El conocimiento empírico se desprende de la experiencia y a través de los
sentidos. Es el conocimiento que le permite al hombre interactuar con su ambiente; es generacional, sin un razonamiento elaborado, ni una crítica al procedimiento de obtención ni a las fuentes de información. Los conceptos empíricos son imprecisos e inciertos, se producen por ideas preconcebidas, tienden a aceptar explicaciones metafísicas y son dogmáticos. Sin embargo, el conocimiento empírico sirve de base al conocimiento científico, al extraerse con método de la realidad. Conocimiento científico El conocimiento empírico se convierte en científico al extraerlo de la realidad con métodos y herramientas precisas. Se integra en un sistema de conceptos, teorías y leyes. El conocimiento científico rebasa los hechos empíricos. Puede generalizarse. Puede pronosticarse. El conocimiento científico resiste la confrontación con la realidad, descarta explicaciones metafísicas, y utiliza fuentes de primera mano. Por ejemplo, una enfermera puede notar diferencias entre la profesional y la técnica. Sabe que realizan aparentemente las mismas funciones (conocimiento empírico), y aunque pudiera atribuir esto a los estereotipos, no acierta a explicarse las determinantes de la práctica de enfermería, ni a definir las diferencias que percibe entre una y otra. Sin embargo, al estudiar las determinantes históricas, políticas, culturales, económicas, demográficas, ecológicas, educativas, etc., puede describir, explicar, generalizar y predecir (conocimiento científico) las causas de una práctica profesional en relación con una técnica. Puede ser un lugar común apuntar que la filosofía toda es, fundamentalmente, una reflexión acerca de la ciencia y de la sociedad. Habría quizás que matizar el punto, y añadir al menos el arte, y ese meditar acerca de los comportamientos humanos que es La ética. Recordemos brevemente el lugar que la actividad científica y sus productos han ocupado en las preocupaciones de los más notorios filósofos, desde la más temprana antigüedad. Los presocráticos quitan los dioses de la naturaleza, la desmitifican, abriendo la posibilidad de explorar las causas naturales de los fenómenos. Platón, vivamente impresionado por el desarrollo de las matemáticas, moldea en ellas su teoría del conocimiento, basado en esencias o ideas eternas, a cuya visión privilegiada podía accederse. en esto consistiría el saber, con tanto éxito que, incluso en nuestros días, notables matemáticos -Whitehead, Gödel- son platonistas. La sensación del matemático de llegar a algo que ya está allí, algo que se descubre, y no que se construye o inventa, encuentra plena satisfacción en las intuiciones platónicas. Aristóteles, investigador original y fundacional de la biología, profundo pensador de la física, la astronomía y las matemáticas de su época, hace el primer esbozo de método científico, dedicado no tanto a las ciencias formales, como su maestro Platón, como a las ciencias empíricas, de los hechos. Sus postulaciones acerca del conocimiento y la naturaleza fueron retornadas en el despertar de la ciencia que significó la Edad Media tardía, así como la revolución renacentista en ciencia -de la que la actual es una continuación-, se afirma en un neo-platonismo. Bacon reflexiona, luego de las revoluciones científicas posrenacentistas, acerca de las nuevas ciencias de los hechos, ciencias no conocidas en la Grecia antigua, retornando a Occam, entre otros, para establecer firmemente al empirismo inglés, que se continúa en nuestros días, a través de Hume, con B. Russell y otros. Descartes es científico y filósofo. Kant escribe su Crítica de la razón pura pensando cómo es posible la física newtoniana, y las matemáticas que la sustentan. Hegel medita la historia, con sus cambios, revoluciones y permanencias, en su obra en ocasiones tan oscura, pero tan influyente en otros pensadores. Asimismo los científicos habían pensado los fundamentos de su propio quehacer. Newton ha legado máximas metodológicas, al igual que Galileo, Laplace o Mach. Sin embargo, esta reflexión acerca de la ciencia presenta una característica: es el fruto de pensadores aislados, que no interactúan unos con otros. En los años veinte, en Viena, se produce un hecho crucial para la filosofía de la ciencia. Moritz Schlick inaugura en su seminario, origen del llamado Círculo de Viena, lo que luego se visualizaría como el inicio de la profesionalizacón de esta rama de la filosofía. Por primera vez se reúnen científicos y filósofos de primera línea a discutir acerca de la ciencia, de tal 2 manera que los trabajos de unos comentan los problemas y reflexiones planteados por los otros. Carnap, Schlick, Neurath, Feigl, Gödel, continúan los trabajos de Frege, Russell y Wittgenstein, sus predecesores y contemporáneos en la labor emprendida, y encuentran eco en la escuela polaca -Tarski entre ellos- y en Berlín -Reichenbach y colaboradores-. Su preocupación fundamental consiste en utilizar la lógica como herramienta precisa para entender la ciencia, y el conocimiento en general. Esta escuela es conocida bajo el apelativo genérico de empirismo lógico. Otro nombre con el cual se lo conoce es el de neo-positivismo. El nazismo, que los persigue por su ideología liberal o socializante, da punto final a su actividad en Europa continental con el asesinato de Schlick por un estudiante fanatizado por la prédica fascista. La emigración, el exilio de sus miembros a países anglosajones, hace que sus ideas se expandan. A partir de este punto, se transforma en la corriente hegemónica en filosofía de la ciencia, adquiriendo su actividad cada vez más similitud con la empresa científica que estudia. Libros básicos, artículos que continúan polémicas aclarando puntos problemáticos, congresos internacionales, completan la transformación de una filosofía, que era en sus orígenes individual, en el producto de una comunidad filosófica que avanza rápidamente en sus logros, ya que cada miembro no parte desde el comienzo, no tiene necesidad de construir desde cero su campo, sino desde bases comunes y aceptadas. Cuestiones tales como cuál es la estructura lógica de las teorías científicas, cómo se relacionan con la realidad, en qué consiste la explicación en ciencia, cuáles son las particularidades de la teoría de la relatividad, la psicología, la sociología, las matemáticas, la estadística, la física en general, son largamente debatidas, y encuentran respuestas siempre perfectibles. Karl Popper, escribe en 1934 La lógica de la investigación científica, cuestionando y superando al neo-positivismo, con su visión hipotético-deductivista de la ciencia. El exilio en Nueva Zelanda lo aleja de los centros universitarios más importantes hasta la pos- guerra; su libro recién es traducido al inglés en 1957. Para ese entonces, su visión de la ciencia ha ganado adeptos y lo expresado en 1934 deviene casi lugar común. Ernest Nagel, que a fines de los cincuenta escribe una monumental obra en la que compendia los logros de la filosofía de la ciencia, adopta para el análisis lógico al neo-positivismo, pero la relación de las teorías con la realidad que expone es más hipotético- deductivista que empirista. Lo mismo hace Hempel. Otros autores, desde dentro y fuera del neo-positivismo, como Feyerabend, Hanson, Toulmin, Koyré y Bachelard, cuestionan parcial o totalmente la percepción de la ciencia derivada del Círculo de Viena, que ya comenzaba a denotar signos de agotamiento en su actividad, con repetición de temas y discusiones con sabor escolástico. Era el momento de una inflexión total en el camino de la filosofía de la ciencia. Aparece oportunamente, en 1962, la obra que iba a dar por concluida más de cuarenta años de labor hegemónica: La estructura de las revoluciones científicas de Thomas Kuhn. Obra de un historiador de la ciencia, demuestra que el desarrollo real de las teorías se aleja notoriamente tanto del neo-positivismo como del hipotético-deductivismo; que éstas eran 3 artefactos mucho más complejos que los pensados en los análisis lógicos realizados hasta ese momento, que evolucionaban en el tiempo, al ser producidas, modificadas y totalmente cambiadas por una comunidad científica, agente histórico de la ciencia. En 1971, Joseph Sneed, abandonando la lógica de predicados, y mediante la teoría intuitiva de conjuntos, realiza precisos análisis formales de teorías complejas, haciendo notar que esta forma lógica explicaba la constitución y evolución histórica de lo que Kuhn había llamado primeramente "paradigmas". Coincidían así la historia de la ciencia y el análisis formalizante. La labor de la filosofía de la ciencia se reinicia con estas armas en otro plano distinto al ya superado. Con ellas efectuaremos el examen de las teorías médicas, y sus peculiaridades investigativas, dando por culminada esta serie. Pero antes precisaremos las categorías que aquí expusimos sucintamente desde el punto de vista histórico. En qué consistió y en qué se diferencia de ellas la moderna filosofía de la ciencia.