Los abonados, con la
técnica tradicional, se distribuyen en tres momentos: al comienzo de cultivo, entre
un cultivo y el siguiente, durante el cultivo.

Los abonados de estímulo deben practicarse en plantas sanas que sean


capaces de responder al estímulo suplementario con un crecimiento más rápido y
una producción más abundante y anticipada. Plantas débiles, estresadas por
condiciones adversas ambientales o por enfermedades, no soportan estímulos
“violentos”, sino que se benefician de abonados blandos, que en caso necesario
pueden resultar cada vez más intensivos.

Épocas de aplicación

El momento de aplicación al suelo de un abonado, tanto mineral como


orgánico, debe ser aquel en el que teniendo en cuenta el tipo de abono a aplicar,
éste a disposición de la planta cuando las necesidades de ésta sean más
perentorias. De aquí la importancia tanto de la elección de la época de aplicación,
como de la forma de distribuirlo. Es importante conocer que, tanto las prácticas de
cultivo como el manejo del suelo van a condicionar notablemente también los
riesgos de pérdidas por lavado.

Para un abonado correcto, es preciso realizar el ya comentado análisis de


suelo y también de aguas en zonas regables, antes de la aplicación de los
mismos, teniendo en cuenta las necesidades de cada cultivo, según su fase de
desarrollo y las producciones esperadas, para calcular las dosis adecuadas en
cada caso.

Se indica a continuación que es notable la diferencia del comportamiento,


en el ámbito de los productos nitrogenados, entre los nitratos, que son de rápido
efecto, y los fosfatos y sulfatos, que son de efecto retardado. Los productos
fosfóricos y potásicos tienen en general acción gradual que se prolonga durante
unos años y que en cualquier caso, varían en función del porcentaje de principio
activo presente en forma soluble.

Los abonos orgánicos, sobre todo el estiércol, poseen efecto múltiple,


rápido, gradual y retardado, gracias a la complejidad de su composición; la misma
cualidad posee en gran medida los abonos orgánico-minerales y los complejos
minerales binarios y ternarios.
Por consiguiente, según las modalidades de acción de los distintos
fertilizantes, deben variar las dosis de empleo y la época de suministro.

Se emplean las cantidades estrictamente necesarias en el caso de los


productos de efecto rápido, con las labores que anteceden a la plantación o varias
veces en el suelo ya cultivado, para que el lavado no elimine los elementos
nutritivos antes de que las plantas hayan tenido tiempo de utilizarlos; en cambio,
las dosis de los abonos de efecto gradual y aplazado deben ser masivas y
enterradas con las labores de preparación.

Siendo muy numerosos los productos que se comercializan, se aconseja,


en cuanto a las dosis y modalidades de empleo, atenerse estrictamente a las
instrucciones.

El efecto fertilizante es poseído por los distintos productos en estado


potencial, dado que depende de las características del suelo. Los principios de
rápida asimilación que se encuentran en forma simple y soluble son eliminados
fácilmente por el agua de riego y por las lluvias en los suelos pobres y drenantes,
mientras que los ricos en humus, que actúan como depósito para los elementos
nutritivos, los fijan en gran medida.

Además, la presencia de flora bacteriana, una buena circulación del aire y la


constante y moderada humedad de los suelos orgánicos y bien trabajados
posibilitan la lenta descomposición de los abonos poco solubles poniéndolos a
disposición de las plantas de forma gradual.

Maquinaria para la aplicación de abono. Tipos y características

Se pueden aportar fertilizantes buscando su distribución en todo el volumen


de suelo explorado por las raíces, o bien situándolos en zonas específicas a las
que, transcurrido un cierto tiempo, llegan las raíces.

En el primer caso los abonos son lanzados repartiéndolos uniformemente


sobre la superficie del terreno y, a continuación, se entierran con aperos de
labranza, lo cual, aunque en los abonos nitrogenados, debido a su gran movilidad,
no es absolutamente necesario, en los abonos fosfatados y potásicos, como
quedan inamovibles, es imprescindible para que la planta pueda acceder a ellos
rápidamente.

En el segundo caso se sitúa el abono en volúmenes determinados de suelo


en los que, con el transcurso del tiempo, aparece un fuerte desarrollo radicular,
suficiente como para satisfacer las necesidades de toda la planta y compensar las
deficiencias nutricionales de las zonas en las que se encuentran situadas las
restantes partes del sistema radicular. La localización del abono se hace en surcos
o en hoyos realizados con aperos específicos, o bien aportando el fertilizante en el
riego por surcos o por goteo. Esta forma de abonado tiene ventajas ya que las
nuevas raíces se desarrollan en un volumen de suelo aireado, en el que se ha
facilitado la penetración, lo que hace que actúen con gran eficiencia.

Los fertilizantes se pueden presentar como estiércol, gránulos, líquidos y


gases, de ahí que la mecanización de su aplicación haya obligado en el diseño de
las máquinas de aplicación, a tener en cuenta que es necesario aportar cantidades
de fertilizantes que varían enormemente.

También es necesario que puedan aplicar diferentes tipos de fertilizantes,


que se construyan con mecanismos simples, fiables y robustos, que permitan
distribuir el abono uniformemente y en el emplazamiento adecuado y que tengan
un sistema de regulación fácil y rápida de la dosis de abonado.

Además, entre los parámetros de diseño de una abonadora, hay que tener
en cuenta su fácil vaciado y limpieza y su capacidad para soportar la fuerte
corrosión que provocan los fertilizantes, siendo el acero inoxidable particularmente
adecuado.
En todas las abonadoras, se pueden distinguir las siguientes partes
esenciales:

 Chasis o bastidor, es en general una viga soportada por ruedas o fija


al elevador hidráulico del tractor, ha de ser de gran solidez, y además de soportar
todos los elementos constituyentes de la máquina, debe permitir su enganche
cómodo y rápido.

Según el modo de enganche al tractor se distinguen tres modalidades de


abonadoras: arrastradas, semisuspendidas y suspendidas.

 Tolvas, concebidas de forma que faciliten la salida de la totalidad del


abono contenido en su interior, para lo cual deben construirse sus paredes con
ángulos mayores que el de talud natural del fertilizante.
 Dosificador, órgano que caracterizan a las abonadoras y son los
encargados de separar de forma continua de la masa de abono contenido en la
tolva la cantidad justa para aportar al terreno la dosis de fertilizante necesaria. En
general su movimiento está sincronizado con el avance de la máquina de forma
que la cantidad de abono sobre la que actúan y la superficie de terreno
determinada por el desplazamiento de la abonadora mantienen una relación
constante.

 Órganos de distribución, tienen como misión situar en el terreno el


abono aportado por los dosificadores, haciendo una distribución uniforme en toda
la superficie fertilizada, o localizándolo según las características y las necesidades
del cultivo.

 Órganos de accionamiento, de los elementos móviles de la máquina


puede ser efectuado a partir de:

Dos ruedas portadoras de la máquina, que transmiten a través de un


embrague, generalmente del tipo de garras, que se activa con una palanca.

De una rueda del tractor, desde la que se transmite el movimiento mediante


piñones y cadenas en unos casos y con poleas y correas en otros.

De la toma de fuerza del tractor.

Las máquinas hasta hoy desarrolladas, para su estudio y análisis, se


pueden clasificar, en función del tipo de abono para el que se utilizan, en los
siguientes grupos:

Abonadoras para abonos minerales

La aplicación de abonos minerales tiene ciertas ventajas como son la


eliminación de la necesidad de agua, la aplicación con equipos sencillos que no
necesitan elementos complejos para su funcionamiento y un control preciso de la
dosis de producto. En cambio, además de ser en general más caros que los otros
tipos de abonos, ofrecen problemas en cuanto a uniformidad de distribución, a
que una vez aplicados requieren humedad para que se activen y a que deben ser
almacenados y transportados manteniéndolos secos.

La aplicación de abonos minerales puede hacerse en presiembra,


enterrándolos con aperos antes de la siembra, durante la siembra, colocando las
partículas de abono cerca de las semillas, pero sin contacto con ellas, para lo que
las rejas deben estar separadas y con posibilidad de ajustarse vertical y
horizontalmente y después de la siembra, para lo cual el sistema de aplicación
usado debe ser compatible con el cultivo.

 El dosificador de cilindro acanalado o dentado fuerza positivamente a


salir el abono y, en los modelos que utilizan este principio, el cilindro se coloca en
una cámara de distribución situada bajo la tolva, en la que el abono cae por
gravedad. El accionamiento del eje portacilindros se consigue por piñones y
cadenas y por medio de correas del tipo trapecial.

 El dosificador de fondo móvil arrastra el abono hasta el exterior de la


tolva gracias a la acción de una cinta transportadora, colocada a lo largo de la
tolva. La cinta, accionada por las ruedas del chasis, va situada de manera que
sobresale de la tolva y la distribución de abono se hace con un cilindro giratorio
exterior provisto de púas que, al girar a gran velocidad, impulsa las partículas
lanzándolas sobre el terreno.

Las variaciones en las dosis de abonado se consiguen modificando la


velocidad del fondo móvil, controlando la sección de salida de abono y actuando
sobre la velocidad de avance del tractor.

 El dosificador de tornillo sin fin derrama en mayor o menor cantidad


el abono por ranuras u orificios de apertura regulable. La transmisión se realiza a
base de piñones accionados por las ruedas soporte del conjunto de la máquina y
excepcionalmente por la toma de fuerza del tractor.
 El dosificador de rulos consiste en dos cilindros paralelos colocados
en el fondo de la tolva, los cuales al girar obligan a salir el abono. Este mecanismo
permite el abonado a grandes velocidades.

La dosis se controla variando la velocidad de giro de los rodillos para lo que


se utiliza una caja de cambios del tipo Norton.

 El dosificador de cribas en el fondo de la tolva sitúa tres cribas. Las


cribas superior e inferior son fijas y la intermedia dotada de un movimiento
alternativo, que abre y cierra los orificios de salida del abono.

La regulación de la dosis de abonado se hace controlando la amplitud del


vaivén de la criba móvil.

 El dosificador de platos se caracteriza porque en el fondo de la tolva,


se sitúan platos circulares con bordes elevados, colocados horizontalmente de
forma que sobresalen de ella, girando cada uno accionado por su correspondiente
par cónico de engranajes.

El abono, contenido sobre la parte de los platos que está situada en el


interior de la tolva, al girar estos muy lentamente, es sacado fuera de ella. Una vez
fuera es expandido por paletas colocadas en un árbol situado longitudinalmente en
la tolva, que gira a gran velocidad.

La regulación de las dosis de abonado, se hace, bien por variación de la


apertura de las ventanas de salida, o bien por regulación de la velocidad de giro
de los platos. Variando la velocidad de giro de los platos y la apertura de las
compuertas se pueden conseguir muy diferentes dosis de abonado y una total
adaptación de la máquina a las características del abono.

 El dosificador de ventana se caracteriza porque en el fondo de una


tolva en forma de tronco de cono o de pirámide, tiene ventanas con apertura y
cierre regulable, por las que cae el abono, bien en un tubo troncocónico dotado de
un movimiento pendular, bien en uno o dos discos colocados horizontalmente y
animados de un movimiento de giro de gran velocidad angular. Si se observan los
principios de distribución hasta aquí presentados, la anchura de terreno cubierta
por el abono es, más o menos, coincidente con la anchura de la tolva, por lo que
estas máquinas se denominan abonadoras de gravedad o de tolva ancha, en
cambio los dosificadores de ventana, cubren mucha más anchura de lo que miden.

Los discos poseen nervaduras radiales con las que los gránulos de abono
son arrastrados y proyectados sometidos a la acción de la fuerza centrífuga
originada, cubriendo una gran anchura de terreno.

La correcta utilización de estas máquinas, exige el conocimiento de la


distribución del abono sobre la superficie del terreno, para lo que es aconsejable la
realización de los necesarios ensayos.

 Los dosificadores de banda de caucho poseen una tolva doble, en la


que hay ventanas de salida de apertura regulable. Cada una de estas tolvas,
alimenta varias bandas de caucho de longitud diferente, que transportan el abono
hasta sus extremos. Todos los elementos están colocados en sendas cajas a
modo de canaletas elevables para el transporte.

La regulación de las dosis de abonado se efectúa, bien por ventanas a las


que se regula su superficie, bien por variación de la velocidad de las bandas de
transporte, o bien por modificación de la velocidad de avance de la máquina.

 El dosificador neumático se caracteriza por transportar el abono por


vía neumática hasta los difusores situados en los extremos de brazos de gran
longitud, con lo que se consigue una gran anchura de trabajo y una buena
homogeneidad de reparto.

En ellos, la tolva, normalmente del tipo de tronco de pirámide, provista de


un agitador, contiene el abono que, bien con un dosificador de ventana, o bien por
la acción de cilindros acanalados o dentados, sale en cantidad adecuada y es
arrastrado, por el al aire producido por una gran turbina y conducido por tubos que
lo llevan hacia los difusores que lo distribuyen en el terreno.
La dosis adecuada se consigue, bien por regulación de la superficie de
orificio, o bien por la variación de la velocidad de rotación del cilindro acanalado,
por cambio de piñones o por variador continuo.

Abonadoras para abonos orgánicos sólidos

Los repartidores de abonos orgánicos sólidos son de hecho remolques


sobre los que se ha adaptado un dispositivo mecánico que reparte el abono. La
mayoría de estas máquinas son polivalentes y cómodamente transformables en
remolque, descargadoras de forrajes, de ensilados,..., con la que se busca ofrecer
al agricultor la posibilidad de reducción de los costes de utilización.

Los órganos que caracterizan a estas máquinas son:

 La caja de carga, es la de un remolque normal, con el fondo metálico


o de madera y con laterales plegables hacia el exterior, de forma que se facilita la
carga y descarga de materiales, cuando el repartidor es utilizado como remolque.

 El sistema de alimentación, tiene la misión de llevar el estiércol al


sistema de distribución de forma regular. Están constituidos por barras metálicas
unidas a dos cadenas paralelas, que las arrastran por el fondo del remolque. Las
cadenas casi siempre se desplazan encastradas en ranuras practicadas en el
fondo del remolque.

El sistema de alimentación, que puede ser de tipo de transportador continuo


y de barras equidistantes, puede ser accionado por las propias ruedas del
remolque, por la toma de fuerza del tractor y por transmisión hidrostática, si bien el
accionamiento por las ruedas del remolque sólo es utilizado por los distribuidores
de poca capacidad.

 El sistema de reparto, puede ser de molinetes y de tornillo sin fin.

En los repartidores de molinetes, estos pueden ir montados en el remolque


horizontal o verticalmente con respecto al fondo de la caja.
En ambos casos, los molinetes suelen estar formados por barras que llevan
colocados elementos de dispersión de formas diversas, con los que se lanza el
estiércol sobre el terreno.

Los molinetes horizontales se montan siempre en número de uno o dos,


mientras que los verticales lo son en número de dos, tres, llegándose a veces
hasta cuatro.

Abonadoras para abonos orgánicos líquidos

Estas máquinas realizan la carga, el transporte y el reparto sobre el terreno


del abono en forma líquida.

Están provistas de un chasis con ruedas que puede ser construido para ser
arrastrado o semisuspendido a un tractor.

Se componen esencialmente de los siguientes órganos:

 Cuba, construida de material resistente a la corrosión o con


revestimiento anticorrosivo, tiene una capacidad que según marcas y modelos
varía desde 1000 a 6000 litros.

La pared trasera es frecuentemente de apertura fácil y cómoda, para


permitir la limpieza interior. Hay modelos en los que la limpieza se realiza por un
agujero, que permite el paso de un hombre, practicado en la parte superior de la
cuba.

 Bomba, los elementos que permiten diferenciar los distintos tipos de


repartidores de abonos líquidos, ya que los hay que utilizan bombas de vacío,
bombas volumétricas, y bombas peristálticas y otros que no las utilizan y hacen el
reparto por caída libre.
La bomba de vacío no es más que un compresor de aire, accionado por la
toma de fuerza del tractor, que realiza la compresión o depresión en el interior de
la cuba según se modifique la posición de una válvula distribuidora.

La bomba volumétrica, normalmente del tipo de espiral, aunque también


hay máquinas que usan del tipo centrífugo, accionada por la tracción del tractor,
impulsa el líquido mediante un distribuidor, bien hacia el dispositivo de carga de la
cuba, bien hacia la salida de reparto en el terreno, sin generar ni compresión ni
depresión del aire en el interior de la cuba.

La bomba peristáltica que, por su forma de trabajo, permite impulsar


líquidos cargados de diversas sustancias, que atacarían a otros modelos con
principios diferentes. Funciona como se presenta en la figura siguiente, apretando
un tubo de caucho con rodillos que giran en varios soportes colocados sobre un
eje motor.

 Sistema de distribución, están constituidos por deflectores de formas


muy variadas en los que incide el chorro de líquido a presión y se expande
alcanzando una anchura variable según las características del fluido, la presión de
trabajo y la posición del deflector.

 Accesorios diversos tales como válvulas, manómetros, visor,...

Abonadoras para abonos gaseosos

En este apartado se hace referencia a las máquinas utilizadas para la


fertilización con amoniaco anhidro líquido, el cual es obtenido por compresión del
gas amónico y es transportado en el interior de depósitos herméticos de unos 150
a 300 Kg. de capacidad a unos 25 Kp/cm2, provistos de una válvula, cuya apertura
permite la salida del amónico líquido hasta un regulador de caudal, con el cual se
aporta al terreno la dosis adecuada de abono
La dosis elegida de amoniaco anhidro líquido, se reparte hacia los tubos de
salida, que lo conducen hasta el extremo de cada uno de los brazos de enterrado
en el suelo, semejantes a los de un escarificador.

A la presión atmosférica el amoniaco líquido se transforma en gas amónico,


el cual, normalmente pasaría a la atmósfera, pero al entrar en contacto con la
humedad contenida en el terreno, se disuelve en agua formando, si hay suficiente
contenido de humedad, hidróxido amónico líquido, que permanece en el terreno y
es fácil y rápidamente asimilado por las plantas.

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