Вы находитесь на странице: 1из 4

Trastorno obsesivo compulsivo y la relación negativa que aborda la sociedad

Los Trastornos Obsesivos Compulsivos (TOC) se caracterizan por la inusitada aparición


de vivencias irracionales, experimentadas como impuestas y extrañas al Yo y que
producen angustia, malestar. El conocimiento de estas múltiples y variadas dolencias
tiene una amplia historia.  En la Edad Media eran consideradas como indicadores de
posesión demoníaca, por el contenido frecuentemente sexual o blasfemo, y tratadas,
por esta razón, con exorcismos o torturas, incluyendo la hoguera. Ya en 1838 descritas
por una gran figura como Esquirol, quien introdujo la humanización de quienes lo
sufren, así como el mismo que contribuyo al estudio sistemático de los trastornos
mentales, fueron consideradas por mucho tiempo como manifestaciones de
melancolía y depresión. Ya en nuestro siglo, Janet y Freud elaboraron diversas
hipótesis acerca de su psicogenia y propiciaron formas de psicoterapia para su
tratamiento. Sin embargo, a pesar de su prevalencia y de su carácter incapacitante que
los caracteriza, algunos estudios sugieren que alrededor del 60% de los pacientes con
TOC tardan mucho tiempo en solicitar ayuda profesional o no reciben tratamiento
debido a la falta de conocimiento por parte de los profesionales de la salud sobre el
TOC.

Actualmente, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales y la


Clasificación Internacional de Enfermedades utilizan ambos, los mismos criterios
diagnósticos para el niño y el adolescente como para los adultos, exceptuando que en
niños no se requiere el criterio de “insight” (en este caso, la capacidad de entender
que los fenómenos que uno experimenta no son reales). La prevalencia a lo largo de la
vida del TOC es del 1% al 3%, lo que le convierte en uno de los trastornos
neuropsiquiátricos más frecuentes de cierta manera. La sintomatología del TOC
comienza antes de la pubertad entre un tercio y la mitad de los sujetos.

El TOC se caracteriza por la presencia de obsesiones o compulsiones de carácter


recurrente lo suficientemente graves como para provocar pérdidas de tiempo
significativas (más de una hora al día) o un acusado deterioro de la actividad general o
un malestar clínicamente significativo. Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes
y persistentes que se experimentan en algún momento; esto conlleva que en la
mayoría de los sujetos causan ansiedad o malestar importante. Los síntomas obsesivo-
compulsivos varían considerablemente no sólo de un paciente al otro sino también en
un mismo paciente a lo largo del tiempo. A pesar de tales variaciones, algunos
síntomas son más frecuentes que otros.

Aunque existen numerosos parentescos en sus manifestaciones clínicas a lo largo de la


vida, los niños y adolescentes que padecen el Trastorno Obsesivo Compulsivo
presentan algunas peculiaridades. Por ejemplo, cuanto más joven es el paciente,
mayor será la probabilidad de que se observen compulsiones sin obsesiones. Los niños
carecen a menudo de la capacidad para reconocer los síntomas como ego distónicos
(esto quiere decir como disonantes con las necesidades y objetivos del niño), lo cual
les lleva a no resistir a la urgencia de llevar a cabo la conducta compulsiva (o ritual).
Por eso, el DSM-5 no requiere la introspección (insight) para establecer su diagnóstico
en el niño. Los niños pueden también presentar compulsiones parecidas a los tics, que
pueden ser confundidas con tics complejos, sobre todo cuando las compulsiones son
rituales táctiles (Rosario-Campos et al, 2005). En este caso, las compulsiones pueden
estar precedidas o acompañadas no solo de obsesiones sino también por diferentes
tipos de fenómenos sensoriales. Por otro lado, Los pacientes con TOC pueden sentirse
empujados a repetir las compulsiones hasta experimentar una sensación de alivio.

También, algunas personas pueden tener la sensación de grasa en sus manos y lavarlas
de forma repetitivas por este motivo mencionado. Otras pueden sentirse “incómodas”
por la forma en que algunos objetos están colocados en una estantería y tienen la
necesidad urgente de reordenarlos varias veces hasta que les parezcan estar “como
debería ser”. La evaluación de la presencia y gravedad de los fenómenos sensoriales es
importante ya que algunos estudios han demostrado que los pacientes con TOC de
inicio precoz parecido a los tics presentan un mayor número de fenómenos sensoriales
y algunos de ellos expresan que estos fenómenos producen más sufrimiento que las
compulsiones. Cabe señalar, que hasta la fecha, no hay acuerdo en cómo definir la
edad de inicio del TOC; algunos autores la establecen según la edad de inicio de los
síntomas y otros prefieren fijarla en la edad en la que los síntomas empiezan a
interferir en el funcionamiento normal de la persona.

Al igual que en la población adulta, entre el 60% y el 80% de los niños y adolescentes
con TOC sufren al menos otro trastorno mental comórbido. Los más comunes son los
trastornos de tics, el trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH), otro
trastorno de ansiedad, los trastornos afectivos y los trastornos de la conducta
alimentaria. Al igual que ocurre en el adulto, puede pasar bastante tiempo antes de
que se establezca el diagnóstico y comience el tratamiento. Los pacientes tienen a
menudo vergüenza o culpabilidad por sus síntomas o su conducta y las ocultan hasta
que llegan a interferir con su vida cotidiana. Las formas leves o moderadas pueden
detectarse sólo a partir de signos indirectos tales como un incremento del tiempo
necesario para realizar las tareas escolares, el aislamiento o lesiones cutáneas graves
derivadas de las compulsiones de lavado. Aquí podemos ver cuán importante son los
grupos de apoyos y asociaciones el cual influiría positivamente a las familias que están
en estas situaciones.

Es realmente sorprendente la manera negativa en el cual los trastornos mentales hoy


en día afectan a la sociedad, asimismo es importante dale la atención adecuada para
que las personas que tengan estas patologías puedan ser tratadas, y de ser posibles
incluirlas en la sociedad, ya que en estos días las personas con este trastorno son
apartadas por discriminación u otras causas , y no solo son excluidas de trabajos sino
de sus propias familias, viviendo muchas veces en las calles o en centros médicos
donde son muchas veces víctimas de violaciones a sus derechos humanos y son
víctimas de malos tratos por parte del personal de asistencia médica.

Por otro lado, en trastornos como este no solo tienen repercusiones en lo personal,
sino también familiares y sociales y que es un tema que debe ser tratado muy
seriamente; ya que esta desencadenando consecuencias muy graves, en lo familiar
como violencia, incomunicación, disgregación, ruptura, disgregación; en la sociedad
aumento de adicciones, aumento de suicidios, mayores índices de violencia pública.
Con una sociedad incluyente, partiendo de un gobierno que brinde apoyo en todo su
esplendor y una sociedad abierta, las personas con este trastorno u otro tendrían
mejores opciones de avanzar y sentirse realizadas.

Se necesitan grupos de apoyos no lucrativos para que apoyen a las familias, estos
mismos que cuenten con profesionales de la salud mental como asesores, los mismos
que visiten regularmente a estas familias y buscan educar sobre el trastorno; asimismo
que ayuden a las personas a reconocer los síntomas, reducir la aceptación familiar y
encontrar el tratamiento adecuado. Por otro lado, está el reunirse con personas que se
enfrentan a los mismos problemas da la oportunidad de intercambiar experiencias,
discutir cómo otros manejan los síntomas y aprender más sobre el trastorno. Los
grupos de apoyo también pueden ser útiles para los mismos pacientes, aunque de
menor grado en el caso de los niños.

BIBLIOGRAFIA

- Cobos, P. y López, C. (1992). Trastorno obsesivo compulsivo en la adolescencia.


Análisis y Modificación de Conducta, 18, 597-619.
- Wicks-Nelson, R. e Israel, A.C. (1997). Psicopatología del niño y del adolescente (3ª
ed.). Madrid: Prentice-Hall.
- Muñoz, M. y Pérez, E. (1990). Pensamientos obsesivos. En M.A. Vallejo, E.G.
Fernández Abascal y F.J. Labrador (Eds.), Modificación de conducta: Análisis de
casos (pp. 143-165). Madrid: TEA.
- Cruzado, J.A. (1998). Trastorno obsesivo-compulsivo. En Vallejo, M.A. (Ed.),
Manual de terapia de conducta, (Vol. I, pp. 363-428). Madrid: Dykinson.

Вам также может понравиться