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Generalidades del texto expositivo-explicativo1

Declarada la intención de proponer a los profesores estrategias para conseguir que


los estudiantes lean y escriban con cierta solvencia, o que adquieran alguna competencia
textual, resta hacer expresa la decisión de trabajar en esta propuesta con las secuencias
dominantes llamadas explicativas, pertenecientes a la tipología textual propuesta por Adam
(1996) que comprende cinco clases de (proto-)tipos de secuencias de base con
intencionalidad y estructura específicas: narrativa, descriptiva, argumentativa, explicativa y
dialogal. Adam sostiene que aunque algunos textos pueden ser construidos sobre la base de
una sola secuencia, por lo general, estos no suelen presentarse como un conjunto de
secuencias homogéneas, sino más bien heterogéneas que pueden aparecer coordinadas
lineal o alternadamente; por ello, la noción de secuencia textual dominante será la que
tenga una presencia mayor en el conjunto del texto. Así, las secuencias se definen como
modelos abstractos, explicables por la naturaleza de las macroproposiciones que las
conforman y de las cuales disponen los productores y los receptores de los textos. Además,
sumamos a la denominación de texto explicativo, la de texto expositivo, en primer lugar,
porque, como sostiene T. Álvarez (2000:106):

Los textos expositivos, con los cuales se enfrenta diariamente el alumno, tanto en la lectura
(manuales escolares, documentación en general), como en la escritura (exámenes, dosieres,
trabajos y exposiciones) ponen de manifiesto la paradoja que supone el hecho de que sea el
tipo de texto más frecuente en la vida académica y, sin embargo, no se corresponda con la
necesaria ejercitación sistemática en el área de lengua, tradicionalmente centrada en la
producción de textos narrativos y descriptivos; por tanto, es muy común que la exposición
sea el tipo de texto que menos dominan los estudiantes.

Y en segundo lugar, decidimos abordar los textos expositivo-explicativos, la


herramienta de aprendizaje más utilizada en una sociedad tan ampliamente escolarizada
como la nuestra, porque son los de mayor empleo en las tareas específicas de los
estudiantes y, como afirma T. Álvarez (2001), los que han obtenido del profesorado de
español en los distintos niveles de la educación, menor dedicación. Aclaramos también que
cuando se refiere el adjetivo expositivo se piensa en informar, transmitir datos con un alto

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Contenido adaptado del libro Didáctica de la comprensión y producción de textos académicos. Zahyra
Camargo, Graciela Uribe y Miguel Ángel Caro. Universidad del Quindío, 2011.

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grado de organización y jerarquización, y cuando se menciona el adjetivo explicativo, se
hace alusión a una finalidad demostrativa sobre una base expositiva o informativa.

Esta elección obedece a que consideramos fundamental el uso de tipologías


textuales para, desde el manejo de sus estructuras, conducir a los estudiantes hacia
situaciones comunicativas dadas que les permitan la comprensión de textos escritos
adecuados a sus propósitos y no impuestos por un currículo o cualquiera otra circunstancia
ajena a la comprensión y producción misma, porque –como conceptúan los estudiosos de la
Escuela de Ginebra (Bronckart, Dolz...) y de Lausana (Adam)– no se enseña a escribir a
secas, sino a narrar, a describir, a argumentar, a explicar; o como lo expresa N. Sanmartí
del Departamento de Matemáticas de la Universidad Autónoma de Barcelona (1996: 27):
“Aprender a utilizar los sustantivos, los verbos, los conectores, es aprender ciencias.
Aprender a diferenciar entre describir, explicar, argumentar, es aprender ciencias”.

Por tanto, se hace necesaria una definición de texto expositivo-explicativo. Como ya


se insinuó más arriba, estos son textos que informan, transmiten datos con un alto grado de
organización y jerarquización y explican; dicho de otro modo, parten de su base expositiva
para realizar una demostración que facilite la comprensión o el conocimiento del texto, de
manera neutra y objetiva. Slater y Graves (1990: 10-11) definen así este tipo de textos:
La función primordial de un texto expositivo es presentar al lector información sobre
teorías, predicciones, personajes, hechos, fechas, especificaciones, generalizaciones,
limitaciones y conclusiones. Al mismo tiempo debe ir más allá de la simple información.
Un buen texto expositivo incorpora explicaciones y elaboraciones significativas como parte
del nivel informativo [...] tiene la cualidad de ser “directivo”, de poder actuar de guía. Esto
significa que presenta claves explícitas –introducciones, títulos, subtítulos y resúmenes–
que sirven para que los lectores puedan extraer las ideas más importantes y los conceptos
que las sustentan. Además, a lo largo del texto, el autor puede agregar comentarios sobre los
puntos importantes o más significativos, como para que el lector pueda identificar
conceptos fundamentales, definiciones y explicaciones. Al ser directivo, el autor está
activamente presente en el texto y establece un diálogo con el lector. Sin esta característica,
la información dada puede no llegar a ser totalmente comprendida. [...] Un buen texto
expositivo debe contener elementos narrativos.

Es claro que, debido a la heterogeneidad textual (existencia de diferentes tipos de


secuencias en un mismo texto), será necesario determinar la actitud explicativa
(jerarquización) mediante el análisis de índices lingüísticos concretos. Para Adam (1992),

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estos textos se caracterizan por su composición en secuencias que se asocian generalmente
a la síntesis y al análisis de las representaciones conceptuales. Las dos fórmulas a las que
pueden ser reducidos corresponden a estos dos tipos:
a) sujeto + es + atributo (síntesis)
b) sujeto + tiene + complemento (análisis)

Estas fórmulas se desarrollan mediante proposiciones causales, finales y modales


que se encargan de demostrar, concretar y relacionar lo que se afirma, con el propósito de
que sea comprendido, ya que tienen como objeto mostrar las relaciones de causa que
conectan los hechos o las palabras. En otros términos, Adam adopta como modelo el
esquema general del discurso expositivo propuesto por Grize (1992) y lo reformula en:
macroproposición explicativa 0 (esquematización general), macroproposición explicativa 1
(problema-pregunta), macroproposición explicativa 2 (explicación-respuesta),
macroproposición explicativa 3 (conclusión-evaluación). Esa estructura se puede sintetizar
así:
Esquematización general
Fase de pregunta o problema (¿Por qué? ¿Cómo?)
+ Fase de respuesta o resolutiva (porque)
+ Fase de conclusión (evaluación, conclusión)

Fundamentalmente este tipo de texto se materializa a través de diversos géneros


orales y escritos en el ámbito académico, profesional y social. Las manifestaciones orales
más utilizadas tienen que ver con ponencias y comunicaciones en congresos, conferencias,
clases, exposiciones, entrevistas, debates, consultas, conversatorios, informes orales, etc.
Entre las manifestaciones escritas, podemos encontrar artículos especializados, informes
científicos, folletos explicativos, circulares de instituciones, tratados, ensayos, manuales
escolares, libros de texto usados en la docencia de cualquier disciplina, libros y revistas
especializados, obras de divulgación, prensa general y especializada, muestras y
documentales pedagógicos, monografías, enciclopedias, memorias, informes...

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En consecuencia, usaremos la denominación de texto explicativo-expositivo, porque
tenemos en cuenta la primera denominación presentada por Adam, unida a la segunda,
señalada por T. Álvarez, por la razón que él mismo argumenta, en el sentido de que con
mucha frecuencia la explicación hace parte de la exposición. T. Álvarez (2001:16) define,
entonces, el texto expositivo-explicativo como “todo texto cuyo objetivo principal es
expresar información o ideas con la intención de mostrar y de explicar o hacer más
comprensibles dichas informaciones”. En otras palabras, el texto expositivo tiene como
objetivo ofrecer al receptor una idea, un concepto, un hecho, de forma clara, ordenada y
coherente. Esto supone un conocimiento global de la cuestión que se pretende explicar y
exige, a su vez, un desarrollo progresivo y articulado de las ideas que contribuyen a su
manifestación.

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