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Sentencia C-150/15
(Bogotá D.C., Abril 8 de 2015)
Consideraciones de la Corte
(…)
Su carácter democrático tiene varios efectos. Entre otras cosas, implica (i) que
el Pueblo es poder supremo o soberano y, en consecuencia, es el origen del
poder público y por ello de él se deriva la facultad de constituir, legislar,
juzgar, administrar y controlar, (ii) que el Pueblo, a través de sus
representantes o directamente, crea el derecho al que se subordinan los
órganos del Estado y los habitantes, (iii) que el Pueblo decide la conformación
de los órganos mediante los cuales actúa el poder público, mediante actos
electivos y (iv) que el Pueblo y las organizaciones a partir de las cuales se
articula, intervienen en el ejercicio y control del poder público, a través de sus
representantes o directamente.
La democracia en tanto eje axial del sistema jurídico colombiano así como los
conceptos que usualmente se encuentran asociados a ella como “soberanía”,
“pueblo”, “participación” y “representación” son empleados en la
1
Preámbulo.
Constitución con varios propósitos, plenamente articulados con las
implicaciones antes referidas. En efecto, tales categorías son incorporadas en
la Carta Política para establecer la fundamentación del poder político ejercido
por los diferentes órganos (la democracia como fuente de legitimidad), para
reconocer y tutelar los derechos de participación de los individuos y la
sociedad en la conformación y control del poder político e imponer deberes de
respeto y protección al Estado y a los particulares (la democracia como
fundamento de derechos y obligaciones) y para definir la forma en que tal
poder opera democráticamente y los ámbitos en los que su aplicación puede
exigirse (la democracia como expresión de reglas de funcionamiento y toma
de decisiones)2.
2
Esta clasificación coincide parcialmente con la distinción que en la doctrina constitucional se ha formulado entre
el principio democrático como forma de legitimación del poder, como postulado de la participación de la
sociedad y como forma de organización del ejercicio del poder.
3 Así se deriva, por ejemplo, del informe ponencia para primer debate en plenaria denominado “Democracia
Participativa, Reforma y pedagogía de la Constitución” presentado por los constituyentes Juan Carlos Esguerra
Portocarrero y Jaime Arias López (Gaceta Constitucional No. 81). Existen otros textos que evidencian la
inequívoca decisión de avanzar en la ampliación de la democracia según se constata, por ejemplo, en el Informe
Ponencia de los Constituyentes Darío Mejía Agudelo, Juan Carlos Esguerra Portocarrero y Jaime Arias López
(Gaceta Constitucional No. 52). Igualmente esta orientación se registra en algunos documentos presentados por
los constituyentes en esta materia y entre los cuales se destaca el presentado por Fernando Carrillo Flórez
denominado “Instituciones de la democracia participativa – objetivos de la participación” (Gaceta Constitucional
No. 107).
Desde sus primeras sentencias este Tribunal destacó con especial fuerza la
importancia de la participación en el ordenamiento constitucional y su
condición de fuente de legitimidad. En esa dirección, la sentencia T-540 de
1992 indicó:
(…)
9 SentenciaC-179 de 2002.
11
En idéntica dirección el artículo 2 del Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas cuya
constitucionalidad fue examinada en la sentencia C-633 de 2011, establece que el espacio de integración que
allí se crea tiene como objetivo adoptar medidas que contribuya a eliminar la desigualdad socioeconómica,
lograr la inclusión social y la participación ciudadana.
12 En esta dirección se encuentran varias de las consideraciones expuestas por la Corte Constitucional en la
sentencia C-141 de 2010.
la creación de un marco institucional que facilite a los jóvenes su participación
e incidencia en la vida social, económica, cultural y democrática del país.
(…)
14 En la sentencia C-292 de 2003 la Corte señaló que era esa una de las funciones de los partidos y movimientos
políticos.
5.1.2.2. El carácter más o menos abierto del reconocimiento constitucional del
derecho de los ciudadanos a participar, implica reconocer que su nivel de
realización pueden ser diferenciado. Esto supone que dicho derecho,
reconocido como fundamental, otorga a los ciudadanos una facultad, prima
facie, para exigir amplias posibilidades de intervención en la conformación,
ejercicio y control del poder político. Esta característica del derecho explica
que la jurisprudencia constitucional haya reconocido ampliamente su carácter
universal y expansivo.
“La breve relación anterior de las normas constitucionales sobre las que se
edifica la democracia participativa, es suficiente para comprender que el
principio democrático que la Carta prohíja es a la vez universal y expansivo.
Se dice que es universal en la medida en que compromete variados escenarios,
procesos y lugares tanto públicos como privados y también porque la noción
de política que lo sustenta se nutre de todo lo que vitalmente pueda interesar a
la persona, a la comunidad y al Estado y sea por tanto susceptible de afectar la
distribución, control y asignación del poder social. El principio democrático es
expansivo pues su dinámica lejos de ignorar el conflicto social, lo encauza a
partir del respeto y constante reivindicación de un mínimo de democracia
política y social que, de conformidad con su ideario, ha de ampliarse
progresivamente conquistando nuevos ámbitos y profundizando
permanentemente su vigencia, lo que demanda por parte de los principales
actores públicos y privados un denodado esfuerzo para su efectiva
construcción.”15 (Las subrayas hacen parte del texto original)
16En el mismo sentido se pueden sentencia como; C – 1338 de 200, T – 637 de 2001 T – 596 de 2002, entre
otras.
nivel de institucionalización constitucional de la faceta democrática de que se
trate.
Para estos efectos y desde una perspectiva conceptual especialmente útil, la
Corte señaló en la sentencia C-292 de 2003 que de acuerdo con tal criterio
podía establecerse una diferenciación entre los diferentes momentos de la
democracia. De acuerdo con esa distinción, destacó que en el texto
constitucional se reconocen momentos de decisión y momentos de control
tanto en las manifestaciones representativas de la democracia como en sus
expresiones más participativas.
Esta distinción resulta relevante dado que permite identificar, al menos prima
facie, la amplitud del margen de acción del legislador estatutario en la
regulación de este derecho. En esa medida, cabría señalar que el margen es
más amplio respecto de aquellas materias con un bajo nivel de
institucionalización al paso que se torna más estrecho cuando se encuentra
altamente institucionalizado. Ello implica que en algunas de las dimensiones
de la democracia, el constituyente adoptó decisiones más precisas que en otras
y, en esa medida, en algunos casos confirió al Congreso la competencia para
elegir entre diferentes opciones regulatorias y, en otras, lo privó de tal
posibilidad.
Ahora bien, es importante advertir que en algunos casos en los que según el
parámetro anterior existe un importante nivel de institucionalización, la
Constitución prevé una escasa regulación. Así por ejemplo, ciertas formas de
17 En esa dirección la Constitución contempla una detallada regulación, en relación con los momentos de
decisión y control de la democracia representativa previendo, por ejemplo, (i) las mayorías que deben existir
para aprobar una ley en el Congreso, (ii) las condiciones para delegar en el Presidente de la República el
ejercicio de funciones legislativas, (iii) el control de constitucionalidad de las normas con fuerza de ley o (iv) las
funciones disciplinarias y de control fiscal a cargo de los organismos de control.
democracia directa –que constituye el momento de decisión de la democracia
participativa- como la revocatoria del mandato, el cabildo abierto o el
plebiscito se encuentran apenas enunciadas en la Constitución y, en esa
medida, las posibilidades del legislador para adoptar diferentes formas de
regulación es más amplia. Conforme a ello la conceptualización de la Corte,
que tiene como propósito definir el grado de impacto que en la materia puede
tener la voluntad legislativa, debe confrontarse en cada caso, con la densidad
de la regulación constitucional.
(…)
(…)
19 Así lo estableció en la sentencia T-469 de 1992. Allí dijo: “De paso esta Sala considera que es necesario
advertir a la autoridad competente -Consejo Nacional Electoral-, para que en próximas oportunidades que se
presente el aumento del censo electoral tome las medidas conducentes a garantizar cabalmente las elecciones,
agotando todos los mecanismos para que las personas que tienen el derecho lo puedan ejercer libremente, a partir
de la aplicación del principio de la buena fe.”
20
En esa oportunidad declaró inexequible una disposición en la que se establecía que las decisiones de la
Comisión de ética del Congreso debían ser adoptadas por unanimidad. Señaló “Estos presupuestos son
claramente contrarios a lo prescrito por los ya citados artículos 145 y 146 de la Carta, los cuales señalan que se
puede pasar a tomar decisiones cuando se cuenta con la mayoría de los miembros de la corporación y que para
que una decisión sea válida es suficiente contar con la mayoría de votos de los asistentes, salvo excepciones
contempladas en la misma Constitución.”
“La vida en comunidad exige la aprobación - tácita o expresa - de métodos
que garanticen que, a pesar de la divergencia de convicciones, de intereses y
de opiniones, existente en toda agrupación humana, sea posible la toma de
decisiones que vinculen a todos los asociados. Actualmente parece natural la
prevalencia de la regla de la mayoría, según la cual debe prevalecer -de
manera general- la opción que es apoyada por más del 50% de los
participantes en el proceso decisorio. Sin embargo, aun cuando esta regla fue
de uso común en la Grecia y la Roma antiguas, su predominio vino a
afianzarse apenas a partir de la Ilustración -si bien los debates teóricos acerca
de su justificación continúan aún vigentes. En efecto, anteriormente, las
determinaciones se concentraban en una persona o en pequeños círculos, o
bien regía el principio de la unanimidad.
21 La sentencia T-881 de 2002 precisó: “Al tener como punto de vista el objeto de protección del enunciado
normativo “dignidad humana”, la Sala ha identificado a lo largo de la jurisprudencia de la Corte, tres
lineamientos claros y diferenciables: (i) La dignidad humana entendida como autonomía o como posibilidad de
diseñar un plan vital y de determinarse según sus características (vivir como quiera). (ii) La dignidad humana
entendida como ciertas condiciones materiales concretas de existencia (vivir bien). Y (iii) la dignidad humana
entendida como intangibilidad de los bienes no patrimoniales, integridad física e integridad moral (vivir sin
humillaciones).”
22 Sentencia C-041 de 2004.
Es importante señalar que la protección de las actitudes pasivas de quien
quiera asumirlas, no solo se refleja en la necesidad de amparar la abstención
como forma de impactar la eficacia de determinado mecanismo de
participación sino también en la decisión de las personas de sustraerse de
intervenir en la vida pública, desplegando su proyecto de vida al margen de
cualquier forma de intervención política en ella. Aunque desde diferentes
perspectivas puede resultar valioso un comportamiento de los ciudadanos que
evidencie preocupación por los asuntos de todos, ello no puede conducir, en
atención a lo que dispone el artículo 16 de la Constitución, a establecer
deberes que resulten incompatibles con la elección de determinados proyectos
de vida.
Ahora bien, la otra cara de la moneda supone que tampoco resulta posible que
se impongan limitaciones injustificadas a quien pretende asumir actitudes
activas frente a los diferentes medios de participación. Para la Corte [s]i (…)
la participación comporta intervenir en la definición de los destinos
colectivos, decidir sobre esos destinos, tener la facilidad de expresar la
opinión individual, concurrir a integrar la voluntad colectiva y, en suma,
adelantar actividades relacionadas con la adopción de decisiones de carácter
político, es obvio que las personas han de ser titulares de facultades o
prerrogativas apropiadas para hacer factible el ejercicio de la participación
en cada uno de los escenarios en que esté llamado a cumplirse el modelo
democrático contemplado en la Carta.23
(…)
24 Por medio de la cual la Corte revisó el proyecto de ley estatutaria Nº 11 de 1992 Cámara, 348 de 1993
Senado "por la cual se dicta el Estatuto Básico de los partidos y movimientos políticos, se dictan normas sobre
su financiación y la de las campañas electorales y se dictan otras disposiciones".
25 En la sentencia C-179 de 2002 la Corte precisó que en ámbitos educativos, la democracia de manera tal que
los estudiantes se erijan en sujetos activos para la toma de decisiones, respecto de sus derechos y deberes al
interior del proceso educativo.
de representación en las diferentes instancias de participación, concertación,
control y vigilancia de la gestión pública que se establezcan.
30En esa dirección la sentencia C-522 de 2002 indicó: “El desarrollo de la democracia se extiende de la esfera
de lo político en la que el individuo es considerado como ciudadano, a la esfera social donde la persona es
tomada en cuenta en su multiplicidad de roles, por ejemplo, como trabajador, estudiante, miembro de una
familia, afiliado a una empresa prestadora de salud, consumidor etc.”
En esa dirección y al ocuparse del impacto de las exigencias adscritas al
principio democrático en la organización sindical este Tribunal ha indicado:
“De esta manera, resulta obvio concluir que los principios democráticos a la
libertad, dignidad, igualdad, pluralismo, participación, representación,
primacía de la voluntad mayoritaria, respeto por la minoría, prohibición de la
arbitrariedad e imparcialidad, entre otros, se proyectan de manera obligatoria
en la organización sindical y constituyen un límite razonable y necesario a la
autonomía estatutaria y decisoria de los sindicatos. De ahí que, únicamente
resultan válidas constitucionalmente las restricciones legales del derecho a la
libertad sindical cuando se dirigen a concretar los principios democráticos y,
por lo tanto, a exigir la eficacia normativa de la democracia en los sindicatos,
en tanto y cuanto se trata de particulares a quienes el constituyente reconoció
enorme relevancia para el Estado Social de Derecho y un papel preponderante
en el desarrollo de la sociedad democrática.”31
31
Sentencia C-674 de 2008. En esta oportunidad la Corte declaró exequible algunas disposiciones del Código
Sustantivo del Trabajo que establecían, entre otras cosas, la obligación de que determinado tipo de decisiones de
los sindicatos fueran adoptadas por su Asamblea General o el deber de que la deliberación se surtiera únicamente
cuando se cumpliera determinado quórum. En una dirección semejante puede consultarse la sentencia C-271 de
1999.
32 Una de las disposiciones examinadas en esa oportunidad, declarada exequible por la Corte, disponía que el
representante de los estudiantes en el Consejo Directivo debía ser elegido entre estudiantes de los últimos tres
grados.
En conexión con esa extensión del principio democrático a las diferentes
organizaciones, la Corte se ha ocupado de advertir que ello adquiere un
significado especial en las empresas oficiales de servicios públicos
domiciliarios. Así, en la sentencia C-585 de 1995 esta Corte destacó:
sentencia C-127 de 2004 en la que indicó, citando lo señalado por la sentencia C-089 de 1994, que “[l]a
participación que consagra la Constitución (…) se extiende a otros campos distintos del electoral, en los cuales
los ciudadanos pueden tomar parte en las decisiones que los afectan y que inciden en forma significativa en el
rumbo de su vida (…)”.
De otro lado, como bien lo destacan varios intervinientes, conforme a la ley
acusada, la definición de los principales elementos de las estrategias concretas
de seguridad y defensa queda totalmente sustraída al escrutinio y control de la
ciudadanía, así como de los otros órganos de elección popular. Así, los
distintos documentos primarios y secundarios son elaborados por el Ministerio
de Defensa, y en parte evaluados por el Consejo Superior de Seguridad y
Defensa Nacional, para luego ser aprobados por el Presidente, lo cual significa
que ni el Congreso ni la ciudadanía pueden incidir directamente en su diseño.
Y como si fuera poco, todos esos documentos y deliberaciones son secretos,
pues el artículo 19 establece que los documentos primarios y secundarios, así
como las deliberaciones y actas de los consejos, tienen carácter reservado, por
tiempo indefinido. Nótese que esos documentos y deliberaciones no se
refieren exclusivamente al orden público sino también a temas económicos,
sociales y políticos, como ya se explicó, lo cual muestra la gravedad de la
afectación del principio de publicidad. Además, esa reserva sería incluso
oponible a las autoridades elegidas democráticamente, por lo que el Congreso,
los gobernadores, los alcaldes, y en general las autoridades administrativas, no
sólo no podrían discutir críticamente esos documentos sino que incluso, en
ciertos eventos, tendrían que obedecer lo que se les ordena en esos
documentos, cuyo contenido y proceso de creación no pueden empero
conocer. Todo esto significa que un aspecto tan esencial para la vida
democrática, como es la definición concreta de las políticas de seguridad y
defensa, queda en el secreto, lo cual impide cualquier deliberación ciudadana
al respecto. Y esto es todavía más grave si se tiene en cuenta la amplitud con
la cual la ley define los propósitos del sistema, que incluyen los ámbitos
políticos, económicos y sociales. Esta situación afecta profundamente el
principio democrático y la soberanía popular, pues desconoce la necesaria
publicidad que deben tener las discusiones y deliberaciones sobre todos estos
asuntos, que son de interés colectivo.”(Subrayas no son del texto original)
36 Estos límites al constituyente han sido construidos por la jurisprudencia de esta Corporación al amparo de la
doctrina de la prohibición de sustitución como límite competencial del Congreso de la República y del pueblo
mediante referendo.
de colaboración o coordinación entre ciudadanos bajo la condición de que, en
ningún caso, se prevea una sustitución de las autoridades.
37 En esa dirección se encuentra la sentencia C-292 de 2003. Señaló esta Corporación: “La actividad de
participación en el control no puede ser invadido por el Estado, quien tiene que otorgar los espacios para que la
sociedad intervenga de manera directa en dichas actividades. Por lo mismo, quienes participan en tal actividad
no pueden convertirse en servidores públicos, ni su actividad estimarse como función pública.”
de la Carta al amparar el libre desarrollo de la personalidad y en el artículo 42
al establecer el derecho de la pareja a definir la conformación de su familia.
5.1.4.7. La Carta adopta también, en séptimo lugar, un régimen que regula las
formas de participación directa de los ciudadanos en desarrollo de los
mecanismos que, según el artículo 103 de la Constitución, puede desplegar el
pueblo en ejercicio de su soberanía (arts. 155, 170, 375, 377, 378, entre otros).
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Sentencia C-538/10
C-230A de 2008