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Las los intentos fallidos de crear vida en la tierra los cuatro hermanos estaban decididos a no
rendirse por tal motivo Quetzalcóatl bajo al inframundo en busca de cenizas y un hueso para
crear nueva vida al mezclarlos con su sangre, así nacieron los seres humanos que repoblarían la
tierra.
Pero aún quedaba una interrogante más, quien sería el nuevo sol que daría vida al mundo, esta
incógnita sería motivo de suficiente para que Quetzalcóatl y Tezcatlipoca tuvieran sus
diferencias.
Personajes
Camaxtle: Hijo de los señores de la vida, Señor de la caza y la guerra, simboliza el este.
Huitzilopochtli: Hijo de los señores de la vida, es el colibrí zurdo, simboliza al cielo diurno y
el sur.
Nanahuatzin: Dios tímido y humilde, fue propuesto por los dioses para ser el nuevo sol.
Acto I
Quetzalcóatl: — Necesitamos u nuevo sol que ilumine el firmamento, que brinde guía a
los humanos, que mantenga alejada a las criaturas de la noche y no sean devorados —
Camaxtle: — ¿Que propones hermano? Durante muchos siglos hemos asignado un sol
para la tierra y siempre termina por perecer —
Huitzilopochtli: — En parte es nuestra culpa por no prever todos los incidentes que se
presentaron, incluyendo la riña entre ustedes Quetzalcóatl y tu Tezcatlipoca —
Nanahuatzin: — Con mucho gusto mi señor, yo me ofrezco para realizar este sacrificio por
el bien de la humanidad —
Tecuciztecatl: — ¿Cómo creen que este podría ocupar un cargo tan importante? Yo mismo
seré el nuevo sol, yo me ofrezco para cumplir tan noble labor —
Acto II
Durante cuatro días los dioses ayudaron en sus respectivas pirámides, tras esto debían
subir hasta el altar donde sería la ceremonia, cada uno tendría que llevar sus vestimentas
y presentar una ofrenda.
Tecuciztecatl portaba finas ropas de la mejor calidad, su ofrenda era bastante ostentosa,
llena de los más finos materiales, incluían plumas de quetzal, ramas de abeto, oro,
punzones de jade con puntas de coral rojo, espinas de maguey con su sangre e incienso de
la mejor calidad que se pudiera encontrar en todo el mundo.
Por su parte Nanahuatzin portaba ropas muy sencillas de poco valor, su ofrenda era igual
de pobre, ramas de abeto y algunos manojos de hierbas, haces de caña y espinas de
maguey con su sangre, para el incienso utilizo sus propias ostras las cuales encendió.
Todos observaban, de pronto sin palabra alguna Nanahuatzin se lanzó a las llamas las
cuales lo
Camaxtle: — Por supuesto no lo dudes, mira como está aclarando, mira son ellos —
En eso uno de los dioses Ehecatl envió un conejo para apagar a uno de los soles, este
movimiento creo la luna.
Los dioses estuvieron satisfechos por el trabajo que durante siglos les hizo perder la
calma y muchas vidas, ahora podían ver como la humanidad crecía y los adoraban, como
muestra de lealtad los sacrificios se convirtieron en la forma en que la humanidad evitada
que los dieses siempre les brindaran su protección.
Descripción: Los dioses de Teotihuacán se reúnen para decidir cual de ellos se convertirá en sol para
alumbrar al mundo.
ACTO ÚNICO
Se abre el telón mostrando una escenografía preciosa, repleta de grandes pirámides y templos aztecas. Es
Teotihuacán, la ciudad de los dioses. Una voz se escucha fuera de escena.
Narrador: Cuenta una vieja leyenda que hace mucho tiempo, los dioses se reunieron en la ciudad sagrada de
los aztecas, Teotihuacán, para decidir quien de ellos alumbraría al mundo, pues la humanidad estaba sumida
en tinieblas.
Entran en escena tres personas vestidas con túnicas blancas y adornadas con plumas y joyas.
Dios 1: Alguno de nosotros tiene que convertirse en sol para brindarle luz y calor a los seres humanos.
Dios 2: ¿Pero quién? Solo un dios verdaderamente fuerte podría cumplir con tal propósito.
Dios 2: Desde luego, Tecuciztécatl es el dios más fuerte y apuesto del cielo. Seguramente él podría ser un sol
perfecto.
Dios 1: Mmm… no me convence… ¿no habrá alguien más que quiera ofrecerse?
Nanahuatzin entra por el otro lado del escenario. Es un tipo sumamente feo, que camina encorvado y va
vestido con una túnica sencilla, sin joyas ni adornos. Tecuciztécatl se echa a reír.
Tecuciztécatl: ¿Tú? ¡Por favor, solo mírate! No eres nadie. Eres el ser más pobre y feo que he visto.
Dios 3: Nanahuatzin no tendrá belleza ni riquezas, pero tiene un corazón noble y más humildad que tú.
Se dirige hacia una ofrenda de metal en el centro, toma una antorcha y la enciende. (Un proyector provoca la
ilusión del fuego en medio del escenario).
Dios 1: Quien quiera convertirse en el sol, tendrá que inmolarse en esa enorme hoguera.
Tecuciztécatl (asustado): ¡Alto! No mencionaron nada sobre fuego, ¡yo no puedo quemarme ahí! Soy
demasiado hermoso como para arriesgar mi vida.
Nanahuatzin: Yo soy muy poca cosa, pero amo a los hombres. Y con gusto daré mi vida para alumbrarlos por
la eternidad.
Nanahuatzin se lanza hacia la hoguera, de la cual sale convertido en forma de una estrella luminosa que se
proyecta sobre la escenografía. Es el sol.
Tecuciztécatl (celoso): ¿Cómo es posible que esa criatura tan fea se haya convertido en el sol? ¡Pues ahora yo
también quiero entrar a la hoguera! ¡Y seré un mejor sol que él!
Tecuciztécatl se arroja al fuego y sale convertido en otra estrella, más pálida y pequeña que la primera. Es la
luna, quien se proyecta en el lado opuesto al sol. Ahora la escenografía está dividida entre la noche y el día.
Narrador: A partir de entonces, hubo sol y luna para los hombres. El primero como resultado del amor
incondicional y el sacrificio, y la segunda, fruto de la vanidad y de la vergüenza. Es por eso que la luna solo sale
de noche.
FIN
Personajes
Julián: Hombre ermitaño quien prefiere vivir solo en la tranquilidad de su isla.
Acto I
Julián regresaba en su canoa, había vendido las verduras que cultivaba en su isla, el disfrutaba de su tiempo a
solas en su isla, un lugar paradisiaco en Xochimilco, tenía que navegar por varios anales hasta llegar a su
hogar, disfrutaba de la vista, muchos árboles y animales le permitían entrar en sintonía con la naturaleza.
Julián: — Gracias mijo — subió a su adorada isla — Que bueno verte, sabes hoy vendí todo, espero que
mañana me vaya igual de bien —
Anastasio: — Claro que si tío, estoy seguro que así será, tío vine a invitarlo a cenar con mi vieja, quiere verte y
mis hermanos también, le quieren enseñar la canoa en la que están trabajando —
Julián: — Gracias mijo, pero estoy muy cansado, será otro día que los acompañe, ahora solo me quiero
recostar en mi hamaca —
Anastasio se fue en su lancha, y Julián se retiró a su casita, hecha de madera por el mismo, algo su hamaca y
se fue a preparar su cena, busco unas tortillas, se sirvió con unos frijoles, mole, queso y carne, era uno de sus
grandes placeres, disfrutar una buena comida a la luz de una vela escuchando los sonidos de los árboles, el
rio y el viento.
Julián se recostó en su hamaca a reposar la comida, pero pronto sin saber porque a su mente vinieron los
recuerdos de la chica que se había ahogado cerca de su isla, era una niña joven e inocente, que se ahogó en
unas circunstancias muy raras.
De pronto escucho a una mujer quejarse de dolor, un escalofríos rodeo su cuerpo, y sus vellos se erizaron, se
levantó para ayudar a la joven. Julián: — Dime ¿dónde estás? — No obtuvo respuesta — Hay alguien ahí — el
viento comenzó a soplar fuerte y comenzó hacer un frio insoportable a los huesos, Julián decidió
resguardarse, pensó que tal vez sería su imaginación por andar pensando en cosas tan tarde.
Acto II
Uno de los pocos pasatiempos de Julián era predicar la palabra de Jesús pero a muchos esto no les agradaba
ya que no veían correcto que alguien que no era pastor estuviera predicando la palabra del señor.
Teodora: — ¡Uy pero usted señor no entiende! no es pastor para andar predicando la palabra eso es un
sacrilegio —
Anastasio: — Señora Teodora para ser una fiel creyente no le queda muy bien el titulo e buena prójimo —
Los presentes rieron un poco haciendo enojar a la señora quien se retiró molesta.
Julián: — Tu siempre con tus cosas mijo, eres muy cómico, ¿a donde vas al puesto? —
Anastasio: — ¿Qué viento tío? — Se rasco la cabeza — todo estuvo muy normal, está usted seguro ¿será que lo
soñó? —
Julián: — De pronto, ayer llegue muy cansado y me acosté a dormir de una — se despidió de su sobrino y se
dispuso a regresar a su casa
Una vez en su isla se dispuso a descansar, esta vez no solo eran voces, sintió como le mecían su hamaca de
manera brusca, esa noche no concilio el sueño.
Acto III
Julián se encontraba en el pueblo buscando entre el basurero, recogía toda muñeca que encontraba y la
guardaba en su saco a lo lejos desde su negocio Anastasio lo vio pero no le presto mucha atención.
Al finalizar su jornada el joven fue a visitar a su tío pero fue su sorpresa ver la que la casa se había convertido
en un museo del horror muñecas adornaban la casa, era una vista aterradora.
Anastasio: — ¡Tío! —
Julián: — ¿Las muñecas? — Se rasco su cabeza — Son para espantar a los espantos —
Julián: — Sobrino, los espantos existen, y me han estado molestando mucho, tengo que asegurarme de que
no me visiten más, en estos días una sirena me quiso llevar, pero cante muy fuerte para que me dejara
tranquilo —
Anastasio: — ¿Está usted bien tío? — Se cruzó de brazos — Mire tío si necesita ayuda díganos a mi vieja o a
mí, usted está muy raro, porque no se viene a pasar unos días en la casa, anda diga que sí, le hará bien hablar
con otras personas —
Anastasio: — Bueno tío, mucho cuidado, voy a ver al ganado y regreso dentro de un rato a ver si cambio de
opinión —
Anastasio se fue dejando a su tío solo, como había dicho fue con su ganado, arreo a las vacas y las llevo a
terrenos más seguros, al caer la tarde ya había terminado así que regreso a la casa de su tío.
Llamo a su tío pero no contesto, entro a la casa y no había rastro de él, cuando se asomó al canal vio las cosas
de su tío pero no a este, cuando se acercó vio el cuerpo de su tío flotando.
La autopsia revelo que había fallecido por un infarto, pero el hecho curioso es que había muerto en el mismo
lugar donde la chica de había ahogado, con la muerte de Julián la casa de las muñecas quedo sola,
acumulando muñecas a través de los años pero que hoy en día aún se pueden sentir cosas extrañas.