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Humberto de la Calle, el ultimo liberal

El liberalismo fue un gran avance político, económico y social para la humanidad. Su


importancia reside en que supuso un verdadero cambio en todos los aspectos de la
sociedad, impulsando, la democracia y el estado de derecho. El liberalismo limitó la
intromisión estatal en las relaciones sociales promovida por el conservadurismo, y la
ruptura de la manipulación económica e ideológica, lo que permitió el resurgir de los
derechos y las libertades civiles.
En esencia el liberalismo pugna por entregar el poder a los ciudadanos y erradicar modelos
arcaicos como como el terratenismo, el poder absolutista del estado y la imposición de
dogmas.
En Colombia, con una elite dominante desde hace doscientos años, los intentos por permitir
el surgimiento de un verdadero liberalismo se han visto trastocados. Un grupo de
hacendados con ínfulas de mafiosos se ha asentado en el poder y la falta de verdaderos
postulados sociales, ha venido a convertir al liberalismo, en un simple requisito de
suscripción partidista, cuyas bases resultan desconocidas incluso para quienes se consideran
a sí mismos liberales.
Ser liberal no es una contradicción de ideologías políticas o económicas, si no que hace
referencia a una verdadera ética social, una forma de relacionarse con los demás en una
sociedad libre, democrática, tolerante y respetuosa de las creencias del otro. Aclaro en este
punto, que personalmente no sigo ninguna ideología política, por el contrario, concibo una
sociedad que se dirige a si misma de manera autónoma sin imposiciones de modelos de
ninguna índole. Sin embargo, el liberalismo como principio de acuerdos, o de respetar la
opinión y condición del otro, plantea una ética que aporta como principio en tal búsqueda
de autonomía.
Y es que, precisamente la falta de liberalismo en la sociedad colombiana es la causante de
la confusión política y social que afecta al país desde hace décadas, un partidismo ausente
de contenido y acuerdos para la comunidad, dogmático y cuyas reformas transversales, solo
benefician a un grupo de privilegiados, generando un contexto dramático de corrupción,
pobreza, violencia, desempleo y falta de acceso a la educación, que sobrepasan cualquier
ideología, y acrecientan la división política.
Si un verdadero sentido liberal logra resurgir y consigue vencer el dogmatismo, de
izquierda, centro, o derecha, alcanzando acuerdos políticos y leyes trascendentales para el
futuro de la sociedad colombiana, por ejemplo, una política universal en educación
superior, protección del medio ambiente, transición a energías renovables, fomento al
emprendimiento, y tantas otras que se requieren de manera inminente y que trascienden los
radicalismos, y diferencias ideológicas, sin duda podemos encontrar convergencias entre
los actores políticos del país y la sociedad en general.
Esto es lo que propone y defiende Humberto de la Calle, el arquitecto de un proceso de paz
que dio fin a un conflicto interno de seis décadas en Colombia. Un desafío que debe acoger
la Colombia social, es la premisa de este abogado Caldense, quizá el ultimo liberal
consecuente del país y a quien la ciudadanía y quienes aspiran ser candidatos en el próximo
2022 deberían escuchar atentamente.

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