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TECNOLOGÍA INTELIGENTE, TRABAJO Y EFICACIA MATERIAL DE LOS

DERECHOS.

Rodrigo Calderón Astete.1

I. INTRODUCCION.
Para que el derecho sea relevante no basta regule, importa por sobre todo su
eficacia. De la misma forma el derecho del trabajo requiere más, no solo que se defina
protector por principio, ya que su ejecución normativa permanentemente se tensiona entre
el que a la vez que defiende perpetúa la sumisión bajo la figura de la subordinación, sino
que debe orientar hacia esa eficacia su sentido de intervención, tanto para asegurar la
reproducción de la fuerza de trabajo como para permitir el desarrollo de la vida de los
sujetos reales de la relación más allá de las horas determinadas por el salario. Esto implica
comprender la realidad donde tal eficacia jugará sus cartas.
Dadas las formas actuales de desarrollo del trabajo y las tecnologías aplicadas todo
indica que en el futuro ni la prestación directa de servicios, ni el salario, ni el contrato
trabajador/empresa serán suficientes por si solos para caracterizar la relación de trabajo ni
las formas actuales de regulación sobre ellas las necesarias para cumplir objetivos que la
disciplina se propone; el trabajo al igual que los demás derechos económicos, sociales y
culturales deberá reconstruirse. La nueva oleada tecnológica de cobertura interdimensional
obliga no solo a la actualización lineal –todo reto de velocidad se perderá -, sino que se
requerirá reorganización y saltos de conectividad complejos y múltiples en direcciones y
estratos para una regulación que tienda a la eficacia.
Esa exploración de nuevos modos, dispositivos y formas de regulación comienza
con algunas certezas pero sobre todo intentando plantearse las preguntas para ese camino.

1
Abogado, Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad de Concepción. Maestro en
Teorías Críticas del Derecho por la Universidad Internacional de Andalucía, España. Doctor en Derecho por
la Universidad Pablo de Olavide, España. Estadía Postdoctoral en el Programa de Políticas Sociales de la
Universidad Católica de Pelotas. RS. Brasil. Actualmente se desempeña como profesor de Derecho del
Trabajo y de Derechos Humanos en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Correo postal:
Avenida Libertador Bernardo O¨Higgins 351, Departamento 617-B. Email rcalderon@academia.cl

1
2

II. ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO, ORGANIZACIÓN JURÍDICA.

II.a.- Tecnología y organización del trabajo.


La llamada cuarta revolución industrial que Nick Land ha llamado “la era de la
máquina molecular” (LAND. 2017.P.37) instala desde la cibertecnología bio-material-
virtual su lógica algorítmica de control total de la vida que desde el hacer material que
llamamos trabajo y justificado como I+D, provoca una evidente e imparable expulsión de
los trabajadores de sus puestos de empleo y la extinción de tipos de trabajo, acarrea una
reprogramación de la producción y los sistemas de asignaciones de tareas, tiempos de
trabajo, disciplinas y subjetividades; por otro lado el dominio de los tiempos vitales y
económicos de los trabajadores y de los otros actores externos o colindantes a la línea de
producción directa se ven a su vez afectados por esa reorganización,, lo que trae como
consecuencia cambios de comportamientos y adecuación no solo en los trabajadores que
permanecen en los puestos de trabajo sino en todo el universo de la producción y
reproducción de lo vivo y de la riqueza. Estas afectaciones, como no, inciden en la vigencia
material, la validez substantiva y la eficacia de los derechos de los trabajadores.
No obstante la contingencia de su forma esto no es nuevo, fue la Revolución
Industrial la que dejó manifiesto que la relación entre trabajo, producción y tecnología era
un todo inseparable. El maquinismo primero y la serie de tecnologías producidas y
aplicadas después en los más relevantes métodos de producción (Fordismo, Taylorismo,
Toyotismo, informatización) se verifican en procesos de afectación desde el tiempo de la
producción al tiempo vital, generando un orden y regímenes de trabajo que expandieron su
influencia a cada vez mayores aspectos de la vida, no solo involucraron el tiempo laboral
sino que colonizaron la actividad y disposición física, intelectual y psicológica de los
trabajadores, impactaron su anatomía, psicología y fisiología. A diferencia del trabajo pre
industrial o del modo de producción organizado en torno a máquinas simples que dibujaban
la organización de la vida en torno a la carencia inmediata y la afectación de las acciones
reproductivas desde esa urgencia lo que la expansión de tecnología sofisticada provoca es
una reorganización de corto y largo plazo de todo el proyecto de vida de los trabajadores.
Es lo que los especialistas llaman proyecto biográfico, entendiendo por tal:
3

“las ideas y nociones de normalidad de la secuencia temporal y material de las diferentes


fases de vida (por ejemplo: niñez en la familia de origen, formación, trabajo, fundar
familia propia, obtener casa propia, jubilarse etc.) y las prácticas y los planes de vida
correspondientes de los actores. El "proyecto biográfico", por lo tanto, es una proyección hacia
el futuro de lo que, para el individuo como actor, es lo "normal", lo deseable, lo alcanzable y lo
realizable, y, al mismo tiempo, es producto de las experiencias de vida anteriores. Sí usamos el
concepto "proyecto" es para afirmar lo emergente y lo abierto de las orientaciones,
ideas, prácticas y planes que tienen los actores tanto de su pasado como de su presente y futuro.
(PRIES. 1994. P. 5).

Ese ejercicio organizacional implica una producción de subjetividad de los trabajadores,


mecanismos de disciplinamiento que afectan las relaciones laborales entre las partes de la
producción y con ello determinan las formas de comportamiento individual y colectivo
deseable y posible para los sujetos involucrados.

II.b.- Organización de la producción y organización jurídica.


Hasta ahora las formas de realizar el trabajo se correspondían con una manera en
que el estado se organizaba para mediar las relaciones entre economía, institucionalidad y
súbditos, de allí que la organización oscilaba entre centralización, descentralización o
desconcentración calculada. El derecho aplicable siguió esos patrones mediante un control
territorial, localización de los ciudadanos y regulación de los flujos de población y con ello
de la circulación de información disponible, regulación de la tasa de empleo y de reemplazo
separando ambas en esferas regulatorias distintas, medidas de protección y seguridad social
para los incluidos y protección nominal para todos bajo la promesa de soberanía. En ese
orden la administración y ejecución de la disciplina laboral quedaba entregada primero a la
empresa como lugar del permiso del estado para la ocupación y uso de un territorio 2
(GODOY. 2018) así como ser el primer espacio burocrático de un estado en verdad ausente
para lograr la adhesión necesaria al proyecto de estado mediante el contrato con la empresa
autorizada.

2
ORELLANA GODOY, MILTON.¿Un gigante con pies de Barro? Estado y Región en Chile: Atacama
meridional (Taltal), 1850-1900. En La puerta del desierto: estado y región de atacama. Taltal, 1850-1900.
Mutante Editores. Santiago. 2018. Allí señala que como la penetración del estado en zonas por allegar se
hacía mediante un sistema de concesiones de explotación que al otorgar el financiamiento a los privados con
caudales públicos permitía que ellos hicieran custodia de sus intereses y del territorio y que se postergará el
gasto público ya que “En la perspectiva de los gobiernos centrales los empresarios, agricultores o ganaderos
eran la punta de lanza del avance de la civilización” P.55.
4

A la luz del paradigma liberal la relación entre particulares generaba un espacio


privado que solo podía ser penetrado por el orden público ante la necesidad de resolver
conflictos no resueltos por si mismos en el orden del contrato. El desarrollo de conflictos
similares a escalas mayores implicaba adecuar los mecanismos institucionales de control a
las esferas de las ciudades. Si se piensa bien, es dentro de estas respuestas de organización
del espacio y forma de la jurisdicción, que fue válida máxime hasta la época del toyotismo,
a las que seguimos apelando y pensando el derecho.
Esa forma de organización del trabajo que hacia disyunción de la producción de la
reproducción y de la vida que ya se mostraba conflictiva respecto de las relaciones con la
riqueza, con el entorno y con la vida dejada fuera tanto de la economía como de lo reglado
por la legislación laboral, se ha vuelto un campo en tensión más vasto y a la vez líquido.
Siguiendo a Bourdieu podemos hablar de un campo en disputa en el espacio de la
producción que estuvo siempre sujeto a tensiones en torno al lugar, poder y hegemonía que
los actores disponían en él, es decir “espacios estructurados de posiciones (o de puestos)
cuyas propiedades dependen de su posición en esos espacios” (BOURDIEU. 2011.P.112) y
es en esos espacios donde se disputa cuanto de disciplina, cuanto de jerarquía o de
participación en la ganancia pueden obtener las partes, cuanto orden puede imponer el
empleador sobre el trabajo, cual política social dirigida a los trabajadores puede desarrollar
el estado más o menos presente y cuanta reapropiación podía lograr la política
organizacional de las asociaciones de trabajadores. En el centro de la disputa entre trabajo y
capital y de las mediaciones que el estado hace en esa disputa se encontraban dos
preguntas, para unos copulativas y para otros diferenciadas pero que a esta altura
deberíamos saber sistémicas y holísticas: a) ¿cómo proteger a la parte más débil de la
relación capital-trabajo?; y b) ¿cómo establecer sistemas que comprendan de la mejor
manera la incidencia de tecnología, administración y régimen en la reproducción del trabajo
vivo?
Ese modelo de gestión de lo vivo y de las cosas, del trabajo localizado, de la ciudad
como espacio separado de la producción, esa organización de rutinas de relaciones
productivas separadas de las personales y comunitarias fuera de la empresa en su parte
hegemónica se ha roto en la era de la tecnología inteligente intensiva: ha cambiado el
5

trabajo y con ello todas las esferas de circulación de capitales se encuentran ya no


subordinadas sino usadas por la producción para el flujo de capital.

III. EL FUTURO DEL TRABAJO: REORGANIZACIÓN INTEMPESTIVA Y


MULTIPLICIDAD SIMULTÁNEA.

III.a.- Organización y reorganización del trabajo.


A partir de la irrupción de la informática en el trabajo los efectos de las anteriores
oleadas de tecnología se han multiplicado, ampliado y diversificado en nuevas
manifestaciones de organización de la producción, usos del tiempo, pretensiones de
eficiencia y productividad para la ganancia no solo como resultado sino como fin en sí
mismo. El nuevo capitalismo global reorganizó las formas y los sentidos buscando
mediante la conectividad y sujeción permanente del trabajo y del trabajador un
funcionamiento indiferenciado de la vida y de la actividad económica, fundiendo
producción y reproducción como si ya no solo la naturaleza o los territorios fuesen
inagotables sino también el tiempo y la capacidad corporal; se trata de
“una organización flexible y creativa que sabe surfear sobre todas las olas, adaptarse a todas las
transformaciones, tener constantemente un personal dotado de los más recientes conocimientos
y obtener una ventaja tecnológica permanente sobre sus competidores” cuestionando incluso
toda jerarquía de organización, más no el mando y la disciplina. (BOLTANSKI, CHIAPELLO.
2002. P.116).
Ya desde la década de los 60 del siglo XX que los modelos de organización
empresarial vienen ajustando cambios de estructuras y modos de organización del trabajo
que les permitan maximizar la productividad y con ello las utilidades, pasando del
paradigma de la auto-organización al de la información, de organizaciones piramidales a
una de redes direccionada hacia las conocidas como organizaciones fractales. “Las
características generales de la organización fractal son: descentralización, orientación a
procesos y orientación al personal. La alta directiva cede parte de su poder y competencias,
concediendo al colaborador mayores espacios y, por ende, mayor responsabilidad y riesgo”
(FRIEDMANN.2004.P.40), en que ya la organización no es solo conexión de partes
descentradas a un centro neurálgico (teletrabajo o maquila) sino que sus características
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están definidas por un rango de acciones distribuido y con autonomía orgánica diferente a
la de la línea producir, recoger, organizar y enviar. Esos sistemas basados en redes más
flexibles seguían sin embargo teniendo una cantidad de información reducida a sí mismos y
destinadas a partes y piezas intercambiables en que finalmente se produce una coordinación
de operaciones locales para un resultado global sincronizado.
La cuarta revolución industrial viene imponiendo un cambio aún más radical, toda
vez que la información no fluye hacia un centro de reunión sino en diferentes direcciones,
en que todos los lugares y espacios de producción son a la vez fijos y aleatorios,
ordenables, modificables pero siempre capturables en su uso de producción de valor. Ya no
es la empresa la que se organiza en redes sino que la estamos ante una economía en red a la
cual las empresas no pueden restarse. La maquina inteligente provoca un nuevo salto
acelerado, orientado a recoger del caos y no a organizarlo, del internet de los datos al
internet de las cosas todo se ha disparado. Se trata de información constituida en economía
provocando nuevos hábitos que tienden hacia la ganancia máxima y el precio cero del valor
de consumo, lo que obliga a reducir y reducir costos. Se le ha llamado capitalismo
cognitivo y en el:
La naturaleza del trabajo se transforma. El trabajo manual y la industria no se detienen, pero si
varía su lugar en el paisaje general. Como las ganancias son el resultado cada vez más de la
captura del valor gratuito generado por el comportamiento del consumidor, y como una
sociedad centrada en el consumo de masas tiene que estar constantemente abastecida de cafés,
sonrisas, servicios de atención al cliente, etcétera, la fabrica del capitalismo cognitivo es el
conjunto de la sociedad” (MASON. 2016. P. 193)

Todo esto ha significado una serie de transformaciones ya consolidadas y otras aun en


proceso.
Tal como lo vienen mostrando numerosos informes sobre futuro del empleo 3 el
cambio tecnológico provocará una ruptura de continuidades históricas, significará la
destrucción de una serie de empleos tradicionales, acelerará la obsolescencia de muchas
ocupaciones y provocará la creación de otros nuevos tipos de trabajos y labores que hasta

3
World Economic Forum, 2016; Citi GPS: Global Perspectives & Solutions. TECHNOLOGY AT WORK
v2.0, 2016.
7

ahora se han manifestado básicamente en los servicios de producción de nuevas tecnologías


de software, mecanismos de producción y reproducción programada como las impresiones
3D y sus nuevos usos productivos así como en la llamada industria creativa. Esto viene
significando un momento de destrucción, de reconstrucción y de invención de sistemas de
trabajo como de las relaciones laborales bajo nuevas formas de control del trabajo más allá
de la disciplina laboral clásica. Así por ejemplo en las discusiones sobre el futuro de la
economía y del trabajo, refiriéndose a Marx, Paul Mason escribe que aquél había logrado
determinar que “La fuente última de las ganancias es el trabajo, y en concreto, el valor del
trabajo obtenido coactivamente de los empleados debido a las relaciones desiguales de
poder imperantes en el lugar de trabajo” (MASON. 2016. P.88) y si bien eso es cierto para
la aún gran mayoría de los trabajos productivos y de servicios localizados físicamente, en
muchos trabajos que se originan en la tecnología o que son desarrollados dentro de ella el
supuesto de trabajo coactivo para una fracción del mercado de trabajo deja de ser un
absoluto y debe ser revisitado en sus conclusiones; pero más importante que ello es el
hecho que para la mayoría de los trabajos que se continuarán desarrollando por un buen
tiempo y que también serán copados de tecnología, el valor a obtener coactivamente ya no
se hará por las diferencias imperantes dentro de los lugares de trabajo sino que ello ocurrirá
en lugares, no lugares y otros espacios de sistemas completos y complejos de producción e
intercambio, de esta manera el trabajo y los trabajadores quedarán en suspenso en cuanto a
su locación o a la importancia de esta. De hecho ya puede apreciarse como todo el rediseño
de logística esta redibujando el sistema de valor del trabajo y centrándose en el costo de la
llamada última milla. Allí se estará jugando buena parte de la competitividad en materia de
comercio electrónico, de uso del tiempo y del transporte liviano de raíz humana (los
repartidores falsos autónomos) o de los costos en energía, combustible y daño al medio
ambiente4. Mientras que la discusión por el costo cero y la alta competencia en la
productividad de la entrega se centrara en los costos y precios de este tramo final de la

4
Al respecto puede verse:
 https://www.elperiodico.com/es/economia/20170522/ultima-milla-comercio-electronico-logistica-
6050052
 https://revistaempresarial.com/pymes/el-reto-logistico-de-la-ultima-milla/
 https://retina.elpais.com/retina/2018/05/07/tendencias/1525694500_260590.html
8

cadena de producción/distribución, esto ocasionará una distorsión por opacidad de la


producción de valor y redistribución de la riqueza en los otros tramos más alejados de la
última milla, de manera que los desajustes organizacionales y sobre todo del valor del
trabajo serán impuestas desde un centro no localizado y por ende exclusión del trabajo
formal de muchos trabajos y trabajadores en los tramos menos sofisticados
tecnológicamente de la cadena será una realidad presente pero no prioritaria.
El futuro del trabajo y con ello las formas de regulación verá profundas
reorganizaciones. A diferencia de las anteriores oleadas tecnológicas no solo se
caracterizará por continuidad y ruptura sino además dispersión no controlada de lo
múltiple.

III.b.- El futuro del trabajo, interpretar trabajo y futuro.


Hasta ahora las nuevas tecnologías aplicadas al trabajo tuvieron de común la
incorporación de una lógica maquínica que aplicó instrumentos primero y máquinas
después que afectaron el rendimiento del trabajo, aprovechar al máximo el binomio
esfuerzo-tiempo de trabajo; primero se actuó sobre la facilitación de los medios de trabajo
para pasar a luego a la organización serial de la producción; el trabajo se organizó en una
relación de mayor y mejor uso herramientas por tiempo de trabajo. Para ello socialmente
se pasó de la práctica colaborativa de la agricultura al orden industrial que requería una
organización, una disciplina y una subjetividad secuencial estandarizada, que en paralelo
produjo cambios en la lógica jurídica medieval de regular ciudades y espacios de tránsito
para pasar a regular mediante abstractos que se concretaban en espacios sino cerrados
claramente delimitados desde arriba: soberanía y contrato; los sujetos pasaron a quedar
sujetos a un ordenamiento: la compraventa y el arrendamiento de servicios como actos
privados individuales obedeció a ese momento.
Las revoluciones industriales significaron un salto de intensidad pero también de
ruptura entre trabajo de sustento y de producción. En la medida que la producción industrial
se hizo hegemónica fue necesario especializar el derecho. De esa especialización es hija el
derecho laboral y los derechos de la industria (patentes, impuestos, financiación especial,
etc.) en la medida en que se hizo necesario preservar la importancia de la producción
9

industrial para la acumulación del capital y la orgánica social necesaria para esa forma de
acumulación. Allí es donde entre esa continuidad y esa ruptura el plan hacer su aparición
como una forma a la vez de reducir la complejidad tanto como de controlar la diáspora. No
es coincidencia que la discusión acerca de los monopolios y la necesidad de proteger de
ello a los trabajadores y a los mercados hiciese su aparición con las crisis de capital hasta
llegar al crack del 39.
Ahora bien, la oleada tecno-inteligente que nos transita trae no solo continuidad-
ruptura y cierto control de dispersión sino que supone una reorganización completa de lo
social en torno a la tecnología, el uso del tiempo y la producción de subjetividades en
formas que hasta ahora no hemos conocido, basadas ya no en la repetición y adaptación
sino en patrones que mutan y se recrean permanentemente sin plan pre fijado. Habrá
continuidad para algunos trabajos intensificando los usos mecánicos de las herramientas y
ruptura para otros que serán abruptamente marginados del salto de la I+D y el trabajo
inmaterial; estos trabajos de alguna forma residuales de otras épocas permanecerán en
diversos lugares de la economía material pero subordinados o declarados prescindibles por
el nuevo orden. Debe sumarse que la ruptura no será solo tecnológica sino social; quedarán
en esas formas de producción residuales poblaciones residuales para la economía del
conocimiento, aunque sean relevantes demográficamente. Con ello se reorganizará ya no la
diferencia en una misma escala de competencia por nichos de mercado de trabajo sino una
coexistencia tensada por la interrelación subordinación, exclusión y obsolescencia no
programada de estos espacios sociales maquínicos no digitales de la producción. Se trata
no de subordinación al interior de las organizaciones productivas con peligro de ser
reemplazados por operarios más capacitados sino de co-funcionamiento de capas de
trabajos en explotación diferenciada a la manera de los estratos geológicos.
Los espacios, en tanto “conjunto indisoluble de sistemas de objetos y sistemas de
acciones” (SANTOS. 2000. P.18), se organizarán entre aquellos físicamente ubicados,
aquellos in-ubicados pero seguíbles de manera controlada y aquellos que divergen y se
multiplican en el rizoma, que no son observables en todo su movimiento sino solo en la
medida que se contactan, en que para accesar a ellos se hace necesario “tocarlos”. Todo
esto operará simultáneamente sobre el tiempo vida y el tiempo social, afectando sobre todo
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al tiempo burocrático y con ello al derecho. La jornada de trabajo que tenía como
contrapartida el descanso se verá afectada toda vez que habrá trabajo de tiempo intensivo
inmaterial compartiendo cronología con otros tiempos de trabajo programado por objetivos
de producción, de proceso, de alcance, de distribución y entrega fuera de los usos
temporales cronológicos vinculados a lugares. Mientras por una parte se producirá
continuamente con trabajadores en labores fijas habrán otros trabajos produciendo
discontinua y creativamente, por un lado segmentos sociales y de economías de producción,
de reproducción y de subsistencia operando con otros segmentos de ejecución virtual en
que a menos que la fase de conexión material se ordenará en una cadena de bloques
operativos que para la esfera de entrega de aquellos productos materiales se ajustarán en
una verdadera guerra de la ingeniería de logística.
Así los modelos tradicionales de pensamiento y análisis del trabajo quedarán, por el
tipo de información y la forma con que la manejan obsoletos; el arsenal teórico proveniente
de la sociología tradicional como del positivismo y postpositivismo jurídico y de la
organización institucional no poseen, por diseño, una formula de procesamiento de
conocimiento y medios de interacción y ejecución adecuada, se requiere salir del
causalismo lineal para pasar a la multiplicidad. Si tuviésemos que echar mano de modos
conceptuales hoy disponibles el modelo de rizoma formulado por Deleuze y Guattari5 es el
más adecuado del que hasta ahora disponemos para aproximarnos a estos nuevos desafíos
de comprensión y manejo de acciones. Ellos nos dan tres coordenadas para este hacer en la
multiplicidad: territorialziación/desterritorialización, existencia de estratos que a la vez que
sustentan una superficie se rompen en interacciones observables pero no previstas en su
efecto final y el comportamiento de los sistemas de organización como máquinas de
captura. Aplicado a los tipos de producción podremos observar veremos cada vez más
trabajos exclusivamente localizados versus otros absolutamente desterritorializados y que
conectan con otras matrices y puntos para su materialización de producción de riqueza.
Veremos además una organización social por estratos reconocibles que sobre objetos
conocidos operan en lógicas y subsistemas históricos coexistentes y no necesariamente

55
Al respecto puede verse DELEUZE GILLES, GUATTARI, FELIX. Mil mesetas. Capitalismo y
esquizofrenia. Pretextos.Barcelona. 2008.
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compatibles. Siguiendo un ejemplo que me gusta usar porque es claramente percibíble, en


un mismo espacio territorial podemos encontrar desde el viejo zapatero hasta la impresión
de zapatos por 3D con fines ortopédicos ultra especializados y entre estos polos otras
economías productivas que van desde quien produce zapatos de manera artesanal o
industrial acompañadas de sus puntos o formas de venta local o virtual y con destinatarios y
calidad diversas, incluyendo algunos que ni producen ni venden sino que intercambian o
distribuyen para su venta marginal y/o clandestina. Se corre con ello el serio riesgo que esta
forma total de organización desorganizada y control de la vida (biología, tiempo, psiquis,
espacio, reproducción, subsistencia) sea una gran máquina de captura sin cuerpo pero con
manifestaciones ultra realistas de opresión psíquica, de control de pago, de medios de oferta
compra y venta de lo indispensable, lo necesario y lo superfluo con prescindencia de las
necesidades reales de los sujetos humanos vivos.
Para todo ese modelo el derecho moderno y sus sistemas de reducción de la
complejidad por subsunción, por especialidad o por repetición ya no son capaces de dar
respuesta en perspectiva holográfica y sin duda se necesita pensar otro derecho también
para el trabajo.

IV. LOS MODELOS JURÍDICOS DE RESPUESTA EXISTENTES Y LOS


NECESARIOS.

IV.a.- Los efectos de las trasformaciones.


Sabemos que esta cuarta revolución industrial se traduce en tasas crecientes de
reemplazo de mano de obra por tecnología y sistemas informatizados con índices de
productividad constante que los humanos no pueden mantener. No solo hay reemplazo de
trabajadores por máquinas inteligentes sino que además una valoración de los trabajadores
que se organizan en escalas según que conocimientos tienen o se presupone deben haber
adquirido antes o de manera sobreviniente durante el empleo. Se suma a esos cambios la
obsolescencia anticipada de capas de trabajadores con independencia si son profesionales,
técnicos u obreros también por su incapacidad real o subjetiva para trabajar en métodos
fluidos, en trabajos que necesariamente son multifuncionales; se adiciona la multi
12

empleabilidad para trabajadores contratados como informales. Todo esto que el


pensamiento dominante del emprendimiento como medio/fin traduce en posibilidad de
mayores ingresos y libertad operativa acarrea desempleo pero también miedos variados
sumados a perder el trabajo o no encontrar uno, quedar obsoleto, no poder reemplazar con
igual urgencia fuentes de ingresos inmediatas a las que se pierden, la sensación de no saber
hacer en este nuevo mundo versus el mito/sensación de que en la red social todo es posible.
Los sistemas de protección social también han sido impactados por la crisis del
estado de bienestar, interna pero también inducida, por el acento neoliberal de las políticas
públicas en que se ha girado hacia el hiper-individualismo, perdiéndose el carácter público
de la seguridad social, transformada en asignaciones desde el estado a privados ya no
ciudadanos y que ha reemplazado el estado solidario por uno supletorio. Las respuestas de
los movimientos de trabajadores se han instalado entre el reclamo y la demanda, faltan
propuestas por una faltante o desgastada comprensión del asunto. El problema es del
individuo trabajador aislado como también de la organización social pero esta vez alcanza
además al estado y la forma como organizó las respuestas históricamente. “Como acuñó
Joseph Schumpeter, dichos procesos siguen una lógica de “destrucción creadora”. Esto
llama a la necesidad de los gobiernos de anticiparse a estos fenómenos y desarrollar
políticas públicas que hagan frente a estos riesgos y mitiguen los costos asociados.”
(ABELLA. 2017). Mientras los neoliberales insisten en emprendimiento y
autocapacitación, los trabajadores buscan capacitación para la movilidad que si no es el
estado las empresas no entregan porque significa costos entregados a la competencia. Acá
los modelos de protección social se vuelven débiles ya que incluso si se piensan óptimos
para la vejez o la enfermedad no resuelven el ahora y la normalidad de la exigencia
biológica y psíquica que Byung-Chul Han describe como el proceso de auto explotación
disfrazado de auto realización. (HAN. 2012).
La respuesta jurídica a la tecno revolución ha sido diversa y en todo caso
insuficiente. Los que promueven una globalización neoliberal proponen constantemente
desregulación, flexibilización, sistemas de derecho reflexivos y una nueva lógica jurídica
que es en verdad económica conocida como análisis económico del derecho: lo que no
permite la productividad es una negatividad necesaria de remover. Aquellos que han
13

buscado construir y expandir garantías y su judicialización adoptando derechos


fundamentales, flexibilizan los mecanismos de apreciación de la prueba y dan renovada
preponderancia de los principios como mecanismos normativos de hermenéutica; se trata
siempre de un control ex post como respuesta a la lógica sistémica. Desde el punto de vista
del derecho sustantivo sin embargo la cuestión no ha producido derechos de manera
orgánica y las normas sobre trabajo y protección de derechos continúan manteniendo una
estructura de Código del Trabajo basado en enfrentar en la relación contractual, se continua
tratando al derecho individual como al colectivo de manera separada con un cierto criterio
civilista sobre los contratos y dentro de la regulación de solo un determinado tipo de
trabajo, el subordinado tradicional, pero no en toda la cascada de tipos de trabajos que
concurren a lo productivo; agravado además porque ve los derechos desde un punto de vista
formal sin cerrar la brecha entre existencia de derechos, vulneración, subjetividad y
reclamación. También desde la teoría del derecho del trabajo hay un agotamiento en la
forma de entender el trabajo y la regulación de éste, como de la existencia de espacios y
modos diferentes que requieren una perspectiva no solo pluralista sino probablemente
múltiple de comprensión, interpretación y aplicación del derecho. Estamos en presencia de
un problema paradigmático de quienes entienden que el derecho funciona a una velocidad
menor que los cambios sociales y tecnológicos lo que produce una insistencia en las formas
tradicionales de conocimiento y respuesta jurídica sobre los problemas.
El modelo jurídico de reformas legales que actualicen situaciones de hecho para
adecuar las relaciones entre partes claramente individuadas y con voluntad nítida siempre
vigente ha dejado de ser un modelo sustentable toda vez que
“el proceso de subjetivización autónoma es puesto en peligro por la aceleración caótica, y la
subjetividad sociales capturada y subyugada por la gobernanza del capital, sistema constituido
de dispositivos automáticos que funcionan a una velocidad asombrosa” (BIFFO. 2017. P.76).

Esa aproximación nos permitirá delimitar un campo abierto y transicional de juridicidad


que los nuevos sistemas de trabajo intensos en tecnología opacan en cuanto a su
percepción, reforzando el contenido de regulación y protección material que ha querido el
derecho del trabajo abandonando mecanismos y pensamientos formalistas.
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A nuestro entender los mecanismos de derecho positivo, institucionalizado y formal


que hemos conocido ya están siendo ejecutados y pueden ser perfectibles pero a la vez
tienen un punto de saturación al cual no se le puede instrumentalmente pedir más de lo que
es posible realizar con ese tipo de instrumental. En efecto, incluso en la regulación de los
procesos complejos que en Chile hemos conocido como de subcontratación o tercerización,
de prestación de servicios temporales o de fenómenos como los multi-rut se ha intentado
enfrentar a esa conformación de redes coligadas a una empresa central con respuestas que
siguen una lógica de dispersión en ramas en base a un tronco común y que siguen no una
lógica de rizoma sino de árbol, que Deleuze y Guattari explicitan señalando que se trata de
“una lógica de calco y de reproducción” (DELEUZE, GUATARI, 2008. P 17) no de
cartografía, lo que quiere decir que hemos intentado frente a un problema reproducirlo
mediante sistemas de unificación controlada ante problemas recurrentes.
Se requiere para enfrentar el problema general otro paso adelante, que implique un
nuevo paradigma jurídico que trabaje sobre espacios y dibuje cartografías para aterrizajes
protectores no necesariamente repetitivos y abandone la lógica de la igualdad por una de la
multiplicidad. Se trata en consecuencia de hacer movimientos normativos flexibles para
soluciones diferenciadas, de procesos hermenéuticos de estratos múltiples sobre formas
históricas de producción coexistente y una forma de comprender las relaciones de
producción, de trabajo y de obligaciones no solo sobre la línea visible de la cadena de
producción/distribución y su logística sino sobre el espacio ampliado y colateral de entorno
de los bloques de relaciones y por ende de obligaciones en que se verifican.

IV.b.- Un futuro para el Derecho del Trabajo.


De aquí entonces que la pregunta ante esta oleada no ya de cambios sino de
transformaciones sistémicas sea ¿Qué debe hacer el derecho del trabajo para enfrentar los
desafíos que la reorganización del trabajo tradicional y la aparición de nuevas formas de
trabajo requieren? La respuesta no es sencilla ni breve, probablemente porque obliga a un
deconstrucción y reconstrucción del Derecho del Trabajo tal como lo conoceos. Avancemos
en algunas pistas exploratorias:
b.1- Replantearse los paradigmas jurídicos.
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Es un hecho cada episteme o paradigma incide en los procesos económicos (por


ejemplo economía lineal, economía circular) y en los modelos jurídicos (formalismo,
monismo) de ejercicio social. El sistema de pensamiento moderno bajo el que nació
primero el derecho de corte liberal hegemónico en occidente primero y dentro de él el
derecho del trabajo inevitablemente están marcados por la formación que dicho sistema
adquirió. Desde éste punto de vista ya en otro trabajo señalamos que el paradigma moderno
del derecho puede ser descrito como:
“monista, de lógica racional binaria, conceptual de aproximación abstracta,
epistemológicamente reduccionista, ideológicamente liberal individualista,
patrimonialista, formalista, perimetral, lineal progresivo, soberanamente mediatizado
y excluyente, jerarquizado, estratégicamente procesalista, patriarcal, culturalmente
excluyente”(Calderón. 2015. P.111).
Lo que resulta importante porque el derecho del trabajo, que ha buscado impactar no solo
en las relaciones formales entre los sujetos del eje capital/trabajo sino en las condiciones
materiales de su práctica y en la satisfacción de las necesidades de los trabajadores que
venden su fuerza de trabajo, no es ajeno a ese paradigma; a lo más relativizó la
aproximación abstracta al fenómeno regulado y el carácter formalista atendiendo al
principio de realidad y medió en lo patrimonialista centrándose en el salario como también
en pagos no monetarios y condiciones de seguridad sobre los trabajadores, dejando intactos
todos los demás pilares, así fuese por su incapacidad de romper con ese modelo de ratio o
por la falta de fuerza de sus fuentes materiales para volcar los resultados de la producción a
favor de quienes constituyen el factor vivo de la misma.
La cuestión es que la nueva oleada tecnológica y las economías que de allí pueden
surgir llegan a poner en duda para algunos autores la continuidad misma del modo de
producción toda vez que “la posibilidad de que el capitalismo (un sistema basado en los
mercados, la propiedad y los intercambios) no sea capaz de capturar el valor generado por
la nueva tecnología” (Mason. 2016. P. 57) y esto hace que todos los productos jurídicos de
respuesta surgidos bajo ese modo de producción se jueguen su validez, su eficacia y
obsolescencia en el camino. Para los modelos de producción hegemonizados por la
estandarización de lo producido, tanto sus mercancías como sus relaciones sociales era
16

posible dar una respuesta, lo que no es tan seguro como parece, ya que ante lo ductil se
requiere creatividad. La forma de organización en base a reducción por semejanza de la que
emana el modelo de la codificación se pone en riesgo. Como lo explica Eli Pariser:
“la codificación es muy útil: te dice lo que puedes hacer con un objeto; una vez que
decides que algo se ajusta al esquema silla no tienes que pensarlo dos veces para
sentarte en ella. Sin embargo, cuando la codificación es muy reducida, dificulta la
creatividad” (Pariser. 2017. P.102)
El cómo se vayan a dilucidar esas problemáticas depende de las preguntas que se
planteen, los campos que se observan y los paradigmas jurídicos con que se trabaje y se
piense la relación trabajo, trabajadores y derechos. Como es un escenario móvil y en
proceso nos parece que por ahora solo podemos esbozar algunas hipótesis de trabajo que
nos lleven a explorar esas preguntas. Esto también se aplica al derecho del trabajo, que si
bien enfatizando los principios alcanza mayor ductibilidad frente a la realidad, la
organización multidimensional flexible de la producción y las relaciones sociales que se
generan como consecuencia. De ésta manera a menos que también nos preparemos para un
salto epistemológico que logre acercar al derecho del trabajo a la nueva realidad productiva,
se corre el riesgo de quedar cada vez más lejos de incidir en lo real de la vida de los
trabajadores.
“Un nuevo derecho requiere cambiar precisamente esos criterios de simplificación y
jerarquía por los de complejidad, integración, priorización y participación. Romper el
zesgo disyuntivo y bipolar del pensamiento jurídico moderno implica pasar de la
resolución de la tensión lineal de un conflicto por imposición de fuerza de un polo de
la tensión a la producción de un campo de resoluciones que dé cabida a las
alternativas y a los cálculos no solo de eficacia sino también de razonabilidad”
(Calderón. 2015. P.120).

b.2.- Recontextualziar el derecho del trabajo para salir de la prisión cognitivo histórica.
De lo anterior surge la imperiosa necesidad de recontextualizar el derecho del
trabajo en relación con las formas históricas en que se desarrollan los nuevos escenarios de
uso de las tecnologías y del trabajo. Si se recuerda bien el derecho del trabajo surgió como
un efecto de la Revolución Industrial, y lo fue en dos tandas diferenciadas que acaban
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reuniéndose pero nunca del todo unificadas: primero el derecho individual del trabajo como
respuesta de organización jurídica en reacción a la generalización de la prestación civil de
servicios, en que “las leyes sociales o laborales que se dictan a partir del siglo XX dividen
el mundo del trabajo productivo en dos continentes separados, trabajo subordinado y
trabajo autónomo” (Pierry. 2018. P.4); segundo el Derecho Colectivo del Trabajo, que fue
una reacción a la cuestión social derivada de la reorganización de capital, propiedad y
producción que la revolución industrial reorganizó, derecho colectivo que fue ampliamente
reprimido en su fuente de organización de los trabajadores y que decía relación no solo con
nuevas formas de trabajar sino de controlar la unión de los trabajadores que originó los
sindicatos pero que se hacía natural en la medida que estos se encontraban en un mismo
punto de reunión, “pues la reunión masiva de trabajadores en un centro de trabajo (fábricas)
es la que permite una toma de conciencia de injusticias, necesidades e intereses comunes”
(Caballero. 2018. P.6). Así el derecho del trabajo fue la organización de una relación de
formas y de una forma de disciplinamiento y transacción.
La reorganización productiva está cambiando todo esto en más de un sentido.
Primero en apariencia por que la dispersión de los nódulos de trabajo parece hacer olvidar
que si bien ya no están reunidos en un mismo lugar si están vinculados y relacionados
incluso más profundamente que antes, segundo en que ya las funciones a la vez que se
multiplican se reúnen bajo nuevas formas, tercero porque lo que se dispersa es la sensación
de pertenencia o de intereses comunes pero la organización productiva sigue decidida desde
un lugar que no es el del trabajador, dirigida incluso de manera de reunión flexible adquiere
manifestaciones para el trabajo que no borran lo esencial de su ejercicio biofísico de trabajo
corporal ya que incluso el trabajo en altas tecnologías involucra la corporalidad que aloja la
red neuronal que la piensa, donde en sus formas moleculares lo que aún se pone en riesgo
en la ejecución del trabajo es la integridad bio-psico-social, que es el centro de la discusión
sobre los falsos autónomos que asumen un riesgo en que sus beneficios siguen
acumulándose por quienes poseen el capital.
De ésta forma esa separación entre derecho individual y colectivo que nunca cuajó
debe ser revisada, por que la cuestión social es ahora cultural pluralista y sistémico
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ambiental y eso requiere una nueva forma de pensar la contingencia y las formas jurídicas
que se agrupan bajo lo que hoy llamamos derecho del trabajo.

b.3.- Proponer acciones de inicio de una transformación jurídica.


Para hacer posible ese proceso de reformulación se requiere una comprensión
distinta del fenómeno como del proceso de generación de una nueva forma de regulación
posible que nos acerque al objetivo de regular, el producir que el trabajo no sea avasallado
por el capital sin que el derecho tenga algo que decir. No se trata de substituir un viejo
código por uno nuevo o actualizar leyes sino de generar ejercicios jurídicos que enfrenten
contingencias pero que permitan construir otras formas regulación para la contingencia
novedosa de reunión de la reorganización productiva constante. Se requiere de un derecho
neuronal antes que formal, de una reprogramación de la juridicidad que permita ese salto.
Algunas de estas pistas posibles son:
1. El reemplazo del principio de jerarquía normativa por uno de satisfacción de necesidad
de protección que busque en las normas disponibles en relación con los principios en juego
de una solución no sujeta ni a la forma piramidal jerárquica ni necesariamente a la forma
ley. Puede ser descrita como un aceleracionismo conceptual de los principios y la
protección.
2. El reordenar los principios reguladores del derecho del trabajo en base a otros principios
externos de protección ineludibles y holísticos como son el principio de precaución y
prevención del futuro y la responsabilidad sobre él, sobre los entornos actuales de las líneas
de producción y distribución. Se requiere una ecología jurídica de la horizontalidad del
espacio total del bloque de producción e intercambio.
3. Pasar de una hermenéutica de la igualdad de trato a una de la desigualdad de escalas, de
manera que al considerar trabajos que formen parte de estratos de formas de producción
histórica diferente y persistentes se analice cada tipo de trabajo y de relaciones de
obligaciones en la escala de historia tecno productiva que le corresponde. No se le puede
dar idéntico criterio de solución al empleado del zapatero que al que imprime en 3D basado
en ortopedia avanzada. No basta una legislación y una interpretación de presente etéreo.
19

4. Abandono del paradigma de la actualización permanente normativa por la construcción


de mecanismos de enlace sobre las ideas de paradigma jurídico antes descritas,
5. Ya sobre la regulación no del espacio que va de la producción a la entrega final de lo
producido a la sociedad en su punto de venta/salida que incluya el movimiento logístico de
desplazamiento y el impacto en la cadena de trabajo directo, de los relacionados como de
aquellos en que se instala en localizaciones precisas.
6. La reorganización de jurisdicciones con competencias simultaneas y resolución por
cooperación y conexión de los conflictos coligados, según donde detonen los puntos de
toque del proceso de intercambio, pasando del hoy reservado modelo de jurisdicción
territorial a uno detección en línea por exploración de mensajes de la red 6 qe permitan una
reacción mucho más veloz para mecanismos de fiscalización o precautorios que permitan
hacer de las etapas de jurisdicción de discusión no etapas de inicio en cero sino con
preexistencia de conocimientos.
7. La ductibilidad de la interpretación y la aplicación del derecho repotenciando los
principios esenciales del derecho del trabajo en una perspectiva ya no valórica sino de
ciencia de los relacionamientos, lo que ya había sido advertido por ejemplo por Américo
Plá cuando señaló que:
“no son pues principios de derecho del trabajo sino de la ciencia que estudia la
forma de elaborar y aplicar el derecho del trabajo. Tienen un carácter
instrumental: se refieren a cómo se debe actuar para lograr un determinado
resultado”(Plá. 1998. P.12)
y esa forma de ciencia jurídica debe hoy ser a su vez cibernética, circular, no jerárquica e
integrada. e integrada y no lineal, formal y jerárquica. Se trata de un saber/hacer que es
praxis de pensamiento y praxis de resolución, no solo de aplicación de códigos o leyes sino
de efectivización de garantías escritas o por formular.

6
A la manera de apliaciones sobre observación de redes como los de Twicalli (www.twicalli.cl) o Galean
(www.galean.cl ).
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V. CONCLUSION.
Es imposible siquiera un cierre provisorio en este estado de desarrollo del proceso
inacabable de reticulación y salto permanente. Ciertamente que el futuro del trabajo estará
cada vez más ligados a los usos, apropiaciones y exclusiones que marque la tecnología, que
los intereses de gobierno y regulación que no compensan la necesidad de trabajar sobre
nuevas lógicas también dinámicas y radicalmente combinadas entre lo virtual y lo real
carecerán no solo de vigencia, entraran no solo en obsolescencia, sino que sobre todo
carecerán de sentido, se volverán inertes por inanición de información y producción de
respuestas. El cambio de paradigma jurídico es inevitable y urgente si se quiere salir de la
máquina de captura de lo moderno y lo novedoso que se nos propone como fundamento de
cada cambio en una regulación que es reflexiva y pro funcionamiento autónomo del sistema
de producción, intercambio y trabajo antes que protectora. Si los que hemos dedicado
esfuerzos al derecho del trabajo surgido como respuesta a la revolución industrial de fines
del siglo IXX queremos que todo lo hecho no se pierda y no se desperdicie la experiencia,
necesitamos pensar ese otro paradigma y esas otras respuestas y abandonar los modelos de
hacedor de justicia con que hemos trabajado. En ese esfuerzo hay que advertir que incluso
el Juez Dread o Blade Runner están ya superados, son imaginarios futuristas de principios
del siglo XX no del intempestivo presente de futuros múltiples que se nos exige. La tarea es
pensar otro derecho.

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