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¿Qué nos enseña la vida de Pedro?

Nos enseña que, a pesar de la debilidad humana, Dios nos ama y nos llama a la santidad.
A pesar de todos los defectos que tenía, Pedro logró cumplir con su misión. Para ser un
buen cristiano hay que esforzarse por ser santos todos los días. Pedro concretamente nos
dice: “Sean santos en su proceder como es santo el que los ha llamado” (I Pedro, 1,15)
Cada quien, de acuerdo a su estado de vida, debe trabajar y pedirle a Dios que le ayude a
alcanzar su santidad.
Nos enseña que el Espíritu Santo puede obrar maravillas en un hombre común y
corriente. Lo puede hacer capaz de superar los más grandes obstáculos.

¿Qué nos enseña la vida de San Pablo?

Nos enseña la importancia de la labor apostólica de los cristianos. Todos los cristianos
debemos ser apóstoles, anunciar a Cristo comunicando su mensaje con la palabra y el
ejemplo, cada uno en el lugar donde viva, y de diferentes maneras.

Nos enseña el valor de la conversión. Nos enseña a hacer caso a Jesús dejando nuestra
vida antigua de pecado para comenzar una vida dedicada a la santidad, a las buenas
obras y al apostolado.

La historia de Esteban nos dice mucho. Por ejemplo, nos enseña que no hay que disociar
nunca el compromiso social de la caridad del anuncio valiente de la fe. Era uno de los
siete que estaban encargados sobre todo de la caridad. Pero no era posible disociar
caridad de anuncio. De este modo, con la caridad, anuncia a Cristo crucificado, hasta el
punto de aceptar incluso el martirio. Esta es la primera lección que podemos aprender de
la figura de san Esteban: caridad y anuncio van siempre juntos.

La vida de Juan sirve para recordarnos de varias lecciones que podemos aplicar a
nuestras propias vidas. En primer lugar, el celo por la verdad siempre debe estar
equilibrado por un amor por la gente. Sin amor, el celo se puede convertir en dureza y
nos lleva a juzgar. En cambio, un abundante amor que carece de la capacidad para
distinguir la verdad del error, puede ser un sentimentalismo efusivo. Así como Juan
aprendió a medida que fue madurando, si hablamos la verdad en amor, nosotros y
aquellos con los cuales estamos en contacto, "creceremos en todo en aquel que es la
cabeza, esto es, Cristo" (Efesios 4:15).

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