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DERECHOS CULTURALES

PARA UNA CULTURA HUMANIZANTE

MÁSTER GESTIÓN CULTURAL


POLÍTICAS CULTURALES
EVA SÁEZ
JUAN MANUEL ARTIGOT
ANTONIO DE FALCO
OSCAR BLANCO
ESTHER MELO
ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN

2. DERECHOS CULTURALES Y DERECHO A LA CREATIVIDAD


2.1 La cultura en los derechos fundamentales
2.2 El derecho a la creatividad
2.3 Propuestas para una creatividad activa
2.4 Arte para la cultura

3. DE LA CULTURA DEL CONSUMO AL CONSUMO CULTURAL


3.1 La sociedad en tiempos de la cultura de consumo
3.2 La cultura en tiempos de la sociedad de consumo
3.3 El derecho a la belleza

4. LA GLOBALIZACIÓN CULTURAL:
DERECHOS HUMANOS COMO ALTERNATIVA A LA DOMINACIÓN
4.1 Intercambio de información
4.2 Transporte de personas
4.3 Comercio internacional de mercancías
4.4 Alternativas a la globalización
4.5 Falta de unión
4.6 Glocalismo y derechos humanos

5. CULTURA, NUEVAS TECNOLOGÍAS Y CREATIVIDAD.


NUEVOS RETOS, NUEVOS DERECHOS.
5.1 Impacto del desarrollo tecnológico en la cultura
5.1.1 La era de la sociedad digital: la Cibercultura
5.1.2 Internet, las tecnologías de la información, la
sociedad Red.
5.2 La creatividad en la era digital
5.3 La necesaria generación de nuevos Derechos Humanos.

6. PRÁCTICAS REALES DE MANIFESTACIONES CULTURALES


6.1 Los creativos culturales
6.2 Las industrias culturales
6.3 El Culture Jamming
6.4 Net Art
INTRODUCCIÓN

Este trabajo quiere proponer un recorrido que parta de unos conceptos


teóricos sobre el término cultura dentro de la Carta de los DD.HH, hasta
llegar a un ámbito más pragmático de experiencias y posibilidades de
actuación de una cultura que respete estos derechos. Intentaremos que
el lenguaje y el desarrollo de esta serie de artículos resulte los más
accesible y comunicativo posible, porque justamente nace desde un
intercambio de puntos de vista del grupo y de unas confrontaciones
entre personas de distintos ámbitos.
Se ha planteado como una serie de ensayos estructurados a partir de
un discurso compartido. Previamente a la definición del discurso, los
autores han puesto en común sus conocimientos, con el fin de articular
un guión válido para tratar de abordar individualmente cada aspecto.
Los artículos han mantenido en todo momento un carácter abierto,
posibilitando la alteración del contenido en ocasiones de contraposición.
Empezaremos analizando el término cultura tal como viene utilizado y
concebido en la Carta de los DD.HH., con su ambigüedad y su uso,
analizando la ideología que conlleva ese concepto relacionado al acceso
a la cultura. Para luego proponer un derecho a la creatividad,
reivindicando el papel del arte y de la participación. (Cap.1)
En segundo lugar nos adentraremos en un análisis del concepto de
consumo en relación con la cultura. Observaremos como se configura la
estructura de una sociedad basada bien en relaciones de explotación
social y ambiental, o bien como proyecto en función de la
transformación y humanización. Ante este planteamiento, se propone el
derecho a la belleza, como una opción capaz de construir el sentido de
la sociedad como humanidad, generado por la relación entre la cultura,
el consumo y el discurso del poder. (Cap.2)
Se continuará con un análisis del proceso de globalización cultural en el
que encontramos tanto a nivel mundial como a nivel local, dos
perspectivas distintas: la de la dominación, como modelo para las
relaciones sociales, estructurales, económicas y por lo tanto culturales,
y la de la potencialidad de los derechos humanos como elemento
vertebrador de estas relaciones. Llegando a una aportación de ideas
creativas, basadas en el respeto a los derechos humanos y enfocadas a
potenciar la interculturalidad como eje principal de la globalización.
(Cap. 3)
Pasaremos entonces a considerar, el impacto de las nuevas tecnologías
y de su desarrollo sobre la cultura. Analizaremos el paradigma de la
cultura digital, especialmente Internet y la sociedad red, que plantean
nuevos desafíos sociales, éticos y legales. Si bien las innovaciones
tecnológicas han producido sucesivamente cambios sociales y
diferencias entre los grupos, hoy en día permanecen como herramientas
adecuadas para potenciar la cooperación y la solidaridad. Ante estos
retos, plantearemos la revisión y generación de nuevos derechos.
(Cap.4)
Finalmente, a modo de conclusión, se propondrán, como ejemplos
reales, prácticas de manifestaciones culturales que respetan los
DD.HH. frente a la industria cultural del consumo. Encontraremos
diferentes movimientos y fenómenos solidarios presentes en Internet y
en la realidad: “Creativos Culturales”, “Culture Jamming”, “Guerrilla de
la Comunicación” y “Contracultura”, que han intentado mantener
aspectos de la creatividad y que han posibilitado prácticas cercanas a
la cultura creativa y humana, en contra de la deshumanización de la
lógica del libre mercado. (Cap.5)

DERECHOS CULTURALES Y DERECHO A LA CREATIVIDAD


Antonio de Falco
La cultura en los derechos humanos
Esta reflexión, que marca el punto de partida de todo el trabajo,
pretende en primer lugar analizar la idea de cultura que aparece en las
tres generaciones de los derechos humanos. Observando los
documentos, pretendemos individuar el concepto de cultura que está a
la base de estas declaraciones y a qué tipo de cultura se refiere.
Proponemos a continuación las partes de los documentos redactados: la
Declaración Universal y el Pacto Internacional del ’48, donde se hace
referencia a los derechos culturales.
En el Pacto Internacional del ‟48 *:
Artículo 15
1. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda
persona a:
a) Acceso en la vida cultural;
b) Gozar de los beneficios del progreso científico y de sus aplicaciones;
c) Beneficiarse de la protección de los intereses morales y materiales que
le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o
artísticas de que sea autora.
2. Entre las medidas que los Estados Partes en el presente Pacto deberán
adoptar para asegurar el pleno ejercicio de este derecho, figurarán las
necesarias para la conservación, el desarrollo y la difusión de la ciencia y
de la cultura.
3. Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a respetar la
indispensable libertad para la investigación científica y para la actividad
creadora.
4. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen los beneficios que
derivan del fomento y desarrollo de la cooperación y de las relaciones
internacionales en cuestiones científicas y culturales.
En Declaración Universal *:
Artículo 22
Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la
seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la
cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los
recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos,
sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo
de su personalidad.
Artículo 27
1. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida
cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el
progreso científico y en los beneficios que de él resulten.
Coincidiendo con las opiniones de los estudios llevados a cabo por el
grupo de la Universidad de Friburgo* y con las ideas de Janusz
Symonide*, se puede afirmar que la cultura, tal como se expresa en
estos documentos, resulta ser un tema subdesarrollado; el derecho a
la cultura, por así definirlo, se encuentra muy poco debatido respeto a
otros derechos, algo descuidada y no se le dedica la atención que
merece.
Si analizamos en profundidad estos textos, encontramos una visión
bastante proteccionista de la cultura que trata la vida cultural como
algo externo al individuo, que no le pertenece, como si se tratara de un
conjunto patrimonial al que el hombre tiene un acceso, “dignificándolo”,
pero sin formar parte de ella. Esta visión considera la cultura como: un
conjunto de productos y obras formadas por autores protegidos por el
derecho de autor, donde los únicos que verdaderamente son
generadores de ella, son los autores, a los que les pertenece este
concepto.
Las expresiones como acceso a la cultura o también gozar de los
beneficios creados, o derecho a expresarse y ser autor o a investigar,
hacen que la cultura parezca ser un cúmulo de producciones que llegan
a formar la nominada vida cultural. Emerge al final de este recorrido
una idea de cultura al que el individuo toma parte solo accediendo a
ella, sin crearla directamente.
Posteriormente el caso se articuló y se complicó porque durante todos
los „90 surgió la necesidad de incluir en estos documentos (por
cuestiones sociales y políticas) las minorías étnicas, un paso obligado
pero que trasladó el interés a la cultura en el sentido de culturas, como
identidades culturales de unos grupos y se añadió en el Pacto
Internacional de los Derechos Civiles y Políticos el reconocimiento de los
derechos de los grupos vulnerables con sus identidades culturales.
Así que encontramos una ambigüedad, o mejor, dos maneras distintas
de entender la palabra “cultura”. La primera, que surgió en el 1948
como una suma de actividades artísticas, creativas, científicas, etc.; la
segunda, como identidad de un grupo, como rasgos distintivos de una
comunidad y que en el „96 se relacionó con los grupos minoritarios.
Sin llegar a considerarse un error, como comentó Jesús Prieto de Pedro
en una intervención del 2007, este cambio de enfoque haría, siguiendo
su postura, que el derecho cultural fuese: “una reivindicación de las
minorías frente a las mayorías, cuando los derechos forman parte del
patrimonio de todos” *, esta ambivalencia ha podido crear, lejos de toda
interpretación política o social, unas limitaciones a la hora de entender
la cultura como perteneciente a todos los seres humanos.
Dicho esto, meterse en una critica terminológica de este concepto
parece, a parte de una tarea imposible, una dirección al cuanto
improductiva. Realmente vale la pena intentar un esfuerzo que mejore
la utilización de este concepto? Es útil exigir un desarrollo y una
definición más apropiada dentro de estos documentos? O que se
detallen mas implicaciones al respecto? Qué valor tienen estas
Declaraciones que al fin al cabo no son más que borradores no
vinculantes, a los que algunos países hacen referencia y otros no, y los
que hacen referencia interpretan a su manera estos conceptos?
Está claro que el término cultura está mal utilizado y por lo tanto es
difícil de desarrollar, pero hay que entender el contexto y el canal en él
que se generaron estos artículos que nacen con la intención de
salvaguardar los valores fundamentales de los individuos amenazados
por los acontecimientos históricos y las circunstancias políticas,
creadas por las guerras, los abusos, las barbaries y las injusticias.
Actualmente sabemos que nos encontramos frente a otras amenazas,
más sutiles pero más difusas y que pueden afectar a todos en la manera
de consumir y de vivir: la lógica neocapitalista globalista.
Se nos presenta un riesgo, el que toda persona no llegue a auto
determinarse, que no se siente digna y se siente frustrada. Aquí no se
trata de centrar la atención en los grupos socialmente vulnerables,
como los inmigrantes, sino pensar que todos carecemos de nivel real de
integración en nuestro sistema no creativo.
Me propongo entonces abandonar esta dirección saliendo de este debate
y olvidar un poco el término “cultura”. Dejando atrás este punto de
partida que nos ha servido para empezar un nuevo camino.
Así que este breve análisis del término “cultura” acaba con
desinteresarse de el, pensando en otros derechos a reivindicar,
buscando un nuevo derecho fundamental y clave que cada uno
individualmente pueda exigir como bien público, el derecho a sentirse
creativo, el derecho a la creatividad.

El derecho a la creatividad
Toda persona tiene el derecho a crear y sentirse creativa
para que forme parte de su cultura
y que sea generadora de ella y
de la vida cultural.
Así de modo que los progresos intelectuales
y científicos
permitan el gozo y el disfrute de
esta creatividad.
Este derecho comprende la libertad de cada individuo
de poder enseñar y compartir sus conocimientos
utilizando sus capacidades para el bien de la
comunidad creando con estas acciones
su propia cultura.

Este “artículo”, que no aparece en ningún documento, remite a un


derecho que no está contemplado y que aquí propongo de manera
provocativa, utilizando la terminología que se encuentra en los actos
oficiales de los derechos humanos. Podría ser una idea de partida, un
borrador, una posibilidad de reivindicar el derecho a la creatividad.
Nuestras actividades, nuestros intereses y sueños dependen de nuestro
nivel de satisfacción. La libertad del individuo reside en la auto
trasformación, en el ser crítico, en el realizar y sentirse realizado.
Una condición que hace que la persona, sea más cercana a la realidad,
olvidando y apartando los mitos del consumo desenfrenado (consumo
sobretodo de los productos del entretenimiento cultural).
Frente a la amenaza de una pasividad colectiva hay que fomentar la
participación creativa en todos los campos: educación, economía,
política, social, etc. y procurar incluir en todos los proyectos y las
iniciativas, una componente participativa, dejando que las personas
involucradas puedan expresarse y mostrar sus calidades y que todo
esto venga gestionado también de manera creativa.
No importa el marco de actuación, el carácter ideológico, el marco
neocapitalista o elitista, lo que es fundamental y merece ser subrayado
es que los actores estén relacionados y se sientan importantes por estar
aportando algo a la comunidad; solo de esta manera podrán compartir,
gozar y comprender otras culturas, otras maneras de hacer las cosas,
viendo cómo otros individuos expresan su cultura y sus conocimientos.
Una cultura de la creatividad que resulte ser más humana, y que nos
haga sentir más personas, una cultura humanizante.
Se debe luchar imaginando otros valores a defender y que posiblemente
un día puedan reflejarse en documentos como la Carta de Derechos
Humanos, así continuando su lógica que ha seguido en nuestra
historia: Liberté, Fraternité, Legalité y …Creativité?
Todos los individuos saben.
Mayores, niños, discapacitados, jóvenes, etc. todos sabemos, pero no
todos sabemos de la misma manera. Está claro que los que se dedican a
saber más, y tienen claro esta postura del saber, sean los que tengan
que coordinar y gestionar a los demás en las actividades. No se trata de
una visión elitista, en cuanto el elitismo es considerar que solo algunos
saben y otros no.
Aunque parezca un juego de palabras, al final, los gestores o
profesionales, y los que quieren serlos, tienen que guiar, respetar y
desarrollar las capacidades de las personas. Se trata de hablar no de
gestión cultural, sino de gestión de las creatividades.
Hay que hacer visibles a todo el mundo, documentándolas, las
individualidades, o mejor, las divi-dualidades: lo que nos distingue de
los demás pero que todos tenemos en común, o sea, las diferencias que
compartimos.
Propuestas para una creatividad activa

Así que la creatividad tiene que ver con la participación y debe de ser
necesariamente activa.
Pensemos un momento en las actividades que se suelen proponer y que
encontramos en muchas programaciones: talleres, exposiciones, cursos,
etc. Las personas a las que suelen estar dirigidas estas iniciativas, se
consideran como usuarios, como consumidores pasivos, no como
participantes. A la hora de redactar una ficha de actividad, siempre nos
preguntamos a quien va dirigida, nunca pensamos y nos referimos con
quien cuenta o quien colabora, o a cual grupo o sector se puede dar voz.
Son escasos los ejemplos en los que las actividades las realizan los
usuarios de manera activa, donde son ellos a interpretar el desarrollo y
los resultados, en las que el conocimiento de los participantes
constituye la actividad. Porque el saber de estos últimos es “la
actividad”.
Basándome sobre mi propia experiencia imagino actividades donde
sean los mayores que cuenten su experiencia a otros grupos; imagino a
grupo de niños que formen y muestre lógicas a los adultos y a los
padres; imagino a discapacitados que enseñen técnicas a los monitores
o a unos visitantes, a mujeres y hombres inmigrantes que comparten su
manera de cocinar y su música con personas de un barrio.
Solo si nos dejan la oportunidad de manifestar lo que sabemos y
trasmitirlo a otros individuos, nos sentiremos útiles e integrados,
llegaremos a comprender que significa el conocimiento de los demás,
sea quien sea.
Dejando ya de seguir viendo las personas como participantes pasivos,
como si de simples consumidores de actividades se tratara.
Los mayores son para entretenerles, los niños para formarles, los
discapacitados para que se desarrollen, y que todos se lo pasen bien!.
Estos son los objetivos de la cultura, estas las preocupaciones de
nuestra cultura de consumo con su lógica atrofiante.
No hay que pensar que existan grupos desfavorecidos a vivir su cultura.
Habrán grupos con más identidad y grupos con menos identidad, pero
todos están por integrar dentro de una nueva cultura creativa y
realmente participativa.
Cada uno debería estar concienciado con esta necesidad, sensibilizado
a exigir su derecho de ser creativo.
Aunque suene repetitivo resulta importante, quizás para un cambio
global y general, crear esta necesidad en la gente, procurando que todos
puedan probar estas experiencias y que se convierta poco a poco en un
hábito.
Hablar de todo esto y conseguir que se pueda entender mi opinión
que aquí plasmo, a veces resulta difícil; allí fuera es tan fácil contrastar
esta postura con las opiniones de los directores, los gestores, los
coordinadores, los monitores, los gerentes, los jefes. Espero que a los
posibles interlocutores de este breve texto mis ideas resulten familiares.
Arte para la Cultura

Esta última parte de mi trabajo quiere subrayar de alguna manera el


papel del arte en lo que hemos estado llamando cultura creativa.
El arte, no entendida solo exclusivamente como el conjunto de obras en
la historia, sino como procesos que se han activado durante su historia
para su desarrollo.
El arte tiene una implicación evidente con la creatividad, aunque sería
más correcto decir que la creatividad tiene un vínculo con el arte,
siendo este último un territorio que cambia a medida que cambian los
factores de la sociedad.
Esta relación privilegiada permite que en la historia de los procesos
artísticos, la creatividad sea una carácter, un mecanismo irrenunciable
que se manifiesta continuamente y que en general se ve
pertinentemente aplicado constantemente.
La sociedad, los medios, la tecnología, tienen que reapropiarse de esta
creatividad que el arte nunca ha abandonado. El arte, sin entrar en
discursos demasiados específicos, es espejo de la sociedad en cuanto
aporta de manera continua una crítica del momento.
Hay aspectos de la creatividad que deberían acompañar la vida del
individuo, penetrar en sus hábitos y sus acciones, una actitud artística,
en el sentido de interpretación continua con el entorno, que siempre ha
proporcionado una investigación, un enfoque critico que podría influir
en nuestro obrar.
El arte, o mejor decir la artisticidad, que es la propiedad de lo
artístico, llega a tener un papel emblemático, no solo el conocimiento de
él, sino la práctica en el sentido de imitar sus procedimientos
relacionados a la vida, individualmente y socialmente.
La cultura, las practicas, las iniciativas y las actividades deberían tener
más esa artisticidad, esa propiedad, como cierto materiales en la
naturaleza, para hacer una comparación, tiene la propiedad de la
flexibilidad.
En la época posmoderna, la imagen negativa que el arte tiene, y que en
parte quiere dar, ha llevado las personas a no comprender el arte y su
evolución, a no apreciarla, y estas incomprensiones al final han
influenciado su evolución.
Pero existe un sector del arte que si ha vuelto a interesarse a las
implicaciones sociales, participativas e interactivas. Cierto arte actual
trata de movilizar a la gente y activar procesos autocríticos. Sería un
buen momento ahora para que la gente, y también muchos
profesionales de la cultura y de la educación, se acercasen al arte para
que pudiesen comprender y utilizar de otra manera nuestros bienes y
nuestros medios, en un marco colectivo y social creativo.
BIBLIOGRAFÍA
* El texto de la declaración Universal de Derechos Humanos se cita de
conformidad con Derechos Humanos. Recopilación de instrumentos
internacionales Vol.I. Instrumentos de Carácter Universal, Naciones
Unidas, Nueva York, 1993
* Véase documentos oficiales de la Asamblea General cuadragésimo
noveno periodo de sesiones, suplemento N.40 Doc. A/49/40, Anexo V
*Actes du VIIIème Colloque interdisciplinaire sur les droits de l’homme,
Les Droits Culturels. P. Meyer-Bisch (comp) Editions Universitaire
Fribourg Suisse. Friburgo, 1993
* Derechos Culturales: una categoría descuidada de derechos humanos,
Janusz Symonides, UNESCO, RICS 158, 1999
* Derechos Culturales y desarrollo humano, Jesús Prieto de Pedro, Pensar
Iberoamericana – Revista de Cultura - Numero 7, 2004
DE LA CULTURA DEL CONSUMO AL CONSUMO CULTURAL
Oscar Blanco Sierra

Una de las categorías fundamentales para comprender la sociedad


contemporánea es el consumo, que se relaciona más específicamente y
da particularidad a los campos económico y cultural; por ello es factible
encontrar temáticas de investigación y análisis que asocian el consumo
con el mercado o la economía y también con la cultura: marketing,
industria cultural, cultura del consumo o consumo cultural, etc.

En el presente texto se indagará por la relación entre consumo y


cultura. Reconocerá en esta última su función estructurante de la
sociedad con lo cual el consumo tendrá una función genérica. Por tal
razón se buscarán correspondencias entre la sociedad de consumo y la
democracia, la distribución en el poder político, económico y cultural;
la legitimidad del campo jurídico y el derecho internacional –que se
materializan en el estado de los derechos humanos–; es decir, en
relación con el orden social y el propio sentido de la humanidad.

Cualquier intento comprensivo de la realidad actual nos presenta un


panorama mundial crítico: una democracia nominal; un orden basado
en la desigualdad y la exclusión social y una creciente crisis de
legitimidad e institucionalidad mundial, olvidándose que esto se
construyó a base de siglos de fatalidad, como fruto de la historia de la
humanidad.

Esto es resultado de una sociedad en la que el consumo constituye un


sujeto cuya realización depende de la adquisición de bienes y servicios,
un ser realizable en el tener, y para quien los productos son
rápidamente cambiables, que, al exacerbarse ha traído como
consecuencia un agotamiento de las materias primas. Esta lógica se ha
trasladado a lo humano en donde las personas, en ese orden, pasan a
ser, como esos bienes y servicios, desechables. Esta forma de consumo
configura una sociedad fundamentada en principios de explotación
social y ambiental.

Pero no todo en la sociedad de consumo es así. No se trata de dar una


visión unívoca, apocalíptica, de la realidad en la que todo está
consumado, de ser así el quehacer científico absolvería su sentido.
También en el consumo se libran resistencias sociales a esa
explotación. Estas estrategias de dominación y sometimiento refractan
en la sociedad, donde se reinterpretan y transforma el sentido, lo cual
se plasma en el campo de la cultura y se expresa principalmente en la
diversidad. Una diversidad que se resiente y resiste a la tendencia
homogeneizadora, que reclama una visión más compleja de la cultura,
le da un papel activo a los subordinados en este esquema de
explotación y plantea incluso vías de escape en donde la cultura es
protagonista.
Hablamos aquí una funcionalidad de la cultura que puede crear sujetos
en un doble sentido, tanto para la explotación como para la
transformación de la realidad social; para la pasividad y la tolerancia-
resignación como para la autoagresión; por un lado, como estructurante
de un orden explotador, creadora de un sujeto desconocedor de su
historia, su espacio-tiempo y su esperanza, y por otro, por su potencial
transformador de la realidad en donde el sujeto es creativo y
proyectado, desde el pasado, en el presente y hacia el futuro, es decir,
comprensivo de su historia, su contexto y su responsabilidad en el
porvenir.

La cultura es una construcción social en donde se encuentran


plasmados los valores de la sociedad, lo que considera bueno y malo,
bello y feo, verdadero y falso, sagrado y profano. Es como ésta se
piensa a sí misma y a las demás, el lugar que ocupa en el mundo, en el
espacio y en el tiempo, dónde está y hacia dónde va, “cultura es todo lo
que media entre lo que somos y lo que soñamos ser” (MORIN, 1966).

La cultura crea sujetos, realidades y verdades. Es poder que “produce lo


real a través de una transformación técnica de los individuos(…)”
(FOUCAULT, 2001:) y en una sociedad de consumo explotador nos
define que lo que vale está representado por estándares,
homogeneizaciones, o más sofisticadamente, diversidades
homogeneizadas, todo a favor de un esquema excluyente que desecha a
la sociedad y al medio ambiente y crea relaciones sociales opresivas y
conformistas con la realidad; pero por el contrario, en una cultura de
consumo creativo lo verdadero, lo bello y lo real no está representado
sino diversificado y preparado para el ejercicio autorreflexivo y
transformador de la realidad.

Tal vez uno de los conceptos en los que se condensa esta reflexión,
tanto lo positivo como lo negativo del papel del consumo en la sociedad,
sea el de la belleza, ya que en ella están depositados lo que la sociedad
considera como verdadero y real que configura el sujeto o bien
explotador o bien creativo.

En los tiempos que corren, mediatizados, tecnologizados y globalizados,


la belleza del cuerpo encarna los mecanismos del poder para
configurarnos como individuos. En el consumo explotador, nos re-
presenta el cuerpo anoréxico, suplantado por polímeros, bótox, colágeno
y silicona.

El cuerpo femenino es el lugar en donde se desarrollan estas estrategias


de poder. Una reflexión que hace parte del discurso feminista y
adquiere su valor extensivo al análisis de la sociedad porque plantea lo
más importante, lo principal y verdaderamente enriquecedor de este
discurso y es el cambio epistemológico, una transformación al canon
masculino desde el cual históricamente se ha venido construyendo el
conocimiento, la verdad y la realidad.
Siguiendo la idea general hasta aquí expuesta, el presente ensayo se
estructura en tres partes: la primera, intitulada La Sociedad en Tiempos
de la Cultura de Consumo, indaga por las características de una
sociedad que hace del consumismo su cultura, cuyo análisis no puede
dar otro resultado que una postura bastante crítica; lo realmente
preocupante es que esta es la configuración predominante dentro del
orden mundial contemporáneo basado en un consumo de la angustia,
vacio y compulsivo, base de un esquema global de explotación en el que
crece la subvaloración del ser humano lo cual se traduce en una
agresión directa a la democracia y el sistema político sustentado en los
derechos humanos. El segundo subtítulo, La Cultura en Tiempos de la
Sociedad de Consumo, parte de la premisa de que una cultura
masificada e industrializada, como cualquier otro producto de la
sociedad de consumo, no necesariamente implica una cultura
homogeneizada, sino que dentro de estos espacios se libran resistencias
culturales y que la cultura allí es viva, creativa y transformadora, base
de una concepción de que los derechos deben ser reclamados y
defendidos más que transmitidos. Por supuesto con el cuidado de no
caer en la apologización del esquema neoliberal de producción. Por
último en El Derecho a la Belleza, sintetiza el recorrido de esta idea.
Especifica en la belleza corporal ya que asume que el cuerpo es en estos
tiempos el sustrato y contenedor de lo bello, lo verdadero y lo real. Así
indaga por las estrategias de la sociedad de consumo en donde el
cuerpo aparece secuestrado, en donde la belleza corresponde a
determinados estereotipos que se construyen en términos de los
dominantes en esa estructura del poder.

1.- La Sociedad en Tiempos de la Cultura de


Consumo
Al hablar de sociedad de consumo necesariamente nos referimos a las
complejas interacciones de una multiplicidad de aspectos históricos y
sociales: el modelo mercantil de producción (etapa última de la
economía, producción en serie y masiva), el abrupto cambio tecnológico
experimentado en el último siglo (cuya principal incidencia se
experimenta en la comunicación), el modelo globalizado de interacción
social (resultado de los dos anteriores), el proceso de urbanización de la
sociedad en los últimos ochenta años (el mayor proceso migratorio
desde el paleolítico), el individualismo (expresión del carácter liberal de
la modernidad) y el derecho y la democracia (como modelo político).

Todos estos aspectos han acondicionado que el modelo económico tenga


como principal fuente de sus réditos al consumo. Toda la sociedad debe
consumir para sostener la economía, cuando consumimos estamos
alterando la realidad económica. Este orden económico ha logrado su
éxito en la medida en que se ha establecido como modelo ético de la
sociedad occidental. De ahí que se hable de cultura del consumo a la
translocación de este elemento meramente económico al campo de los
imaginarios, relatos e identidades sociales.

El problema comienza cuando la mayoría de las fuerzas sociales se


concentran en ello. Con lo cual se van sustituyendo de manera perversa
los valores sobre los que se sustentaba el orden social. Esto hace
referencia no a la transformación de la moral y las buenas costumbres
tradicionales, basadas en la religión y el machismo, sino a la
degradación del valor sobre la vida, el medio ambiente, el otro, la
justicia y la igualdad.

De ahí que la perspectiva global de una sociedad basada en la cultura


del consumo nos muestra una crisis de la legitimidad y la
institucionalidad por las que históricamente habría luchado la
humanidad a golpe de fatalidades y que habrían logrado su mayor
expresión en los Derechos Humanos.

La insensibilidad en la sociedad de consumo se proyecta en la ausencia


de defensa de esos derechos, con lo cual estos adquieren un valor
nominal, no real; escritos en un papel, correctamente incorporados,
articulados y organizados en las constituciones nacionales pero inertes.

El aislamiento del presente que fundamenta el consumismo es, a la vez,


una separación del espacio-tiempo individual del devenir de la sociedad,
y un desinterés por el porvenir de la humanidad. La ausencia de
compromiso sobre el futuro del proyecto humano es evidente en los
vacíos resultados de la Cumbre de Copenhague de 2009, en donde no
era otra cosa que nuestro destino lo que estaba en juego.

Tenemos pues un modelo neoliberal que condiciona un sujeto


indiferente a la usurpación de los derechos alimentarios, educativos,
sanitarios, laborales, políticos, y ambientales, en donde cualquier acto
de reclamación se asocia con inseguridad. Basta recordar la
desproporcionada represión a los manifestantes en la mencionada
Cumbre.

El sujeto indolente y la institucionalización internacional de la


hipocresía nos pasan por delante al ver las imágenes de la tragedia de
Haití, reflejo de un mundo más eficiente política, burocrática y
logísticamente, a la hora de realizar una invasión militar que una ayuda
humanitaria.
2.- La Cultura en Tiempos de Sociedad de
Consumo
El objetivo del presente título es debatir la idea generalizada de que el
modelo social de explotación, en el que el consumo se ha hecho cultura,
tiene su raíz en el modo de producción en serie y de consumo
masificado de la cultura. Es decir, demostrar que en la sociedad de
consumo hay posibilidades para la cultura de carácter constructivo, en
donde trataremos de ver que esta es creativa, dinámica, diversa y
poliforme.

El inicio de la serialización de la producción cultural y de la


masificación del consumo viene con los albores del siglo XX y se
relaciona con todos los aspectos del devenir histórico que definieron la
época pero sobretodo con el avance tecnológico y las transformaciones
del modelo económico.

Ello trajo una transformación profunda al campo de la cultura y las


artes que se tradujo en un interés-preocupación por parte de la
academia. La Escuela de Frankfurt inaugura el estudio de esta
situación en donde la Industria Cultural es el concepto emblemático
desde el cual erigen su crítica cultural.

A la par de ellos otros han encontrado en esta nueva condición una


“democratización” de la cultura ya que favorece el acceso a ella de
todos los estratos de la sociedad, no solamente las élites aristocráticas;
lo cual resulta en la línea de los dictámenes del libre mercado y el
concepto de libertad del individuo de ese modelo.

“Apocalípticos e Integrados” los denominaría Eco señalando que


ninguna de las dos corrientes es una posición adecuada para un
análisis complejo de la cultura en el que se reconozcan por un lado, la
estructura y estrategias de dominación implícitas e innegables en la
producción cultural pero con un papel activo de los consumidores en
donde se dan unas reinterpretaciones de la hegemonía relativas a la
diversidad de los estratos que componen la sociedad; o por otro lado,
que las industrias culturales se adaptan a las disposiciones del
consumo, pero sin olvidar que el esquema cultural se relaciona con el
esquema general de una sociedad con abismales desigualdades en
acceso a la cultura, la riqueza, el poder y los derechos.

Como consecuencia de todo ello las investigaciones sobre el consumo


cultural se enfocan en los modos de apropiación de los bienes
culturales y demuestran que lo que la gente hace con ellos varía de
acuerdo a las condiciones de su espacio local, sus habitus (Bourdieu).
Otra línea demuestra cómo determinados productos de la industria
cultural, representativos de la masificación y la serialización, como el
hip-hop, se caracterizan por su gran diversidad, que incluso llega a
movilizar referentes culturales de movilización de comunidades locales,
alternativas de comunicación y de reivindicación política y de derechos
que distan de la idea de homogeneidad y alienación de las corrientes
marxistas de la cultura.

Pero el escenario es aun más complejo. Estas resistencias y


diversidades de la cultura son rápidamente absorbidas por el Orden que
las vincula como estereotipos sometiéndolas a las reglas de la cultura
consumista. Es el caso de Facebook, una herramienta que permite la
interacción, movilización y contacto de referentes culturales desde
multiplicidad de localidades en un espacio global, cuyos propietarios
son representantes y filósofos de la ideología neoconservadora y
admiten que su sitio web: “es una comunidad en línea de
norteamericanos que creen en los valores conservadores, en el libre
mercado y en limitar la interferencia del Estado”1

3.- El derecho a la Belleza.


Hemos dicho hasta aquí que, de acuerdo al modo en que el consumo y
la cultura se relacionan, corresponderá determinado tipo de sociedad.
Que si hablamos de cultura del consumo tendremos una sociedad
basada en relaciones de explotación, separada del otro, de su espacio,
su tiempo, su historia, ajena a su contexto y su futuro, en donde los
derechos y la democracia son representaciones. Pero si en cambio se da
un consumo cultural creativo, estaremos hablando de una sociedad
transformadora y constructiva de sujetos, realidades, saberes, sentidos
de la historia, el medio ambiente, de sí misma y los demás, en donde los
derechos se garantizan por su defensa más que por su transmisión.

La diferencia entre estos dos tipos de sociedad está en el tipo de Saber y


Verdad (FOUCAULT, 1991) que construyen respectivamente. En estos
tiempos de liberación del cuerpo y la comunicación globalizada el
concepto de belleza encarna estos tipos de construcción de lo real, que
es al mismo tiempo construcción del sujeto.
En los tiempos en que la dominación se basaba en el mantenimiento de
la moral cristiana, la contención y el control sobre el cuerpo soportaban
la estructura del poder. La “revolución sexual” y las reivindicaciones de
los movimientos feministas se postularon como las primeras
transgresiones hacia ese orden haciendo del deseo y el placer núcleos
de la transformación.
En la cultura del consumo los dispositivos de control han sometido esos
movimientos de liberación convirtiéndolos en nuevos dispositivos de
dominación y poder. Ha transformado el deseo en algo que se consume
más que algo que se produce; ha hecho una colonización mercantil del
cuerpo (VIDAL, 2006).

1
www.thevanguard.org .
La sociedad consumista ha representado la liberación femenina en la
revista Cosmopolitan; ha estereotipado en Shakira a la mujer
latinoamericana, sumisa y preparada para el placer masculino; ha
representado la diversidad de la belleza aislando a una mujer Nukak
Makú2 en las pasarelas de la moda de París (Imágenes 1 y 2) y concibe
la belleza como un modelaje –a base de cirugía plástica y anorexia –
hiperrealista del cuerpo (Imágenes 3, 5 y 6) y no conforme con hacer
que los viejos quieran parecer jóvenes, ha pretendido que los niños
quieran parecer mayores. (Imagen 4).
El papel de la creatividad es el de impulsar una cultura que nos
construya a nosotros mismos, “fabricarnos, ordenarnos como una obra
de arte” (FOUCAULT, 1991: 194) de “construirse a uno mismo en tanto
obrero de la belleza de su propia vida” (FOUCAULT, 1991: 234). Por eso
el derecho a la creatividad es el derecho a la belleza, a nuestra belleza, a
encontrar la belleza en nuestro propio rostro.

2
Comunidad indígena que habita en las selvas colombianas. Tuvo su primer contacto con la cultura
occidental en los años 80, es nómada, con su propia lengua y del “hombre blanco” solo ha recibido la
violencia del conflicto colombiano y el abandono del Estado, por ello corre un grave riesgo de
desaparición cultural.
BIBLIOGRAFÍA

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Representación y Simulacro en el Cuerpo Femenino. Tecnología,
Comunicación y Poder” Editada por ARRIAGADA, M et al. Arcibel
Editores. (Sevilla)
LA GLOBALIZACIÓN CULTURAL: LOS DERECHOS HUMANOS COMO
ALTERNATIVA A LA DOMINACIÓN
Eva Sáez

Introducción
La historia de la humanidad ha estado marcada claramente por la
dominación. El fuerte ha intentado dominar al débil, el hombre a la
mujer, el conquistador al conquistado, el empresario al trabajador, la
clase alta a la clase baja, el desarrollado al subdesarrollado.. y así se
han sucedido una serie de imposiciones que han dividido el mundo en
dos: los dominantes y los dominados.
En 1948 fue adoptada y proclamada la declaración Universal de los
Derechos Humanos, y posteriormente se han aprobado numerosos
tratados internacionales sobre la materia. Pero, la pregunta que nos
hacemos es: ¿Ha dado fin esta declaración a la dominación de la que
hablábamos anteriormente? ¿O por el contrario sirve como elemento
legitimador de la misma?.
En pocos años, hemos asistido a un proceso de globalización mundial
que ha cambiado por completo la estructura de las relaciones sociales
tanto a nivel local como a nivel global. Una apertura de las fronteras al
comercio ha permitido que los países se interrelacionen y que para ello
se lleven a cabo nuevas políticas exteriores.
Con todo este ir y venir de mercancías, personas, capitales e
información, el campo de la cultura ha experimentado un proceso de
transformación importante, que debe ser tenido en cuenta para
comprender el momento actual en el que nos encontramos.
En este apartado se pretende realizar un análisis del proceso de
globalización cultural en el que nos encontramos, tanto a nivel mundial
como a nivel local. Pero pretendemos analizarlo desde dos perspectivas
distintas: en la primera partiríamos de la dominación, como modelo
para las relaciones sociales, estructurales, económicas… y por lo tanto,
culturales, y en la segunda partiríamos de la potencialidad de los
derechos humanos como elementos vertebradores de estas relaciones.
Así pues, con este análisis, podremos apreciar cómo, desde ambas
perspectivas, lo global influye a lo local, y cómo desde lo local se puede
cambiar/alimentar a lo global.
Para ello, es necesario nombrar las principales vías por las cuales este
proceso se ha llevado a cabo: el comercio internacional de mercancías,
el transporte de personas, y el intercambio masivo y transnacional de
información y capital.

Intercambio de información
Con la evolución de las nuevas tecnologías, se han desarrollado nuevos
modos de intercambio de información que han derivado en un mundo
interconectado. Un mensaje, una noticia, una imagen… puede llegar de
una punta del planeta a la otra en cuestión de segundos.
La televisión se ha convertido poco a poco en uno de los medios de
comunicación más consumidos por parte de la sociedad. En occidente,
las personas disponen de varios televisores en sus hogares y es uno de
sus principales medios de información. Las noticias, tanto a nivel local,
como a nivel mundial fluyen por la televisión a tal velocidad que incluso
podemos llegar a ver las imágenes en directo de un atentado que se está
produciendo en el otro extremo del mundo.
Pero, el gran alcance de este medio de comunicación ha provocado que,
poco a poco se haya convertido en un valioso instrumento de
dominación ideológica y cultural. Y es que grandes corporaciones con
mucho poder, controlan la información emitida, manipulándola en base
a sus intereses.
Así pues, nos encontramos con información manipulada y con
ciudadanos engañados (ya que una de las bases de la perfecta
manipulación es precisamente hacer creer que no la hay). Los
espectadores creen estar recibiendo información veraz, y por lo tanto,
creen tener una visión real de lo que pasa en el barrio, en la ciudad, en
el país y en el mundo. Así, poco a poco se va creando una ideología
entre los ciudadanos que creen como propia, pero en realidad ha sido
totalmente inducida.
Multitud de canales de televisión controlados por muy pocas y
poderosas corporaciones occidentales conlleva la difusión una sola
cultura: la occidental. Las noticias y la información estarán dirigidas,
pues, a mantener la ideología dominante y a difundir la misma cultura
dominante.
El campo de la cultura debe interactuar con otros campos, como el
económico o el político, ya que es necesario para su mantenimiento.
Pero, actualmente, asistimos a un proceso de intromisión del campo
económico en el resto de los campos existentes, lo cual transforma por
completo las reglas de los campos invadidos. Así pues, el campo
cultural ha sido invadido por el campo económico, y por lo tanto, las
reglas que imperan son las de este último. La cultura se ha convertido
en una mercancía más, olvidándose de su esencia más humana para
centrarse en el aspecto consumista.
La ideología capitalista impera en los grandes grupos empresariales
dedicados a la difusión de información a través de los medios de
comunicación. Así, cualquier información que se emita, va a estar
condicionada por la ley del mercado, la elección racional, y la
maximización de beneficios, dejando las leyes propias que rigen el
campo cultural en un segundo plano.
Por ejemplo, en septiembre de 2009, el diario El País (que por todos es
sabido, defiende y apoya una ideología política de centro-¿izquierda?),
publicó varios editoriales criticando al gobierno de Rodriguez Zapatero.
Pero, ¿Por qué lo hizo? Pues bien, el gobierno aprobó un decreto ley
sobre la TDT en el que el grupo PRISA (al que pertenece el diario El País)
no salía beneficiado, y por ello, al verse económicamente perjudicado,
arremetió contra un gobierno al que ha estado apoyando durante
mucho tiempo (haciendo uso de su poder mediático y de su capacidad
para formar la opinión social). Esta es la ideología capitalista: la
economía es lo principal, luego, viene lo demás.
Con esto, nos encontramos ante grandes grupos empresariales que
controlan la mayor parte de los medios de comunicación, y que
difunden únicamente un tipo de cultura: la que es más rentable en
términos económicos.
Otro ejemplo lo tendríamos en la noticia que se publicó el 15 de enero
en el El diario El País, en la cual se adjuntaba a la crónica sobre el
terremoto de Haití un cuadro titulado “Ayuda financiera y equipos de
asistencia” donde se detallaba la ayuda de 23 países más la ONU. En él
se observa que el país que más personal sanitario tiene en Haití es Perú
con 250 personas, seguido de Francia con 85:

Sin embargo, en eldiariomontanes.es, el mismo día, se publicaba otra


noticia que añadía esta otra información:
“Con la mayoría de los hospitales destruidos o inservibles y sin que la
ayuda internacional se hubiera desplegado, los primeros en ofrecer
asistencia sanitaria en Haití fueron los 344 médicos y paramédicos
cubanos que desde hace doce años colaboran en la paupérrima isla
caribeña. El Gobierno comunista envió otros 30 especialistas con
material de emergencia tras el terremoto.
Cuba cuenta en total con 433 efectivos además del personal diplomático
en el país antillano”.
Entonces, ¿por qué no aparece Cuba en el cuadro adjuntado en el
diario El País? ¿Por qué no interesa decir que Cuba es el país que más
asistencia médica tiene en Haití? ¿Por qué los periódicos, y medios de
comunicación en general se empeñan en ocultar las buenas acciones
Cubanas?
La información que se difunde es la información que “interesa” a los
grandes grupos empresariales que llegue a los ciudadanos. La cultura
que se difunde es la cultura que “interesa” que llegue, y la cultura que
se quiere “vender” es precisamente una cultura que se pueda
“comprar”. Una cultura consumista, una cultura a nivel mundial, una
cultura occidental, una cultura que mueva masas, que sea rentable y
consumida por el mayor número de personas. Una cultura capitalista (y
todo lo que se “salga” de ahí, no interesa, así que se oculta).
Para finalizar con la manipulación en la prensa, citaré un artículo de
Pascual Serrano, escrito en su página web (www.pascualserrano.net)
que me llamó la atención:

“Hasta el pasado mes de octubre solía publicar una columna quincenal


en un periódico regional del grupo Vocento. No había recibido ninguna
objeción a mis textos hasta el que envié para publicar el martes 27 de
octubre. En éste, bajo el título „El banquero y el presidente‟, yo
contrastaba el patrimonio del presidente del gobierno español, hecho
público recientemente y valorado en 209.206 euros, y la jubilación del
consejero delegado del BBVA, José Ignacio Goirigolzarri, de 55 años,
que ascendería a tres millones de euros anuales. Llegó la fecha prevista
de publicación en el diario y no apareció mi columna, ni tampoco
explicación alguna. Tras intentar saber la razón, alguien del periódico,
en un alarde de sinceridad que agradezco, me aclaró que el motivo era
la presencia en el artículo de la crítica a esa astronómica jubilación.
“Qué te voy a contar que tu no sepas”, añadió mi interlocutor. Me indicó
que tres días más tarde me informaría de la decisión tomada a alto nivel
sobre mi artículo. Nunca más se dirigieron a mí y el artículo no se
publicó. No he vuelto a tener relación con ellos.

Para quien no sepa, es oportuno aclarar la estrecha relación del grupo


Vocento con el BBVA, en concreto a través de la familia Ybarra. Como
es sabido, Emilio Ybarra fue presidente del BBVA. Su hijo, Emilio
Ybarra Aznar, fue nombrado en enero de 2007 presidente de
CMVOCENTO, la empresa encargada de gestionar la publicidad de todo
el grupo mediático. Antes fue director general del multimedia del diario
La Rioja y de El Correo; y posteriormente director general de Desarrollo
de ABC. Todos ellos diarios del grupo Vocento.”

El artículo 19 de la declaración universal de los derechos humanos dice


lo siguiente:
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión;
este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el
de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin
limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”

Realmente, con los ejemplos que hemos puesto, ¿podemos decir que
este derecho se ejerce en la vida real? Este derecho no se puede ejercer
a nivel global, si la mayor parte de los medios de comunicación están en
manos de unos pocos grupos empresariales privados que manejan a su
antojo la información y que mantienen unas relaciones de poder
dominantes.

Con el cine pasa algo similar. Una película, de cualquier género y


nacionalidad, muestra una cultura, transmite unas ideas, contiene un
mensaje y una ideología. Una película que nos cuenta la vida de una
familia española en la posguerra franquista, nos mostrará el estilo de
vida de la familia, transmitirá una ideología (fascista, republicana…),
tendrá un mensaje más o menos visible… Una película que nos cuente
las aventuras de un ninja, transmitirá un tipo de valores, una serie de
códigos de conducta, un mensaje… Una película de amor te mostrará
una forma de amar y no otra, una de venganza enseñará a resolver los
problemas de una manera y no de otra… y así sucesivamente.
Actualmente la industria cinematográfica que domina es la
estadounidense. Sus películas invaden las salas de cine de todo el
mundo y son, por lo tanto, las más vistas.
Si, como anteriormente dijimos, las películas transmiten unos valores y
muestran las características de una determinada cultura, entonces, la
cultura más difundida a través del cine es la estadounidense.
Las adolescentes quieren ser rubias, altas, delgadas, guapas y
populares, sueñan con una historia de amor profunda y duradera con el
chico más guapo de la clase, quieren ser ricas y tener una piscina en su
mansión en la que hacer fiestas con sus amigos, y vivir aventuras
arriesgadas que al final acaben bien. Los jóvenes quieren ser guapos,
musculosos y populares, hacer travesuras y conquistar a la chica más
guapa de la clase.
No se puede generalizar, ya que hay muchas películas estadounidenses
que ni tratan los mismos temas, ni lo hacen de la misma manera, pero
gran parte del cine estadounidense transmite un modelo de vida y un
estilo de comportamiento basado en el lujo, el éxito y el triunfo
conseguido a través del dinero. Así pues, nos encontramos con
personas que se evaden viendo estas películas y soñando que algún día
conseguirán ser igual que sus ídolos, pero, la realidad es otra bien
diferente (lo que les lleva a la depresión, la falta de autoestima y de
personalidad, convirtiéndose en presas perfectas para la dominación).

Transporte de personas
Desde hace siglos el ser humano ha viajado de unas tierras a otras, por
ello, las culturas actuales son resultado de una mezcla de diferentes
culturas que han ido interaccionando a lo largo de los años.
A finales del siglo XX, asistimos a un proceso de transnacionalización
mucho más intenso que años atrás, el cual ha derivado en un aumento
de los espacios interculturales a nivel mundial. Con esto, nos
encontramos con ciudades multiculturales, con culturas mayoritarias
pero también con una gran cantidad de culturas minoritarias. Esto,
tanto es así, que incluso en una misma finca pueden vivir familias
procedentes de los cinco continentes del planeta.
La riqueza cultural que supone la interacción y el mestizaje entre
culturas resulta algo innegable, y por lo tanto, una oportunidad que se
presenta para aprender nuevos valores, unir fuerzas en intereses
comunes, buscar similitudes, disfrutar de las diferencias…y demás
enseñanzas que deberíamos aprovechar.
Pero todo esto también supone un esfuerzo por parte de la sociedad y
también por parte de las fuerzas políticas. Así que si no se pone el
empeño necesario, este proceso de transnacionalización podría
desembocar en otras reacciones por parte de la sociedad.
Puede pasar que, las culturas mayoritarias acaben dominando a las
minoritarias y, por lo tanto absorbiéndolas; pero también pude que, al
intentar absorberlas, las culturas minoritarias se encierren en guetos
sin ninguna predisposición al mestizaje.
Debido a la intromisión de la que antes hablábamos del campo político
y económico en el cultural (que hace que este último se rija por las leyes
del mercado), y debido también a la tendencia a la homogeneización
cultural (apoyada por los medios de comunicación), el proceso hacia un
mestizaje cultural cada vez se hace más complejo.
El artículo 22 de la declaración de los derechos humanos dice:
“Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la
seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la
cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los
recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos,
sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo
de su personalidad.”
Si se hace tan complicado el mestizaje, si se margina al “diferente”
(como en Francia, por ejemplo), si no se da la libertad necesaria al
individuo para que desarrolle libremente su cultura… difícilmente se
tendrá la libertad necesaria para ejercer este derecho.

Comercio internacional de mercancías


La tercera vía a través de la cual se hace posible el proceso de
globalización cultural es la del comercio internacional de mercancías
culturales. Cualquier persona, sin moverse de su ciudad, puede
consumir productos culturales de cualquier otra nacionalidad (música
africana, películas argentinas, comida turca, ropa marroquí…).
Pero, las preguntas que nos planteamos son, ¿qué productos de
diferentes culturas nos llegan? ¿Por qué nos llegan estos productos y no
otros? ¿Son realmente productos culturales y no de otro tipo? Y es que,
según lo que hemos estado desarrollando a lo largo de este apartado
(invasión de unos campos a otros), las producciones culturales que
realmente se comercializarían serían las que cumpliesen los objetivos
del campo económico y del campo político.
Así pues, los productos culturales que traspasaran las fronteras de los
países serían los que fueran rentables económicamente, los que
difundieran la ideología política dominante y los que persiguieran como
fin mantener la cultura occidental como hegemónica. Las producciones
culturales comercializadas también se adaptarían a este modelo.
Respondiendo pues a las preguntas que anteriormente se han
planteado, los productos de las diferentes culturas que nos llegan son
los que son rentables económicamente, y por eso nos llegan estos y no
otros (grandes cadenas de comida turca, restaurantes chinos, música
étnica, folklore, cine hindú americanizado, objetos africanos como
vasijas, alfombras…, ropa árabe…). Y no serían realmente productos
culturales, perderían su esencia para convertirse en simples
mercancías.
Los productos culturales como el cine, los musicales, la música, las
obras teatrales… que tendrían más posibilidades de llegar a todo el
mundo serían también lo que cumplieran las características
anteriormente nombradas.
Así pues, vemos como promover todas las culturas que existen, por
ejemplo, en una ciudad, ni es rentable económicamente, ni mantiene la
ideología que se quiere promover: la de la cultura occidental, capitalista
y consumista.
Pero desde la cultura occidental se intenta ocultar el propósito de la
dominación, y para ello se llevan a cabo multitud de estrategias con la
intención de crear una sensación generalizada de multiculturalidad.
Un ejemplo sería el concurso de belleza Miss Universo. La mujer más
bella de cada país participa en este concurso para poder obtener el
título de “mujer más bella del Universo”. En este concurso todos los
países están en igualdad de condiciones y unidos con un mismo
propósito: es un canto a las culturas (es lo que se pretende hacer creer).
Pero es curioso observar a las participantes… y es que, la gran mayoría
tiene rasgos occidentales. Por ejemplo, la Miss Bolivia 2008, Jackeline
Arias, es una mujer rubia y con los ojos claros, y representa a un país
en la que el 62,2% de la población es indígena. Según esto, ¿qué belleza
se está intentando promover con este concurso? ¿Muchos tipos de
bellezas de las diferentes culturas? ¿O un tipo de belleza: la occidental?
Está claro que, desde el momento en que se hace un concurso de este
tipo, ya se está tendiendo a la homogeneización (pues no existe una
belleza universal, igual que no existe una cultura universal, sino que
existen multitud de bellezas, de culturas, de gustos, de opiniones…),
pero lo más detestable de todo esto es, que se haga creer que este
concurso apoya la multiculturalidad y la integración de culturas.
Si hasta se pretende homogeneizar la belleza e instaurar un modelo de
belleza occidental (algo tan personal y tan íntimo al ser humano) qué no
se pretenderá con todo lo demás…
Globalización Alternativa

Llegados pues a este punto nos debemos plantear cómo sería posible la
existencia de una globalización alternativa, una globalización que
hiciera posible un espacio intercultural real en dónde el mestizaje entre
culturas sí fuera posible. Una globalización en dónde las producciones
culturales no estuvieran sometidas a la ley del mercado y por lo tanto la
cultura fuese un derecho y no una mercancía. Una globalización en la
que la política y la economía apoyaran a la cultura, sin invadirla y
degradarla. Una globalización diferente, un cambio.
Para que algo cambie, es primordial que alguien quiera cambiarlo. Para
que la globalización cultural no se convierta en un proceso de
homogeneización y para que la cultura no se reduzca a una simple
mercancía, debe haber una unión social que luche para que se dé el
cambio.

Uno de los problemas, con el que nos encontramos a la hora de llevar


esto a término, es la pasividad. La mayor parte de la gente, en el mundo
occidental, se ha creado su pequeño universo dentro de su casa:
televisor de plasma, un sofá enorme, calefacción, una cama de dos
metros y medio de ancho por dos y medio de largo, otra televisión de
plasma en la habitación, vitrocerámica y robot en la cocina, bañera
hidromasaje en el baño, un ordenador con conexión de banda ancha a
internet por cada habitación, Home Cinema, cursos de cocina por
fascículos, cursos de inglés en Cd… Así, la gente tiene todo lo que “cree”
necesitar en casa, y sólo sale de ésta para ir a trabajar (que es lo que le
dará el dinero necesario, o no, para comprar todo lo anterior).
Las relaciones sociales se están reduciendo al ámbito del hogar, ya no
conocemos ni a nuestros vecinos, y los jóvenes pasan más tiempo en
casa, chateando con sus amigos (o conocidos, o ninguna de las dos
cosas) que en la calle con sus amigos. Y esto es un problema para poder
cambiar el rumbo de los acontecimientos.

Este tipo de gente cree haber elegido vivir así, sin darse cuenta del
proceso de manipulación al que está siendo sometida. Pero, por fortuna,
no todo el mundo piensa de igual manera. Existen ciudadanos que son
conscientes de la manipulación existente y por ello, intentan actuar con
los pocos medios de los que disponen. Pero muchas veces, estos medios
no son suficientes, ya que no se cuenta con el apoyo necesario. Y es
que, desde siempre, los jóvenes han sido los que, con su perseverancia,
esfuerzo y valor, han luchado y han conseguido el cambio deseado (no
siempre se ha conseguido, pero por lo menos sí se ha intentado), pero
hoy en día nos encontramos ante una generación de jóvenes muy
pasiva, que se mueve por la ley del “ya” y el “ahora” y con el “mínimo
esfuerzo”.
Así pues, para poder lograr una globalización alternativa, es necesario
que los jóvenes se impliquen, investiguen, se organicen y participen en
organizaciones, colectivos, asociaciones… Que escuchen y se hagan
escuchar.
Pero, para cambiar el orden global únicamente podemos hacerlo desde
nuestras posibilidades como ciudadanos, es decir, actuando localmente.
Así pues, el glocalismo se presenta como una respuesta ante el
globalismo.

Glocalismo
El artículo 27 de la declaración de los Derechos Humanos dice:
“1. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida
cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el
progreso científico y en los beneficios que de él resulten.
Y el artículo 29 dice:
1. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo
en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad.
Cumplámoslos. Participemos en la vida del barrio, organicémonos,
unámonos a otros barrios, a otras asociaciones, a otros colectivos del
barrio de al lado o de cualquier otro barrio del mundo. Pongámonos en
contacto con grupos del mundo que luchen por esta causa para así,
tener más fuerza y llevar a cabo acciones importantes que tengan una
repercusión real.
Utilicemos Internet, las redes sociales, y unámonos. Cambiemos lo
diario, lo cotidiano, a nosotros mismos, nuestras relaciones sociales,
nuestro barrio… empecemos por ahí.
Potenciemos las radios locales, utilicémoslas para informar de una
manera activa y participativa a la gente del barrio (no tratándola como
mera receptora pasiva de información), para promover una cultura
enriquecedora e integradora, sin engaños, sin dominantes ni
dominados.

Apostemos por la libertad “real” de expresión, creación y participación.


Aprovechemos la interculturalidad del barrio, aprendamos nuevos
valores, otras formas de hacer o de ver, absorbamos conocimientos
nuevos y compartamos los nuestros.
Creemos, a través de las radios de internet locales, lazos con otros
países, con la gente de esos países, con los españoles que vivan fuera,
con los colombianos que vivan en España, con los austriacos que vivan
en Rusia, con los chinos que vivan en Inglaterra…
Fomentemos desde la radio el comercio local, participemos todos,
sintamos el barrio como nuestro, seamos de dónde seamos, vengamos
de dónde vengamos, creemos y compartamos culturas.
Apoyemos el cine de barrio, colaboremos todos en las programaciones
semanales, decidamos entre todos.
Creemos arte, enseñémonos todos a todos, auto realicémonos.
Compongamos música, pintemos cuadros, cocinemos un guisado,
restauremos un mueble, hagamos obras de teatro, deporte, ganchillo,
bolillos, juguemos a la petanca, a las chapas, bailemos tango, toquemos
el laúd… hagamos lo que nos apetezca, pero que haya cabida para
cualquier tipo de arte y para cualquier persona.
Aprendamos ayudando, conociendo, integrando, enseñando.
Aprovechemos lo que la naturaleza ofrece y aprendamos a cuidarla y a
integrarla en nuestras vidas. Desarrollémonos como personas, no como
proyectos de futuro.
Creemos, a través de la cultura, personalidades fuertes, personas auto
realizadas, difíciles de dominar, con las ideas claras. Personas fuertes y
seguras de sí mismas, que se sientan parte de algo (grupo, barrio,
comunidad). Personas que no se depriman con facilidad, que creen, que
sean escuchadas y que sepan escuchar, que se sientan libres porque
sean libres de verdad. Personas con valores, que aprecien la vida por lo
que es, no por lo que vale; que amen la naturaleza y se amen a sí
mismas. Personas que vivan, que sonrían, que su vida no gire en torno
al dinero, al engaño o a las falsas esperanzas. Gente activa, no pasiva y
frustrada ante las situaciones cotidianas. Gente con alma, con sueños,
con proyectos, esperanza e ilusión, con ganas de cambiar, de luchar y
de sentir.
Todo esto se puede lograr con una cultura alternativa, enriquecedora,
integradora, transnacional y participativa.
Los Derechos Humanos

Una vez los ciudadanos fueran sujetos activos, concienciados y


participativos, organizados en asociaciones (vecinales, sindicales,
artísticas…) deberían, de alguna forma, empoderarse, es decir, se
deberían establecer mecanismos para que estas organizaciones se
integraran en las instituciones y así poder tener capacidad de decisión.
El proceso de globalización cultural al que asistimos, se rige por la ley
del mercado y no por las leyes de los derechos humanos, y aquí es
dónde reside la contradicción, y por lo tanto, la incompatibilidad de un
sistema basado en la eficiencia (pero incapaz de distribuir de una
manera igualitaria), con una ley que sólo es capaz de funcionar en
relaciones de igualdad.
Pero, si el proceso del que antes hemos hablado se diera y comenzara a
“andar”, se estaría propiciando el escenario adecuado para el desarrollo
de los derechos humanos.
Y es que, la potencialidad de la declaración universal de los derechos
humanos es enorme, pero para poder aplicarla, es necesario poner en
marcha una serie de mecanismos que nacerían a partir de la
participación y el compromiso a nivel local de los ciudadanos.
Bajo la ley de los derechos humanos, el campo cultural funcionaría bajo
sus propias reglas, sin tener que transformarse ante las exigencias de
cualquier otro campo.

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http://www.un.org/es/documents/udhr/

 Serrano, Pascual, 2009, Bancos españoles, medios de comunicación y Camorra


italiana, Página web de Pascual Serrano.
http://www.pascualserrano.net/noticias/bancos-espanoles-medios-de-
comunicacion-y-camorra-italiana

 Serrano, Pascual, 2010, El País oculta 344 Cubanos en Haití, Rebelión.


http://www.rebelion.org/noticia.php?id=98749

CULTURA, NUEVAS TECNOLOGÍAS Y CREATIVIDAD:


NUEVOS RETOS – NUEVOS DERECHOS
Juan Manuel Artigot

El vertiginoso desarrollo científico y tecnológico de estas últimas


décadas, junto con el creciente proceso de globalización, plantean
nuevos desafíos sociales, éticos y legales al reflexionar sobre la
magnitud de los riesgos asociados y la incertidumbre que estos cambios
plantean en nuestra sociedad. Por otro lado, se constata en los últimos
años un crecimiento inaudito en la producción de energías, alimentos y
otros bienes de consumo, favorecido por la aplicación de innovaciones
científicas y tecnológicas.
El imparable proceso de industrialización, con la explotación de los
recursos naturales, ha pasado de ser de una amenaza directa a nuestra
naturaleza, a una amenaza social. Una sociedad que afortunadamente
cada vez más, está reflexionando sobre esta problemática, y demanda
que la investigación tecnológica deba seguir siempre la premisa del
desarrollo sostenible, respetando al máximo los derechos
fundamentales para el ser humano.
Por otro lado, el cambio climático, puede poner en un alto riesgo la
salud de los seres humanos, con el aumento de enfermedades, las
migraciones masivas, la sequia… incluso podríamos pensar en la
desaparición de determinadas culturas por sus medios de subsistencia.
Nos encontramos pues, ante la oportunidad de rediseñar nuestra
cultura y nuestros valores, en relación a la capacidad de recursos que
disponemos en la tierra.
La ciencia y la tecnología, hoy en día más preocupada en el desarrollo
industrial de bienes y servicios, juega un papel importante como agente
condicionante en la educación y en las conductas del ser humano.
Actualmente, la ciencia está al servicio de la economía y el desarrollo
tecnológico en función de los ciclos que ésta experimente. Las
innovaciones tecnológicas producen cada vez más desequilibrios
sociales. Estas novedades que son introducidas de manera acelerada, y
que responden a intereses del mercado, producen cambios importantes
que afectan al modo de vivir, pensar y hacer de los individuos.
Por ello, comparto la necesidad de impulsar una reestructuración de las
economías, para que ese desarrollo se realice a través de la utilización
de tecnologías eficientes, limpias y renovables, tanto en los países
desarrollados como en los que están en camino. De ser así,
conseguiríamos un entorno seguro donde la custodia de los derechos
humanos no sea una tarea tan difícil. Muchos son los peligros que
entrañarían la consolidación de la llamada Globalización neoliberal,
más preocupada en resolver desafíos globales que en atender los
problemas locales. Las economías especulativas demuestran un gran
interés en dominar la ciencia y la tecnología con el fin de dominar el
futuro. El acceso a Internet, la potencialidad de la sociedad red y las
oportunidades de la cultura digital, parecen herramientas adecuadas
para hacer frente al imperialismo neoliberal, siempre que la red
permanezca libre y accesible para todo el mundo.

Impacto del desarrollo tecnológico en la cultura

La denominada cultura occidental, ha sido una cultura de invenciones,


y gracias a la invención de la escritura, y posteriormente de la imprenta,
hoy en día somos conocedores de la historia de nuestras culturas. En la
revolución industrial los inventores no eran científicos, sino meros
artesanos, obreros cualificados que mezclando casualidad, ingenio y el
método del ensayo – error consiguieron grandes invenciones. Poco
después, durante el siglo XX, fueron los ingenieros los continuadores de
estas invenciones, y que ponían más énfasis en lo técnico que en lo
científico. Pero realmente, hoy en día la cultura es fundamentalmente
tecno científica, cada vez abundan más tecnólogos en nuestra
sociedad, que conocen muy bien el cómo hacer las cosas, aunque sin
llegar a saber en profundidad el por qué de ese funcionamiento. Si
hasta hace bien poco, nuestra cultura era libresca, los conocimientos se
basaban y transmitían en torno a lo que se había escrito en los libros,
ahora estamos inmersos en un nuevo estilo de cultura. Mientras
anteriormente los ideales de la gente eran hablar como se escribía en
los libros (dominar la sintaxis), actualmente con la utilización de las
nuevas tecnologías (electrónicas, informáticas y cibernéticas), se
recupera el ver y oír, lo audiovisual (que genera una percepción más
real). Al contrario de lo que sucedía con la cultura ilustrada, las nuevas
generaciones tal y como adelantaba hace años Xabier Laborda: “han
elaborado instrumentos de comunicación, parecidos a los pictogramas,
caracteres que permiten tener una visión global de lo que se aprendía
palabra por palabra, sílaba a sílaba, casi letra a letra” (LABORDA,1985;
151).
Nos encontramos pues, ante la llamada Revolución Digital,
caracterizada por la comunicación mediante habilidades de
reconocimiento de caracteres y pictogramas, la utilización de códigos y
encriptaciones en el ámbito informático, o por ejemplo el estudio del
lenguaje de códigos genéticos a través de la biología molecular o
biotecnología. Se trata, por tanto, de una auténtica innovación cultural
que tiene su lado negativo. Si antes la cultura ejercía el dominio de la
naturaleza, ahora entre otros, pretende el dominio de la vida. La
nuestra, puede convertirse exclusivamente en una cultura de dominio,
es decir, de voluntad de poder, en lugar de la que nos legaron los
antepasados, como los griegos, basada en la voluntad de saber, en el
dominio de los conocimientos. Las aplicaciones tecnológicas pueden ser
definitivamente útiles en sectores como la educación y la cultura, si
somos capaces de incorporar las aplicaciones que consideremos
oportunas a los procesos educacionales, de forma complementaria, sin
llegar al punto de suplir el rol del profesor o educador.
Afortunadamente, en este sentido, la tecnología no llegará nunca a
formar en el plano espiritual y vivencial del estudiante, o por lo menos
es lo que deseamos. Hoy en día existen multitud de problemas sin
solucionar y la solución no la tienen los gobiernos a los que permitimos
que decidan por nosotros, en gran medida pasa por el desarrollo ético
de la tecnología y su correspondiente buen uso. La tecnología es creada
por el ingenio del hombre, para resolver problemas, reduciendo
nuestros esfuerzos en determinadas tareas, colaborando en la
búsqueda del bienestar, en definitiva aumentando nuestra calidad de
vida.
Ante el peligro inminente del proceso de globalización, en el que el
interés económico imperialista amenaza la subsistencia de las
identidades culturales y territoriales, surgen multitud de iniciativas
más allá de lo político, fruto de la participación ciudadana que
pretenden intervenir la realidad social y cultural. Se articulan a través
de redes solidarias, intercomunicadas gracias al desarrollo de las
tecnologías de comunicación e información.

La era de la sociedad digital: el paradigma de la


Cibercultura
Las sociedades experimentan cambios continuos, que afectan a los
modos de hacer y prácticas de los individuos, y que inevitablemente
repercuten en la cultura. Como hemos señalado anteriormente, las
nuevas tecnologías están transformando la expresión cultural, a través
de nuevos canales de producción y distribución de bienes y servicios
culturales, como son internet y los sistemas multimedia. ¿Somos
verdaderamente conscientes del alcance? , Rifkin1 nos incita a
reflexionar sobre este alcance con la siguiente afirmación:
“Conviene saber, qué significa vivir en un mundo donde las redes
electrónicas reemplazan los mercados, y donde la importancia de
tener acceso es mayor que la de tener propiedades, en donde la
misma cultura se convierte en mercancía”
(RIFKIN; 2000, 257)
Desde una perspectiva económica, Rifkin nos alerta de la peligrosidad
de lo que denomina “irrupción de la era del acceso “, refiriéndose al
ciberespacio, tratando de demostrar la pérdida de valor de los bienes
materiales (considerados anteriormente como activos valiosos) frente a
la imparable mercantilización del tiempo y la experiencia humana. En
consecuencia, esto podría generar un sistema sustentado en la venta de
la propia experiencia cultural.
Los viajes y el turismo global, las ciudades y los parques temáticos, la
moda, la cocina, los juegos y los deportes, la música, el cine, la
televisión e incluso las causas sociales están convirtiéndose
rápidamente en el centro de una economía cuyo objetivo comercial
básico son los recursos culturales. ¿Es posible que lleguemos a un
punto en que tengamos que pagar por cualquier práctica cultural que
realicemos fuera de nuestro hogar? Rifkin acaba advirtiéndonos que,
„cuando la economía absorbe a la cultura, sólo quedan los lazos
económicos para mantener unida a la sociedad’. La gran pregunta, sería
entonces, si la civilización podría sobrevivir cuando la esfera comercial
quede como único árbitro de la vida humana.
Una economía, que como afirma Castells (2006, 19) ha sido concebida
por el sistema tecnológico, permitiendo nuevas formas de gestión y
distribución, un nuevo sistema de comunicación, una nueva cultura,
donde la productividad y competitividad de las empresas, regiones y
países dependen fundamentalmente de la capacidad de generar
conocimiento y procesar información eficientemente. Por lo tanto, el
conocimiento y la innovación (como valor añadido de la creatividad) se
convierten en las nuevas fuentes de riqueza, de poder y de calidad de
vida.
Con todo esto, la industria del entretenimiento, la mayoría de los
proveedores de servicios de comunicaciones y los grupos de poder
siguen basando sus beneficios y su autoridad en el control de los
contenidos, de las herramientas y de los canales de distribución,
manteniendo una economía de escasez.
1Jeremy Rifkin (1943, Colorado) licenciado en Economía y en Relaciones Internacionales, propone
el replanteamiento de un nuevo contrato social como consecuencia de la transformación de la
humanidad y el impacto en la producción y distribución de bienes y servicios .
Internet, las tecnologías de la información, la
sociedad RED
Durante los últimos años se ha producido un importante proceso de
modernización, con avances tecnológicos que han influido de manera
directa en la comunicación y en la educación: la informática, la telefonía
móvil, la TV digital por cable, el correo electrónico y por supuesto,
Internet. Si Internet surgió como un novedoso medio de comunicación
en red (web 1.0), donde la información se transmitía de proveedores a
consumidores sin apenas intermediarios, tras la aparición del fenómeno
peer-to-peer, surge una nueva dimensión de la red, la llamada web 2.0,
con nuevos modelos de comunicación, que han impulsado la
participación, cooperación e interacción entre las personas. En la
actualidad, podemos hablar de internet, no sólo como un medio de
comunicación, sino como una plataforma social, que favorece el
intercambio no sólo de bienes y servicios, sino la libre permuta de ideas,
experiencias e iniciativas entre los ciudadanos. Por lo tanto el gran
atractivo de Internet reside hasta el momento en su naturaleza abierta,
en la capacidad de impulsar la participación e interacción para resolver
conflictos, en los múltiples beneficios que reporta en sectores como el
periodismo, la cultura y la educación, entre otros. Pero al mismo
tiempo, hablar de libertad en la red, se convierte en un tema
controvertido en función de su uso y determinadas prácticas.
Por otro lado, coincido con la opinión de Román Gubern
(GUBERN;2009,20), nos alerta sobre la posible deshumanización que
conlleva cultura digital de pantallas, mezcla de información
inconmensurable y realidad virtual, ya que la comunicación a pesar de
ser instantánea y ubicua, pierde acompañamientos relevantes para la
comprensión sensitiva tales como los gestos, el rubor del rostro, el tono,
la mirada, el tacto o los parpadeos. Por lo tanto, coincido con su
sospecha: tenemos mucha información interpersonal pero poca
comunicación.
Por otro lado, y desde una perspectiva más optimista, la sociedad red
generada, supone una gran oportunidad para salvaguardar la condición
humana. Me explico, al tratarse de una sociedad global a la vez que
local, permite la interacción entre las personas de cualquier parte del
planeta, observando con entusiasmo la capacidad que el sistema posee
para canalizar y potenciar flujos de solidaridad y cooperación entre los
seres humanos. Todo ello, sin olvidar que sus integrantes siguen siendo
una minoría de la población mundial.

La creatividad en la era digital


Conviene andar evaluando cada innovación producida e introducida en
la cultura digital, con el objetivo de descartar lo negativo y potenciar lo
creativo. Dado que las instituciones se resisten a esa transformación de
la creatividad, somos nosotros los que tenemos que detectar y potenciar
las nuevas fórmulas de creación en el entorno digital y asumir las
nuevas formas de consumo cultural que produce este incesante
desarrollo tecnológico.
La tecnología actual permite que las ideas y el conocimiento fluyan,
sobrepasando barreras geográficas y tecnológicas que hasta hace bien
poco impedían compartir información. Por ello, creemos en la necesidad
de impulsar el derecho a la creatividad, anteriormente desarrollado en
este trabajo.
Somos conscientes de la importancia de la creatividad como
herramienta necesaria para la construcción imaginativa, por ello
planteamos la necesidad de protegerla de intereses externos.

La necesidad de una nueva generación de


Derechos Humanos
Ante este nuevo marco social en el que nos encontramos, existe una
necesidad de revisar la “Carta Internacional de los Derechos Humanos”,
incorporando por un lado nuevos derechos y revisando por otro lado los
incorporados en las tres generaciones.
Diferentes autores, como por ejemplo Bustamante (BUSTAMANTE;2001,
125), hablan de la cuarta generación, sin llegar a un consenso en
contenido de éstos, pero exigiendo la declaración de nuevos derechos
así como la redefinición de los existentes en el entorno del ciberespacio
y en relación con el desarrollo tecnológico , la cultura libre y la
glocalización.
Mientras tanto, colectivos de ciudadanos de todo el planeta, se
anticipan a las instituciones generando multitud de propuestas para la
redacción de nuevas cartas que protejan los derechos humanos, como
por ejemplo, la Carta por la Innovación, la Creatividad y el Acceso al
Conocimiento del Colectivo civil Barcelona Foro Cultural.
En este breve estudio, dejando a un lado los anteriormente enunciados
en este trabajo, vamos a proponer o revisar algunos, seleccionados por
su relevancia, por su omisión en las anteriores generaciones, o bien por
la necesidad de que sean incorporados en la actualidad. Obviamente, lo
ideal sería hablar de redefinir algunos derechos debido a la evolución
tecnológica, en tanto se respetaran los derechos fundamentales en todo
el mundo, pero desgraciadamente esto no ocurre en la actualidad.
.- Derecho de acceso a la cultura
El acceso a la cultura es un derecho para cualquier ser humano, y hoy
en día las nuevas tecnologías son herramientas, en ocasiones
privilegiadas, para la transmisión de los capitales culturales. El acceso
y adquisición de cultura no debe estar sometido a leyes mercantilistas.
Todas las culturas deben ser respetadas y protegidas, sin excepción de
las procedentes de minorías étnicas, lingüísticas o religiosas.
.- Derecho de acceso a las tecnologías de información
Con la llegada de Internet, los métodos de acceso y difusión de
información han cambiado radicalmente, con grandes consecuencias
para las personas, la sociedad civil y los gobiernos.
En países como China, Filipinas o Indonesia entre otros, se limita el
acceso a determinados contenidos de la red que resultan incómodos
para los gobiernos, con el argumento de defender las tradiciones
culturales. En otros países, como Canadá, los políticos promueven
como derecho fundamental el acceso a internet, e incluso han
presentado una queja formal ante la Comisión de Derechos Humanos
debido a la falta de este servicio para las personas que viven en áreas
rurales de su país. En países como Finlandia, ya es una realidad y el
gobierno aprobó como derecho de los ciudadanos el acceso a internet de
banda ancha. Mientras tanto la mayoría de países no desarrollados
carecen de este servicio.
Si pensamos en que sólo hace unos años el teléfono era un bien de lujo
y ahora es una necesidad básica, es posible que suceda lo mismo con
Internet. Todo el mundo debe tener de un modo u otro el derecho de
acceso a estas tecnologías. La eliminación de la brecha digital debe ser
un objetivo prioritario.
.- Derecho de utilización de las nuevas tecnologías en la
educación
Toda persona tiene derecho a la educación en las nuevas tecnologías.
Las instituciones públicas deben fomentar el uso de las aplicaciones
telemáticas válidas y potenciar las comunicaciones en línea. Los padres
tienen el derecho y la responsabilidad de orientar la experiencia en línea
de sus hijos en base a sus propios valores. Ninguna agencia o
institución debe anular las decisiones paternas en esta materia.
.- Derecho a la libertad de expresión (en la red)
En la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, ya
aparece reconocido este derecho, que además implica el reconocimiento
de la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión (art. 18), la
libertad de investigar y de recibir información (art. 19), y la libertad de
opinión y de difundirla sin limitación de fronteras, por cualquier medio
de expresión (art. 19). El hecho de que Internet se haya democratizado y
convertido en una infraestructura técnica orientada a proporcionar una
cobertura de comunicación horizontal y de ámbito global, produce que
la libertad de expresión y el resto de las libertades asociadas a ella no
sólo deban aplicarse más allá de su extensión a las actividades
personales que se llevan a cabo en la red.
.- Derecho de la propiedad intelectual – derechos de autor
(revisión)
Los derechos de explotación y morales de los autores deben ser
respetados también en el ciberespacio. La defensa de la propiedad
intelectual y la defensa de los usos de Internet son motivo de conflicto
en casi todos los países. Si la tecnología actual permite hoy en día
copiar cualquier contenido sin perder la calidad, evidentemente sin
respetar los derechos que poseen sus creadores, Internet lo distribuye
de una manera incontrolable. De poco ha servido en España el viejo
canon impuesto al valor de los soportes de grabación y en aparatos de
copiado.
Hoy en día el conflicto se centra más en la distribución que en la copia.
Mientras unos siguen decidiendo cuándo y cómo se distribuyen sus
obras, otros han aprovechado el poder que la tecnología les da para
disfrutar de ese bien. Algunos economistas piensan que el valor de la
propiedad intelectual ya no reside exclusivamente en el bien, sino en el
grado en que su autor sea conocido por determinadas cantidades de
personas, por lo que los ingresos vendrían por otras fuentes aparte de la
venta. Alternativas como el copyleft2, ofrecen soluciones intermedias
para este difícil conflicto.
2Grupo de licencias del ámbito informático, cuyo objetivo es garantizar que cada
persona que recibe una copia de una obra pueda a su vez usar, modificar y redistribuir
el propio trabajo y las versiones derivadas del mismo. Unas veces se permite el uso
comercial de dichos trabajos y en otras ocasiones no, dependiendo que derechos quiera
ceder el autor.

.- Derecho a la privacidad y al secreto de las comunicaciones


Quizás otro tema a debate sobre la libertad de internet, sea la
problemática del anonimato, que dependiendo del uso que se le dé
puede ser una ventaja o un inconveniente. En los entornos juristas, se
defiende el anonimato en relación al uso de la red para las relaciones
personales, pero se cuestiona el mismo a la hora de analizar la red
como un medio de comunicación, solicitando la identificación de todo
aquel que emita un mensaje a la audiencia pública, y si procede exigirle
responsabilidades sobre su opinión. Este aspecto aumenta la
complejidad del asunto. Por otro lado, se debe garantizar el secreto de
las comunicaciones interpersonales.
.- Derecho a la participación en las redes
Aunque todo el mundo debe tener el derecho de participación en las
redes sociales existentes, formar parte de dichas comunidades implica
el sometimiento a determinadas normas de conductas que debe
establecer la misma comunidad.
.- Derecho a la libertad de la red
Internet es y debe seguir siendo libre, conservando su naturaleza
abierta y evitar censuras y determinados controles sobre ella. Para ello,
se deberá promover la libre concurrencia, actuando contra el dominio y
el oligopolio que puedan afectar a los derechos humanos.
Robert B. Gelman, propuso en 1997 una Declaración de los Derechos
Humanos en el Ciberespacio, basada en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos de 1948, y que se justifica por la oportunidad que
nos brindan las nuevas tecnologías de la información para potenciar la
condición humana, la libertad, la justicia y la paz mundial.
Es cierto que son tiempos más bien para proteger los derechos
anteriores que para fundamentar nuevos. Pero debemos trabajar para
que formen parte de las exigencias de los ciudadanos, y de este modo
integrarlos en nuestra vida cotidiana.
El cumplimiento de los derechos humanos implicaría hablar de calidad
de vida y de acceso a la mejora de las condiciones para organizar y
realizar nuestras vidas. Al mismo tiempo, hablar de calidad de vida
implica hoy en día mencionar la tecnología. Pienso que la tecnología, en
su justa y correcta utilización, controlada éticamente puede resultar
válida para la liberación humana, resolviendo diferencias existentes,
combatiendo miedos y respetando la dignidad de los seres humanos.
El fin de esta nueva generación de derechos es el bienestar global,
concibiendo a la humanidad como una sola familia, la especie humana,
consiguiendo la plena unidad dentro de la diversidad.
BIBLIOGRAFÍA Y AUTORES
.- Bustamante, E. (2002) Comunicación y cultura en la era digital.
Barcelona, Gedisa
.- Castells, M. (2007) La transición a la sociedad Red. Editorial Ariel
.- Castells. M. (1996) La era de la información. Vol.1 La sociedad red
. Alianza Editorial
.- Gelman,R.B.: Propuesta de Declaración de los Derechos Humanos
en el Ciberespacio
.- Gubern, R. El futuro ya ha comenzado. Neofilia y globalización,
Telos nº 19, Madrid, abril-junio 2009
.- Jones, S (2003) Cibersociedad 2.0. Colección Nuevas Tecnologías
y Sociedad. Editorial UOC
.- Laborda, X. (1985) Nueva sintaxis para la comunicación y el
pensamiento . Ponencia incluida dentro del libro “Nuevas tecnologias
en la vida cultural española”. Edición de Raúl Rispa
.- Manet, E., " Nuevas tecnologías, Globalización y Cultura". Boletìn
del III Congreso Cultura y Desarrollo, La Habana, 2003.
.- Rifkin, J. (2000). La era del acceso. La revolución de la nueva
economía. Barcelona, Paidos

Webs:
.- ver Bustamante:
http://www.oei.es/revistactsi/numero1/bustamante.htm#1a
.- ver Laborda: http://www.sant-cugat.net/laborda/513TECNO.htm
.- ver Alicia Silva:
http://www.razonypalabra.org.mx/N/n64/varia/asilva.html
.-Colectivo civil Barcelona Foro Cultural: Carta por la Innovación, la
Creatividad y el Acceso al Conocimiento: Los Derechos
Humanos de ciudadanos y artistas en la era digital:
http://fcforum.net/es/charter_extended
PRÁCTICAS REALES DE MANIFESTACIONES CULTURALES
Esther Melo Escrihuela

Llegado este punto del trabajo, tras el análisis realizado por mis
compañeros, pasaré a desarrollar la vertiente práctica del trabajo. Dada
la cantidad de manifestaciones culturales existentes en la actualidad
cabe mencionar que, por un lado, he basado esta apartado en el
desarrollo de ejemplos de manifestaciones culturales importantes por
su originalidad, su enfoque diferente y su punto de vista innovador y
creativo, y por otro lado, en el análisis de las industrias culturales como
ejemplos de cultura consumista al servicio de la economía.
Partiendo del supuesto por el que nos interesa remarcar la parte
creativa de la cultura y su vinculación con los derechos humanos, en
primer lugar hablaré del surgimiento del movimiento denominado
“Creativos Culturales” como ejemplo de cultura humanizante que
respeta las libertades individuales. Partiendo del derecho a la
creatividad de cada individuo los Creativos Culturales (CCs) se
presentan como una alternativa a la cultura oficial estereotipada y
homogénea donde se priorizan los derechos del individuo y se aboga por
un consumidor activo con conciencia crítica. Por un lado, se trata de un
intento de fomentar las relaciones interpersonales basadas en el respeto
al individuo y por otro lado, se intenta crear una cultura que dignifique
a sus creadores y que cree seres humanos libres con autonomía de
decisión y una postura crítica frente a las diferentes opciones de estilos
de vida que presenta la sociedad.
En segundo lugar hablaré de la sociedad de consumo y el consumo
masivo de bienes por los que apuestan las Industrias Culturales
(IICC) presentándose éstas en sociedad como aquellas empresas e
instituciones que defienden e incitan al consumo ciego de todo tipo de
productos culturales más allá de su verdadera utilidad. Se presentarán
los diferentes indicadores de consumismo en una sociedad y se darán
alternativas para combatirlo.
Seguidamente y en contraposición al modelo de consumo y de
cultura que defienden las IICC hablaré de diferentes movimientos
culturales y sociales que con sus acciones critican el sistema
establecido e intentan despertar en los ciudadanos una conciencia
crítica de su entorno utilizando como base los DDHH y la acción social.
Cabe mencionar que el espectro de agrupaciones que hacen de la crítica
social y la creatividad su herramienta de cambio es bastante amplio,
por lo tanto, en este apartado me limitaré a describir el Culture
Jamming como movimiento de resistencia a la hegemonía cultural
remarcando su carácter reivindicativo al cuestionar las estructuras de
la naturaleza homogénea de la cultura popular y del poder por formar
parte de la cultura dominante. En relación con este apartado y dado la
importancia de los medios de comunicación de masas tienen en la
difusión cultural, se hablará de La Guerrilla de la Comunicación
como táctica que conlleva la transformación de los medios de
comunicación de masas para producir comentarios satíricos sobre ellos,
utilizando sus mismos métodos.
En cuarto y último lugar, conectando con las infinitas
posibilidades que han traído consigo las TEC, hablaremos de su parte
artística y creativa a propósito del nacimiento y expansión del Arte de
los nuevos medios (en inglés new media art) hace referencia al arte
creado a partir de las nuevas tecnologías. A menudo se utilizan
indistintamente como sinónimos del arte de los nuevos medios
categorizaciones precedentes como arte digital, arte electrónico, arte
multimedia y arte interactivo. Con "arte de los nuevos medios" nos
referimos a obras que se sirven de las tecnologías de los medios de
comunicación emergentes y exploran las posibilidades culturales,
políticas y estéticas de los mismos. Abarca un conjunto bastante amplio
de manifestaciones artísticas: videoarte, arte de transmisión,
instalaciones multimedia, arte interactivo, net.art, fotomontaje digital,
realidad virtual, mediaperformances, cine expandido, experimental,
inteligencia artificial y telepresencia, entre otras, es decir, aquellas que
utilizan el soporte audiovisual electrónico y/o digital en el proceso de
producción y/o exhibición. En este apartado nos limitaremos al análisis
del Net Art como espacio para la libertad creativa al que todos pueden
acceder independientemente de su clase social y económica.

1. Los creativos culturales


La repercusión cada vez mayor que tienen los encuentros del Foro
Social son el reflejo de que existen nuevas formas de percibir la realidad
que empiezan a conceptualizarse. Un movimiento cultural está
despertando en nuestro planeta. Son los denominados creativos
culturales CCs . Este concepto ha sido acuñado por Paul Ray y Sherry
Anderson, quienes tras 30 años de investigación sobre los valores de la
sociedad estadounidense han constatado la existencia de esta, por el
momento, subcultura. En este libro (FALTA NOMBRE) afirman que se
ha activado una revolución silenciosa resultante de la convergencia de
movimientos alternativos. Según el estudio que apoya el libro y el
Eurobarómetro, el 24% de los miembros de las sociedades modernas
han adoptado una forma de ser y de pensar que no se corresponde con
el modelo occidental supuestamente vigente, el basado entre otras
cosas en el individualismo, el consumo, la búsqueda del éxito y el
dinero.

Personas de distintos lugares, clase social, sexo, religión o nivel de


estudios comparten unos valores comunes a pesar de que estén muy
lejanas geográficamente. Sólo en Estados Unidos conectarían con estos
valores, según Ray y Anderson, 50 millones de personas y estiman que
en la Unión Europea pueden pertenecer a esta subcultura entre 80 y 90
millones de personas. En gran medida aparecen por el fracaso de las
promesas de los modernos. Se trata de desarrollar una nueva cultura
que integre lo tradicional y lo moderno, lo global y lo local, el cambio
interior y exterior. Buscan integrar conceptos que la cultura occidental
ha separado: corazón y mente, lo personal y lo público, lo individual y lo
comunitario. Por eso constatamos ese auge de la cultura tradicional
oriental más centrada en la interacción del ser con la naturaleza, el
desarrollo del espíritu y la búsqueda de la esencia a través de lo sencillo

Los creativos culturales se presentan como la semilla del cambio y


representan el surgimiento de una nueva forma de pensar y entender el
mundo. En nuestras sociedades vemos cómo el pensamiento moderno
se enfrenta constantemente al tradicionalista, pero no todo el mundo
está reflejado en ese conflicto. Ya hay muchos que no se identifican ni
con el discurso de la derecha ni con el de la izquierda, que es el
discurso de conservadores y progresistas. Los creativos culturales
representan a una generación que intenta crear un camino diferente.
De alguna manera son la suma de múltiples movimientos sociales y
culturales que se han desarrollado desde los años 50. Si una
generación pudiera ser una receta estos serían algunos de sus
ingredientes: una ramita de ecología, una pizca de feminismo, un
puñado de antirracismo, un chorrito de pacifismo, altruismo al gusto,
una brizna de creatividad, unas migas de introspección, un poco de
meditación, una cucharada de crecimiento personal, un poco de yoga,
un pelín de medicinas tradicionales…

Este nuevo grupo social se define mejor por los valores que comparten y
que enumeraré a continuación:

-Creen en la necesidad de reconstruir vecindarios y comunidades.


-Se preocupan por la violencia de género y la violencia infantil.
-Les gusta viajar y entrar en contacto con diferentes culturas.
-Ven la naturaleza como fuente de espiritualidad.
-Concienciados de que la economía destruye el medioambiente y explota
a personas en los países pobres.
-Piensan que otro tipo de vida es posible: una vida más simple y menos
basada en tener y en demostrar que se tiene. Una vida menos
hedonista.
-No confían en las grandes empresas porque tienen demasiado poder y
su única orientación es el beneficio.
-Cultivan con dedicación sus relaciones personales: familia, amigos,
comunidad.
-Piensan que el trabajo del hombre y la mujer deberían estar
equitativamente remunerados y que la mujer no debe volver a roles
domésticos tradicionales.
-Son altruistas. Son voluntarios, ayudan a los demás y piensan que un
mundo mejor es posible y quieren contribuir a ello.
-Son introspectivos: dedican tiempo y recursos al crecimiento personal,
al auto-conocimiento, la creatividad, la meditación…
-Son usuarios de medicinas y terapias alternativas
-Piensan que la espiritualidad o la religión es importante pero les
preocupa el fanatismo religioso.
Este grupo representa pues un claro ejemplo de cultura
humanizante cuyo respeto hacia los derechos humanos destaca por
encima de otras prioridades tales como el dinero, la productividad, la
belleza, la competitividad o el mercado, valores clave de la cultura
capitalista neoliberal.

2. Las industrias culturales


En la actualidad, las industrias de la cultura y la comunicación (IC)
representan a escala mundial uno de los sectores económicos más
estratégicos en materia de inversiones de capital y el de mayor
crecimiento relativo del empleo. Si a ellas se les agrega las denominadas
del llamado “tiempo libre” o de “entretenimiento”, su dimensión
económica ocupa el primero o segundo lugar en términos de facturación
anual en países como los Estados Unidos, sólo superada en este caso
por la industria aerospacial. Han contribuido a su desarrollo en las
últimas décadas los adelantos de la ciencia y la tecnología, la
concentración y transnacionalización de capitales y, más recientemente,
las políticas de globalización económica.
Las regiones más industrializadas compiten fuertemente en este
sector, como lo prueban los desacuerdos surgidos entre EE.UU. y la
Unión Europea con motivo del tratamiento de la libertad de comercio
para las industrias del audiovisual, el sector de las IC con mayor
dinamismo económico e impacto social y cultural.
El término "IC” está asociado a la producción industrial –de
prototipos o serializada- de bienes y servicios culturales (soportes
tangibles con contenidos intangibles) para su difusión y/o
comercialización al nivel de masas. Su función principal consiste en
producir (“fabricar”) mercancías o servicios de carácter cultural (libros,
discos, películas, emisiones de radio, programas de TV, etc.) destinadas
a “soportar” en el papel, el film, o las emisiones radiofónicas contenidos
simbólicos (obras literarias, obras musicales, obras cinematográficas,
obras televisivas, información, etc.). Las IC comúnmente reconocidas
como tales son la editorial (libro y publicaciones periódicas), la
audiovisual (televisión, cine, video, a lo cual se suele agregar radio y
fonogramas), la publicidad, y las industrias de soporte tecnológico y de
insumos que atraviesan a todas las IC.

En las dos últimas décadas, la implantación del modelo económico


neoliberal ha erosionado la participación del estado en el fomento de las
industrias culturales. Con la desregulación y privatización de las
telecomunicaciones, las estaciones radiales y los canales públicos, y la
reducción de subsidios a la producción local se ha visto la penetración
de los conglomerados globales de entretenimiento que estrangulan gran
número de productoras y editoriales, en su gran mayoría pequeñas y
medianas empresas nacionales. Se reduce no sólo la diversidad de la
estructura empresarial y la del mercado, sino que se aminora la
capacidad de gestión de lo local, pues las decisiones sobre qué
productos culturales se deben producir se ajustan a una lógica de la
rentabilidad de las sedes transnacionales. Esto fomenta la
homogeneización de las culturas con la consecuente pérdida de
diversidad cultural.
Mientras tanto, muchos gestores culturales se interesan por el
desarrollo en términos puramente económicos y esto no es nada
positivo para la riqueza y la calidad de los productos culturales. Citan
impresionantes estadísticas sobre billonarios y aportes al PIB de estas
industrias, notando de paso que su actividad económica supera a las
industrias de productos alimenticios y bebidos o la industria de la
construcción. Los US$ 10.000 millones generados en actividades
culturales en la Argentina en 2001 equivalen al 3% del PIB (Calvi 2002).
Y si se tienen en cuenta a los países más desarrollados, esas cifras
alcanzan entre el 6% y 8,5% del PIB, aportando más del doble del sector
manufacturero (Yúdice 2002).

Desde luego, estas cifras no dicen mucho en estos tiempos de


crisis económica, pues las industrias culturales son rentables sólo
cuando la economía anda bien (Yúdice 1999). Desde diciembre de 2001
en Argentina, por ejemplo, la producción de libros cayó 30%; los
fonogramas el 40%; el fondo para la producción audiovisual también
descendió un 40%. Mientras tanto, los insumos importados aumentan
el 300% y el crédito escasea o cuesta 40% más (Calvi 2002).

Junto a esa posible rentabilidad económica se acompaña de lo


más importante: “producciones que nos reflejan a la vez que reflejan
nuestra idiosincrasia, nuestras tradiciones, nuestros valores artísticos”
(Cañete 2002). Esta capacidad de autorreflejo es tanto más apremiante
cuanto que las sociedades se han fragmentado, debido a la migración a
las grandes ciudades o a otros países, o debido al consumo segmentado.
“La posibilidad de reconstruir un imaginario común para las
experiencias urbanas debe combinar los arraigos territoriales de barrios
o grupos con la participación solidaria en la información y el desarrollo
cultural propiciado por medios masivos de comunicación, en la medida
que éstos hagan presentes los intereses públicos. La ciudadanía ya no
se constituye sólo en relación con movimientos sociales locales, sino
también en procesos comunicacionales masivos” (García Canclini 1995:
106).

Podría decirse que cada vez más son las comunicaciones masivas que
proporcionan el advenimiento al patrimonio común, ese acervo de
tradiciones y creencias desde el cual se puede mantener el diálogo que a
su vez reproduce simbólicamente a la comunidad. De ahí que la
definición que se propusiera en el encuentro Mondiacult de UNESCO en
México tenga que pasar por la mediación de las industrias culturales:
“La cultura…puede considerarse…como el conjunto de los rasgos
distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que
caracterizan una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de
las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del
ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”
(UNESCO 1982).

3. El culture jamming
Al concepto de culture jamming se le ha llamado movimiento de
resistencia a la hegemonía cultural, aunque hay quien prefiere definirlo
como evasión individual de todas las formas de mentalidad de rebaño, o
dirigidas, no pudiéndose de esta forma tratarse como un movimiento; es
una forma individual de alejarse, inclusive, de movimientos sociales.
Este movimiento no se define como una específica posición política o
mensaje, ni siquiera como una posición cultural. El hilo común es
principalmente ironizar sobre la naturaleza homogénea de la cultura
popular. También en algún caso se le ha asociado con el concepto de
guerrilla de la comunicación, ya que se opone al gobierno o a otros
poderes.

Culture jamming se podría definir también como movimiento


artístico, aunque esto puede ser insuficiente para cubrir el espectro de
actividades identificadas con el concepto. Ha sido caracterizado como
una forma de activismo público contrapuesto al consumismo y los
vectores de la imagen corporativa en el sentido de la subversión. Alguna
Culture jamming ponen su punto de mira en las estructuras de poder
por ser parte de una cultura dominante.

La Guerrilla de la Comunicación
En este contexto de prácticas culturales subversivas he creído necesario
introducir el movimiento “guerrilla de la Comunicación” como ejemplo
de manifestación cultural creativa y diferente. La guerrilla de la
comunicación es el intento de provocar efectos subversivos mediatne
intervenciones en el proceso de comunicación. Los diversos métodos y
técnicas utilizados siguen generalmente dos principios: los del
distanciamiento y de la sobreidentificación. Los distanciamientos se
basan en cambios sutiles en la representación de lo habitual que sacan
a la luz nuevos aspectos de lo representado, crean espacios para una
lectura no habitual de acontecimientos habituales y producen, por
medio de desplazamientos, unas significaciones no previstas ni
esperadas, La sobreidentificación, en cambio, significa expresar
públicamente aquellos aspectos de lo habitual que, por lo general, son
conocidos pero al mismo tiempo siguen siendo tabú. La
sobreidentificación se toma en serio la lógica de los modos de pensar, de
los valores y de las normas dominantes y lo hace con todas sus
consecuencias e implicaciones justamente allí donde éstas no se
expresan (no se pueden expresar) o donde se las quiere pasar por alto.
Si el objetivo del distanciamiento consiste en crear una distancia frente
a lo existente, la sobreidentificación quiere disolver los
autodistanciamientos incorporados al discurso dominante

4. El Net Art

Desde el principio los net.artistas han tenido grandes metas. Gran


parte de la breve historia del net.art ha visto cómo sus practicantes han
estado colaborando conscientemente en propósitos e ideales colectivos,
aprovechando para ello las peculiaridades de Internet, la inmediatez y la
inmaterialidad. Su mayor propósito es construir una comunidad más
igualitaria en la que el arte estuviera notoriamente presente en cada
una de las actividades cotidianas.
Portales Como www.shulging.org, My Boyfriend Came Back From the
War, Jodi.org, hell.com y uno de los más relevantes
0100101110101101.org.
La red Internet, surgida de desarrollos militares en la década del
70, adopta la forma que conocemos con la creación de la aplicación
World wide web (www) entre los años 1989 y 1991.
A partir de ese momento, en que internet se libera relativamente, del
ámbito de la estrategia militar y el entorno académico, comienzan las
experiencias de artistas que usan el medio y proponen usos
específicamente estéticos. Estas primeras experiencias, se
autodenominan arte o se clasifican de tal manera por la procedencia de
sus autores (artistas, en su mayoría visuales/multimedia), por
autodeclaración, o por la visión de algún intelectual que accede a ellas
desde dentro de la red (listas de interés, BBS, correo masivo, etc.) o
desde fuera de la

En los primeros tiempos, las manifestaciones artísticas en la web


apenas se distinguían de primitivos catálogos en línea de obras reales,
de artistas reconocidos que vislumbraban una estrategia de difusión a
nivel internacional, aunque hasta entrado 1995, de acceso ciertamente
muy limitado. Esos catálogos en línea estarían dentro de lo que llama
arte en internet o arte en la red, para distinguirlo del net art o arte de
internet y que ha sido definido por Joachim Blank como:

Arte en Internet no es otra cosa que la documentación de arte que no ha


sido creado para la red, (...) y que en términos de contenido no establece
ninguna relación con la red. (...).
El Arte de Internet (net.art) funciona sólo en la red y tiene la red como
tema.
Joachim Blank "What is net.art ;-)?" 1996.

Las primeras experiencias artísticas que pensaban la especificidad de la


red como soporte datan de 1994. Desde entonces y paralelamente a
otras definiciones que designan obras en relación a arte y tecnología
digital tales como arte digital, arte multimedial, arte interactivo, etc, la
relación arte-internet también propuso algunas alternativas: ha sido
llamado arte en red, web art, o net.art. Esta última denominación es la
que representa las obras especialmente diseñadas para la red, y que
existen fundamentalmente dentro de ese soporte, introduciendo en sus
contenidos o experimentos formales a la red como fenómeno cultural, lo
que ha sido llamado net cultura, para especificar este aspecto particular
de la cibercultura que tiene su soporte en la red internet.

Según Josephine Bosma, las obras de net.art, además de tener como


soporte y forma de circulación la red (es decir no existen fuera de ella,
off-line) pueden incluir aspectos relacionados con la net cultura que si
involucran al mundo fuera de internet, o que se vinculan con otros
fenómenos extra-internet. Dice Bosma:
Hoy ya hay gente que distingue entre net.art y net.art en general. El
'puro' net.art sólo existe on line, no tiene extensiones ni presencia fuera
de él, esto es lo que argumentan. Esta visión del net.art se debe a
menudo a cierta inexperiencia en una net.cultura de gente que acaba
de descubrir el medio y están fascinados por él.
No son conscientes de los desarrollos e investigaciones presentes en la
net.cultura que tienen que ver con el cuerpo, con las extensiones con el
mundo real. Otros son los cyborg-tradicionalistas. Quieren ser pura
información. Es éste un tipo de actitud romántica. Aún así, todavía es
necesaria una consolidación del término net.art. Representa una
aproximación al arte muy diferente y necesitamos ser capaces de
discutirla. El término net.art, que ahora designa genéricamente las
obras cuyo soporte es la red internet, fue introducido (según el mito) en
1995, por el artista Vuk Cosic, iniciando la llamada época heroica del
net.art.

arte-tecnología: ¿herramienta o lenguaje?

Una discusión clásica sobre arte y tecnología plantea esta pregunta


ante todo nuevo invento: en este caso: el uso de ordenadores para hacer
obras de arte, ¿es igual al uso de cualquier otra herramienta que
requiera el proyecto, o se trata de un nuevo lenguaje, que traduce una
experiencia contemporánea de los sujetos que están siendo modificados
por la tecnología misma en sus modos de vida?

Una producción que puede ser realizada indistintamente con varias


herramientas (analógicas y/o digitales) donde la elección de una u otra
corresponde a una cuestión de rapidez, economía o facilidad, no
aportando elementos nuevos que ameritan preguntarnos como modifica
la tecnología a la producción artística. Así, una “foto digital” en cuanto
que se percibe similar a su equivalente analógica, no supone mayores
reflexiones que señalar las ventajas que implica la rapidez, la ecología, y
el acceso no limitado a la técnica por cuestiones económicas o de
conocimiento (todos factores, que a la larga producen modificaciones
estructurales).

Las producciones que tienen la posibilidad de cuestionar y modificar un


estado de cosas dado y generar una nueva realidad a partir de su
existencia, son aquellas que se apropian de las características
específicas de los nuevos medios y las exploran hasta sus extremos
teóricos o sensibles, creando los signos de un nuevo lenguaje,
inexistente antes de ellas.

La introducción de una nueva tecnología, una nueva forma de hacer las


cosas, siempre conlleva un cambio de paradigmas, tanto más
pronunciado cuanto más distinta sea esa nueva técnica de su
predecesora. A su vez, la introducción siempre dialoga, durante una
etapa, con las concepciones precedentes, que intentan caracterizarla,
diferenciarla y encontrar su especificidad.
El diseño de obras interactivas fue pensado desde las tradiciones de la
informática, el audiovisual y el diseño visual respectivamente desde los
años 80, momento en que los ordenadores personales irrumpieron en la
vida cotidiana, como la primera Macintosh de Apple en 1984. A partir
de alli se sucedieron infinitas discusiones acerca de la especificidad del
nuevo medio, múltiples hipótesis y se elaboraron algunos acuerdos
básicos para avanzar en la construcción de un campo autónomo, una
terminología común y nuevos conceptos para explicar lo "específico del
medio.

El net.art tiene unas características propias incluso dentro de la


familia "arte interactivo", que se originan en su existir exclusivamente
"on line". Algunas de esas características han sido referidas en 21
Distinctive Qualities of Net.Art de David Ross, y en el monógrafico sobre
net.art de La Caixa son resumidas y comentadas en 4 puntos, que
enumeramos a continuación:

 arte global
 libre acceso a las obras y a la documentación
 intervención del usuario en la obra
 creación de espacios híbridos de arte y comunicación
 algunos ejemplos:
 http://www.netart.org.uy
http://no-content.net de Brian Mackern
 http://manipulatto.com/ de Jorge Castro, actualmente en línea
y http://www.manipulatto.com.ar

 http://fisternni.com
http://id10.org
http://portatyl.com
 http://sentido.ahiros.com.ar ex www.sentido.net (fuera de línea,
aunque está linkeado en muchos sitios)
 http://www.limb0.org, en línea y http://www.limb0.org.ar,
 http://www.mnba.org.ar: el sitio en línea del MNBA y
http://www.mnba.com.ar, la réplica de Judith Villamayor.
 en las obras
 dominios y subdominios gratuitos en hosting gratuitos
 http://www.plagiarismoalpoder.tk
http://www.bioevents.20m.com
http://amuribe.tripod.com
http://www.geocities.com/latin_lumpen/ideasverdes.html
 dominios o subdominios
http://hypermedia.ucla.edu/epithelia/index.htm argentina /
mariela yeregui
http://www.arteuna.com/artedig/MonicaJacobo/hoteles.htm en
arteuna
http://www.diacenter.org/herrera/ Almost Home de Arturo
Herrera (Venezuela) 1998
 dominios internacionales
http://www.arteuna.com argentina
http://www.artronica.org colombia
http://www.cibernetic.com venezuela
http://www.fllanos.com méxico

BIBLIOGRAFÍA Y AUTORES
 Calvi, Pablo. 2002. “Alpargatas sí..., libros, discos y cine
también.” Clarín, Argentina 5 de mayo.
 Yúdice, George. 1999. “La industria de la música en el marco de
la integración América Latina - Estados Unidos,” Integración
económica e industrias culturales en América Latina. Eds. Néstor
García Canclini & Carlos Moneta. México: Grijalbo, 115-161.
 2000. “Redes de gestión social y cultural en tiempos de
globalización.” In América Latina en tiempos de globalización II:
Cultura y transformaciones sociales. Eds. Daniel Mato, Ximena
Agudo & Illia García. Caracas: UNESCO-Instituto Internacional
para la Educación Superior en América Latina y el Caribe
(IESALC).
 Joachim Blank "What is net.art ;-)?" 1996.
 Durán, Sylvie. 2000. “Redes culturales e integración regional en
Centroamérica: Una visión desde el sector autónomo.” En
Oyamburu: 29-62.
 Derechos Culturales: una categoría descuidada de derechos
humanos, Janusz Symonides, UNESCO, RICS 158, 1999
 Manual de Guerrilla de la Comunicación. Afrika Blisset y
Brunzels. Virus Editorial.

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