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¿QUIÉN DETERMINA TU VALOR?

QUIEN DETRMINA TU
LLAMADO?
INTRODUCCIÓN

Quiero hablar acerca de un arma poderosa que tiene satanás para destruir la vida
de los creyentes y de los no creyentes; arma que él usa para que las personas sean
cegadas en su entendimiento y en su visión, por lo que no pueden llegar a saber lo
que ellos son verdaderamente. Ésta arma se llama “baja autoestima”, y ella crea
una imagen o concepto que tenemos de nosotros mismos. Podríamos llamarle
también, menosprecio. Le pregunté a una joven si conocía el significado de esta
palabra y me respondió que no sabía. “Menosprecio” significa, menos precio, menos
valor. La baja autoestima tiene que ver con el poco valor que nos asignamos a
nosotros mismos.

Satanás, quien fuera un arcángel poderosísimo y ahora es uno estupidísimo, se


reveló contra Dios y perdió la posición que tenía delante del Señor. El orgullo y la
vanidad lo destruyeron y fue condenado, habiendo tenido poder y autoridad en el
universo sobre legiones y legiones de ángeles. Y Dios termina creando un planetita
llamado Tierra y poniendo sobre él, un ser diminuto, el hombre; y señala la Biblia
que Dios nos ha creado a su imagen y semejanza para que seamos como Él es y
disfrutemos de la gloria que Él tiene, para que formemos parte de su familia, para
que su ADN sea el nuestro también.

Los seres vivos, nacen de acuerdo a la naturaleza del padre y la madre. Los
chanchos tienen la naturaleza de chanchos. Si los arcángeles pudieran procrear
tendrían hijitos arcangelitos, los querubines tendrían querubincitos. O sea que si se
puede tener hijos, entonces, éstos tienen la identidad, el ADN y las características
del progenitor. Cuando Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, lo creó para
que se parezca a Él.

En un momento, viene satanás, mira al hombre y pregunta: “¿Este quién se cree


que es? Yo soy el arcángel lucifer pero, ¿éste quién es?” Determina tentar al
hombre y lo hace caer de su status; éste, que hablaba todos los días con Dios, hoy
se pregunta dónde está Dios. ¡Gran parte de la población del mundo declara que
Dios no existe!

Desde ese entonces la tarea de satanás es despreciar, rechazar y destruir la


imagen del hombre para que no sepa y entienda que el Señor lo ha concebido como
hijo del Dios Altísimo, y las personas, sean creyentes o no, vagan por la vida
pensando que no son nada.

¿Cómo usa satanás esta arma de la baja autoestima? Se vale del desprecio y el
rechazo de los padres sobre los hijos. Hay niños que ya nacen tristes por causa de
que sus progenitores no planificaron recibirlos, no los esperaban y entonces
declaran: “¡Qué problema tenemos ahora!” El niño nace en un medio donde no es
bienvenido, entonces siente que no es nada, se siente desplazado, que no ha
llegado al mundo en un buen momento por causa de las insinuaciones de muchos
que le hacen pensar que no tendría que haber nacido, por ejemplo, aquellos a los
que su madre les cuenta que cuando quedó embarazada de él o de ella, su papá la
dejó. Entonces la criatura piensa que es por su culpa que su papá abandonó a su
mamá y dice: “Yo no tendría que haber nacido”. Se desfigura así, la idea de lo que
realmente es y vale ese niño. Pero yo debo aclarar que todos son bienvenidos al
mundo por parte de Dios porque no hay nadie que no haya nacido por su voluntad.
¡Quizás tu madre no quería que nacieras pero Dios sí quería!
            MÉTODOS QUE DESTRUYEN TU IMAGEN    

            Hay mujeres que quieren tener hijos y no pueden, otras que no quieren
quedar embarazadas y tienen varios hijos. ¡Es que nuestra venida al mundo no
depende de la voluntad del hombre sino de la de Dios! Fuimos creados por Dios a
su imagen y semejanza y Él quiere que sepas que eres una bendición que planeó
para este planeta. ¡Dios tiene planes y propósitos contigo!

Otra de las maneras de destruir la imagen del hombre que utiliza satanás, es por
ejemplo, cuando se burlan de un niño o de una niña. Alguno nació con las orejas
grandes o usa anteojos, tal vez tiene una nariz grande, entonces, todos se burlan
de sus defectos y lo desprecian por ello; esa persona se siente mal, sufre por causa
del defecto que tiene, y se siente despreciado. Este comportamiento de muchos
indica que a esa persona se le ha puesto un precio bajo, como de oferta. Ésta, vaga
infeliz por el mundo, anda triste, o se llena de ira porque al recibir ese mensaje
negativo le hace daño.

Hay personas que se consideran feas, se miran al espejo y dicen: “¡Qué fea soy!”
Mujeres que piensan que nadie les va a querer así y se afligen; se angustian porque
el espejo les dice que son feas. Entonces, vagan por la vida, infelices, porque el
espejo les habla, y ellas se creen ese mensaje acerca de su fealdad.

Muchas se sienten desgraciadas porque nacieron con el pelo lacio, entonces se


hacen rulos; y las que tienen el cabello rizado se lo planchan. “¡Cómo quisiera tener
el pelo lacio!” declaran, y se sienten infelices, entonces se menosprecian porque no
consideran linda su cara, su nariz o no les agrada su cabello, etc.

Otros se menosprecian por su color de piel. La gente de color ha sido muy


despreciada históricamente hablando. Ellos se lamentan: “¡La gente me mira y se
burla porque soy negro!” Y se sienten disminuidos. Yo tengo un afecto especial por
abrazar a las personas de color, y quiero expresarles el amor de Dios hacia ellos.
¡Hay muchas causas por las que las personas no sienten que son alguien!
Encontramos creyentes que dicen: “Yo no tengo palabras, no sirvo para nada,
prefiero ayudar en la limpieza, soy un vil gusano, me siento una rata”. ¡Cómo vas a
manifestar la imagen de Dios si piensas tan mal de ti mismo!

Pero el problema ha sido, básicamente, el desprecio. Yo tengo un nieto y una nieta


que me tienen loco. Cuando vienen a mi casa yo grito de alegría al verlos y ellos se
ríen. ¡Les incentiva el amor! Pero imagínate el bajo concepto que tiene de sí mismo
un niño al que se le dice: “Salí de acá, no molestes, papá está ocupado”. ¡La
criatura se achica! No se anima a acércasele al padre, se vuelve tímido y triste,
quiere tener acceso pero el padre no se lo permite, y eso incide en la baja
autoestima.

Están esos padres que creen que con comprarles ropa y pagarles el estudio a los
hijos ya han cumplido. ¡Qué mal está eso! Recuerdo un joven que le dijo a su
padre: “Me has comprado ropa, libros y tantas cosas más pero nunca me
abrazaste”. El padre creía que había hecho todo lo que debía pero su hijo lo odiaba
y le declaraba: “¡Nunca conté contigo! Me diste muchas cosas pero lo que yo más
necesitaba era tu amor”.

Cuando un chico carece del afecto de su padre y éste se excusa diciendo: “Lo que
pasa es que tengo que trabajar mucho para que nada les falte”, no se da cuenta,
cuáles deben ser sus prioridades. La niña se queda sola dieciséis o dieciocho horas
al día. ¿Podremos sacar algo bueno de ahí? Por otro lado está el Estado, queriendo
hacer escuelas de tiempo completo; los chicos estarán la mayor parte del día en la
institución, allí aprenderán a comer y a tener relaciones sexuales en los baños de
las escuelas. ¡Eso es un tremendo problema!

Esas cosas que te han acontecido, lo que te han dicho o el rechazo que has sufrido
te han marcado y tú te consideras conforme a lo que la gente ha opinado de ti.
Quiero decirte algo muy importante: Aunque yo te desprecie y no te tenga en
cuenta, y mira que me esmero en hacer que la gente se sienta amada, pero no me
alcanza, a Dios sí le alcanza. ¡¡¡Él te ama profundamente!!! ¡Yo no tengo planes
para todos pero Dios sí los tiene! ¡Yo no tengo brazos para todos pero Dios tiene
brazos para abrazar a todos!

Hay creyentes que se alegran en estar en la casa de Dios pero no superan eso de
que su padre nunca les dio un abrazo o un beso, y lloran; saben que el evangelio es
bueno pero se lamentan el no haber recibido cariño de su papá. ¡Qué triste! Si tu
padre o tu madre nunca te han abrazado no importa, hay alguien más importante
que ellos y te dice: “Yo soy tu verdadero Padre, yo te engendré, yo te traje al
mundo, yo soy tu creador, nunca me voy a olvidar de ti, nunca te voy a
dejar”.             Recientemente me encontré con una mujer que lloraba
amargamente y la abracé de parte de Dios, entonces me dijo: “Yo creía que Dios
me había abandonado”. Le pregunto a las madres: ¿Te olvidarías de tu hijo? Seguro
me responderás que jamás lo harías. Hasta esas mujeres que han abortado se
acuerdan de esos hijos que se han quitado. Hay una frase que dice: “Un niño se
lleva en los brazos pero un aborto se lleva en el alma”. ¡Una madre jamás olvida a
un hijo! ¿Y tú quién crees que es Dios? ¡Él jamás se olvidará de ti! ¡Jamás te
abandonará y jamás te dejará de amar!

La baja autoestima es el concepto que tú tienes de ti, y cuando tienes un bajo


concepto de ti, no te animas a creer más allá de eso. Tú no vas a aspirar más
arriba de lo que crees que eres. Ahora, la Biblia dice lo siguiente: “17De modo que
si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he
aquí todas son hechas nuevas” (2ª Corintios 5:17). Tienes que venir al
evangelio y dejar que Dios te enseñe a caminar, porque las cosas viejas pasaron, tú
ya no sabes andar, entonces debes aprender a caminar con Dios.

Cuando mis nietos comenzaron a caminar, nos poníamos delante de ellos y los
alentábamos; ellos tambaleaban pero se largaban porque tienen padres y abuelos
que los incentivan, y Dios hoy está haciendo eso contigo. El Señor te dice. “¡Vení
conmigo, vos podés!

            MOISÉS, GEDEÓN Y JOSUÉ: TRES EJEMPLOS

Había un hombre que tenía baja autoestima, su nombre era Moisés. Cuarenta años
vivió en el desierto, cuidando las ovejas de su suegro Jetro. Creo que no hay nada
más feo que tener que cuidarle las ovejas al suegro. Me imagino que allí en el
desierto se le pasaban los días, era una monotonía, pero un día, se le presentó Dios
en una zarza ardiente y le dijo: “He visto el clamor de mi pueblo en Egipto y he
decidido rescatarlos; y te he elegido a ti para que vayas y te presentes delante de
faraón y liberes a mi pueblo”. ¿Crees que Moisés se alegró con semejante
declaración? ¡No! Él dijo: “¿Quién? ¿Yo? ¿Qué le voy a decir al faraón? ¿De parte de
quién voy?” ¡Se creía que era una rata del desierto! Dios le contesta: “Le dirás que
vas de parte mía. YO SOY EL QUE SOY. Me manda el YO SOY” “¡Faraón no me va a
creer!”, sugiere Moisés. “Sí te va a creer porque yo te mando” le responde el Señor.
“¡Pero yo no tengo palabras!” insiste Moisés. “Yo pongo palabras en tu boca”
agrega Dios. ¡Si sería testarudo y si tendría baja autoestima Moisés! Después le
dice a Dios: “¿Pero cómo me van a creer que he estado contigo?” ¡Puso las mil
excusas porque creía que no era el indicado! ¿Te imaginas a Dios equivocándose?
¿Se ha equivocado Dios con quien ha llamado? ¡El Señor no llama gente capacitada
sino que capacita a los que llama! ¡Dios te capacita para ser lo que quiere que seas!

El plan de Dios es que crezcas hasta la medida de la estatura de la plenitud de


Cristo, quiere que crezcas hasta ser como Jesús, que hables y pienses como Cristo
y que hagas sus obras. Quiere que tengas la misma gloria, la misma unción y el
mismo poder de Cristo y que hagas los mismos milagros que Él. ¡Ese es el plan de
Dios! ¿Por qué lo vas a detener? ¡No tienes derecho a declarar que no eres nada!
¡No tienes derecho a decir que los planes de Dios no son grandes para tu vida! ¡El
Señor tiene planes grandes y sobrenaturales para todos! Dios te ha dado su
identidad para que seas hijo y si eres tal, entonces eres heredero y coheredero
juntamente con Cristo, entonces vas a vivir en el palacio del Rey. Es por eso que la
Biblia dice que nosotros somos un pueblo escogido, real sacerdocio; somos un
pueblo de reyes y sacerdotes. ¿Por qué todos reyes? ¡Porque todos somos hijos del
Rey de reyes! ¿Lo puedes creer? ¿Estas declaraciones te han levantado la
autoestima?       Cuando predico me gusta mirar la cara de la gente; algunas me
sugieren: “Yo no soy nadie”, otras dicen: “Nunca voy a llegar a nada”. ¡Eso no le
agrada a Dios! Porque tú vas a llegar, no por lo que eres, sino por lo que Dios
quiere y puede hacer contigo. ¡Para colmo Moisés era tartamudo! Y dice:
“¡Pepepepero DiDios yyyo sssoy ttttartammmmudo!” Entonces Dios le contesta:
“¡Chocolate por la noticia! ¡Yo te hice así! Pero pondré palabras en tu boca y tú irás
a hablarle al faraón y él se va endurecer, pero yo le voy a mostrar quién soy”.
Moisés terminó diciéndole a Dios: “Ah Dios, por favor, envía al que tengas que
enviar”. ¡Si tendría baja autoestima! Di que Dios insistió y le ordenó: “¡Lo vas a
hacer y lo vas a hacer! Tú eres mi siervo, yo te he escogido”. ¡Gloria a Dios! Y eso
es lo que está haciendo hoy contigo. “¡Lo vas a hacer! ¡Tú no vas a ser un don
nadie, tú eres mi princesa y mi príncipe! Yo te voy a ungir con poder y gloria”, te
dice el Señor.

Las cosas que nos suceden y que diminuyen nuestra autoestima producen estados
de ánimo, como dolores, angustias, tristezas, sensaciones de impotencia, que te
hacen declarar: “Cuando ponga una fábrica de sombreros, los niños nacerán sin
cabeza”. ¡Hay quienes se creen que tienen toda la mala suerte del mundo!
Mandaron a uno a vender zapatos al África y de allá vino espantado diciendo: “¡Esto
no es negocio, nadie usa zapatos, todos andan descalzos!” Mandaron a otro y llegó
declarando: “¡Esto es un gran negocio, nadie tiene zapatos, le vamos a vender a
todos!”

¿Cómo está tu autoestima? ¿Está creciendo el valor que tienes de ti mismo? Cristo
murió en la cruz del calvario porque tu vida era de mucho valor para Él. Para tu
madre tal vez no vales nada, y tu padre tal vez te dejó, ni siquiera te quiso dar el
apellido, pero para Dios eres de gran valor; porque Cristo no vino a morir por
algunos. ¡El Señor murió por todos! ¡Eso me hace feliz! Porque no queda afuera
nadie, ni siquiera Nick Vujicic, un hombre al que le faltan los brazos y las piernas,
pero que está revolucionando el mundo. Millones de personas están conociendo la
salvación y el perdón de Jesús porque un hombre que no tiene piernas ni brazos
decidió creerle a Dios.

Hubo otro hombre llamado Gedeón; él era de la época en que los madianitas
perseguían a los israelitas y les robaban todo. Los israelitas se escondían en las
cuevas y ocultaban las semillas para que no las encontraran los madianitas. Estaba
Gedeón zarandeando las semillas al viento y se le presentó el ángel de Jehová
saludándolo: “…Jehová está contigo, varón esforzado y valiente” (Jueces 6:12) Y él
respondió: “¿Ah? ¿Por qué me dices valiente si estoy escondiendo las semillas?
¡Aquí estoy como un cobarde, buscando dónde ocultarlas, escondido, para que no
me las roben los madianitas y tú vienes y me dices varón esforzado y valiente!” ¡Es
que Dios tiene palabras para ti que no te imaginas! Tú tienes bajo concepto de ti
mismo pero Dios dice sobre ti, palabras de bendición. “14Y mirándole Jehová, le
dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los
madianitas. ¿No te envío yo?” (Jueces 6:14). Gedeón se anima a obedecer y
descubre que adentro de él, Dios había puesto valor. ¡Si no, seguiría ahí como un
cobarde, escondiendo las semillas!

Otro gran valiente de Jehová fue Josué. Dios le dice: “9Mira que te mando que te
esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios
estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:9). ¿Por qué le dice eso
Dios a Josué? Porque no era fuerte, no se esforzaba ni era valiente, porque temía y
desmayaba. Si no hubiera sido así, ¿por qué se lo iba a decir? Leemos en Josué 1:5
y 6: “5Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como
estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te
desampararé.  6Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo
por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos”. ¡No
estaba en los planes de Josué pero sí en los planes de Dios! ¡No estaba en los
planes de Gedeón pero estaba en los planes de Dios! ¡No estaba en los planes de
Moisés pero sí en los planes de Dios! ¡Dios quiere levantar tu autoestima!

Cuando vamos a un velorio, miramos al muerto y decimos: “¡No somos nada!”


¿Cómo que no somos nada? Dios ha planificado para ti, para cuando te olvides de
respirar. Cuando se acabe tu aliento, Él tiene planes eternos para ti. ¡Mi abuelo no
está muerto, él está vivo! ¡Los planes de Dios son eternos! ¡Él ha puesto eternidad
en nuestros corazones! ¡Dios hoy va a hacer algo nuevo en tu vida!

Para colmo, vamos a la escuela primaria, a la secundaria y a la universidad y en


lugar de enseñarnos que somos creados a imagen y semejanza de Dios, nos dicen
que descendemos del mono. ¿Mono yo? ¡No! ¡Yo soy como mi Padre que está en los
cielos! ¡Te mienten en la primaria, en la secundaria y en la universidad! ¡El diablo
ha usado la evolución y los métodos científicos para hacernos creer que somos el
resultado de la casualidad! ¡Yo no soy el resultado de la casualidad! Mis ojos, mis
manos y todo mi cuerpo no son el resultado de la casualidad, son el fruto del
pensamiento de Dios. Nos quieren hacer creer que venimos de la materia inerte,
que Dios no existe porque científicamente no lo han encontrado. Si lo encuentran
en el laboratorio, entonces afirmarán que sí existe. ¡Ya me lo imagino a Dios
metiéndose adentro de un tubo de ensayo para que nosotros lo descubramos! ¡No
es por la razón, es por la fe! ¡No es por lo que se ve, es por lo que no se ve!

¡Yo no provengo del mono! Y los científicos se empeñan en hacernos creer que el
chimpancé tiene el noventa y nueve por ciento del ADN igual que nosotros. ¡Cuánto
vale mi uno por ciento! Si lees los artículos de ciencia, te dicen que estás a un
pelito de ser un chimpancé. ¡Pero a mí no me mienten! ¡Yo soy hijo del Dios
viviente! Con ese uno por ciento, si el hombre es casi un chimpancé y ha logrado
llegar a Marte, quisiera que los monos, por lo menos confeccionen un monopatín o
una bicicleta. Con el uno por ciento que nos diferencia del mono, el hombre surca
los mares en naves de cuatrocientos metros de largo, de cientos de miles de
toneladas de peso flotando en el agua; da vuelta el planeta con aviones que pesan
toneladas y se mantienen en el aire. ¡Cuánto vale ese uno por ciento que tenemos,
por favor! ¿Yo un chimpancé? ¡Su abuela!

            CONCLUSIÓN

¡No le creas a todo lo que dice la ciencia! ¡Te envenenan la cabeza! ¡Tú eres un
hijo, una hija del Dios viviente! Lo que te destruye es la baja autoestima, por causa
de que tu madre pensó mal de ti, tu padre y hasta los científicos. A mí me gusta
treparme a los árboles pero no soy mono.
Tal ves tú nunca has recibido un abrazo de tu papá. Yo he podido ver que las
personas que han carecido del abrazo de su padre, suelen tener una vida muy
difícil, sufren de soledad, de impotencia, de rechazo, y Dios te dice hoy: “Yo quiero
romper hoy toda amargura y todo mal en tu vida. Quiero que me conozcas a mí. Yo
soy tu verdadero Padre. Tú necesitas tener una experiencia conmigo como Padre.
No me compares con tu padre, porque cuando me conozcas bien, sabrás lo que es
un padre”. “Yo te tengo escrito en mi corazón” te dice el Señor. “Jamás te voy a
dejar. Jamás te voy a abandonar. Siempre te voy a amar. Aunque tu padre y tu
madre te dejaren, yo te recogeré. Ya no sufras más porque no te abrazaron y no te
han besado. No busques fuera de mí, busca sólo en mí. No esperes que la gente te
dé lo que no te dio tu padre o tu madre. Yo te voy a dar todo lo que tú necesitas”.

Yo creo que las personas que más sufren de baja autoestima son aquellas que
nunca han recibido el abrazo de su papá o de su mamá. Dios te abraza hoy, y al
sentir ese abrazo, caerá ese peso horrible con el que has cargado toda tu vida, que
te ha hecho sentir que no vales, porque te han despreciado aunque tú te has
esforzado por agradarles.

He hablado con un hombre con más de sesenta años de edad, quien llorando me
dijo: “Todo lo que hice en toda mi vida fue para ver si podía escuchar alguna vez de
mi padre aunque sea, un “te felicito hijo”. ¡Nunca me felicitó! Yo me esforcé, y todo
lo que hice fue para ver si lograba conformarlo pero nunca lo logré. ¡Siempre me
trató mal!” Pero hoy el Señor te dice: “Ven a mi. Los padres terrenales fallan, pero
yo no fallo. ¡Tú puedes contar conmigo!”    

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