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LOS PROFETAS DE ISRAEL EN LA HISTORIA BIBLICA

RECOMENDACIONES ESPECIALES PARA LA LECTURA DEL LIBRO DE


ISAIAS.
Para lograr una buena comprensión del libro de Isaías se necesita tener un
conocimiento de la historia que éste refleja, así como las inquietudes teológicas que dan
energía al libro desde el principio hasta el fin.
La historia reflejada en los capítulos 1-39 es dominada por el papel de Asiria en
el escenario internacional. El llamado de Isaías llega en el último año del largo reinado
de Uzias (Azarías) en Jerusalén (792-740 a. de J.C. Ver 2 Reyes 15:1-7), que había sido
un tiempo de decadencia para Asiria y por lo tanto de relativa paz en Judá e Israel. Pero
para el tiempo de Uzias, Asiria había reafirmado su poder en el mundo del cercano
oriente a través de una serie de reyes (Tiglat-pileser III, 744-727; Salmanasar V, 726-
722; Sargón II, 721-705; y Senaquerib, 704-681). Mucha de la conspiración política en
Samaria y Jerusalén tuvo que ver con los reyes de Israel y Judá en cuanto a pagar o
retener los tributos a Asiria. Estas conspiraciones forman el trasfondo de las dos series
de narraciones en Isaías 7-9 y 36-39. En cada caso, Isaías anuncia la liberación de Sion,
pero también predice el exilio a Babilonia (39:5-7).
El sitio y la caída de Jerusalén así como el exilio doble a Babilonia es la historia
de Jeremías y Ezequiel. El marco histórico presentado en Isaías 40-55 se sitúa en la
última parte de este exilio, es decir, después de que el menaje de Jeremías y Ezequiel ha
sido escuchado y los exiliados se han establecido en Babilonia. Toda esta sección de
Isaías es dominada por la expectativa de un nuevo éxodo, desde el exilio, llevados a
través del desierto con promesas de agua y una travesía a salvo, hasta llegar a Sion, el
lugar donde Jehová volverá a establecer su morada. Pero los exiliados no recibirán este
mensaje consolador, no pueden creer que Jehová usara a Ciro de Persia para el
cumplimiento de sus propósitos, así que el segundo éxodo llega a ser parte de un futuro
aún más distante.
Las pasiones teológicas de Isaías encuentran su enfoque en cuatro puntos: (1)
Jehová, como “el Santo de Israel” (un término encontrado treinta veces en Isaías y solo
seis en el resto del Antiguo Testamento). (2) Israel como el “pueblo Santo de Jehová)
(62:12. (3) Sion (Jerusalén), como la “ciudad santa” de Dios y el “monte santo” (11:9;
27:13). (4). La inclusión de las naciones (gentiles) en su pueblo (2:2; 52:15).
Jehová como el “Santo de Israel “se encuentra en el corazón de todo: la visión de
Isaías (cap. 6), la justicia y los juicios de Jehová (5:19-25), y la misericordia y
compasión de Jehová como Redentor de Israel (41:14; 43:3-15; 62: 12). Así, en Isaías el
termino Santo conlleva ambas características esenciales: (1) la absoluta “singularidad”
de Jehová, el creador y sustentador de todas las cosas y de todas las naciones, el que no
tiene rival, puesto que no existe otro dios. Al leer, no es posible pasar por alto este tema,
especialmente cuando toma la forma de una reprimenda severa en cuanto a la
naturaleza “ desprovista de vida” de tales ídolos, que tienen ojos que no pueden ver y
oídos que no pueden oír (ver especialmente 44:6-20). (2) la absoluta santidad de Jehová
en el sentido moral/ético. Como un Dios Santo, el demanda santidad de su pueblo, es
decir ellos deben reflejar su imagen (compasión, amor, bondad, fidelidad) y no la de sus
ídolos. Después de todo, la idolatría inevitablemente lleva a la injusticia en la que: los
ídolos que no tienen vida son injustos y sus adoradores llegan a ser como ellos.
En el centro de la historia de Isaías se encuentra Isaías, redimido, pero
descarriado; obstinado, pero amado; y es en la relación de Jehová con ellos, relatada una
y otra vez haciendo referencia al éxodo y al pacto davídico, que se revela su
misericordia y compasión. Debe juzgarlos, pero nunca los dará por perdidos. Es aquí
donde el tema del “remanente” de Jehová para la salvación encaja en la historia general.
La historia de esta redención culmina con un Mesías Siervo que redimirá tanto a Israel
como a las naciones muriendo por ellos, una historia que halla su cumplimiento en
Jesucristo y la cruz.
El símbolo esencial de la relación entre Jehová y su pueblo es su presencia con
ellos en Jerusalén, en el monte Sion. Aquí es donde Israel ha profanado su relación
(1:10-25), y sin embargo, es aquí donde Jehová tiene el plan de restaurar su relación
(1:26-31) para que las naciones se unan a ellos en adoración (2: 1-5). Así que el libro
comienza con un Sion profanado pero con la promesa de su restauración, y termina
(caps. 65,66) con la expresión final de la promesa de la ciudad santa y su pueblo santo,
que incluye a los gentiles.
Hay mucho más que compone este maravilloso relato de la historia bíblica, pero
el estar atento a estos temas, al mismo tiempo que ser sensibles a este conjunto de
imágenes y cadencias poéticas ayudara al lector a captar algo del esplendor del libro, así
como su importancia en la historia bíblica.
RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA LA LECTURA DEL LIBRO DE
JEREMIAS.
Para lograr una buena comprensión del libro de Jeremías, se necesita tener
cierta noción del hombre y de sus tiempos, así como de la naturaleza de los materiales
que componen el libro.
En primer lugar, miremos algunos asuntos acerca de los tiempos en que vivió
Jeremías. Aunque recibió su llamamiento durante el decimotercer reinado de Josías (de
treinta y un años), solo uno de sus oráculos está fechado en ese periodo (3:6-10). La
mayoría nos llegan de los tumultuosos años en Jerusalén después de la muerte de Josías,
durante los reinados de sus dos hijos (Joacim, 609-598 a. de J, C., y Sedequias, 597-586
a. de J.C). Josías mismo había reinado durante un tiempo de calma en el escenario
internacional, cuando Asiria se encontraba en grave decadencia y tanto Egipto como
Babilonia se disputaban la supremacía en el área costera que incluía a Judá. Josías había
muerto en la batalla contra el faraón egipcio Necao (609), pero Necao a su vez fue
vencido por Nabucodonosor de Babilonia en el año 605. El resto de los años finales de
Judá se relacionan con los eventos políticos que siguieron.
Los hijos de Josías (y un nieto, Joacim) pasaron sus pocos años de reinado como
“pelotas de ping-pong”, yendo y viniendo entre Egipto y Babilonia, siempre bajo el
control de Babilonia pero constantemente pidiendo la ayuda de Egipto para deshacerse
del yugo babilónico y lograr así un relativo grado de independencia. Estas tácticas
políticas dieron como resultado el sitio por Nabucodonosor en el año 598 que puso fin
al breve reinado de tres meses de Joaquín, al ser enviado este y la mayoría de los líderes
de Jerusalén al exilio en Babilonia (2 Reyes 24:8-17; Jer. 29:2; ver Ezequiel). No
obstante, el último rey de Judá, Sedequias, volvió a estas tácticas políticas desesperadas,
que finalmente llegaron a un segundo sitio y a la destrucción total de Jerusalén (año
586). Una rebelión más llevada a cabo por un remanente que quedo en Judá, finalmente
resulto en la huida a Egipto en la que tanto Jeremías como Baruc fueron llevados.
Fuera de esta historia, no es posible encontrarle sentido a Jeremías, ya que el
desempeño un papel principal con su influencia en estos asuntos políticos en un periodo
de más de veintidós años de los reinados de Joacim y Sedequias. La narración revela
una gran cantidad de intrigas políticas, presentando figuras de palomas y halcones
juntos con voces a favor de Egipto y de Babilonia. Ya que los oráculos y las narraciones
de Jeremías (hasta los acontecimientos del final, caps37-45) no se presentan en orden
cronológico, es útil mantener a mano estos nombres, fechas y tácticas políticas a medida
que se avanza en la lectura.
En segundo lugar, a Jeremías se le encomendó una tarea nada envidiable, es
decir, enfrentarse a la casa real de David, los profetas, sacerdotes y el pueblo y
anunciarles la inminente destrucción de Jerusalén a la vez que instarles a aceptar el
exilio en Babilonia si deseaban vivir y tener la esperanza de un futuro. El asunto aquí es
la política de Jeremías a favor de Babilonia (después del primer exilio de Joaquim en el
año 598), una postura contra la cual militaban en la corte real: muchos creían (1) que
Jerusalén se encontraba segura por el pacto davídico y la presencia de Jehová en el
templo (ver 7; 4-11), y (2) que el presente exilio de Joaquim seria transitorio (ver 28: 1-
4). El mensaje de Jeremías es claro: ¡ríndanse ante babilonia y vivirán, aunque el
regreso tarde toda una vida!, resistan y morirán. Detrás de esta resistencia esta una
convicción que radicaba en la promesa de Jehová de rescatarlos de los asirios (ver Isaías
36-37), de que Sion era inviolable por causa de su templo, el lugar de reposo y morada
de Jehová.
Tercero, es necesario notar que los capítulos 1-25 forman el corazón de la
palabra profética de Jeremías y probablemente representan gran parte del rollo que fue
quemado por Joacim y escrito nuevamente con la ayuda de Baruc (cap. 36). Los
oráculos iniciales anuncian el juicio inminente y las razones para este (principalmente la
infidelidad contra Jehová en forma de idolatría), y al mismo tiempo están llenos de
suplicas a Judá diciendo que si su pueblo se arrepiente, la ira de Jehová se aplacara.
Pero las suplicas son ignoradas y finalmente dan lugar a la certeza del juicio inminente.
Dentro de esta colección se encuentra muchos momentos fascinantes de las propias
interacciones de Jeremías con Jehová (por medio de argumentos, diálogos, lamentos y
quejas) sobre el inminente desastre o sobre el maltrato que el mismo ha sufrido. Se
puede facilitar la lectura de esta colección si se marcan cuidosamente los cambios de
interlocutores. También están incluidos varias acciones simbólicas interpretadas, que
sirven para ilustrar lo que Jehová tiene que decir a Judá.
De las varias influencias recibidas por Jeremías, las más obvias son las de Oseas
y Deuteronomio. Jeremías hace considerable uso de las figuras alegóricas del primero
sobre Israel como la novia infiel convertida en prostituta pero amada por Jehová, cuya
infidelidad hará que él les entregue a sus “amantes”. Esto, a la vez, refleja varias
influencias deuteronomicas, especialmente la apelación a las especulaciones del pacto,
incluyendo las maldiciones por la infidelidad, especialmente el punto clave en cuanto a
si servirán solo a Jehová (Jeremías 11:1-13; cf17:5-8). Relacionado con esto se presenta
la figura del corazón incircunciso (4:4; 9:25; cf. Deut 10:16; 30:6) y la promesa de la
restauración después del exilio con un nuevo pacto (Jeremías 30-33). Al igual que en
Deuteronomio, el asunto no es meramente idolatría sino sincretismo, es decir, adorar y
servir a Baal al mismo tiempo que a Jehová. Pero Jehová es el único Dios, y por lo tanto
un Dios celoso que no puede tolerar as idolatría, sin embargo es compasivo y amoroso
con su pueblo. Es esta mezcla de realidades la que encuentra una expresión
conmovedora en el libro de Jeremías.
RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA LA LECTURA DEL LIBRO DE
EZEQUIEL.
Para comprender a Ezequiel se necesita, apreciar la historia de sus tiempos, algo
de la cual puede ser encontrada en 2 Reyes 22-25. Ezequiel nació en el hogar de una
familia sacerdotal en Jerusalén un poco antes de las reformas de Josías (622 a. de J.C.) y
probablemente se estaba preparando para iniciar labores sacerdotales a la edad de 30
años (año 593). Sin embargo, en el 598 sobrevino el desastre por medio de
Nabucodonosor de Babilonia. Durante el periodo de la vida de Ezequiel, los reyes de
Judá habían tomado decisiones políticas muy malas en la lucha por la supremacía en el
área entre Egipto y Babilonia. Así que Nabucodonosor finalmente puso sitio a
Jerusalén; el rey Joaquim se rindió y junto con la mayoría de personas prominentes de
Jerusalén, incluyendo a Ezequiel y su familia, fueron llevados al exilio (ver Jer. 29:2) y
colocados en una colonia de refugio al sur de Babilonia, cerca del rio Kebar.
Aparentemente, muchos creían que este exilio era algo temporal en el panorama de su
gloriosa historia como pueblo de Dios ( ver Jer. 28) pero Jeremías ya había informado
por escrito a los cautivos (Jer. 29:1-23) que iban a estar allí por un tiempo considerable.
Cinco años más tarde Jehová llamo a Ezequiel a que anunciara el juicio de Dios contra
Jerusalén, dirigiendo sus palabras a la “casa de Israel” y principalmente a los cautivos
en Babilonia (Eze. 3:1,11).
En el centro de las cosas se encontraba la teología con la que tanto Ezequiel
como el pueblo estaban comprometidos, aunque tenían puntos de vista radicalmente
diferentes en cuanto a su significado: el pueblo de Israel, como pueblo de Jehová,
creado y redimido por él y finalmente definido por su lugar (la tierra, y especialmente
Jerusalén) y por la presencia de Jehová (simbolizada por el templo en Jerusalén). Para la
mayoría de la gente, la interpretación de esta teología era que Jerusalén era inviolable,
un punto de vista reforzado por la salvación milagrosa de Jerusalén tras la caída de
Samaria, unos 125 años antes (ver 2Reyes 17-19). Esta teología había sido
continuamente promovida a la gente por los falsos profetas de la corte (p. eje., Ananías,
Jer. 289). Aunque con la oposición de Sofonías y Jeremías.
Ezequiel también entendía que Israel se definía por lugar y presencia (después
de todo el llegaría a ser un sacerdote de Jerusalén). Pero también reconocía que Judá
había fracasado en guardar su pacto con Jehová (ver la impresionante alegoría de los
capítulos 16 y 23), por lo tanto, perderían la tierra y la presencia de Dios. Por medio de
una variedad de visiones, actos proféticos y oráculos, anuncio una y otra vez que
Jerusalén pronto seria destruida y que Jehová se apartaría de su templo (cap.10). Esto
era tan increíble para los cautivos en Babilonia como insoportable para Ezequiel. Pero el
también vio claramente que todo lo mejor del pasado seria renovado en el futuro: el rey,
la tierra, el pueblo, el pacto y la presencia, que finalmente fue cumplida en Cristo y en el
pueblo del nuevo pacto.
Ahora, sobre los oráculos mismos, se puede observar que, en contraste con los
profetas que lo precedieron, Ezequiel hablo mayormente en prosa y no en forma
poética. De hecho, leer Ezequiel es como entrar en un libro de cuadros, ya que una
palabra profética tras otra se presenta en forma de un acto simbólico de parte de él, o
como una visión o cuadro alegórico, alguno de los cuales también son interpretados.
Estos últimos cubren un amplio campo, desde las figuras alegóricas en los capítulos 1
(cf. 10:1-22) y 37, a las visiones simbólicas interpretadas en los capítulos 15 y 17, hasta
la parábola en el capítulo 16, la cual es tan explícita que no necesita una interpretación
por separado.
El lector debe estar atento a otras características que también son singulares de
Ezequiel, incluyendo su interés en el templo y en los asuntos sacerdotales. Por ejemplo,
obsérvese la frecuencia con la que los oráculos son introducidos por preguntas de
Jehová, y cuan frecuentemente concluyen con las palabras: “sabréis que soy Jehová”
(58 veces) o con “Yo, Jehová, he hablado” (18 veces). Su tendencia a sr repetitivo
algunas veces puede que resulte pesado para el lector moderno, pero para Ezequiel era
una manera de reforzar lo que vio y declaro. La manera repetida de referirse a él como
“hijo de hombre” es un hebraísmo, enfatizando su humanidad en la presencia del Dios
eterno.
Finalmente, podemos encontrar muchas de las palabras e ideas de Ezequiel
cuando llegamos al Nuevo Testamento, especialmente en las cartas de Pablo y en el
Apocalipsis de Juan. Muchas de las figuras alegóricas de Juan. Muchas de las figuras
alegóricas de Juan son producto de las de Ezequiel, unidas a alagunas de Daniel e Isaías
que forman un cuadro completo de imágenes que tienen el propósito de expresar
nuevamente la inefable grandeza de Dios y sus acciones.
RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA LA LECTURA DEL LIBRO DE
DANIEL.
Para iniciar es importante darse cuenta de que en la Biblia hebrea, Daniel está
incluido entre los escritos en lugar de entre los profetas. En parte, esto se debió a su
género, historias de un “profeta” y visiones apocalípticas, en lugar de oráculos
proféticos. De hecho, no hay algo semejante a Daniel en la literatura judía y cristiana,
con una combina ion de historias de la corte y visiones apocalípticas. Además, su
intento es inspirar y alentar el pueblo de Dios que vive bajo dominio extranjero, no
llamarlos al arrepentimiento a la luz de Juicios venideros. Por esto, Daniel nunca es
llamado un profeta, sino uno al que Dios le revela misterios.
Puede ser útil, por tanto, que el lector examine de nuevo la breve descripción de
lo que es el género apocalíptico en la lectura eficaz de la Biblia, puesto que los sueños
y visones en los capítulos 2 y 7-11 tienen la mayor parte de los rasgos de lo
apocalíptico: el libro vio la luz en un tiempo de opresión, es totalmente una obra
literaria, viene por medio de visones y sueños que son dados por ángeles, las imágenes
son de fantasía que simbolizan la realidad y a Daniel se le dice que selle las visiones
hasta el tiempo del fin (8:26; 9:24; 12:4).
Es muy interesante que los capítulos 1 y 8-12 estén en hebreo, mientras que los
capítulos 2-7 están arameo, la lengua más usada en el cercano oriente desde el siglo
sexto en adelante hasta el tiempo de Cristo. Hay dos cosas importantes acerca de esto.
Primero, la porción aramea consiste de dos historias, más la primera visión, lo que
sugiere que estas están abiertas para la lectura de todos, pero la introducción y las
visiones interpretadas están en hebreo, implicando tal vez que son únicamente para el
pueblo de Dios. Segunda, la porción aramea esta arreglada en un diseño quiastico así:
Los capítulos 2 y 7 contienen visiones similares de reinos futuros, que terminan
con el reino final y eterno de cristo.
Los capítulos 3 y 6 son historias de liberaciones milagrosas, donde la oposición
ha sido dirigida contra Dios.
Los capítulos 4 y 5 son historias acerca de la muerte de dos reyes babilónicos
que reconocieron la grandeza del rey de Israel.
Por consiguiente, estas historias nos dicen que Dios tiene el control final de toda
la historia humana (caps. 2 y 7), ambos ilustrados por historias de liberaciones
milagrosas (cap. 3 y 6) y del “derrocamiento” de los dos reyes babilonios (caps. 4 y 5).
En cada caso, son narradas de manera maravillosa. Para obtener todo su beneficio el
lector podría probar a leerlas en voz alta, como fue su propósito original.
Para leer Daniel también es importante estar consiente de dos contextos
históricos: (1) el propio Daniel y (2) el predicho en sus visiones. Por esto, los capítulos
1-6 describen acontecimientos dentro de la corte babilónica, desde Nabucodonosor
hasta el primero de los gobernantes persas de Babilonia (aproxi. 605-530 a de J.C),
desde el tiempo antes de la caída de Jerusalén, cuando los primeros cautivos de Judá
fueron traídos a Babilonia, hasta justo más allá de la caída del imperio babilónico en el
año 539.
Las visiones del capítulo 7-12 se retoman en ese punto. Babilonia fue seguida
por el imperio persa de larga duración (año 539 a aproxi. 330). Enseguida vino el
imperio griego de Alejandro que fue de corta duración (año 333- a aproxi. 323), imperio
que a su muerte fue dividido entre sus cuatro generales (ver 8:19-22). Para entender la
historia judía intertestamentaria es de interés especial la larga contienda por Palestina
entre los seleucidas (de Antíoco, el norte) y los Tolomeos (de Egipto el sur), a la que se
alude en la visión en Daniel 11. Para Daniel es crucial el ascenso de Antíoco IV,
descrito en 11:21-32, quien de hecho se propuso aplastar el judaísmo en Jerusalén
obligándolos a adoptar su política de helenizar sus tierras. Para esto, el prohibió guardar
la ley y mostro favores especiales para los que eran helenizados (ver 11:28).
Finalmente, Roma le impidió apoderarse de Egipto y regreso por Jerusalén en donde
derramo su furia sobre los judíos que lo resistieron y finalmente, profano el lugar santo
levantando una estatua de Zeus allá por el año 167 a. de J.C (11:30,31), este evento, que
finalmente llevo a la revuelta macabea registrada en los libros apócrifos de los
macabeos 1 y 2, es previsto en Daniel 7-11. Bien puede el lector imaginarse lo que
podría haber sido leer Daniel durante este periodo, tanto las historias de los capítulos 1-
6 (¡Dios honra la lealtad y humilla a los reyes arrogantes¡) y las visiones mismas (Dios
había predicho todo esto).
Finalmente, es importante reconocer que la venida del reino mesiánico es
descrita como teniendo lugar después del derrocamiento de Antíoco, que de hecho
ocurrió un siglo y medio después, pues el único reino digno de mencionar después de
Antíoco no fue el de Roma, sino el de Cristo.
En congruencia con toda la tradición profética hebrea, estos eventos históricos
venideros fueron vistos contra el telón del gran futuro escatológico de Dios.
RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA LA LECTURA DEL LIBRO DE
OSEAS.
Junto con la íntima relación entre las propias acciones simbólicas del
matrimonio de Oseas y la relación de Jehová con Israel /Efraín, son cruciales otros tres
asuntos para discernir y obtener una buena comprensión del libro de Oseas.
Primero, el contexto histórico (ver 2 Reyes 14:23-18:16) es influido en gran
parte por los altos y bajos de Asiria. De acuerdo con 1:1 Oseas empezó su llamamiento
profético hacia el final de los relativamente tranquilos y prósperos días de Jeroboam II,
pero la lista de los reyes judíos y también la lista de oráculos de Oseas, sugieren que la
mayor parte d ellos fueron pronunciados durante los años de la rápida declinación
después de la muerte de Jeroboam II (año 753). Seis reyes gobernaron en Samaria en
rápida sucesión- mediante la intriga, el capricho y el asesinato (ver 8_4)- hasta que el
reino del norte fue derrocado por Asiria en el año 722-721 a. de J.C. parte de la intriga
estaba relacionada con la disposición o falta de ella por parte de los reyes, para tributo a
Asiria, pero a la vez, estaba relacionada con buscar en otras partes (7:8-11) alianzas para
protegerlo contra Asiria. Al final, Jehová usara a Asiria como vara de castigo (10:6.7).
Segundo, y más importante todavía, es el contexto religioso/teológico. Aunque
Oseas regularmente lanza miradas de reojo a Judá, su pasión y su ternura son para
Israel. Retomando lo que los profetas reformadores Elías y Eliseo habían dejado un
siglo antes, el esta tan asombrado como enfurecido por la propensión de Israel de
abandonar a Jehová por Baal, o mezclar a los dos de manera sincrética 82:11.13); así
como el matrimonio es simultaneo y absolutamente exclusivo y profundamente
personal, así también lo es el pacto de Jehová con Israel. Por eso, Oseas repetidamente
recuerda a los oyentes/lectores de sus principios (2:15; 9:10; 11:1-4; 13:4), aunque el
también recuerda la historia de la infidelidad de Israel (9:10,15; 10:9). La presente
infidelidad del pueblo, reflejada principalmente en su idolatría, también encuentra
expresión al romper la mayoría de los diez mandamientos, como el preámbulo en 4:1-3
lo expresa tan enérgicamente.
En todo esto está en juego el propio carácter de Jehová. Al volverse a los dioses
cananeos de la fertilidad (los Baales y las Aseras), Israel les ha atribuido la fecundidad
de las cosechas y de la gente (2:5, 12) y por tanto, ha abandonado a Jehová el creador de
todo, que es el único que da las cosechas y abre la matriz (2.8, 18, 21,22; 9:11.14). Al
mismo tiempo, los israelitas se han vuelto como los dioses a los que ellos adoran: llenos
de mentiras, engaño y capricho. Por eso, a fin de cuentas para Oseas - y la razón para el
juicio venidero – es que aunque debiera ser de otra manera, el pueblo sencillamente no
conoce a Jehová (4:1, 6,14; 8:2,3), han llegado a pensar en Jehová no en términos de su
propia historia de redención, sino en términos de la religión cananea, y el resultado es
mortal.
Tercero es que, si en ocasiones, se encuentra a Oseas como un libro de difícil
lectura, al menos en parte, podría ser `porque el habla tan claramente con el corazón en
la mano. Aquí hay pasión y ternura derramadas sobre Israel en oráculo tras oráculo,
ironía sobre ironía, y tal pasión no siempre fácil de seguir en términos de a dónde van
las cosas (en efecto, difícilmente dos comentarios están de acuerdo con los detalles). Al
mismo tiempo, los oráculos mismos no siempre se ajustan a los patrones formales y
ordinarios, puesto que los anuncios de juicio y las razones para el no están ordenados
cuidadosamente y, en muchos casos, sencillamente se mezclan en las mismas oraciones.
Además su texto hebreo ha sufrido mucho en la trasmisión, de modo que hay momentos
en que es muy difícil interpretar (observe, por eje., la cantidad de notas aclaratorias en la
RVA).
Pero, al mismo tiempo, es esta misma pasión la que hace del libro de Oseas una
gran lectura. Su especialidad son las metáforas impresionantes. Observe como Jehová es
león, leopardo, oso, águila (buitre), trampero (5:14; 11:10; 13:7,8; 8:1; 7:12); y también
es esposo, amante, padre, ciprés verde (2:14-23; 14:3-7; 11:8,9; 14:8). E Israel en sus
pecados es descrito más vívidamente como: esposa adultera, vaca obstinada, trampa y
red, horno encendido, torta sin voltear, paloma sin entendimiento, arco que falla, espiga
sin harina, hijo torpe que no se presenta al momento de nacer (2:2; 4:16; 5:1; 7:4, 8,
11,16; 8:7; 13:13). Desparecerá como niebla, roció que se desvanece y humo (13:3).
Flotara como espuma sobre las aguas (10:7), ha sembrado viento y cosechara torbellino
(8:7). Es difícil no captar el cuadro. Así que disfrútelo, aunque llore con Jehová y su
profeta.
Recuerde que aunque las profecías son principalmente dirigidas al reino del
norte (Israel), es muy probable que el libro mismo haya sido preservado en Judá. La
evidencia de esto está en el encabezamiento, que lleva el ministerio de Oseas hasta el
reino de Ezequías en Judá (año 715, seis años después de la caída de Samaria). Esto
sugiere que aunque Oseas parece prestar solamente atención pasajera a Judá en sus
oráculos (1:7, 11; 4:15; 5:5, 10, 12-14; 6:4, 11; 8:14; 10:11; 11:12; 12:2), el no espera
que sus lectores de Judá hagan lo mismo respecto a Judá. ¡Tampoco debemos hacerlo
nosotros, lo que ahora leemos desde la retrospectiva de la caída de los dos reinos¡
RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA LA LECTURA DEL LIBRO DE
JOEL.
Joel no nos ofrece fecha ni marcas históricas específicas e identificables. Esto
hace la lectura del libro un poco más difícil que en otros casos, puesto que el
entendimiento de los tiempos de un profeta es útil para comprender su mensaje (ver
introducción a “los profetas de Israel en la historia bíblica”). El “ejército del norte”
(2:20), lit. “Lo que viene del norte”), probablemente se refiere a las langostas en
primera instancia, pero luego metafóricamente al bien conocido temor de los ejércitos
invasores del norte (Jeremías 4:6, refiriéndose a Babilonia; cf., Ezequiel 38:15, 39:2),
pero no se dice nada mas de ello. Todavía más sorprendente es el hecho de que, en un
libro donde los llamados al arrepentimiento tienen un lugar tan central (Joel 1:13, 14;
2:13-17), casi no se hace mención de los pecados que son responsables de los desastres
inmediatos o futuros. Sin duda, las naciones serán juzgadas por repartirsen la tierra de
Jehová y por negociar traicioneramente con su pueblo (3:2, 3,6), pero los pecados de
Judá y Jerusalén parecen ser pecados de complacencia y los requerimientos toman la
forma de un llamado a despertar a los que “beben vino” (1:2,5). El profeta parece
asumir que el pueblo sabe bien donde han quebrantado el pacto con su Dios, pero los
lectores posteriores solamente podemos hacer conjeturas.
En el corazón del mensaje de Joel esta “el día de Jehová”, un concepto que ya
era usado por los profetas antes de que Joel entrara en escena (ver Amos 5:18-20: Isa.
2:12-18; 3:7, 18; 11:10, 11; Jer. 30:7,8; Sof. 1:7-2:2). La primera mención en Amos
indica que Israel tenía un criterio optimistas de este día. Que era un día en su futuro
cuando Dios vendría en su ayuda porque ellos eran suyos. Pero Amos le dio la vuelta a
ese entendimiento, porque la deslealtad de Israel al pacto los había colocado en
enemistad con Jehová; Amos es seguido en esto por los otros profetas, incluyendo
especialmente a Sofonías. Isaías y Jeremías lo explican con más detalles como cortar en
ambos sentidos, un día de juicio sobre aquellos cuyos pecados lo merecen, pero
seguidos por un día de salvación para el remanente de Dios. Al leer Joel, el lector vera
que él se ajusta a este molde de descripción. Para el la plaga de langostas han puesto en
movimiento el día de Jehová como juicio sobre Judá y Jerusalén, pero su consumación
está claramente centrada en un gran evento escatológico de juicio sobre las naciones y
finalmente la restauración del pueblo de Dios.
Al avanzar en la lectura, el lector también se dará cuenta de que, aunque Joel no
lo menciona así, el presupone la relación de pacto de Jehová con su pueblo a cada
momento. Langostas y sequia son parte de la maldición por la desobediencia del pacto
(Deut. 28:22, 38-42), así como que Israel seria disperso entre las naciones (Joel 3:2; ver
Deut. 28:64). El llamado al arrepentimiento como el sendero a la restauración futura es
parte esencial del pacto, como lo es la idea de Dios disciplinando al pueblo que ama
(Deut. 30:1-10; cf. El “desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos” de Joel 2:13
con Deut. 30:2,6), observe también que la apelación al carácter de Dios en Joel 2:13 es
una repetición del lenguaje de Éxodo 34:6, un momento de renovación del pacto. La
pelea de Dios en la guerra santa (Joel 2:10,11; 3: 9-11) es también parte de este motivo.
RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA LA LECTURA DEL LIBRO DE
AMOS.
Amos es el primero de nuestros cuatro profetas canónicos del siglo octavo (un
contemporáneo de Oseas, y un poco más antiguo que Isaías y Miqueas). El trasfondo
histórico-político de Amos puede encontrarse en 2 reyes 14:23-15:7 (cf. 2 Cron.26).
Jeroboam II (en Israel) y Uzias (en Judá) empezaron a reinar casi al mismo tiempo, y
los dos tuvieron reinados largos y prósperos, que incluían expansión territorial de una
clase que junta casi igualaba a la de David y Salomón. Esto fue posible mayormente
porque sus reinados coincidieron con un periodo muy bajo en las condiciones de Asiria
(782-745), hasta el ascenso de Tiglat- Pileser III. La casa real y los ricos consideraban,
por supuesto, este periodo de crecimiento y expansión como evidencia de la bendición
de Jehová, con un todavía más brillante día de Jehová esperándolos (Amos 5:18),. Pero
en vez de eso, resulto ser un breve periodo idílico que duro apenas una generación. Por
eso aunque no es mencionado en Amos, Asiria todavía es el poder abominable en el
panorama político, cuya sombra está al acecho en varios pasajes (2:13-16; 3:11; 5:3, 27;
6:7, 8-14; 7:9, 17; 9:4). En menos de una generación después de la muerte de Jeroboam,
el reino de Israel dejo de existir completamente (722-721 a. de J.C.), y la voz de Jehová
ya no se escuchó allí (8:11,12). Dios uso a Asiria como su vara de juicio contra su
pueblo caprichoso (ver 2 reyes 17:7-41).
Lo que Amos vio y hablo claramente en el apogeo de este periodo (Amos 1:1)
fue que de hecho todo era lo opuesto de lo que parecía. Las “bendiciones” de ellos no
tenían nada que ver con Jehová, aunque indudablemente todavía era llevada a cabo en
su nombre. Por eso, solamente dos amplias categorías necesitan ser denunciadas: la
religión sincretista (2:7, 8; 4:4, 5: 5:21-2, ,25, 26; 8:10, 14) y la injusticia social (2:6-8:
3:9, 10; 4:1; 5:7, 10-13, 15, 24; 6:12; 8: 4-6), las mismas que son claramente declaradas
en el oráculo inicial donde se mezclan (2:6-8), como lo hacen de nuevo en 5:21-24 y
en 8:4-6. Es esta combinación de opresión de los pobres en un contexto de entusiasmo
religioso distorsionado lo que lleva al juicio de Jehová en la forma de exilio.
Crucial a este juicio es la propia lealtad de Amos a Jehová y a su pacto. En el
corazón del pacto, como Jesús mismo lo señalo está el amor a Dios y el amor al prójimo
(Mar. 12:30,31). Por eso, el pacto del Antiguo Testamento, junto con los reglamentos de
una adoración apropiada como un modo de mantener el amor a Dios, estaba llena de
leyes que proveían una forma de equidad para todos, basada primordialmente en la
distribución de la tierra (creando de esta manera una sociedad en su mayor parte rural en
lugar de una sociedad urbana). Y los que no tenían tierra (viudas, huérfanos, levitas
forasteros) debían ser cuidados apropiadamente por los otros. La razón de esto, como se
les recordaba constantemente a los israelitas en la ley (ver Exo. 22: 21-27; Deut. 16:18-
20; 24:17-22), era que el mismo Jehová tenia compasión por los pobres (incluyendo a
un pueblo esclavo llamado Israel, al que él había rescatado y hecho suyo).
Pero durante este breve periodo idílico habían tenido lugar enormes cambios,
tanto en Judá como Israel, especialmente en este último. Se había desarrollado una
mentalidad urbana, con residencias lujosas y nombramientos aparatosos (3:12, 15; 5:11;
6:4-6), que era sostenida por una confabulación entre la realeza, los sacerdotes, los
profetas y los jueces, que llegaron a ser una aristocracia acaudalada a costa de los
pobres. Jehová estaba harto de esto, de modo que escogió a un hombre de la tierra del
sur, con poderosas capacidades para predicar, para hablar su palabra de juicio en todo
lugar. De este modo, Amos renovó la clase de profetismo de Moisés entre el pueblo de
Dios – dirigida a líderes y gente por igual, no solamente a individuos – anunciando que
la maldición final por no mantener la lealtad al pacto, a saber, la desolación de la tierra
y el exilio (Lev. 26:27-45; Deut. 28: 25-68), estaban a punto de cumplirse,
convirtiéndose el en precursor de muchos otros que habían de venir, la mayoría de los
cuales trajeron el mismo mensaje al reino del sur.
RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA LA LECTURA DEL LIBRO DE
ABDIAS.
Edom fue el más tenaz de los enemigos de Israel a lo largo de la historia de las
dos naciones “hermanas” (v.10; cf. Gen. 25:24-34), por lo que no debería ser una
sorpresa que Edom fuera objeto de más oráculos para naciones extranjeras que cualquier
otro pueblo (Isa. 21:11, 12; 34:5-15; Jer. 49:7-22; Eze. 25:12-14; 351-15; Amos 1:11,
12; cf. Joel 3:19; Mal. 1:2-5).
Los principios para la lectura de oráculos de cualquier nación extranjera se
aplican aquí. Jehová es Dios, no solamente de Israel, sino también de todas las naciones
del mundo; ello refleja el lado de “maldición” del pacto Abrahamico (“a los que te
maldigan maldeciré”). Este es el compromiso del profeta en la guerra santa, como un
mensajero del Guerrero divino. Si los pecados de Israel son grandes y merecen castigo,
la tradición de Edom también será castigada, puesto que está completamente contra el
propio carácter de Dios de generosidad y bondad. Además, si Dios va librar a su pueblo
completa y permanentemente, no puede dejar a sus enemigos libres para que lo ataquen
de nuevo. Aquí se encuentra nuevamente el acostumbrado trasfondo escatológico final
contra el QUE los juicios temporales deben ser entendidos (ver la lectura eficaz de la
Biblia, pp. 66-70).
El lector tal vez querrá leer el Salmo 137 junto a este oráculo para captar el
profundo sentido que Israel tenia de la traición de Edom. También se puede leer Abdías
1-6 junto con Jeremías 49:14-16 (para los versiculos1-4) y 49:9,10 (para los vv. 5,6);
muy probablemente Abdías está declarando y emitiendo de nuevo el oráculo de
Jeremías como su punto de partida, un oráculo que es probablemente muy conocido
para sus oyentes.
RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA LA LECTURA DEL LIBRO DE
JONAS.
Para comprender el libro de Jonás, se necesita observar dos cosas: la habilidad
del narrador para relatar su historia y los intereses teológicos que trae con ella.
Primeramente, para apreciar el poder de esta narración, el lector podría tratar de
ponerse en los zapatos de los israelitas a quienes estaba dirigido este relato. La historia
funciona mucho de manera similar a las parábolas de Jesús (ver lectura eficaz de la
biblia 119-125), porque el narrador introduce a sus oyentes/lectores en la historia y
luego los toma por sorpresa con la pregunta final.
Las habilidades literarias del narrador se reflejan de varias maneras. Por
ejemplo, la historia básica se halla enmarcada por la huida de Jonás de Dios. (1:3) y su
razón para ella (4:2). Observe también como la respuesta de los marineros anticipa la
compasión de Dios en Nínive. La ironía se usa a lo largo de la historia para afirmar los
puntos teológicos: los marineros paganos terminan ofreciendo sacrificio a Jehová
después de que el desafiante profeta de Dios es arrojado al mar. Al final de su salmo
Jonás exclama (de su propia liberación): “¡la salvación pertenece a Jehová!” (2:9), que
después es actuada por el arrepentimiento de Nínive y por la retención del juicio por
parte de Dios. Jonás enojado con Dios, no obstante dice la verdad acerca del carácter
de Dios (4:2), que resulta ser la misma razón de su enojo. Jonás, rescatado de la muerte
por Jehová, al fin desea morir en vez de vivir, porque los ninivitas lograron vivir en vez
de morir.
En segundo lugar, esta historia es principalmente acerca de Jehová, y solamente
en segundo lugar acerca de Jonás. Jehová es el protagonista a lo largo de toda la
historia: el llama a Jonás, envía una tormenta cuando Jonás desobedece y la intensifica
para impedir que los marineros lo rescaten; provee un gran pez para rescatar a Jonás; es
el objeto de alabanza y gratitud en el Salmo de Jonás; envía a Jonás a una segunda vez y
luego detiene su mano cuando la predicación de Jonás tiene éxito; y al final, provee la
planta de ricino como el gusano y el viento oriental para instruir a Jonás en los caminos
de Dios. Jonás por su parte sirve como fondo de modo que la historia de Jehová puede
ser relatada con poder e impacto.
El punto en cuestión en todo esto el pacto Abrahamico (Gen. 12:3), que Jehová
está lleno de compasión y misericordia por todo lo que él ha hecho (Sal. 145:8, 9, 13,
17) y que todo el tiempo ha tenido el propósito de bendecir a las naciones mediante su
elección de Israel. Pero la elección de Dios, siempre un acto de misericordia, algunas
veces se convierte en la base del orgullo y el prejuicio. En este caso, recuerde que Asiria
fue el imperio más cruel en la historia antigua (ver el libro de Nahúm), no obstante lo
cual Dios estaba dando a ese pueblo una oportunidad de arrepentirse, no una conversión
a Jehová, pero una respuesta suficiente para que Jehová detuviera sus castigos. Es esta
“injusticia” de la misericordia de Dios la que fue tan ofensiva para Jonás.
RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA LA LECTURA DEL LIBRO DE
MIQUEAS.
Para la buena comprensión del libro de Miqueas son cruciales cuatro asuntos.
Primero, el arreglo mismo no solamente ofrece un asidero para la lectura del texto sino
que al mismo tiempo dice algo acerca de la teología de Miqueas, que refleja
Deuteronomio 28-30. En el corazón de las cosas como en Oseas, está la tensión
dinámica entre la necesidad del juicio divino (maldiciones), por causa del rompimiento
de Israel del pacto con Jehová, y el propio anhelo de Jehová por bendecir a su pueblo,
porque es suyo y por causa de su propio carácter (compasión, misericordia, perdón. Ver
Miqueas 7:18-20). Miqueas mismo está en medio de esta doble realidad; la composición
final de su libro presenta esta tensión en alto relieve, pero concluye en la nota brillante
de esperanza futura.
Segundo, como lo es para la mayoría de los profetas de Israel, la historia política
del periodo juega un papel especialmente importante para entender los oráculos,
Miqueas es el cuarto de los profetas del siglo octavo a. de J.C. una generación después
de Oseas y Amos, y un contemporáneo más joven que Isaías. Han pasado los idílicos
días que caracterizaron los reinos de Jeroboam II y Uzias, y todas las semillas de
decadencia y destrucción final se están estableciendo como idolatría e injusticia social
condenadas con presteza por Oseas, Amos e Isaías. Al mismo tiempo, Asirá es una
constante amenaza en la escena internacional conforme empieza a reafirmar su poder en
el mundo del cercano oriente (ver recomendaciones para la lectura de Isaías). Así,
Asiria aparece grande en Miqueas, pero su papel es ambivalente. Aunque Asiria es el
agente de juicio sobre Samaria (1:6, 7, 10-16), fracasara sobre Judá (5:5,6), y finalmente
experimentara el juicio de Dios (5:15,7:10). Al mismo tiempo, como con Isaías, la
anticipación de Babilonia es profetizada también (4:10).
Tercero, observe especialmente las razones de juicio sobre Judá. Como ocurre
con Isaías y con Amos, los asuntos son dos: idolatría (1:7; 5:12-14) e injusticia social
(2:1, 2, 8-11; 6:10-12; 7:2,3). Para Miqueas es especialmente importante el papel de la
tierra prometida como herencia, la cual aquí va en dos direcciones: (1) el exilio de la
tierra como una parte de la maldición por la infidelidad a Jehová (1:16; 2:10; cf. Deut.
28:25-429, y (2) la infidelidad misma cuando los líderes y los poderoso de la tierra
privan a los campesinos pobres de su herencia tradicional (Miq. 2:2, 9; 3:2, 3, 9-11;
6:10-12, 16; 7:2).
Cuarto, Miqueas asume el papel prometido de Israel al bendecir a las naciones
(Gen. 12:3) con completa seriedad (Miq. 4:1-4; 7:11-13). Este es el juramento hecho a
Abraham (7:20, la palabra final en el libro) y este es el papel final del rey mesiánico que
será agente de Dios para la paz de las naciones (5:5). Note, por tanto, que los capítulos
4 y 5, que expresan esperanza futura en términos mesiánicos, están en el centro mismo
de este arreglo. Por consiguientes, el primero y también el segundo oráculo de
esperanza se centran específicamente en el futuro reino mesiánico (2:13; 5:1-6).
Miqueas 5:2 es citado en Mateo 2:6, un evangelio que está particularmente interesado
en el papel del Mesías a favor de las naciones (Mat. 28:19, 20).
Finalmente, el lector debe observar que cien años después del oráculo de
Miqueas 3:12 es citado por algunos ancianos contar el rey Joaquín, quien quería quitarle
la vida a Jeremías (Jer. 26: 17-19), un pasaje que implica que la predicación de Miqueas
era responsable en parte de las reformas de Ezequías (2 Rey. 18: 1-8).
RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA LA LECTURA DE LIBRO DE
NAHUM.
El libro de Nahúm es una pieza de poesía cuidadosamente elaborada y
brillantemente ejecutada, en la que una variedad completa de formas proféticas – himno,
Salvación, ruina, burla endecha – son entretejidas cuidadosamente para estructurar lo
que básicamente es un “ oráculo de ay” sobre Nínive (Asiria), junto con un oráculo se
salvación para Judá. Parte de la maestría en el libro de Nahúm es la presentación
inmediata de Jehová (1:2-6), seguida por el entretejimiento de oráculos contra Nínive y
para Judá, sin mencionar a Judá hasta 1:15 y a Nínive hasta 2:8. Todo esto se expresa en
un estilo poético admirable con una variedad completa de paralelismos (lectura eficaz
de la Biblia pp. 160.161) y con un evocativo conjunto de imágenes. El cuidado a estos
diversos asuntos estructurales y metafóricos enriquecerá la lectura de este libro.
Para el trasfondo bíblico/histórico del libro de Nahúm tal vez el lector quiera
leer 2 Reyes 17 – 23 y 2Cronicas 33, 34. Son esenciales tres cosas acerca de este
trasfondo para el mejor entendimiento de libro de Nahúm: primero profetiza cuando
Asiria todavía está en el pináculo de su poder (Nah. 1:12), habiendo establecido antes su
presencia en Egipto al conquistar Tebas (3:8; aprox. 663 a de J.C.). Segunda, Asiria era
bien conocida entre los antiguos (los registros de sus propios reyes o verifican) como el
más cruel de los conquistadores. Sus traiciones eran legendarias y bárbaras, incluyendo
la destrucción total de pueblos que eran conquistados (como con Israel, por ejemplo,
pues todos perdieron su identidad cuando e pueblo fue restablecido en Asiria y la tierra
misma fue repoblada con paganos (ver 2rey. 17:3-6, 24-41). Tercera, durante todo el
periodo en el cual Nahúm pudo haber profetizado, los reyes de Judá (Manases y Josías)
eran vasallos de Asiria. Todo esto significa que la profecía de Nahúm era políticamente
incorrecta en todo sentido, excepto desde el punto de vista de Jehová.
Otro punto importante: el libro de Nahúm (al igual que el de Abdías) esta
principalmente dirigido contra una nación extranjera. Como siempre pasa en los
profetas hebreos, la teología que está detrás de todo es la soberanía de Jehová sobre el
universo, incluyendo a todas las naciones tanto como a Judá, mas su pacto con
Abraham, en el que el promete que “a los que te maldigan maldeciré” (Gen. 12:3). A
esclavitud de Judá bajo Asiria, mas su presente insignificancia política (excepto para la
necesidad de Asiria de acceso a Egipto), debe entenderse a la luz de la omnipotencia y
justicia de Dios. El lector deberá estar listo también para oír las razones de os juicios de
Jehová contra Asiria: además de sus idolatrías (Nah. 1:14), su pecado más pronunciado
es la crueldad y la injusticia. Ha esclavizado naciones (3:40), su crueldad es
interminable (3:19), y sus mercaderes han agotado a tierra (3:16). Contra estos males, la
propia bondad y compasión de Dios (1:7) se presentan como el polo opuesto.
RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA LA LECTURA DEL LIBRO DE
HABACUC.
En muchas maneras la lectura del libro de Habacuc es como leer un lamento
extenso como el que se encuentra, por ejemplo, en el Salmo 10 o 13. Todo es predicado
sobre el carácter de Dios, y la confianza del profeta/salmista en que Dios finalmente
juzgara las acciones de los malvados. En cada caso, es precisamente por razón de quien
es Dios que el profeta o el salmista claman “¿hasta cuándo?”, ante lo que parece ser
tolerancia divina de mal
Es esta reacción con los amentos en el salterio o que explica mejor el rasgo
singular de Habacuc, es decir, que no hay un oráculo dirigido hacia el pueblo de Dios
como tal. Más bien, el mismo profeta se ha investido del papel del pueblo en su dialogo
con Dios sobre a presente injusticia. las anotaciones litúrgicas a principio y al fin del
capítulo 3 dejan claro que Habacuc se proponía que su oración/salmo fuera cantada en
la comunidad de los justos.
Para e trasfondo bíblico de Habacuc tal vez el lector quiera leer 2 Reyes 22, 23 y
2 Crónicas 34: 1-36:4. La manera en que el menciona el ascenso de Babilonia en
Habacuc 1:6 sugiere que esta no había alcanzado completa supremacía internacional
(después del año 605 a. de J.C.), lo que también significa que Habacuc era
contemporáneo de Sofonías, Nahúm y Jeremías. La descripción de los pecados de Judá
en estos cuatro libros confirman el testimonio de los libros de Reyes y Crónicas de que
la reforma de Josías fue solamente de corta duración y superficial, y de que Judá era una
sociedad de continua injusticia, violencia y rechazo de la ley. Sin embargo, al igual que
sus contemporáneos, Habacuc veía el futuro con claridad: la injusticia de Dios
prevalecería.
El lector reconocerá que los oráculos contra Babilonia son muy congruentes con
toda la tradición profética que claramente entendía que Jehová es el Dios soberano de
todas las naciones.
RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA LA LECTURA DEL IBRO DE
SOFONIAS.
El contexto histórico del libro de Sofonías es en algunos sentidos similar al del
libro de Habacuc (2 Rey. 22, 213; 2 Cron. 34, 35). En caso, sin embargo, puesto que sus
profecías son dirigidas principalmente contra Jerusalén, el lector tal vez quiera leer las
secciones relevantes acerca del sincretismo en “Recomendaciones específicas para la
lectura del libro de Deuteronomio” y los libros de Reyes. Aunque no es posible
determinar exactamente cuando fue proclamado este maravilloso juego de oráculos –
aunque parecieran preceder y no tanto seguir a las reformas de Josías – no se podrá
dejar de ver que el juicio de Dios es pronunciado principalmente porque Jerusalén
continua siendo una ciudad de religión, aunque no de adoración pura a Jehová – hay
poco interés por La justicia social.
Puesto que la mayoría de la gente encuentra que Sofonías no es de fácil
comprensión, a este respecto podría ayudar ver su cuidadosa estructura literaria, que
toma a forma de una serie de diseños concéntricos (quiasmos). En primer lugar, está la
armazón misma:
A El juicio de Dios sobre Judá, con el gemido consecuente (1:2-18)
B E juicio de Dios sobre as naciones (2: 1-3:8)
A* La redención de Dios del remanente, con el consecuente regocijo (3: 9-21)

Dentro de cada uno de estos, y algunas veces interconectándose entre ellos, hay
otros diseños concéntricos. Observe, por ejemplo, la manera en que 1:2-18 es
enmarcado por anuncios de juicio contra toda la tierra (1:2, 3, 18b-c que evocan el
diluvio, siendo b-c= líneas poéticas en el versículo). De la misma manera 1:2, 3 y 3:8d
enmarcan todo el conjunto de los oráculos de juicio. De la siguiente manera:

1:2-18 3:9-12
1:2,3 3: 8d
1: 2,3 1:18b-c

De manera similar, los oráculos contra las naciones son enmarcados por un
llamado al arrepentimiento por parte de Judá (2:1-3), y juicio por causa de su rechazo o
hacerlo así (3:6-8; ver “Un recorrido por el libro de Sofonías”).
En segundo lugar, todo esto está expresado en imágenes brillantes y poderosas.
Observe, por ejemplo, su colocación deliberada del juicio de Dios sobre Judá y
Jerusalén en imágenes y lenguaje que evocan el relato del diluvio en Génesis 6. Esto se
relaciona con el uso frecuente que Sofonías hace de la hipérbole (exageración
deliberada con propósito de efecto). Así, por ejemplo, el predice en varios puntos que
Dios destruirá toda la tierra y a todos sus habitantes (1:2, 3, 18b-c; 3:8), y sin embargo,
también predice un gran futuro, tanto para los pueblos (3:9) como para Israel (3:10-19).
Tal exageración no debe tomarse literalmente (cf. El entendimiento de un fanático de
los deportes de un en un diario que diría: “Costa Rica barrio a Nicaragua”, para
informar una victoria absoluta en un partido de cualquier deporte, y no sobre que el país
que obtuvo la victoria uso la escoba para recoger la basura en el país perdedor”), su
efectividad está en que el pueblo tome seriamente el límite de la tragedia que les espera.
Sobre el tema del día de Jehová, refiérase a “Recomendaciones específicas para
la lectura del libro de Joel”. En el libro de Sofonías “el día” (¡usado 17 veces entre 1:7 y
2:3!) se refiere a un tiempo de cambio decisivo en favor de los justos y contra los
malvados, y Judá esta entre los malvados.
RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA LA LEECTURA DEL LIBRO DE
HAGEO.
Para la comprensión del libro de Hageo ayudara a leer el libro de Esdras 1-6, que
sirve como trasfondo para las palabras de Hageo registradas aquí. Después de que un
grupo grande de exilados regresaron en el año 539 a. de J.C., bajo el edicto del Ciro,
inmediatamente reconstruyeron el altar y pusieron los fundamentos del templo (Esdras
3). Entonces la obra se detuvo mientras el pueblo construía sus casas y trabajaba sus
granjas. Ahora, unos diecinueve años más tarde, la obra en el tiempo no había avanzado,
mientras tanto ellos habían experimentado regularmente sequía y cosechas pobres.
Mediante Hageo, Jehová llama la atención a la conexión entre estas dos realidades y los
alienta a regresar a la tarea de reconstruir el templo.
Conforme avanza en la lectura, observe cuidadosamente los varios rasgos que
distinguen a Hageo: (1) sus oráculos no son expresados en forma poética, sino en una
especie de prosa rítmica; (2) so en su mayor parte sostenidos por medio de preguntas
(cf. Malaquías), que orientan la palabra de Dios hacia el pueblo (Hag. 1:4, 9; 2:3,12, 13,
19); (3) el también hace uso efectivo de las repeticiones: “reflexionad” ocurre dos veces
en el primer oráculo y en el tercero (1:5,7; 2:15, 18); “yo estoy con vosotros” ocurre en
el primero y en el segundo (1:13; 2:4); que Dios “estremecerá los cielos y la tierra”
ocurre en el segundo y en el cuarto (2:6,21); y en lenguaje que evoca a Josué 1:6,7,9,19,
los líderes y el pueblo son exhortados tres veces a “esforzarse”(2:4), observe también
que anqué hay una progresión obvia en las cuatro “palabras” también hay una clara
correspondencia entre la primera y la tercera (la maldición del pacto es ahora trastocada
por bendiciones del pacto) y entre la segunda y la cuarta (alentando a zorobabel como
líder).
Puesto que el asunto central de Hageo es la reconstrucción del templo, haría bien
el lector en recordar el papel importante que el templo jugo en la vida de Israel, que
sirvió como el lugar especial de la presencia de Dios (distinguiendo a Israel de los
demás pueblos) y también el lugar de la adoración apropiada (éxodo 25-40), y recuerde
que el Espíritu Santo es la manera en que Dios está presente entre ellos (Hag. 2:5).
Vale la pena observar los días y las fechas para estos oráculos. El primero (29
agosto del año 520) se da el primer día del mes (lunar),por lo tanto en el día de la fiesta
de luna nueva (Núm. 10: 10; 28:11) y en el tiempo de la completa madurez del grano. El
segundo (17 de octubre del año 520) viene el fin de la fiesta de los tabernáculos (la
fiesta de la cosecha de Israel). El tercero y cuarto (18 de diciembre del año 520) se dan
durante la temporada de cultivo para la cosecha de primavera. Todos estos eran periodos
cuando la gente no tenía excusa de estar ocupados para prestar atención al templo.
Aquí también se siente la tención frecuente que s encuentra en la tradición
profética entre las realidades presentes y el glorioso futuro de Dios. Como de
costumbre, una (la esperanza presente) se pronuncia a la luz de la otra (la gloria futura).
Observe la manera en que esto ocurre en relación al templo (2:1-5, 6-9) y también en
relación a Zorobabel (2:20-23), ambos señalados por el sacudimiento escatológico de
los cielos y la tierra.
RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA LA LECTURA DEL LIBRO DE
ZACARIAS.
La mayoría de los lectores encuentran al libro de Zacarías especialmente difícil
de comprender, aun para un libro profético. Esto es indudablemente debido a la
naturaleza altamente simbólica de las visiones nocturnas más el carácter normalmente
complejo de los oráculos proféticos escatológicos y de estos está formada la mayor
parte del libro. Pero con un poco de ayuda el lector debiera poder abrirse camino por el
libro y apreciar algo de su grandeza.
Para la historia del periodo y los intereses básicos del profeta, vea
Recomendaciones específicas para la lectura del el libro de Hageo”. Lo que es
importante observar aquí es que los intereses importantes de la tradición profética de
Israel ocurren en el libro de Zacarías – los juicios del pueblo de Dios por sus propios
pecados, los juicios contra las naciones vecinas por sus pecados contra el pueblo de
Dios y porque Jehová es soberano sobre todas las naciones; un futuro glorioso para el
pueblo redimido y purificado de Dios – todo esto es puesto en tensión entre realidades
temporales que de pronto ocurrirán y el futuro glorioso de Dios. Lo que es también un
rasgo pronunciado en el libro de Zacarías es su expectativa del futuro rey mesiánico de
Dios, que es la razón por la que es citado tan frecuentemente por los escritores del
Nuevo Testamento (especialmente con respecto a Cristo y a la expresión final del reino
de Dios).
Un par de observaciones pueden ayudar al lector con la comprensión de las
visiones nocturnas. Primera, que están arregladas en un diseño concéntrico (quiastico).
Observe que las visiones 1 y 8 (1:7-17; 6:1-8) preveen cuatro grupos de caballos de
color, cuyo propósito es ir por toda la tierra, así como el trasfondo para la construcción
del templo. Las visiones 2 y 3 (1:18-21; 2:1-13) y 6 y 7 (5:1-4; 5: 5-11) tienen que ver
con obstáculos que enfrenta la comunidad de la restauración y su construcción del
templo (en 2 y 3 los obstáculos vienen de afuera y en 6 y 7 de adentro). Las visiones 4 y
5 (3:1-10; 4:1-14) son el punto central, pues tratan especialmente con el liderazgo de
Josué y de Zorobabel, en ambos casos acerca de la construcción del templo y del
liderazgo de la comunidad.
Segunda, el lector observara un diseño similar para gran parte de estas visiones:
Zacarías describe lo que él ve, pregunta acerca de su significado y un ángel intérprete le
da la explicación. Cuatro de las visiones: (1) 1:14-17; (3) 2:6-13; (5) 4:6-10ª; (8) 6:9-15,
también contienen uno o más oráculos, los que hacen especifico el mensaje de las
visiones. El corazón de todo esto es una palabra de aliento que declara al pueblo que el
tiempo es cumplido – las condiciones para que ellos reconstruyan están ahora en su
lugar – aunque al mismo tiempo es, como con el libro de Hageo, una palabra de aliento
para los líderes. Los dos oráculos en los capítulos 9-14 son especialmente difíciles de
seguir, pero en lo esencial siguen también un diseño. Los dos tienen que ver con la
intervención triunfal del Señor en los asuntos de Judá y de las naciones. El primero mira
hacia el futuro inmediato, el segundo hacia la llegada final del gobierno universal de
Dios. Lo común a los dos es el lugar central del mesías real de Dios, y el hecho de que
él es rechazado por el pueblo.
Una nota final. Los profetas posteriores algunas veces hacen uso del lenguaje y
las figuras de los anteriores. Esto es especialmente cierto en el libro de Zacarías, que no
solamente menciona a “los profetas anteriores” (1:4,6; 7:7,12), sino que
deliberadamente evoca su lenguaje en varios lugares (p.ej., cf.1:4; Jer. 3:15). Esto puede
ser la mejor explicación para el intrigante y penetrante sufrimiento del Mesías real de
Dios en Zacarías 11-13, que suena como una reflexión detallada sobre el siervo
sufriente de Isaías (Isaías 52:13- 53:12). Esto también ayuda a explicar la razón por lo
que los escritores de Nuevo Testamento se refieren a estos dos pasajes tan a menudo a
modo de explicación por la crucifixión del mesías.
RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA LA LECTURA DEL LIBRO DE
MALAQUIAS.
Aunque no se puede estar seguro de cuando profetizo Malaquías, si fue antes del
tiempo de Esdras y Nehemías. El libro de Malaquías es un indicador grafico de la apatía
moral y espiritual del tiempo, que se expresa así mismo en varias formas de
menosprecio para Jehová y el pacto. De hecho, la mayor parte de los pecados
mencionados en Malaquías son también mencionados en Esdras y Nehemías:
matrimonios mixtos (Mal. 2:11-15/Esdras 9-10/Neh. 13:23-27), la falta en diezmar
(Mal. 3:8-10/Neh. 23:10-14), sacerdotes corruptos (Mal. 1:6-2:9/Neh. 13:1-9), e
injusticia social (Mal. 3:5/Neh.5:1-13).
Este malestar general y desdén para con el pacto probablemente explican en
parte la forma singular y la estructura de Malaquías. El lector observara que cada una de
las disputas tiende a seguir el mismo diseño:

 Declaración: el asunto anunciado por Jehová


 La pregunta del pueblo: básicamente toman la forma “¿en qué?”.
 La respuesta de Jehová: recordándoles de sus acciones pasadas o futuras, o
revelándoles sus acciones que muestran desde.

Estas disputas funcionan como un llamado a despertar en un tiempo de


desengaño (ver 3:14) cuando los que regresaron de Babilonia se sintieron generalmente
abandonados por Jehová. Así, en vez del marco de una acorte (como en Oseas y
Miqueas, por ejemplo), Jehová los desafía por medio de declaraciones, preguntas y
explicaciones.
Hay una clase de progresión a las disputas. Empiezan con Israel cuestionando el
amor de Jehová (=compasión por ellos y lealtad a ellos). Para esto, Jehová responde que
no solamente el los ama ciertamente (miren lo que le hice a Edom), sino que hay mucha
evidencia de que ellos no aman a Jehová, en la forma de despreciar el pacto por parte de
los sacerdotes y el pueblo por igual (ofreciendo en sacrificio animales imperfectos,
divorcio y matrimonios “mixtos”). Las tres disputas finales empiezan el círculo de
nuevo. El sentirse abandonado por Jehová, el pueblo habla cínicamente acerca de la
prosperidad de los que practican la injustica. Peor, Jehová responde, ellos mismos
practican la injusticia al retener los diezmos, que es el medio de vida para los levitas y
de la provisión para los pobres (Núm. 18: 21-32; Deut. 14:28, 29). En la escena final
también hay la seguridad del juicio futuro de Dios, juicio de los malvados y también
salvación del (nuevo) remanente justo.
Así, en el final del Antiguo Testamento (por vía de la septuaginta) hay palabras
proféticas que Jesús y los escritores del Nuevo Testamento ven como que hablan acerca
de su venida. Dios no solamente enviara “(su) mensajero, el cual preparara el camino
delante (de él)” de modo que “vendrá a su templo el Señor a quien buscáis” (Mal. 3:1),
pero las dos palabras finales hablan de Moisés y de Elías, que hacen su aparición con
Jesús en el monte de la transfiguración.

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