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1. Primera Lectura
Que Dios, nuestro Padre, y el Señor Jesucristo, los amen mucho y les
den su paz.
Está bien que yo piense así de todos ustedes, porque los quiero mucho,
y porque ustedes comparten conmigo el trabajo de amor que Dios me
ha encargado. En la cárcel, o delante de los jueces, ustedes siempre me
apoyan para afirmar la verdad de esta buena noticia. Dios sabe que no
miento cuando digo que los extraño y los quiero con el tierno amor que
Jesucristo me da.
Le pido a Dios que ustedes se amen cada vez más, y que todo lo
aprendan bien y lo juzguen correctamente, para que sepan cómo elegir
lo mejor. Así, cuando Cristo vuelva, estarán sin pecado y nadie podrá
acusarlos de nada. Porque, con la ayuda de Jesucristo, ustedes harán lo
bueno, para que la gente alabe y honre a Dios.
Sólo les pido que vivan dignamente, como lo enseña la buena noticia de
Cristo. Porque, sea que yo vaya o no a verlos, quiero estar seguro de
que todos ustedes viven muy unidos y que se ponen de acuerdo en
todo, y que luchan unidos por anunciar la buena noticia.
Al contrario,
renunció a esa igualdad,
y se hizo igual a nosotros,
haciéndose esclavo de todos.
Hagan todo sin hablar mal de nadie y sin discutir por todo, para que no
pequen ni nadie pueda culparlos de nada. En este mundo lleno de gente
malvada y pecadora, ustedes, como hijos de Dios, deben alejarse de la
maldad y brillar por su buen comportamiento. Nunca dejen de creer en
el mensaje que da vida. Así, yo podré estar orgulloso de ustedes el día
que Cristo vuelva, y sabré que mi trabajo y mis esfuerzos no fueron
inútiles.
Con esto no quiero decir que yo haya logrado ya hacer todo lo que les
he dicho, ni tampoco que ya sea yo perfecto. Pero sí puedo decir que
sigo adelante, luchando por alcanzar esa meta, pues para eso me salvó
Jesucristo. Hermanos, yo sé muy bien que todavía no he alcanzado la
meta; pero he decidido no fijarme en lo que ya he recorrido, sino que
ahora me concentro en lo que me falta por recorrer. Así que sigo
adelante, hacia la meta, para llevarme el premio que Dios nos llama a
recibir por medio de Jesucristo.
Les ruego a Evodia y a Síntique que se pongan de acuerdo, pues las dos
son cristianas. A ti, mi fiel compañero de trabajo, te pido que las
ayudes. Ellas han luchado junto conmigo por anunciar la buena noticia,
junto con Clemente y mis otros compañeros de trabajo. Los nombres de
todos ellos ya están anotados en el libro de la vida eterna.
No se preocupen por nada. Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que
necesiten, y sean agradecidos. Así Dios les dará su paz, esa paz que la
gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el
corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo.
Finalmente, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo
que merece respeto, en todo lo que es justo y bueno; piensen en todo lo
que se reconoce como una virtud, y en todo lo que es agradable y
merece ser alabado.
Practiquen todas las enseñanzas que les he dado, hagan todo lo que me
vieron hacer y me oyeron decir, y Dios, que nos da su paz, estará con
ustedes siempre.
3. Tono
Género literario: EPISTOLA
Intención del autor: Animar a la gente de la ciudad de Filipos a vivir con alegría su vida
cristiana.
4. Párrafos