PROCEDIMIENTO PARA

APLICAR LAS SANCIONES

Recurso elaborado por el Profesor Julio César Matos, a partir de las fuentes Este recurso contiene
siguientes: Constitución Dominicana, Santo Domingo, República Dominicana, 2010. Código un ponderado estudio
Penal de la República Dominicana. Santo Domingo, República Dominicana. Código Civil de la sobre el procedimiento
República Dominicana. Santo Domingo, República Dominicana. Torres Vásquez, A. (2001). para aplicar las
Introducción al Derecho. Editorial Temis S. A. Segunda edición. Bogotá, Colombia. García sanciones en el marco
Máynes, E. (2006). Introducción al Estudio del Derecho. México: Editorial Porrúa, México. de la norma jurídica.
García Fermín, Franklin; Sosa Pérez, Rosalía. (s/f). Introducción al Estudio del Derecho. Santo
Domingo, Rep. Dominicana: Ediciones Jurídicas Siglo XXI. Gerónimo, Feliz.
(2013).Introducción al Derecho Dominicano, Tercera edición. Santo Domingo, Rep.
Dominicana: Taller de Félix Gerónimo. Jorge Blanco, Salvador. (1997). Introducción al
Derecho. Primera edición. Santo Domingo, República Dominicana: Ediciones Capeldom.

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Prohibición de hacerse justicia por sí mismo
El adagio “nadie puede hacerse justicia por sí mismo” es una regla permanente para
existencia del estado de derecho, con mínimas excepciones en el derecho público y en el derecho
privado, después de la desaparición de la venganza privada. Sin embargo, esta regla contiene dos
excepciones, una en el ámbito del derecho penal, la cual se produce cuando una persona se
defiende por sí misma frente a una agresión actual e injusta (Art. 328 y 329 del Cód. Pen.). La otra
excepción se encuentra en el ámbito del derecho civil, específicamente en los artículos 672 y 673
del Código Civil. Estos dos últimos artículos instituyen que el propietario o poseedor de un
inmueble colindante con otro tiene derecho a cortar los árboles, vallados y raíces que penetran en
su propiedad.

Dentro del derecho internacional no existe una fuerza multinacional capaz de imponer (salvo en
situaciones excepcionales) las resoluciones, por lo cual los Estados recurren a aplicar sanciones
por sí mismos, tales como el bloqueo individual o colectivo o acciones en sucesos esporádicos,
manifestaciones de las antiguas guerras púnicas.

Intervención de la Autoridad Pública

En vista de que está prohibido hacerse justicia por uno mismo, la realización del derecho
conlleva la imperiosa necesidad de la intervención de la autoridad pública (los tribunales) para
tutelar tanto el interés público como el privado, que común mente se le llama vía penal y civil,
respectivamente.

La vía penal es activada cuando una persona ha infringido la ley penal. La acción pública puede
terminar con el descargo o condenación del imputado, que es la sanción represiva. A partir de la
entrada en vigor del Código Procesal Penal, el Ministerio Público dejó de tener el monopolio de la
impulsión de la acción penal, en vista de que ya la acción no es solamente pública, sino también
penal privada (Art. 29 CPP). En efecto, dicho Código Procesal Penal permite que la víctima,
debidamente constituida en querellante, pueda por sí misma ejercer la acción penal cuando la
infracción cometida en su perjuicio sea compatible con la acción penal privada, todo ello en virtud
de las disposiciones contenidas en el artículo 32 de la referida normativa procesal penal.

En la vía civil le corresponde al propio interesado acudir ante la justicia para exigir el reconocimiento
de su derecho. En esta vía la autoridad pública no interviene por iniciativa propia, sino mediante
apoderamiento de parte interesada.

Vía civil
Es el propio interesado es quien debe recurrir ante la justicia para hacer reconocer su derecho. La
intervención de la autoridad pública por su propia iniciativa en las cuestiones civiles nunca es como
parte principal.

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El título ejecutorio permite al interesado ejecutar los bienes de su deudor para que su producto sea
distribuido entre los acreedores proporcionalmente a sus créditos y tomando en cuenta los rangos
de los privilegios y de las hipotecas si las hubieres. Tienen fuerza ejecutoria las sentencias y otras
decisiones judiciales, la promesa de pagar una suma de dinero en fecha determinada otorgada ante
un notario y los certificados de títulos.

Vía penal
Cuando se infringe o se viola la ley penal nace la acción pública que puede culminar con una de las
soluciones del proceso penal, tal como la condenación del infractor. Esta es la sanción represiva. La
iniciativa de la persecución corresponde al Ministerio Público en razón de que el proceso penal
escapa a la voluntad de los particulares como regla general. El rol de los particulares es pasivo no
obstante que toda infracción da nacimiento a la acción pública que tiende a la aplicación de una
pena, y la acción civil, que busca, a su vez, la reparación del daño causado por la infracción. La
acción civil puede ser ejercida accesoriamente a la acción pública ante el tribunal penal o
separadamente ante el tribunal civil.

En el derecho penal dominicano, la pena máxima es de treinta años. La multa puede ser
compensada por un día de prisión por cada cinco pesos, pero nunca podrá ser la prisión mayor de
diez años (Ley 3379 del 8 de septiembre de 1952).

Vía administrativa
Tratándose del cobro de los créditos del Estado provenientes de los impuestos fiscales, el
procedimiento es más breve y sencillo por la presunción de credibilidad de que goza el Estado y los
municipios. El título ejecutorio lo otorga el juez de primera instancia a petición del Estado o del
municipio y también la administración tributaria de pleno derecho de acuerdo al Código Tributario.
La administración está dispensada de dirigirse previamente al juez antes de toda ejecución. Este es
el privilegio al que se llama “dispensa del previo”. Su decisión es ejecutoria y goza de una
presunción de verdad.

El contribuyente puede hacer caer el proceso de ejecución durante el curso de este. Es un proceso
a posteriori, el contribuyente toma el rol de demandante y el fisco de demandado; diferente al civil
en que el interesado tiene que recurrir previamente a la justicia. Dicho privilegio se explica por las
consideraciones desprendidas del interés general, porque es necesario forzar a los deudores del
fisco a pagar rápidamente. En cualquier otro proceso, el Estado debe ser considerado como un
particular.

Como consecuencia de este privilegio, la administración no tiene necesidad para constreñir al

contribuyente de proveerse de un título ejecutorio para embargar sus bienes y su forma de ejecutar
no está sometida a las prescripciones de la ejecución forzosa de los particulares. A este privilegio
se le llama “privilegio de la ejecución de oficio”.

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Sanciones disciplinarias
Estas sanciones tienen su origen en violaciones a los estatutos de grupos profesionales o
similares y consisten en la suspensión o exclusión de un asociado del cuerpo gremial al cual
pertenece.

En el caso de los miembros del Poder Judicial, las sanciones disciplinarias toman otros matices, en
vista de que es atribución del Consejo del Poder Judicial imponer las sanciones disciplinarias a los
jueces y empleados.