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Como toda narración literaria, el relato con intención didáctica tiene un narrador
que va contando los sucesos o acciones llevados a cabo por los personajes en
un contexto más o menos determinado.
Las acciones ocasionan un conflicto o situación de desequilibrio que al final del
relato se resuelve de alguna manera, volviendo a la situación de equilibrio.
Los personajes pueden ser protagonistas si realizan las acciones principales,
antagonistas si se oponen a los primeros, o secundarios si solamente
acompañan las acciones de los protagonistas.
En los cuentos populares y en las fabulas los personajes suelen ser animales
personificados. La tradición literaria ha identificado ciertas características de los
animales con virtudes o destrezas morales o físicas, por ejemplo: el zorro suele
asociarse con la astucia, casi empleada en beneficio propio.
Estos no pueden ser de otra manera, pierden identidad individual. Es un arquetipo
(es el primer modelo de alguna cosa, llamado también prototipo) del zorro, como si
el zorro no fuera zorro si no es de esa manera, como si fuera la única forma de ser
de un zorro.
También se crean personajes colectivos, como rebaño, en lugar de oveja. Muchas
veces son personajes colectivos aquellos a quienes se les atribuye la falta de
decisión propia, de carácter o de voluntad, oponiéndose a aquellos que si la
tienen, como por ejemplo, el águila o los cóndores, que se caracterizar por vivir en
las alturas y en soledad. Otras veces lo que se destaca es el trabajo en equipo,
como sucede con las abejas o las hormigas.