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La
iniciación
de
un
niño
a
la
vida
cristiana
no
es
tarea
que
pueda
ser
absorbida
solo
por
el
catequista
y
solo
por
los
padres.
Es
toda
la
comunidad
cristiana
la
que
anuncia
a
Cristo,
y
es
con
toda
la
comunidad
cristiana
con
la
que
el
niño
debe
entrar
en
contacto.
El
trabajo
precioso
que
el
catequista
desarrolla
debe
ser
sostenido
y
corroborado
por
una
comunidad,
que
vive
lo
que
anuncia”.
1
Es
importante
diferenciar
los
dos
espacios:
el
de
la
catequesis
donde
los
niños
viven
su
proceso
de
iniciación
cristiana
con
anuncios
bíblico-‐
litúrgicos
en
un
proceso
orgánico
y
sistemático,
respondiendo
a
sus
exigencias
vitales,
según
la
etapa
de
desarrollo
en
que
se
encuentran
y
que
han
sido
hallados
en
los
61
años
de
existencia
de
la
CBP.
Por
otra
parte,
en
el
ambiente
familiar
los
niños
viven
su
vida
de
fe
junto
con
sus
padres,
hermanos
u
otros,
y
en
la
cotidianidad
van
experimentando
esa
compañía
constante
y
permanente
de
Dios.
1
Cavalletti, Sofía. El Potencial religioso del niño xxxxxxxxxxxxxxxxxxx
1
En
la
medida
en
que
catequistas
y
padres
se
comuniquen
y
complementen
serán
una
mejor
ayuda
en
la
relación
del
niño
con
Dios.
Es por esto que se proponen reuniones periódicas con los padres de familia, cuyos objetivos son:
• Sensibilizar,
tomar
conciencia
y
profundizar
en
la
visión
nueva
del
niño,
según
María
Montessori.
• Reflexionar
sobre
la
función
del
adulto
que
el
niño
necesita
y
sus
actitudes
hacia
él.
• Brindar
herramientas
que
permitan
a
los
padres
respetar
y
acompañar
la
relación
del
niño
con
Dios.
Propondré
una
serie
de
ayudas
que
podrán
ser
aplicadas
en
el
hogar
y
que
como
catequistas
daremos
a
conocer
a
los
padres
en
las
reuniones
periódicas
que
debemos
tener
con
ellos.
Sabemos
la
importancia
de
ayudarlos
a
ellos
en
su
relación
personal
con
Jesús,
Buen
Pastor
que
en
muchos
casos
es
iniciar
con
ellos
su
proceso
de
Iniciación
cristiana,
o
con
otros,
reiniciarlos.
De
esto
se
nos
ha
hablado
aquí
y
por
tanto
solo
me
enfocaré
en
lo
relacionado
con
la
visión
del
niño
según
María
Montessori
que
es
tan
necesaria,
ya
que
como
ya
ella
nos
lo
decía
a
principios
del
siglo
XX
el
niño
es
un
ser
desconocido,
y
lo
cual
sigue
siendo
hoy
una
realidad,
ya
que
no
conocemos
al
niño
en
su
verdadera
naturaleza,
creado
a
imagen
y
semejanza
de
Dios.
La
primera
ayuda
es
ayudarlos
a
Tomar
conciencia
de
su
misión
como
padres.
“El
niño
no
es
un
ser
extraño
que
el
adulto
puede
considerar
desde
el
exterior,
con
ciertos
objetivos.
El
niño
es
la
parte
más
importante
de
la
vida
del
adulto.
Es
el
constructor
del
adulto”
El
bien
o
el
mal
del
hombre
maduro
tiene
una
relación
muy
estrecha
con
la
vida
infantil,
que
lo
formó.
Sobre
el
niño
recaerán
todos
nuestros
errores
y
él
recogerá
los
frutos.
Moriremos,
pero
nuestros
hijos
sufrirán
las
consecuencias
del
mal
que
habrá
deformado
su
alma
para
siempre.
El
ciclo
es
continuo
y
no
puede
interrumpirse.
Tocar
al
niño
es
tocar
el
punto
más
sensible
de
un
todo
que
tiene
sus
raíces
en
el
pasado
más
remoto
y
se
dirige
hacia
el
infinito
del
porvenir.
Tocar
al
niño,
es
tocar
el
punto
más
delicado
y
vital
donde
todo
puede
decidirse
y
renovarse,
donde
todo
está
lleno
de
vida,
donde
se
hallan
encerrados
los
secretos
del
alma,
porque
allí
se
elabora
la
educación
del
hombre”2
“El
padre
actuó
dando
únicamente
una
célula
invisible;
la
madre
además
de
una
célula
germinativa,
ofreció
el
ambiente
vivo
adecuado
con
todos
los
medios
de
desarrollo
y
protección.
El
esfuerzo
oculto
de
la
infancia
debe
considerarse
sagrado:
esta
laboriosa
manifestación
merece
una
expectativa
acogedora,
porque
en
este
periodo
de
formación
se
determina
la
personalidad
futura
del
individuo.
De
estas
responsabilidades
nace
el
deber
de
estudiar
y
penetrar
con
espíritu
científico
en
las
necesidades
síquicas
del
niño,
y
prepararle
un
ambiente
vital”3.
2
Montessori, María. El niño el secreto de la infancia. Pag.
3
Montessori, María. El niño el secreto de la infancia. xxxxxxxxx
2
Reconocer
que
sus
hijos
son
presencia
de
Dios,
son
seres
por
quienes
la
vida
de
Dios
pasó,
dando
nueva
vida
y
que
por
tanto
no
son
dueños
de
esta
vida,
sino
que
están
al
servicio
de
ella.
En
este
sentido
su
misión
también,
como
la
del
catequista,
es
ser
“siervos
inútiles”,
siervos
al
servicio
de
la
vida
humana,
la
cual
hace
parte
del
Misterio
de
Dios.
María
Montessori
indica
que
los
padres
tienen
una
importante
misión:
“solo
ellos
pueden
salvar
a
sus
hijos….
Sus
conciencias
deben
sentir
la
fuerza
de
la
misión
que
les
ha
confiado
la
naturaleza;
una
misión
que
les
sitúa
por
encima
de
la
sociedad
que
les
hace
dominadores
de
todas
las
situaciones
materiales,
porque
entre
sus
manos
está
el
futuro
de
la
humanidad:
la
vida”
4
Así
mismo
nos
dice
que
el
papel
del
padre
es
ser
un
guardián,
no
un
creador,
y
es
un
guardián
del
mismo
momento
de
la
concepción
y
del
nacimiento,
cuando
ya
requiere
de
una
ambiente
externo
que
favorezca
su
desarrollo.
“lo
que
la
madre
crea
es
el
recién
nacido,
pero
es
el
recién
nacido
quien
produce
el
hombre.
Si
la
madre
muere,
el
niño
crece
igualmente
y
completa
la
construcción
del
hombre.
Reconocer
esta
gran
obra
del
niño
no
significa
disminuir
la
autoridad
de
los
padres;
cuando
estos
se
convenzan
de
que
no
son
los
constructores,
sino
simplemente
los
colaboradores
de
la
construcción,
podrán
cumplir
mejor
su
propio
deber
y
ayudarán
al
niño
con
más
amplia
visión.
Esta
ayuda
solo
se
plasmará
en
una
buena
construcción
si
se
presta
convenientemente;
así
la
autoridad
de
los
padres
no
se
basa
en
una
dignidad
fija
por
sí
misma,
sino
en
la
ayuda
que
dan
a
sus
hijos,
y
esta
es
la
verdadera
y
gran
autoridad
y
dignidad
de
los
padres”.5
Reconocer
esta
misión
supone
varias
acciones
por
parte
de
los
padres
y/o
adultos
bajo
quienes
está
el
cuidado
del
niño
y
de
nosotros
como
catequistas
al
servicio
de
la
creatura
predilecta
de
Dios
al
darlas
a
conocer:
1. Conocer
al
niño:
Las
principales
ayudas
que
podemos
dar
a
los
padres
y/o
adultos
que
conviven
con
los
niños
que
acuden
a
nuestros
atrios
como
complemento
de
la
CBP
la
encontramos
en
la
Colección
DIOS
Y
EL
NIÑO.
Los
5
libritos
que
la
componen
proporcionan
herramientas
sencillas
e
importantes
sobre
cómo
complementar
los
anuncios
del
mensaje
cristiano
que
los
niños
reciben
en
los
encuentros
semanales
de
catequesis.
2. Desarrollar
el
poder
de
observarlos,
disfrutarlos,
aceptarlos.
3.
4. Ser
humildes
al
ver
lo
maravilloso
del
espíritu
del
niño
y
aprender
lo
que
el
niño
nos
puede
enseñar
5. Respetar
su
ritmo
y
sus
esfuerzos.
“Al
ver
al
niño
hacer
grandes
esfuerzos
para
realizar
un
acto
totalmente
inútil
que
el
mismo
podría
realizarlo
en
un
instante
y
mucho
mejor,
el
(el
adulto)
se
siente
tentado
a
ayudar….;
el
adulto
se
irrita,
no
solo
porque
el
niño
intenta
realizar
inútilmente
una
acción,
sino
también
por
el
ritmo,
por
la
manera
de
moverse,
tan
distinta
de
la
suya”
El
adulto
puede
soportar
el
movimiento
que
representa
agilidad,
el
ritmo
acelerado
del
niño;
en
este
caso
puede
soportar
el
desorden
y
trastornos
que
el
niño
vivaz
transmite
al
4
Ibid pag 335
5
Montessori, maría. La mente absorbente del niño. Pag. 29
3
ambiente,
“armándose
de
paciencia”
porque
se
trata
de
cosas
claras
y
externas;
y
le
voluntad
del
adulto
siempre
es
capaz
de
actuar
sobre
los
actos
conscientes.
Pero
cuando
el
ritmo
del
niño
es
lento,
entonces
interviene
irresistiblemente
con
la
sustitución.
En
lugar
de
prestarle
auxilio
en
sus
necesidades
síquicas
más
esenciales,
el
adulto
sustituye
al
niño
en
todas
las
acciones
que
él
quiere
realizar
por
sí
mismo,
cerrándole
todos
los
procesos
de
actividad
y
constituyéndose
en
el
obstáculo
más
poderoso
contra
el
desarrollo
de
su
existencia”.6
6. Preparar
el
ambiente
del
hogar
adecuado
para
él.
Hay
errores
profundos
existentes
en
la
organización
de
la
vida
infantil
y
cómo
el
adulto
por
el
bien
de
los
niños,
va
contra
sus
necesidades
inconscientemente,
siguiendo
instintos
de
defensa,
que
podría
vencer
fácilmente.
El
adulto
debería
interpretar
las
necesidades
del
niño
para
comprenderlas,
preparándole
un
ambiente
adecuado.
De
esta
manera
podría
iniciarse
una
nueva
era
en
la
educación,
la
del
auxilio
a
la
vida.
Es
absolutamente
necesario
que
termine
la
época
en
que
el
adulto
consideraba
al
niño
como
un
objeto
que
se
toma
y
transporta
a
cualquier
sitio,
cuando
es
pequeñito;
y
cuando
mayorcito,
no
tiene
más
que
obedecer
y
seguir.
Este
concepto
erróneo
es
el
obstáculo
invencible
para
que
la
vida
del
niño
sea
más
racional.
Es
preciso
que
el
adulto
quede
persuadido
de
que
ha
de
ocupar
un
lugar
secundario,
esforzándose
en
comprender
al
niño,
con
el
vehemente
deseo
de
convertirse
en
un
auxiliar
suyo.
Esta
es
la
verdadera
orientación
educativa
que
deberían
seguir
las
madres
y
sus
educadores.
Si
la
personalidad
del
niño
debe
ser
auxiliada
en
su
desarrollo
por
la
personalidad
del
adulto,
que
es
poderosa,
es
necesario
que
esta
sepa
ser
indulgente;
y
tomando
como
punto
de
apoyo
las
directrices
facilitadas
por
el
niño,
considere
como
un
honor
el
poder
comprenderle
y
seguirle”.
7
7. Evitar
el
conflicto
entre
los
deseos
de
los
padres
y
las
necesidades
de
los
niños
8.
“Es
preciso
remover
cosas
estáticas
incrustadas
en
el
espíritu
del
hombre
y
que
le
han
incapacitado
para
comprender
al
niño
y
adquirir
el
conocimiento
intuitvo
de
su
alma.
La
ceguera
impresionante
del
adulto,
su
insensibilidad
hacia
sus
hijos
–
frutos
de
su
propia
vida-‐
tienen
ciertamente
raíces
muy
profundas,
que
se
han
extendido
a
través
de
las
generaciones,
y
el
adulto
que
ama
al
niño,
pero
lo
desprecia
inconscientemente,
provoca
en
éste
un
sufrimiento
secreto,
espejo
de
nuestros
errores
y
advertencia
para
nuestra
conducta.
Todo
ello
revela
un
conflicto
universal,
inconsciente,
entre
el
adulto
y
el
niño.
La
cuestión
social
de
la
infancia
nos
hace
penetrar
en
las
leyes
de
la
formación
del
hombre
y
ayuda
a
crearnos
una
conciencia
nueva,
y
por
consiguiente,
a
dar
una
nueva
orientación
a
nuestra
vida
social”
9. Proporcionar
al
niño
cosas
que
puedan
ayudarle
a
hacer
cosas
por
sí
mismos.
10. Escucharlo
y
ayudarle
a
la
escucha.
11.
6
pág. 146 - 147
7
Montessori, María ibid pag 128
4
Citas
del
libro
El
niño.
El
secreto
de
la
infancia.
María
Montessori
“El
adulto
se
ha
hecho
extraño
respecto
al
niño,
no
egoísta
pero
extraño,
pues
considera
todo
cuanto
se
refiere
al
niño
síquico,
como
si
se
refiriera
a
él
mismo,
logrando
la
incomprensión
del
niño.
Y
este
punto
de
vista
hace
considerar
al
niño
como
un
ser
vacío
que
el
adulto
debe
llenar
con
sus
propios
esfuerzos;
como
un
ser
inerte
e
incapaz
para
el
cual
el
adulto
todo
lo
debe
hacer;
como
un
ser
sin
guía
interior,
que
el
adulto
debe
guiar
desde
el
exterior.
En
fin,
el
adulto
es
como
el
creador
del
niño
y
considera
el
bien
y
el
mal
de
las
acciones
del
niño
desde
el
punto
de
vista
de
sus
relaciones
con
él.
El
adulto
es
piedra
de
toque
del
bien
y
del
mal.
Es
infalible,
es
el
bien
sobre
el
que
debe
modelarse
el
niño:
todo
cuanto
en
el
niño
se
aleja
del
carácter
del
adulto,
es
un
mal
que
éste
se
apresura
a
corregir.
En
esta
forma,
que
inconscientemente
anula
la
personalidad
del
niño,
el
adulto
actúa
convencido
de
su
celo,
amor
y
sacrificio”.
(pág.
39)
“El
recién
nacido
no
es
solo
un
cuerpo
dispuesto
a
funcionar;
es
un
embrión
espiritual
provisto
de
directrices
síquicas
latentes.
Sería
absurdo
pensar
que
precisamente
el
hombre,
perfectamente
caracterizado,
distinto
de
las
demás
criaturas
de
la
creación,
por
la
grandiosidad
de
su
vida
síquica,
fuese
el
único
ser
que
no
poseyera
un
propósito
de
desarrollo
síquico”
El
espíritu
puede
hallarse
tan
profundamente
latente
que
no
se
manifieste
como
el
instinto
de
los
animales,
pronto
a
revelarse
en
sus
acciones
establecidas.
El
hecho
de
no
ser
movido
por
instintos
fijos
y
determinados
como
en
los
animales,
es
el
signo
de
un
fondo
de
libertad
de
acción
que
exige
una
elaboración
especial,
casi
una
creación,
dejada
al
desarrollo
de
cada
individuo
y
por
consiguiente,
imprevista,
delicadísima,
difícil
y
oculta.
Es,
pues,
un
secreto
del
alma
del
niño
que
no
es
posible
penetrar
si
él
mismo
no
la
revela,
a
medida
que
va
construyéndose
a
sí
mismo”
Y
por
esto
solamente
el
niño
puede
hacernos
revelaciones
sobre
la
misión
natural
del
hombre”
(pag
45)
Sobre
el
recién
nacido.
“la
naturaleza
despliega
sus
energías
protectoras
providenciales
solamente
cuando
los
seres
pueden
desarrollar
libremente
las
directrices
intimas
de
los
instintos
fundamentales.
En
el
instinto
hallamos
una
lógica
clara
y
simple:
el
recién
nacido
de
los
mamíferos
ha
de
ser
cuidado
especialmente
en
sus
primeros
contactos
con
el
ambiente
exterior
y
por
ello
hay
que
distinguir
un
primer
periodo
extremadamente
delicado,
que
es
el
correspondiente
a
su
llegada
al
mundo,
al
descanso
necesario
después
del
enorme
esfuerzo
del
nacimiento
y
el
comienzo
simultaneo
de
todas
las
funciones.
Después
de
ello
se
inicia
la
llamada
primera
infancia
o
sea
el
primer
año
de
vida;
la
lactancia,
o
sea
la
primera
vida
en
el
mundo”
pag
61
“se
podría
decir
que
la
diferencia
síquica
entre
el
animal
y
el
hombre
es
ésta:
el
animal
es
como
el
objeto
fabricado
en
serie,
cada
individuo
reproduce
rápidamente
los
caracteres
uniformes
de
toda
la
especie.
En
cambio,
el
hombre
es
como
el
objeto
fabricado
a
mano:
cada
uno
es
distinto
del
otro,
cada
uno
tiene
un
espíritu
creador
propio
que
lo
convierte
en
una
obra
de
arte
de
la
naturaleza.
Pero
el
trabajo
es
lento
y
prolongado.
Antes
de
que
aparezcan
los
efectos
externos
existe
un
trabajo
íntimo
que
no
es
la
reproducción
de
un
tipo
fijo,
sino
que
es
la
creación
de
un
tipo
nuevo:
y
por
ello
constituye
un
enigma,
un
resultado
sorprendente.
Permanece
oculto
mucho
tiempo,
como
ocurre
con
la
obra
de
arte
que
el
autor
conserva
en
la
intimidad
de
su
estudio
antes
de
exponerla
al
público.
El
trabajo
a
través
del
cual
se
forma
la
personalidad
humana
es
la
obra
oculta
de
la
5
encarnación.
El
hombre
debe
encarnarse
con
ayuda
de
su
propia
voluntad.
El
espíritu
humano
animador
debe
encarnarse
para
actuar
y
abrirse
paso
en
el
mundo.
Todo
esto
constituye
el
primer
capítulo
de
la
vida
del
niño”.
Pag
67
y
68)
“El
hombre
todo
lo
puede;
su
inercia
aparente
prepara
la
sorpresa
maravillosa
de
la
individualidad.
Su
voz
sin
articulación,
hablará
un
día,
pero
no
sabemos
cuál
será
su
lenguaje.
Hablará
la
lengua
que
sabrá
recoger
del
ambiente
que
le
rodea,
prestando
atención
continuada,
construyendo
los
sonidos
con
esfuerzos
incalculables,
las
sílabas
y
por
fin,
las
palabras.
Será
un
constructor
voluntario
de
todas
sus
funciones
de
relación
con
el
ambiente;
será
el
constructor
de
un
nuevo
ser”
(pag
69)
“El
niño
que
se
encarna
es
un
embrión
espiritual
que
debe
vivir
a
expensas
del
ambiente,
pero
del
mismo
modo
que
el
embrión
físico
necesita
un
ambiente
especial
que
es
el
seno
materno,
este
embrión
espiritual
necesita
ser
protegido
por
un
ambiente
exterior
animado,
cálido
y
amoroso,
abundante
en
alimentos;
un
ambiente
en
el
que
todo
sea
acogedor
y
nada
obstaculice
el
desarrollo.
Una
vez
comprendida
esta
realidad,
el
adulto
debe
cambiar
su
actitud
hacia
el
niño.
La
figura
del
niño,
embrión
espiritual
que
se
está
encarnando,
debe
preocuparnos,
debe
imponernos
nuevas
responsabilidades.
Hay
un
canje
entre
el
embrión
espiritual
y
el
ambiente;
a
través
de
este
canje
se
forma
el
individuo
y
se
perfecciona.
Donde
hay
creación
siempre
en
acción,
hay
una
energía
constructiva
de
lo
nuevo,
contribuyendo
a
la
obra
perpetua
de
la
encarnación
spiritual.
Así
se
forma
por
sí
sola
la
personalidad
humana,
como
el
embrión,
y
el
niño
se
transforma
en
el
creador
del
hombre,
en
el
Padre
del
hombre.
“renunciar
a
sus
propias
necesidades
y
adaptarse
a
las
del
ser,
en
vías
de
formación,
es
la
línea
de
conducta
que
debe
seguir
el
adulto
consciente”
Pag
129.
ANDAR.
El
adulto
anda
para
alcanzar
una
meta
y
va
directamente
a
ella,
siguiendo
su
ritmo
establecido,
que
desarrolla
casi
mecánicamente.;
el
pequeño
anda
para
desarrollar
sus
propias
funciones,
tiene
una
finalidad
creadora
que
cumplir.
Es
lento,
todavía
no
ha
establecido
su
ritmo,
ni
tiene
finalidad
alguna;
las
cosas
que
le
rodean
le
atraen.
El
auxilio
que
debía
procurarle
el
adulto
sería
el
de
renunciar
a
su
ritmo
propio,
a
sus
finalidades.(pag
132)
LA
MANO
“Cuando
el
niño
ha
de
moverse
de
modo
constructivo
haciendo
uso
de
sus
manos
para
ejecutar
una
labor,
necesita
cosas
externas
que
manejar;
mejor
dicho,
necesita
que
en
el
ambiente
existan
“motivos
de
actividad””El
niño
no
se
mueve
al
azar;
construye
las
coordinaciones
necesarias
para
organizar
los
movimientos
guiados
por
su
ego,
que
manda
en
su
interior””El
movimiento
constructivo
se
inspira
en
acciones
que
el
niño
ha
visto
ejecutar
a
su
alrededor
En
el
adulto
hay
un
sentimiento
de
defensa
de
los
objetos.
La
primera
manifestación
del
instinto
de
trabajo
en
el
niño
es
el
fenómeno
mas
desconcertante
para
el
adulto,
que
ha
comprendido
su
importancia.
La
actividad
de
la
mano
infantil
es
una
necesidad
vital
El
niño
cuando
ha
de
moverse
de
modo
constructivo,
haciendo
uso
de
sus
manos
para
ejecutar
una
labor,
necesita
cosas
externas
que
manejar;
mejor
dicho,
necesita
que
en
el
ambiente
existan
“motivos
de
actividad.””El
movimiento
constructivo
se
inspira
en
acciones
que
el
niño
ha
visto
ejecutar
a
su
alrededor.
Sus
acciones,
tanto
en
movimiento
como
en
lenguaje,
no
son
imitación
6
inmediata,
sino
son
producto
de
una
observación
registrada
o
de
un
conocimiento
adquirido”
(pag
139)
El
adulto
cuando
el
ritmo
del
niño
es
lento,
interviene
irresistiblemente
con
la
sustitución.
En
lugar
de
prestarle
auxilio
en
sus
necesidades
síquicas
más
esenciales,
el
adulto
sustituye
al
niño
en
todas
las
acciones
que
él
quiere
realizar
por
sí
mismo
,
cerrándole
todos
los
procesos
de
actividad
y
constituyéndose
en
el
obstáculo
más
poderoso
contra
el
desarrollo
de
su
existencia”.
¿
quién
pudiera
suponer
que
esta
ayuda
inútil
facilitada
al
niño
es
la
raíz
de
todas
las
represiones
y
por
consiguiente,
causa
de
los
peligrosísimos
daños
que
el
adulto
ocasiona
al
niño?
Pag
147
CAP
17
La
figura
del
maestro:
es
el
maestro
pasivo
que
destruye
ante
el
niño
el
obstáculo
de
su
propia
actividad,
que
se
complace
en
borrar
su
propia
autoridad
para
desarrollar
la
actividad
del
niño
y
que
se
muestra
plenamente
satisfecho
cuando
le
ve
obrar
solo
y
progresar
sin
atribuirse
el
merito
a
sí
mismo.
Tiene
que
inspirarse
en
los
sentimientos
de
san
Juan
Bautista:
“conviene
que
él
crezca
y
yo
disminuya”
“¿Quién
de
vosotros
tiene
un
siervo
arando
o
pastoreando
y,
cuando
regresa
del
campo,
le
dice:
Pasa
al
momento
y
ponte
a
la
mesa?
¿No
le
dirá
más
bien:
prepárame
algo
para
cenar,
y
cíñete
para
servirme
hasta
que
haya
comido
y
bebido,
y
después
comerás
y
beberás
tú?
¿Acaso
tiene
que
agradecer
el
siervo
porque
hizo
lo
que
le
fue
mandado?
De
igual
modo
vosotros,
cuando
hayáis
hecho
todo
lo
que
os
fue
mandado,
decid:
somos
siervos
inútiles:
hemos
hecho
lo
que
debíamos
hacer”
Lucas
17,
7
-‐
10
Meditando
este
texto
del
“siervo
inútil”
y
quienes
otros
traducen
como
“pobre
siervo”
pienso
que
nosotros,
catequistas
del
Buen
Pastor
somos
llamados
a
serlo
y
este
es
un
gran
don.
Al
saber
que
Jesús,
Buen
Pastor
nos
llama
por
nuestro
nombre
a
ser
“sus
siervos
inútiles”
me
llama
tanto
la
atención
cómo
Jesús
nos
llama
a
ser
lo
que
El
ya
ha
sido.
Al
meditar
la
voz
del
Buen
Pastor,
sus
consejos,
siempre
me
impresiona
que
los
consejos
que
El
nos
da,
El
ya
los
ha
vivido.
Si
Él
nos
dice
“perdonarás
no
solo
siete
veces,
sino
setenta
veces
siete”,
El
lo
hace
vida
cuando
perdona
a
quienes
lo
están
crucificando;
cuando
nos
dice
“ama
a
tus
enemigos”,
El
ofrece
al
buen
ladrón
el
Paraíso;
cuando
dice:
“cuando
vayas
a
orar…”,
el
siempre
busca
el
lugar
y
el
momento
donde
pueda
orar
a
su
Padre
en
lo
secreto.
Así,
Jesús
nos
invita
a
ser
sus
siervos
inútiles,
porque
El
también
fue
siervo,
el
siervo
sufriente
del
Padre
en
Quién
se
realizó
la
plenitud
de
la
humanidad.
Como
nos
invitó
el
santo
Padre
a
meditar
en
esta
Navidad:
“Sólo
en
Jesús
se
revela
plenamente
el
proyecto
de
Dios
sobre
el
ser
humano:
Él
es
el
hombre
definitivo
según
Dios.
El
Concilio
Vaticano
II
lo
reitera
firmemente:
"En
realidad,
el
misterio
del
hombre
solo
se
esclarece
en
el
misterio
del
Verbo
encarnado…
Cristo,
el
nuevo
Adán,
manifiesta
plenamente
el
hombre
al
propio
hombre
y
le
descubre
la
sublimidad
de
su
vocación"
(Gaudium
et
spes,
22;
Cf.
Catecismo
de
la
Iglesia
Católica,
359).
En
ese
niño,
el
Hijo
de
Dios
contemplado
en
Navidad,
podemos
reconocer
el
verdadero
rostro,
no
solo
de
Dios,
sino
el
verdadero
rostro
del
ser
humano;
y
solo
abriéndonos
a
la
acción
de
su
gracia
y
tratando
todos
los
días
de
seguirle,
realizamos
el
plan
de
Dios
en
nosotros,
en
cada
uno
de
nosotros”.
(palabras
pronunciadas
en
el
Ángelus
el
día
de
la
Epifanía).
7
Por
otra
parte,
Francesca
nos
comentaba
en
la
charla
que
nos
dio
el
año
pasado
durante
el
Primer
Encuentro
Nacional
de
Catequistas
en
Bogotá,
cómo
cuando
meditaban
la
parábola
del
buen
samaritano
con
los
niños,
meditaban
cuántas
cosas
hace
el
samaritano
y
que
si
miramos
son
10
acciones:
se
detuvo,
se
bajó,..etc,
las
cuales
podrían
equivaler
a
los
10
mandamientos,
para
llegar
a
ver
que
el
cumplimiento
de
la
ley,
como
lo
dice
Pablo
es
el
amor.
Pensé,
entonces,
preparando
esta
charla,
considerar
también
10
“herramientas”
que
debemos
tener
en
cuenta
en
nuestro
ser
“siervos
inútiles”
e
irlas
relacionando
con
las
32
características
de
la
CBP,
las
cuales
son
las
que
deben
orientar
siempre
nuestro
trabajo
como
catequistas,
y
como
formadores
de
catequistas.
1. CONOCER
AL
PATRÓN:
permanecer
en
El;
alimentarnos
de
Su
Palabra,
de
su
Cuerpo
y
de
su
Sangre.
2. CONOCER
A
LA
CREATURA
A
QUIEN
SIRVE:
el
conocimiento
del
niño
nos
orienta
toda
acción
que
realicemos;
estudiar
y
profundizar;
observarlo
siempre;
reconocerlo
como
nuestro
maestro,
dejarnos
enseñar
y
guía
por
él.
3. PREPARAR
EL
AMBIENTE:
ser
guardianas
del
ambiente.
4. DISPONER
Y
CUIDAR
LOS
MATERIALES:
que
favorezcan
el
encuentro
de
Dios
y
el
niño,
la
polarización
de
su
atención,
siendo
fieles
a
los
materiales
ya
experimentados.
5. DISPONER
SU
SER
PARA
EL
SERVICIO:
darnos
cuenta
qué
hay
en
nosotros
que
ayuda
a
esta
relación
de
Dios
y
el
niño
y
qué
hay
en
nuestro
ser
que
la
obstaculiza.
6. EL
SILENCIO
Y
EL
AUTOCONTROL:
El
silencio
es
esencial
para
la
oración,
para
el
diálogo
interior
en
el
cual
se
escucha
a
Dios
y
se
habla
con
El,
al
igual
que
el
unir
armoniosamente
el
cuerpo
y
la
mente.
7. LA
ESENCIALIDAD:
se
requiere
del
adulto
(es)
un
espíritu
de
pobreza,
que
le
permita
poner
en
evidencia
el
mensaje
que
lleva,
buscando
desaparecer
detrás
de
él.
8. RESPETAR
EL
RITMO:
Saber
esperar,
ir
al
ritmo
del
pequeño
que
es
mucho
menor
que
el
nuestro,
ir
al
ritmo
del
Espíritu
que
no
tiene
prisa
9. LA
COMUNIDAD:
saber
que
todo
lo
anterior
lo
vivimos
en
una
Comunidad.
Jesús
para
su
misión
se
valió
de
12
apóstoles;
necesitamos
tanto
de
Dios,
como
de
nuestros
hermanos
catequistas,
nuestros
hermanos,
formadores
y
aprender
unos
de
otros.
Reflexionemos
cada
una
de
ellas
a
la
luz
de
las
32
características
de
la
CBP
y
de
lo
que
nos
dicen
las
que
de
modo
auténtico
supieron
ser
“siervos
inútiles”:
María
Montessori,
Gianna
y
Sofía.
1. ORACIÓN:
Reconocernos
como
siervos:
para
esto
nos
ayuda
mucho
la
concepción
de
siervo
que
nos
presenta
Sofía
en
el
libro
La
historia
del
reino
de
Dios
que
corresponde:
“a
la
del
pueblo
de
Dios,
el
pueblo
de
Israel
y
que
es
muy
diferente
al
nuestro,
ya
que
cuando
nosotros
decimos
siervo,
expresamos
sobre
todo
un
concepto
de
dependencia;
en
cambio
el
término
hebreo
pone
en
evidencia
el
concepto
de
trabajo,
siendo
más
exacto
traducirlo
con
el
término
“trabajador”.
El
siervo
es
quien
trabaja
no
por
su
cuenta,
sino
para
una
persona
y
con
una
persona.
“Trabajar
con
una
persona
significa
que
patrón
y
empleado
trabajan
juntos,
uno
dirigiendo
y
sosteniendo,
el
otro
8
contribuyendo
según
sus
propias
capacidades;
el
resultado
del
trabajo
del
siervo
no
puede
atribuirse
todo
a
su
mérito,
sino
que
es
necesario
reconocer
la
aportación
determinante
de
la
obra
del
patrón”.
En
la
historia
de
la
salvación
Dios
acompaña
en
el
desarrollo
de
su
tarea,
perfeccionando
poco
a
poco
su
adhesión
a
la
invitación
inicial.
Trabajar
para
una
persona
significa
que
el
propósito
de
la
actividad
no
está
en
la
persona
que
lo
desempeña,
sino
en
la
intención
que
el
patrón
se
propone”.
En
la
Biblia
son
llamados
“siervos
de
Dios”
Abraham,
Moisés,
los
profetas,
etc.
todos
son
hombres
que
recibieron
de
Dios
la
invitación
a
colaborar
de
una
manera
especial
en
la
historia
de
la
salvación;
ellos
aceptaron
su
tarea
y
la
desarrollaron
comprometiendo
en
ella
toda
su
vida.
Finalmente,
en
el
umbral
de
los
tiempos,
un
lugar
especial
en
la
serie
de
los
“siervos”
de
Dios
corresponde
a
la
Madre
de
Dios,
que
se
llamó
a
sí
misma
“esclava
del
Señor”
(Lc
1,
38)
Cada
vez
que
el
don
de
Dios
se
encuentra
con
una
respuesta
libre
y
plena
de
parte
de
la
creatura
humana,
la
salvación
se
realiza.
A
excepción
de
la
de
Jesús,
la
respuesta
de
María
al
don
de
Dios
ha
sido
la
más
perfecta
que
Dios
haya
recibido
nunca
de
creatura
humana;
María
fue
transformada
en
el
cuerpo
y
en
el
espíritu,
y
por
su
sí,
la
historia
de
la
salvación
alcanza
su
punto
culminante”.
Llegada
al
vértice,
la
historia
de
la
salvación
no
se
detiene
sino
espera
aún,
para
difundirse,
la
colaboración
de
la
humanidad.
Si
el
plan
divino
no
se
desarrolló
en
el
Antiguo
Testamento
sin
la
colaboración
del
pueblo,
si
la
Encarnación
misma
no
se
realizó
sin
la
participación
de
la
creatura,
así
la
salvación
continuará
realizándose
en
la
era
en
que
vivimos
con
la
contribución
de
la
humanidad,
con
su
libre
y
plena
respuesta
al
don
de
Dios.
A
cada
uno
le
es
ofrecido
un
trabajo
que
cumplir
en
la
historia:
se
espera
que
Dios
sea
todo
en
cada
uno,
en
espera
de
que
“Dios
será
todo
en
todo”.
(Sofía Cavalletti. Historia del Reino de Dios De la creación a la parusía pág. 16 a 18)
“Ayúdanos
oh
Dios
a
penetrar
en
el
secreto
del
niño,
a
fin
de
que
podamos
conocerlo,
amarlo
y
servirlo,
siguiendo
Tus
leyes
de
justicia
y
Tu
divina
voluntad”.
(La
mente
absorbente
del
niño,
pag
359)
Este
conocimiento
nos
lo
da
el
permanecer
en
El;
alimentarnos
de
Su
Palabra,
de
su
Cuerpo
y
de
su
Sangre.
Tantas
veces
hemos
reflexionado
con
los
niños
la
Vid
Verdadera
y
todo
el
significado
de
“permanecer”,
de
cómo
permanecer
donde
ya
estamos.
Y
personalmente
me
encanta
y
me
ha
servido
mucho
la
reflexión
que
hace
Francesca
en
Formación
moral,
en
que
nos
ayuda
a
ver
las
Máximas
como
un
elemento
de
la
formación
moral
para
los
niños
mayores
de
6
años
(y
para
nosotros,
también)
en
que
no
se
trata
de
imitar
a
Jesús,
sino
dejarlo
ser
en
nosotros:
Ella
escribe:
9
“Cuando
en
el
Evangelio
de
San
Juan
(Cap.
13,
34)
leemos
lo
que
llamamos
el
mandamiento
nuevo:
“Que
se
amen
los
unos
a
los
otros
como
yo
los
he
amado”
sabemos
que
esto
es
posible
porque
Jesús
da
estos
mandamientos
después
de
habernos
anunciado
la
Vid
Verdadera.
Si
somos
sarmientos
de
la
Vid,
desde
luego
que
no
podemos
amar
de
otra
manera
sino
como
El
ama.
Sería
absurdo
que
nos
dijera
ámense
como
yo
les
amo
si
fuéramos
personas
fuera
de
Él,
si
Jesús
fuera
un
modelo
a
imitar.
Jesús
nunca
es
un
modelo
a
imitar,
porque
el
modelo
es
algo
que
está
fuera
de
nosotros;
yo
puedo
imitar
a
otra
persona,
pero
a
Jesús
no
lo
vamos
a
imitar
como
un
modelo
porque
Jesús
está
dentro
de
nosotros
y
nosotros
somos
parte
de
Él.
Es
el
misterio
de
las
gotas
de
agua
que
ponemos
en
el
cáliz
y
de
la
levadura
en
la
masa
que
tanto
hemos
meditado
con
los
niños.
“Aunque
nos
ayude
hablar
en
términos
de
imitación
y
de
Jesús
como
modelo,
es
importante
qué
entendamos
que
este
modelo
no
se
sitúa
fuera
de
nosotros.
Lo
que
El
nos
pide
sería
inimitable
si
El
estuviera
fuera
de
nosotros
¿cómo
íbamos
a
poder
ser
perfectos
como
el
Padre
celestial
si
El
estuviera
en
el
cielo
y
nosotros
aquí?
Los
niños
nos
dicen
que
“permanecemos
en
Jesús”
a
través
de
la
oración,
la
Eucaristía,
la
confesión
la
lectura
de
la
Palabra
y
creo
que
esta
es
la
mejor
manera
de
conocer
al
patrón,
de
relacionarnos
con
El.
Sabemos
que
la
máxima
oración
es
la
Eucaristía,
por
tanto
nuestro
amor
y
participación
en
ella
debe
ser
constante.
En
una
carta
escrita
por
Sofía
en
1986
sobre
las
características
del
catequista
nos
decía:
“si
la
Eucaristía
es
un
eje
en
la
experiencia
religiosa
del
niño
y
si
esto
es
cierto,
la
Eucaristía
es
también
el
eje
en
la
vida
espiritual
del
catequista.
Si
nos
atrevemos
a
hablar
de
una
espiritualidad
eucarística,
cómo
nutrirla
es
el
problema
que
surge.
Por
una
parte,
Sofía
considera
que
el
retiro
de
la
primera
comunión
es
el
retiro
del
catequista;
“es
el
momento
cuando
los
niños
se
preparan
para
su
primer
encuentro
eucarístico
y
nosotros
nos
preparamos
para
nuestros
encuentros
eucarísticos
repetidos”.
Por
otra
parte,
nos
propone
meditar
una
y
otra
vez
los
temas
eucarísticos
y
ser
muy
cuidadosos
en
no
hacerlo
como
repetición
mecánica
de
cosas
que
parecieran
ya
conocidas.
“Es
de
vital
importancia
meditar
tanto
textos
bíblicos
eucarísticos
como
litúrgicos,
por
ejemplo
las
varias
oraciones
eucarísticas,
leyéndolas
una
y
otra
vez,
meditando
sobre
ellas
fuera
de
las
celebraciones,
comparar
unas
con
otras,
buscando
los
puntos
comunes,
las
diferencias,
los
vacios
y
los
defectos.
Creo
que
la
más
importante
preparación
para
la
Eucaristía
es
la
Eucaristía.
Es
en
la
Eucaristía
donde
todo
toma
vida,
es
el
encuentro
donde
Cristo
nos
educa
de
un
modo
especial
y
nos
ayuda
hacer
de
nuestras
vidas
“una
ofrenda
permanente
al
Padre”.
Considero
que
para
María
Montessori
era
tan
importante
la
Eucaristía
que
escribió
el
libro:
“La
Santa
Misa
explicada
a
los
niños”
queriendo
así
que
esta
máxima
oración
tuviera
un
lugar
en
la
vida
de
los
niños,
siendo
visionaria
en
su
tiempo.
También
Sofía,
en
un
artículo
titulado
la
Oración
comunitaria
de
Noviembre
de
2001,
nos
habla
de
la
oración,
la
cual
puede
inspirarse
en
la
de
Jesús,
quién
a
su
vez
se
inspiraba
en
la
del
pueblo
hebreo,
superándolas
y
ella
nos
ayuda
a
ver
su
importancia:
“Siete
veces
al
día
el
hebreo
se
acerca
10
a
su
Señor
para
leer
su
Palabra,
escucharla
y
dialogar
con
Él.
Los
primeros
cristianos
también
l o
hacían
mediante
la
oración
de
maitines,
laudes,
vísperas,
nona,
tercia,
etc.
Desde
entonces,
nuestra
madre
y
maestra,
la
Iglesia,
recogió
esa
tradición
de
"escuchar"
para
llegar
a
"pertenecer"
y
a
"permanecer".
Y
todos
los
sacerdotes,
órdenes
y
congregaciones
religiosas,
recitan
comunitariamente
o
de
manera
individual,
cuando
no
les
es
posible
hacerlo
juntos,
el
breviario.
El
Concilio
Vaticano
II
nos
propuso
a
los
laicos
el
rezo
de
laudes,
vísperas
y
completas.
Toda
oración,
es
actividad
del
Espíritu
en
nosotros,
es
actuación
recreadora
del
Espíritu
de
contemplación
y
de
santidad
y
tiene
por
finalidad
el
discernimiento
de
la
voluntad
de
Dios.
Si
examinamos
la
oración
de
Jesús,
vemos
que
ésta
se
enraíza
en
las
tradiciones
judías,
pero
las
supera.
El
hebreo
llama
a
Dios
"Señor",
pero
Jesús
le
llama
y
nos
enseña
a
llamarle
"Abba":
P a d r e .
A l
u s a r
e s t a
p a l a b r a ,
J e s ú s
n o s
descubre,
algo
nuevo:
la
relación
de
Dios
con
nosotros
en
una
relación
de
Padre
amantísimo
y
quiere
también
que
nosotros
respondamos
considerándonos
sus
hijos,
conscientes
de
su
inmensa
bondad
y
amor
y
capaces
de
experimentar
su
maravillosa
paternidad.
La
oración
de
Jesús,
a
la
que
debemos
ajustar
la
nuestra,
revela
la
presencia
de
Dios
en
su
vida
y
la
increíble
capacidad
de
comunión
a
la
que
en
Él,
estamos
llamados:
La
comunión
con
el
Señor
de
la
historia.
Cuando
rezamos,
tres
veces
al
día
la
oración
litúrgica,
nos
acercamos
a
la
Palabra
de
Dios
mediante
las
lecturas
del
Nuevo
y
Antiguo
T estamento
y
los
himnos
de
los
primeros
cristianos,
que
son
también,
un
canal
por
medio
d el
cual
Dios
se
comunicó
y
comunica
con
los
hombres
y
les
transmite
su
Gracia,
su
don
santificador.
Le
damos
alabanza
y
gloria,
en
unión
con
toda
la
Iglesia
de
todo
el
mundo.
Esta
oración
es
diferente
a
cualquier
"rezo"
particular,
ya
que
por
medio
de
ella
oramos
unidos
toda
la
Iglesia”.
En
nuestro
Primer
Encuentro
Latinoamericano
propusimos
unirnos
todos
los
catequistas
del
Buen
Pastor
todos
los
jueves
en
el
rezo
de
laúdes.
Es
una
oportunidad
también
para
sentirnos
unidos
a
toda
la
Iglesia
para
que
así
no
olvidemos
que
precisamente
nuestro
servicio
como
“siervos
inútiles”
es
también
un
servicio
a
la
Iglesia.
Por
otra
parte
y
en
relación
a
este
tema
vemos
en
los
libros
de
María
Montessori,
como
continuamente
hace
alusión
a
citas
bíblicas,
a
nuestro
ser
como
Juan
el
bautista,
quien
decía:
“Que
yo
disminuya
para
que
El
crezca”
(Juan
3,30)
y
en
La
mente
absorbente
del
niño
hace
referencia
a
su
conocimiento
de
San
Pablo,
escribiendo:
“Quisiera
poder
citar
todos
los
poetas
y
todos
los
profetas
y
santos,
pero
no
los
conozco
todos,
ni
me
sería
posible
citarlos
en
sus
diversas
lenguas,
muchas
de
las
cuales
desconozco.
Permitid
que
recuerde
las
palabras
de
uno
que
conozco
y
que,
cuando
habló
del
amor
se
expresó
con
tanta
fuerza
que
hoy,
después
de
dos
mil
años,
en
todos
los
corazones
cristianos
aún
resuenan
con
vehemencia
estas
palabras
suyas:
“Si
hablando
lenguas
de
hombres
y
de
ángeles,
no
tengo
caridad,
soy
como
un
bronce
que
suena
o
címbalo
que
tañe.
Y
si
teniendo
el
don
de
profecía
y
conociendo
todos
los
misterios
y
toda
la
ciencia
y
tanta
fe
que
trasladase
montañas,
si
no
tengo
caridad,
no
soy
nada.
Y
si
repartiere
toda
mi
hacienda
y
entregare
mi
cuerpo
al
fuego,
y
éste
me
consumiera,
no
teniendo
caridad,
de
nada
me
serviría”.
(1
Cor
13,
1
–
3)
11
3. CONOCER
A
LA
CREATURA
A
QUIEN
SIRVE:
Característica
Nº
1:
El
niño,
en
particular
su
vida
religiosa,
está
en
el
centro
del
interés
y
del
compromiso
del
catequista
del
Buen
Pastor:
• él observa y estudia sus exigencias profundas y sus manifestaciones, según la edad;
•
las
vive
junto
con
él,
según
la
enseñanza
del
Evangelio:
“Yo
os
aseguro,
si
no
cambiáis
y
os
hacéis
como
los
niños,
no
entraréis
en
el
reino
de
los
cielos”
(Mt18,3)
• prepara las condiciones necesarias para que esta vida pueda ser vivida y desarrollarse.
El
conocimiento
del
niño
orienta
toda
acción
que
realicemos:
estudiar
y
profundizar;
observarlo
siempre.
Sofía,
también,
al
hablar
del
papel
del
adulto
y
del
carácter
y
los
límites
de
su
función,
lo
define
como
“siervo
inútil”
porque
está
al
servicio
de
una
potencialidad
del
niño
que
no
es
suya,
y
de
una
Palabra
que
no
le
pertenece,
porque
los
resultados
de
su
trabajo
superan
siempre
las
premisas;
sin
embargo
debe
ser
“siervo”,
es
decir,
no
puede
eximirse
de
un
servicio
que
es
necesario
para
el
niño
y
también
para
la
Palabra
de
Dios,
teniendo
bien
presente
que
ante
ella
somos
todos
oyentes
de
un
mensaje
que,
a
través
de
hechos
y
palabras,
Dios
dirige
a
su
pueblo.
(S.C.
Potencial
religioso
del
niño,
pág.
21)
Reconocer
al
niño
como
nuestro
maestro,
maestro
de
espiritualidad.
“La
vida
espiritual–dice
Franz
Marc8-‐
citado
por
Sofía,
es
distinguir
lo
que
es
esencial
de
lo
que
no
lo
es”;
en
tal
sentido
el
niño
es
maestro
de
espiritualidad
y
puede
ser
para
nosotros
modelo
para
encontrar
el
camino
del
Reino:
“Si
no
os
hacéis
como
niños
no
entraréis
en
el
Reino
de
Dios”
(Mt
17,3).
Saber
que
la
principal
fuente
de
conocimiento
del
niño
es
el
niño
mismo
y
por
esto
es
preciso
observarlo.
Gianna
Gobbi,
nos
habla
acerca
de
esta
preparación
diciendo:
“la
Dra.
Montessori
exalta
y
toma
como
modelo
la
figura
del
científico,
que
observando
e
investigando
la
naturaleza,
es
capaz
de
olvidarse
de
sí
mismo
por
amor
de
lo
que
observa
y
experimenta;
este
espíritu
de
paciencia
lo
califica
y
no
los
instrumentos
y
métodos
que
usa.
El
científico
ejercita
la
paciencia
porque
alcanza
su
meta
repitiendo
el
experimento,
esperando
los
resultados
cuando
vengan,
y
ejercita
la
humildad
porque
descubre
poco
a
poco
cosas
extraordinarias
cada
vez
más
profundas
y
grandiosas
ante
las
cuales
advierte
su
pequeñez,
y
se
da
cuenta
que
son
cosas
que
no
le
pertenecen”.
También
Silvana
Montanaro
en
la
introducción
a
su
bello
libro
“Un
ser
humano”
expresa
la
importancia
de
conocer
al
niño
diciendo:
“Únicamente
el
amor
por
el
niño,
unido
a
un
conocimiento
científico,
puede
verdaderamente
comenzar
el
proceso
de
una
“nueva
educación”
capaz
de
ayudar
en
el
desarrollo
de
seres
humanos
preparados
para
nuestro
nuevo
mundo”
(pág.
12).
12
Todos
los
esfuerzos,
que
como
formadores
de
catequistas
hagamos,
para
conocer
más
al
niño
desde
esta
visión
Montessori
y
Cavalletti
Gobbi,
partiendo
de
la
observación
y
estudiando
la
literatura
que
estas
autoras
nos
han
dejado,
no
será
inútil
para
nuestro
servicio.
Y
es
que
con
el
conocimiento
del
niño
nos
pasa
como
con
la
Palabra
de
Dios
que
es
siempre
nuevo,
no
se
agota.
Leemos
y
releemos
y
siempre
encontramos
algo
más
para
comprender
a
los
seres
humanos.
El
niño
y
Dios
son
fuentes
inagotables
en
Su
Misterio
y
gota
a
gota
se
nos
van
revelando.
Característica
Nº
2:
Para
este
fin
hace
suya
la
visión
del
ser
humano,
de
María
Montessori
y
por
tanto
la
actitud
del
adulto
hacia
el
niño;
prepara
un
ambiente
que
ayude
al
desarrollo
de
su
vida
religiosa:
el
atrio.
Característica
Nº
3:
El
atrio
es
la
comunidad
en
la
cual
los
niños,
desde
sus
primerísimos
años,
viven
junto
con
los
adultos
una
experiencia
religiosa,
que
les
ayuda
a
insertarse
en
la
comunidad
más
amplia:
familiar,
eclesial,
social;
•
es
un
lugar
de
oración,
en
el
cual
el
trabajo
y
estudio
llegan
a
ser
espontáneamente
meditación,
oración,
contemplación
y
alegre
experiencia;
•
es
un
lugar
en
el
cual
el
único
Maestro
es
Cristo;
niños
y
adultos
se
ponen
juntos
a
la
escucha
de
su
Palabra
y
buscan
penetrar
en
el
misterio
de
la
celebración
litúrgica.
María
Montessori
hablaba
a
la
guía
de
ser
guardiana
del
ambiente
y
como
su
comportamiento
debe
centrarse
en
tres
aspectos
fundamentales,
aspectos
en
los
cuales
también
EL
CATEQUISTA
del
Buen
Pastor
debe
centrarse:
en
primer
lugar,
una
de
sus
funciones
más
importantes
es
la
de
preparar
el
ambiente,
es
disponer
todo
para
que
el
niño
pueda
desarrollar
todo
su
potencial;
al
respecto
ella
nos
dice:
“la
primera
tarea
de
la
educadora
es
el
cuidado
del
ambiente,
el
cual
debe
preceder
cualquier
otra
preocupación;
se
trata
de
un
trabajo
indirecto
y
si
éste
no
está
bien
cuidado,
no
se
obtendrán
resultados
eficaces
y
persistentes
en
ningún
campo:
físico,
mental
o
espiritual”.
“La
función
del
maestro
no
es
hablar,
sino
disponer
una
serie
de
motivos
de
actividad
cultural
en
un
ambiente
especialmente
preparado”.
Una
vez
que
ha
preparado
y
dispuesto
el
ambiente
para
el
niño,
incluyéndose
ella
como
parte
de
este
ambiente,
debe
dirigir
sus
esfuerzos
a
ocuparse
del
comportamiento
hacia
los
niños
y
atraer
al
niño
hacia
el
trabajo:
“debe
ser
la
llama
cuyo
calor
activa,
vivifica
e
invita”.
Debe
fascinar
a
los
niños,
ayudándolos
a
que
se
inicien
en
la
concentración.
En
tercer
lugar,
una
vez
que
el
niño
ha
logrado
interesarse
y
concentrarse
en
algún
trabajo,
(casi
siempre
ejercicios
de
vida
práctica)
la
educadora
cuidará
sus
intervenciones
para
no
intervenir
ni
afectar
esta
concentración
y
esto
lo
hará
con
tal
discernimiento,
tomando
conciencia
de
cuándo
una
ayuda
es
necesaria
y
cuando
es
inútil.
María
Montessori
nos
dice:
“la
educadora
debe
estar
muy
atenta;
no
interferir
significa
no
interferir
de
ninguna
forma.
Entonces,
es
cuando
la
educadora
comete
más
errores
con
más
facilidad”
y
continúa:
“debe
saber
que
el
interés
del
13
niño
no
se
concentra
solo
sobre
el
trabajo,
sino
más
bien
sobre
el
deseo
de
superar
las
dificultades”.
“las
alabanzas,
la
ayuda
e
incluso
solo
una
mirada
pueden
bastar
para
interrumpirlo
o
para
destruir
la
actividad;
una
vez
iniciada
la
concentración,
debe
actuar
como
si
el
niño
no
existiera,
podrá
ver
lo
que
hace
con
una
rápida
ojeada,
pero
sin
hacerse
notar’.
Así
mismo
debe
ser
también
cuidadosa
cuando
se
presentan
problemas
a
los
niños,
sin
intervenir
y
permitiéndoles
resolverlos
a
ellos
mismos;
debe
estar
atenta
a
cuando
el
niño
haya
agotado
las
actividades
posibles
con
las
que
trabajaba
y
presentarle
nuevos
objetos.
Esta
habilidad
de
saber
cuándo
intervenir
surge
de
la
grandeza
espiritual
del
educador
y
solo
se
adquiere
con
la
experiencia,
al
reconocer
que
a
quien
se
sirve
es
al
niño,
al
espíritu
del
niño.
Para
entender
un
poco
esta
misión
del
guía
María
Montessori
nos
da
el
ejemplo
del
criado
que
dispone
todo
para
su
patrón
y
luego
desaparece:
“el
criado
conserva
ordenados
los
cepillos
del
patrón,
pero
no
le
dice
cuando
usarlos,
prepara
con
cuidado
su
comida,
pero
no
le
ordena
comer,
presenta
bien
los
platos,
sin
comentarios
y
luego
desaparece.
Así
debe
actuar
el
guía
con
el
espíritu
en
formación
del
niño.
El
patrón
a
quien
sirve
la
educadora
es
el
espíritu
del
niño:
cuando
éste
manifiesta
un
deseo,
debe
estar
dispuesta
a
satisfacerlo.
El
criado
no
va
a
molestar
al
patrón
cuando
está
solo,
pero
si
este
lo
llama
acude
para
saber
que
desea
y
responderá:
sí
señor.
Admira
si
le
piden
que
admire
y
dice:
qué
bonito!
Así
no
vea
belleza
alguna.
Así
cuando
un
niño
realiza
un
trabajo
con
gran
concentración
no
debemos
interponernos,
pero
si
demuestra
deseos
de
nuestra
aprobación,
otorguémosela
generosamente”.
(Gobbi,
Gianna.
Algunos
Principios
Montessorianos
aplicados
a
la
Catequesis
de
los
niños
p.
16)
La
guía
debe
tener
presente
que
no
se
trata
de
hacer
las
cosas
por
el
niño,
sino
de
proporcionar
los
medios
necesarios
para
que
él
las
pueda
hacer
solo.
Este
es
uno
de
los
grandes
propósitos
del
método
montessori;
ayudar
a
que
los
niños
adquieran
independencia
física
bastándose
a
sí
mismos,
independencia
de
la
voluntad
con
la
propia
y
libre
elección
e
independencia
de
pensamiento
con
el
trabajo
realizado
sólo
y
sin
interrupción.
Esta
es
su
gran
misión
al
servir
al
espíritu
del
niño.
La
actitud
del
adulto,
del
catequista,
dependerá
en
su
mayor
parte
de
la
manera
en
la
que
nosotros
miramos
al
niño.
“Si
se
ha
visto
que
los
niños
tienen
grandes
capacidades
religiosas,
que
son
de
una
calidad
especial,
diferente
de
la
del
adulto,
esto
se
verá
reflejado
en
la
actitud
del
adulto
hacia
él.
Si
se
ve
a
los
niños
como
seres
vacíos
que
no
tienen
ni
saben
nada,
entonces
el
adulto
tiende
a
formarlos
de
acuerdo
con
su
propia
experiencia.
Si
el
niño
tiene
su
propia
especial
riqueza
religiosa,
lo
que
necesitamos
hacer
es
ayudarlos
a
cuidar
y
a
nutrir
esta
riqueza
interior.
(ACOFOREC,
El
Buen
Pastor
llama
por
el
nombre
a
sus
ovejas,
pag
15)
Característica
Nº
17:
Los
niños
tienen
a
su
disposición
un
MATERIAL
que,
por
medio
de
su
actividad
personal,
ayuda
a
la
absorción,
en
forma
meditativa,
del
tema
presentado.
14
Nº
18:
El
material
debe
ser
atractivo,
pero
muy
sobrio,
estrechamente
ligado
al
tema
que
quiere
presentar,
sin
adornos
superfluos,
que
distraerían
de
la
importancia
y
de
la
esencialidad
del
tema
mismo.
El
material
debe
ser
simple,
esencial
y
pobre,
para
así
hacer
resaltar
más
la
riqueza
del
contenido.
Nº
20.
El
material
debe
ser
fiel
a
los
modelos
experimentados
con
base
a
las
exigencias
del
niño,
según
las
fases
de
su
edad
evolutiva.
Nº
21:
El
material
permite
al
catequista
ocupar
el
lugar
que
le
corresponde:
el
del
“Siervo
inútil”
(Lc
17,10).
Esta
expresión
del
Evangelio
se
entiende
en
el
sentido
de
que
el
adulto
tiene
una
tarea
y
una
función
que
cumplir,
cuyos
resultados,
sin
embargo,
superan
ampliamente
aquello
que
hace,
porque
el
único
Maestro
es
Cristo.
Es
importante
tener
claridad
en
el
propósito
del
material,
considerando
que
hay
diferentes
momentos
en
la
catequesis;
el
primer
momento
de
escuchar
y
recibir
el
mensaje
y
el
segundo
cuando
el
que
escucha
“reconsidera
dentro
de
sí
mismo
lo
que
ha
oído”.
Enseñar
se
traduce
al
italiano
como
"insegnare",
que
significa
mostrar
un
camino,
señalar
a
un
punto,
para
ayudar
a
la
persona
a
dirigir
su
mirada
hacia
cierto
lugar.
Pero
para
alcanzar
este
punto,
cada
quien
debe
ir
por
sí
mismo,
oyendo,
escuchando
y
respondiendo
al
Maestro
interior.
El
propósito
del
material
es
ayudar
al
niño
durante
este
segundo
momento
del
aprendizaje,
para
ayudarle
a
meditar
en
lo
que
le
ha
sido
anunciado,
y
para
hacerlo
a
su
propio
ritmo,
sin
la
interferencia
del
adulto,
con
el
Maestro
interior:
este
es
un
misterio
entre
Dios,
quien
habla
a
sus
creaturas,
y
el
niño.
La
presencia
del
adulto
en
el
material
está,
ya
que
ha
sido
preparado
por
adultos
y
comprobado
de
acuerdo
con
la
observación
de
las
reacciones
del
niño
frente
a
este.
Por
tanto,
la
ayuda
que
el
catequista
ofrece
al
niño
es
indirecta
porque
en
determinado
momento
debe
apartarse
y
dejar
al
niño
tener
solo
su
propia
experiencia
de
encuentro
con
Dios.
El
material
para
cumplir
con
este
propósito,
debe
de
ser,
lo
sabemos
bien
y
lo
debemos
transmitir
en
los
cursos,
sencillo,
íntimamente
unido
al
tema
propuesto,
es
decir
objetivo
y
sin
distracciones.
Sofía
al
respecto
nos
dice:
“Un
buen
material
es
aquel
que
nos
lleva
a
decir
"Que
grande
es
el
mensaje
contenido
en
Él".
El
material
debe
ser
simple
y
esencial,
sin
adiciones
innecesarias,
centrado
en
el
punto
teológico.
E l
material
debe
ser
" p o b r e " .
U n
material
que
es
demasiado
"rico"
conlleva
el
riesgo
de
atraer
la
atención
sobre
sí
mismo,
distrayendo
del
mensaje
al
que
se
supone
debe
servir.
Yo
creo
que
el
gran
impacto
que
el
material
tiene
en
los
adultos
depende
p recisamente
d e
s u
" pobreza".
A sí
p ues,
m e
g ustaría
c onocer
s us
p untos
d e
vista
s obre
u n
" buen"
m aterial”.
(ACOFOREC, El Buen Pastor llama por el nombre a sus ovejas, pág. 47 -‐ 48)
15
Característica
Nº
23:
La
actitud
del
adulto
debe
estar
sellada
por
la
humildad
frente
a
las
capacidades
del
niño,
estableciendo
con
él
una
correcta
relación,
que
lo
lleve
al
respeto
de
su
personalidad
y
a
la
espera
de
que
él
se
revele.
•
profundizar
el
mensaje
cristiano
a
través
del
conocimiento
de
las
fuentes
bíblico-‐litúrgicas,
de
su
vida
en
la
tradición
y
de
los
movimientos
teológicos,
ecuménicos
y
sociales
que
animan
hoy
la
vida
de
la
iglesia;
•
preparar
y
conservar
en
orden
el
atrio
de
modo
que
sea
un
lugar
que
ayude
a
la
concentración,
al
silencio,
la
contemplación
del
niño
y
del
adulto;
María
Montessori
y
también
Gianna
recalcan
la
importancia
del
examen
de
conciencia;
darnos
cuenta,
saber
que
nuestra
misión
requiere
de
una
preparación
muy
completa
e
integral
porque
según
la
Dra.
Montessori:
“el
educador
necesita
disponer
de
una
preparación
especial,
porque
nuestra
lógica
no
puede
resolver
los
problemas.
Debemos
conocer
el
desarrollo
del
niño
y
abandonar
nuestras
ideas
preconcebidas.
Para
seguir
la
mente
de
un
niño
de
tres
a
seis
años
se
precisa
tacto
y
delicadeza,
y
un
adulto
casi
nunca
tiene
estas
virtudes
en
grado
suficiente.
Afortunadamente
el
niño
adquiere
más
del
ambiente
que
del
educador;
pero
debemos
conocer
su
sicología
para
ayudarlo
tanto
como
podemos.
En
cuanto
este
manejo
de
material,
la
maestra
ha
de
tener
presente
que
el
material
Montessori
es
un
material
de
desarrollo
que
sirve
al
niño
y
no
un
material
didáctico
que
sirve
a
la
maestra.
Ella
es
el
enlace
entre
el
niño
y
el
material.
Así
como
el
profesor
de
un
gimnasio
ofrece
los
instrumentos
para
ayudar
al
desarrollo
físico
del
individuo,
el
material
Montessori
pone
a
disposición
del
niño
los
medios
de
desarrollo
mental
para
que
pueda
fortalecer
su
carácter
y
adquirir
un
estado
de
salud
interior.
En
cuanto
a
la
preparación
espiritual,
el
guía
debe
llevar
a
cabo
una
profunda
preparación
interna
que
alerte
su
conciencia
para
estar
sensible
a
las
necesidades
de
los
niños
y
para
auto
conocerse.
Esta
preparación
responde
a
la
necesidad
que
el
niño
tiene
de
un
trato
apacible
y
sin
ninguna
violencia,
ya
que
algunas
veces
no
nos
damos
cuenta
de
nuestra
dureza
y
violencia.
María
Montessori
afirma:
“la
preparación
para
la
educación
es
un
estudio
de
nosotros
mismos,
y
la
preparación
de
un
maestro
que
tiene
que
ayudar
a
la
vida
implica
bastante
más
que
una
simple
preparación
intelectual;
es
una
preparación
del
carácter,
una
preparación
espiritual”.
1
(Montessori,
María.
La
mente
absorbente
del
niño.
p.
174)
16
Los
principales
defectos
que
la
Dra
Montessori
ve
en
el
adulto
son
el
orgullo
y
la
ira;
el
orgullo
que
nos
hace
sentir
superiores
al
niño
y
considerarlo
como
un
recipiente
vacío
esperando
ser
llenado
con
el
conocimiento
y
experiencia
del
adulto
y
no
un
ser
que
deba
desarrollar
su
propio
potencial;
y
la
ira
que
aunque
no
significa
violencia
material,
es
una
reacción
a
la
resistencia
del
niño
y
que
al
unirse
al
orgullo
asume
la
forma
de
la
tiranía,
colocando
al
adulto
como
dominador
del
niño
por
el
solo
hecho
de
ser
adulto
y
considerarse
creador
del
niño.
En
su
libro
El
niño
el
secreto
de
la
infancia,
María
Montessori
expresa
como
debe
ser
esta
preparación
de
la
guía,
refiriéndose
a
los
defectos
ya
citados:
“la
preparación
exigida
al
maestro
por
nuestro
método,
es
el
examen
de
sí
mismo.
La
renuncia
a
la
tiranía,
debe
expulsar
de
su
corazón
la
cólera
y
el
orgullo;
ha
de
saber
humillarse
y
revestirse
de
caridad.
Estas
son
las
disposiciones
del
alma
que
ha
de
adquirir,
la
base
esencial
de
la
balanza,
el
punto
de
apoyo
indispensable
de
su
equilibrio.
En
eso
reside
la
preparación
interior:
el
punto
de
salida
y
la
meta”.
Pág
238
También
en
esta
preparación,
el
educador
empezará
a
forjar
virtudes
que
le
exige
su
tarea,
“la
educadora
montessoriana
se
enfrenta
con
un
niño
que
por
así
decirlo,
aún
no
existe.
Las
educadoras
que
acuden
a
nuestras
escuelas
deben
tener
una
especie
de
fe
en
que
el
niño
se
revelará
a
través
del
trabajo.
Deben
librarse
de
toda
idea
preconcebida
referente
al
nivel
en
que
pueden
encontrarse
los
niños”.
(Montessori,
María
La
mente
absorbente
del
niño
pág
347)
Además
de
esta
fe,
es
precisa
la
humildad
por
parte
de
la
guía
al
reconocer
su
papel
secundario
y
esforzándose
por
comprender
al
niño,
ayudarlo
y
apoyarlo
en
su
desarrollo.
Fe,
humildad,
paciencia
y
un
respeto
profundo
para
con
el
niño
son
virtudes
que
el
guía
habrá
de
ejercitar
si
quiere
realmente
servir
al
niño
y
a
la
humanidad.
Gianna
en
el
libro
Algunos
principios
Montessori
aplicados
a
la
catequesis
de
los
niños,
cita
a
María
Montessori
quien
nos
dice:
“En
vez
de
la
palabra
debe
aprender
el
silencio;
en
vez
de
enseñar
debe
observar;
en
vez
de
la
dignidad
orgullosa
de
quien
quiere
aparecer
como
infalible,
debe
asumir
una
vestidura
de
humildad”.
Y
complementa
Gianna:
“si
esta
es
la
actitud
correcta
para
cualquier
campo
de
educación,
tanto
más
lo
será
en
el
campo
de
la
educación
religiosa,
donde
nada
pertenece
al
adulto,
ni
el
ánimo
del
niño,
ni
lo
que
transmite,
que
pertenece
a
Dios
y
lo
que
Dios
dona
por
su
bondad
y
alegría”
(pág
16)
Por
último,
es
de
gran
importancia
saber
que
esta
preparación
integral
de
la
guía
se
va
dando
poco
a
poco
hasta
que
la
educadora
podrá
decir:
“He
visto
al
niño
como
debe
ser
y
lo
he
encontrado
superior
a
cuánto
podría
suponer.
Esto
es
comprender
a
la
infancia;
no
basta
saber
que
el
niño
es
Juan,
que
su
padre
es
carpintero
o
algo
parecido;
la
educadora
debe
conocer
y
vivir
el
secreto
de
la
infancia.
Cuando
los
niños
manifiestan
su
espíritu,
se
comprende,
quizás
por
primera
vez,
qué
es
realmente
el
amor.
Este
espíritu
transforma
a
la
educadora
en
su
revelación”.
(
Montessori,
María
La
mente
absorbente
del
niño
p.355
)
De
ahí
se
derivan
todas
esas
actitudes
básicas
del
científico
que
debe
poseer
la
guía:
observar,
esperar,
respetar,
admirar,
estudiar
y
repetir,
con
humildad.
17
Gianna,
a
su
vez,
nos
dice
cómo
la
Dra
Montessori
sugería
que
cada
maestra
precediera
su
trabajo
con
un
examen
de
conciencia,
reconociendo
tener
dos
pecados
capitales:
el
orgullo
y
la
ira.
El
orgullo
porque
nos
hace
sobrevalorar
nuestra
obra
en
la
formación
del
niño
y
la
cólera
que
deriva
de
ver
nuestro
alumno,
considerado
como
posesión
nuestra,
que
no
responde
a
cuanto
esperábamos
de
él.
(pág
17)
“En
la
oportunidad
de
intervenir
y
en
la
manera
de
intervenir
está
su
arte
personal
de
educador.
La
maestra
debe
dirigir
la
actividad
del
niño
de
manera
discreta,
dejándolo
actuar
por
sí
solo,
cada
vez
que
sea
capaz
y
con
frecuencia
nosotros
lo
consideramos
incapaz,
interviniendo
para
ayudarlo
y
en
realidad
alejándolo
del
camino
del
desarrollo
normal”
María
Montessori
escribió
en
1926:
“lo
que
es
importante,
es
que
tú,
niño,
desarrolles
en
su
más
grande
plenitud
y
belleza,
el
germen
divino
que
fue
puesto
en
el
secreto
de
tu
alma
y
yo
me
haré
tu
servidora”
(Cultura
popular)
Característica
Nº
27:
La
catequesis
del
Buen
Pastor
quiere
ayudar
a
los
adultos
a
abrir
los
ojos
a
las
riquezas
desconocidas
del
niño,
en
particular
a
las
religiosas,
para
atraerlos
a
ponerse
a
su
servicio
y
a
aprender
de
él.
• Es fiel al espíritu de la semilla de mostaza (Mateo 13,31)
No
hacer
ruido,
actuar
en
el
silencio
propio
del
alma
que
siempre
busca
a
Dios,
que
sabe
que
el
bien
no
hace
ruido
porque
es
más
fácil
en
el
mundo
de
hoy
sentir
el
ruido
de
un
árbol
al
caer
que
el
silencio
de
un
bosque
que
crece.
“Si
el
silencio
es
un
elemento
esencial
de
la
escuela
Montessori,
lo
es
de
manera
muy
particular
en
un
centro
de
catequesis.
No
puede
haber
oración
sin
silencio,
se
necesita
la
costumbre
del
silencio;
los
ejercicios
del
silencio
son
un
punto
de
partida
para
llegar
a
la
oración
entendida
como
un
diálogo
interior
en
el
cual
se
escucha
a
Dios
y
se
habla
con
El.
Se
debe
enseñar
a
los
niños
el
modo
de
lograr
este
ejercicio,
que
propondremos
cuando
los
niños
están
tranquilos
y
hay
poco
ruido
en
el
salón,
y
no
como
medio
de
llamar
a
la
disciplina.
Algunas
veces,
cuando
el
silencio
es
completo,
se
podrá
sugerir
en
voz
baja
y
solemne
un
versículo
de
un
salmo
o
bien
un
canto.
(G.
G.
Algunos
Principios
Montessorianos,
pág.
46)
El
silencio
sirve
al
niño
de
dos
formas,
la
primera
sirve
a
la
segunda.
La
primera
se
refiere
a
que
al
hacer
silencio
aumenta
el
autocontrol
del
niño,
no
para
inhibirse
en
forma
negativa,
sino
como
una
experiencia
positiva
de
consciencia.
“La
llamada”
por
su
nombre
es
una
parte
esencial
del
juego,
primero
es
el
silencio
y
después
es
la
voz
del
silencio;
su
poder
de
la
voluntad
se
pone
a
18
prueba
al
inhibir
todos
sus
movimientos
y
ser
capaz
de
escuchar
y
responder
a
la
llamada,
cuando
ésta
llega
abriéndose
paso
a
través
del
silencio
que
ellos
han
logrado.
La
segunda
forma
del
silencio
consiste
en
que
al
hacer
este
silencio
el
niño
percibe
su
vida
interior,
que
aún
cuando
está
en
forma
inconsciente
es
muy
real.
El
silencio
de
la
inmovilidad
suspende
la
vida
normal
y
el
trabajo,
y
no
tiene
ningún
propósito;
toda
su
importancia
y
fascinación
viene
del
hecho
que
al
suspender
la
rutina
ordinaria
de
la
vida,
eleva
al
individuo
a
un
nivel
más
alto.
María
Montessori
lo
comparaba
con
la
meditación
y
con
una
experiencia
religiosa
y
percibía
que
había
algo
más
de
lo
que
veía:
que
había
un
ser
espiritual.
Estos
ejercicios
de
silencio
hacen
a
los
niños
más
tranquilos
y
les
disminuye
la
agresividad
y
el
desorden.
Por
otra
parte,
en
cuanto
al
autocontrol,
debemos
no
solo
ayudar
a
que
el
niño
lo
consiga
a
través
de
los
ejercicios
de
control
de
movimiento
que
se
proponen
al
inicio
en
el
atrio,
sino
también,
debemos
procurarlo
en
nosotros.
El
que
no
está
atento
y
su
vida
su
llena
de
«movilidad»
es
que
tiene
poca
salud.
La
movilidad
no
favorece.
Sólo
la
atención
nos
puede
dar
paso
a
la
presencia
de
Dios
en
nuestra
vida.
Gianna
nos
dice
“es
necesario
para
nosotros
los
adultos
controlar
nuestros
movimientos
y
nuestros
gestos,
para
esto
es
útil
también
para
nosotros
hacer
algunos
ejercicios
de
control
de
movimiento”.
(Algunos
Principios
Montessori
aplicados
a
la
catequesis
de
los
niños,
pag
35)
También,
en
nuestros
atrios
dar
toda
la
importancia
a
los
ejercicios
de
control
de
movimientos
al
iniciar
el
trabajo
con
los
niños,
considerando
que
su
utilidad
reside
en
permitir
a
la
actividad
infantil
una
expansión
ordenada
porque
a
través
de
estos
se
unen
armoniosamente
mente
y
músculos
y
preparan
a
la
posesión
de
la
voluntad,
a
una
obediencia
natural,
lo
cual
lleva
a
la
concentración
y
finalmente
a
la
oración.
Montessori
escribió:
“el
maestro
se
mueve
silencioso
y
suavemente;
se
acerca
a
quien
le
llama,
observa
de
manera
que
cualquiera
que
pueda
necesitarlo,
sienta
su
presencia
inmediatamente,
y
quien
no
lo
necesita,
no
se
da
cuenta
que
existe”
(El
niño
¿??,
pág
libertda….)
“En
el
silencio,
cuando
los
movimientos
son
ordenados
puede
desarrollarse
la
sensibilidad
interior
llamada
“sentido
religioso
o
sentido
espiritual”.
(María
Montessori,
citada
por
>Gianna
Algunos
Principios
Montessorianos…
pag
46).
8. LA ESENCIALIDAD:
Característica
Nº
7:
El
catequista
del
buen
Pastor
no
mezcla
en
la
catequesis
otras
temáticas
que
estén
fuera
de
la
esencialidad
y
especificidad
de
las
exigencias
del
trabajo
con
los
niños.
19
más,
es
suficiente
para
desviar
la
atención
de
los
pequeños
y
molestar
la
capacidad
de
contemplación,
de
la
cual
son
ricos”.
Lo
que
se
pide
al
adulto
es
una
austeridad,
que
no
le
permita
divagar
en
expresiones
superfluas,
que
quizás
satisface
su
ambición
de
fino
orador
o
escritor”.
“Podemos
decir
que
lo
que
se
requiere
del
adulto
es
un
espíritu
de
pobreza,
que
le
permita
poner
en
evidencia
el
mensaje
que
lleva,
buscando
desaparecer
detrás
de
él.
“Mi
doctrina
no
es
mía,
sino
de
Aquel
que
me
ha
enviado”
Jn
7,16
son
palabras
que
Juan
reporta
como
palabras
de
Jesús.
¿Quién
es
el
catequista
ante
el
mensaje
que
lleva?...”
“En
ambos
momentos
de
la
catequesis,
el
catequista
debe
recordar
que
es
aquel
“siervo
inútil”
y
por
tanto,
en
el
ejercicio
de
su
servicio,
debe
buscar
de
ocupar
el
lugar
más
desapercibido
posible
poniéndose
aparte
para
no
interponerse
en
la
“conversación
interior”
que
debe
nacer
entre
el
único
Maestro
y
el
discípulo
y
debe
recordar
que
es
aquel
“vaso
de
barro”
que
contiene
un
“tesoro”
del
que
habla
San
Pablo
(2
Co.
4,7).
Y
debe
ayudar
para
que
sea
hacia
el
“tesoro”
que
converja
la
mirada,
sin
que
se
distraiga
con
elementos
secundarios.
El
“vaso”
debe
ser
lo
que
estorbe
lo
menos
posible.
Cada
injerencia
personal
por
parte
del
“vaso
de
terracota”,
en
detrimento
de
su
contenido
y
por
tanto
del
“tesoro”,
llevaría
a
un
oscurecimiento
de
su
riqueza
y
de
su
belleza.
Cada
injerencia
personal
del
“siervo
inútil”
correría
el
riesgo
de
anteponerse
a
la
voz
del
único
Maestro”.
“Los
contenidos
de
la
catequesis
son
tan
grandes
que
no
permiten
posteriores
embellecimientos
y
cada
intromisión
de
carácter
personal
arriesgaría
el
ensombrecerlo
y
malgastarlo.
Se
requiere
del
catequista
-‐yo
creo-‐
una
austeridad
absoluta
frente
a
la
grandeza
del
Misterio,
una
capacidad
de
hacerse
a
un
lado,
para
que
sólo
Él
ocupe
todo
el
espacio
con
su
esplendor.
Él
se
manifestará
de
manera
cada
vez
más
grande
y
abismal
y
nos
subyugará
-‐a
catequistas
y
catequizados-‐
con
fuerza
siempre
creciente”.
“El
catequista
se
encontrará
así
en
la
posición
de
aquel
o
aquella
que
al
mismo
tiempo
actúa
y
contempla”.
(Tomado del Libro El Buen pastor llama por el nombre, ACOFOREC Esencialidad. Pág 35).
Saber
esperar,
ir
al
ritmo
del
pequeño
que
es
mucho
menor
que
el
nuestro,
ir
al
ritmo
del
Espíritu
que
no
tiene
prisa.
20
Característica
Nº.
8:
Las
reuniones
semanales
duran
al
menos
dos
horas,
de
las
cuales
una
pequeña
parte
está
dedicada
frecuentemente,
a
la
exposición
de
un
tema,
por
parte
del
catequista
y
la
mayor
parte
a
la
actividad
personal
del
niño.
Nº.
11:
Al
anuncio
anual
de
las
celebraciones
de
la
primera
Comunión,
los
niños
responden
según
su
deseo
y
su
madurez
personal,
que
disciernen
con
la
ayuda
de
su
familia,
de
sus
catequistas
y
del
sacerdote.
Nº.
12:
La
celebración
de
la
primera
Comunión
está
precedida
por
un
período
intenso
de
preparación,
constituido
por
encuentros
semanales
especiales
con
los
que
van
a
hacer
su
Primera
Comunión,
además
de
los
habituales.
Nº.
13:
El
retiro
de
la
primera
Comunión
dura
por
lo
menos
cuatro
días,
desde
la
mañana
hasta
la
tarde,
durante
los
cuales
es
esencial:
•
dejar
que
los
niños
puedan
detenerse
tranquilamente
en
todo
cuanto
conocen,
sin
dar
presentaciones
nuevas;
•
prolongar
su
duración
hasta
la
tarde,
también
el
día
de
la
primera
Comunión,
para
que
los
niños
no
se
distraigan
demasiado
pronto
de
cuanto
han
vivido.
“Hasta
una
pequeña
planta
puesta
en
nuestra
ventana
nos
enseña
la
misma
lección:
"¡Cómo
me
gustaría
ver
a
todas
mis
plantas
florecidas!",
pero
me
dicen:
"no
es
la
estación.
Es
necesario
esperar'.
El
ritmo
de
la
naturaleza
no
se
ha
acelerado,
las
cuatro
estaciones
llenan
todavía
todo
el
año.
La
vegetación
muestra
una
sabiduría
que
deberíamos
saber
reconocer
también
en
el
campo
humano
y
especialmente
en
el
de
la
educación.
Cuando
digo
"educación"
entiendo
la
obra
que
nosotros
debemos
desarrollar
sobre
otros
y
-‐de
modo
especial-‐
sobre
nosotros
mismos”.
“A
mí
me
parece
que
los
secretos
más
grandes
de
nuestro
mundo
están
escondidos
-‐¿o
más
bien
revelados?-‐
en
lo
cotidiano
de
la
vida,
en
esos
fenómenos
que,
justamente
por
ser
cotidianos,
corren
el
riesgo
de
pasarnos
desapercibidos”.
21
de
mostaza
el
misterio
de
la
Vida,
que
se
realiza
pasando
de
un
menos
a
un
más,
ni
para
ver
en
la
semilla
de
trigo
el
misterio
de
la
muerte
y
de
la
vida”.
“En
nuestro
trabajo
de
catequesis,
hay
personas
que
quisieran
acelerar
los
tiempos,
abreviar
los
períodos
de
preparación,
ya
sea
personal
o
del
material.
En
estos
casos,
el
deseo
de
llegar
lo
más
rápido
posible
a
transmitir
lo
que
se
ha
recibido
es
un
mal
consejero”.
“El
regresar
en
nuestras
reuniones
sobre
los
mismos
temas
y
ver
cómo
se
amplían"
frente
a
nosotros
conduciéndonos
siempre
más
profundamente
en
la
medida
en
que
nos
vamos
haciendo
capaces
de
concentrarnos
sobre
su
punto
más
esencial,
nos
coloca
frente
a
la
simplicidad
de
las
cosas
grandes
-‐esa
simplicidad
frente
a
la
cual
nos
sentimos
al
mismo
tiempo
perdidos
y
atraídos,
porque
nos
hace
tocar
con
la
mano
cómo
"lo
sencillo"
no
tiene
límites.
Pero,
para
que
lo
"sencillo"
nos
revele
sus
secretos,
necesitamos
tiempo”.
“El
tiempo
que
pasamos
con
nuestras
seguetas,
con
nuestras
agujas
de
bordar,
con
colores
realizando
un
trabajo,
(que
no
siempre
se
ve
perfecto)
¿no
es
quizás
para
nosotros
un
tiempo
de
meditación
tranquila
en
un
justo
equilibrio
entre
corazón
y
manos?
Seguramente
un
artesano
lo
hubiera
hecho
más
bello
que
nosotros,
pero
nosotros,
¿no
habríamos
perdido
un
tesoro?”
(Tomado
del
Libro
El
Buen
pastor
llama
por
el
nombre,
ACOFOREC
El
ritmo
de
la
catequesis.
Aprendamos
de
los
campos.
Pág
38
y
39).
10. LA COMUNIDAD:
Característica
Nº
22:
Los
catequistas
trabajan
en
armonía
y
unidad
entre
ellos
para
ponerse
en
sintonía
con
el
proyecto
de
Dios
acerca
de
la
historia
y
con
la
exigencia
de
unidad
tan
fuertemente
expresada
en
las
parábolas
del
Buen
Pastor
(Jn
10,1ss)
y
de
la
Vid
verdadera
(Jn
15,1ss).
Ponen
generosamente
al
servicio
de
todos,
las
propias
capacidades
y
experiencias.
No.
26.
El
trabajo
con
los
niños
en
el
atrio
es
el
compromiso
principal
del
catequista
del
Buen
Pastor,
compromiso
que,
sin
embargo,
lo
abre
a
la
catequesis
en
su
conjunto,
en
la
disponibilidad
a
aquellos
servicios
que
pueden
ser
necesarios.
Nº
30:
La
Catequesis
del
buen
Pastor
ofrece
sus
servicios
a
la
diócesis
y
por
tanto
trabaja
en
comunión
con
el
Obispo.
Nº
31:
Cada
atrio
se
apoya
en
la
ayuda
de
un
sacerdote,
que
conozca
a
los
niños
en
particular
en
su
dimensión
religiosa,
que
celebra
con
ellos
la
Eucaristía
y
el
sacramento
de
la
Reconciliación,
y
que
actúe
en
armonía
con
el
espíritu
de
la
Catequesis
del
buen
Pastor.
La relación entre el atrio y la comunidad es muy importante. Nuestra fe implica la comunidad.
El
atrio
no
solo
es
el
lugar
para
el
niño
y
su
catequesis,
sino
que
la
comunidad
es
más
amplia
porque
incluye
a
todos
los
adultos.
Como
nos
lo
dice
Sofía:
“sus
funciones
son
complementarias,
al
atrio
sin
la
comunidad
puede
faltarle
el
oxigeno
vigorizante
necesario
para
una
vida
plena.
Como
resultado,
el
atrio
puede
llegar
a
ser
un
invernadero
para
cultivar
plantas
que
pueden
no
tener
la
22
resistencia
necesaria
para
vivir
en
el
mundo
exterior.
La
comunidad
sin
el
atrio,
como
infortunadamente
es
común
que
suceda,
contiene
un
riesgo
también.
El
riesgo
es
que
el
"o
esté
cerca
de
grandes
verdades
y
las
pase
sin
notarlas,
podría
ir
por
su
propio
camino
impasible
ante
las
maravillas
del
mundo
que
lo
rodea,
sin
ser
tocado
por
el
encantamiento
que
la
Palabra
de
Dios,
en
la
que
se
revela
El
mismo,
debe
crear
en
nosotros”.
(El
Buen
Pastor
llama
por
el
nombre,
ACOFOREC
pag.
16)
“La
parábola
de
la
Vid
Verdadera
nos
permite
penetrar
el
misterio
de
la
comunión
de
vida
que
une
al
hombre
con
Dios
a
través
de
la
mediación
de
Cristo
y
a
la
persona
con
las
personas,
en
Cristo.
El
texto
habla
de
Cristo
que
es
la
Vid
Verdadera
y
de
las
personas
que
somos
las
ramas
y
del
Padre
que
es
el
viñador.
Así
como
la
misma
savia
corre
a
través
de
cada
parte
de
la
planta,
así
también
en
la
Vid
Verdadera,
hay
un
sólo
principio
vital,
que
es
el
mismo
en
Cristo
y
en
cada
rama
de
la
Vid:
la
vida
de
Cristo
Resucitado,
la
plenitud
de
la
Vida
de
Dios”.
“La
Vid
Verdadera
necesita
gente
para
producir
esos
frutos
que
dan
gloria
al
Padre.
El
Pan
fraccionado
es
ofrecido
a
cada
persona,
pero
cada
una
debe
estar
preparada
para
extender
su
mano
a
todos
sin
distinción,
en
el
gesto
de
la
paz.
De
esta
manera
la
acción
del
hombre
se
inserta
en
el
vasto
designio
de
la
historia,
que
está
en
proceso
de
ser
construida,
y
si
la
historia
envuelve
a
las
personas
y
a
las
cosas
en
un
plan
de
comunión,
entonces
la
resonancia
de
las
acciones
del
hombre
son
cósmicas
también”.
También
la
Historia
del
reino
de
Dios
-‐
Proyecto
de
comunión,
nos
permite
ver
esos
puentes
invisibles
con
que
estamos
unidas
todas
las
ramas
de
la
vid,
en
donde
el
hombre
empieza
a
trabajar
y
ha
dejado
el
producto
de
su
trabajo
a
otros,
y
nosotros,
el
día
de
hoy,
aún
disfrutamos
el
producto
del
trabajo
de
personas
muy
distantes
de
nosotros
en
el
tiempo.
23