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El periodismo, como la manera para que los ciudadanos pueden mostrar su voz y
equipararse ante los poderosos, parece no estar ejerciendo su función. Por el
contrario, ha perdido credibilidad entre los cartageneros, quienes han preferido
acceder a fuentes alternativas como las redes sociales.
En grupos focales realizados para indagar cómo es posible hacer frente a esta
realidad, se pudo constatar que la desconfianza entre ciudadanos y periodistas es
mutua y creciente. Se origina principalmente en la falta de representatividad que
sienten los ciudadanos en los medios de comunicación. Algunos expresaron que
“sirven a los intereses de políticos y no a los de la ciudadanía”.
Esta situación ha hecho que los ciudadanos adopten una actitud pesimista con
respecto a las elecciones e incluso comiencen a cuestionar su utilidad.
Por ejemplo, en uno de los grupos, conformado por personas que no votan, se llegó
a concluir que el abstencionismo es una forma de protestar contra el incumplimiento
de los políticos una vez llegan al poder.
En otro, integrado por personas que venden su voto, varios afirmaron que “no creen
en los políticos, pero en el dinero sí”, por lo cual ven en el día de elecciones una
oportunidad para sacar provecho económico para sí mismos y sus comunidades,
porque después de ese día no se sienten tenidos en cuenta por los elegidos.
Al respecto surgió una idea en todos los grupos de enfoque: existe una
“corresponsabilidad” en la situación que vive la ciudad; todos, tanto ciudadanos
como políticos y periodistas, “hemos contribuido a la crisis político-institucional que
vive Cartagena”. Esto significa que sólo es posible pensar en soluciones dentro de
una perspectiva que considere a los ciudadanos como “coproductores”: entre todos
construiremos nuevas estrategias para afianzar los procesos democráticos en la
ciudad, lo cual implica desarrollar un periodismo con los ciudadanos.