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DERECHOS.
I. INTRODUCCION.
Para que el derecho sea relevante no basta regule, importa por sobre todo su
eficacia. De la misma forma el derecho del trabajo requiere más, no solo que se defina
protector por principio, ya que su ejecución normativa permanentemente se tensiona entre
el que a la vez que defiende perpetúa la sumisión bajo la figura de la subordinación, sino
que debe orientar hacia esa eficacia su sentido de intervención, tanto para asegurar la
reproducción de la fuerza de trabajo como para permitir el desarrollo de la vida de los
sujetos reales de la relación más allá de las horas determinadas por el salario. Esto implica
comprender la realidad donde tal eficacia jugará sus cartas.
Dadas las formas actuales de desarrollo del trabajo y las tecnologías aplicadas todo
indica que en el futuro ni la prestación directa de servicios, ni el salario, ni el contrato
trabajador/empresa serán suficientes por si solos para caracterizar la relación de trabajo ni
las formas actuales de regulación sobre ellas las necesarias para cumplir objetivos que la
disciplina se propone; el trabajo al igual que los demás derechos económicos, sociales y
culturales deberá reconstruirse. La nueva oleada tecnológica de cobertura interdimensional
obliga no solo a la actualización lineal –todo reto de velocidad se perderá -, sino que se
requerirá reorganización y saltos de conectividad complejos y múltiples en direcciones y
estratos para una regulación que tienda a la eficacia.
Esa exploración de nuevos modos, dispositivos y formas de regulación comienza
con algunas certezas pero sobre todo intentando plantearse las preguntas para ese camino.
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Abogado, Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad de Concepción. Maestro en
Teorías Críticas del Derecho por la Universidad Internacional de Andalucía, España. Doctor en Derecho por
la Universidad Pablo de Olavide, España. Estadía Postdoctoral en el Programa de Políticas Sociales de la
Universidad Católica de Pelotas. RS. Brasil. Actualmente se desempeña como profesor de Derecho del
Trabajo y de Derechos Humanos en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Correo postal:
Avenida Libertador Bernardo O¨Higgins 351, Departamento 617-B. Email rcalderon@academia.cl
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ORELLANA GODOY, MILTON.¿Un gigante con pies de Barro? Estado y Región en Chile: Atacama
meridional (Taltal), 1850-1900. En La puerta del desierto: estado y región de atacama. Taltal, 1850-1900.
Mutante Editores. Santiago. 2018. Allí señala que como la penetración del estado en zonas por allegar se
hacía mediante un sistema de concesiones de explotación que al otorgar el financiamiento a los privados con
caudales públicos permitía que ellos hicieran custodia de sus intereses y del territorio y que se postergará el
gasto público ya que “En la perspectiva de los gobiernos centrales los empresarios, agricultores o ganaderos
eran la punta de lanza del avance de la civilización” P.55.
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están definidas por un rango de acciones distribuido y con autonomía orgánica diferente a
la de la línea producir, recoger, organizar y enviar. Esos sistemas basados en redes más
flexibles seguían sin embargo teniendo una cantidad de información reducida a sí mismos y
destinadas a partes y piezas intercambiables en que finalmente se produce una coordinación
de operaciones locales para un resultado global sincronizado.
La cuarta revolución industrial viene imponiendo un cambio aún más radical, toda
vez que la información no fluye hacia un centro de reunión sino en diferentes direcciones,
en que todos los lugares y espacios de producción son a la vez fijos y aleatorios,
ordenables, modificables pero siempre capturables en su uso de producción de valor. Ya no
es la empresa la que se organiza en redes sino que la estamos ante una economía en red a la
cual las empresas no pueden restarse. La maquina inteligente provoca un nuevo salto
acelerado, orientado a recoger del caos y no a organizarlo, del internet de los datos al
internet de las cosas todo se ha disparado. Se trata de información constituida en economía
provocando nuevos hábitos que tienden hacia la ganancia máxima y el precio cero del valor
de consumo, lo que obliga a reducir y reducir costos. Se le ha llamado capitalismo
cognitivo y en el:
La naturaleza del trabajo se transforma. El trabajo manual y la industria no se detienen, pero si
varía su lugar en el paisaje general. Como las ganancias son el resultado cada vez más de la
captura del valor gratuito generado por el comportamiento del consumidor, y como una
sociedad centrada en el consumo de masas tiene que estar constantemente abastecida de cafés,
sonrisas, servicios de atención al cliente, etcétera, la fabrica del capitalismo cognitivo es el
conjunto de la sociedad” (MASON. 2016. P. 193)
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World Economic Forum, 2016; Citi GPS: Global Perspectives & Solutions. TECHNOLOGY AT WORK
v2.0, 2016.
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Al respecto puede verse:
https://www.elperiodico.com/es/economia/20170522/ultima-milla-comercio-electronico-logistica-
6050052
https://revistaempresarial.com/pymes/el-reto-logistico-de-la-ultima-milla/
https://retina.elpais.com/retina/2018/05/07/tendencias/1525694500_260590.html
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industrial para la acumulación del capital y la orgánica social necesaria para esa forma de
acumulación. Allí es donde entre esa continuidad y esa ruptura el plan hacer su aparición
como una forma a la vez de reducir la complejidad tanto como de controlar la diáspora. No
es coincidencia que la discusión acerca de los monopolios y la necesidad de proteger de
ello a los trabajadores y a los mercados hiciese su aparición con las crisis de capital hasta
llegar al crack del 39.
Ahora bien, la oleada tecno-inteligente que nos transita trae no solo continuidad-
ruptura y cierto control de dispersión sino que supone una reorganización completa de lo
social en torno a la tecnología, el uso del tiempo y la producción de subjetividades en
formas que hasta ahora no hemos conocido, basadas ya no en la repetición y adaptación
sino en patrones que mutan y se recrean permanentemente sin plan pre fijado. Habrá
continuidad para algunos trabajos intensificando los usos mecánicos de las herramientas y
ruptura para otros que serán abruptamente marginados del salto de la I+D y el trabajo
inmaterial; estos trabajos de alguna forma residuales de otras épocas permanecerán en
diversos lugares de la economía material pero subordinados o declarados prescindibles por
el nuevo orden. Debe sumarse que la ruptura no será solo tecnológica sino social; quedarán
en esas formas de producción residuales poblaciones residuales para la economía del
conocimiento, aunque sean relevantes demográficamente. Con ello se reorganizará ya no la
diferencia en una misma escala de competencia por nichos de mercado de trabajo sino una
coexistencia tensada por la interrelación subordinación, exclusión y obsolescencia no
programada de estos espacios sociales maquínicos no digitales de la producción. Se trata
no de subordinación al interior de las organizaciones productivas con peligro de ser
reemplazados por operarios más capacitados sino de co-funcionamiento de capas de
trabajos en explotación diferenciada a la manera de los estratos geológicos.
Los espacios, en tanto “conjunto indisoluble de sistemas de objetos y sistemas de
acciones” (SANTOS. 2000. P.18), se organizarán entre aquellos físicamente ubicados,
aquellos in-ubicados pero seguíbles de manera controlada y aquellos que divergen y se
multiplican en el rizoma, que no son observables en todo su movimiento sino solo en la
medida que se contactan, en que para accesar a ellos se hace necesario “tocarlos”. Todo
esto operará simultáneamente sobre el tiempo vida y el tiempo social, afectando sobre todo
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al tiempo burocrático y con ello al derecho. La jornada de trabajo que tenía como
contrapartida el descanso se verá afectada toda vez que habrá trabajo de tiempo intensivo
inmaterial compartiendo cronología con otros tiempos de trabajo programado por objetivos
de producción, de proceso, de alcance, de distribución y entrega fuera de los usos
temporales cronológicos vinculados a lugares. Mientras por una parte se producirá
continuamente con trabajadores en labores fijas habrán otros trabajos produciendo
discontinua y creativamente, por un lado segmentos sociales y de economías de producción,
de reproducción y de subsistencia operando con otros segmentos de ejecución virtual en
que a menos que la fase de conexión material se ordenará en una cadena de bloques
operativos que para la esfera de entrega de aquellos productos materiales se ajustarán en
una verdadera guerra de la ingeniería de logística.
Así los modelos tradicionales de pensamiento y análisis del trabajo quedarán, por el
tipo de información y la forma con que la manejan obsoletos; el arsenal teórico proveniente
de la sociología tradicional como del positivismo y postpositivismo jurídico y de la
organización institucional no poseen, por diseño, una formula de procesamiento de
conocimiento y medios de interacción y ejecución adecuada, se requiere salir del
causalismo lineal para pasar a la multiplicidad. Si tuviésemos que echar mano de modos
conceptuales hoy disponibles el modelo de rizoma formulado por Deleuze y Guattari5 es el
más adecuado del que hasta ahora disponemos para aproximarnos a estos nuevos desafíos
de comprensión y manejo de acciones. Ellos nos dan tres coordenadas para este hacer en la
multiplicidad: territorialziación/desterritorialización, existencia de estratos que a la vez que
sustentan una superficie se rompen en interacciones observables pero no previstas en su
efecto final y el comportamiento de los sistemas de organización como máquinas de
captura. Aplicado a los tipos de producción podremos observar veremos cada vez más
trabajos exclusivamente localizados versus otros absolutamente desterritorializados y que
conectan con otras matrices y puntos para su materialización de producción de riqueza.
Veremos además una organización social por estratos reconocibles que sobre objetos
conocidos operan en lógicas y subsistemas históricos coexistentes y no necesariamente
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Al respecto puede verse DELEUZE GILLES, GUATTARI, FELIX. Mil mesetas. Capitalismo y
esquizofrenia. Pretextos.Barcelona. 2008.
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posible dar una respuesta, lo que no es tan seguro como parece, ya que ante lo ductil se
requiere creatividad. La forma de organización en base a reducción por semejanza de la que
emana el modelo de la codificación se pone en riesgo. Como lo explica Eli Pariser:
“la codificación es muy útil: te dice lo que puedes hacer con un objeto; una vez que
decides que algo se ajusta al esquema silla no tienes que pensarlo dos veces para
sentarte en ella. Sin embargo, cuando la codificación es muy reducida, dificulta la
creatividad” (Pariser. 2017. P.102)
El cómo se vayan a dilucidar esas problemáticas depende de las preguntas que se
planteen, los campos que se observan y los paradigmas jurídicos con que se trabaje y se
piense la relación trabajo, trabajadores y derechos. Como es un escenario móvil y en
proceso nos parece que por ahora solo podemos esbozar algunas hipótesis de trabajo que
nos lleven a explorar esas preguntas. Esto también se aplica al derecho del trabajo, que si
bien enfatizando los principios alcanza mayor ductibilidad frente a la realidad, la
organización multidimensional flexible de la producción y las relaciones sociales que se
generan como consecuencia. De ésta manera a menos que también nos preparemos para un
salto epistemológico que logre acercar al derecho del trabajo a la nueva realidad productiva,
se corre el riesgo de quedar cada vez más lejos de incidir en lo real de la vida de los
trabajadores.
“Un nuevo derecho requiere cambiar precisamente esos criterios de simplificación y
jerarquía por los de complejidad, integración, priorización y participación. Romper el
zesgo disyuntivo y bipolar del pensamiento jurídico moderno implica pasar de la
resolución de la tensión lineal de un conflicto por imposición de fuerza de un polo de
la tensión a la producción de un campo de resoluciones que dé cabida a las
alternativas y a los cálculos no solo de eficacia sino también de razonabilidad”
(Calderón. 2015. P.120).
b.2.- Recontextualziar el derecho del trabajo para salir de la prisión cognitivo histórica.
De lo anterior surge la imperiosa necesidad de recontextualizar el derecho del
trabajo en relación con las formas históricas en que se desarrollan los nuevos escenarios de
uso de las tecnologías y del trabajo. Si se recuerda bien el derecho del trabajo surgió como
un efecto de la Revolución Industrial, y lo fue en dos tandas diferenciadas que acaban
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reuniéndose pero nunca del todo unificadas: primero el derecho individual del trabajo como
respuesta de organización jurídica en reacción a la generalización de la prestación civil de
servicios, en que “las leyes sociales o laborales que se dictan a partir del siglo XX dividen
el mundo del trabajo productivo en dos continentes separados, trabajo subordinado y
trabajo autónomo” (Pierry. 2018. P.4); segundo el Derecho Colectivo del Trabajo, que fue
una reacción a la cuestión social derivada de la reorganización de capital, propiedad y
producción que la revolución industrial reorganizó, derecho colectivo que fue ampliamente
reprimido en su fuente de organización de los trabajadores y que decía relación no solo con
nuevas formas de trabajar sino de controlar la unión de los trabajadores que originó los
sindicatos pero que se hacía natural en la medida que estos se encontraban en un mismo
punto de reunión, “pues la reunión masiva de trabajadores en un centro de trabajo (fábricas)
es la que permite una toma de conciencia de injusticias, necesidades e intereses comunes”
(Caballero. 2018. P.6). Así el derecho del trabajo fue la organización de una relación de
formas y de una forma de disciplinamiento y transacción.
La reorganización productiva está cambiando todo esto en más de un sentido.
Primero en apariencia por que la dispersión de los nódulos de trabajo parece hacer olvidar
que si bien ya no están reunidos en un mismo lugar si están vinculados y relacionados
incluso más profundamente que antes, segundo en que ya las funciones a la vez que se
multiplican se reúnen bajo nuevas formas, tercero porque lo que se dispersa es la sensación
de pertenencia o de intereses comunes pero la organización productiva sigue decidida desde
un lugar que no es el del trabajador, dirigida incluso de manera de reunión flexible adquiere
manifestaciones para el trabajo que no borran lo esencial de su ejercicio biofísico de trabajo
corporal ya que incluso el trabajo en altas tecnologías involucra la corporalidad que aloja la
red neuronal que la piensa, donde en sus formas moleculares lo que aún se pone en riesgo
en la ejecución del trabajo es la integridad bio-psico-social, que es el centro de la discusión
sobre los falsos autónomos que asumen un riesgo en que sus beneficios siguen
acumulándose por quienes poseen el capital.
De ésta forma esa separación entre derecho individual y colectivo que nunca cuajó
debe ser revisada, por que la cuestión social es ahora cultural pluralista y sistémico
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ambiental y eso requiere una nueva forma de pensar la contingencia y las formas jurídicas
que se agrupan bajo lo que hoy llamamos derecho del trabajo.
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A la manera de apliaciones sobre observación de redes como los de Twicalli (www.twicalli.cl) o Galean
(www.galean.cl ).
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V. CONCLUSION.
Es imposible siquiera un cierre provisorio en este estado de desarrollo del proceso
inacabable de reticulación y salto permanente. Ciertamente que el futuro del trabajo estará
cada vez más ligados a los usos, apropiaciones y exclusiones que marque la tecnología, que
los intereses de gobierno y regulación que no compensan la necesidad de trabajar sobre
nuevas lógicas también dinámicas y radicalmente combinadas entre lo virtual y lo real
carecerán no solo de vigencia, entraran no solo en obsolescencia, sino que sobre todo
carecerán de sentido, se volverán inertes por inanición de información y producción de
respuestas. El cambio de paradigma jurídico es inevitable y urgente si se quiere salir de la
máquina de captura de lo moderno y lo novedoso que se nos propone como fundamento de
cada cambio en una regulación que es reflexiva y pro funcionamiento autónomo del sistema
de producción, intercambio y trabajo antes que protectora. Si los que hemos dedicado
esfuerzos al derecho del trabajo surgido como respuesta a la revolución industrial de fines
del siglo IXX queremos que todo lo hecho no se pierda y no se desperdicie la experiencia,
necesitamos pensar ese otro paradigma y esas otras respuestas y abandonar los modelos de
hacedor de justicia con que hemos trabajado. En ese esfuerzo hay que advertir que incluso
el Juez Dread o Blade Runner están ya superados, son imaginarios futuristas de principios
del siglo XX no del intempestivo presente de futuros múltiples que se nos exige. La tarea es
pensar otro derecho.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: