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INTRODUCCIÓN
La experiencia de muchos santos en la Iglesia, a lo largo del tiempo, que
se han esforzado por vivir el amor a Dios y al prójimo, aconseja unos
medios que facilitan el camino de la santidad.
Dios puede hacer milagros, aunque no pongamos los medios. Pero, de
ordinario quiere que nosotros pongamos nuestra parte, nuestro uno por
ciento. Él pondrá el noventa y nueve por ciento. Hay un dicho en español
que dice: ͞A Dios rogando y con el mazo dando͟. Por tanto, la santidad es
obra de Dios con nuestra ayuda y colaboración 2.
Señalaremos unos medios intrínsecos, aquellos que cada uno tiene que
aplicar; y medios extrínsecos, aquellos que requieren la participación de
otras personas.
I. MEDIOS INTRÍNSECOS
1. c
Es la elevación de nuestra alma a Dios, para alabarle y pedirle gracias para
ser mejores para su mayor gloria.
Hay dos tipos de oración:
Ment o meditión: conversación interior con Dios. En esta oración
hay que llevar todo lo que somos y tenemos (alegrías, tristezas,
proyectos, penas), llevar mi mente, mi corazón y mi voluntad. Lo que hay
que hacer es: ponerse en presencia de Dios y preguntarle qué quiere de
nosotros. Después, abrimos los santos evangelios y leemos
detenidamente un párrafo haciéndonos estas preguntas: ¿Qué dice Jesús
aquí?; ·
·
Termino con un propósito, con una resolución concreta para ese
día. Lo importante en la oración no es la sensiblería o el emocionalismo,
sino las decisiones de la voluntad. La oración mental o meditación debe
siempre terminar con cambios profundos en nuestra vida, con la
conversión de tal o cual aspecto de mi vida que no está de acuerdo con la
ley de Dios.
º Vo: se expresa por medio de palabras o gestos. Empleamos nuestra
voz, boca y labios para cantar las alabanzas de Dios. Se ayuda uno con
devocionarios, oraciones escritas.
Son hermosos los frutos que obtenemos con la oración: nos vamos
desapegando de las criaturas y de las cosas de aquí abajo, nos vamos
uniendo cada vez más con Dios, tratando de hacer del día y del trabajo
una oración constante, por medio del ofrecimiento a Dios de cuanto
hacemos; nos vamos transformando poco a poco en Él.
Ñ. c
Buscar la santidad en nuestra vida. Sin sacramentos sería imposible. En la
Eucaristía Cristo nos une a Cristo, nos alimenta, nos quita l os pecados
veniales, forma el carácter. En la Confesión Dios nos limpia, nos renueva,
nos libra del pecado, nos reviste de su fuerza y nos ilumina.
X.
Es verdad que la vida espiritual no debe consistir en quitar defectos, en
autocastigarse, sino en desarrollar el verdadero amor a Dios y al prójimo.
Pero esta visión positiva de la vida espiritual no significa que no haya que
sacrificarse. El camino del amor es exigente, sobre todo porque se opone
directamente al camino de nuestro egoísmo. La i dentificación con Dios
coincide con el abandono del apego a nosotros mismos, de nuestro
egoísmo. Es natural entonces que haya que sacrificarse. Sacrificar el juicio
severo, la pasión de la venganza o del orgullo herido, la pereza cómoda.
San Juan de la Cruz dice: u
(Cántico
espiritual 3,3).
El sacrificio tiene sus ventajas: es medicina para mis tendencias
desordenadas; es reparación de mis pecados; es medio maravilloso para
colaborar con Cristo en la obra de la redención.
.
Es un medio importantísimo para la propia santificación. Sólo cuando
somos capaces de entregar a los demás lo que profesamos con los labios
y el corazón, podemos decir que estamos realmente identificados con
Cristo. El apostolado es ser apóstol, predicar el evangelio y confirmarlo
con el testimonio de la caridad.
El apostolado debe ser concreto y lleve resultados concretos. Tiene que
ser una aportación exigente que ayude a una necesidad de la Iglesia.
El apostolado enseña a luchar y sufrir por Cristo y la salvación de los
hombres, nuestros hermanos. Enseña a ver cuánto es dura la resistencia y
oposición a la gracia por parte del egoísmo del hombre y también a
apreciar la obra maravillosa del Espíritu Santo en el alma de cada
hombre. Enseña a comprender un poco más la cruz del Salvador y a
identificarse con su amor maravilloso, gratuito y generoso.
El apostolado enseña a desprendernos de nosotros mismos, a tener que
superarnos, hacer un lado nuestros intereses, a hacer a un lado nuestros
puntos de vista y manera de ser, a limar nuestros defectos, para
encontrarnos realmente con los demás. La actividad apostólica acelera
los progresos en la vida cristiana.
El primer apostolado se realiza, sin duda, en el propio ambiente: en la
familia, en la escuela y en el trabajo. Pero también se puede encontrar
tiempo para realizar compromisos apostólicos que abarquen a más
personas y grupos.
Hay diversos tipos de apostolado: apostolado de la catequesis, de la
caridad solidaria, misionar, medios de comunicación social, de la
enseñanza, etc...
1. Deseo de perfección
2. El conocimiento de Dios y de sí mismo
3. La conformidad con la voluntad de Dios
4. Lecturas y pláticas espirituales
5. La familia
6. El Matrimonio
7.La profesión
CONCLUSIÓN