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En la mitología griega, Némesis (llamada Ramnusia, “la diosa de Ramnunte” en el

santuario que tiene en esta ciudad del Ática) es la diosa de la justicia


retributiva, la solidaridad, la venganza, el equilibrio y la fortuna. Castigaba a
los que no obedecían a aquellas personas con derecho a mandarlas y, sobre todo, a
los hijos que no obedecían a sus padres. Recibía los votos y juramentos secretos de
su amor y vengaba a los amantes infelices o desgraciados por el perjurio o la
infidelidad de su amante.

Su equivalente romana, casi en todo, era Invidia, aunque en el lenguaje usual en


español y otros idiomas romances, hoy día se usa la palabra Némesis o némesis con
el significado de alguien que es artífice de una venganza en cuanto es la justicia
retributiva.

Índice
1 Genealogía
2 Descendencia
3 Señas de identidad
4 Iconografía
5 Culto
6 Némesis romana
7 Notas
8 Enlaces externos
Genealogía
Némesis ha sido descrita como la hija de Océano (por Pausanias) o Zeus. Por su
parte, Hesíodo la cree hija de la noche (Nix).

Descendencia
En los Cantos ciprios se habla de la unión de Zeus y Némesis, para dar nacimiento a
Helena, lo cual expresa la idea de la cólera celeste. Némesis fue perseguida por el
dios del cielo, y para librarse de él tomó formas de monstruos marinos y de
diversos animales terrestres. Finalmente se transformó en una oca. Zeus transmutado
en cisne logró alcanzarla y, fruto de esta unión, la diosa puso un huevo que fue
recogido por unos pastores y entregado por ellos a Leda, que lo cuidó. Ésta es una
de las versiones del origen de Helena de Troya.

Señas de identidad
Es una deidad primordial, por lo que no está sometida a los dictámenes de los
dioses olímpicos. Castiga sobre todo la desmesura. Sus sanciones tienen usualmente
la intención de dejar claro a los mortales que, debido a su condición humana, no
pueden ser excesivamente afortunados ni deben trastocar con sus actos, ya sean
buenos o malos, el equilibrio universal. Un claro ejemplo lo encontramos en Creso,
que al ser demasiado dichoso fue arrastrado por Némesis a una expedición contra
Ciro que provocó su ruina.

También se considera que era la diosa griega que medía la felicidad y la desdicha
de los mortales, a quienes solía ocasionar crueles pérdidas cuando habían sido
favorecidos en demasía por la Fortuna. Con este carácter nos la presentan los
primeros escritores griegos, y más tarde fue considerada como las Furias, es decir,
como la diosa que castigaba los crímenes. El poder irresistible de Némesis está
expresado por su asociación con Adrastea, divinidad asiática que se confundió con
ella, hasta ser este nombre uno de sus epítetos. Némesis es uno de los atributos
del dios supremo, y era, en unión de Adrastea, el instrumento de la cólera divina.

Iconografía
Se la representa con una corona y a veces con un velo que le cubre la cabeza; suele
llevar una rama de manzano en una mano y una rueda en la otra. La cabeza de Némesis
se ve coronada en los monumentos griegos y algunas veces sale de ella un asta de
ciervo para indicar la prontitud con que da a cada uno lo que le corresponde. Los
etruscos le ponían una diadema de piedras preciosas. La flor del narciso adornaba
también su corona como símbolo de un joven orgulloso enamorado de su propia
hermosura. Solían representarla los artistas de la antigüedad con alas para
expresar la prontitud con que atendía todas sus funciones y armada de antorchas,
espadas y serpientes como instrumentos de su venganza.1

Culto
El origen del culto a Némesis hay que buscarlo en el temor que sentían los griegos
a la cólera divina. Hesíodo presenta a Aidos y Némesis indignados del espectáculo
de la perversidad humana, huyendo de la Tierra, envueltos en velos blancos; de
suerte que, para él, Némesis no es más que una personificación del sentimiento
moral, reprobador de toda violencia y de todo exceso. El primer templo y los
primeros altares que tuvo Némesis estuvieron en Ramnonte, situado en la región del
Ática. Durante mucho tiempo su culto no salió de allí.

Considerada por algunos como la fuerza o poder del Sol, su culto se había extendido
por toda la tierra. Era venerada por los persas, asirios, babilonios, egipcios y
etíopes. Orfeo llevó su culto a Grecia e Italia y la colocó entre sus principales
divinidades bajo el nombre griego de Némesis. Tenía un altar en el Capitolio al que
los guerreros iban a sacrificar antes de partir para los combates y le ofrecían un
machete o una cuchilla.1

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