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SUSTENTANTE:

Francisca Farias Alberto

MATRICULA:
16-EPDS-1-046

ASIGNATURA:
Neurociencia

MAESTRA:
Lucidania M.
INTRODUCCION
Las emociones son, pues, estados anímicos que manifiestan una gran actividad orgánica,
que se refleja a veces como un torbellino de comportamientos externos e internos, y otras
con estados anímicos permanentes.
Estas se conciben como un comportamiento que puede ser originado por causas externas e
internas; que puede persistir, incluso, una vez que ha desaparecido el estímulo y que
acompaña necesariamente, en mayor o menor grado, toda conducta motivada.
Se puede decir, que las emociones no son entidades psicológicas simples, sino una
combinación compleja de aspectos fisiológicos, sociales, y psicológicos dentro de una
misma situación polifacética, como respuesta orgánica a la consecución de un objetivo, de
una necesidad o de una motivación.
1- ¿QUÉ SON LAS EMOCIONES?

Las emociones son reacciones que todos experimentamos: alegría, tristeza, miedo, ira…
Son conocidas por todos nosotros, pero no por ello dejan de tener complejidad. Aunque
todos hemos sentido la ansiedad o el nerviosismo, no todos somos conscientes de que un
mal manejo de estas emociones puede acarrear un bloqueo o incluso la enfermedad.

Estas son algunas de las situaciones y reacciones fácilmente identificables que se producen
habitualmente en los seres humanos:

Temor a perder la vida o amenaza de un resultado negativo. Reaccionamos


luchando, huyendo, manteniendo la situación de alerta o paralizándonos.
Confrontación de intereses son nuestros semejantes. Reaccionamos con ira o enojo.
Pérdida de un ser querido. Reaccionamos con tristeza y empatizamos con las
personas que nos apoyan.
Celebración de un éxito o enamoramiento. Reaccionamos con exaltación.
Esfuerzo ante un desafío. Reaccionamos con satisfacción y alegría.
Ante personas que necesitan nuestra ayuda. Reaccionamos de manera rápida y
altruista aún a riesgo de nuestra seguridad.

2- ¿EXISTEN EMOCIONES POSITIVAS Y NEGATIVAS, CUALES SON?


¿JUSTIFICA U RESPUESTA?
Las emociones positivas como la alegría, el placer, la serenidad, la esperanza o la
tranquilidad también cumplen un propósito evolutivo, ya que se ha encontrado que amplían
nuestros recursos intelectuales, físicos y sociales, y permiten construir reservas que nos
ayudan a enfrentar amenazas.
Las emociones negativas son nuestra defensa en contra de amenazas externas, y nos ayudan
a enfrentarlas. El miedo es una señal de defensa ante un peligro , la tristeza es una respuesta
adaptativa ante una perdida, y el enojo surge cuando alguien nos ataca o invade.
3- ¿QUÉ ES EL CEREBRO EMOCIONAL?
El sistema límbico es la zona del cerebro que dirige nuestras emociones y
nuestras sensaciones más primitivas: aquellas relacionadas con la supervivencia (como por
ejemplo el miedo y la ira) y con las sensaciones del ser humano en torno a nuestro
comportamiento sexual. De hecho, muchos científicos han llegado a llamarle el ‘cerebro
reptil’  puesto que se encarga de nuestros instintos más básicos. Es una de las partes de
nuestro cerebro que tiene mayor antigüedad. Tiene más de dos millones de años y aún es
capaz de controlar ciertos comportamientos y sensaciones que hoy en día nos parecen muy
racionales: el cortejo, el buscar pareja para casarse, el buscar otros seres humanos que nos
dirijan o buscar una casa.
4- ¿QUÉ RELACIÓN EXISTE ENTRE LAS EMOCIONES Y EL
APRENDIZAJE?
Nuestras motivaciones y emociones potencian o inhiben la adquisición de conocimientos y
habilidades. Las emociones desagradables tienen especial capacidad para concretar y
retener la atención en lo que nos preocupa. Cuando la emoción es de tristeza, preocupación
o disgusto, nuestra atención se centra en las consecuencias negativas, y eso nos lleva a no
buscar otras opciones para cambiarla, lo cual no propicia el aprendizaje. El aprendizaje
participativo y experiencial crea motivación, no ocurre lo mismo con el aprendizaje
memorístico y repetitivo. Las tareas creativas son más motivantes que las repetitivas.
Teniendo esto en cuenta, nuestras motivaciones y emociones dirigen nuestras acciones y,
por tanto, los resultados que obtenemos.
Cuando estamos atrapados por el enfado, la ansiedad o la depresión, tenemos dificultades
para aprender porque no percibimos adecuadamente la información y, en consecuencia, no
la procesamos correctamente. Las emociones incómodas e intensas absorben toda nuestra
atención.
Contrariamente, la motivación positiva unida a sentimientos de poder tiene un efecto
impulsor de la perseverancia y en consecuencia del rendimiento.
La motivación tiene que ver con la energía y la vitalidad.
Un sencillo ejercicio para ayudar a vuestros hijos y/o alumnos a motivarse es SALTAR, ya
que proporciona esa energía impulsora para perseguir una meta.
En la neuroeducación se tienen en cuenta los diferentes ámbitos que implican el proceso de
enseñanza-aprendizaje. En este caso, nos centraremos en un aspecto relevante, las
emociones y su rol en la educación. Buscaremos entender la importancia de reconocer y
comprender su  participación para un aprendizaje duradero.
De igual manera, es importante tener en cuenta el desarrollo de la inteligencia
emocional. Siendo relevante el trabajo en estudiantes y docentes. En consecuencia, su
aplicación ayuda a profundizar y afianzar otros aprendizajes.

5- ¿CUÁL ES LA IMPORTANCIA DE EDUCAR SOBRE LA INTELIGENCIA


EMOCIONAL?
El sistema educativo tiene muchas fallas, como ya sabemos, pero una de las más
importantes, sin duda, es la falta de formación en gestión de las emociones. Las propias
carreras de Educación Infantil o Magisterio, ya deberían incorporar asignaturas encargadas
de enseñar a reconocer determinadas emociones, a distinguirlas y a trabajarlas. De este
modo se evitaría en gran parte el temido fracaso escolar, puesto que suele estar relacionado
casi siempre con el estado anímico o la situación social del pequeño/a.
Un profesor de Magisterio de la Universidad Complutense de Madrid, Rafael Guerrero, es
uno de los pocos que enseña a sus alumnos, además de las asignaturas de siempre, la
educación emocional, aunque de forma voluntaria por el momento, pues esto no se aplica
aún en ninguna universidad.
Pero no se trata solo de que los maestros y los profesores aprendan técnicas de educación
emocional para trabajar con sus alumnos, sino que se trata también (y es la parte más
importante) de que los propios maestros y profesores aprendan a manejar sus propias
emociones, puesto que esta es la única forma de que después, como adultos, podamos
enseñar a los más pequeños en la misma tarea.
Aprender a manejar las emociones es una tarea pendiente absolutamente básica, pues de
ello depende la facilidad que tengamos en el futuro para adaptarnos al entorno que nos
rodea y a los demás, a no frustrarnos a la menor decepción y a lidiar con nuestras
inseguridades y con la baja autoestima.
Aprender a identificar y a distinguir lo que sentimos, así como a controlarlo, nos dota de
seguridad y de empatía para poder entender a los demás y poder ayudarles. Estos motivos
son tan importantes para la vida, que apenas debería tener sentido el debatir que se estudie
en las universidades la inteligencia emocional o no. De nada sirve transmitir conocimientos
a los alumnos si después no van a saber qué hacer con su vida o dónde está realmente su
sitio en el mundo. El equilibro emocional es necesario para poder avanzar en la vida y para
poder tener más garantías de éxito académico, laboral y social, en general.
Como adultos sabemos que la vida se compone de altibajos, y por ello, que nuestra mente
se mantenga en un equilibrio es muy importante para no decaer en los momentos más
tristes o negativos por los que tengamos que pasar tarde o temprano. El estrés, las malas
notas, las dificultades personales en el aprendizaje…son motivos suficientes para que un
niño pueda derrumbarse y venirse abajo, perdiendo la capacidad de creer en sí mismo y
encaminándose hacia un posible fracaso escolar.
Tal vez se pueda evitar todo esto si aplicásemos, finalmente, el aprendizaje también de la
inteligencia emocional en nuestras competencias, y la tarea comienza por formar al
profesorado en ello, así como también, a ser posible, a los propios padres.Educar en
inteligencia emocional es, probablemente, una de las claves que necesita el sistema
educativo para remontar y adecuarse a lo que verdaderamente se necesita en la vida para
poder progresar.
CONCLUSION
La motivación y la emoción son dos procesos distintos que están íntimamente relacionados.
Ambas implican movimiento. Las emociones son lo que nos mueve, lo que nos impulsa a
actuar, y la motivación es la responsable de mantener nuestra atención sostenida en el
tiempo, la disposición al esfuerzo mantenido por conseguir una meta.
BIBLIOGRAFÍA
Capítulo 16: "Estrés, afrontamiento y salud"
Páginas: 411- 415.
https://www.monografias.com/trabajos5/emoci/emoci.shtml
www.uam.es/centros/psicología/pag

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