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Título: Del daño moral a las afecciones espirituales legítimas. La indemnización de las consecuencias no
patrimoniales por incumplimiento en las relaciones contractuales, prueba y cuantificación
Autores: Castro Sammartino, Mario E. - Schiavo, Carlos A.
Publicado en: LA LEY 21/02/2020, 21/02/2020, 4
Cita Online: AR/DOC/3851/2019

Sumario: I. Introducción.— II. ¿El llamado "daño moral" subsiste en el Código Civil y Comercial de la
Nación?— III. La insatisfacción no justificada como manifestación de las afecciones espirituales legítimas.
— IV. El incumplimiento contractual como omisión antijurídica que produce una insatisfacción no
justificada.— V. Conclusiones.
(*)
(**)
I. Introducción
El hecho siniestral que motiva este caso ocurrió el día 2 de mayo de 2015. en tanto la sentencia de primera
instancia fue dictada el 9 de mayo de 2018, sin que en ninguna de ambas instancias haya existido un
pronunciamiento especial respecto a cuál sería el régimen legal que se habría de aplicar en la resolución del
caso, fuera este el Código Civil o el Código Civil y Comercial de la Nación. Se infiere en el considerando del
fallo del Superior que lo han fundado en el derogado Código Civil.
No puede dejar de considerarse que la Superintendencia de Seguros de la Nación, a través de la resolución
SSN 40.271 del 26 de diciembre de 2016, durante la tramitación de esta causa, dispuso la revocación de la
autorización para operar en seguros y la designación de delegados liquidadores, dando intervención al juez
ordinario competente, a fin de tramitar la liquidación forzosa de la empresa Aseguradora Federal Argentina SA,
a la sazón la demandada en autos.
También resulta destacable que al parecer la parte actora habría inicialmente confundido el concepto de
"daño moral" con el "daño psicológico" (1), para luego desistir de la pericial psicológica, lo que llevó a que la
sentencia de grado considerase:
"... e.2. daño moral: el desistimiento voluntario del actor a la producción de la pericia psicológica (ver fs.
112) dejó expuesta la orfandad probatoria respecto de la existencia de este rubro y pretendida cuantía. Por tal
razón conforme directiva contenida en el art. 377 del Cód. Proc. Civ. y Com. de la Nación, este daño será
rechazado...".
II. ¿El llamado "daño moral" subsiste en el Código Civil y Comercial de la Nación?
El concepto jurídico de daño se encuentra contenido el art. 1737 del Cód. Civ. y Com. y puede definirse
como la lesión a un interés lícito, no reprobado por el ordenamiento jurídico, sea que dicho interés revista el
carácter de derecho subjetivo o se trate meramente de un interés simple (2).
Todo daño, no importando si se produce por el incumplimiento de una obligación que las partes han
tipificado en un contrato o por la violación del deber general de no dañar, tiene consecuencias que deben ser
resarcidas.
Las consecuencias del daño pueden afectar tanto al patrimonio de una persona humana o jurídica, como a la
persona humana en su dimensión no patrimonial (3). Y son precisamente estas consecuencias no patrimoniales
del daño las más difíciles de definir, demostrar y cuantificar.
Una ligera lectura del Código Civil y Comercial nos presenta como novedad que la expresión "daño moral"
solo aparece, sin duda por una inadvertencia del legislador (4), en el art. 744, inc. f) (5) referido a los bienes del
patrimonio de una persona que están excluidos de la garantía común de los acreedores. Esta situación denota
inicialmente que el concepto específico que obraba en los arts. 522, 1078 y 1099 (6) no ha subsistido en el
nuevo Código con la misma denotación conceptual y conformación, sino que se ha visto profundamente
modificado (7).
 

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Entendemos que durante mucho tiempo se haya estado usando la expresión "daño moral", y que ello haya
producido una costumbre arraigada en la doctrina jurisprudencial y autoral, pero hoy no existe una razón
valedera para que se continúe utilizando, porque:
a) El propio Código Civil y Comercial no utiliza más esta expresión y cabe barruntar que el legislador tuvo
una clara razón para ello al instaurar un nuevo concepto más claro y abarcativo.
b) El nuevo concepto del daño, como la lesión a un derecho o un interés no reprobado por el ordenamiento
jurídico (art. 1737, Cód. Civ. y Com.), introduce otro objeto posible a ser lesionado y que es el simple "interés".
c) La definición de antijuridicidad, como que cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es
antijurídica si no está justificada (art. 1717, Cód. Civ. y Com.), muestra el cambio paradigmático del sistema que
no gira en derredor de sancionar al dañador [art. 1066, Cód. Civil (8)] sino en reparar el daño que experimenta la
persona.
d) La asimilación en paridad de la obligación de reparar todos los daños causados tanto por la violación del
deber de no dañar a otro, como por el incumplimiento de una obligación (art. 1716, Cód. Civ. y Com.), también
es otro aspecto del novedoso sistema que deja atrás las diferencias habidas en los arts. 522 y 1078 del Cód.
Civil.
e) El nuevo concepto de afecciones espirituales legítimas (art. 1738, Cód. Civ. y Com.) que se complementa
con las satisfacciones sustitutivas y compensatorias como forma de reparación de su lesión (art. 1741, Cód. Civ.
y Com.) (9).
Concluimos, pues, que se debe superar el uso de la expresión "daño moral" y su limitada conceptualización,
no sin antes reconocer y considerar los grandes aportes jurídicos que realizaron destacados juristas en sus
magnas obras sobre el daño moral. Pero si hay un concepto jurídico nuevo, justo es que tenga una denominación
propia acorde y comprensiva del actual sistema, de lo contrario se habrá de confundir el análisis razonable de los
arts. 1738 y 1741, Cód. Civ. y Com.
Cabe insistir que si se cambia el contenido, extensión y significado, no se puede persistir con el significante.
Cuando se habla de violación de los derechos personalísimos, sus afecciones espirituales legítimas y las que
resultan de la interferencia en su proyecto de vida, cuando se da una amplitud conceptual nueva, no cabe duda
de que estamos ante un nuevo concepto y que se encuentra entre los daños no patrimoniales.
No es una mera cuestión semántica, o el trastocar el continente por el cambio de una vieja expresión en
favor de una hodierna palabra, cuando el contenido conceptual y su extensión se han visto sustancialmente
modificados.
Por eso el Código Civil y Comercial comentado bajo la dirección de Ricardo Luis Lorenzetti (10) comienza
sosteniendo esa acostumbrada y arraigada expresión de "daño moral", pero describiendo un concepto totalmente
nuevo que comprende:
a) Todas las repercusiones no patrimoniales,
b) Derechos personalísimos de las víctimas,
c) Afecciones espirituales legítimas,
d) Interferencia de su proyecto de vida o plan existencial vital de la persona.
Dice y aclara al respecto este Código Civil y Comercial comentado que se trata, en definitiva, de las amplias
derivaciones de la lesión de los derechos personalísimos o de la personalidad cuando se afecta la plenitud de la
vida, su dignidad, y agrega que el nuevo concepto ha descendido notoriamente el "piso" o "umbral" a partir del
cual las angustias, molestias, inquietudes, zozobras, dolor, padecimientos, etcétera, determinan el nacimiento del
daño, acentuándose la protección de la persona humana.
Y continúa explicando las diferencias conceptuales de aquel daño moral de este nuevo daño no patrimonial,
cuando expone que incluso el eje ha girado desde el inicial "precio del dolor" al actual "precio del consuelo",
 

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llegándose también a sostener la existencia de "daños morales mínimos", con base en la constitucionalización de
la tutela de la persona humana.
Si se compara el contenido y extensión conceptual de los daños no patrimoniales con las definiciones que se
daban de "daño moral", se observará claramente las razones, fundamentos y justificación de nuestro análisis y
propuesta en favor de superar el añoso y restringido concepto de daño moral, en favor del más amplio y
configurativo, tal como se lo establece en el Código Civil y Comercial al denominarlo "afecciones espirituales
legítimas" como parte de los "daños no patrimoniales".
III. La insatisfacción no justificada como manifestación de las afecciones espirituales legítimas
Algunos autores entienden que la disposición del art. 1741 se limita a regular la forma de establecer la
cuantía de la indemnización de las consecuencias no patrimoniales de la acción u omisión dañosa, ya que dicha
disposición expresamente dice: "... El monto de la indemnización debe fijarse ponderando las satisfacciones
sustitutivas y compensatorias que pueden procurar las sumas reconocidas...", pero en realidad la disposición no
solamente indica aquello a ponderar para el cálculo, sino que determina claramente el contenido conceptual de
las afecciones espirituales legítimas, como la "insatisfacción no justificada" que afecta al damnificado y le fuera
irrogado por aquel a quien se atribuye la obligación de indemnizar (11).
Ciertamente si se debe ponderar una satisfacción "sucedánea", habrá de considerarse necesariamente cuál ha
sido el objeto perdido o dañado que ha de ser sustituido. Esa acción dañosa ha producido una afectación a la
dignidad humana, generando una "insatisfacción" no justificada.
La persona humana tiene, entre otros atributos, la capacidad de poder relacionarse e interactuar con los
demás individuos. Ello en virtud de que la sociedad ha sido creada por el mismo hombre, quien a su vez ha
contribuido a organizarla conforme sus intereses, es decir, procurando alcanzar su felicidad. En esa búsqueda de
felicidad, el ser humano ha diseñado mecanismos de defensa que le permitan salvaguardar uno de sus atributos
más preciados: su dignidad.
Las personas socialmente organizadas se interrelacionan sobre la base de expectativas razonables de
satisfacer sus intereses y necesidades, en la confianza de no ser dañado psicofísicamente, en la confianza de
recibir la contraprestación contractual comprometida. Estas "satisfacciones" (12) que se procura la persona
humana muchas veces se ven dañadas injustificadamente generando así una insatisfacción que debe,
necesariamente, ser compensada mediante una indemnización sustitutiva de esa insatisfacción.
Obviamente si entendemos superada la cuestión referida a las claras diferencias conceptuales entre las
afecciones espirituales legítimas y el daño psicológico, como también si nos encaminamos evolutivamente por
sobre aquellas delimitaciones vinculadas al dolor, al precio del dolor, o el precio del consuelo en favor de
aceptar la existencia del derecho humano a la satisfacción digna de las necesidades materiales y espirituales de
la persona humana, asumimos que quien por acción u omisión produce una insatisfacción no justificada (13)
deberá indemnizar el daño irrogado.
IV. El incumplimiento contractual como omisión antijurídica que produce una insatisfacción no
justificada
El art. 1716, Cód. Civ. y Com. establece que tanto la violación del deber de no dañar a otro, o el
incumplimiento de una obligación, da lugar a la reparación del daño causado, equiparando así la regulación de
los efectos entre las otrora llamadas obligaciones extracontractuales, o cuasi delictuales, con el incumplimiento
de una obligación en general y en especial las nacidas de los contratos (14).
A fuer de interpretar este artículo podríamos enunciar preliminarmente aquello de ubi lex non distinguit nec
nos distinguere debemus y afirmar que, ahora superadas las derogadas disposiciones de los arts. 522 y 1078 del
Cód. Civil, se verifica:
a) Todo un cap. 3 del Título Preliminar del Código Civil y Comercial que regula el ejercicio de los derechos
b) Un art. 2º, Cód. Civ. y Com., que impone interpretar la ley teniendo en cuenta las disposiciones que
 

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surgen de los tratados de derechos humanos, los principios y valores jurídicos de modo coherente con todo el
ordenamiento jurídico.
c) Un único tratamiento para el incumplimiento del deber de no dañar, como del incumplimiento de una
obligación contractual (15).
d) El art. 1744 del Cód. Civ. y Com. impone que el daño debe ser acreditado por quien lo invoca, salvo que
la ley lo impute o presuma, o bien surja notorio de los propios hechos. De manera que se debe presumir la
insatisfacción injustificada cuando surge notoria.
e) La procedencia de la indemnización no está diferida a la potestad del juez (como era en el art. 522 del
Cód. Civil).
f) No hay una cuantificación legal mínima que establezca insatisfacciones tolerables no indemnizables, de
aquellas otras injustificadas indemnizables (16). Las únicas diferencias están enunciadas en el art. 1718 del Cód.
Civ. y Com. (17).
En el ámbito de los contratos, el Código Civil y Comercial ha ampliado la posibilidad de resarcir las
consecuencias no patrimoniales producidas por el incumplimiento obligacional. En la actualidad no hay
restricción alguna para resarcir: la reparación de la lesión a las afecciones espirituales legítimas (el otrora daño
moral) está contemplada de manera única en el art. 1741 del Cód. Civ. y Com. y sin cortapisa alguna, ni para el
daño patrimonial ni para el daño extrapatrimonial. La reparación en todos los casos debe ser plena, por imperio
de los arts. 19 de la CN y 1740 del Cód. Civ. y Com. Por tanto, todas las insatisfacciones no justificadas deben
ser indemnizadas también en el caso de incumplimiento de contratos (18).
En materia contractual este concepto de "insatisfacción no justificada" se ve reafirmado por lo dispuesto en
los arts. 8º bis, 37 y 40 bis, de la ley 24.240, además de tener que atender a lo establecido en el art. 3º del mismo
cuerpo legal (19), como también por lo impuesto en los arts. 888, 987, 988, 1094, 1095, 1096 y ss., Cód. Civ. y
Com.
También debemos destacar que en materia contractual el art. 961, Cód. Civ. y Com., resulta mucho más
claro y determinante que el derogado 1198, Cód. Civil, ya que establece que los contratantes se obligan a todas
las consecuencias que puedan considerarse en los términos obligacionales del contrato, con los alcances en que
razonablemente se habría obligado un contratante cuidadoso y previsor, lo que interpretado en un coherente
diálogo de fuentes normativas impone al proveedor profesional en una relación de consumo o al predisponente
contractual a una mayor y más amplia asunción obligacional, por que cuanto mayor sea el deber de obrar con
prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible al agente y la valoración de la
previsibilidad de las consecuencias (Cfr. art. 1725, Cód. Civ. y Com.).
La mora en el leal cumplimiento de buena fe de las obligaciones contractuales que perturba la razonable
expectativa del acreedor, la confianza de ver satisfecho tempestivamente su derecho, produce un daño
consistente en la insatisfacción injustificada que en las relaciones de consumo se debe presumir cuando surge
notoria.
En el caso específico de la contratación de seguro, el art. 49 de la ley 17.418 establece la época de pago de la
prestación del proveedor asegurador, en tanto su art. 50 fulmina toda posibilidad de exoneración del asegurador
de las consecuencias de la mora (20) y el 51 establece la mora automática del asegurador. Pero esta ley especial
no contiene una regulación de esas consecuencias de la mora, de tal suerte que la reparación de los daños
causados por la mora debe interpretarse regulada por el Código Civil y Comercial y en su caso la ley 24.240.
La abusiva exigencia de trámites superfluos, la imposición de aporte de documentos innecesarios, las falaces
invocaciones de impagos de prima, las artificiales y forzadas interpretaciones contractuales para rechazar el
pago de la indemnización del seguro, que producen la sinrazón de demoras y dilaciones injustificada en el leal
cumplimiento de las obligaciones del asegurador como sociedad profesional organizada cual empresa, torna el
incumplimiento en doloso (Cfr. art. 1724, Cód. Civ. y Com.) (21), ya que el proveedor se comporta con total
indiferencia por los intereses del asegurado.
 

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Cuando una sentencia hace lugar a la reclamación de un asegurado, está al mismo tiempo reconociendo que
la aseguradora no cumplió cuando debía hacerlo incurriendo en mora en el pago del crédito del asegurado y que
la mora, produce, sin controversia posible ni hesitación alguna, varios daños: los unos, patrimoniales que se
indemnizan mediante la imposición de intereses y costas; los otros, no patrimoniales que se indemnizan
mediante la ponderación de las satisfacciones sustitutivas y compensatorias.
En esta materia no existe necesidad de analizar una posible prelación normativa entre las disposiciones
generales del Código Civil y Comercial, ley 24.240 y la ley especial 17.418, toda vez que:
a) Como se dijo, la ley 17.418 no regula las consecuencias de la mora del asegurador.
b) El Código Civil y Comercial sí regula estas consecuencias y la reparación indemnizatoria del daño
causado por la mora.
c) El art. 1709, Cód. Civ. y Com., establece una clara prelación de las normas indisponibles del Código
sobre cualquier ley especial en materia de responsabilidad civil.
V. Conclusiones
Más allá del fallo fundado en las disposiciones del Código Civil que motiva este comentario, en lo relativo a
las consecuencias no patrimoniales del daño derivada de incumplimientos de contratos podemos afirmar que la
falta de cumplimiento tempestivo de las obligaciones contractuales por parte de un proveedor profesional no
tiene valimiento ético y jurídico alguno (22), pero no será esa la causa y razón de la obligación resarcitoria que
produce la mora en el ámbito patrimonial y no patrimonial sino más bien los efectos de esa inconducta que lleva
a un consumidor a soportar inicialmente una violación a su expectativa razonable de recibir su acreencia en
tiempo oportuno (23), la afectación de la confianza (24), y esas molestias innecesarias e injustificadas a que lo
somete la parte fuerte y dominante de la relación contractual (25), y a su vez aseverar que no existen
insatisfacciones mínimas que deban ser soportadas como parte de una supuesta convivencia social (26).
Valga, a guisa de mera analogía, aquella interpretación dogmática y jurisprudencial del art. 141 del Cód.
Penal que no señala un tiempo mínimo para tener por configurado el tipo, y entonces considerar cuántas horas y
días el consumidor acreedor se ve privado de desarrollar libremente su proyecto de vida por imposición de la
inconducta de un proveedor que, pudiendo y debiendo cumplir, no lo hace tempestivamente.
La simple demora (27), y con mayor razón la mora, en el cumplimiento de las obligaciones contractuales por
parte del proveedor configura una evidente res ipsa loquitur (resulta notorio de los propios hechos Cfr. art. 1744,
Cód. Civ. y Com.) que impone a este indemnizar las consecuencias no patrimoniales de la afección espiritual
legítima del consumidor, mediante la suma que se fije, ponderando las satisfacciones sustitutivas y
compensatorias que razonablemente haya peticionado el consumidor afectado.
 (*) Abogado egresado con Diploma de Honor de la Universidad de Buenos Aires. Especialista en
Asesoramiento de Empresas egresado de la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los
Buenos Aires.
 (**) Doctor en Ciencias Jurídicas, egresado de la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de
los Buenos Aires. Egresado del Curso Superior de Seguros dictado en la Universidad Nacional de Buenos Aires,
con el auspicio de la Asociación Internacional de Derecho de Seguros (A.I.D.A.). Profesor de los Cursos de
Posgrado de Seguros en la Universidad Nacional de Buenos Aires, Facultad de Derecho, dirigido por el Dr.
Felipe Aguirre. Miembro de la Comisión Directiva de la Asociación Argentina de Derecho de Seguros, rama
nacional de la Association Internationale de Droit des Assurances (AIDA). Profesor titular en el programa de
Doctorado en Derecho Tributario y Derecho Mercantil, Módulo "Derecho de Seguros", Universidad San Carlos
de Guatemala, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Departamento de Posgrados Internacionales de la
Escuela de Estudios de Posgrado.
 (1) VENEGAS, Patricia P., "Derecho de daños en el Código Civil y Comercial", Ed. Astrea, Buenos Aires,
2018 p. 81; "... No se confunde con el daño moral, que es un daño extrapatrimonial; el daño psíquico es
 

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incapacitante y por ende, es patrimonial indirecto, en la medida en que recae sobre la integridad psicofísica de la
víctima..." en igual sentido IRIBARNE, Héctor P., "De los daños a la persona", Ediar, 1995, p. 168; en igual
sentido RAMÍREZ, Jorge O., "Indemnización de daños y perjuicios", Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 1981, t. 2,
p. 184, en igual sentido ZABALA de GONZÁLEZ, Matilde, "Resarcimiento de daños", Ed. Hammurabi Buenos
Aires, 1ª reimp., 1991, p. 219; en igual sentido, CIFUENTES, Santo, "El daño psíquico y el daño moral", JA,
2006-II-1089. La jurisprudencia también ha deslindado el daño psicológico, como especie del daño patrimonial,
del daño moral. Así, entre muchos fallos se ha dicho: "... el daño psicológico no queda subsumido en el daño
moral, pues ambos poseen distinta naturaleza. En efecto el daño psíquico corresponde resarcirlo en la medida
que significa una disminución en las aptitudes psíquicas, que representan una alteración y afectación del cuerpo
en lo anímico y psíquico, con el consiguiente quebranto espiritual, toda vez que este importa un menoscabo a la
salud considerada en un concepto integral" (cfr. CNCiv., sala D, "Santillán, Mari N. y otro c. Papandrea, Adela
C. y otros s/ daños y perjuicios 13/10/2017", Thomson Reuters, AR/JUR/78439/2017).
 (2) Por ej., el interés del guardador de hecho de un menor sobre la persona de este (cfr. CARAMELO,
Gustavo - PICASSO, Sebastián - HERRERA, Marisa [dirs.], "Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado", Infojus, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2015, 1ª ed., t. IV, p. 453.
 (3) Las personas jurídicas no experimentan consecuencias dañosas no patrimoniales. Así se ha juzgado que:
"1. No es procedente una reparación de daño moral en favor de una sociedad comercial, pues, dado que su
capacidad jurídica está limitada por el principio de especialidad (arts. 35, Cód. Civil, y 2º, ley 19.550) y que su
finalidad propia es la obtención de ganancias (art. 1º, ley cit.), todo aquello que pueda afectar su prestigio o su
buen nombre comercial redunda en la disminución de sus beneficios, o bien carece de trascendencia a los fines
indemnizatorios, ya que se trata de entes que no pueden sufrir padecimientos espirituales (Con nota de Daniel
M. Turrin)" (cfr. CS, "Kasdorf SA c. Provincia de Jujuy y otro", 22/03/1990, Thomson Reuters, cita online:
37000164).
 (4) A tal efecto ver el art. 464, inc. n), el que mantiene coherencia con el nuevo principio que elimina la
expresión daño moral.
 (5) En tanto se destaca que el vocablo "inmoral" lo hace tres veces, la expresión moral y buenas costumbres
aparece en nueve oportunidades y la palabra "moral" solamente cinco veces. Luego la vemos en la expresión
idoneidad moral (art. 139, Cód. Civ. y Com.), deber moral de fidelidad (art. 431, Cód. Civ. y Com.), derecho
moral sobre la obra intelectual (art. 464, Cód. Civ. y Com.), lo entregado en cumplimiento de deberes morales o
de conciencia (art. 728, Cód. Civil).
 (6) Art. 522.— En los casos de indemnización por responsabilidad contractual el juez podrá condenar al
responsable a la reparación del agravio moral que hubiere causado, de acuerdo con la índole del hecho
generador de la responsabilidad y circunstancias del caso. Art. 1078.— La obligación de resarcir el daño
causado por los actos ilícitos comprende, además de la indemnización de pérdidas e intereses, la reparación del
agravio moral ocasionado a la víctima. La acción por indemnización del daño moral solo competerá al
damnificado directo; si del hecho hubiere resultado la muerte de la víctima, únicamente tendrán acción los
herederos forzosos. Art. 1099.— Si se tratare de delitos que no hubiesen causado sino agravio moral, como las
injurias o la difamación, la acción civil no pasa a los herederos y sucesores universales, sino cuando hubiese
sido entablada por el difunto.
 (7) En el "Código Civil y Comercial comentado" bajo dirección de Marisa HERRERA, Gustavo
CARAMELO, Sebastián PICASSO, Infojus, t. IV, Libro 3 arts. 1251 a 1881, p. 454, se lee: "... Es claro
entonces que el nuevo Código sigue manteniendo la clasificación dual del daño, que lo divide en patrimonial (o
material) y moral (o extrapatrimonial), y no admite ninguna otra categoría (lo cual, por otra parte, violaría el
principio lógico de tercero excluido, pues lo que no es patrimonial es extrapatrimonial, y viceversa)...", En igual
sentido "Código Civil y Comercial de la Nación, analizado, comparado y concordado", dirigido por Alberto J.
BUERES, Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 2014, t. II, p. 175, también ver SAMUEL, Osvaldo M., "El daño
moral en el Código Civil y Comercial", Ed. Astrea, Buenos Aires, 2019. "... Preferimos la denominación clásica
 

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por entender que esta tiene una connotación especial y es más amplia...".
 (8) Art. 1066.— Ningún acto voluntario tendrá el carácter de ilícito, si no fuere expresamente prohibido por
las leyes ordinarias, municipales o reglamentos de policía; y a ningún acto ilícito se le podrá aplicar pena o
sanción de este Código, si no hubiere una disposición de la ley que la hubiese impuesto (el destacado nos
pertenece).
 (9) Ya la Corte Suprema venía sosteniendo que "El dolor humano es apreciable y la tarea del juez es realizar
la justicia humana; no se trata de una especulación ilícita con los sentimientos, sino de darle a la víctima la
posibilidad de procurarse satisfacciones equivalentes a lo que ha perdido. Aun cuando el dinero sea un factor
muy inadecuado de reparación, puede procurar algunas satisfacciones de orden moral, susceptibles, en cierto
grado, de reemplazar en el patrimonio moral el valor que del mismo ha desaparecido. Se trata de compensar, en
la medida posible, un daño consumado. En este orden de ideas, el dinero es un medio de obtener satisfacción,
goces y distracciones para restablecer el equilibrio en los bienes extrapatrimoniales" ("Baeza, Silvia O. c.
Provincia de Buenos Aires y otros", 12/04/2011, Thomson Reuter. Cita CS, Fallos: 334:376. Cita Online:
AR/JUR/11800/2011).
 (10) "Código Civil y Comercial de la Nación Comentado", Miguel Federico DE LORENZO - Pablo
LORENZETTI (coords.), Rubinzal-Culzoni Edit., t. VIII, arts. 1614 A 1881, p. 485
 (11) Sobre el punto se ha dicho que el daño extrapatrimonial puede ser definido como la "... modificación
disvaliosa del espíritu, en el desenvolvimiento de su capacidad de entender, querer o sentir, consecuencia de una
lesión a un interés no patrimonial, que habrá de traducirse en un modo de estar diferente de aquel al que se
hallaba antes del hecho, como consecuencia de este y anímicamente perjudicial" (cfr. PIZARRO, Ramón D., "El
concepto de daño en el Código Civil y Comercial". Publicado en: RCyS 2017-X, 13. Thomson Reuters,
AR/DOC/2241/2017). Podría decirse que la vida del damnificado es distinta después del hecho, peor y sin otra
razón que una conducta antijurídica.
 (12) GHERSI, Carlos A., "Reparación de daños", Ed. Universidad, Buenos Aires, 1992, ps. 34 y ss.
 (13) Corte de Apelaciones de Concepción define, en el consid. 11: "(...) el daño moral es todo menoscabo o
detrimento no patrimonial que afecta la integridad psíquica del individuo, como la alteración en la tranquilidad
de espíritu, molestias personales, inversión de tiempo en la solución de un problema, no cumplimiento de
expectativas ofrecidas, impotencia, frustración o enojo a causa de un mal servicio" (Revista La Ley, Ed.
Thomson Reuters CL/JUR/2030/2013).
 (14) Ver SCHIAVO, Carlos A., su ponencia "Una contribución para el análisis crítico del seguro de
responsabilidad civil comprensiva en la República Argentina" del libro de ponencias al XI Jornada Nacional de
Derecho de Seguros, IV Jornada Latinoamericana de Derecho de Seguros, IX Conferencia Internacional, Lomas
de Zamora, Provincia de Buenos Aires, 2004.
 (15) Al respecto ver los debates en el Tercer Congreso Nacional de Derecho Civil, Córdoba 9 al 14 de 1961,
publicación de la Universidad Nacional de Córdoba, Instituto de Derecho Civil Henoch D. Aguiar, Córdoba,
1962, t. II, entre cuyas conclusiones se consideró la necesidad de un único y uniforme tratamiento del daño
moral, ante el incumplimiento de la obligación genérica de no dañar a otro o frente al incumplimiento de una
obligación concreta y singular nacida de un contrato y que, salvo Llambías, hubo mayoritaria coincidencia en el
carácter compensatorio de la reparación del que en aquellos años se denominaba daño moral.
 (16) "Para que surja el daño moral, es menester que, además de un eventual desmedro económico, concurra
una "repercusión en los intereses existenciales" del sujeto y no se reputa que suceda solo ante molestias o
inconvenientes de relativa entidad (Conf. ORGAZ, 'El daño resarcible', p. 259)". (Cfr. CNCiv., sala J, "Tagliani,
Gabriel J. c. Aseguradora Federal Argentina y otro s/ daños y perjuicios", 23/04/2015. Thomson Reuters
AR/JUR/8080/2015).
 (17) Ver nota 9.

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 (18) "... el Cód. Civil ha puesto las cosas en su quicio, dado que allí el sistema del daño moral es uno solo,
único e idéntico para la responsabilidad contractual y la aquiliana, lo que aleja definitivamente la falsa idea del
supuesto carácter excepcional del daño moral contractual" (cfr. PICASSO, Sebastián. "Daño Extrapatrimonial
Contractual", Revista de Derecho de Daños, 2018-3, Responsabilidad por daño no patrimonial, Rubinzal-
Culzoni Edit., p. 158).
 (19) Las disposiciones de esta ley se integran con las normas generales y especiales aplicables a las
relaciones de consumo, en particular la Ley 25.156 de Defensa de la Competencia y la ley 22.802 de Lealtad
Comercial o las que en el futuro las reemplacen. En caso de duda sobre la interpretación de los principios que
establece esta ley prevalecerá la más favorable al consumidor. Las relaciones de consumo se rigen por el
régimen establecido en esta ley y sus reglamentaciones, sin perjuicio de que el proveedor, por la actividad que
desarrolle, esté alcanzado asimismo por otra normativa específica.
 (20) Es nulo el convenio que exonere al asegurador de la responsabilidad por su mora.
 (21) En tanto dispone que: "el dolo se configura por la producción de un daño de manera intencional o con
manifiesta indiferencia por los interese ajenos".
 (22) Además de cumplir con las disposiciones de la ley 27.401 de Responsabilidad Penal, debe atenderse a
que el comportamiento ético y el respeto a la ley deberán ser en adelante algo natural en todas las empresas;
después de todo, las empresas no operan de forma aislada, sus actividades afectan a las esferas de muchos
grupos de interés, y tanto las grandes empresas como también las PYMeS se ven sometidas a la presión de
definir y respetar un conjunto de valores. Esto ha llevado a la creación de un término que definiera ese objetivo
axiológico empresario: "La compliance", que se refiere al conjunto de medidas destinadas a garantizar la
conducta ética y legalmente respetuosa de una empresa, todos sus órganos ejecutivos y todos sus empleados con
respecto al cumplimiento de la normativa: prohibiciones legales e internas de la empresa.
 (23) "... las circunstancias del caso razonablemente produjeron una tribulación anímica con significación
jurídica, que impactó en la tranquilidad espiritual del actor, más allá de la mera molestia o incomodidad que
podía soportar en el plano de la relación contractual. De esta forma luce evidente la configuración de un daño
moral...". CNCom., sala F, "Nahuel Andrés Sica c. La Nueva Cooperativa de Seguros Ltda. s/ ordinario",
29/11/2018, AR/JUR/77970/2018.
 (24) Ver LUHMANN, Niklas, "La confianza", Ed. Anthropos y Universidad Iberoamericana, Barcelona,
1996; WEINGARTEN, Celia, "La Confianza en el sistema jurídico", Ed. Jurídicas Cuyo, Mendoza, 2002.
 (25) Creemos no incurrir en un desatino extremo si desde un simple fundamento empírico afirmamos que
aún hoy existen muchos proveedores que sostienen en sus relaciones de consumo el apotegma con el cual se le
indica al consumidor que reclama por su derecho que: "... si no le gusta, búsquese un abogado y haga juicio...".
 (26) No cabe aceptar que se pretenda confundir aquellas insatisfacciones mínimas que se deben soportar por
la natural vida en sociedad, y en especial en grandes ciudades y megametrópolis, como podría ser el exceso
sonoro de bocinas y el ruido de motores de muchos automotores o el consentido, como cuando uno concurre a
un local bailable, con las insatisfacciones que afecta espiritualmente al consumidor y que produce un proveedor
en sus relaciones de consumo, como son, entre otras tantas, el trato indigno de someter al consumidor a largas
esperas para ser atendido y con la falta de aire acondicionado en períodos de temperaturas extremas, la simple
demora de horas o días en el cumplimiento de una obligación (aquella excusa, de muchos conocida, de la falta
de una firma en el cheque, la ausencia de la persona que debe entregar un producto, etc.). No existe una relación
de consumo ni una relación contractual (salvo el decir de Jean-Jacques Rousseau) entre las personas humanas en
sus relaciones interpersonales como habitantes de un determinado lugar, solo se deben el no dañar al otro. Ver el
interesante caso "Matheu, Gustavo A. y otro c. Disco SA. Ordinario. Daños y perjuicios. Otras formas de
responsabilidad extracontractual. Exp. 15547/36", C1a Civ. y Com., Córdoba, 15/09/2011. "... Este dispositivo
legal [art. 2618, Cód. Civil] expresa que las molestias de la vecindad no pueden exceder la normal tolerancia, lo
cual implica que la vecindad trae aparejadas ciertas molestias que las personas deben soportar en un umbral
 

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mínimo. Es decir, no cualquier perturbación da lugar a la acción contenida en el art. 2618 del Cód. Civil (...). El
análisis de la normal tolerancia prevista en ese dispositivo debe realizarse por parte del juzgador, teniendo en
cuenta que esa pauta debe ser valorada teniendo presentes las circunstancias del caso, sin incurrir en
arbitrariedad; además, su estimación debe efectuarse con criterio objetivo, esto es, tomando como parámetro la
persona media, ordinaria..." en igual sentido, CNFed. Civ. y Com., sala III, 11/05/2004, "Acosta, Gustavo
Guillermo c. Edenor SA s/ incumplimiento de contrato". "Las molestias e incomodidades que la no instalación
del servicio ocasionó al actor exceden las que de ordinario debe soportar una de las partes del contrato ante la
ejecución tardía de las obligaciones de la otra, habida cuenta su duración, unidas a la índole de la prestación
comprometida por la demandada y la zona en la que se pactó. Esta perturbación del ánimo motivada por la
carencia de un bien de uso cotidiano e imprescindible para la vida moderna, vivida con los fácilmente
imaginables trastornos y las ansiedades propios de la incomodidad que significa, impone que la indemnización
del daño moral deba reconocerse...". En igual sentido "... Se ha señalado... que el daño moral se caracteriza por
los padecimientos o molestias que hieren las afecciones de quienes lo sufren, y se configura a su respecto lo que
se ha dado en llamar prueba in re ipsa, es decir, surge inmediatamente de los propios hechos, su valuación no
está sujeta a cánones estrictos, correspondiendo a los jueces de la causa establecer su quantum indemnizatorio
prudentemente. Ninguna relación forzosa existe entre el perjuicio material y moral, ambos cuentan con
presupuestos propios y concurren a su determinación por razones diferentes (vid, sala II in re "Zippes, Claudio y
otro c. Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires s/ responsabilidad extracontractual del Estado", causa
6233/92 del 16/08/1995). Por los elementos reunidos en la causa, se aprecian inevitables los sufrimientos
vividos por la menor como consecuencia del periplo que debió soportar a fin de obtener una cobertura médica
adecuada. La accionante ha sido pasible de la privación y disminución de aquellos bienes que tienen un valor
precipuo en la vida del hombre, que son la tranquilidad espiritual, la integridad física y la paz individual.
"Poliszuk, Jorge Juan c. Inst. de Ser. Soc. Pers. de Segs. Reas. Cap. Y. A. Y. P. para vivienda s/ cobro de pesos"
CNFed. Civ. y Com.
 (27) LÓPEZ CABANA, Roberto M., "La demora en el Derecho Privado", Ed. Abeledo Perrot, Buenos
Aires, 1989.

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