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18-8-2020 LE CORBUSSIER

ESTUDIANTE
LUIS FERNANDO MENDOZA
JUAN CAMILO SERRANO

DOCENTE/ ARQUITECTA
ROLONG OJITO GOLDA PATRICIA

ASIGNATURA
PENSAMIENTO MODERNO
CONTTEMPORANEO

UNIVERISDAD DE LA COSTA CUC


2020-2
INTRODUCIÓN

Entre las décadas de 1910 y 1940 el mundo tal como se lo había conocido parecía
desaparecer. La sucesión casi inagotable de conflictos bélicos traían consigo un
encadenamiento de experiencias hasta el momento desconocido. La irrupción de la
máquina en los enfrentamientos abrió una serie de paisajes irreconocibles, de ciudades
devastadas, de cuerpos mutilados, de materialidades indistinguibles. La máquina
también fue contemplada como una posible salida de este n uevo estado del mundo. La
reconstrucción de las ciudades y de los cuerpos se presentaba como ineludible,
imprescindible, indispensable. El encuentro de la máquina con los cuerpos ha formado
parte, durante el siglo XX, de numerosos debates que han tenido lu gar en el marco de
diversos campos disciplinares, en los cuales han proliferado incontables perspectivas
(Clark 2003). Asimismo, durante las últimas tres décadas esta relación -máquina |
cuerpo- se ha convertido en uno de los núcleos problemáticos de autoras que transitan
por territorios reflexivos postfeministas y queer (Haraway 1991; Preciado 2002, 2008;
entre muchas otras).
El Modulor: el cuerpo del Movimiento Moderno

Le Corbusier comenzó a dar forma a aquello que entendemos como la representación del sujetx-que-
habita. Una representación polimorfa, que aparece en sus planos, en sus collages, en las vistas de sus
espacios, en sus esculturas y a través de sus palabras. Este sujetx polimórfico, puede ser nombrado por
momentos como Modulor y encuentra una suerte de síntesis en su escrito, “Modulor. Ensayo sobre una
medida armónica a escala humana aplicable universalmente a la Arquitectura y la Mecánica.” (1949) En
los inicios este sujeto no es más que un sistema de medidas, descripto por él, como el resultado del estudio
de las relaciones entre el cuerpo humano y las matemáticas10; surgido de la necesidad de dar cuenta del
carácter 'construido' y 'artificial' del sistema métrico, y sus consecuencias, descriptas como negativas por
su deshumanización, como perversiones sobre la relación entre los hombres11 y la Arquitectura (Le
Corbusier, 1949). En una de sus incontables y ambivalentes mutaciones, el sistema de medidas se hace
carne, toma la forma de un cuerpo. En su última entrevista, Le Corbusier explica “El Modulor está basado
en el cuerpo humano ¿entiende? Es un hombre de 1.83, con el brazo levantado 2.26, eso es ya una
proporción áurea ¿no? y así continúa todo, subiendo y bajando...”(Le Corbusier y Desalle, 1999: sn) El
Modulor, es un cuerpo, no cualquier cuerpo sino uno humano. Es también escala, referencia, medida,
proporción, relación y fundación del acuerdo entre el hombre y su medio12 . En principio se presenta
como un cuerpo de carne y hueso, con ojos, pies, codos, dedos, que ve con los ojos a 1,70 metros del
suelo13 . Es un cuerpo natural, instintivo, prísitino, y por tanto universal y ahistórico, es un cuerpo plagado
de ingenuidad14 . Este cuerpo para el que Le Corbusier piensa su máquina de habitar, es uno que dice no
tener tiempo, ni espacio. Es un cuerpo, que como todo universal borra las diferencias, “Todos los hombres
tienen el mismo organismo, las mismas funciones. Todos los hombres tienen las mismas necesidades” (Le
Corbusier, 1923: 108) Un cuerpo con pretensiones de universalismo, y por tanto de inmutabilidad, un
cuerpo que se legitima en una naturaleza regida por leyes, por verdades. Pero las mutaciones continúan,
y las ambivalencias se multiplican. Y este cuerpo natural, universal, ahistórico, inmutable es también un
aparato, una conjunción entre humano y matemática, entre nacido y construido15. Es una entidad
ahistórica que al mismo tiempo es producto de su época, “En todo hombre moderno hay una mecánica.
El sentimiento de la mecánica deriva de la actividad cotidiana.” (Le Corbusier, 1923: 100) ¿Es este cuerpo
universal resultado inevitable de las leyes de la naturaleza, o producto de la elaboración estandarizada?
El Modulor, se presenta y podría ser entendido, por momentos como una mirada ingenua sobre la
naturaleza, al mismo tiempo que, un intento de normalización, una búsqueda por la seriación y la
estandarización. Entendiendo que en palabras de Le Corbusier, “La normalización reduce los obstáculos,
barriéndolos ante la magnificencia de la regla” (1949: 134) Haciendo un recorrido por las diversas y
ambivalentes trayectorias que sigue el Modulor en sus como negativas por su deshumanización, como
perversiones sobre la relación entre los hombres11 y la Arquitectura (Le Corbusier, 1949). En una de sus
incontables y ambivalentes mutaciones, el sistema de medidas se hace carne, toma la forma de un cuerpo.
En su última entrevista, Le Corbusier explica “El Modulor está basado en el cuerpo humano ¿entiende? Es
un hombre de 1.83, con el brazo levantado 2.26, eso es ya una proporción áurea ¿no? y así continúa todo,
subiendo y bajando...”(Le Corbusier y Desalle, 1999: sn) El Modulor, es un cuerpo, no cualquier cuerpo
sino uno humano. Es también escala, referencia, medida, proporción, relación y fundación del acuerdo
entre el hombre y su medio12. En principio se presenta como un cuerpo de carne y hueso, con ojos, pies,
codos, dedos, que ve con los ojos a 1,70 metros del suelo13. Es un cuerpo natural, instintivo, prísitino, y
por tanto universal y ahistórico, es un cuerpo plagado de ingenuidad14. Este cuerpo para el que Le
Corbusier piensa su máquina de habitar, es uno que dice no tener tiempo, ni espacio. Es un cuerpo, que
como todo universal borra las diferencias, “Todos los hombres tienen el mismo organismo, las mismas
funciones. Todos los hombres tienen las mismas necesidades” (Le Corbusier, 1923: 108) Un cuerpo con
pretensiones de universalismo, y por tanto de inmutabilidad, un cuerpo que se legitima en una naturaleza
regida por leyes, por verdades. Pero las mutaciones continúan, y las ambivalencias se multiplican. Y este
cuerpo natural, universal, ahistórico, inmutable es también un aparato, una conjunción entre humano y
matemática, entre nacido y construido15. Es una entidad ahistórica que al mismo tiempo es producto de
su época, “En todo hombre moderno hay una mecánica. El sentimiento de la mecánica deriva de la
actividad cotidiana.” (Le Corbusier, 1923: 100) ¿Es este cuerpo universal resultado inevitable de las leyes
de la naturaleza, o producto de la elaboración estandarizada? El Modulor, se presenta y podría ser
entendido, por momentos como una mirada ingenua sobre la naturaleza, al mismo tiempo que, un intento
de normalización, una búsqueda por la seriación y la estandarización. Entendiendo que en palabras de Le
Corbusier, “La normalización reduce los obstáculos, barriéndolos ante la magnificencia de la regla” (1949:
134) Haciendo un recorrido por las diversas y ambivalentes trayectorias que sigue el Modulor en sus
escritos, podríamos pensar la tensión entre su presentación como resultado ineludible de las leyes
inmutables de la naturaleza, y por lo tanto de su carácter ahistórico y legítimo, y algunos de sus pasajes
más paradójicos donde afirma, “Se trata de invención pura, personal, hasta el punto que la invención de
un hombre (...)” (Le Corbusier, 1923: 179). Esta tensión habita el texto en su totalidad, la ambivalencia
entre nacido y construido, natural y artificial, universal y estandarizado, preexistente y resultante. Este
anclaje en lo natural, en lo universal es el que permite el borramiento de cuerpos, de subjetividades
históricamente presentes en el mismo momento en que Le Corbusier escribe: “La arquitectura se ocupa
de la casa ordinaria y corriente, para hombres normales y corrientes” (Le Corbusier, 1923: xv). Un
borramiento, un silenciamiento, que no puede ser leído como pura inocencia, sino como creencia, como
una posible solución al contexto histórico mundial: Dado que los objetos de fabricación mundial, que hay
que dimensionar con el Modulor, viajan a todas partes, convirtié ndose, por lo tanto, en propiedad de
usuarios de todas las razas y de todas las estaturas, es tan natural como imperativo adoptar la talla del
hombre más alto (seis pies) para que los contenedores que se fabriquen puedan ser usados también por
él (Le Corbusier, 1949: 83-84) Pronto, este Modulor, esta escala humana -que promete en su título el
ensayo-, se revela como una imagen de un cuerpo que lejos de ser universal, se presenta como un cuerpo
masculino -un hombre de 1.83, con el brazo levantado 2.26-, como un hombre seriado, racional,
estandarizado. Luego de interrogarnos: ¿Para quién piensa Le Corbusier esta máquina de habitar? Nace
una nueva pregunta: ¿Es este Modulor -sujetx | cuerpo- preexistente a la máquina de habitar? O acaso,
este Modulor que encontramos tan detalladamente descripto en sus textos es el cuerpo que busca
construir, modelar con estas nuevas tecnologías que suponen las máquinas de habitar

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