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10 junio, 2006
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Al cabo de dos años ya era uno de los bailarines rusos más conocidos, en un país
donde el ballet era venerado y donde se convertía a los bailarines en héroes
nacionales. Poco después ya gozaba del privilegio excepcional de viajar fuera de
la Unión Soviética, cuando bailó en Viena en el Festival Internacional de la
Juventud. No mucho después, debido a su conducta, no se le volvió a permitir
viajar al extranjero, limitando sus actuaciones a giras por las provincias rusas.
Durante una gira en Dinamarca conoció a Erik Bruhn, un bailarín diez años
mayor que él, que se convertiría en su amante, su mejor amigo y su protector
durante varios años. La relación fue tormentosa debido a la promiscuidad sexual
de Nureyev, pero la pareja se mantuvo unida.
Al mismo tiempo, Nureyev conoció a Margot Fonteyn, la principal bailarina
británica de su época, con la que formó una relación profesional y de amistad.
Ella lo introdujo en el Royal Ballet de Londres, que se convertiría en su base
principal durante el resto de su carrera artística.
Nureyev fue inmediatamente solicitado por cineastas, y en 1962 hizo su debut
cinematográfico en una versión de “Les Sylphides” (Las Sílfides). En 1976
representó a Rodolfo Valentino en la película de Ken Russsell, pero no tenía ni
el talento ni el temperamento para dedicarse al cine.
Comenzó con danza moderna en el ballet nacional de Holanda en 1968 y en
1972, Robert Helpmann lo invitó a una gira por Australia con su propia
producción de “Don Quijote”, su debut como director.
Durante los años 1970, Nureyev hizo aparición en varios largometrajes y viajó
por los Estados Unidos en una reposición del musical de Broadway “El rey y
yo”. Se considera que su aparición en el programa “The Muppet
Show”, entonces en apuros, impulsó al programa que se convertiría en un éxito
internacional.
En 1983, fue nombrado director del Ballet de la Ópera de París, donde además
de director también continuó bailando. A pesar de su avanzada enfermedad hacia
el final de su cargo, trabajó incansablemente produciendo algunas de las obras
coreográficas más revolucionarias de su época. El talento y encanto de Nureyev
hizo que fuera perdonado muchas veces, pero la fama no mejoró su
temperamento.
Era notablemente impulsivo, temperamental, poco fiable y grosero con quienes
trabajaba. Entre quienes frecuentaba se encuentran Jacqueline Kennedy
Onassis, Mick Jagger y Andy Warhol y tenía poco tiempo para el resto. Al
final de los años 1970, ya pasados los 40, estos altibajos de carácter se
acentuaron, probablemente al darse cuenta del declive de sus fuerzas físicas.
Cuando el SIDA apareció en Francia alrededor de 1982, Nureyev, al igual que
muchos otros homosexuales franceses, ignoró la seriedad de la enfermedad.
Rudolf Nureyev
(Entre el lago Baikal e Irkutsk, URSS, 1938 - París, 1993) Bailarín y coreógrafo soviético,
nacionalizado británico. Nacido en un tren, inició su carrera en 1955, año en que ingresó en el
teatro Kirov de Leningrado para convertirse muy pronto en el primer bailarín de la compañía. A
partir de 1961 residió alternativamente en varios países de Europa Occidental y actuó en las
mejores compañías del mundo al lado de estrellas como Margot Fonteyn, con quien constituyó
una de las parejas de baile más aclamadas de todos los tiempos. Su prodigiosa técnica le
permitió abordar un amplio repertorio, aunque destacó, sobre todo, en el gran ballet
tardorromántico. Coreógrafo de sorprendente originalidad, sus trabajos se distinguen por lo
espectacular de su concepción: La bayadera, con música de Minkus; El lago de los cisnes,
de Tchaikovsky, y el ballet de Prokofiev inspirado en el Romeo y Julieta de Shakespeare.
Rudolf Nureyev
Tras completar una amplia formación artística (estudió danza clásica, arte escénico y dramático,
literatura, historia, filosofía, pintura y música), y después de ganar el primer premio en una
competición estudiantil de ámbito estatal disputada en Moscú, Rudolf Nureyev ingresó en 1955
como solista en la escuela del ballet Kirov, en Leningrado. Con clásicos como La bella durmiente, El
lago de los cisnes y Don Quijote, Nureyev logró situarse en la élite mundial con una rapidez
vertiginosa.
Pronto se puso de relieve su carácter rebelde, en constante lucha contra las normas de la
jerarquía cultural soviética, que limitaban el libre desarrollo de su arte. Todo ello le llevó a un
permanente conflicto con la dirección de la compañía, que culminaría en el escándalo que
protagonizó en París en junio de 1961. Después de separarse de la compañía, desobedeciendo
las órdenes del Ministerio de Cultura soviético, se le dio a entender que debía interrumpir la gira
y regresar a la URSS. La reacción del bailarín fue fulminante: se dirigió a dos policías franceses
solicitando protección personal y asilo político.
Mientras la imagen de la Unión Soviética sufría un duro golpe, el bailarín era muy bien recibido
en occidente. En el Royal Ballet de Londres, Nureyev cimentó su leyenda formando pareja con la
bailarina Margot Fonteyn, veinte años mayor que él: de la mano del coreógrafo Frederick Ashton,
Nureyev y Fonteyn se convirtieron en la pareja emblemática del ballet de la segunda mitad del
siglo XX. Trabajó asimismo en la compañía de Martha Graham y en otras formaciones, como el
American Ballet Theatre. En 1983 fue nombrado director del Ballet de la Ópera de París, puesto
desde el que desplegó su actividad hasta su muerte en 1993.
Rudolf Nureyev
(Entre el lago Baikal e Irkutsk, URSS, 1938 - París, 1993) Bailarín y coreógrafo soviético,
nacionalizado británico. Nacido en un tren, inició su carrera en 1955, año en que ingresó en el
teatro Kirov de Leningrado para convertirse muy pronto en el primer bailarín de la compañía. A
partir de 1961 residió alternativamente en varios países de Europa Occidental y actuó en las
mejores compañías del mundo al lado de estrellas como Margot Fonteyn, con quien constituyó
una de las parejas de baile más aclamadas de todos los tiempos. Su prodigiosa técnica le
permitió abordar un amplio repertorio, aunque destacó, sobre todo, en el gran ballet
tardorromántico. Coreógrafo de sorprendente originalidad, sus trabajos se distinguen por lo
espectacular de su concepción: La bayadera, con música de Minkus; El lago de los cisnes,
de Tchaikovsky, y el ballet de Prokofiev inspirado en el Romeo y Julieta de Shakespeare.
Rudolf Nureyev
Tras completar una amplia formación artística (estudió danza clásica, arte escénico y dramático,
literatura, historia, filosofía, pintura y música), y después de ganar el primer premio en una
competición estudiantil de ámbito estatal disputada en Moscú, Rudolf Nureyev ingresó en 1955
como solista en la escuela del ballet Kirov, en Leningrado. Con clásicos como La bella durmiente, El
lago de los cisnes y Don Quijote, Nureyev logró situarse en la élite mundial con una rapidez
vertiginosa.
Pronto se puso de relieve su carácter rebelde, en constante lucha contra las normas de la
jerarquía cultural soviética, que limitaban el libre desarrollo de su arte. Todo ello le llevó a un
permanente conflicto con la dirección de la compañía, que culminaría en el escándalo que
protagonizó en París en junio de 1961. Después de separarse de la compañía, desobedeciendo
las órdenes del Ministerio de Cultura soviético, se le dio a entender que debía interrumpir la gira
y regresar a la URSS. La reacción del bailarín fue fulminante: se dirigió a dos policías franceses
solicitando protección personal y asilo político.
Mientras la imagen de la Unión Soviética sufría un duro golpe, el bailarín era muy bien recibido
en occidente. En el Royal Ballet de Londres, Nureyev cimentó su leyenda formando pareja con la
bailarina Margot Fonteyn, veinte años mayor que él: de la mano del coreógrafo Frederick Ashton,
Nureyev y Fonteyn se convirtieron en la pareja emblemática del ballet de la segunda mitad del
siglo XX. Trabajó asimismo en la compañía de Martha Graham y en otras formaciones, como el
American Ballet Theatre. En 1983 fue nombrado director del Ballet de la Ópera de París, puesto
desde el que desplegó su actividad hasta su muerte en 1993.
Renace en Viena 'El lago de los cisnes' de
Rudolf Nureyev
Hace 50 años gozó de una interminable ovación.
El 15 de octubre de 1964, el telón de la Ópera de Viena subió y bajó 89 veces en una interminable
ovación a la versión de El lago de los cisnes que Rudolf Nureyev acaba de estrenar. Hoy, aquel
mítico montaje sube de nuevo al escenario, renovado pero manteniendo el respeto al bailarín ruso.
La apoteosis que generó la coreografía de Nureyev, que interpretó al príncipe Siegfried mientras la
mítica Margot Fonteyn hizo lo propio en el doble papel de Odin/Odette, entró incluso en el Libro
Guinness de los Récords. El montaje ha sido desde entonces un clásico en Viena, con algunos
descansos escénicos en la década de 1990, aunque no se pone en escena desde hace cinco años.
Ahora, el director del Ballet Estatal de Viena, Manuel Legris, ha revisado aquella primera
interpretación que Nureyev hizo del clásico de Chaikovski, con la intención de respetar el original
pero adaptándolo al nuevo tiempo y a los nuevos bailarines. Para empezar, Legris ha optado por
eliminar parte de la opulencia casi barroca del decorado, el vestuario y la ambientación que se
presentó en 1964. “Hemos hecho algo más estético, más ligero. Porque creo que ahora no podemos
usar elementos tan barrocos”, explica el bailarín y coreógrafo francés, que fue pupilo en París del
propio Nureyev. “Creo que la coreografía de Nureyev se merece que ahora, en 2014, sea mostrada
con más sencillez”, indica, señalando que esa estética recargada de 1964 sería hoy motivo de risa.
Legris, que ha danzado como Siegfried en la segunda versión de El lago de los cisnes que su
maestro hizo en 1984 para la Ópera de París, reconoce que le ha sido difícil mantener la distancia
para no contaminar el montaje vienés. Legris cuenta con Olga Esina y Vladimir Shishov, los
bailarines solistas del ballet vienés, para los papeles protagonistas de Odile y Sigfried.
http://www.milenio.com/cultura/renace-viena-lago-cisnes-rudolf-nureyev