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AMÉRICA: UN SUEÑO REALIZADO

INTRODUCCIÓN

La historia de América ha sido un largo recorrido por las glorias y triunfos, por las tragedias,

batallas e ilusiones de quienes han escrito esas líneas. Pensar en la construcción de un ideal

americano, quizá utópico, pero que es el motor que genera una fuerza interior en todo aquel que

se siente de este lugar.

Los delicados hilos de esta historia no comienzan en 1492 cuando las naves españolas, en

nombre de los reyes católicos, parten rumbo hacia a lo desconocido, a lo insospechado, a lo

asombroso, maravilloso pero incalculablemente rico en todo sentido y que más tarde le llamaran

América. En estas naves viajaban hombres santos, ladrones, bandidos, capitalistas,

negociantes…, sí, hombres que con la propia historia sobre sus hombros optaron por el bronce

otorgado en las batallas contradictorias pero que en determinado momento marcaron los caminos

que más tarde heredaría nuestra América.

La existencia de este vasto territorio ya tenía vida mucho antes de que los abanderados de la

“civilización” llegaran a destruir la magnificencia de una cultura edificada desde lo propio y con

una identidad forjada en lo distinto. Tenían unas formas de vida, cultura, lenguaje y escritura que

les eran suyos, edificados sobre la experiencia del acontecer cotidiano que no era otra cosa que

su civilización.

Una de las formas más evidentes de la expresión cultural fue su escritura, conocida como la

literatura precolombina donde se encontraban obras de la cultura Maya como “los anales de los

Cakchiqueles”, “el Chilam balam”, “Rabinal Achí” y el “Popol Vhu”, de los Aztecas como

“Netzahualcoytl” y en Colombia el libro del “Yurupary”, que se consolidan como una


manifestación perfecta del sentimiento religioso, humano y social de estas comunidades. Sus

relatos, una mezcla de realidad y ficción, cuentan cómo se originaron sus dioses y hombres, el

nacimiento de aquellos héroes de génesis divina, el establecimiento de la ley, esencial para su

vida en comunidad; la importancia de la tierra como propiedad común, la descripción de la

relación entre el ser humano y la naturaleza, el establecimiento de las jerarquías que distinguían

las labores humanas y divinas. Esto, en definitiva delineaba las esencias de lo que era América

antes de la barbárica conquista en manos de un continente contagiado por la presunción de un

poder que era el anhelo de una gloria diluida en las sombras de un pasado irrecuperable.

Pero el panorama cambió, llegó el día, aquel tan inesperado momento en que las naves de

Colón pisaron tierras Americanas y que emprendieron “su más violenta y sanguinaria cruzada

contra lo distinto: la desmesurada conquista de América.”[CITATION Osp03 \p 25 \l 9226 ] Una

conquista que desarrollo nuevos sistemas impositivos en nombre de una bandera que tenía como

insignia la palabra “civilización” y como estandarte las bayonetas de una guerra que era ajena a

lo que el nuevo mundo pretendía construir.

Apareció la figura de un ser divino engrandecido hasta hacerlo participe del Olimpo de los

dioses: Europa, alimentada por una historia mentirosa que fingía su condición humana y que no

nos permitía recordar que se podía ser humano con ideales altos, una historia solapada llena de

rezos, salmos y te deum que ocultaron de ella su verdadero rostro entre las personas de un pueblo

sediento de una tierra propia y no una América arrendada, arrebatada por la fuerza por unos

desconocidos que con pretensiones de culturizarnos maltrataron y humillaron nuestra identidad

hasta hacernos sentir ajenos, extraños y extranjeros en nuestra propia patria y, que en el colmo

del cinismo pensaron que “el descubrimiento y colonización de América se llevó a cabo de

forma bastante humana “a pesar de numerosos fallos””[CITATION Sic001 \p 34 \l 9226 ]


Todo aquel esplendor de lo que fue nuestra tierra quedó relegado al anhelo de un momento

pasajero, de una ilusión desdibujada por el mas craso de los verdugos, por una inhumanidad tan

cercana “como la del golfo Pizarro ante el indio Atahualpa”[ CITATION Osp03 \l 9226 ] a la que

seguimos erigiendo estatuas de falsedad en un mundo que vive en las apariencias y reposa sobre

los supuestos del odio y la exclusión, porque nuestro orden, el heredado del anciano esquizoide,

es injusto y transmitido en la escuela del resentimiento, porque olvidamos construir el puente de

la comunicación de la historia de una raza, América, y darnos la oportunidad de ver a los que no

se nos parecen, como complementos provechosos de nuestra humanidad, como miembros de

una misma, frágil, divida, rica, diversa, alegre, jocosa y trágica especie, de una misma

humanidad, de una misma América.

Nuestros países, vivían y viven una realidad mucho más compleja y difícil que la de aquel

anciano loco, Europa; aquí se había asumido desde el comienzo el desafío de las fusiones, pero al

mismo tiempo se presenciaba la dificultad humana de que culturas distintas se entendían y seres

humanos distintos convivían. Una interesante mezcla donde no se tenían pretensiones de pureza

de razas ni superioridades mal entendidas, la grandeza nuestra estaba representada en la

humanidad de toda nuestra cultura, que infundió con el sello propio de América lo que significa

ser hermanos, lo complejo que era la unidad y lo importante que es sentirse de aquí, de nuestra

tierra mestiza.

La vastedad del territorio americano solo es comparable con el desbordado espacio utópico

que América ha cifrado a través de la historia. Desde el sueño del libertador que encontró su

paraíso en estas tierras y que se ha constituido en el lugar onírico o real de los más quiméricos

proyectos y de las más fecundas ambiciones de occidente y, sin embargo, ya es hora que

América, que siempre ha estado en función de un centro externo, Europa, empiece a soñarse a sí
misma, o mejor, a pensarse a sí misma, reconociendo milimétricamente su pasado milenario

hasta lo más presente de su historia, como unidad de salvar los profundos quiebres y

discontinuidades de su extensión y su devenir histórico. Cabe preguntar lo mismo que William

Ospina en una reflexión profunda sobre lo que significa pertenecer a América: “¿qué otra cosa

podemos pedirle al futuro, sino que nos hagamos dignos de la antigua y misteriosa condición

humana, dignos del planeta que compartimos todos, dignos de su belleza y sus dones?” [CITATION

Osp00 \p 265 \l 9226 ] Y yo pregunto: ¿Cuándo seremos dignos de la América grande, bella y

tragicómica que tenemos?

En este contexto Americano, donde se reflexiona la importancia de la identidad, se encuentra

Colombia, una nación que comparte con el continente una historia común de violencia,

persecución y saqueos. Ella repite los modelos sociales, culturales y religiosos que le impusieron

a su progenitora y que en el devenir histórico ha emprendido una lucha por cambiarlos pero que,

por más antagónico que suene, están enraizados en sus entrañas y por eso es hija de América y

heredera de un conflicto que no le es suyo en esencia, que no le pertenece pero que sus vetustos

colonizadores le transmitieron en esa mezcla que no deja de ser gloriosa porque es justo ahí

donde está la grandeza de esta tierra, esta Colombia y “¡Estos hijos de nuestra América, que ha

de salvarse con sus indios.”[CITATION Mar10 \p 134 \l 9226 ]

A partir de este tejido se presentaran dos obras que ayudaran a adentrarnos en la reflexión y

tomar elementos de análisis de nuestra realidad Colombiana. Son “Manuela” de Eugenio Díaz

Castro y la Virgen de los Sicarios de Fernando Vallejo, serán estas dos las que nos adentraran en

el panorama y propiciaran una radiografía histórica de lo que somos y heredamos como Nación.

Es en esta dinámica donde se presentara una reflexión sobre lo que significa ser Latinoamericano
y colombiano, en clave de recuperar una identidad desdibujada por la novedad de lo extranjero,

de lo de fuera, de lo ajeno y de todo lo que se imponga como esnobismo.

La importancia de esta deliberación radica en que se desea generar una inquietud que ayude a

retomar lo propio, a develarle al mundo que esta tierra, que en otros tiempos fue desconocida y

esclavizada, tiene mucho que aportarle en materia de ciencia, arte y literatura; que si Europa es

reconocida por las grandes escuelas filosóficas y científicas, por autores eximios como Kant,

Hegel, Wittgestein, Rousseau, Nietzsche, Víctor Hugo… América es exaltada por aquellos que

en sus letras plasmaron la vida de un continente rico, diverso y mestizo como lo fue un Juan

Rulto, Octavio Paz, Jorge Luis Borges, Gabriel García e incontables que nos hacen soñar con su

escritura y enriquecen la ciencia con su sabiduría y que nos hacen sentir orgullosos de ser de

aquí.

Finalmente se planteara, a manera de epilogo, una invitación a la lectura y a la escritura como

un ejercicio de responsabilidad social o de “ética de la palabra” [CITATION Fou11 \p 337 \l 9226 ].

Este se construye con argumentos y con el ejercicio introspectivo que hace de estos dos

elementos agentes transformadores de la existencia en función de que la vida social, cultural y

política se cuestione y gire en torno al bien común y a la edificación de una sociedad más justa,

igual y diversa. Pero queda una cuestión que es de vital importancia resolver ¿Cuál es nuestra

identidad?, ¿la que tenemos es propia o impuesta? Y ¿Cuál es la identidad que se desea construir

para el futuro?
EUROPA: PRESUNCION O LOCURA

De Europa es mucho lo que se puede decir, pero para el estudio sistemático, centraremos

nuestra atención en la expansión europea de los siglos VIII al XV aproximadamente, haciendo

énfasis en el concepto de mercado ya que es este el que arrojara muchos de los elementos que

darán luz acerca de las estructuras económicas y políticas que dirigieron el timón de su historia y

que en sus lógicas violentaría a naciones, sacándoles el mayor de los provechos, porque actuaban

en su propia ley.

De la gloria del imperio romano sólo quedaban las ruinas de un solitario santuario habitado

por la nostalgia de una inquieta ansiedad por recuperar dicho esplendor. Este a lo largo de su

historia había sufrido transformaciones profundas, que en palabras de José Luis Romero,

modificarían su fisonomía[ CITATION Rom99 \l 9226 ]; ya que su escisión interna a la cual se

sumaba las invasiones bárbaras y el contacto musulmán darían la estocada final para que el

esplendoroso imperio se derrumbara no solo socio- política sino económicamente, perdiendo

todo acceso a la región mediterránea, lo que significó una muerte temporal al sistema de

mercado.

Este traspié mercantil significo una metamorfosis en la vida urbana, que decayó totalmente,

convirtiéndose la vida rural en el sólido fundamento de esta nueva forma de sociedad. Con el

pasar del tiempo, esta comunidad, dio marcha a la formación de la sociedad cristiano feudal, que

para el siglo XI ya estaba densamente constituida. Este sistema se vio asediado por nuevos

enemigos que, poco a poco, y con violencia, permitían una recuperación en la actividad del

mercado por la vía del Mediterráneo.


Un aspecto importante, del cual no puede hacerse caso omiso, fueron las cruzadas que,

inmersas en este contexto, promovieron sangrientas luchas en nombre de la religión y que sin

querer abrieron grandes caminos al comercio entre oriente y occidente. Los reinos cristianos, al

reactivar tal actividad por el Mediterráneo, generaron una intensa actividad no solo en materia de

reliquias y objetos sagrados sino también en función de enseres para la vida diaria como lo era la

sal, el vino, el aceite, las pieles, la madera y la cera; contribuyendo de ese modo al

fortalecimiento de la vida productiva del continente.

Ahora la pregunta es ¿Quién administraría todo esto?, la respuesta no se hizo esperar. Ante las

riquezas obtenidas, se comenzó a gestar una nueva clase social, la burguesía, que ordenaría las

leyes y daría las medidas para que el comercio funcionara de manera adecuada; que en materia

social implantarían la novedad a nivel cultural, político, social y por supuesto, comercial. Como

consecuencia de esta flamante clase la vida en las ciudades se dinamizaría nuevamente e

[CITATION Rom99 \p 6 \l 9226 ] “innumerables aglutinaciones, pequeñas acaso, pero pujantes, aparecieron

esparcidas por los campos, a las orillas del rio o del mar, sobre el borde o en el cruce de los caminos, al lado de las

murallas de una abadía o un castillo. También despertaron muchas ciudades adormecidas, poblándose y sumándose

a las nuevas formas de actividad comercial.”

De esta manera la cuidad se convirtió en el escenario propicio para entablar las relaciones

comerciales y las plazas fueron el lugar adecuado para establecer dialogo, intercambiar

opiniones, investigar sobre modos de vida ajenos a los suyos, crear normas, delinear proyectos y

pensar sistemáticamente la manera de expandirse fuera de los límites de sus aldeas para

conquistar nuevos territorios y adquirir nuevas dividendos con el ejercicio sutil del mercadeo,

por ello, “uno de esos provechos pudo ser y lo fue, el de sobre pasar los límites del mercado

urbano para acrecentar las ganancias”[CITATION Rom99 \p 7 \l 9226 ], multiplicar su fortuna


implicaba conquistar nuevos mercados y expandir su señorío económico los obligaba a traspasar

los límites imaginarios de sus territorios.

No es en vano que el factor comercial influyera de manera notable en Europa y que se

convirtiera en sinónimo de conquista y expansión, determinando de manera significativa el

pensamiento de este continente en la historia que, de aquí en adelante, trazaría en las blancas

páginas del libro de la vida. Pensamiento que se convirtió en la manía eurocentrista de creerse el

ombligo de la tierra, los dueños y señores de todo lo que se encontraran a su paso y lo que no se

dejara doblegar lo dominaban por la vía de la violencia, la guerra y la irrupción sangrienta en la

vida de sociedades con costumbres totalmente ajenas a sus viciosas maneras de vivir.

Europa o el paraíso de los locos, como lo llama Germán Arciniegas [ CITATION Arc50 \l 9226 ],

coloca como antífona de su cantico el “divide y vencerás” heredado de los romanos y que

practicaron al pie de la letra a la hora de arrebatar tierras que no le pertenecían, como lo hizo

España, la madre católica, que en nombre de su Dios asesinó y mató, no solo físicamente sino

también las formas culturales más arraigadas de una gran nación que se llama América. Y su

cometido fue muy claro “que el pueblo no tenga tiempo de escuchar ni pensar, para que no

advierta de la dura situación en la que se encuentra puede tener remedio; ocupar el cuerpo y

saciar el espíritu es la táctica habitual del explotador”[CITATION Sic001 \p 100 \l 9226 ].

Una iglesia que se apoderó de las franquicias del conocimiento y se corono así misma como el

centro de la humanidad, donde, fuera de ella no había otra cosa que barbaros, incultos y seres

extraños sin alma y que fue tan presumida que para alcanzar la altura que no tenía conquisto y

pretendió incrustar sistemas y jerarquías que ni en América ni en ninguna otra cultura que no

fuese la suya tenían cabida.


AMERICA: ¿HERENCIA O INFLUENCIA?

El papel de América latina en el mundo, es indiscutiblemente esencial, ya que es heredera de

muchos aspectos provenientes de Europa, pero al tiempo es una gran generadora y gestora de

nuevos caminos en los procesos sociales, culturales políticos, económicos y académicos del

devenir de la historia y del acontecer actual.

Sería una necedad decir que América tiene esplendor solo por el legado que Europa dejó

sobre sus hombros; si bien dejo muchos aspectos que influenciaron de manera positiva, se puede

afirmar también, que implantó en lo más profundo de la nación americana un conflicto que no le

pertenecía, que le era ajeno, distinto y que vivió subyugado por un reino extranjero que extirpó

de sus entrañas las más significativas riquezas a fuerza de violencia, dominación y conquista.

América hereda la violencia de un continente que busca su gloria no en el mármol de los

senados y las academias sino en la arena de las batallas sangrientas. Expansiones acosta de vidas

inocentes, destrucciones masivas y cruzadas en nombre de la religión, de la razón o de un

movimiento político; llegó hasta el extremo del fanatismo que, sus ideales, los convirtió en la

obsesión, y su razón en instrumento de subyugación.

Dejemos atrás la locura de Europa y ocupémonos de lo que corresponde: América. En

tiempos antiguos seria casi una herejía decir que el nuevo continente ofrece aportes significativos

al anciano loco; pero la historia cambio, no en un golpe de suerte, sino en un proceso cultural,

social, político y académico que demostró lo contrario. Nuestra gran nación tiene una influencia
en el decrepito continente ya que en un nivel indiscutible antes de que se establecieran las

colonias “la ciencia no pudo llegar a ninguna conclusión positiva sobre la estructura del

cosmos”[CITATION Arc01 \p 13 \l 9226 ], en América esto es posible.

Antes de la revelación de nuestro continente, en Europa, todo era ficción, novela, meros

relatos, con ella, se inicia la era moderna tanto científica como filosófica, resignificádolas y

dándoles nuevo sentido, haciendo que el otro mundo llegue a su nueva dimensión. América es la

realización de un sueño que Europa no pudo: una transformación de la visión del mundo, que

Germán Arciniegas describe de manera poética,

Si América ha sido el crisol donde se han fundido las más grandes ilusiones del hombre, si de América han

partido los fundamentos de la filosofía política que transformó al mundo, si con esos elementos se han cambiado las

bases del pensamiento europeo, no queda implicada en estas afirmaciones la exclusión del aporte hombre

europeo[CITATION Arc01 \p 15 \l 9226 ]

y que al fin de cuentas es aquí donde el paisaje, onírico para un continente, se hace realidad y

vida en la evolución de un paradigma que parecía inquebrantable pero que el sueño de unos

pocos, con pretensiones impositivas, descubrió al mundo la gran maravilla: América latina.
COLOMBIA HIJA DE AMERICA Y HEREDEDRA DE UN CONFLICTO

En el contexto de América Latina y para el estudio de la realidad histórica de Colombia como

descendiente de esta, se propone una mirada a las obras de Manuela de Eugenio Díaz [ CITATION

Dia03 \l 9226 ] y la virgen de los sicarios del escritor Fernando Vallejo [ CITATION Val06 \l 9226 ]

con el fin de esbozar a nivel histórico, social, político, cultural y religioso muchas de las

herencias adquiridas de América y de Europa.

La historia de Colombia ha sido y será contada de muchas maneras, Manuela es una de esas

posibles y no mentirosas versiones de lo que fue Colombia en un determinado momento de su

historia. Ella es un fiel reflejo de lo que somos ahora y de lo que constituye nuestro futuro como

un esfuerzo de no repetir los errores de nuestros mestizos ancestros.

La novela es una representación pintoresca pero a la vez una construcción de las modalidades

del espíritu de la época: un realismo sano pero ingenuo, al lado de una trama, en el sentido

Ricoueriano, donde se hace reminiscencia de la vida política de aquel tiempo y donde se cuenta

no cualquier historia sino la propia, la nuestra. Esta es una exposición cruda del problema social

que se vivía, donde la explotación a la clase humilde y desvalida era promovida por los

poderosos política y económicamente.

Es importante adentrarnos en lo que significa la figura de Manuela para nuestro estudio

sistemático del pensamiento latinoamericano. Ella es la figura de un pueblo maltratado,

pisoteado y violentado por los herederos de una hidalgía[ CITATION Rom99 \l 9226 ] ficticia o quizá

por el embotamiento de una libertad otorgada a quien no sabía qué hacer con ella y que, por

consiguiente, optó por el camino del abuso y del maltrato; Manuela es el referente de la
reciedumbre, una mujer decidida, de principios y que reconocía de cualquier manera su origen:

ser mestiza, lo cual le recuerda a Don Demóstenes, otro de los personajes de este relato, en uno

de los pasajes donde sostiene un dialogo profundo acerca de la igualdad, donde el primero hace

una comparación de nuestra tierra con Estados Unidos a lo cual ella con una contundente

respuesta coloca en alto lo que significa ser mestizo: “nosotros, Señor don Demóstenes, no

somos estados unidos.”[ CITATION Dia03 \l 9226 ]

A esta profunda introspección que el personaje de nuestra historia nos adentra es necesario

develar dos acontecimientos reveladores en el desarrollo de esta novela. El primero de ellos es la

huida del ilustre Señor Don Demóstenes, quien siendo un letrado e instruido en las leyes e

historia de nuestro país y que va a la parroquia con las intenciones perversas de civilizar

(indiscutible herencia de Europa) crea un ambiente de desigualdad enmascarada de un

intelectualismo que a la hora de la verdad se queda en meras categorías inteligibles y que se hace

estéril a la hora de proponer una solución eficaz a las problemáticas que aquejaban a la parroquia

que no era otra que nuestra Nación.

Su huida es un fiel reflejo que en nuestra sociedad no caben otras categorías distintas a las

nuestras, que es imposible e inexistente la probabilidad de civilizar a América con modelos

extranjeros y que es fehaciente el fracaso de un disfrazado y leguleyo intelectualismo liberal que

a la hora de la verdad es una imposibilidad de proponer unas vías de solución al eterno conflicto

de nuestra tierra: la desigualdad evidenciada en el fracaso de una imposición de paradigmas

ajenos a los edificados por los nuestros.

El segundo aspecto, no menos importante y del cual es imposible no mencionarlo, es la

muerte de Manuela, la protagonista de una historia que se hizo pueblo, que se entregó a la causa
de la liberación de una nación, que soportó con la perseverancia de un héroe las injusticias y

abusos de unos pocos que ostentaban del poder, que corrió el riesgo de llevar en alto la bandera

de la igualdad y la libertad; que al fin de cuentas nos recuerda lo necesario que es vivir por una

causa y entregarse a ella.

Su muerte es el signo de un intento más de defender lo nuestro, no fallido, porque su figura

permaneció en el recuerdo de una población entera pero que representa el fracaso de un pueblo

que sigue cometiéndolos mismo errores con el correr del tiempo y que repite casi como una

fórmula matemática la sentencia que se hace vida en nuestros lugares, la cual Manuela intento de

evadir, pero que el hecho natural de la muerte interrumpió, un fracaso que se quiera o no

repercute en el circulo vicioso de nuestro devenir y que en nosotros se cumple la máxima

anónima de que “pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla” pero no nos

contaron la otra parte, “como comedia o como tragedia”

La historia del conflicto en Colombia ha sido uno de los procesos más largos, lentos y crueles

del continente americano, parece que la violencia, el dolor y la muerte se convirtieron en uno de

nosotros, haciendo parte de nuestro cotidiano vivir. Por ello, en consonancia con la obra

anteriormente analizada y que mostró un contexto, época específica y que muestra que las

dificultades siguen siendo las mimas que Eugenio Díaz describe en una época muy diversa,

aparece La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo, esta ilustra de una manera detallada el

conflicto en Colombia, sus causas, efectos, sus ires y venires en el desarrollo de un país donde se

cree que las armas son la manera de darle solución a la problemática social.

Su sapiencia acerca de esta problemática no se aleja ni un centímetro de la realidad sino que

por el contrario nos adentra en ella no para distorsionarla, “no como aquellos que fuman bazuco
para ver más torcida la realidad” [CITATION Val06 \p 7 \l 9226 ], sino para inmiscuirnos en ella y

develar las causas de una guerra sin sentido que se sigue librando sin tregua alguna.

Alexis, el ángel exterminador, que vaga, sin padre, sin Dios y sin ley recorre las violentas

calles de una ciudad con una intención: “limpiarlos del prójimo.” Poseído por un ascetismo craso

de destrucción, su vida avanza en medio de cadáveres, que para él no son otra cosa que “muertos

en esencia iguales: con sus rumores, sus murmullos, sus tumultos, con su infamia.” [ CITATION

Val06 \l 9226 ]

Un conflicto que es la tragicómica imagen de una Colombia entorpecida por las promesas de

equidad y justicia de unos pocos que ostentan el poder y haciendo mal uso de él reflejan la

perversión de un pueblo conquistado y abusado que no encuentra otra manera de hacer justicia

sino haciendo de los suyos, sus hermanos, carroña para las aves rapaces con ínfulas de

superioridad. Un país ensangrentado porque no ha conocido su historia y que la ha repetido una y

mil veces como la peor de las desventuras.

En medio del conflicto hay un elemento, cautivador por cierto, y es el testimonio mudo de las

iglesias donde el sicario las vacía de feligreses pero que aun así acoge a aquellos que generan

conflicto, que llenan las morgues de cadáveres. Una religiosidad impuesta que embruteció al

pueblo colocando intereses particulares por encima del bien común y, bien que mal, sigue

alimentando el deseo perverso de olvidarse del otro, una piedad unida al impulso tanático, donde

una prueba contundente de la vida divina es descrita así: “desde el morro del pan de azúcar hasta

el picacho vuelan los gallinazos con sus plumas negras, con sus almas limpias sobre el valle, y

son, como van las cosas, la mejor prueba que tengo de la existencia de Dios.” [CITATION Val06 \p

48 \l 9226 ]
Así pues, Alexis encarna la figura de aquel que es víctima y victimario de una estructura que

lo obliga a ser el conflicto y que sigue reflejando la vida de los americanos que se acuestan como

placidos mártires al lado de su verdugo, el anonimato. El problema de una Colombia que heredó

un conflicto que no era el suyo, que fue la hija de una gran matrona que sufrió el mismo proceso

y que lo traspaso de generación en generación no con un objetivo dañino sino como la

posibilidad de hacer del él la realización de un pensamiento: una Colombia hija de América,

heredera de un conflicto pero gestora de nuevos caminos para la humanidad.


EPÍLOGO

SOBRE LA EXISTENCIALIDAD DEL LEER Y ESCRIBIR

Todo ejercicio requiere de hábitos asiduos y disciplinados. La escritura y la lectura como

praxis de la vida académica demanda de una constancia en su quehacer, es decir, exige

perseverar en la práctica de estos. Es un ejercicio que deleita pero que cuesta, aunque suene

antagónico, así es y que es vital en la actuación del profesional que orienta la vida de otros seres,

por ellos nos ocuparemos de mirar cuán importante son estas dinámicas en labor académica.

Razón tenía Nietzsche cuando sentenciaba que “para leer y escribir hay que hacerlo con

sangre”[CITATION Nie11 \p 52 \l 9226 ] , cosa que habla por sí sola y que nos adentra en el

maravilloso mundo de la lectura y escritura. Con ellas podemos conocer mundos insólitos,

inalcanzables por la realidad e insospechados por el mero raciocinio cientificista, permite

escrutar el corazón humano y descubrir en este los deseos que mueven su actuar, su vivir, su

sentir…

La escritura es un camino, a la manera Heideggeriana del habla, que requiere de intimar con

las palabras para poder conocerlas y entrar en un contacto directo con su ser. Ellas son, porque

justamente comunican a los demás lo que nos constituye como humanos y nos develan ante la

oscuridad de una aparente ignorancia que no es más que la incapacidad de reconocernos a

nosotros mismos. Si bien, el habla, habla como lo propone el escritor Alemán, la palabra escrita

no se reduce a meras representaciones de un sonido sino que nos desnuda y coloca al

descubierto, nos pone en evidencia ante los demás y, claro está, ese es el riesgo que se toma al

escribir.
Escribir es volar por las alturas insospechadas del saber, del conocer, del actuar y sentir

humano. El deseo de ejercitarnos en esta práctica requiere de una disciplina perseverante y para

ello debe ser tocado desde lo más íntimo de su corazón de manera que sea un motor para

compartir la experiencia con los demás y romper definitivamente con ese paradigma educativo

que tan presente está en los institutos, donde se nos educa con demasiada ausencia del otro en

nosotros, cosa que trae como consecuencia un solipsismo que hace estéril toda labor académica

plasmada en la escritura.

Si el escribir es un deleite no quiere decir que no tenga rigor, en ella es necesario este para no

dar paso a malos entendidos y expresar lo que se quiere de manera diáfana porque es una

posibilidad, no la única, pero si acertada de hacer presencia en el mundo y de hacernos visibles

en un entorno donde existe formación sin información, pretexto bajo el cual, invisibilizan y

cosifican al ser humano haciéndolo, en palabras de Vicente Verdú, un sobjeto [ CITATION Ver \l

9226 ], es decir, un objeto de lujo donde la pretensión es dejarse lucir para que los demás me

adquieran como una mercancía, el reto está sobre la mesa quien escribe debe tener una clara

conciencia social.

Leer, otra actividad esencial en la vida de toda persona. Leer no es solamente el acto

mecánico de informarse, es aventurarse en mundos desconocidos, entrar en la magia de

personajes jamás vistos en la realidad; leer es una pasión, es recorrer reglón por reglón aquellos

maravillosos universos por los cuales cada lector se aventura. Leer es vivir intensamente; por lo

cual debe ser una de nuestras necesidades fundamentales básicas tanto en la vida intelectual

como personal, ella enriquece y hace más digna la vida del hombre, ayuda a conocer los

problemas fundamentales de la existencia estudiados ya por otros y que son aplicados en cada

contexto vivido por cada cual


Después de estos postulados queda una pregunta ¿en dónde radica la importancia de la lectura

y la escritura como procesos de comunicación? Ello tiene varios aspectos que es importante

pensar con detenimiento. En un primer momento la escritura y la lectura son una responsabilidad

social, es decir, se está en el deber de brindar orientaciones y pautas que permitan a las personas

desarrollarse de forma integral en todas sus dimensiones como humanos.

Quien lee y escribe debe tener una mirada crítica de la realidad y el entorno que lo rodea.

Estas prácticas deben llevar a cada persona a ser responsable de dar aportes significativos a la

construcción de una sociedad inspirada bajo unos principios más benevolentes con los demás,

con la tierra y con el medio que habitamos, de formar que seamos gestores de nuevos caminos

para la humanidad y se rompa con los paradigmas establecidos que derrochan de manera

irracional los recursos y mal gastan la vida de los seres humanos que, como decía Herman Hesse,

son un ensayo único y precioso de la naturaleza[ CITATION Hes \l 9226 ].

Estas actividades son sustanciales en la vida tanto a nivel personal como profesional, son tan

arriesgadas como vivir, es plasmar cada pensamiento con la conciencia plena de responder por lo

escrito. Es manifestar nuestro propio ser en todo su esplendor porque allí se revelan nuestras

intimidades, noblezas, debilidades… en fin, todo lo que es cada uno; son ejercicios de la vida

que perpetúan nuestro nombre y pensamiento durante todo el fluir de los años porque el escribir

la historia de la humanidad también es nuestra responsabilidad.

Así, pues, el escribir y el leer es entrar en el dialogo de la alteridad, de la intimidad erótica de

estos, es adentrarse en la dinámica de aprender cuerpo a cuerpo a entrar en contacto con cada

texto, es sentir la nostalgia y la necesidad de realizar estas actividades continuamente, porque

leer y escribir es hacer intimidad, es formar parte de la humanidad y plasmar nuestra vida y
nuestra historia en letras de oro, porque leer y escribir es tan sublime como el mayor acto de

amor: dar la vida por quien se ama.

DIEGO ALEJNADRO AYALA ZULUAGA

MÉTODOS Y TÉCNICAS DE ESTUDIO

PRENOVICIADO SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

2017
Bibliografía
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