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3) Los nexos sintácticos preceden a los términos que enlazan.
Las preposiciones van delante del sustantivo que rigen.
Las conjunciones coordinadas preceden a los elementos que agrupan, salvo las
enclíticas que y, y ve o.
En la SUBORDINACIÓN, las conjunciones preceden a los verbos de las
oraciones que enlazan, y los pronombres relativos preceden también a sus verbos, que
irán al final de dicha proposición subordinada. Si en la secuencia entre nexo subordinante,
sea conjunción o relativo, y su verbo, esté en indicativo o subjuntivo, hay otro nexo
subordinante, la primera forma verbal en indicativo o subjuntivo que se encuentra después
corresponderá a ese último nexo.
La concordancia o relación directa de determinante y determinado se
producirá siempre dentro de los límites de la propia oración, como en cualquier
lengua; pero en latín, debido a las referencias precisas que permiten el sistema
morfológico de los casos y la rigurosa concordancia gramatical, la posición del
determinante puede distanciarse de su determinado, pero estos elementos del mismo
sintagma nunca se colocan por completo fuera de la oración a la que pertenece; a lo sumo,
por motivos estilísticos o expresivos, puede haber delante de su nexo subordinante o detrás
de su verbo algún elemento, sea determinante o determinado, de uno de los sintagmas.
Por el contrario, cualquier determinante seguirá inmediatamente a su determinado
cada vez que se altere este orden normal. Lo mismo sucede con las partículas de enlace: si
la preposición va detrás de su sustantivo o la conjunción después de su verbo, éstas los
seguirán sin que medie ninguna otra palabra; las excepciones a esta afirmación son
puramente estilísticas [cf. ISEL, p. 208].
Sin embargo, son muchas las excepciones a la regla segunda, determinante
precede a determinado, como la mayoría de las secuencias fijas que denotan expresiones
técnicas o conceptuales: res publica, ius civile, dii inmortales, praetor urbanus, pater
familias, tribunus plebis, orbis terrarum, tarditas aurium, aes alienum, etc. También
constituiría una excepción a esta regla la posición posterior del genitivo partitivo. Por regla
general, la posición posterior del determinante siempre entraña alguna intención expresiva.
Hay también palabras que tienen una posición más o menos fija: las enclíticas
(quidam, quisque, -ne, -que, -ve) se apoyan en la que precede, el verbo defectivo inquam
decir, va siempre entre las primeras palabras textuales del discurso directo, las partículas
de coordinación autem, enim, vero, nunca aparecen a principio de párrafo, como sí lo
hacen nam y sus compuestos.
La posición final del verbo, que actúa como llave que cierra y a la vez conecta
todos los elementos de su oración, propicia estructuras sintácticas envolventes (ablativo
absoluto, construcción gerundial, participio concertado), que se caracterizan por
enmarcarse entre el sujeto y el núcleo del predicado, es decir el verbo en forma personal o
nominal; de este modo los complementos que acompañen quedan colocados delante de
cada forma verbal que los rige. El sujeto de la oración principal resulta ser, implícitamente,
el agente de las otras formas verbales y el poseedor de los complementos de toda la frase,
siempre que no se exprese otra cosa o no vaya contra la lógica de los hechos. La negación
suele situarse en la oración principal, aunque se refiera a algún elemento de la
subordinada. Antes que el empleo de sustantivos abstractos, se prefiere desarrollar el
concepto por medio de completivas de infinitivo, construcciones de participio,
sustantivos coordinados (endíadis) o complementos predicativos (CP).
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