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Colección
Psicología
Entre la teoría y la práctica
Título ISBN
Clínica analítica de las organizaciones 978-958-768-345-5
Autores 1a. edición, 2016
Horacio Manrique Tisnés y otros Queda hecho el depósito legal según
Ley 44 de 1993 y Decreto 460 de 1995
© SAN PABLO
Carrera 46 No. 22A-99 Distribución: Departamento de Ventas
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BOGOTÁ – COLOMBIA
AGRADECIMIENTOS
El libro que tiene en sus manos es uno de los resultados del proyecto de investi-
gación Clínica de las organizaciones: una aplicación del método analítico. Dicho proyecto se
desarrolló con el apoyo del Pregrado en Psicología de la Universidad EAFIT y de
la Maestría en Desarrollo Humano Organizacional de la misma universidad. Los
tres coinvestigadores (Isabel Cristina Lopera Arbeláez, Juan David Pérez Patiño y
Victoria Eugenia Ramírez Castaño) fueron becados por la Universidad para cursar
esta maestría y contribuyeron a la elaboración de este libro con sus trabajos de
investigación.
Queremos agradecer por todo su apoyo a la realización de la investigación al
profesor Francisco López Gallego, Director del Doctorado en Administración, y
a la profesora Martha Mery Gallego Franco, vicedecana y directora de la Maes-
tría en Desarrollo Humano Organizacional de la Escuela de Administración de la
Universidad EAFIT.
Asimismo, agradecemos al profesor Carlos Mario Henao Galeano, Fundador
del Pregrado en Psicología de la Universidad EAFIT y asesor del proyecto de in-
vestigación que dio origen a este libro. La inquietud sobre la interrelación entre
lo clínico y lo organizacional surgió de las discusiones realizadas en el grupo de
estudio Gestión humana de orientación analítica fundado por él y un grupo de estu-
diantes en octubre de 2010. La formación profesional interdisciplinaria de sus
integrantes y asesores (psicología, psicoanálisis, matemáticas, administración,
filosofía, pedagogía, epistemología, historia) nos condujo a preguntarnos por la
influencia que el método clínico tiene en el campo organizacional. Además, el
grupo de estudio fue un apoyo en muchos momentos durante la realización del
proyecto, por lo que también agradecemos a sus integrantes.
5
El grupo de trabajo del proyecto de investigación del cual surge el presente
libro estuvo conformado, además de los autores, por las siguientes personas, a
quienes agradecemos su apoyo y compromiso:
Carlos Arturo Ramírez Gómez, psicoanalista, matemático y magíster en Edu-
cación, profesor jubilado de la Universidad de Antioquia. El profesor Ramírez es
asesor del proyecto y fundador de El método analítico, grupo de investigación en
cuyas propuestas se basan las páginas siguientes.
Marda Ucaris Zuluaga Aristizábal, psicóloga, magíster en Memoria e Histo-
ria, estudiante de doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de La Plata
(Argentina) y actual Jefe del Pregrado en Psicología de la Universidad EAFIT, nos
acompañó como colaboradora en el proyecto de investigación.
Pablo Emilio Gómez Gómez y Ana María Gaviria Aguilar, estudiantes del pre-
grado en Psicología de la Universidad EAFIT, se desempeñaron como monitores
del proyecto de investigación.
Asimismo, agradecemos a las diferentes personas que hicieron parte de la
muestra en la que se basó el proyecto de investigación que generó como resul-
tado este libro.
Agradecemos también a las siguientes personas y organizaciones que nos
permitieron pensar y debatir las ideas que expresamos en el libro: profesor Leo-
nardo Schvarstein, profesora Ana Cenaida Velásquez, Grupo empresarial Banco-
lombia, Hospital Pablo Tobón Uribe, Locería Corona, Fundación Carla Cristina,
Universidad EAFIT.
Finalmente, agradecemos por su lectura crítica y significativos aportes para la
cualificación del libro a los profesores Ana Magnólia Bezerra Mendez (Programa
de Pós-graduação em Psicologia Social e do Trabalho e das Organizações, Insti-
tuto de Psicologia da Universidade de Brasília) y Héctor Leonel Bermúdez Res-
trepo (Ecole des Hautes Études Commerciales - HEC, Montréal, Canada).
6
PRÓLOGO:
ENTRE LA CLÍNICA ANALÍTICA
Y LA GESTIÓN HUMANA
En las primeras líneas de su obra magna, Gabriel García Márquez cuenta que
José Arcadio Buendía “pasaba largas horas en su cuarto, haciendo cálculos sobre
las posibilidades estratégicas” de aquella enorme lupa que le había comprado
a Melquiades, el gitano “corpulento de barba montaraz” que visitaba la aldea
todos los años por el mes de marzo. El relato indica que José Arcadio, para ins-
truir sobre el manejo de la lupa, “logró componer un manual de una asombrosa
claridad didáctica y un poder de convicción irresistible”.
Estas –la claridad y la convicción– son dos de las múltiples virtudes del pre-
sente libro. Por una parte, es necesario destacar la claridad con la cual los au-
tores tratan un tema que es complejo y, por otra, la imperturbable y contagiosa
convicción que les asiste.
En general, cuando se habla de Análisis organizacional, se hace para nombrar
un campo de los estudios organizacionales que pretende haber superado a otro
campo ya clásico, como lo es la Teoría organizacional. De hecho, algunos auto-
res han llegado aún más lejos. Estos últimos prefieren agrupar sus investiga-
ciones bajo la denominación de Estudios Críticos de la Organización. Ciertamente,
estos avances vale la pena celebrarlos. La acumulación epistemológica y aún
más, la “superación” de ciertas hipótesis y la actualización de algunas teorías
generadas a partir de investigación seria y métodos rigurosos, son dignas de
aprecio y consideración. Esto, porque, tanto en los estudios organizacionales
como en aquellos del management y la gestión del personal, la especulación y la
7
ideología hacen las delicias de directivos y propietarios de empresa, que están
ansiosos por escuchar fórmulas prestas a ser aplicadas para lograr, cuanto antes,
los mayores rendimientos económicos. Muchas de estas fórmulas, puede decirse
sin pudores, es fácil conseguirlas en las escuelas de administración a través del
mundo entero. Además, otra sucursal donde es posible abastecerse de este tipo
de tranquilizantes, es en los departamentos y programas de psicología industrial
u organizacional. Es común que la psicología de las organizaciones sea una cien-
cia puesta al servicio de la reproducción de la lógica de dominación que le asiste
al management contemporáneo.
Los autores de este libro no cayeron en la trampa. Como se verá en seguida,
ellos se abastecieron en otras fuentes. Supieron apartarse, con toda astucia, de
los lugares comunes del mainstream y sus derivaciones. Esta es probablemente la
mayor audacia de esta obra. Se trata del enfoque. Hacer análisis organizacional
con el utillaje teórico y metodológico de una psicología puesta al servicio del
management tradicional, es hacerlo de manera acrítica. No vamos a ocuparnos
de esa perspectiva en este breve comentario, pues no tiene mucho sentido ha-
cerlo. Mejor será centrarse en un análisis organizacional decididamente crítico.
Creemos, con Pierre Bourdieu que sólo se puede ser crítico o cómplice. Sin em-
bargo, cuando se aspira a hacer crítica de los estudios sobre la organización,
el management y la gestión del personal, es muy común encontrar dos deslices
metodológicos que es pertinente mencionar. Por una parte, puede suceder que
se utilicen ciertas tradiciones intelectuales cuya fortaleza filosófica ha sido in-
negable, pero de las que se abusa en su interpretación y a las que se obliga a
sufrir ciertas adaptaciones y virajes con el fin de ajustarlas ideológicamente a
las explicaciones que brindan tranquilidad: las teorías de la motivación de los
continuadores de la Escuela de Relaciones humanas, es uno de los casos más
pintorescos, aunque hay otros. Por otra parte, es común encontrar que, al hacer
análisis organizacional, se acuda a tradiciones intelectuales cuya fortaleza teó-
rica es también sólida, pero que resulta, por lo general, insuficiente. Es el caso
de los estudios que se apoyan en el sistema de ideas marxista. La potencia heu-
rística de este enfoque es, a pesar de la resistencia que genera en muchos esce-
narios, de una fecundidad excepcional. Y sí: cuando se espera hacer crítica, habrá
que elegir entre ser radical o endeble, y una crítica débil, no merece llamarse
crítica. La crítica marxista, al contrario, es cáustica, aguda y contundente. Sin
embargo, será necesario complementarla con otros enfoques igualmente ricos,
pero mucho menos explotados en los estudios organizacionales, del management
y la gestión del personal.
8
Prólogo
9
fortaleciendo las líneas de investigación de este campo de estudio. Pero hay que
comenzar por un elemental ejercicio de designación.
Las tradiciones dominantes sobre la gestión de personal insisten en llamarla
“gestión del recurso humano”. Esto, desde que el término fue acuñado, en 1919,
por el economista del trabajo John Commons. Hoy en día, este campo se nom-
bra como “gestión estratégica del recurso humano”. En otras palabras, y por pa-
radójicas que estas parezcan, el “recurso humano” –al contrario de la gestión
humana–, no solamente existe, sino que tiene una tradición de un siglo. Sin
embargo, el espanto que causa –al menos en los interesados en los aspectos
éticos–, saber que se nombra al trabajador como un recurso, ha ocasionado en la
imaginación colectiva, algo parecido a las huidas en estampida y ha generado
un sinnúmero de eufemismos que en lugar de resolver el problema ha termi-
nado por disolverlo, por atomizarlo, por suministrarle un impecable camuflaje
que hace difícil que se afronte con rigor académico. Ciertamente, nombrar al tra-
bajador como a un recurso, tendría que resultar oprobioso. Pero la infamia no se
resuelve con tranquilizantes ¿Acaso no es más pernicioso prescribir una gestión
estratégica del talento humano, que una simple gestión de personal? ¿No es igual
de malicioso recomendar una gerencia estratégica del desarrollo humano acorde
con las necesidades de los negocios privados actuales? ¿No es mezquino raptar
el talento y el desarrollo de las personas para ponerlo al servicio de las figuras con-
temporáneas de la dominación? Estas preguntas inquietan. Tarde o temprano
habrá que atenderlas.
Los autores de esta obra resuelven gran parte del asunto cuando proponen
sus “apuntes para una gestión [de personal] de orientación analítica”. Se notará
que hay un viraje epistemológico que vale la pena explotar y por eso es necesario
insistir sobre sus nociones centrales: al utilizar un enfoque realmente diferente,
propenden hacia un respeto por el trabajador, respeto que puede considerarse
bastante original porque combate la racionalidad instrumental. Son intrépidos
al nombrarlo como un sujeto, con su autonomía y su independencia, si no in-
tactas, por lo menos sí reconocidas. Al comprenderlo en una complicada red
dinámica de vinculaciones grupales, eluden de manera magistral, la alienación
a la que conduce la metáfora de los “equipos de trabajo”. Al desentrañar las po-
sibilidades de una mediación analítica que pretende el despliegue de las poten-
cialidades del ser humano –en lugar de centrarse en las “técnicas” para evitar los
conflictos (evitar lo inevitable) o “remediarlos” cuando se produzcan (remediar
10
Prólogo
HÉCTOR L. BERMÚDEZ
Departamento de Management
HEC Montréal
Enero de 2015
11
INTRODUCCIÓN
13
analítica creado en octubre de 2010 por Carlos Mario Henao Galeano, quien era en
aquel momento Jefe del pregrado en psicología de la Universidad EAFIT.1 La for-
mación profesional interdisciplinaria de sus integrantes y asesores (psicología,
psicoanálisis, matemáticas, administración, filosofía, pedagogía, epistemología,
historia) nos condujo a preguntarnos por la influencia que el método clínico
tiene en el campo organizacional. Fue así como un subgrupo asumió el proceso
de investigación con la finalidad de dar respuesta a este interrogante. El objetivo
general del proyecto fue desarrollar una propuesta clínica para la intervención de
las organizaciones mediante la aplicación del método analítico. Como objetivos
específicos buscamos precisar el concepto de clínica teniendo en cuenta aspec-
tos epistemológicos, metodológicos y prácticos; delimitar las relaciones entre
los conceptos organización e institución para analizar aspectos de la dinámica
organizacional; indagar –mediante la hermenéutica y la aplicación del método
analítico a los discursos– ciertas prácticas de gestión humana identificando as-
pectos que puedan caracterizarse como clínicos; construir una fundamentación
metodológica de una clínica de orientación analítica para la intervención de las
organizaciones en el área de gestión humana.
Para alcanzar los objetivos propuestos, la investigación incluyó en su trabajo
de campo nueve entrevistas a directores de gestión humana y académicos de
reconocidas empresas antioqueñas, y a un académico internacional. Asimismo,
realizamos un grupo de discusión con dieciséis personas que laboran en áreas
de gestión humana de la ciudad de Medellín (Colombia). Las personas entrevis-
tadas fueron elegidas teniendo en cuenta su experiencia en el área (más de 10
años) y las del grupo de discusión teniendo en cuenta que laboraran o estuvieran
en proceso formativo en ese campo.
Si bien la investigación cualitativa no se realiza de forma lineal, para efectos
de descripción del proceso diremos que el estudio se llevó a cabo mediante un
proceso basado en tres fases: Fase de exploración, en la cual formulamos el proyecto
de investigación, elaboramos un estado del arte y realizamos una inmersión ini-
cial en el campo consistente en el diálogo con personas relacionadas con el área
de gestión humana, así como con psicólogos que laboran en organizaciones em-
presariales. Fase de profundización, en la cual hicimos el trabajo de campo, que
1
Este libro es producto del proyecto de investigación Clínica de las organizaciones: una aplicación del método
analítico, enmarcado en el grupo de investigación El método analítico y sus aplicaciones en las ciencias sociales
y humanas (avalado ante COLCIENCIAS por la Universidad EAFIT y la Universidad de Antioquia) y financiado
por la Universidad EAFIT (Medellín, Colombia).
14
Introducción
2
Las características del método clínico analítico se precisan a lo largo del capítulo 1.
15
de acciones dirigidas a diversos fines convenientes para el ser humano y la socie-
dad en general. La práctica constante de este ejercicio que proponemos puede
generar en el lector, gradualmente, una incorporación de esta forma de proceder,
formando una actitud analítica que es susceptible de aplicarse a la vida cotidiana,
en una dialéctica entre la teoría y la práctica –característica del método cientí-
fico– y su aplicación al discurso –característica del método analítico.
Esta es la actitud científica en la que se enmarca el trabajo que plasmamos
en el presente escrito, con disposición, con apertura al diálogo, a la pregunta, al
debate, siempre en el marco del respeto por la palabra, pero sin condescendencia
ante la crítica constructiva. Esta disposición ha orientado nuestra acción a entender
las ideas planteadas, a criticarlas, comparándolas con el fin de hacerlas cada vez
más consistentes, a contrastarlas para evaluar su eficacia y su conveniencia para el
ser humano y la sociedad en general. En última instancia, dicha disposición nos
ha orientado a incorporar de manera gradual una actitud cada vez más analítica.
Si el lector tiene la disposición señalada, posiblemente se preguntará por qué
comenzamos hablando de medicina y de psicología en un texto que pretende ser
interesante para profesionales de áreas tan disímiles como la administración, la
pedagogía, la sociología y, en general, las ciencias sociales y humanas. Se pre-
guntará también por qué hablamos de clínica en un texto sobre organizaciones,
dos conceptos generalmente desvinculados. Y se preguntará, además, cómo ar-
ticulamos la clínica analítica y las organizaciones con el genitivo de, que denota
origen o procedencia y posesión o pertenencia.
Las respuestas a estas preguntas, y a otras posibles, se desarrollarán durante
todo el libro teniendo en cuenta las más diversas tradiciones epistemológicas
(algunas quizá irreconciliables entre sí), siempre y cuando permitan profundizar
en el conocimiento de un tema de interés en particular. Pero, para comenzar, di-
remos brevemente que la clínica, en tanto práctica que se aplica al cuidado de un
sujeto, surge en un contexto muy específico como lo es la práctica médica; pasa
luego al campo de la psicología a partir de diferentes médicos iniciadores de esta
disciplina y luego se extiende mediante su aplicación a otras áreas profesionales
como lo son la educación, el trabajo social, el derecho, la administración, entre
otras. Partimos de una primera conjetura según la cual la clínica realiza un trán-
sito desde la medicina a las ciencias sociales y humanas en general, y a la admi-
nistración en particular, a través de la psicología. Por eso la psicología ocupará un
espacio importante en la reflexión sobre la clínica analítica de las organizaciones.
En segundo lugar, planteamos que la clínica se relaciona con las organizaciones
16
Introducción
porque se encarga del cuidado del sujeto, que a su vez puede definirse como un
tipo de organización, en tanto estructura, producto de un orden determinado. Y en
tercer lugar, proponemos que la práctica clínica analítica de las organizaciones
tiene por objeto, justamente, las organizaciones en tanto concreción de instituciones,
en una práctica que, en principio, es externa a ellas, pero que también puede hacer
parte de las prácticas propias de una organización (por ejemplo, de una organiza-
ción empresarial, especialmente a través del área de gestión humana).
Será claro para el lector, entonces, por qué comenzamos con un primer capí-
tulo denominado Clínica analítica, en el cual realizaremos una aproximación al con-
cepto de “clínica” mencionando algunas dificultades que presenta su definición y
su paso de la medicina a la psicología. Arribamos luego a una conceptualización
general que nos prepara para la fundamentación de la clínica analítica mediante
el abordaje de tres métodos que la determinan: el científico, el clínico y el analí-
tico, enfatizando que cada método puede ser incorporado por un sujeto convir-
tiéndolo en una forma de ser. El método científico es importante en el libro porque
permite plantear una posición en la que se tiene en cuenta la dialéctica entre la
teoría y la práctica: consideramos que la teoría debe ser practicada y la práctica
teorizada (Ramírez, 2012), con el fin de proponer aspectos concretos a la solución
de un problema determinado. El método analítico, por su parte, es importante
porque es una versión del método científico aplicado al discurso, esto es, a lo que
dice y hace la gente, con el fin de comprender sus posiciones e intenciones más
allá de las quejas o demandas. Y el método clínico es central por cuanto posibilita
el estudio de un caso singular teniendo en cuenta su contexto. Finalizamos esta
primera parte con el apartado Clínica de orientación analítica, en el cual argumenta-
remos cuáles son las acciones de un analítico y algunos aspectos del proceso
requerido para su formación. Tendremos en cuenta en este punto el papel de la
formación de la intuición, aspecto que se reconoce como ampliamente influyente
en la clínica, pero como difícil de estudiar por su misma naturaleza.
Continuamos con un segundo capítulo denominado El sujeto: de la institución a la
organización, en el cual diferenciamos las instituciones, que son discursos fundantes
en la medida que dan origen, fundan, prácticas sociales, y las organizaciones, en-
tendidas como la concreción de dichos discursos.3 Adicionalmente relacionamos
3
Organización, en sentido propio, es cualquier concreción de discursos, incluyendo un ser humano indivi-
dual, un grupo o un colectivo más grande; sin embargo, para evitar confusiones, y teniendo en cuenta que el
objeto de estudio de este libro no es la organización individual (ser humano individual), cuando hablemos de
organización se entenderá como grupo o colectivo mayor (a menos que se indique lo contrario).
17
el proceso de subjetivación, esto es, el proceso de devenir sujeto que vive el ser
humano, con las instituciones y las organizaciones, enfatizando especialmente
la institución lenguaje, elemento fundamental del hombre, mostrando por qué es
posible hablar de sujeto individual y de sujeto plural (grupal y colectivo) cuando
se transciende el yo y se llega a un nosotros. A propósito, el libro está escrito en
primera persona del plural, aplicando de esta manera a la propia investigación
la intención nóstrica, que nos ha animado durante todo el proceso. Posterior-
mente, explicamos por qué consideramos, con Ramírez (2012) y Zapata (1995)
que el hombre es un animal verbal, cuya especificidad es la verbalización, y de-
sarrollamos sus principales implicaciones: la simbolización, la socialización y la
responsabilización.
En el tercer capítulo Clínica, grupo y organización, teniendo en cuenta la impor-
tancia del trabajo colectivo en las organizaciones, abordamos el estudio de los
grupos: su clasificación, estructura y dinámica, articulando su relación con las
personas y las organizaciones. Además, precisamos qué entendemos por dispo-
sitivo analítico. Este último concepto permite articular las nociones abordadas en
los dos primeros capítulos, dado que el método clínico analítico (capítulo 1)
que se ocupa del cuidado del sujeto (capítulo 2) se pone en práctica en grupos y
equipos mediante diferentes dispositivos (capítulo 3). Retomando trabajos que
aparecen en libros anteriores de nuestro grupo de investigación, abordamos los
diferentes tipos de intervención grupal, bien sea que se privilegie cada persona
(perspectiva individualista), el grupo como totalidad (perspectiva totalitarista),
la relación entre la persona y el grupo (perspectiva dialéctica), los aspectos que
del grupo se encuentran en cada persona y viceversa (perspectiva fractal) o la
transcendencia de los diferentes lugares individuales y grupales (perspectiva
transtópica). También diferenciamos grupo y equipo, lo cual permite comprender
los objetivos de cada una de estas organizaciones humanas, y retomamos el
concepto de nosotros aplicado al grupo y a la organización, elemento básico de
nuestra propuesta. Finalmente, presentamos tres aplicaciones posibles de la clí-
nica de las organizaciones a tres fenómenos grupales que consideramos funda-
mentales en toda organización: la estructuración de un grupo, el ingreso de un
nuevo integrante a un grupo y el análisis de la identidad grupal.
En el cuarto capítulo, Aportes para una gestión humana de orientación analítica, plan-
teamos algunas ideas sobre lo que denominamos una gestión humana de orien-
tación analítica, que consiste en la articulación de los elementos de la clínica
de las organizaciones mencionados en los tres primeros capítulos y los aspectos
18
Introducción
4
La responsabilización es un concepto que ha de ser tomado con precaución debido a que puede tergiver-
sarse el sentido que posibilita el desarrollo tanto de cada persona como de la organización en general. En par-
ticular, algunas organizaciones pueden aprovecharse de este concepto para “responsabilizar” de todo lo “malo”
que ocurre a cada persona, ignorando su propia responsabilidad o haciendo equivalente la responsabilidad de
todos, lo cual termina en una desresponsabilización general en donde todo vale (cf. Ramírez, 2011, ens. 333). A
lo largo del libro se precisará la responsabilización como aspecto clave del desarrollo humano organizacional.
19
Capítulo 1
CLÍNICA ANALÍTICA
21
Capítulo 1
(2004, 1980, 1979) y Melanie Klein (1929). Lightner Witmer (1907) lo utilizaba
para promover el desarrollo humano, especialmente en los niños con retraso en
el aprendizaje a quienes, explícitamente lo dice, sería inadecuado llamar enfer-
mos. Jean Piaget (2008) y continuadores de su obra como Lev Vygotski (2001),
Juan Delval (2001), Adrian Medina Liberty (2007), han utilizado el método clínico
para estudiar el origen de la inteligencia y el pensamiento en los niños y lo han
aplicado a la pedagogía (cf. Piaget, 2008). Michel Foucault (2001a), psicólogo y
filósofo francés, considera que la clínica es un método que abre un campo de es-
tudio sobre el ser humano en otros contextos diferentes a la medicina como, por
ejemplo, en la filosofía y en las ciencias del hombre en general (2001a, p. 277), ya
que es la primera forma de acercamiento a lo individual desde la ciencia (2001a,
p. 276). Marcelo Pasternac (2003), psiquiatra y psicoanalista argentino, también
plantea que el método clínico es un acercamiento científico a lo individual. Tam-
bién desde el campo del psicoanálisis Fernando Aguiar (2001), basándose en
Prévost, plantea que el objeto último de la psicología clínica (francesa) es lo
singular del sujeto por oposición a la generalización propia del enfoque experi-
mental y, apoyándose en Lagache principalmente, así como en Favez-Boutonier
y Anzieu, afirma que el abordaje clínico ha de ser aplicable al individuo normal
en su contexto. El médico Conde Gutiérrez (2002), por su parte, dice que lo clí-
nico es un enfoque equivalente al paradigma cualitativo en investigación, que
se ocupa fundamentalmente de estudiar lo singular, mientras que la perspec-
tiva experimental y estadística es equivalente al paradigma cuantitativo.1 En el
mismo sentido se pronuncian Fuks, Boudreau y Cassell (2009), para quienes la
medicina clínica es el arte de individualización. El historiador Carlo Ginzburg (en Eco
y Sebeok, 1989; cf. Pulice, Manson y Zelis, 2001), plantea que la clínica hace parte
de un paradigma investigativo basado en el método indiciario, compartido por el
cazador, el médico, el psicoanalista, el escritor de novela policiaca, el experto en
detectar falsificaciones en el arte, entre otros. Los psicólogos norteamericanos
Trull y Phares (2002) afirman que “resulta imposible tratar de definir [lo clínico]
desde el punto de vista de los problemas que enfrentan los psicólogos clínicos”
(p. 9), pero que “lo que tiene en común su labor es el interés por entender al
individuo” (p. 11), y que “el enfoque de la psicología clínica es equivalente al
1
Para Bustamante (2013) no existe una diferencia radical entre lo cuantitativo y lo cualitativo porque lo
cuantitativo es una forma de cualidad. Adicionalmente, considera que toda medición, todo uso de aspectos
cuantitativos están precedidos por aspectos cualitativos como, por ejemplo, la toma de decisiones respecto a
qué medir, por qué hacerlo, cuándo y de qué manera, entre otros.
22
Clínica analítica
2
Véase a manera de ilustración los trabajos de Bendassolli (2011); Crespo y Bezerra (2009).
3
En Colombia, las clínicas del trabajo están siendo retomadas por el profesor Johnny Orejuela de la Univer-
sidad EAFIT de Medellín (cf. Malvezzi y otros, 2012), a quien agradecemos su colaboración. Consideramos que
las clínicas del trabajo son muy afines a nuestra propuesta de una clínica analítica de las organizaciones.
4
Véase también: Grosso, 2000a, 2000b.
23
Capítulo 1
5
Es este último autor es el principal referente conceptual y práctico para el desarrollo de nuestra pro-
puesta de una clínica de las organizaciones, además de ser uno de los asesores del proyecto. Véase también:
Gil (1995); Lopera, Ramírez, Zuluaga y Ortiz (2010a); Manrique (2011a).
24
Clínica analítica
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Capítulo 1
26
Clínica analítica
Paul Fraisse encuentra en la psicología clínica una disciplina “orientada” hacia la com-
prensión del individuo en su totalidad; para Henri Piéron es “la ciencia de la conducta
humana basada principalmente en la observación y el análisis profundo de los casos in-
dividuales”; J. Favez Boutonier plantea que “la psicología clínica es el estudio del indivi-
duo en situación y en evolución”. [Concluye Pasternac diciendo que] “el método clínico
se caracteriza entonces por centrar la investigación sobre comportamientos relatados
por el sujeto (su ‘historia’), reacciones observables en el curso de la relación establecida
con él y otras específicamente provocadas en condiciones sistemáticas constantes con
el fin de comprenderlas y explicarlas en sus particularidades” (pp. 148-149).
27
Capítulo 1
28
Clínica analítica
6
Domahidy-Dami y Banks-Leite (2002) proveen una definición similar a la de Pasternac, pero afirman que
lo característico del método clínico no es solamente el estudio de un caso singular, sino su estudio prolongado,
“pues es posible utilizar ciertos tipos de observaciones cuantificables de un mismo niño a lo largo de su desa-
rrollo sin por ello adoptar este método” (p. 399). Creemos que al enfatizar el aspecto de “estudio prolongado”
indican la misma idea de Pasternac (2003) y Lopera y otros (2010a).
7
Enfoque nomotético: tiende a generalizar; enfoque idiográfico: tiende a especificar.
29
Capítulo 1
controlar muchas variables.8 Por su parte, la APA (2010) considera, en una de las
dos acepciones que da del método clínico, que este método se refiere a la “ob-
tención de datos en una situación natural […] en lugar de hacerlo en el escenario
formal del laboratorio” (p. 312).
Es importante señalar que no toda ciencia tiene la posibilidad de utilizar el
método experimental en el sentido propio de la palabra, entendido como “una
observación rigurosa cuyo ideal es reconocer las variaciones de una sola carac-
terística (variable dependiente) en un elevado número de sujetos” (Pasternac,
2003, p. 128) y controlando todas las variables. En efecto, la astronomía, la eco-
nomía, la historia, la medicina (cf. Ilizástigui y Rodríguez, 2010), en muchos as-
pectos sólo pueden realizar experimentos sobre modelos computacionales, o
esperar este tipo de “experimentos invocados” que acaecen naturalmente. Lo
mismo ocurre en psicología: no es aceptable, por ejemplo, provocar una lesión
cerebral a un sujeto con el fin de evaluar sus consecuencias cognitivas, o some-
ter a una persona a una crianza en la que se le maltrate con el fin de conocer los
efectos sobre la personalidad, o generar un accidente laboral con el fin de deter-
minar las diferentes variables y consecuencias implicadas. Cuando estos casos
se presentan naturalmente es muy útil el enfoque clínico que permite estudiar-
los sin que sean causados por el investigador.
Luego de precisar algunos puntos referidos a la clínica en la psicología, espe-
cialmente su vinculación no exclusiva con la psicopatología y su aplicación en
diferentes campos de intervención, estamos en condiciones de abordar el signi-
ficado de la clínica en general.
8
Véanse, por ejemplo, los estudios que realiza Medina-Liberty (2007) sobre el desarrollo del lenguaje y el
pensamiento basándose en teorías cognitivas de Piaget, Vygotsky y Brunner. Asimismo, véanse los estudios de
Henri Wallon sobre los estadios del pensamiento (Vila, 1986). También los estudios de Novack (1988) sobre las
estructuras conceptuales individuales. Los estudios de Winnicott sobre el desarrollo temprano del ser humano
basados en “la observación de la conducta de los niños y sus madres” (Bleichmar, Lieberman y Wikinski, 1997).
Los estudios de Margaret Mahler sobre la psicosis infantil (Bleichmar, Lieberman y Wikinski, 1997). Como úl-
timo ejemplo, los diferentes estudios de Freud en el psicoanálisis (Freud, 2009).
30
Clínica analítica
9
Con respecto a las prácticas cristianas de salvación del alma entendidas como uno de los antecedentes de
la clínica psicológica, véase el concepto de psicologías ascéticas que Lopera y otros (2014) y Lopera (2006) desarro-
llan a partir de del trabajo de Foucault (1990; 2001).
31
Capítulo 1
10
Doxa y episteme son dos conceptos griegos referidos a formas del saber. La doxa se ha traducido general-
mente como opinión y la episteme como ciencia, diferenciando así el saber intuitivo, automático, cuyo proceso de
obtención no es consciente (como por ejemplo, la habilidad para montar en bicicleta que, cuando ha sido de-
sarrollada, se ejerce de manera espontánea), de aquel saber racional, justificado mediante razones que es cons-
ciente (como la justificación razonada de una conclusión que se ha obtenido a partir de premisas explícitas).
11
Algunas ideas expresadas en el presente textoaparecieron publicadas en junio de 2011 en un breve escrito
de Horacio Manrique titulado Sobre la clínica en la psicología, en la revista de psicología Poiesis de la FUNLAM. Los
datos completos del escrito aparecen al final en las referencias bibliográficas.
32
Clínica analítica
moderna. Esta última surge en el siglo XVIII a partir de la configuración del dispo-
sitivo clínico que involucra la objetivación del cuerpo (el objeto) y de la mirada12
(el sujeto) sobre la base del dualismo cartesiano, pero tiene sus antecedentes
desde hace más de dos mil años a partir de una “medicina intuitiva”, esto es, de
la sensibilidad del hombre respecto a sí mismo “respecto a su sufrimiento y a lo
que lo alivia” (Foucault, 2001a, p. 85). Según Sauret (1993), la “clínica” hipocrá-
tica pre-cartesiana estaba basada en un monismo representado en la physis (la
naturaleza del hombre) para estudiar la enfermedad en cada ser humano. Pero
con Descartes, esa physis se divide en res cogitans (psique: alma, mente, yo, pensa-
miento) y res extensa (soma: organismo, cuerpo) dando origen a la ciencia moderna,
que excluye al sujeto (res pensante) de su operación, aunque sea él quien genera
el conocimiento. Para Lacan, según plantea Sauret (1993), la palabra fundante
de la ciencia moderna es la conocida máxima cartesiana pienso, luego existo, pero
la interpreta enfatizando no el pensamiento, sino el lenguaje, que es condición
necesaria para que se dé el pensamiento y el conocimiento científico. Tanto Fou-
cault como Sauret plantean que la clínica moderna es, entonces, posible bajo la
aparición del dispositivo mirada-organismo mediado por el signo lingüístico que
posibilita que los síntomas (lo referido por el paciente) y signos (lo observado
por el médico) se conviertan en el signo lingüístico de una estructura invisible
llamada enfermedad y por lo cual se va a comenzar a hablar de la semiología mé-
dica.13 Lo paradójico y problemático es que dado que el lenguaje queda del lado
del sujeto luego de la operación cartesiana, la clínica médica se va a dirigir al or-
ganismo, en tanto máquina mecánica, desconociendo la palabra del sujeto, esto
es, lo que siente, piensa, sabe el sujeto sobre lo que le ocurre, desconociendo
esa sensibilidad del hombre sobre sí mismo. De acuerdo con Sauret (1993) y
Bercherie (2009), el sujeto, que es excluido de la ciencia moderna es silenciado
por el saber del médico (es frecuente que no se le pregunte al paciente sobre sus
12
La mirada en medicina se entiende como un término genérico que se aplica a todos los órganos de la
percepción y a los aparatos que los amplían tales como el microscopio, el estetoscopio, el termómetro (Sau-
ret, 1993; Bercherie, 1988). En efecto, la mirada médica incluye el tacto a través del cual se palpa el cuerpo, la
escucha mediante la cual se ausculta, el olfato que detecta características de la enfermedad y el gusto que se
utilizaba para determinar las sustancias presentes en determinados fluidos.
13
La semiología médica es la parte de la medicina encargada del estudio de los signos (indicios objetivos,
observados por el médico) y síntomas (indicios subjetivos, relatados por el paciente).
33
Capítulo 1
14
La exclusión del sujeto de la ciencia moderna se ha puesto en duda por la ciencia contemporánea a
partir de los avances en física cuántica, etnografía y psicoanálisis, entre otros saberes, para los cuales el sujeto
de conocimiento forma parte esencial del discurso científico.
15
Sobre el problema de la clínica cuando se vuelve un sistema dogmático en la psiquiatría moderna, véase
Bercherie (2009, pp. 213 y ss.).
16
Más adelante, cuando hablemos del tema de la formación del clínico, abordaremos el asunto de la
intuición. Respecto al tema de la intuición consúltese: Ramírez, 2012a, Ens. 231. La intuición analizada; ens.
232. Análisis de la intuición; ens. 233. La intuición fractal. También: Lopera y otros, 2010a, p. 169 y ss. Y en la
medicina: Ilizástigui y Rodríguez, 2010, p. 6.
34
Clínica analítica
Selle decía que la clínica no era “sino el ejercicio mismo de la medicina junto al lecho de
los enfermos”, y que, en esta medida, se identificaba con “la medicina práctica propia-
mente dicha”. Mucho más que la continuación del viejo empirismo médico, la clínica es
la vida concreta, la aplicación primera del análisis. Si bien, al experimentar su oposición
a los sistemas y las teorías, reconoce su inmediato parentesco con la filosofía: “¿Por qué
separar la ciencia de los médicos de la de los filósofos? ¿Por qué distinguir dos estudios
que se confunden por un origen y un destino comunes?” (p. 152).
17
Nuestra posición no es la de oponernos a las teorías, sino la de privilegiar el método, entendido con
Ramírez (1991), como la “contrastación dialéctica entre la teoría y la práctica”.
18
Véase más adelante el apartado sobre la teorización, cuando hablemos del método clínico.
35
Capítulo 1
19
Tal es el caso de Wilhelm Wundt, Sigmund Freud, Carl Jung, Alfred Adler, Karen Horney, Melanie Klein,
Ivan Pavlov, Donald Winnicott, Victor Frankl, Wilfred Bion, Kurt Lewin, Ludwig Binswanger, Arnold Gesell, Lev
Vygotsky, Henri Wallon. Algunas figuras influyentes para la psicología que se formaron con médicos: Alfred
Binet, James McKeen Cattell, Granville Stanley Hall, Jean Piaget, Lightner Witmer (respecto a las influencias de
este último véase: Routh y Barrio, 1996; McReynolds, 1987).
20
Sin desconocer las relaciones de identidad y diferencia entre el psicoanálisis, la psicología y la psicotera-
pia, y sin olvidar que el psicoanálisis es fundamentalmente un método, hablaremos en general de psicoanálisis
y psicología acentuando sus aspectos comunes por lo que tomaremos al psicoanálisis como una de las escue-
las o vertientes de la psicología y como una de las modalidades de psicoterapia. Quien desee profundizar en
dichas relaciones, puede encontrar información en Lopera y otros (2014).
21
Más adelante daremos una definición de estos dos métodos.
36
Clínica analítica
37
Capítulo 1
ciencia…” (en Orejuela, 2012, p. 131). En el mismo autor encontramos cierta am-
bigüedad porque plantea la idea de que la clínica está directamente relacionada
con curar, en el sentido de sanar una enfermedad, pero también que “el psicoa-
nálisis dice de sí mismo que no es un medio para curar. Que si hay la cura como
añadidura, bueno, ¡mejor así! Pero el objetivo del psicoanálisis es el estudio del
inconsciente que ha sido descubierto por Freud y eso no es curar”22 (Vappereau,
en Orejuela, 2012, p. 132). Esta afirmación de Vappereau se opone a la definición
tridimensional del psicoanálisis aportada por Freud y lo reduce sólo a la segunda
dimensión. Para Freud (2009) el psicoanálisis es: 1) un método de tratamiento
para afecciones nerviosas; 2) un método de investigación de fenómenos incons-
cientes; y 3) un conjunto de conocimientos sobre el psiquismo (una psicolo-
gía) (p. 231). Pero de las propuestas de Vappereau y Freud se puede inferir que
la clínica psicoanalítica es una práctica que es una forma de estudio científico
de fenómenos inconscientes. Por eso se puede comprender que el psicoanáli-
sis puede interesar a diferentes profesionales como los médicos, antropólogos,
educadores, historiadores y en general a los profesionales de las denominadas
ciencias sociales y humanas (Freud, 2009). Para los fines de sustentar la pro-
puesta que estamos argumentando, nos interesa fundamentalmente la idea de
una práctica clínica que no busca únicamente “sanar”, sino curar (en el sentido de
cuidar)23, y el tránsito que hace la clínica, a través del psicoanálisis en este caso,
a otras disciplinas que se guían por el método científico.
Debido a la referencia al cuidado que aparece en las tres acepciones etimoló-
gicas señaladas páginas atrás, la clínica generalmente se reduce exclusivamente
al cuidado de los enfermos (en el sentido de buscar su curación) o, incluso, se
define fundamentalmente por su relación con la enfermedad, sin tan siquiera
mencionar el cuidado (en el sentido del cuidado de sí) que le es esencial. Witmer
(1907), considerado por muchos autores como el fundador o el “padre” de la
22
Entendemos que Vappereau habla de curar en el sentido de sanar, no en el sentido de cuidar que nosotros
le damos a partir de los trabajos de Foucault sobre el cuidado de sí.
23
Para Foucault (2001), curar tiene un sentido diferente al que frecuentemente se la da en nuestra época
como sanar. Para Foucault, curar es cuidar, como cuando se hablaba en latín de la cura sui, o en griego de la epime-
leia heautou, el cuidado de sí. Cuidar de sí significa para la filosofía antigua, que el sujeto se ocupe de sí, se preocupe
por él mismo, se interrogue y reflexione sobre sí mismo, se conozca… El cuidado de sí se lleva a cabo mediante
una serie de prácticas y técnicas que el sujeto usaba respecto a sí mismo, tales como la escritura, la reflexión,
el hablar con otros, entre muchas otras. Lo importante en este momento es precisar que no entendemos curar
como sanar, sino como cuidar en el sentido del cuidado de sí.
38
Clínica analítica
psicología clínica (cf. McReynolds, 1987; Benjamin, 1996; Rico, 2009),24 señala
que el método clínico se aplica en psicología, psicopedagogía, trabajo social,
en prácticas no relacionadas exclusivamente con el campo de la salud, con el
propósito no de sanar, sino de propender al desarrollo humano,25 y en esa medida
muestra que la clínica no es equivalente a la psicoterapia, como frecuentemente
se cree. Incluso desde el ámbito de la medicina Fraser (1990) considera que el
médico clínico en algunos momentos ocupa el lugar de asesor, lugar diferente el
del médico sanador o psicoterapeuta; transcribimos lo que este autor considera
como el objetivo fundamental de la asesoría: “Hacer que el paciente identifique
y aplique su propia solución a un problema específico. [Lo cual] generalmente
requiere una modificación de la conducta por parte del paciente” (p. 118).
Quizá podamos pensar esta idea de desarrollo como un despliegue del ser, como la
actualización de las diferentes capacidades o potencialidades de un sujeto (Lo-
pera y otros, 2010a),26 el cual se genera en relación con la toma de consciencia
y la responsabilidad por los propios actos con relación a sí mismo y a los otros
(teniendo en cuenta las consecuencias sobre sí mismo y sobre los otros). Desde
esta perspectiva, curar se entiende como cuidar, como epimeleia, en el sentido fou-
caultiano del término (2001b; 2000), significado más amplio que el médico, pues
implica cuidar de sí: el alma, las costumbres propias, la forma de vida. En palabras
de Ramírez (2011a):
Lacan prefería la palabra cura, cuidado (Sorgen), que provenía de la cura sui de los roma-
nos, el “cuidado de sí” que propone Foucault. Se busca la cura, el cuidado, la inquietud
24
Lhuilier (en Bendassolli y Soboll, 2011), en cambio, considera que el concepto y la práctica de la psi-
cología clínica surgió simultáneamente en Francia con Pierre Janet, en Alemania con Sigmund Freud (quien
menciona el concepto en una carta a Fliess fechada el 30 de enero de 1899) y en Estados Unidos con Witmer.
Por su parte, Prévost, según Aguiar (2001), plantea que Hartemberg y Valentin en Francia crean entre 1897 y
1901 la Revue de Psychologie Clinique et Thérapeutique. En esta vía más crítica véase también: Sauret (1993); Routh y
Barrio (1996); González Ordi (2008).
25
La clínica está asociada en términos generales al cuidado del hombre y de los animales superiores (en
este úlitmo caso, se habla por ejemplo de la clínica veterinaria), pero nosotros reservaremos el uso del vocablo al
cuidado del ser humano, debido a que el concepto de cuidado que se aplica a los animales es muy restringido.
Podemos efectivamente cuidar de un perro para que desarrolle todas sus potencialidades, pero no podemos
hablar en él de un cuidado en el sentido del cuidado de sí por carecer de lenguaje articulado. Los animales no tienen
un discurso, no cuidan de sí porque “no tienen que ocuparse de sí mismos” (Foucault, 2001, p. 435). Desde
nuestra perspectiva, al hablar de la clínica veterinaria se enfatiza la acepción de la clínica como la práctica de
diagnóstico y tratamiento de la enfermedad y se extrapola la idea de la atención del enfermo en su lecho a la
atención del animal. El ser humano, por su condición de animal verbal, animal de logos, tiene características que lo
hacen diferente de otros animales e implican el cuidado de sí.
26
Bendassolli y Soboll (2011) manifiestan algo similar; también Malvezzi (2011b).
39
Capítulo 1
El método científico no provee recetas infalibles para encontrar la verdad: sólo contiene
un conjunto de prescripciones falibles (perfectibles) para el planeamiento de observa-
ciones y experimentos, para la interpretación de sus resultados, y para el planteo mismo
de los problemas. Es, en suma, la manera en que la ciencia inquiere en lo desconocido.
[…] La ciencia es pues, esclava de sus propios métodos y técnicas mientras éstos tienen
éxito: pero es libre de multiplicar y de modificar en todo momento sus reglas, en aras de
mayor racionalidad y objetividad (p. 33).
40
Clínica analítica
un criterio de orden práctico referido al efecto que tienen las teorías sobre la rea-
lidad; que las teorías tengan la capacidad de predecir hechos que efectivamente
suceden en la realidad. La falta de eficacia conduce a que se revise la teoría o se
modifique la práctica.
Existe un criterio adicional, extracientífico, de orden ético: la conveniencia, que
se refiere a los efectos que tengan sobre el entorno los métodos, las técnicas, las
teorías y las prácticas científicas. Es probable que una teoría sea consistente y
eficaz, pero que sea inconveniente para la especie humana. Konrad Lorenz (2005)
plantea que el desarrollo científico y tecnológico de la humanidad es más veloz
que el desarrollo ético y moral, por lo cual la especie humana es una amenaza
para sí misma y si no logra autorregular sus acciones, pronto se destruirá. Es la
misma idea que mencionan otros autores a propósito de las diferentes crisis ac-
tuales, ya sean económicas, ambientales, sociales (cf. Schvarstein, 2003; Muñoz,
2002; Chanlat y Bédard, 1997; Cortina, 1994; Arendt, 1974).
Por su parte, la ciencia, según Ramírez (1991) y Gil (1995), es un conjunto ar-
ticulado de teorías producto del método científico que cumplen los criterios
científicos estipulados por una comunidad en una época determinada. Una con-
jetura es una proposición susceptible de ser sometida a contrastación empírica
mediante el método científico especificando los casos en los cuales la conjetura
resultaría ser falsa. Popper (1980) plantea que ninguna conjetura puede ser veri-
ficada porque nunca se podrán someter a prueba empírica todos los casos espe-
cíficos, pero que sí puede ser falseada, esto es, que se puede determinar cuándo
una conjetura es falsa siempre y cuando se especifiquen posibles falsadores, es
decir, resultados que si se presentaran mostrarían la falsedad de la teoría. “Una
hipótesis es una conjetura enmarcada en una teoría científica” (Ramírez, 1991,
p. 36). Una teoría es un conjunto de hipótesis articuladas que no han podido
ser falseadas. De esta manera, el conjunto de conocimientos que constituye la
ciencia nunca es verdadero, sino sólo válido hasta determinado momento, pero
puede llegar a falsearse más adelante mediante la aplicación del método cientí-
fico. Por eso, la ciencia tiene como característica fundamental su perfectibilidad,
esto es, que siempre está en constante revisión y en constante cambio. Bunge
(1996), refiriéndose a las ciencias fácticas, dice:
41
Capítulo 1
42
Clínica analítica
animal. Se trata del conocimiento, que puede definirse como “un saber expresado
en palabras” (Ramírez, 2011a, art. 21; cf. Gil, 1995; Manrique, 2008). En términos
generales, siguiendo el planteamiento de Ramírez (2011a, art. 21), se puede decir
que existen cuatro clases de saber:
1. “Un saber expresado en palabras y consciente”: se trata de un conocimiento
consciente (exclusivo del ser humano).
2. “Un saber expresado en palabras, pero inconsciente”: se trata de un cono-
cimiento inconsciente (exclusivo del ser humano).
3. “Un saber no expresado en palabras, es decir, no simbolizado, pero cons-
ciente”: hablamos aquí de las sensaciones, los sentimientos, ciertas imá-
genes sensoriales (compartido con los animales superiores).
4. “Un saber no expresado en palabras, es decir, no simbolizado” y, además,
no consciente: tenemos aquí un saber que se manifiesta en constantes
naturales, psicológicas y sociales; en la articulación de las diferentes cosas
que componen el mundo; quizá sea parecido al principio universal articulante
que se designa con el término logos (Lopera y otros, 2010b; cf. Ryle, 2005;
Polanyi, 1967; Hayek, 1994).
El método científico, en tanto es una acción fundamentada en un saber-hacer, está
del lado del saber,27 mientras que la ciencia, en tanto es un conjunto de teorías,
está del lado del conocimiento.
De acuerdo con Bunge (1996) dos criterios necesarios para que un conoci-
miento haga parte de la ciencia son la racionalidad y la objetividad: “El carácter
matemático del conocimiento científico –esto es, el hecho de que es fundado,
ordenado y coherente– es lo que lo hace racional” (p. 34). Es frecuente que se
piense que la matemática está dada por la cuantificación, pero lo fundamental
de la matemática es la capacidad de establecer relaciones entre conceptos, por
lo cual la clasificación, la seriación, la jerarquización, la inferencia, la deducción,
la abducción, entre otros procesos lógico-matemáticos, son fundamentales para
la racionalidad (cf. Piaget, 1998; Corral, 1994; Ramírez, 1991). La objetividad, por
su parte, se basa en la intersubjetividad: “La objetividad de los enunciados cien-
tíficos descansa en el hecho de que pueden contrastarse intersubjetivamente”
27
Respecto al tema del método científico como un saber, véase Michael Polanyi (1967), quien retoma la
diferencia que hace en 1949 Gilbert Ryle (2005) entre saber-qué (el saber proposicional) y saber-cómo (la habi-
lidad y sus leyes).
43
Capítulo 1
(Popper, 1980, p. 43; cf. Ramírez, 2012, ens. 84). Para Popper (1980) es condición
necesaria de la práctica científica someter a la crítica intersubjetiva las teorías
y procedimientos que se realizan en la investigación con el fin de determinar
hasta qué punto dichos elementos están bien fundamentados de manera que
resistan la revisión crítica por parte del mismo científico que realiza la tarea cien-
tífica y por parte de otros colegas. Para Popper (1980) el criterio fundamental
que demarca ciencia y no ciencia no es la verificación de las teorías (las pruebas
a favor), sino su posibilidad de falsación, esto es, las condiciones que explicita el
científico acerca de aquello que, de encontrarse, refutaría su teoría.28
La objetividad, entonces, está dada por la intersubjetividad, que puede enten-
derse como un consenso acerca de las condiciones básicas sobre los presupuestos
de los cuales parte una investigación, sobre el método y las técnicas que se uti-
lizan y sobre los resultados que se espera obtener, por lo cual es fundamental en
todo proceso investigativo presentar lo que actualmente se denomina memoria
metodológica, que es el recuento de las vicisitudes del proceso de investigación,
en el cual aparecen las técnicas y métodos utilizados, los obstáculos del proceso
y la forma de resolverlos, así como los resultados obtenidos a la luz de los ob-
jetivos planteados. Dicho consenso puede ser más o menos amplio, y por ello
la objetividad de la ciencia contemporánea no consiste en una verdad absoluta,
irrefutable, sino en un mayor o menor grado de validez, que está preservado por
la actitud crítica del investigador que somete el proceso y el producto de su in-
vestigación al escrutinio público.
El método científico es un saber que tiene efectos sobre la realidad al estu-
diarla y transformarla, pero también sobre el sujeto al transformarlo en su ser
(Ramírez, 2012, ens. 33).
Antes de pasar a revisar los otros dos métodos científicos (analítico y clí-
nico), queremos finalizar este apartado recordando la diferencia que existe en-
tre quienes asumen el método científico, en cualquiera de sus vertientes, como
una receta o algoritmo, y quienes lo asumen como una actitud, mostrando que
la posición que se toma en un campo de la vida puede tener consecuencias en
otros campos aparentemente distantes. Como lo manifestamos al principio de
este apartado, la ciencia forma una actitud en el investigador, y en tanto actitud
28
Para una discusión de la teoría de Popper sobre la demarcación y una aproximación a planteamientos
diferentes, los cuales no abordaremos en este trabajo por considerar que no son fundamentales para el mismo,
véase: Kuhn (2004), Lakatos (1989), Feyerabend (1974).
44
Clínica analítica
un ethos, una ética. Ramírez (1991) denomina hombre de ciencia a quien aplica el
método científico como un algoritmo, como una serie de pasos, sin incorpo-
rarlo; reserva el nombre de científico a quien asume el método como una actitud,
quien lo incorpora y lo convierte en un estilo, una forma de vida tal y como lo
expresa Popper (2011) en su bella conferencia El conocimiento de la ignorancia, en
la cual retoma el planteamiento socrático de la docta ignorancia para mostrar
que es un elemento fundamental para el avance de la ciencia y para la ética.
En última instancia, el método es un ethos del científico, quien puede comenzar
intentando ser consistente (coherente y sin contradicción) y eficaz –los dos criterios
de la validez– en su práctica profesional, y así, aplicando el método científico en
su vida cotidiana, puede volverse cada vez más congruente, esto es, que haya una
articulación entre lo que cree, siente, piensa, expresa, dice y hace (Ramírez, 2011,
ens. 334), llegando quizá a integrar de manera armónica estos seis registros de
la experiencia, convirtiéndose en un hombre íntegro. Es lo que se espera de aquel
que incorpora el método analítico que a continuación explicaremos.
De acuerdo con lo dicho anteriormente, es claro que para los griegos un mé-
todo es una manera, una forma, un camino para obtener un resultado. En última
instancia, un método es una forma de ser, una actitud que se adquiere gradual-
mente al ir incorporando un hábito, una forma de buscar la verdad. Con la llegada
del positivismo el método se convirtió en una receta, al estilo de un algoritmo,
donde lo que cuenta es el orden en que se realizan una serie de pasos, más que
la creatividad y espontaneidad de una actitud.
El método óptimo para buscar la verdad ha demostrado ser el método cien-
tífico, entendido, no sobra repetirlo, como “la contrastación dialéctica entre la
teoría y la práctica” (Ramírez, 1991, p. 35). El método científico, al igual que cual-
quier otro método, puede tomarse como un algoritmo o como una actitud. Quien
toma el hábito de contrastar dialécticamente la teoría y la práctica, poco a poco
va adquiriendo una actitud científica. El método científico tiene diferentes va-
riantes, por ejemplo, el método clínico y el método analítico. Pasaremos a hablar
sobre el método analítico, en un primer momento, y luego hablaremos sobre el
método clínico en el siguiente apartado.
45
Capítulo 1
29
El método analítico es diferente del método psicoanalítico; véase: (Ramírez, 1991; Gil, 1995). Sobre la
diferencia entre el análisis del discurso aquí propuesto y el “análisis experimental o empírico”, véase: Lopera y
otros, 2010a).
46
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30
Sobre el tema de la responsabilidad, consúltese además: Ramírez, 2012a, ens. 16. La responsabilización;
ens. 17. La responsabilización por el entorno; ens. 18. Sufrimiento y responsabilidad. Lopera y otros (2010a, p.
30, 70 y ss).
47
Capítulo 1
31
Para un debate sobre la ironía socrática puede remitirse el lector a Nehamas (2005) y Lopera y otros
(2010a).
32
A propósito de lo anterior, precisamos que la ciencia moderna no buscará más la verdad sino la validez
(consistencia y eficacia) que sí pueden aprehenderse formalmente.
48
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49
Capítulo 1
33
Destacamos algunas referencias biblográficas: cf. Rodríguez, 2011; Pérez, 2011; Rodríguez, Madruga,
Vázquez, 2010; Ilizástigui y Rodríguez, 2010; Hernández, 2002; Foucault, 2001; Moreno, 2000; Fernández, 2000;
Ilizástigui, 2000; Rodríguez, 1999; Moreno, 1998; Corral, 1994.
34
Véanse algunas alusiones en: Ramírez, 2012, ens. 268. Clínica analítica; Manrique, 2011a; Muñiz, Martí-
nez y Urrego, 2011; Ramírez Ortiz, 2011; Bedoya y Schnitter, 2010; Lopera y otros, 2010a; APA, 2010, p. 312; Sch-
nitter, 2006; Sierra, 2006; Pasternac, 2003; Trull y Phares, 2002; Delval, 2001; Jiménez, 2000; Otero, 2000, 2003;
Gil, 1995; Piaget, 2008.
35
En el campo organizacional se han realizado estudios tendientes a comprender e intervenir las dinámi-
cas generadas en la relación hombre-trabajo. Una de las disciplinas que se han encargado de ello ha sido la
sociología clínica definida por Rossi, Mendes, Siquiera, García (2009), quienes se basan en Gaulejac, como una
disciplina que se sirve de otras como la sociología, el psicoanálisis, la historia, la economía, la antropología,
para comprender los fenómenos sociales presentes en los grupos, las organizaciones y las instituciones, desde
una perspectiva clínica. Disciplina que busca develar a través de la palabra colectiva, el sentido de los conflic-
tos que se presentan allí analizando psicológica, política, sociológica y económicamente, la articulación entre
los determinismos sociales y psíquicos. En esta misma línea están trabajando otras clínicas del trabajo como:
la clínica de la acción, la clínica de la actividad, la ergología y la psicodinámica o sociología clínica (Malvezzi,
2012a; Bendassolli, 2011; Bendassolli y Soboll, 2011).
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51
Capítulo 1
cumplen todos los elementos de una parte del universal de referencia; la tercera
es lo singular, que hace referencia a las características propias de un elemento del
universal de referencia (una singularidad sería una característica que pertenece a
este elemento y que es producto de sus propias regulaciones); la cuarta es lo pecu-
liar, lo no predecible que ocurre en lo singular: el azar, y de lo cual tenemos co-
nocimiento por las huellas (peculiaridades) que deja al articularse con lo singular.
Lo que llamamos singular, otros autores lo llaman individual, pero este último
concepto remite a lo indivisible: de allí individuo. En cambio, singular remite a la
idea del elemento que se considera solo, en sí mismo.36 Por ejemplo: el universal
de referencia puede ser el conjunto de las organizaciones colombianas, lo particu-
lar puede ser el conjunto de las organizaciones empresariales colombianas, lo
singular puede ser una empresa colombiana y lo peculiar se evidencia en hechos
aleatorios que determinan su dinámica propia. Los niveles mencionados no son
absolutos, sino relativos de acuerdo con un contexto de referencia. En nuestro
ejemplo, el conjunto de organizaciones colombianas puede ser lo singular de un
particular (conjunto de organizaciones latinoamericanas) o de un universal (con-
junto de organizaciones mundiales); y todas dicho conjunto, en tanto singular,
podrá tener su peculiaridad producto del azar.
Luego de esta precisión, podemos afirmar que para prácticamente todos los
autores consultados la clínica es una forma de acercamiento científico a lo sin-
gular (Foucault, 2001a; Piaget, 2008; Lhuilier, en Bendassolli y Soboll, 2011), es-
pecíficamente a lo singular subjetivo. Es fundamental el papel de la disciplina
médica en la constitución de las ciencias del hombre, pues, como ya se men-
cionó, cada hombre puede ser “sujeto y objeto de conocimiento a la vez” (Fou-
cault, 2001a, p. 277).
Como ya se ha dicho, el método clínico es un método científico que puede
utilizarse para intervenir en una situación concreta con el propósito de generar
conocimiento científico, transformar, formar, o acompañar a un sujeto en un pro-
ceso de ascesis subjetiva (Lopera y otros, 2010a). Domahidy-Dami y Banks-Leite
(2002), plantean que el método clínico es fundamentalmente cualitativo y ha
36
El psicoanálisis milleriano retoma las tres categorías propuestas por Aristóteles: universal, particular,
singular. Consideramos que la adición de una cuarta categoría que realiza Ramírez (2012, ens. 22) con el con-
cepto de lo peculiar y su relación con el azar, posibilita comprender mejor lo que psicoanalistas como Bus-
tamante (2013) intentan mostrar con el concepto de lo singular. Bustamante presenta como ejemplos de lo
singular un monstruo, en la literatura fantástica, o un síntoma, en el campo psicoanalítico, pero hay otro nivel
(que él no llama de ninguna manera general) que es el de lo peculiar, el de la diferencia, el de aquello que no
puede ser nombrado específicamente.
52
Clínica analítica
sido utilizado por psicólogos de la talla de Binet y Gesell para desarrollar sus
avances teóricos. Allí mismo traen una cita de Gesell en El niño de 5 a 10 años, a
propósito del tema: “El espíritu y la técnica de nuestros métodos han sido clíni-
cos más que estadísticos y rigurosamente experimentales” (p. 398). La idea de
generar conocimiento científico a partir del método clínico es contraria a la idea
aristotélica según la cual no hay ciencia de lo individual. Sin embargo, la ciencia busca
la generalización, y es posible hacer generalizaciones sobre un individuo como
cuando se hacen afirmaciones generales sobre una persona, sobre un grupo o
sobre un colectivo; por lo tanto, consideramos que sí es posible hacer ciencia
de lo individual. Ejemplos de ello son el estudio de caso único o la geología
y la selenología (cf. Arendt, 1974). La relación entre generalización y singula-
rización está presente en el debate sobre el método clínico. En este sentido,
Conde (2002)37 afirma: “La generalización de los análisis clínicos, de la medicina
de laboratorio, en su dimensión poblacional, requiere en su aplicación singular
en cada sujeto de la perspectiva cualitativa, de la perspectiva que recupera la
historia singular de cada uno de ellos” (p. 404). Por su parte, Bustamante (2013)
afirma que a la ciencia no solo le interesa la generalización, sino también el caso
por caso, el hecho particular, la singularización, tanto para realizar una falsación
como una aplicación. Para este autor la diferencia entre la ciencia y el psicoa-
nálisis radica es en la función que ocupa cada caso en uno y otro campo: en la
ciencia, lo singular se toma como medio para llegar a la generalización, mientras
que en el psicoanálisis lo singular es lo que se privilegia.
37
Véase también: Ilizástigui y Rodríguez (2010, p. 4), quienes explican que en medicina no se estudia la
enfermedad, por ser una abstracción, sino a cada persona, porque la enfermedad es nueva y diferente en cada
ser humano.
53
Capítulo 1
38
Existen diferentes formas de conceptualizar los procesos del método clínico, aunque todos en general
comparten las características que proponemos. Por ejemplo Ilizástigui y Rodríguez (2010) en la medicina: el
problema, la búsqueda de la información básica, la hipótesis o conjetura, la contrastación del diagnóstico
presuntivo, el diagnóstico de certeza que permitirá indicar la terapéutica. Asimismo, Bercherie (2009) dice que
la clínica clásica psiquiátrica pretendía describir exhaustivamente, analizar objetivamente y clasificar racional-
mente. Orejuela y otros (2012) plantean otra posible clasificación de los procesos del método clínico en el psi-
coanálisis: “como nos lo indica Dunker (2011) una propuesta clínica incluye una etiología, una semiología, una
diagnóstica y una terapéutica”. Compas y Gotlib (2003), en la psicología, hablan de cuatro elementos básicos
del pensamiento clínico: descripción, explicación, predicción y cambio. Godoy (1996) plantea que las princi-
pales tareas clínicas del psicólogo son: “clasificar, predecir e indicar el tratamiento; más adelante (1996) dirá
que son: “atender y comprender las demandas del cliente y de su entorno, explicar por qué se produce el o los
problemas que presenta y, si resulta necesario, indicar el tratamiento más apropiado”. Bobadilla (s. f.), desde la
perspectiva de la enseñanza del derecho, propone los siguientes procesos para la implementación del método
clínico: determinar la situación del cliente; diagnóstico; identificación, desarrollo y evaluación de soluciones
posibles; toma de decisiones (elaboración del plan de trabajo); implementación jurídica (ejecución del plan de
trabajo); evaluación.
54
Clínica analítica
39
De acuerdo con Bercherie (2009), Pinel funda la clínica al plantear un nuevo método de observación en
el cual se plantea una distancia fundamental entre observación y explicación.
40
Recordemos que el método analítico se compone de cuatro procesos: entender, criticar, contrastar e
incorporar. Los cuatro procesos del método clínico que proponemos aquí, están basados en los del método
analítico, pero se especifican para lo que los autores consultados a lo largo de esta investigación nombran
como método clínico (Ramírez, 1991).
41
Desde una perspectiva analítica (Ramírez, 2012), el método clínico se pone en práctica mediante las
acciones que realiza el analítico: escuchar, analizar e intervenir. Nosotros nos basamos en ellas, pero hablamos
de los procesos de escuchar, formalizar, conjeturar e intervenir, considerando que el análisis es transversal.
42
La intuición ha sido conceptualizada por Lopera y otros (2010a) en tres sentidos: como una facultad (la
capacidad de intuir), como un proceso (el proceso mediante el cual se llega a una intuición y como una percep-
ción inmediata de una situación (el resultado del proceso de intuir). Estos autores muestran que la intuición,
lejos de ser un asunto irracional o mágico, como podría tomarse, es una de las formas del pensamiento que
más se utilizan en la vida cotidiana y laboral. La intuición es un tema poco explorado en psicología, pero cada
vez adquiere mayor importancia en el mundo debido especialmente a los trabajos sobre la toma de decisiones
de autores como Daniel Kahneman, Gary Klein y Gerd Gigerenzer (cf. Brockman, 2013).
55
Capítulo 1
43
Como característica fundamental del método clínico señala Aguiar (2001) el hecho de ser una forma de
intervenir a la misma vez que se investiga. Pero a diferencia de nuestra propuesta, considera que el método
clínico se opone a cualquier generalización. Además dice que este método se subsume en el de método psicoa-
nalítico, evitando así precisar sus puntos de diferencia.
56
Clínica analítica
44
Sobre lo fractal véase: Mandelbrot, 1996; Ramírez, 2012, ens. 55, 56, 57, 76, 233, 234 y 235; Lopera y otros,
2010a; Talanquer (1996); Deleuze y Guattari (1997); Manrique, 2008.
45
Esquemáticamente diremos que lo real es la materia, aquello de lo que está compuesto todo lo que existe
(ejemplo, el caos originario, o el material del que está hecha una silla); lo formal es lo que informa a lo real, lo
que delimita y especifica a lo real (por ejemplo, las articulaciones que permiten que el caos se organice, o la
forma de la silla); lo imaginario es la representación de un objeto compuesto de materia y forma (por ejemplo,
el reflejo de una cosa en el agua, o la imagen de un objeto en la retina y el cerebro de un ser vivo); lo simbólico
es la palabra, el lenguaje propiamente humano que permite representar un objeto en ausencia de ese objeto
(por ejemplo, la palabra “silla”). Para una mayor precisión sobre estos conceptos, remitimos al lector a Ramírez
(2012).
57
Capítulo 1
(lo explícito), sino que escucha los significados (lo implícito) que aparecen en una
situación; tiene olfato, capta la esencia del caso; pone en juego su “ojo clínico”, o
intuición, observando aquellos detalles que para otros pasan desapercibidos; le
gusta lo que hace: investigar para llegar a saber; saborea el saber; y todo ello lo
hace con tacto, teniendo en cuenta el kairós, el momento oportuno, respetando el
momento (timing). En nuestra propuesta, la escucha no es exclusiva del clínico,
pues el proceso de acompañamiento del clínico permite que el sujeto (indivi-
dual, grupal o colectivo) aprenda a escuchar su propio discurso.
En última instancia, la escucha clínica es una escucha de indicios discursivos
que en medicina, por ejemplo, se llaman signos (lo que observa el médico) y
síntomas (lo que refiere el paciente). Como se mencionó anteriormente, para
Carlo Ginzburg (en Eco y Sebeok, 1989), el método clínico hace parte del llamado
paradigma indiciario. Un indicio es una huella que ha quedado como efecto del
devenir de un proceso más complejo. En el mundo humano, dicha huella es
una marca significante, que hace parte de un discurso. En el método clínico, se
escuchan los indicios para conocer lo que no es evidente “a simple vista”, para
hacer explícito lo implícito (Piaget, 2008), para hacer consciente lo inconsciente
(Freud, 2009).
Formalizar: Es un proceder que incluye el proceso de diagnosticar, pero que va
más allá de él. Según el diccionario (RAE, 2014), diagnosticar es “recoger y analizar
datos para evaluar problemas de diversa naturaleza”. La diagnosis en biología es
la “descripción característica y diferencial abreviada de una especie, género, etc.”.
Proviene del vocablo griego diagnostike, que a su vez deriva de “diagignoskein ‘dis-
tinguir’, ‘discernir’, ‘discriminar’, compuesto por el prefijo dia- ‘a través’ (como en
diáfano) y gignoskein ‘conocer’. Este verbo griego proviene de la raíz indoeuropea
gno-, que también dio origen al latín cognoscere (conocer)” (Soca, 2007). Diagnós-
tico adquirió paulatinamente el sentido de “arte de identificar una enfermedad
a través de los signos y síntomas que el paciente presenta” (Soca, 2007; APA,
2010), pero como podemos observar, diagnóstico es un concepto que se refiere
fundamentalmente a operaciones intelectuales como conocer, describir, discer-
nir, clasificar, que son tan generales que se aplican en cualquier campo de la vida
humana y que son necesarias para ordenar el mundo (Pulice, Manson y Zeliz,
2001). Por lo anterior, es claro por qué Piaget (2008) afirma que “la esencia del
método clínico consiste […] en discernir el buen grano de la cizaña y en situar
cada respuesta en su contexto mental” (p. 18), ubicando como rasgo esencial del
método clínico el discernimiento y la clasificación.
58
Clínica analítica
creemos ver en este punto la más profunda particularidad del “método indiciario”: el
mantener abierto en su práctica habitual el estatuto de lo singular hasta ese momento
no nomenclado. O sea, incluye dentro de las operaciones y técnicas de su práctica el
abordaje metódico de lo “sorprendente”, lo imprevisto, lo anómalo, lo aún no codificado,
lo real… (Pulice y otros, 2001, p. 95).
46
Cf. Lewontin, Rose y Kamin (1996). En general, esta obra muestra diferentes casos de utilización de diag-
nósticos basados en el determinismo genético como manera de exclusión social. Véase también el libro La falsa
medida del hombre, de Gould (2009).
59
Capítulo 1
60
Clínica analítica
Consideramos que una palabra más general y más precisa para nombrar este
proceso es conjeturar, entendida como “formar juicio de algo por indicios y obser-
vaciones” (RAE, 2014). Es un grado o nivel superior de análisis y formalización junto
con la teorización que se da en un segundo momento. Definimos el conjeturar
como el hecho de formar juicios sobre un caso y su devenir (pasado, presente
y futuro) mediante la escucha de indicios, su interpretación y análisis. Para lo-
grar esto, nos dice Piaget, el método clínico se constituye como un método de
interrogación que implica una fineza de interpretación, y por lo cual incorporar el
método clínico no es fácil; requiere de un proceso arduo y largo (Piaget, 2008). Al
escuchar el discurso, analizarlo, describir el caso, lo interpretamos formando una
serie de conjeturas acerca de su estado actual, de aquellos elementos y procesos
que originaron dicha situación y de las posibles consecuencias que se despren-
derán de ella según distintos cursos de acción. En este sentido, nos parece útil
diferenciar pasado, pretérito, porvenir, futuro y presente. De acuerdo con Ramírez
(2012, ens. 51) el pasado está constituido por aquellas situaciones que ya ocurrie-
ron, por ejemplo, un evento puntual del nacimiento de una persona; por su parte
el pretérito incluye, además del pasado, el presente: el pretérito es aquello que ha
venido ocurriendo y que continúa desarrollándose, por ejemplo, la formación de
esa persona; el porvenir se refiere a aquellos acontecimientos que todavía no son,
y el futuro incluye al porvenir, en tanto es lo que ha venido ocurriendo y sigue suce-
diendo, por eso el futuro implica los acontecimientos que ya empezaron a ocurrir
pero todavía no son. El presente es la intersección entre el pretérito y el futuro, es
el momento que está siendo ahora.
El método clínico también se vale de los indicios para retrodecir, esto es, conje-
turar acerca de lo que ya ocurrió (cf. Ramírez, 2012, ens. 103; cf. Monsalve, 1992).
En muchas oportunidades no es posible predecir lo que ocurrirá, pero sí retrodecir
los factores determinantes de lo que ocurrió, para comprender el fenómeno y
para anticipar lo que puede ocurrir en casos similares.
En la ciencia es frecuente conjeturar acerca de las condiciones pasadas y pre-
téritas determinantes de un evento, lo cual se conoce como retrodicción47 (por
ejemplo, la teoría del Big Bang, según la cual se conjetura cómo se creó el uni-
verso; o la teoría de la evolución, a partir de la cual se conjetura cómo se forma-
ron las especies y cuál fue el origen del hombre; o el psicoanálisis, que pretende
47
Otros autores hablan de retroducción, trocando la i por la u y emparentando este método con la abducción
(cf. Eco y Sebeok, 1989, p. 64).
61
Capítulo 1
62
Clínica analítica
que cuentan con un mayor grado de certeza, sus conclusiones son conjeturales.
Según Fuks y otros (2009), mediante la abducción se propone una regla (conjetura)
que explique los diferentes aspectos de un caso particular, y que luego podrá ser
sometida a contrastación. Los mismos autores citados plantean que el clínico
procede de una manera similar a como lo hace el detective: mediante la recopi-
lación de pistas en un terreno desconocido e incierto, trabajo que poco a poco va
adquiriendo una forma conjetural específica, como si se tratara de armar un rom-
pecabezas (Freud, 2009), hasta que cada pieza encaja en su lugar, teniendo en
cuenta como lo plantea Freud (2009), que la verosimilitud es diferente de la verdad.
De allí que sea tan importante para el clínico escuchar con todos los sentidos, de
una forma que podemos denominar intuitiva, fractal, con el fin de captar aquellos
detalles que muchas veces pasan desapercibidos para quien no está atento y que
revelan una organización compleja.
Intervenir: Intervenir es la forma general de tratar. El tratamiento en medicina
es “la aplicación de medidas apropiadas (p. ej., fármacos, cirugía, terapia) que se
diseñan para aliviar una condición patológica” (APA, 2010, p. 551). En esta misma
vía, una de las acepciones que trae el diccionario (RAE, 2014) es: “Conjunto de
medios que se emplean para curar o aliviar una enfermedad”. Pero, de nuevo
como en los casos anteriores, encontramos que esta no es la única acepción de
la palabra. Tratamiento también significa trato, en tanto “acción y efecto de tratar”,
y tratar se refiere entre otras acepciones a “manejar algo y usarlo materialmente”,
“manejar, gestionar o disponer algún negocio”, “proceder bien, o mal, con una
persona, de obra o de palabra”, “cuidar bien, o mal, a alguien, especialmente
en orden a la comida, vestido, etc.”, “conferir, discurrir o disputar de palabra o
por escrito sobre un asunto”. Dadas estas otras acepciones más generales de la
palabra tratar, consideramos que es posible hablar más ampliamente de intervenir
para referirnos a este cuarto proceso del método clínico. Intervenir es una palabra
compuesta por el prefijo inter-, entre, -venir, que significa venir, es decir, “venir
entre”, “tomar parte”, “mediar”, “sobrevenir, ocurrir, acontecer” (RAE, 2014), por
ejemplo, cuando una persona media entre otras dos que tienen un conflicto.48
Como mencionamos anteriormente, la contrastación es esencial en el mé-
todo científico para determinar la validez de una conjetura. La intervención es
una forma de contrastación, pues en ella se ponen en diálogo la práctica y la
48
Véase el capítulo 5.
63
Capítulo 1
49
Véase más adelante el apartado sobre la formación del clínico analítico.
64
Clínica analítica
50
Para profundizar en el tema de la responsabilización remitimos al lector a los ensayos de Carlos Arturo
Ramírez (2012, ens. 14, 15, 16, 17, 18).
65
Capítulo 1
Un hombre bien educado no necesita jefes ni supervisores; actúa por su cuenta y res-
ponde por sus actos: respeta los contratos y la palabra empeñada, se preocupa de los
fines y propósitos comunes e intenta colaborar en su realización, a la medida de sus
fuerzas y sus convicciones. No requiere amos: ni humanos ni divinos, y mucho menos
demoníacos, ni se deja dominar por las pasiones. No quiere ser esclavo ni de su propio
Yo (ens. 194).
66
Clínica analítica
del método. Ella recoge los conocimientos producidos por su aplicación, los or-
ganiza y articula permitiendo la reflexión y la crítica (análisis del discurso), y la
comunicación a otros para una contrastación, discursiva primero, y luego empí-
rica” (art. 16).
A diferencia del momento de la aplicación en el que se utiliza principalmente
una forma de razonamiento abductiva, durante el proceso de teorización de la práctica
clínica, se aplica el método inductivo (Bacon, 1975), entendido como una forma de
razonamiento que va de lo específico a lo general, y posteriormente, a partir de
la teoría planteada (generalización), puede usarse el método deductivo, que va de lo
general a lo específico, o el método hipotético-deductivo (Popper, 1980), que tiene una
de sus expresiones principales en el método experimental (Pasternac, 2003). De esta
manera los diversos métodos científicos pueden concebirse como complemen-
tarios, enriqueciendo con ello la práctica científica.
Si bien los dos momentos del método clínico (aplicación y teorización) no se
requieren el uno al otro, es posible concebir una dialéctica entre ellos: la interven-
ción teórica que, en un sentido general, es una intervención clínica sobre un sujeto
colectivo que puede ser una organización o comunidad y, en última instancia, la
humanidad entera. Basándose en Czarniawska, dicen Ángel y Cuesta (2001):
En otras palabras, se sugiere aquí que un texto que se publica tiene una inten-
cionalidad y una repercusión sobre la comunidad pues, contrario a lo que desde
ciertas visiones positivistas se cree, las teorías, las ideas, sustentan las acciones
(cf. Manrique, 2011b). De allí la importancia de la responsabilidad teórica que
han de tener los autores de publicar aquellas ideas que contribuyan al desarrollo
de la sociedad y de ser prudentes con aquellas ideas que sean nocivas para la
misma. En palabras de Ramírez (2012):
Siempre hay que evaluar las consecuencias e implicaciones prácticas de las teorías, an-
tes de transmitirlas. Esa es la responsabilidad teórica. Sobre muchos asuntos es mejor
callar: algunas veces por propia conveniencia, y otras por consideración a los demás. No
es tan fácil captar las incongruencias y problemas de planteamientos que a primera vista
parecen seductores y maravillosos (ens. 183).
67
Capítulo 1
68
Clínica analítica
que utiliza el método clínico en su oficio o trabajo con el propósito de cuidar (curar, en el sentido
foucaultiano del término) a un sujeto (individual, grupal o colectivo). A continuación anali-
zaremos esta definición.
Como hemos dicho en varias oportunidades, cuando se habla de clínica suele
mencionarse como sinónimo de intervención psicológica y esta, a su vez, de te-
rapia (cf. Trull y Phares, 2002). La clínica analítica es una práctica más amplia
que la terapia, aunque está directamente relacionada con la cura, entendida en
su sentido amplio como epimeleia, inquietud, cuidado del alma (cf. Lopera y otros,
2010b), elemento que ha acompañado a la clínica desde su nacimiento y que
Foucault desarrolla ampliamente en diferentes obras.51
Para que sea posible realizar una intervención en el sentido del cuidado que
proponemos, son necesarios unos aspectos fundamentales. Según Ramírez
(2012), los elementos fundamentales de la clínica analítica son el encuadre, esto
es, las condiciones básicas que permiten operar un dispositivo, para llegar a una
situación analítica. En cada dispositivo se utiliza el método analítico, que se actua-
liza en técnicas concretas y diferentes.
Todo dispositivo analítico (clínico) consta de los siguientes elementos (Lo-
pera y otros, 2010a): la verbalización, que realizan principalmente los sujetos con
quienes se interviene, la escucha del clínico analítico, el manejo de la transferencia,
y las intervenciones que realiza el analítico a partir de la escucha, el análisis y la
interpretación.52
Entre los dispositivos analíticos encontramos consultoría, asesoría, psicoterapia,53
conferencias, grupos de estudio u otra índole, cursos académicos, reuniones
(Ramírez, 2012, ens. 268); funciones administrativas; supervisión, prevención,
investigación y redacción (Trull y Phares, 2002). Como podemos observar, estas
actividades no se restringen a la terapia, ni se refieren únicamente a la patología,
sino que hacen parte de una práctica profesional general. Estas ideas están en
consonancia con Witmer (1907; cf. Fagan, 1996; Rico, 2009) y Lhuilier (en Ben-
dassolli y Soboll, 2011), para quienes el ejercicio de la clínica no está restringido
sólo al médico o al psicólogo, siempre y cuando el profesional tenga la debida
formación para ello.
51
Véase, por ejemplo: Foucault (l986a, 1986b, 1990, 2001b). También Nehamas (2005).
52
En el capítulo 3 se explican estos aspectos del dispositivo analítico (clínico).
53
A quien le interese profundizar desde una perspectiva crítica en el tema de la psicoterapia, puede con-
sultar: Lopera, Ramírez, Zuluaga, Ramírez, Henao, Carmona, 2014, pp. 183 y ss.
69
Capítulo 1
54
Sobre la diferencia entre metodologías y técnicas y véase: Conde Gutiérrez (2002, p. 396).
55
Ya Freud (2009) en ¿Pueden los legos ejercer el análisis? Diálogos con un juez imparcial, argumentaba algo similar
respecto al ejercicio que del psicoanálisis hacían los legos (no médicos), ejercicio que él apoyaba.
70
Clínica analítica
perspectiva, no se reduce a una serie de pasos que actuarían como una “receta”
a seguir para obtener un resultado determinado. Por el contrario, requiere poner
en práctica la docta ignorancia y la intuición, de manera que la persona en pro-
ceso de formación adquiera por sí misma –aunque con un guía si es pertinente–,
las habilidades técnicas necesarias. No obstante, el aspecto técnico no es sufi-
ciente, pues es necesario que el clínico forme su intuición a través de una ascesis
subjetiva (Lopera, 2014).56
De acuerdo con Domahidy-Dami y Banks-Leite (2002), Lagache, “psicólogo de
orientación psicoanalítica”, introduce en Francia el método clínico en la enseñanza
de la psicología en su texto La unidad de la psicología. Según los autores, Lagache
resumió la actitud metodológica del programa de psicología clínica de la siguiente
manera: “Analizar la conducta en una perspectiva propia, poner de relieve lo más
fielmente posible las formas de ser y de reaccionar de un ser humano concreto y
completo enfrentado a una situación, intentar establecer su sentido, su estruc-
tura y su génesis, descubrir los conflictos que la motivan y las vías por las que
se busca la resolución de los conflictos” (Lagache, citado en: Domahidy-Dami y
Banks-Leite, 2002, pp. 398-399). De acuerdo con los mismos autores, la actitud
clínica se forma teniendo en cuenta cuatro aspectos básicos que señala Reuchlin
(Domahidy-Dami y Banks-Leite, 2002, pp. 399-400, 411 y ss.):
• Estudio prolongado de casos individuales.
• Análisis de los datos predominantemente cualitativo.
• Generación de hipótesis globales para comprender un sujeto concreto.
• El uso de la intuición como principal herramienta.
Para Morales y Palacios (2011) la formación del clínico es gradual y se al-
canza a partir de la adquisición de conocimientos y habilidades que se van
consolidando desde el inicio de los estudios hasta una etapa posterior a la fi-
nalización de los mismos, cuando el clínico va consolidando su experiencia pro-
fesional hasta adquirir “la capacidad de generar ‘respuestas intuitivas’” (p. 16).
Propone una clasificación de los diferentes grados de formación que van desde
el principiante, quien tiene un “manejo de información básica y reglas inflexibles”,
56
El término ascesis es tomado por Lopera en la perspectiva de Foucault, para quien la ascesis se refiere
fundamentalmente a un ejercicio que realiza el sujeto sobre sí mismo, con el fin de modificarse y prepararse
para alcanzar su verdad. Diferenciamos así este tipo de ascesis de las prácticas ascéticas de renuncia de sí que
aparecen, por ejemplo, en el cristianismo, pues las que propone Foucault, y Lopera, en vez de una renuncia de
sí, implican un despliegue del ser.
71
Capítulo 1
57
Para Klein, el aprendizaje implícito es aquel aprendizaje que se produce de forma no consciente, no inten-
cional y cotidianamente. Considera que es el aprendizaje más eficaz porque se realiza de forma constante en
la vida del ser humano a la hora de aprender habilidades fundamentales, por ejemplo, aprender a hablar o a
calcular (distancias, pesos, medidas, etc.). Este tipo de aprendizaje conduce al saber tácito que es aquel tipo de
saber que no puede ser formalizado totalmente en palabras, según lo plantea Polanyi (1967). El aprendizaje
implícito es una metodología que está siendo investigada por nuestro grupo El método analítico y en Estados
Unidos por la comunidad científica denominada Naturalistic Decision Making que lidera Klein.
72
Clínica analítica
Hay que ir captando las sutilezas del momento, de la situación, e ir actuando conforme
con ello. Escuchar implica estar abierto a todos esos elementos casi imperceptibles
que sólo se captan en la experiencia misma; el análisis se dará consciente e incons-
cientemente, las asociaciones y articulaciones se realizarán y producirán conclusiones
y ocurrencias. Intervenir (actuar, hacer) representa una actualización de la decisión
–inconsciente o deliberada– de cómo orientar nuestra conducta en esa situación dada.
Si el escuchar y analizar han sido suficientes (en su fractalidad), la acción será una conse-
cuencia fluida y serena de ambos procesos que, a su vez, los determinará hacia el por-
venir. Es una dialéctica entre los tres procesos (¿trialéctica?) que, al volverse habitual, se
incorpora y se convierte en una actitud, una destreza o un saber hacer (techne) (Ramírez,
2011a, fab. 86).
73
Capítulo 1
74
Clínica analítica
Pero para lograr todo esto hay que atreverse (¡audere!) a escuchar las ocurrencias y a
dejarlas ocurrir, correr, realizarse, para poder saber (scire) a dónde conducen, y así cap-
tarlas; hay que abrirse primero a ellas (escucharlas) y luego tener la fortaleza, el poder,
la fuerza, la voluntad (potere) para llevarlas a cabo; y atreverse (audere) a realizarlas, a
75
Capítulo 1
76
Clínica analítica
77
Capítulo 2
EL SUJETO: DE LA INSTITUCIÓN
A LA ORGANIZACIÓN
A continuación nos proponemos mostrar cuáles son los fundamentos que nos
permiten hablar de la aplicación del método analítico, mediante dispositivos
clínicos, en las organizaciones. Comenzaremos hablando sobre la diferencia
existente entre institución y organización; continuaremos mostrando la relación
entre tales conceptos y el concepto de sujeto para arribar a la idea del hombre
como animal verbal, y finalizaremos con nuestra tesis acerca de la existencia de
sujetos individuales y plurales (grupales y colectivos).
1
Para revisar los conceptos de institución y organización, utilizaremos diferentes tradiciones epistemoló-
gicas (algunas, quizá, irreconciliables entre sí), sin privilegiar una en particular, y al final proponemos nuestras
propias definiciones basadas en aquellas.
79
Capítulo 2
80
El sujeto: de la institución a la organización
Por su parte, para Schvarstein (2001) las instituciones son “aquellos cuerpos
normativos jurídico culturales compuestos de ideas, valores, creencias, leyes
que determinan las formas de intercambio social” (p. 26), agrega que “una ins-
titución es un nivel de realidad social que define cuanto está establecido”, y
plantea como ejemplos de instituciones universales: “sexualidad, vejez, trabajo,
salario, tiempo libre, justicia, religión […] que se particularizan en cada sociedad
y en cada momento histórico” (p. 26). El término institución puede entenderse en
sentido activo y en sentido pasivo. De acuerdo con Schvarstein (2001), se habla
de instituir (activo) cuando se habla del proceso que genera como resultado lo
instituido (pasivo). Lo instituido, dice Schvarstein en el mismo lugar, es “aquello
que está establecido, el conjunto de normas y valores dominantes así como el
sistema de roles que constituyen el sostén de todo orden social” (p. 26). Lo insti-
tuyente es, pues, la capacidad de modificar lo instituido a partir, decimos nosotros,
del instituir. Lo instituyente es una fuerza “construida como protesta y negación
de lo instituido”, es el motor del cambio social (Schvarstein, 2001, p. 27). Para
este autor, las instituciones son abstracciones que se “materializan” en las organiza-
ciones, que son mediatizadoras entre las instituciones y los sujetos.
Schvarstein toma los conceptos anteriormente mencionados (instituido-ins-
tituyente) de Lapassade y Lourau quienes, según él, han caracterizado la institu-
ción de la siguiente manera (que transcribimos literalmente):
• el nivel de la realidad social que define cuanto está establecido; es el Estado
que hace la ley, pero también está presente en grupos y organizaciones;
• el producto de la institucionalización surgida de la confrontación entre lo
instituido y lo instituyente;
• presentadoras de una faz oculta, fruto de la represión social, que produce
el inconsciente social;
• el inconsciente político de la sociedad;
• árboles de regulaciones lógicas que regulan las actividades humanas, indi-
cando lo que está prohibido, lo que está permitido y lo que es diferente;
• cuerpos normativos jurídico-culturales compuestos por ideas, valores y
creencias, leyes que determinan las formas de intercambio social (Schvars-
tein, 1998, pp. 292-293).
Lapassade y Lourau (1973) definen la institución como “forma que adopta la re-
producción y la producción de relaciones sociales en un modo de producción dado”. Además,
81
Capítulo 2
2
Por ejemplo, los trabajos de lógica realizados por Aristóteles se compendiaron en una obra llamada
por Andrónico de Rodas Organon, debido a que se han considerado como una herramienta o método para las
reflexiones filosóficas y el estudio de la naturaleza.
82
El sujeto: de la institución a la organización
hacer. Los órganos son estructuras que hacen un trabajo o cumplen una función.
De allí proviene también el término griego ergon que significa trabajo, obra, acción y
que dio origen a palabras como “ergio”, “sinergia”. En efecto, podemos entender
que una organización es una herramienta para la consecución de fines determinados
a partir de una serie de acciones. En este sentido Hayek dice que la organización
“constituye el más inteligente y eficaz medio de conseguir determinados resulta-
dos conocidos y previsibles” (Hayek, 1994, p. 99).
Según el diccionario (RAE, 2014) organización es “disposición, arreglo, orden”;
también es la “acción y efecto de organizar u organizarse”. Igualmente, describe
la “disposición de los órganos de la vida, o manera de estar organizado el cuerpo
animal o vegetal” (RAE, 2014). En un sentido más específico, es la “asociación de
personas regulada por un conjunto de normas en función de determinados fines”
(RAE, 2001) o “unidades sociales (o agrupaciones humanas) construidas inten-
cionalmente y reconstruidas para alcanzar objetivos específicos” (Talcott Parsons
citado por Chiavenato, 2001, p. 44). En este sentido, Hayek (1994) plantea que el
uso del concepto organización con un significado restringido aplicado a un grupo
de personas que se reúne con la intención de lograr un fin, es relativamente
reciente, circunscrito a la modernidad en cabeza de algunos pensadores como
Locke, Kant, Comte. En inglés, dice, hacia 1790 aparece como vocablo técnico
para designar una “ordenación sistemática orientada al logro de determinado
fin” (Shorter Oxford Dictionary, citado por Hayek, 1994, p. 98). Además, agrega que
“al limitar aquí el uso del vocablo [organización] a la designación de un orden
creado o taxis, adoptamos la postura que en sociología, y especialmente en lo
que suele denominarse ‘teoría de la organización’, parece ser ya de uso general”
(Hayek, 1994, p. 99). López (2005) plantea que “dicho vocablo [organización] abarca
organizaciones productivas, de servicio, públicas y privadas; grandes, medianas y
pequeñas; con o sin ánimo de lucro, y, en general, cualquier orden social creado
intencionalmente para el logro de determinados objetivos, mediante el trabajo
humano y recursos materiales” (p. 16) y, a continuación, agrega que el término
que nos ocupa “abarcaría todo tipo de órdenes socio-técnicos creados con un
propósito determinado”, mientras que el término empresa se refiere a un tipo
especial de organizaciones “productivas o de servicio, de carácter privado y con
ánimo de lucro” (p. 17).
A propósito de este último concepto, nos parece muy afín a nuestra propuesta
la concepción sistémica planteada por Akcoff (referenciado por Toro, López y
Muñoz, 2006), que es aplicable a las organizaciones en general, para quien la
83
Capítulo 2
empresa tiene unos fines particulares pero está inscrita en un conjunto más am-
plio que es el conjunto de la sociedad, el cual tiene sus propios fines generales y,
a la vez, la empresa engloba a individuos que tienen sus propios intereses singu-
lares, de tal forma que concibe las empresas como “instrumentos para producir
y distribuir riqueza” (p. 9) con el propósito de satisfacer las necesidades no sólo
de los accionistas sino también de los otros sujetos implicados en sus opera-
ciones (trabajadores, directivos, clientes, proveedores, gobierno, sociedad, etc.)
señalando con ello la interdependencia de los actores (llamados stakeholders o
grupos de interés) que constituye el tejido social, el cual se construye y preserva
en la medida en que las organizaciones, la sociedad y los sujetos individuales se
hagan responsables al ser conscientes de los efectos de sus conductas sobre sí
mismos y sobre otros (Selznick, 1996).
En un sentido muy diferente al de Hayek, desde la perspectiva del pensa-
miento complejo, Morin (1994) plantea que la organización es un organismo
viviente que se auto-eco-organiza y auto-eco-produce. El principio de auto-eco-
organización se basa en la idea hologramática de que la parte está en el todo y que
el todo está en cada parte, principio antiguo que ha sido retomado actualmente
por la teoría matemática bajo la denominación de lo fractal (cf. Talanquer, 1996;
Ramírez, 2012). Una organización particular como lo es la empresa hace parte
del todo que es una organización mayor: la sociedad, y las leyes de la sociedad,
a su vez, están en el interior de la empresa e, incluso, en el interior de cada per-
sona. Para Morin (1994), el orden (repetición, constancia, invariabilidad, previsi-
bilidad) y el desorden (irregularidad, desviación, aleatoriedad, imprevisibilidad)
coexisten en la organización, lo cual es importante para su subsistencia, en una
constante auto (a sí misma), eco (con el entorno), organización (disposición de sus
elementos constitutivos). Sin orden (programa: rigidez) no hay duración, pero
sin desorden (estrategia: espontaneidad) no hay creatividad. Asimismo, la orga-
nización se auto, eco produce, cuando sus resultados (bienes, productos, servicios)
generan mayor demanda y, por lo tanto, mayor producción o, por el contrario,
generan baja o nula demanda y, en consecuencia, su extinción.
Por su parte, Arendt (1974), al hablar del principio de organización, enfatiza su fi-
nalidad de permitir al hombre actuar en conjunto: el principio general de organi-
zación “en sí no tiene nada que ver con el trabajo o con la labor, sino que debe su
origen a la esfera estrictamente política de la vida, al hecho de la capacidad del
hombre para actuar y hacerlo junto y de acuerdo con otros” (p. 166). Destaca que
el poder sólo surge a partir de la esfera política, entendida como un “espacio de
84
El sujeto: de la institución a la organización
aparición” del hombre constituido por el discurso y por la acción, esto es, por ac-
tos que generan novedades imprevisibles e incontrolables. La polis, dice, “no es la ciu-
dad estado en su situación física; es la organización de la gente tal como surge de
actuar y hablar juntos” (p. 262). El poder,3 afirma Arendt (1974), “solo es realidad
donde palabra y acto no se han separado” (p. 264), y agrega allí mismo que “surge
entre los hombres cuando actúan juntos y desaparece en el momento en que se
dispersan”. Malinowski (1984; cf. Ramírez, 2011b) considera que la organización
es un concepto esencial a la hora de estudiar la cultura de forma científica: “Con
el propósito de lograr cualquier objetivo o alcanzar un fin, los hombres deben
organizarse. […] la organización implica un esquema o estructura muy definidos,
cuyos principales factores son universales en tanto que son aplicables a todos
los grupos organizados” (p. 59).
Lhuilier plantea que existen diferentes definiciones de organización, unas
estáticas, y otras dinámicas; propone dos definiciones que lo ilustran: una or-
ganización es un “conjunto estructurado de papeles, de relaciones de poder, de
normas, establecido para responder a objetivos de producción de bienes o ser-
vicios. […] Pero una organización puede también ser retratada como una colo-
cación conjunta de recursos individuales teniendo en vista la realización de una
acción colectiva” (en Bendassolli y Soboll, 2011, p. 28). De manera similar, Anzieu
y Martin (2004) plantean que una organización, o grupo secundario, es “un sis-
tema social que funciona según las instituciones (jurídicas, económicas, políti-
cas, etc.), en el interior de un segmento particular de la realidad social (mercado,
administración, deportes, investigación científica, etc.)” (p. 27). Señalan que tam-
bién se entiende por organización “un conjunto de personas que persiguen fines
determinados, idénticos o complementarios; en derecho administrativo, es una
‘asociación’ si los fines no son lucrativos, una ‘sociedad’, en el caso contrario” y
“un conjunto de estructuras de funcionamiento que regulan las relaciones de las
personas que lo componen entre ellas (servicios, despachos, talleres, comités,
etc.), y que determinan más o menos las funciones de las personas” (p. 27). En
esta misma vía Lopera y otros (2010a) consideran que
3
Arendt (1974) diferencia el poder y la fuerza, diciendo que el primero se da en la reunión de los hombres
mediante el discurso y la acción, mientras que la segunda se da de manera individual en forma de capacidad
física o intelectual.
85
Capítulo 2
4
En los organismos vivos ocurre algo similar. Para Canguilhem, la salud consiste en la capacidad que
tiene un organismo de instituir nuevas normas de vida cuando sus condiciones así lo requieran (Canguilhem,
2009, pp. 149-150; cf. Lopera, 2014).
86
El sujeto: de la institución a la organización
5
Hayek (1994) propone que el uso del término organismo se restrinja a la designación de órdenes endóge-
nos o espontáneos (kosmos) generados en el ámbito de la biología, la economía y la cibernética tales como los
cuerpos animales, y que se restrinja el concepto de organización a los órdenes exógenos, artificiales o creados
intencionalmente con un fin determinado (taxis). Sin embargo, en el uso general y técnico es fácil encontrar que
se habla de organismos u órganos de control social; de organización para referirse a la sociedad en general (Arendt,
1974, p. 69; Morin, 1994, cap. 5); de organismo, para referirse a las organizaciones sociales (Scott, 2001, p. 178); y
de organizaciones físicas refiriéndose a un organismo vivo (cf. Morin, 1994, p. 51; RAE, 2014, “organización”), o a
la constitución de la psique humana (cf. Medina, 2007, p. 76).
87
Capítulo 2
(significados, sentido, significación, etc.) que les permiten llegar a ser “eviden-
tes”, “positivos”, y que estos soportes aparecen de diversas maneras que se articu-
lan entre sí, dialécticamente, como explicamos a continuación.
s ,AS INSTITUCIONES SE materializan en los implementos materiales que posibi-
litan su puesta en práctica: el organismo, los objetos físicos, las herramien-
tas materiales, las materias primas, los materiales, la infraestructura. Pero
la sola infraestructura no sirve de nada si no hay alguien que la utilice. Por
eso hablamos también de una serie de prácticas sociales realizadas por
sujetos que la teoría institucionalista denomina actores (Scott, 2001), los
cuales desempeñan diferentes roles.
s ,AS INSTITUCIONES EN TANTO DISCURSOS SE HACEN TANGIBLES EN LAS prácticas
sociales, las cuales se manifiestan en diversos grados. En principio, alguien
actúa (se comporta de acuerdo con) las instituciones de manera que las
experimenta (vivencia) para luego incorporarlas a lo que dice (formalizarlas en
cierto grado) y, por último, encarnarlas, hacerlas parte de su discurso singular y
de su alma.6 En ocasiones, lo primero es la incorporación de cierta institución
en lo que dice el sujeto, luego su actuación y experimentación para, después,
llegar a su encarnación. Ocurre que en el orden de las prácticas sociales,
algunas instituciones se encarnan en prácticas, costumbres, acciones que
los sujetos realizan por convicción. Pero también es claro que un sujeto
puede actuar de determinada manera (fingir un rol) o incorporar en su decir
cierta idea sin encarnarla (fungir un rol).7 Sin embargo, la sola práctica social
se queda corta para concretar las instituciones y el ser humano ha buscado
otra faceta que es la formalización.
s -UCHOS DE ESTOS DISCURSOS SE formalizan, esto es, se ponen en palabras, de
forma oral (tradición oral, habla), o por escrito. Hay instituciones implíci-
tas, que sólo se captan en niveles del discurso no dicho con palabras, o en
niveles inconscientes del discurso. En estos casos, la formalización ocurre
cuando el sujeto toma consciencia de las articulaciones (verbaciones) (Ra-
mírez, 2012, ens. 50) mediante la simbolización (representación en símbolos)
6
Véase la noción de alma, entendida como cultura encarnada en Lopera y otros (2010b).
7
Sobre el concepto encarnación, véase: Lopera y otros (2010b, pp. 208 y ss.). Véase también el concepto de
habitus de Pierre Bordieu, entendido como “sistemas perdurables y transponibles de esquemas de percepción,
apreciación y acción resultantes de la institución de lo social en los cuerpos (o en los individuos biológicos) […]”
(Bordieu, 1995, p. 87). Adicionalmente, sobre la diferencia entre fingir y fungir, véase: Ramírez (2011, ens. 424).
88
El sujeto: de la institución a la organización
8
Para una revisión detallada del proceso de concreción remitimos al libro Imaginación e invención de Gil-
bert Simondon (2013). Por otra parte, Selznick (1996) explica cómo la institucionalización toma forma de
“legalización”.
9
En esta investigación tomamos el sentido general de hombre, que designa a todos los seres de la especie
humana, incluyendo los géneros masculino (varón) y femenino (mujer).
89
Capítulo 2
Los griegos hablaron de Logos y los latinos de Verbum para referirse al principio
universal articulante (espíritu).10 Dicho principio se manifiesta en diferentes registros
de la realidad, como lo son el material, el formal, el imaginario y el simbólico
(Ramírez, 2012, ens. 52; 2011a, art. 22). Si imaginamos la materia más elemental,
por ejemplo un protón o un neutrón, encontramos que tiene una estructura, esto
es, una serie de elementos (quarks) que se rigen a partir de normas determinadas.
Otro ejemplo es un organismo vivo en el cual opera, además de la lógica (de logos,
articulación, espíritu, e -ica, estructura) de lo material, una lógica de lo imagina-
rio, esto es, además de las articulaciones entre los elementos materiales y forma-
les, se da una articulación de ellos con elementos imaginarios: huellas mnémicas,
sensación, percepción, etc., que determina una serie de aspectos que se conside-
ran normales.11 En un nivel superior, se encuentra el ser humano, quien además de
regirse por los tres tipos de lógica mencionados, halla un nuevo nivel de articu-
lación, una nueva forma de manifestación del Logos (Verbum) mediante el registro
simbólico, en el cual reside la capacidad del hombre de manipular símbolos a par-
tir de una serie de normas, formando con ello un sistema simbólico, constituido
por signos lingüísticos (Benveniste, 1979). Se posibilita también un sistema de
intercambios sociales basados en leyes fundamentales del parentesco (cf. Lévi-
Strauss, 1983; Freud, 2009) que implican un pacto simbólico (Ramírez, 2012, ens.
54; Zapata, 1995). Exploraremos este nivel simbólico con el fin de mostrar cuál es
la relación del Logos (Verbum) con las instituciones, las organizaciones y el sujeto.
Para Deaño (2007) un cálculo puede definirse como un sistema de signos con
reglas de formación y transformación. Para Ramírez (2011a, fab. 89) una teoría es
una combinación de reglas de juego y será un lenguaje12 si además tiene reglas de
interpretación. El lenguaje es la condición necesaria (aunque no suficiente) para
10
Sobre el concepto de Logos entendido como principio universal articulante, véase: Ramírez, 2012, ens.
141 y 142; Lopera y otros, 2010b, pp. 132-133.
11
Georges Canguilhem (2009) afirma literalmente: “Lo característico de la salud, es la posibilidad de supe-
rar la norma que define lo momentáneamente normal, la posibilidad de tolerar infracciones a la norma habitual
instituir normas nuevas en situaciones nuevas” (pp. 149-150; cf. Lopera, 2014; Bendassolli y Soboll, 2011, pp.
10, 15.). Por su parte Friedrich Hayek (1994) habla de ciertas reglas abstractas que gobiernan el comportamiento
humano, de manera no-consciente. Dichas reglas abstractas, dice, no son producto de la mente humana, sino
constitutivas de ella, son anteriores a ella. Gran parte de los aspectos por los cuales actuamos, dice, son desco-
nocidos, pero eficaces. Nuestra posición en la presente propuesta es que en el registro simbólico propio del ser
humano, si bien existen reglas abstractas que escapan al control voluntario, el hombre tiene ciertos grados de
libertad a partir de los cuales puede elegir y actuar para modificar hasta cierto punto sus condiciones de vida.
12
Para Lopera y otros (2010a) el lenguaje es la “estructura general”, la lengua es “un sistema de códigos con-
creto” y el habla es “el uso individual de ese sistema”.
90
El sujeto: de la institución a la organización
generar discurso, entendido éste, recordémoslo, como “toda expresión de una es-
tructura subjetiva” (Lopera y otros, 2010a, p. 136).13 Existen discursos instituyentes
como el lenguaje, la educación, la sexualidad, la familia, la salud, la economía,
etc., y existen discursos instituidos que son la repetición de lo ya fundado.
[…] la cultura humana –me refiero a todo aquello en lo cual la vida humana se ha
elevado por encima de sus condiciones animales y se distingue de la vida animal […]
muestra al observador, según es notorio, dos aspectos. Por un lado, abarca todo el saber
y poder-hacer que los hombres han adquirido para gobernar las fuerzas de la naturaleza
y arrancarle bienes que satisfagan sus necesidades; por el otro, comprende todas las
normas necesarias para regular los vínculos recíprocos entre los hombres y, en particu-
lar, la distribución de los bienes asequibles (p. 6).
13
Es importante recordar que el discurso se funda en el lenguaje simbólico, pero no se reduce a él, ya que
implica además aspectos reales, formales e imaginarios. Para una discusión respecto diferentes propuestas de
análisis del discurso desde una perspectiva crítica, véase: Londoño-Vásquez & Bermúdez-Restrepo (2013).
14
En el diccionario (RAE, 2014) se encuentra una definición de sociedad muy similar a la de organización:
“Agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de cada uno de sus individuos,
con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación todos o alguno de los fines de la vida”. En consonancia
con ella, Hannah Arendt (1974) desde la perspectiva de lo privado y lo público, que no desarrollaremos en la
presente propuesta, sostiene que la sociedad es un fenómeno predominantemente moderno en tanto su esen-
cia es llevar al plano de lo público lo que en la antigüedad permanecía en el plano de lo privado, a saber: las
labores domésticas propias para la conservación de la vida. Plantea una definición de sociedad compatible con la
que proponemos: “La sociedad constituye la organización pública del propio proceso de la vida”, dice que las
comunidades modernas son sociedades de trabajadores y empleados, cuya actividad sirve fundamentalmente
para mantener la vida. Finalmente, agrega en el mismo lugar que “la sociedad es la forma en que la mutua de-
pendencia en beneficio de la vida y nada más adquiere público significado, donde las actividades relacionadas
con la pura supervivencia se permiten aparecer en público” (p. 69).
91
Capítulo 2
92
El sujeto: de la institución a la organización
15
Aquí Logos, Verbum (Razón) se entiende en su sentido básico como “principio universal articulante”, es-
píritu, y no en el sentido restringido de facultad para razonar (cf. Ramírez, 2012, ens. 141 y 142; Lopera y otros,
2010b, pp. 132-133).
16
Nos encontramos así ante una paradoja: el sujeto es producto de lo discursivo (además de lo biológico,
lo ocasional y el libre albedrío), y el discurso es producto del sujeto. Pero no entraremos a debatir qué fue
primero; para nuestros propósitos basta señalar que se da una relación dialéctica entre estos aspectos.
17
Benveniste (1979) dice que los animales, a diferencia de los seres humanos que poseen signos lingüísti-
cos, permanecen en el mundo de las señales.
93
Capítulo 2
individuo que asciende desde su ser natural hasta lo espiritual encuentra en el idioma,
costumbres e instituciones de su pueblo una sustancia dada que debe hacer suya de un
modo análogo a como adquiere el lenguaje. En este sentido el individuo se encuentra
constantemente en el camino de la formación y de la superación de su naturalidad, ya
que el mundo en el que va entrando está conformado humanamente en lenguaje y cos-
tumbres. Hegel acentúa el hecho de que es en éste su mundo donde un pueblo se da a sí
mismo la existencia. Lo que él es en sí mismo lo ha elaborado y puesto desde sí mismo.
Con ello queda claro que no es la enajenación como tal, sino el retorno a sí, que implica
por supuesto enajenación, lo que constituye la esencia de la formación (p. 43).
Evocamos aquí también el principio hologramático del que habla Morin (1994),
según el cual la parte está en el todo y el todo está en la parte. La sociedad,
dice, imprime en la infancia a cada ser humano sus leyes de funcionamiento a
través de la educación en niveles diferentes como el familiar, el escolar, el uni-
versitario. También evocamos la llamada ley de la doble formación enunciada por
Vygotski (1989), según la cual el ser humano, al nacer, entra en una primera fase
de formación a medida que va internalizando (incorporando) la cultura, que le
preexiste y es externa a él y, posteriormente, en una segunda fase (una vez se ha
apropiado de la cultura con ayuda de las herramientas lingüísticas) contribuye
al desarrollo de la misma cultura que determinó su formación como humano y, a
la vez, a la formación de otros hombres. Esta es, en efecto, otra forma de aludir
al proceso dialéctico que mencionamos anteriormente y que analizaremos más
detenidamente.
Tal proceso dialéctico se presenta según tres aspectos: el proceso de estructura-
ción, que es el proceso a través del cual el ser humano se convierte en sujeto; la
estructura, que es el resultado dinámico y flexible de dicho proceso, esto es, el
sujeto que efectivamente se constituye en su singularidad y con sus peculiarida-
des características (que son producto del azar); y los efectos, que son los discursos
(expresiones subjetivas) tales como actos de habla, acciones, costumbres, obras,
libros, construcciones, etc., generados a partir de la estructura subjetiva ya cons-
tituida (Lopera y otros, 2010b).
Respecto al proceso de estructuración, al nacer el hombre, el organismo humano
(carne) poco a poco encarna la cultura (logos, espíritu) a partir de sus reflejos,
hábitos y capacidad de imitación (Piaget, 1999). Gradualmente, el organismo va
madurando y va adquiriendo mayor control de sus movimientos a la vez que
aprende, por imitación, movimientos, gestos y sonidos. Para Tomasello (2007),
lo fundamental característico del ser humano ocurre luego de los nueve meses
94
El sujeto: de la institución a la organización
cuando el niño se comprende como un ser intencional, agente causal y, por iden-
tificación, comprende que los otros seres humanos son seres intencionales. La
imitación se convierte en imitación diferida, y con ello atestigua la adquisición
del símbolo y se reafirma con el juego simbólico. Símbolo y signo son fundamen-
tales para el desarrollo, ambos se caracterizan por la relación entre significante
y significado, natural en el primer caso, arbitraria, convencional y colectiva en
el segundo (Piaget, 1999). La maduración biológica, el ejercicio funcional y los
cuidados de las figuras parentales, capacitan al ser humano para encarnar dife-
rentes instituciones culturales, siendo el lenguaje articulado (signos articulados
mediante leyes) la principal de ellas, dado que este se constituye en una herra-
mienta de construcción y mediación del sí mismo y del mundo social (Vygotski,
2001). Luego de la adquisición del lenguaje, el ser humano incorpora discursos
fundantes sobre la alimentación, la salud, la educación, la familia, la moral, la
economía, el trabajo, la ciencia, la religión, entre otros.
En un principio, dicha incorporación es generalmente acrítica, imitativa, re-
petitiva, y lo conduce a una alienación, proceso inicial para el desarrollo óptimo
y la constitución como sujeto. Posteriormente, el ser humano comienza a buscar
entender la razón (logos), el porqué de los fenómenos naturales y sociales; ade-
más, comienza efectivamente a entender y a cuestionar algunas de las costum-
bres, comportamientos, teorías que le han sido transmitidos, tomando así una
distancia que no necesariamente expresa desacuerdo, sino más bien un examen
crítico para llegar a una toma de posición, haciendo uso de su razón (logos) y su liber-
tad. En este punto, podríamos decir que se ha constituido la estructura subjetiva.
En este sentido, nos parece apropiada la definición de estructuras institucionales
que dan Barley y Tolbert, la cual es citada y comentada por Scott (2001): “Las es-
tructuras pueden ser entendidas como ‘acumulaciones históricas de prácticas y
comprensiones pasadas que establecen las condiciones sobre la acción’ […], las
cuales preexisten a la acción, pero que a la vez son afectadas por ella” (p. 200). Si
bien esta definición se refiere específicamente a las estructuras institucionales,
es interesante notar que es compatible con una definición de las estructuras
subjetivas o psicológicas individuales. La diferencia entre otras propuestas insti-
tucionales y la nuestra está dada por el énfasis puesto en el concepto de discurso,
al entender la institución como un discurso fundante.
Este proceso dialéctico de subjetivación no es lineal, ya que cada uno de
los elementos (estructuración, estructura y efectos) se ve influido por los otros
dos. Además, es gradual, porque no se puede esperar que un ser humano se
95
Capítulo 2
constituya como sujeto de un día para otro, y ni siquiera sería posible afirmar
que un sujeto ya está terminado: es un proceso que continúa durante toda la
vida. En efecto, si bien en un primer momento es fundamental la adquisición
del lenguaje articulado (ingreso del ser humano a la cultura), y las vicisitudes de
este proceso determinarán para cada persona cierta estructura subjetiva (no es
equivalente en su comportamiento social un ser humano que no haya adquirido
el lenguaje que aquel que sí lo haya hecho), durante toda la vida el ser humano
vive procesos de enajenación-sujetación y de desenajenación-subjetivación. Por
ejemplo, cuando una persona ingresa a trabajar a una empresa, se encuentra allí
con una cierta configuración de valores, prácticas, actitudes (en general, discur-
sos), que podrán ser más o menos afines con su propio discurso. En este caso,
quizá en un inicio, actúa por imitación, de forma enajenada, para luego entender
la lógica de esa organización particular y tomar una posición respecto a ella, ge-
nerando efectos como su participación activa en las actividades laborales con un
alto rendimiento y sentido de pertenencia hacia la organización o, por el contra-
rio, una participación pasiva, sin sentido de pertenencia y solo motivada por el
temor a perder su empleo.
En última instancia –y esta es una de nuestras tesis– un sujeto puede enten-
derse como una organización porque es la encarnación de una serie de instituciones,
es decir, de discursos fundantes en torno a los cuales existen acuerdos tácitos o
explícitos que estructura la sociedad. Y también planteamos que la organización
puede tomarse como un sujeto porque es un ente racional que actúa, genera efec-
tos en el ambiente a partir de una estructura particular que ha sido producida en
un proceso de estructuración con vicisitudes singulares. Por eso –es otra de nues-
tras tesis– hablamos de un sujeto singular (una persona) o plural (un grupo, una
comunidad, una organización). A continuación desarrollaremos esta última idea.
96
El sujeto: de la institución a la organización
a las de la suma de las personas singulares que los componen.18 Freud (2009)
plantea que el comportamiento de los sujetos que conforman una masa con bajo
grado de organización incluye características de regresión a un estadio anterior
como “debilitamiento de la capacidad intelectual, desinhibición de los afectos,
incapacidad de moderarse y de diferir la acción, tendencia a transgredir todas las
barreras en la exteriorización de los sentimientos y a su total descarga en la ac-
ción” (p. 111), mientras que las masas “de alta organización, artificiales”, pueden
adquirir “las propiedades de un individuo” (Freud, 2009, p. 109)19 y esta regresión
puede detenerse en gran medida en organizaciones como el ejército y la iglesia.20
Una organización puede ser un sujeto (individual, grupal o colectivo) conformado por
un conjunto de elementos. En el caso de una organización empresarial, dichos ele-
mentos son grupos. A su vez, un grupo es un sujeto grupal conformado por una serie
de sujetos individuales. Más adelante en el capítulo tres analizaremos qué es un
grupo;21 por el momento, bástenos con indicar que un grupo puede actuar como
masa, esto es, como un sujetado, un enajenado, un sujeto que ha reducido consi-
derablemente su capacidad de crítica, autonomía y libertad. Pero también tiene
la posibilidad de actuar como sujeto, esto es, conservando tales capacidades y
aplicándolas para examinar las instituciones y tomar una posición crítica, propo-
sitiva y responsable frente a ellas. Recordemos que la sujetación es un proceso
de enajenación (acrítica) a la moral colectiva, mientras que la subjetivación implica
una reflexión sobre dicha moral, esto es, una ética (Ramírez, 2012, ens. 20), que se
puede promover mediante el análisis del discurso.
18
Sobre el concepto de sujeto plural (grupal o colectivo), véase por ejemplo: Le Bon, quien habla de alma de
las masas (Freud, 2009). Tarde, para quien la clave del comportamiento colectivo es la imitación (Collier, Minton y Rey-
nolds, 1996). Durkheim, quien habla de una consciencia colectiva a la hora de referirse a los hechos sociales (Collier
y otros, 1996). McDougall, que se refiere a la mente grupal (Freud, 2009). Freud (2009), que habla de la vida anímica
colectiva. Foucault (2009), quien habla de un sujeto colectivo al referirse a la estructura de la experiencia clínica mé-
dica. Schvarstein (2001), quien habla de grupo-sujeto y organización-sujeto (por oposición a un grupo-objeto y a una
organización-objeto) para referirse a aquellas organizaciones que tienen una capacidad de actuar activamente,
desde sí, bien sea para modificar lo instituido o para defenderlo (plantea que el ejército es ejemplo de este
último tipo de organización. Bendassolli y Soboll (2011) quienes hablan de sujetos individuales o colectivos, en
el campo de las clínicas del trabajo, para referirse a la diferencia que hay en la acción que puede ejercer una per-
sona sola, o un grupo, ante diferentes situaciones laborales que atentan contra su identidad laboral. Asimismo,
Ramírez (2012) y Lopera y otros (2010b), hablan de sujeto individual, grupal y colectivo.
19
La cita textual corresponde a la obra de Freud titulada Psicología de las masas y análisis del yo.
20
Para revisar una crítica a este planteamiento de Freud, consúltese Bermúdez (2012a).
21
Véase el capítulo 3.
97
Capítulo 2
22
Aquí hablamos de este proceso de sujetación en un sujeto individual (una persona); en el capítulo cua-
tro explicaremos este mismo proceso en un sujeto plural.
98
El sujeto: de la institución a la organización
99
Capítulo 2
23
Véase el capítulo 5.
100
El sujeto: de la institución a la organización
sí, sin compartir lo pensado. A medida que la persona logra hacerse comprender,
la comunicación mejora y el sujeto se hace más partícipe del grupo y de la so-
ciedad. Un ejemplo puede ser un niño durante su proceso de aprender a hablar
o un sujeto que ingresa a un nuevo grupo y que poco a poco se incluye en este.
La responsabilización se da partir de la verbalización porque quien habla, muchas
veces es escuchado y, en tanto es escuchado, se compromete con su palabra,
mientras que quien lo escuchó le puede exigir que responda por lo expresado.
Además, el analítico promueve que todo sujeto hable a nombre propio, que deje
de desresponsabilizarse repitiendo lo que dijo su papá, su jefe, su amigo. En
última instancia, la verbalización propende a la subjetivación, que la persona o
el grupo actualice sus potencialidades como sujeto, que se singularice y asuma su
deseo dejando de culpar a otros por lo que “le pasa”, lo que “le hicieron”, lo que
“le hicieron hacer” (Ramírez, 2012, ens. 16; cf. Manrique y Gil, 2013). De allí la
necesidad de abrir espacios de participación en la organización, donde el sujeto
verbalice, como una posibilidad que tiene para singularizarse y desarrollarse.
La concepción de hombre como animal verbal, los diferentes niveles del
sujeto, el proceso de subjetivación y las implicaciones de la verbalización que
presentamos en este capítulo fundamentan una serie de prácticas de gestión
humana que se explicarán en el cuarto capítulo.
101
Capítulo 3
103
Capítulo 3
con un fin común (cf. Henao, 2008). Según el diccionario (RAE, 2014), un grupo
es una “pluralidad de seres o cosas que forman un conjunto, material o mental-
mente considerado”. En matemática, la palabra grupo designa “un conjunto de
elementos con unas reglas específicas que los estructuran” (Ramírez, 2011, art.
12). Aplicado a los seres humanos, un grupo es “una reunión de personas con un
propósito determinado” (Henao, 2008, p. 103).
Desde una perspectiva psicológica (APA, 2010), un grupo social se define como
“dos o más individuos interdependientes que influyen uno en el otro a través de
interacciones sociales que por lo común incluyen estructuras que involucran roles
y normas, un grado de cohesión y metas compartidas” (p. 234). Partiendo de esta
definición general, podemos entender que un grupo social implica necesariamente
la interacción entre sujetos individuales a partir de normas y roles que lo estruc-
turan como tal. En nuestra propuesta, más que de normas y roles hablaremos de
diferentes posiciones discursivas y de distintas funciones que abordaremos más
adelante. Para Anzieu y Martin (2004) el vocablo grupo se refiere a “conjuntos de
personas reunidas o que quieren y pueden reunirse” (p. 20), conjuntos que pueden
tomar diversas formas dependiendo de su estructuración, duración, número de
individuos, relaciones entre individuos, efectos de las creencias y las normas,
consciencia de los fines y acciones comunes. Según el estudio de Anzieu y Martin
(2004), los grupos se clasifican en cinco grandes categorías: muchedumbre, pan-
dilla, agrupación, grupo primario o pequeño, grupo secundario u organización;
las cuales explicamos a continuación siguiendo las ideas que aparecen en la
obra mencionada.
La muchedumbre tiene un grado de estructuración (organización interna y di-
ferenciación de funciones) muy débil, su duración puede ser desde algunos
minutos hasta algunos días, la compone un número grande de individuos, las
relaciones entre estos se da por el contagio de las emociones, las creencias y
normas tienen el efecto de irrumpir de forma latente, la consciencia de los fines
es débil y las acciones comunes oscilan entre la apatía o las acciones paroxís-
ticas. Desde nuestra perspectiva, la muchedumbre tiene rasgos de lo que Freud
(2009) denomina masa con bajo grado de organización: “Debilitamiento de la capa-
cidad intelectual, desinhibición de los afectos, incapacidad de moderarse y de
diferir la acción, tendencia a transgredir todas las barreras en la exteriorización
de los sentimientos y a su total descarga en la acción” (p. 111).
104
Clínica, grupo y organización
La pandilla, por su parte, tiene un grado de estructuración débil, tiene una du-
ración que oscila entre algunas horas a algunos meses,1 la constituye un número
pequeño de individuos, la relación entre individuos está determinada por la bús-
queda de parecido (identificación), las creencias y las normas tienen el efecto de
ser reforzadas, la consciencia de los fines es media y las acciones comunes son
espontáneas, pero carecen de importancia para el grupo. Podemos pensar que la
pandilla es un caso que ilustra lo que Schvarstein (2001) denomina grupo-objeto,
es decir, un grupo que no logra tomar distancia crítica de aquellas instituciones
que lo atraviesan, de manera que permanece en cierta forma alienado a ellas
debido a un bajo grado de consciencia.
En el tercer caso, la agrupación tiene un grado de estructuración medio, una
duración que oscila entre varias semanas y varios meses, el número de indivi-
duos puede ser pequeño, medio o grande, las relaciones entre los individuos
son superficiales, el efecto de las normas o creencias es de mantenimiento, la
consciencia de los fines oscila entre débil y media y las acciones comunes se
configuran como resistencia pasiva o como acciones limitadas.
En cuanto al grupo primario o pequeño, dicen Anzieu y Martin (2004) que la es-
tructuración es elevada, con una duración de tres días a diez años y un número
pequeño de individuos, quienes tienen una serie de relaciones humanas comple-
jas por medio de las cuales las normas y creencias tienen un efecto de cambio;
tiene una consciencia de los fines elevada y las acciones comunes son impor-
tantes, espontáneas e innovadoras. Luft (1992) plantea que el grupo pequeño se
caracteriza por permitir que sus integrantes tengan relaciones explícitas cara a
cara de manera que pueden tener una percepción los unos de los otros; por lo
tanto, dice, el número de miembros está entre cinco y quince. El grupo primario
o pequeño, corresponde en gran medida a lo que Schvarstein (2001) denomina
grupo-sujeto, que se caracteriza por tomar distancia mediante una actitud analítica
de las instituciones y otros grupos a los que se ha sujetado.
Desde la perspectiva de Ramírez (2012; cf. Lopera y otros, 2010a, 2010b), la
actitud analítica implica una capacidad del grupo, como totalidad y de cada in-
tegrante, para entender qué instituciones lo atraviesan (qué discursos lo deter-
minan), con el fin de tomar distancia de ellas para criticarlas y contrastar los
1
Es extraño que los autores (Anzieu y Martin) hablen de este tipo de medidas cronológicas, al parecer ar-
bitrarias, para clasificar los diferentes tipos de grupo. Nosotros retomamos lo que ellos dicen con una finalidad
ilustrativa y de contexto, pero no compartimos todos los aspectos que ellos proponen.
105
Capítulo 3
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Clínica, grupo y organización
la posición del otro e, incluso, por no tener lo suficientemente clara la propia po-
sición. Cuando se logran aclarar las posiciones, muchas veces lo que se encuentra
es que en el fondo hay un acuerdo. Pero también ocurre que luego de realizar todo
este proceso de análisis, se encuentran diferencias fundamentales, pero en este
caso es importante y útil definir claramente cuáles son los puntos de desacuerdo
y cuáles son sus razones. Esta claridad puede generar la posibilidad de convivir
en un nosotros que, precisamente, admite las diferencias individuales.
Para lograr tal grado de nostridad en un grupo es importante reconocer y te-
ner en cuenta cuatro aspectos planteado por Ramírez (2011, cav. 66): afinidades,
complementariedades, desarmónicos acordables e incompatibilidades. En toda
pareja, grupúsculo, grupo, equipo y organización existen aspectos afines entre sus
integrantes, son la parte común, que comparten. Asimismo existen aspectos diferen-
tes entre ellos, pero que son complementarios entre sí “y pueden constituir una
fortaleza en un nosotros de convivencia, trabajo o compañía” (Ramírez, 2011, cav.
66). Por otra parte, encontramos aspectos desarmónicos acordables, esto es, aspec-
tos que son disarmónicos pero que con cierta disposición de los integrantes se
pueden volver más armónicos. Por último, aparecen las incompatibilidades: “Ca-
racterísticas que por más que se intenta no se logran armonizar” (Ramírez, 2011,
cav. 66). Analizar cada uno de estos aspectos en un grupo posibilita fortalecer
sus afinidades, limar las asperezas y reconocer incompatibilidades con el fin de
aprender a manejarlas o, si fuera el caso, disolver el grupo.
Respecto al grupo secundario u organización, dicen los autores citados que tiene
un grado de estructuración muy elevado, lo que posibilita que dure desde varios
años a varios decenios, con un número de individuos medio o grande, basado
en relaciones funcionales, en el cual las creencias y las normas tiene un efecto
de inducción por presión, y donde la consciencia de los fines oscila entre débil
y elevada, generando acciones importantes, habituales y planificadas. Este tipo
de grupo corresponde en cierta medida a lo que Hayek (1994) denomina organi-
zación, que se caracteriza por ser un orden de tipo taxis, esto es, un orden que ha
sido planeado deliberadamente por el ser humano, por oposición a los órdenes
de tipo kosmos, que surgen de manera espontánea y cuya posibilidad de control
es limitada.
Aunque algunos de los elementos que utilizan Anzieu y Martin (2004) para
clasificar los grupos son poco precisos como el número de integrantes, y arbitra-
rios como la duración, nos parece interesante tener estas ideas como punto de
partida para una mejor comprensión de la propuesta de Ramírez (2011, art. 7; cf.
107
Capítulo 3
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Clínica, grupo y organización
las aprenden por observación, inferencia e imitación. Los grupos con estructura
formal se caracterizan porque la mayoría de las normas de funcionamiento son
creadas intencionalmente, explícitas y transmitidas a los miembros del grupo de
manera proposicional. Son ejemplos de grupos informales la familia, los grupos
de amigos.
Respecto a la duración, se habla de grupos estables cuando duran más allá de
la realización de una tarea concreta y puntual. En el caso contrario, se habla de
grupos transitorios. Se consideran grupos estables la familia, la empresa, etc. En
cambio, se consideran inestables aquellos grupos que se generan de manera
espontánea en una manifestación o protesta social, o un equipo de estudio o
trabajo que se conforma para una tarea puntual.
En cuanto a la cercanía, el grupo primario por excelencia es la familia, que es
el grupo fundamental en el cual, generalmente, nace y se desarrolla todo ser
humano, primero como hijo y luego como padre. Los grupos secundarios son los
otros grupos que se encargan en un segundo momento de la socialización del
ser humano en diferentes momentos de la vida: grupos escolares, laborales, te-
rapéuticos, etc.
109
Capítulo 3
mencionados como “un conjunto limitado de personas que tienen algo en co-
mún: una pregunta, un líder, un objetivo, y está organizado de tal forma que se
constituye como una nueva unidad con características propias”. De acuerdo con
lo dicho anteriormente, consideramos que la dinámica grupal está determinada
fundamentalmente por las fuerzas que lo atraviesan siendo estas de dos clases:
transferenciales e institucionales.2 Las transferenciales se refieren a los lazos
afectivos que determinan la mayor o menos cohesión del grupo.3
Al igual que un sujeto individual, un grupo o sujeto grupal puede ser anali-
zado a partir de su proceso de estructuración, la estructura resultante de dicho
proceso y los efectos que genera la estructura (cf. Bleger, 1996). En este sentido,
existen grupos cuyo proceso de estructuración ha estado marcado por la planea-
ción, la armonía, la claridad. Pero también encontramos grupos que se han con-
formado de manera espontánea, disarmónica, confusa. Cada una de las variables
que influencien ese proceso de estructuración de un sujeto grupal, tal y como
sucede en el caso del sujeto individual, dejarán una serie de huellas que aparece-
rán luego en la estructura y en los efectos. Encontramos grupos cuyas relaciones
transferenciales, si bien en todos los grupos son dinámicas, están marcadas por
una confianza básica, mientras que otros grupos manifiestan estructuras marca-
das por la desconfianza. Este rasgo estructural (confianza/desconfianza), además
de otros que puedan intervenir, puede generar efectos, o comportamientos gru-
pales, de creatividad y transcendencia, mientras que si predomina la descon-
fianza podrá generar efectos de inercia o transgresión.
Es interesante plantear otra investigación en la que se determinen las prin-
cipales variantes de la estructuración, la estructura y los efectos de los sujetos
grupales. Dicho tema excede los propósitos del presente trabajo. Por lo pronto,
podemos caracterizar algunos aspectos generales de la estructuración de los gru-
pos analíticos, tal y como la hemos experimentado hasta el momento.
Cuando se desea conformar un grupo analítico, varias personas se reúnen para
hablar respecto a los propósitos generales (la transmisión del método analítico)
y específicos que tendrá el grupo (cognoscitivos, transformativos, formativos o
2
Las fuerzas institucionales, hacen referencia a las diversas fuerzas instituidas e instituyentes que dinamizan
el grupo como tal, aspectos que ya se abordaron en el capítulo dos y que, por lo mismo, remitimos al lector a
dicho capítulo para una mejor comprensión.
3
Retomamos el concepto de transferencia originalmente planteado en el psicoanálisis y que consiste en
términos generales en una actualización en el momento presente de formas de relación afectiva vividas en la
infancia (cf. Freud, 2009). Véase más adelante el apartado 3.1.2.4.1 La transferencia.
110
Clínica, grupo y organización
ascéticos) (Lopera y otros, 2010a), el tema que los convoca, los objetivos, el ho-
rario y la frecuencia de las reuniones, número de integrantes, fecha de inicio,
lugar de desarrollo de las reuniones, entre otros aspectos. Esta primera reunión
tiene el carácter de encuadre.
Una circunstancia diferente ocurre cuando hay un grupo analítico ya confor-
mado y desea ingresar un nuevo miembro a él. En este caso el aspirante debe
formular una solicitud de ingreso a algunos de los integrantes del grupo. En un
primer momento el grupo analiza la pertinencia o no del ingreso de esa persona
teniendo en cuenta las razones que expone, así como el momento por el cual
está atravesando el grupo y el número de integrantes. Si se considera oportuno
un posible ingreso, el aspirante se entrevista con el coordinador en un encuentro
en el que se analizan con mayor profundidad las motivaciones e intereses del
aspirante, su disponibilidad horaria, la compatibilidad con el tema de trabajo del
grupo, su actitud de escucha. Igualmente, el coordinador contribuye a analizar y
a aclarar dudas que tenga el aspirante y le informa quiénes son los integrantes,
las reglas que se han ido instalando en el grupo, la importancia de la asistencia,
la puntualidad y, en general, las funciones y la responsabilidad que se espera de
quienes lo integran.
3.1.2.1 Funciones
En los grupos analíticos existen dos funciones que son la base de su estruc-
tura y su dinámica: el coordinador y los participantes. El coordinador es un co-
ordenador, esto es, alguien que contribuye a generar un tipo de orden grupal de
acuerdo con el “ordenador” o legislador principal que es el grupo: el grupo como
tal es quien crea y legitima sus propias reglas de funcionamiento, teniendo en
cuenta las normas sociales. En conexión con esta idea, dice Ramírez (2011): “El
poder se reparte entre el grupo como totalidad (incluyendo al coordinador) y el
coordinador, que puede perder su lugar cuando no sea fiel a su función. Las nor-
mas se deciden por consenso, y es el coordinador el que formaliza aquellas que
se quieren explicitar” (cav. 63). Adicionalmente, el coordinador, si bien posibilita
el trabajo, no es un “facilitador”, porque no es condescendiente con el grupo, por
el contrario contribuye a que el mismo grupo se responsabilice para que pueda
tener un buen desempeño grupal, aunque en ocasiones esta apuesta por la res-
ponsabilización genere inquietud y demande esfuerzo del grupo.
111
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Clínica, grupo y organización
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Capítulo 3
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Clínica, grupo y organización
Ese silencio magistral puede llegar a ser angustioso para el grupo, pero evidencia la
responsabilidad personal de cada uno en el proceso de formación: “si nadie habla es
(también) porque yo no hablo”. Actitudes como el callar del formador propenden a la
responsabilización del sujeto que, en último término, conducirían a la singularización,
al asumirse como sujeto singular de un deseo y un destino. (art. 19).
3.1.2.3 Roles
En todo grupo aparecen, además de las funciones y posiciones, los roles que,
aunque comunes, no son necesarios para su existencia, pues emergen sólo en
momentos específicos de la historia del grupo. Algunas de ellos son: asesor,
compilador, líder, chivo expiatorio. Veamos aspectos de cada una de ellos.
Para Ramírez (2011, transf. 23; fab. 103) el asesor es una quinta posición que
aparece en la estructura de algunos grupos, que es literalmente “quien se sienta
al lado” (como el médico clínico en sus orígenes que acompañaba al enfermo en
su lecho) y ayuda al sujeto grupal a explorar diferentes posiciones respecto a un
problema específico. El asesor analítico no necesariamente sabe sobre el tema
específico que le concierne al grupo, pero sí sobre el método, esto es, la vía me-
diante la cual puede explorarse en el propio sujeto y en otras fuentes las formas
de solución de una situación particular. Es frecuente encontrar un asesor en los
grupos de investigación, de formación, capacitación, etc., que es llamado por el
grupo a veces desde el principio de su conformación o durante el proceso.
Por su parte, el compilador (Ramírez, 2011, transf. 35), que generalmente es el
coordinador, busca articular temas orientando el orden del discurso y lo hace
dando (y, en ocasiones, quitando) la palabra en una secuencia determinada por
la dinámica de la sesión grupal. En algunos momentos es pertinente darle la
palabra a quien generalmente no lo hace aunque haya otros que lleven tiempo
esperando el uso de la misma. En otras ocasiones, es conveniente interrumpir
115
Capítulo 3
116
Clínica, grupo y organización
[…] la puesta en acto de la relación con el Otro, representante de la ley, en una repeti-
ción de las vicisitudes del proceso de sujetación, esto es, del ingreso a la cultura. Dicha
reviviscencia permite el análisis “en presencia” de la historia del sujeto, quien supone al
Otro encarnado en el analista, produciendo formaciones del inconsciente que develan
las huellas del discurso del Otro en su historia. (p. 37)
117
Capítulo 3
relación se evidencia en el tipo de relación que establece el sujeto con las figu-
ras de autoridad, representantes de la ley. La forma que adquiera dicha relación
en una situación actual es producto de una repetición de las circunstancias que
marcaron el ingreso a la cultura de determinado sujeto (proceso de sujetación).
Tener en cuenta esta característica de la transferencia es muy útil en el trabajo
con grupos porque permite comprender que muchas de las reacciones de cada
sujeto están dirigidas no a la persona como tal que cumple una determinada
función o que está ubicado en un lugar simbólico dado, sino a lo que representa
simbólicamente esa persona. El coordinador, en tanto figura de autoridad, re-
presenta la ley y los compañeros representan los pares con quienes se pueden
establecer relaciones de alianza o de rivalidad, mediadas por el deseo de obtener
la atención del coordinador (como si fueran hermanos que buscan el amor de los
padres).
En psicoanálisis, se habla de transferencia imaginaria y de transferencia simbólica
(Lacan, 2003). La transferencia es imaginaria cuando se basa en situaciones ima-
ginadas, en imágenes no socializadas adecuadamente, no analizadas, que gene-
ralmente producen fascinación o agresividad, sentimientos que hacen más difícil
tomar distancia de una situación con el fin de analizarla.
La transferencia simbólica, desde la perspectiva de Ramírez (2012a), posibi-
lita el análisis del discurso respecto a una situación determinada con el fin de
comprenderla y proponer alternativas, generando efectos de responsabilización
en los sujetos que participan del análisis. Un ejemplo lo proporciona uno de los
entrevistados:4
[…] lo que pactamos nosotros como equipo de trabajo fue: “todo conversado es mejor”.
No es: “me miró feo y lleva una semana sin hablar”, no; [de lo que se trata es de decir]
“ven, conversemos”. […] si hay algún conflicto dentro del equipo de trabajo [...] trata-
mos de hablarlo entre nosotras (Grupo de discusión).
4
Recuerde el lector que el presente libro surge a partir de una investigación en la que se contó con una
serie de personas que fueron entrevistadas individualmente (unas) y grupalmente (otras), tal y como se men-
ciona en la introducción.
118
Clínica, grupo y organización
verbalizar lo que sienten, imaginan y piensan; para escuchar al otro como inter-
locutor válido con la dosis de respeto que ello implica; para buscar acuerdos
aunque no siempre sean posibles.
La transferencia simbólica se manifiesta cuando una persona que se queja
(de su trabajo, su familia, la vida en general), verbaliza y analiza hasta qué punto
sus ideas tienen fundamento, a la vez que determina las alternativas de acción
más convenientes para hallar una solución, responsabilizándose de la situación
y de su vida en general.
Por otra parte, en la teoría psicoanalítica se habla de tres tipos de transferen-
cias: positiva, negativa (Freud, 2009) y de trabajo (cf. Lacan, 1964). La transferen-
cia es positiva cuando se manifiesta en su vertiente amorosa, y puede aparecer
como admiración, adulación, fascinación, idealización. La transferencia es ne-
gativa cuando se manifiesta en su vertiente mortífera, y puede aparecer como
descalificación, crítica, arengas en contra, insultos, entre otras situaciones. Ge-
neralmente una persona presenta manifestaciones transferenciales positivas y
negativas durante el proceso grupal. El coordinador analítico ha de estar for-
mado y preparado para escuchar y manejar la transferencia en sus dos vertientes,
con el fin de convertirla en transferencia de trabajo, esto es, en una transferencia que
vaya en pro del análisis.
Se puede tender a pensar que lo mejor es que en un grupo se instale una trans-
ferencia positiva, donde todos estén de acuerdo y no se manifieste ningún tipo de
agresividad, pero esta es una falsa percepción debido a que cuando esto ocurre,
generalmente los participantes están tan fascinados con el coordinador o con el
grupo como tal que no logran analizar los discursos (Ramírez, 2012, ens. 253).
De manera recíproca, se tiende a pensar que se debe evitar a toda costa la
transferencia negativa; no obstante, es importante permitir que emerja para ana-
lizarla y utilizarla a favor del análisis mismo (Ramírez, 2012, ens. 253). El pro-
blema no es que emerja la transferencia negativa, pues en todo grupo aparece de
una u otra forma; el problema se presenta cuando el coordinador no la percibe
y no la analiza y cuando no se da la oportunidad al grupo de que la haga cons-
ciente y la analice, en las ocasiones que sea pertinente. Esto no quiere decir que
la transferencia positiva o negativa deba hacerse consciente siempre y analizarse
por parte del grupo, esto ocurre en casos puntuales en los cuales el coordinador
lo considere pertinente con el fin de convertirla en transferencia de trabajo.
119
Capítulo 3
120
Clínica, grupo y organización
Con el concepto de contratransferencia (Ramírez, 2012, ens. 285; 2011, ens. 396)
se nombra la transferencia que impide el análisis y es atribuida generalmente al
coordinador. La contratransferencia opera como resistencia del coordinador: son los
prejuicios del coordinador que no permiten avanzar en el análisis. La resistencia
puede ocurrir también del lado de los participantes, pero en este caso no se lla-
maría contratransferencia, sino resistencia: lo que no deja avanzar el análisis.
La transferencia es clasificada por Ramírez (2011, art. 7; cav. 62), a partir de la
teoría de grupos de las escuelas psicoanalíticas mencionadas antes, en central,
lateral, grupal, exterior y principal.
La transferencia central es aquella que está dirigida hacia el lugar del coordina-
dor, esto es, hacia el lugar central.
La transferencia lateral es la que está dirigida hacia los pares, los compañeros,
con quienes se tienen diversos tipos de relación afectiva. La transferencia lateral
puede estar dirigida al coordinador, cuando este se sale de su lugar y se ubica
como un compañero más en una relación dual.
La transferencia grupal es aquella dirigida al grupo en tanto totalidad, conside-
rado como un nosotros; por ejemplo, alguien puede sentirse sumamente bien
en un grupo, estar cómodo, admirarlo, considerar que el grupo aporta elemen-
tos importantes para su vida o, por el contrario, podría sentirse mal, incómodo,
considerar que el grupo está perjudicando su vida, por lo cual de manera incons-
ciente puede comenzar a llegar tarde a las reuniones, o a no asistir a ellas.
La transferencia exterior está dirigida hacia los otros grupos con quienes se tiene
algún tipo de relación. Todo grupo es un conjunto que contiene unos elementos,
pero a su vez, es un subconjunto de un grupo mayor. Por ejemplo, un equipo de
trabajo (subconjunto) puede sentir que los otros equipos de trabajo (otros sub-
conjuntos) los perciben como un grupo eficaz, que hace las cosas bien, o por el
contrario, que los perciben como un obstáculo, lo cual generará diferentes diná-
micas al interior de una organización (conjunto que los contiene).
Ramírez (2013b) habla de una quinta transferencia: la transferencia principal, con-
cepto con el que indica la relación transferencial más importante que establece
cada sujeto en un grupo y que muchas veces no es con el coordinador. En térmi-
nos generales, el concepto de transferencia principal indica cómo para cada sujeto
la transferencia que tiene mayor importancia es diferente; así, por ejemplo, para
una persona la transferencia principal puede ser la central, pero para otra puede
ser la lateral, debido a que esa persona no confía mucho en el coordinador, pero
121
Capítulo 3
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Clínica, grupo y organización
5
Véase el capítulo 1.
123
Capítulo 3
ens. 231, 232, 233) recomienda analizar la intuición, esto es, examinar los moti-
vos, valores, razones, caminos de raciocinio que lo condujeron a realizar determi-
nada intervención con el fin de comprender, cada vez de una mejor manera, por
qué acertó en una intervención o, más interesante aún, por qué en un momento
dado se equivocó. Para ello es también fundamental examinar los efectos que
una intervención produjo. Cuando hay tiempo, es interesante también que el
analítico utilice la imaginación como herramienta de análisis de las posibles
consecuencias de una intervención que planea realizar (cf. Klein, 2008). A propó-
sito del dispositivo y de la formación del analítico, plantea Ramírez (2012):
Conversar sobre cualquier tema, aun el más trivial, con un analítico, y aplicar el método,
es la forma de aprenderlo. La condición fundamental de cualquier dispositivo analítico
es que alguien escuche; que haya allí al menos un analítico, alguien con esa actitud.
Verbalizar, decir lo que uno piensa, es analítico si hay alguien que escuche; puesto que
al escuchar analizará, y sus intervenciones harán avanzar el análisis del discurso.
124
Clínica, grupo y organización
125
Capítulo 3
una atención psicoterapéutica con el fin de entender qué está ocurriendo para
llegar a comprender cómo solucionar dicha situación.
No obstante lo anterior, el propósito general de todo dispositivo analítico es la
transmisión del método analítico. En última instancia, se conjetura que el tra-
bajo analítico generará una incorporación del método analítico en los partici-
pantes, que redundará en la responsabilización, de manera que gradualmente
irán tomando una posición respecto del mundo, admitiéndolo, asumiéndolo,
en ocasiones aceptándolo, celebrándolo (Ramírez, 2011a, ens. 438, ens. 660),
pero también mostrando inconformidad, criticándolo, proponiendo alternativas
y transformándolo, cuando sea pertinente (Ramírez, 2011a, ens. 292), esto es,
comprendiéndolo en la vía de la vida buena.
126
Clínica, grupo y organización
127
Capítulo 3
Las diferencias teóricas que hasta ahora han separado los enfoques económico, orga-
nizacional y psicológico no nos han permitido comprender, en todos sus aspectos, la
naturaleza profunda y el modo de funcionamiento de estas instituciones que son las
empresas. Así, únicamente adoptando una postura teórica pluridisciplinar e intentando
relacionar el ámbito económico, el de la organización y el de las vivencias personales,
6
Los autores mencionados se refieren sólo a las organizaciones empresariales y hablan de una compren-
sión de “todos los aspectos”. Queremos precisar que nuestra perspectiva de la organización no se reduce a la
organización empresarial y tampoco consideramos que sea posible comprender algo totalmente.
128
Clínica, grupo y organización
podremos comprender mejor los procesos en juego y podremos intentar aportar res-
puestas satisfactorias a los problemas mencionados. (p. 262)
129
Capítulo 3
dado quien quiera, o por azar, como en el caso del cartel psicoanalítico (Lopera y
otros, 2010a), en el cual la función de coordinación la determina el grupo en cada
reunión mediante algún mecanismo de sorteo para elegir al más uno.
Otro tipo de coordinación se denomina adhocracia, en el que el poder es ejer-
cido por una persona que surge en un momento dado espontáneamente, al ser
idónea para una tarea específica, de acuerdo con sus capacidades o su deseo.
Por su parte, las posiciones discursivas son móviles y es claro que una per-
sona en un momento puede estar en el lugar de demandante, luego en el de
demandado, luego en el de testigo y por último en el de legislador. Lo intere-
sante en estos ejercicios es que quien desee formarse en una actitud transtópica
sea consciente de estos cambios de posición de los otros y de sí mismo, incluso
que los realice de manera voluntaria cuando sea conveniente para el proceso
grupal. Estos cambios de lugar pueden darse con relación al grupo como tal,
ubicándose voluntariamente desde el punto de vista de cada participante y del
grupo como totalidad, así como de otros grupos externos, con el fin de compren-
der la situación de manera específica y a la vez general.
7
Para conocer algunas técnicas analíticas de intervención en el trabajo con grupos, véase: Ramírez (2012,
ens. 80); Lopera y otros (2010a); Henao (2008). Asimismo, remitimos al capítulo 5 del presente libro.
130
Clínica, grupo y organización
que se olvidan y reaparecen? O por el contrario: ¿existe toda una memoria acerca
de lo pasado que permite que el sujeto sea más consciente de su situación an-
terior y actual? Relacionado dialécticamente con los dos anteriores, aparece el
tercer abordaje estructural: lo transferencial. Efectivamente, es muy útil analizar
qué tipo de relaciones afectivas establece el sujeto con el coordinador, con los
otros participantes, con el grupo y con los grupos externos, y qué de esas rela-
ciones son repeticiones transferenciales que se escenifican en la relación actual.
131
Capítulo 3
Apenas puede haber algo más extraño o incluso destructivo para el artesanado que el
trabajo en equipo, que realmente no es más que una variedad de la división de la labor
y presupone la “descomposición de las operaciones en sus simples movimientos cons-
titutivos”. El equipo, multicéfalo sujeto de toda producción realizada según el principio
de la división de la labor, posee la misma contigüidad que las partes que forman el todo,
y cualquier intento de aislarlo de alguna de sus partes sería fatal para la producción.
Pero el maestro y el trabajador no sólo carecen de esta contigüidad mientras se entre-
gan activamente a la producción; las formas específicamente políticas de estar junto a
otros, de actuar de acuerdo y hablar entre sí, están por completo al margen de su pro-
ductividad. Sólo cuando acaba su producto, el maestro puede abandonar su aislamiento
(Arendt, 1974, pp. 215-216).
132
Clínica, grupo y organización
(sujeto colectivo) en el cual todos los sujetos individuales tiendan a trabajar por
alcanzar un objetivo común, es idealizar el individualismo con las consecuencias
problemáticas que también implica. En este sentido, Luft (1992) plantea:
A menudo, los esfuerzos individuales y los esfuerzos de grupo se completan [sic]. Los
jefes de empresa y los administradores necesitan saber lo que se hace en otros sectores,
aunque solo sea para evitar los cortocircuitos y las repeticiones en el trabajo. […] La
declaración de independencia y la constitución norteamericana son frutos de esfuerzos
de grupo. Es dudoso que un individuo solo lo hubiera hecho mejor (p. 58).
Podemos entender esta cita de Luft como un punto intermedio entre el su-
jeto individual con sus tendencias y el sujeto grupal con las suyas. El sentido del
nosotros o sentido de pertenencia está determinado por la satisfacción de las necesi-
dades individuales que propicia el grupo y la eficacia en la consecución de los
objetivos comunes (cf. Schvarstein, 2001). Nuestra propuesta se ubica en esta
línea: ni individualismo ni totalitarismo, es intermedia o dialéctica y parte de
lo que existe efectivamente: encontramos por una parte una serie de conjuntos
de seres humanos sin ninguno o con poco grado de cohesión y que llamamos
conjuntos; encontramos una serie de conjuntos humanos en los que se establece
cierto grado de cohesión aparte de los lugares y funciones, que llamamos grupos
y que, en algunos casos funcionan como sujetos colectivos; y encontramos también
una serie de grupos que están tan estructurados y organizados que se enfocan
en obtener tareas comunes, y esto son los que llamamos equipos. Pueden existir
grupos o equipos en los que se privilegie el todo en detrimento de las partes (de
los sujetos individuales) que lo componen, lo que se constituye en una perspec-
tiva totalitarista. Pero también encontramos los grupos en los que se privilegia
cada sujeto individual, lo que hace que prácticamente no exista ni equipo, ni
grupo, sino un conjunto de personas, lo que se constituye en una perspectiva
individualista.
133
Capítulo 3
134
Clínica, grupo y organización
meta común, o incluso impide que se llegue tan siquiera a formular dicha meta
común; o por el contrario, la armonía es tan amplia que la mayoría de los intere-
ses individuales y comunes son afines y resuenan al unísono. Pero generalmente
las tensiones entre lo individual y lo colectivo no está constantemente en estos
dos extremos, sino en un punto más o menos intermedio, en el cual en ocasiones
hay momentos de mayor armonización (y cooperación) de los diferentes intere-
ses o tendencias y en otros de mayor desarmonización, lo cual se traducirá en el
mayor o menor número de metas y en su mayor o menor logro.
Incluso si tomamos como universo de referencia un ser humano individual,
podemos aplicar esta conceptualización para entender que cuando “trabajan en
equipo” la mayoría de las células y órganos del cuerpo, esto es, con el aporte
de todos a una meta común, ese hombre tendrá un mayor nivel de armonía en
su vida, lo cual se manifestará en un mayor nivel de salud, de alegría (Ramírez,
2012, ens. 66; Lopera, 2014), mientras que en el caso contrario, por ejemplo en
el cáncer, enfermedad caracterizada por el ataque de un tipo de células a las
otras células que conforman el cuerpo, ese hombre se autodestruye. Podemos
pensar que ocurre igual en un grupo, en un equipo o en una organización em-
presarial: idealmente cuando todos los integrantes son afines a la tarea común,
la organización es más eficaz (respecto a ella misma y al entorno), es decir, más
sostenible, de lo contrario tiende a su desaparición. En última instancia, si la
humanidad entera logra mayores grados de armonización entre los diferentes
intereses y tendencias, podrá sobrevivir y tener un mayor grado de alegría (Lo-
pera, 2014). De lo contrario, la humanidad tenderá a su autodestrucción. Como
conclusión, es claro que la cooperación, base de todo equipo es, desde nuestra
perspectiva, fundamental para el desarrollo progresivo del ser humano, pero sin
olvidar que la cooperación implica también las diferencias, los puntos de vista
divergentes, los distintos intereses (lo común y lo diferente) que posibilitan el
cambio y la creatividad (una dialéctica entre lo instituido y lo instituyente).
135
Capítulo 3
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Clínica, grupo y organización
137
Capítulo 3
8
Véase el capítulo 4.
138
Clínica, grupo y organización
139
Capítulo 3
Finalmente, podemos tomar como ejes de análisis los ejes causales de lo psíquico
(Ramírez, 2012, ens. 10, 11): el eje biológico, porque todo grupo humano tiene as-
pectos constitucionales (características corporales de los sujetos individuales que
lo componen) y ecológicos (medio ambiente, clima, alimentación, condiciones la-
borales, entre otros aspectos). El eje discursivo, desde el punto de vista cultural,
incluye la cultura regional y su expresión en un grupo o empresa, y constituye,
en parte, el discurso singular de un grupo u organización, el cual se configura de
manera diferente al de otros grupos (por ejemplo, dos empresas de una ciudad
determinada tendrán diferencias en su discurso, aunque compartan ciertos as-
pectos de la cultura regional). El eje ocasional, desde el punto de vista accidental,
es útil para determinar las condiciones azarosas, impredecibles, que marcan el
grupo, la organización y ante las cuales ha tenido y tendrá que tomar decisiones,
muchas veces inéditas; asimismo, desde el aspecto circunstancial se precisan los
acontecimientos aleatorios que afectan a la comunidad en general y se evalúa la
preparación o reacción del grupo u organización ante ellos, por ejemplo, desde
lo que se ha denominado en algunas organizaciones comité de emergencias.
Por último, luego de determinar los aspectos fundamentales de los ejes men-
cionados que determina al grupo, es interesante y útil analizar las posibilidades
de acción, el curso a seguir, teniendo en cuenta que en tanto sujeto, el grupo es
libre de tomar decisiones9 sobre su proceder analizando sus acciones pasadas,
su historia, y proyectando sus acciones futuras.
Desde nuestra propuesta, este análisis de los discursos se realiza en disposi-
tivos clínicos por cuanto se tiene en cuenta el caso por caso, el aspecto singular,
con el propósito general de transmitir el método analítico, teniendo presente la con-
jetura de que la incorporación del método generará sujetos con un mayor grado
de responsabilización respecto de sí mismos y respecto del entorno (tal y como
se planteó en el capítulo tres).
9
La toma de decisiones en tanto proceso psicológico es un tema que está generando bastante interés en
campos como la economía, las organizaciones, la ética, la clínica, entre otros. Véase: Kahneman y Klein (2009),
Klein (2008, 1991), Grove (2005).
140
Clínica, grupo y organización
subjetivación por el que atraviesa todo ser humano individual a la hora de con-
vertirse en sujeto, esto es, a la hora de ingresar al mundo social, lo que quiere
decir que la subjetividad no se presenta de forma automática por el simple he-
cho de ser un hombre, sino que es una conquista que cada persona realiza de
acuerdo con el proceso de socialización o estructuración que se da regularmente
en la primera organización que lo acoge: la familia. Pero lo mismo ocurre cuando
una persona ingresa a una nueva organización, por ejemplo cuando ingresa un
niño al colegio, el adolescente a la universidad, el adulto a una organización em-
presarial, o a una organización religiosa, deportiva, científica, etc.
Otro ejemplo puede ser cuando un nuevo trabajador ingresa a una empresa
en la que existe un área de gestión humana; generalmente recibe un acompa-
ñamiento en el proceso de socialización llamado inducción, que coincide fre-
cuentemente con otro proceso denominado período de prueba, en los que tanto
el trabajador como la empresa evalúan sus afinidades y diferencias. El objetivo
fundamental es que el trabajador se constituya en trabajador de esa empresa, co-
nociendo sus instalaciones, implementos y herramientas (aspectos materiales);
sus valores, principios, políticas, códigos morales, organigrama, misión, visión,
manuales de procesos (aspectos formales), así como los compañeros de trabajo
con quienes aprenderá los procesos, los procedimientos y las costumbres pro-
pias de esa empresa (aspectos prácticos).
Este proceso busca generar un nuevo sujeto que esté alineado con toda la or-
ganización empresarial, lo cual significa que se busca que el nuevo trabajador
contribuya con sus acciones a la consecución de las metas organizacionales me-
diante la realización de las tareas asignadas. Quizá se critique esta idea plan-
teando que la alineación así definida no es otra casa que alienación, esto es, un
adoctrinamiento acrítico del trabajador con el fin de producir un tipo e subjetivi-
dad que contribuya al logro de las metas organización empresarial (cf. Bermúdez,
2012a; García y Carvajal, 2006). No obstante, aunque no descartamos que existan
organizaciones que efectivamente realizan este tipo de control, encontramos que
el proceso de inducción se convierte en una posibilidad para que el nuevo traba-
jador evalúe hasta qué punto los elementos formales, materiales y prácticos de
la organización son acordes a sus propias prácticas, valores, principios, aspectos
materiales de manera que efectivamente pueda alinearse con la organización de
una manera armónica, o por el contrario que pueda determinar si no es el lugar
indicado para él, teniendo en cuenta además que en tanto sujeto no es un ser pa-
sivo respecto a la organización, sino que puede llegar a adaptar la organización
141
Capítulo 3
Se trata de aceptar que otro pueda pensar diferente y orientar su propia vida a su ma-
nera, quizás distinta de la nuestra; pero buscando entre todos, modos armónicos de
10
Los tres primeros tipos de adaptación mencionados son planteados por Hartmann (1987) y el cuarto tipo
por Darwin (2009). Véase también: Manrique, 2003.
142
Clínica, grupo y organización
convivencia que permitan una evolución cósmica material y espiritual, para constituir
un Nosotros universal… (transf. 6).
143
Capítulo 3
11
La identidad de integrantes se refiere a que el grupo cuenta durante un tiempo con los mismos inte-
grantes (cada uno con su identidad personal); cuando uno o varios de los integrantes egresan o ingresa alguno
nuevo, la identidad de integrantes cambia. Este hecho tiene gran importancia para el trabajo grupal porque
implica todo un ajuste que debe hacer el grupo para integrar al nuevo miembro y esta nueva persona debe
hacer también cierto ajuste para integrarse al grupo. De allí que se realice en las organizaciones empresariales,
educativas, deportivas, entre otras, una inducción para sus nuevos integrantes. Cuando esto no es tenido en
cuenta, se pueden generar conflictos graves en los grupos.
144
Clínica, grupo y organización
Ya Michel Foucault dijo que las disciplinas no tenían otro fin que volver a los individuos dóciles y útiles.
Entonces se pensaba en disciplinas para controlar el cuerpo mientras que para el sistema «managinario»
lo fundamental es el control de la psiquis. No se persigue la sumisión dócil sino la adhesión voluntaria, no
12
Es necesario indicar que estos autores se oponen a hablar de la organización como un sujeto, indicando
que a diferencia de un ser humano, la organización no tiene sentimientos, ni angustia, ni vida, ni deseo, ni
voluntad, etc. (Aubert y De Gaulejac, 1993), como si fuera esto lo que caracteriza a un sujeto. No obstante en
la página 213 los autores hablan sobre un sistema psíquico organizacional, que “representa lo que es común
al conjunto de los aparatos psíquicos individuales. En este sentido, es una producción psíquica colectiva”.
Remitimos al lector al capítulo 2 del presente libro para profundizar en nuestra propuesta de concebir la orga-
nización como un sujeto grupal y colectivo. A diferencia de la propuesta de Aubert y De Gaulejac, consideramos
importante que en un grupo u organización analítica se integre lo común, pero también las diferencias (véase
Ramírez, 2012, ens. 152).
Por otra parte, ellos critican los dispositivos de poder que surgen en las organizaciones debido a las con-
secuencias negativas sobre los trabajadores y buscan alternativas para mejorar dicha situación. Nuestra pro-
puesta es más radical: la sociedad es una supra-organización, un conjunto de organizaciones que materializan
discursos fundantes (instituciones). Además, no nos centramos solamente en lo negativo, sino que conside-
ramos que es necesario vivir en comunidad y que las organizaciones en general hacen parte de ello, con todos
los aspectos positivos que implica. En este sentido consideramos que no solamente en la empresa se generan
tales efectos, sino en la sociedad en general y en los grupos en particular, y los elementos teóricos que propo-
nemos a lo largo del libro posibilitan analizar las dinámicas que se presentan en un nivel más general y más
específico, de acuerdo con el enfoque que se requiera en un determinado momento.
145
Capítulo 3
la obediencia útil sino la eficiencia y la rentabilidad. Este sistema exalta las virtudes de un yo autónomo,
poderoso y productivo (p. 89, cursiva en el original).
Los autores analizan los efectos del sistema managinario sobre el sistema
psíquico organizacional, mostrando algunas implicaciones que sobre la vida de
una persona puede tener, como el caso de Daniel V. el mejor jefe de ventas de
Rank Xerox que el nueve de enero de 1990 tomó como rehén a su director gene-
ral (Aubert y De Gaulejac, 1993) o el caso de Michel Lecordier, un técnico de IBM
que se quitó la vida el 26 de enero de 1990 luego de haber “perdido la ilusión”
respecto a IBM, empresa para la cual trabajaba (Aubert y De Gaulejac, 1993).
Aubert y De Gaulejac (1993) plantean que es importante “delimitar en qué me-
dida se puede, de alguna manera, ‘rectificar el tiro’ o intentar ajustar la distancia
entre el individuo y la empresa, con el fin de que la lógica individual y la lógica
organizacional se reencuentren y se acoplen mejor a sus respectivos intereses,
sin que la segunda acabe por devorar a la primera” (p. 225). En un sentido similar,
consideramos que posibilitar que cada sujeto comprenda cada vez más la rela-
ción entre la identidad personal y la organizacional, procura una toma de cons-
ciencia –hasta cierto punto– acerca de los efectos que generan determinadas
maniobras individuales, grupales o colectivas, reconociendo la interdependencia
de estos diferentes niveles si se propende al desarrollo humano organizacional.
De acuerdo con algunos teóricos de las clínicas del trabajo (Bendassolli y Soboll,
2011) es claro que la actividad es fundamental para la construcción de la iden-
tidad individual, pero esta sólo tiene sentido en un contexto colectivo, por lo
cual no hay una oposición entre individuo, grupo y colectivo, sino más bien una
relación de continuidad, como ya se ha mencionado. Cuando los intereses y las
diferencias individuales y plurales (grupales y colectivos) logran articularse, es
posible generar sentido de pertenencia. Propender al análisis de lo que contri-
buye al despliegue del ser (individual, grupal y colectivo), es la apuesta nóstrica de
la clínica analítica de las organizaciones, que tiene en cuenta tanto los intereses
individuales como los intereses grupales y colectivos, además del conjunto de
diferencias o peculiaridades que caracterizan a cada individuo.
146
Capítulo 4
1
Véase el capítulo 5.
147
Capítulo 4
148
Aportes para una gestión humana de orientación analítica
una organización. Para Etkin (2007), por ejemplo, este concepto estará relacio-
nado con factores como la misión y propósitos de una organización, principios,
creencias y valores sociales, que son consideradas condiciones generales para
las decisiones, y las políticas y lineamientos para las acciones que mejor reflejan
dicha misión y principios. Esta concepción trata de ir más allá de los principios y
razones de eficiencia y eficacia o adaptación al contexto, ya que busca proponer
reflexiones críticas de la realidad relacionadas con la responsabilidad social de
las organizaciones, el capital social en la organización y las pautas de comporta-
miento desde una perspectiva sostenible y no solo financiera o de resultados, es
decir, una filosofía de gestión cuyo fundamento sea la calidad de vida y el desarrollo
sustentable de las organizaciones (Etkin, 2007), que se caracterice por ser justa
en lo interno y propenda a la legitimación de la organización en su contexto.
Para Etkin (2007), la filosofía de gestión tiene la función de ser, entonces, un
marco de referencia conceptual que permite declarar qué es la organización (mi-
sión), hacia dónde va la organización (visión) y cuáles son las pautas de com-
portamiento que se esperan en el organización (valores). Conduce a generar la
reflexión sobre su razón de ser, las intencionalidades o los para qué y el porqué
de los actos y comportamientos en la organización, como lo afirma W. Durant, “el
filósofo no se contenta con describir el hecho: quiere cerciorarse de su relación
con la experiencia en general y llegar en esta forma a su significado y a su valor”
(citado por Etkin, 2007, p. 22). En este sentido, la filosofía de gestión “plantea dudas,
formula preguntas y señala incoherencias provenientes de la propia diversidad
que caracteriza a las organizaciones sociales complejas, en un entorno incierto y
cambiante” (p. 21). Esto implica que “son ideas que no pertenecen a un grupo de
interés o influencia en especial, porque refieren a un saber compartido” (p. 21),
sino que involucran a la organización en su conjunto, donde subyace no un saber
individual, sino un saber compartido.
Es pertinente aclarar que para Etkin (2007), la intención de asociar la filosofía
con la gestión, no busca promover una posición abstracta o distante en un sis-
tema de ideas “filosóficas”; por el contrario, busca integrar “un saber en el nivel de
lo social, lo cultural y lo político, que más allá de la racionalidad económica, se
preocupa por la relación entre la organización y el desarrollo social” (p. 23). Sin
embargo, lejos de ser una respuesta a todas las dudas, “la filosofía de gestión no
es un todo congruente. Plantea dudas, formula preguntas y señala las incohe-
rencias provenientes de la propia diversidad que caracteriza a las organizaciones
sociales complejas, en un entorno incierto y cambiante” (p. 21).
149
Capítulo 4
2
Plantea Etkin (2007) que “hablar de lo simple no significa que el enfoque sea ingenuo o suponga que
todas las actividades sean programables” (p. 49), sino más bien, que la simplicidad es “una explicación que
parte de la existencia de una estructura (de funciones y de poder), que hace a la definición de una organización,
que la pone en marcha, la sostiene y la orienta” (p. 50).
150
Aportes para una gestión humana de orientación analítica
3
Esto puede ser explicado en la medida en que científicos como Taylor y Fayol, considerados como los
pioneros de la administración científica, contribuyeron “a la creación de un modelo de organización donde el
concepto de división del trabajo fue llevado a su formulación más radical”: algunos tendrán bajo su responsabi-
lidad pensar y los demás, ejecutar lo que estos piensan. A partir de ese momento se constituyen los principios
epistemológicos del Management científico o ciencia del manejo (Muñoz, 2002).
4
A partir de los años 30, luego de los resultados del experimento de Elton Mayo, surge de las teorías
administrativas la Escuela de las Relaciones Humanas, la cual se inspira en los seres vivos, sus necesidades
y relaciones de supervivencia con el entorno, dándole un tratamiento distinto a los trabajadores, al pasar de
un modelo determinístico (unos piensan otros hacen) a un modelo probabilístico soportado en un esquema
conductista estímulo-respuesta, el cual buscaba generar o motivar comportamientos deseados en la ejecución
de la labor (Muñoz, 2002).
151
Capítulo 4
152
Aportes para una gestión humana de orientación analítica
153
Capítulo 4
Sea que se trate de la cultura corporativa (Ouchi, Deal y Kennedy, Peters y Waterman) o
de la corriente de la movilización de las inteligencias y de la valorización de los recursos
humanos (Peters y Austin, Waterman, Crozier, Archier y Sérieyx) o de la concepción del
lugar de trabajo como un sitio donde hay concertación y en el que se comparte (Peters
y Austin, Witzman, Peters, De Pree), ya sea de la reciente discusión sobre los daños oca-
sionados por las acciones de la mayoría de los administradores occidentales llenos de
economicismos, a corto plazo, de utilitarismo, de tecnicismo mecanicista (Etzioni, Mic,
Mintzberg, Chanlat, Crozier y Série) lo que vemos que se perfila de manera más clara es
un insistente llamado a poner en primer plano lo humano. ¿Pero de qué tipo de humano
se trata? De un humano, si me atrevo a decir, truncado (p. 704).
[…] las prácticas de gestión humana serán muy diferentes si la concepción es de hom-
bre social o si predomina el concepto de hombre organizacional: ‘Una organización
establece determinados valores muy generales por medio de su estructura básica ins-
titucional y trata de conseguir una conformidad entre éstos y los valores organizativos
154
Aportes para una gestión humana de orientación analítica
de los distintos grupos que existen dentro de ella’ (Simon, 1972, p. 191). Cuando predo-
mina el concepto de hombre psicológico, el papel de la dirección del personal estará en-
caminado a reconciliar a los individuos con la organización, adaptándolos a ella. (p. 229)
5
Véase el capítulo 2.
6
El animal verbal es una propuesta diferente al homo loquax que critica Bergson en el primer capítulo de su
libro El pensamiento y lo moviente. El homo loquax es un tipo de ser que se relaciona fundamentalmente con el len-
guaje en el sentido de la teorización alejada de la práctica, del hacer, del trabajo manual, de las herramientas;
en cambio, el animal verbal es un ser que se relaciona con el lenguaje en tanto herramienta que le posibilita su
hacer específico como ser humano, a partir de un método natural que consiste en la relación dialéctica entre la
teoría y la práctica.
7
Sobre el concepto de dispositivo clínico, véase el capítulo 3. Recordemos que, en términos generales,
dispositivo clínico es una estrategia de evaluación o intervención mediante la cual se privilegia el estudio del
caso singular con el fin de captar los elementos propios de una situación concreta. Es lo opuesto de los dispo-
sitivos creados para intervenir de manera estandarizada.
155
Capítulo 4
156
Aportes para una gestión humana de orientación analítica
8
Véase el capítulo 1.
157
Capítulo 4
No obstante, aclara Ramírez (2012) que el analítico no cree que todos deban
ser analíticos y en esa medida respeta la decisión de los demás, lo cual implica
que no busca imponer u obligar a los demás a que sean como él, sino más bien,
que parte de la posición de compartir su método con las personas que de ma-
nera decidida quieran y puedan practicarlo. De lo contrario podría ser concebido
como un mecanismo de control que busca influenciar en los demás desde una
lógica de dominación, dogmatización y estandarización. Este sería el peligro de
una posición dogmática respecto al método analítico, por lo cual se busca una
continua dialéctica que permita cuestionar dicha posibilidad con el fin de que las
personas conserven su apertura a la escucha de los argumentos del otro.
En consecuencia, creemos que escuchar a los sujetos en la organización
permite darles un lugar en calidad de actores para que las relaciones laborales
puedan establecerse en términos de una igualdad ontológica (Muñoz, 2002). En
conexión con esta idea, dice Pierre Bruneau (1991): “Entre mandar y obedecer, la
posibilidad de hablar funda el reconocimiento del hombre como sujeto, consti-
tuyendo a quienes mandan y quienes obedecen en una igualdad de valor” (p. 97).
Esta actitud de escucha evidencia en la organización que se está atento a los
argumentos, a las diferentes opiniones, que las palabras de todos son impor-
tantes para su desarrollo como ser humano, ya que sus ideas contribuyen a la
solución de problemas y, a la vez, al hacer mismo de las organizaciones. En este
sentido, Henao (2008) afirma:
Atreverse a escuchar a los demás favorece los procesos de autonomía en los grupos de
trabajo y fortalece las acciones conjuntas con otros grupos de la misma organización,
pues al emprender un proceso reflexivo se le permite a los participantes del grupo ser
más conscientes de sus capacidades, sus cualidades para su vida y su desempeño labo-
ral; se permite captar los límites y las dificultades, evitando caer en comportamientos e
ideales inalcanzables o en soluciones fuera de contexto (p. 158).
158
Aportes para una gestión humana de orientación analítica
de una disposición sutil y discreta al decir del otro, de una prudencia, un res-
peto y consideración con relación a la expresión del otro, teniendo en cuenta
sus circunstancias, costumbres, creencias, valores, sentimientos y necesidades,
sin pretender cambiarlas o modificarlas por los propios. Esa actitud, desde esta
perspectiva, es considera como cortesía analítica. Asimismo, refiere Ramírez (2012):
159
Capítulo 4
160
Aportes para una gestión humana de orientación analítica
161
Capítulo 4
Cuando se pretende dirigir una psicoterapia desde la psicología (o sea: desde el conjunto
articulado de conocimientos sobre lo psíquico), no se está atendiendo a la singularidad
del sujeto como vía esencial para que él construya su propio deseo y se haga cargo de
sus destino, sino que se le está estandarizando, se le está abordando con arreglo a unas
normas definidas y, en lugar de propender por su propia libertad, se le está sometiendo
a una nueva forma de dominación, adicional a la que deriva del desconocimiento de sí
y de sus prejuicios no analizados. Es esta la razón por la cual la psicoterapia está más
allá de la psicología, que le conduce a la vez a un compromiso con la libertad (p. 239).
162
Aportes para una gestión humana de orientación analítica
Los detentadores del poder pretenden controlar, manipular a los sujetos. Las singulari-
dades se resisten y dificultan el control. Por ello se busca la estandarización, la norma-
lización. La tendencia generalizadora, universalizadora de la ciencia es aprovechada por
los patrones –un nombre bien adecuado– para igualar, simplificar, colocar a todos en un
mismo molde que facilite el manejo (ens. 23).
9
La palabra coaching es un anglicismo que procede del verbo inglés to coach que en español significa pre-
parador o entrenador. Según Cagigal (1983, citado por Rodríguez, 1995, p. 22) el entrenador es quien “dirige
y moviliza a los equipos deportivos hacia jornadas competitivas, para que mediante el establecimiento de
interacciones e interrelaciones efectivas, roles, estructuras, valores, políticas, técnicas, profesión o exigencia
internacional se sitúen en un ámbito más variado y multifuncional”. De esta manera, al agregarle al término
el gerundio ing, se conforma la palabra coaching, la cual es traducida a la lengua castellana como preparación o
entrenamiento, que según Koch (1981) citado por Useche (2004, p. 126) ha sido empleado en Estados Unidos
en el ámbito deportivo para enseñar, mejorar y conformar capacidades y técnicas en las personas y los equipos
deportivos. De acuerdo con Bermúdez (2012b, p. 12): “En cuanto a la génesis de la noción de coaching, las co-
sas están claras. Cuando se revisan los orígenes del término coach, se descubre que éste proviene del vocablo
húngaro kocsi, nombre dado a un tipo de carruaje que se fabricaba en la ciudad de Kocs y que se popularizó
en Europa desde los siglos XV y XVI. Se sabe que el término migra al español como coche y al francés e inglés
como coach”.
163
Capítulo 4
164
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10
Según Ramírez (2012), las técnicas son actualizaciones singulares del método, y el método un conjunto,
una colección infinita de técnicas. Para mayor ilustración del tema se sugiere remitirse en el ensayo 80 “Las
técnicas analíticas”.
11
Véase el capítulo 3.
12
La simbolización es producto del leguaje como vehículo de un pacto social, el cual está caracterizado por
el reconocimiento entre los hombres, a partir de la comunicación animal (Ramírez, 2012, ens. 52). Para explorar
un poco más este tema, véase Ramírez (2012), ens. 52, 53, 54 y 101.
165
Capítulo 4
13
Véase el capítulo 3.
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14
Véase el capítulo 3.
167
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Aportes para una gestión humana de orientación analítica
169
Capítulo 4
La entrevista abierta viene a ser una narrativa, un relato de historias diversas que refuer-
zan un orden de la vida, del pensamiento, de las posiciones sociales, las pertenencias.
Fragmentaria, como toda conversación, centrada en el detalle, la anécdota, la fluctua-
ción, de la memoria, la entrevista nos acerca a la vida de los otros, sus creencias, su
filosofía personal, sus sentimientos, sus miedos (p. 28).
Lo anterior entendido desde una perspectiva analítica, implica tener una actitud
dispuesta hacia la conversación, una escucha desprejuiciada que permita entender,
comprender y captar los sentidos y lógicas del discurso del entrevistado, en donde
se privilegia su hablar de acuerdo con un tema tratado a partir de unas preguntas
orientadoras básicas y generales sobre lo que se busca indagar. Será este uno de
los momentos en los que el analítico desplegará su actitud desde los aspectos ya
170
Aportes para una gestión humana de orientación analítica
15
Respecto a la interpretación, Ramírez (2012, ens. 229) plantea la imposibilidad de hacer una interpreta-
ción cualquiera que no esté basada en la teoría personal, y dirá que dicha interpretación será analítica cuando
los pre-juicios han sido analizados y se han convertido en pre-supuestos, partiendo de la historia y la teoría del
sujeto, grupo o situación que se interpreta, y se han contrastado sus efectos. Para mayor ilustración sobre el
tema, véase el ens. 229 Sobre la interpretación.
171
Capítulo 4
serie de interrogantes e inquietudes que solo podrá responderse una vez haya
ingresado a la nueva cultura. Desde la literatura administrativa, el proceso que se
ocupa de recibir a los nuevos integrantes en la organización una vez han sido se-
leccionados es comúnmente denominado proceso o programa de inducción. Para
autores como Dolan, Valle, Jackson y Shuler, 2007 el proceso de inducción está
relacionado con la orientación y es entendido de la siguiente manera:
En general, la orientación es una parte del proceso de ubicación del empleado, el cual
también se relaciona con el proceso de socialización. Este último proceso es el que sirve
para ofrecer información sobre las normas y la cultura de la organización, lo que facilita
el funcionamiento efectivo […]. Los principales fines de la orientación y la socialización
de empleados son los siguientes: reducir costes de puesta en marcha, reducir el estrés y
la ansiedad, reducir la rotación de personal, y ahorrar tiempo a los supervisores y com-
pañeros de trabajo (Dolan, Valle, Jackson y Schuler, 2007, p. 155).
16
Bermúdez (2011) en su artículo “La inducción general en la empresa. Entre un proceso administrativo y
un fenómeno sociológico”, hace una reflexión sobre cómo parte de la literatura administrativa y especialmente
de gestión humana no tiene en cuenta algunos de los recientes hallazgos de las ciencias sociales para plantear
sus modelos y formas de intervención en las organizaciones. Invita a apoyarse en las teorías y métodos de las
ciencias sociales para construir nociones en gestión humana diferentes a las actuales.
172
Aportes para una gestión humana de orientación analítica
De esta manera el proceso de subjetivación por el cual atraviesa todo ser hu-
mano al convertirse en sujeto, se comprende en la medida en que va haciendo su
ingreso al mundo social, lo cual se lleva a cabo de forma paulatina por medio de
procesos de socialización con el mundo externo.17 Inicia regularmente en la fa-
milia cuando se es niño y en otros grupos y contextos sociales en la medida que
va creciendo, los cuales según Giddens (1991), son considerados como agencias de
socialización (los medios masivos de comunicación, la escuela, la universidad, las
organizaciones empresariales, religiosas, deportivas etc.). En este sentido las or-
ganizaciones podrán ser concebidas como escenarios en los que se dan procesos
de socialización (Bermúdez, 2011).
El objetivo del momento de socialización con el nuevo colaborador en la organiza-
ción, es propiciar condiciones favorables para que se adapte al nuevo escenario,
entre las cuales se encuentran los espacios de conocimiento general sobre la his-
toria de la organización, su misión, visión, objetivos estratégicos y organigrama; a
nivel prestacional, su salario, pagos, prestaciones y retribuciones salariales; en tér-
minos disciplinarios, reglamentos internos de trabajo, códigos de vestuario y buen
gobierno; en términos de seguridad, planes de evacuación, políticas de higiene y
salud ocupacional; así como en lo social, la presentación de sus nuevos compañe-
ros de trabajo con los cuales contribuirá al alcance del propósito organizacional.
Ahora bien, desde nuestra propuesta, la socialización en búsqueda de facilitar
la adaptación recíproca tanto del nuevo colaborador y de la organización, es un
proceso que no se limita solo a la inducción, sino que estará presente a lo largo
del vínculo laboral. Esto implica la interacción y el establecimiento del pacto
social, reconociendo la presencia del otro en tanto agente socializador. En este
sentido, para la gestión humana de orientación analítica, la socialización es en-
tendida como “la expresión en palabras comprensibles por otros de los símbolos
construidos a nivel individual, lo cual enfatiza el aspecto de la interacción y del
sujeto en tanto perteneciente a un pacto social” (Zapata, 1995, p. 9).18
17
Véase el capítulo 2.
18
Para revisar la tensión existente entre individuo y organización en el proceso de socialización desde el
enfoque sociológico crítico, véase: Bermúdez (2012c; 2011).
173
Capítulo 4
174
Aportes para una gestión humana de orientación analítica
175
Capítulo 4
176
Capítulo 51
1
Este capítulo fue elaborado por Carlos Mario Henao Galeano, candidato a Doctor en Administración de
la Universidad EAFIT. Hace parte de los avances de su tesis doctoral: Teoría y práctica de la mediación. Una aplicación
de la perspectiva de Gilbert Simondon y el método analítico en las organizaciones. Director de tesis: Juan Diego Lopera Echa-
varría, PhD.
177
Capítulo 5
178
Mediación analítica organizacional
el problema del agua, entre otros. Fenómenos que difícilmente pueden ser abordados a
partir de la Administración (p. 14).
179
Capítulo 5
Se puede afirmar que los EO no son un cuerpo de conocimiento que busque una teoría
universal que “ilumine” los procesos y las acciones de los actores –su misma denomi-
nación como estudios así lo sugiere–, sino conocer y comprender las pluri-racionalidades
que no sólo se encuentran en las empresas sino en toda organización. De ahí que sea
más conveniente llamarlos un campo de conocimiento más que una ciencia o disciplina
coherentemente estructurada (p. 49).
Podemos decir que los estudios organizacionales van más allá de la adminis-
tración científica de Taylor (1972). Recordemos que la teoría taylorista establece
la idea de que el trabajador debe tener una relación de complementariedad entre
sus intereses y su trabajo. El método científico, la aplicación de este y uno de sus
derivados, la ciencia, permitirán a la organización un mejor funcionamiento, la
eliminación del desperdicio del esfuerzo del trabajo humano, la adaptación del
obrero, su especialización y el establecimiento de normas claras y definidas, en
síntesis, se trata de una lógica exclusivamente explicativa e instrumentalista, no
compresiva del ser humano. Y en el fordismo (Ford, 1916) se trata de estandari-
zar, no sólo la producción, sino también el comportamiento de los individuos.
Contrario a estas dos vertientes teóricas y lógicas de funcionamiento en las
organizaciones, los estudios organizacionales pretenden estudiar el caso por caso, la
singularidad del fenómeno estudiado en las organizaciones. González (2014), ar-
gumenta que:
180
Mediación analítica organizacional
La teoría de la organización tiene por objeto de estudio aspectos como los pro-
cesos productivos de la organización, la estructura formal y los métodos para
lograr su asimilación por parte de los empleados, estudiar y diagnosticar al indi-
viduo con propósitos de selección, la toma de decisiones desde una perspectiva
racional, entre otros aspectos. Por su parte, los estudios organizacionales centran su
esfuerzo en investigar, analizar y comprender fenómenos sociales producto de la
interacción de las personas, por ejemplo, los efectos de la incorporación de la
cultura corporativa, la emergencia de lo informal en la organización, las relacio-
nes de poder, la ambigüedad, la institucionalidad, el aprendizaje organizacional,
la creación de conocimiento, la mediación, la dialéctica (intermodificación) de
los discursos, el cambio y las resistencias al cambio, etc. Para Henao (2012) los
estudios organizacionales se definen como la comprensión analítica de los fenómenos singu-
lares que acontecen en la organización, el medio y la relación entre éstos. Por ello
2
El cientificismo es uno de los efectos del positivismo, y se entiende como la reducción de la vida en
general a la ciencia, por fuera de la cual no existiría nada digno de valorarse.
181
Capítulo 5
182
Mediación analítica organizacional
suele verse como una fuerza disfuncional y poco anhelada por las personas que
componen la organización. Para el mismo autor, los conflictos en las organizacio-
nes son de carácter personal, interpersonal o entre grupos o coaliciones rivales.
Por su parte, Schmidt y Kochan (1972) consideran que el conflicto en las organi-
zaciones depende necesariamente de tres aspectos: 1) la incompatibilidad entre
las exigencias de las metas organizacionales y las condiciones de un medio para
lograrlas, 2) la percepción de las personas en torno a las metas y 3) el grado de
interdependencia entre individuos y las actividades que realizan. De otro lado,
March y Simon (1969) establecen tres formas de conflicto en las organizaciones:
1) el individual, en tanto un sujeto debe tomar decisiones para sí mismo, 2) el
organizacional, referente a las relaciones entre los individuos o grupos de estos,
y 3) el conflicto entre organizaciones. Asimismo, estos últimos autores conside-
ran que la organización responde ante los conflictos de la siguiente manera: me-
diante la resolución de problemas por vía de la persuasión o en última instancia
por la negociación política.
Como vemos, el conflicto, en tanto es un fenómeno de las relaciones huma-
nas, es uno de los aspectos más estudiados en las organizaciones. Tradicional-
mente el conflicto se ha tomado como algo indeseable para las organizaciones
y, en consecuencia, debe erradicarse. Etkin (2011), por su parte, considera que el
conflicto implica una serie de contradicciones entre el diseño organizacional y
la respuesta de los individuos y los grupos en la coordinación de esfuerzos en la
consecución de los objetivos y metas:
183
Capítulo 5
Los conflictos son constructivos cuando aumentan la calidad (y la cantidad) de las de-
cisiones, estimulan la creatividad y la innovación, promueven el interés y la curiosidad
entre los miembros de un grupo, se proporcionan medios a través de los cuales se pue-
den ventilar [verbalizar] los problemas y se aminoran [moderan] las tensiones, además
de fomentar un ambiente que favorezca la autoevaluación y el cambio (p. 375).
Laca (2005) ofrece una mirada del conflicto en donde el análisis de este se
hace sobre las características personales de cada individuo. Laca enfatiza en la
necesidad de la modificación de las actitudes y percepciones hacia este fenó-
meno. Considera que el conflicto tiene una diversidad de respuestas por parte
de cada individuo, por ejemplo, competir, evitar, resistir, acomodarse, compro-
meterse o colaborar.
Es importante subrayar que la constante en los estudios de la psicología (la-
boral y del trabajo) y las investigaciones realizadas desde la administración, su-
gieren la explicación y descripción del conflicto a partir de un juego de tensiones
generadas entre el sujeto y las normativas de la organización. De una manera
muy sencilla, el conflicto puede entenderse como un desacuerdo entre diver-
sas personas respecto a la forma de actuar o tomar decisiones de una de ellas.
Pondy (1967) señala que existen tres tipos de conflicto entre las subunidades de
las organizaciones formales: (1) los conflictos de negociación entre las partes en
184
Mediación analítica organizacional
una relación de grupos de interés, (2) los conflictos burocráticos entre las partes
en una relación entre un superior y un subordinado, y (3) los conflictos entre los
sistemas de las partes en una relación de trabajo o lateral, es decir, entre los inte-
grantes de un grupo. En cada uno de los tres casos, el conflicto tiene una serie de
episodios, cada episodio incluye unas etapas de latencia (elementos implícitos
no verbalizados), sensación (los sentires de los implicados), percepción (puntos
de vista), manifestación (formas concretas en las que aparece el conflicto) y se-
cuelas (efectos para las personas y la propia organización). Para Henao (2012)
Existen conflictos unilaterales, en donde sólo una de las partes se siente inconforme
con una situación y la otra parte no encuentra dificultad alguna, y existe el conflicto
bilateral o multilateral, en donde las dos o más partes en cuestión sienten e identifican
que existe una diferencia. También podemos decir que existen conflictos grupales en
donde lo unilateral y lo bilateral está presente. En los contextos organizacionales es
muy común encontrar este tipo de fenómenos donde las diferencias existentes entre los
sujetos se caracterizan por estar de acuerdo o no con la estructura organizacional, con
las políticas o reglamentos o quizás con la forma en la que algunos dirigentes toman las
decisiones de la empresa (párr. 16).
185
Capítulo 5
de “un administrador –o quien haga las veces del mismo– que intenta articular-
los de la mejor manera posible para el logro de los objetivos propuestos” (He-
nao, 2012, párr. 60). Sin embargo, y pese a los esfuerzos que se realizan en casi
todas las organizaciones por tratar de llegar a acuerdos o articular los intereses
(individuales y comunes), los contextos organizacionales se caracterizan por la
presencia de tensiones, definidas como pugna de fuerzas, el encuentro de causas
que se expresan simultáneamente en un fenómeno organizacional.
Desde nuestra mirada el conflicto se considera un fenómeno emergente en las
organizaciones producto de las tensiones entre el diseño organizacional, la es-
tructura formal (planes, políticas, decisiones formales, pretensiones de uniformi-
dad, cultura, etc.), la interpretación que hacen los integrantes de la organización
frente a los requisitos formales y las controversias, oposiciones o resistencias
que se hagan frente a estos. Estas oposiciones, controversias o negaciones de
lo formal, no siempre pretenden ser destructivas o dañinas para la dinámica or-
ganizacional. Evidencian las divergencias y puntos de vista de los sujetos frente
a los planes oficiales de la organización; tampoco se trata en todos los casos de
fenómenos que atentan necesariamente con la estabilidad laboral. Por el contra-
rio, se considera que son oportunidades de entendimiento, crítica, contrastación
y comprensión de la realidad organizacional. Proponemos entonces afrontar el
conflicto promoviendo dispositivos analíticos caracterizados por la verbaliza-
ción, la escucha, el manejo de la transferencia y la interpretación/intervención;3
mediar para construir un denominador común (consenso) que integre la diversi-
dad, aunque no siempre sea posible; entender la organización como un nosotros
que no anula lo singular, sino que, por el contrario, lo reconoce, y articula.
Para Paolo Virno (2011) el trabajo vivo postaylorista y posfordista tiene por
“materia prima e instrumento de producción el pensamiento verbal, la capacidad
de aprender y comunicar, la imaginación, en resumen las facultades distintivas de
la especie humana” (p. 179). El trabajo humano encarna el general intellect o cere-
bro social al que se refirió Marx. Para Virno, el principal pilar de la producción de
la riqueza actual no es únicamente la capacidad de la tecnología y su utilización,
es “la cooperación lingüística” (p. 179). El trabajo organizacional será entendido
por Paolo Virno, a partir de Gilbert Simondon, como un general intellect, una comu-
nidad de personas con singularidades distintas, que buscan lo afín entre ellas,
que se conforma a partir del intercambio lingüístico y de la inclusión o dialéctica
3
Véase el capítulo 3.
186
Mediación analítica organizacional
entre lo común (lo sentido con otros) y lo singular (lo propio), general intellect que
se complementa con la acción común. Cada integrante de la organización agrega
algo de sí al general intellect, pero no representa por completo su potencia que en
cambio se muestra en todo su accionar concretado en lo común, en lo grupal, en
un nosotros que incluye las singularidades. En palabras de Virno (2011):
187
Capítulo 5
pues con ayuda del mediador, hablan, negocian y toman sus propias decisiones.
La mediación permite el equilibrio del poder que evita las formas coercitivas y
conduce a consensos o acuerdos entre las partes en pugna. La mayoría de au-
tores coinciden en que los procesos de mediación tienen unas características
específicas, entre ellas:
– Se requiere la participación de la mayor cantidad de implicados en el con-
flicto o al menos un representante de las partes.
– Implica la participación de un tercero con una actitud imparcial.
– Implica confidencialidad del proceso.
– Se logran acuerdos a través del diálogo y presentación de las diferentes
posiciones.
– Se utilizan diversas técnicas en el proceso.
– Se elaboran planes de acción o convenios entre las partes.
A comienzos de los años setenta, las empresas americanas y algunas europeas
utilizan técnicas y espacios dialógicos para intentar resolver sus problemas y
conflictos evitando recurrir necesariamente a los estrados judiciales. La Alterna-
tive Dispute Resolution, o ADR es el nombre que recibe por parte de los directores
y líderes de empresas para describir cualquier tipo de solución extrajudicial de
conflictos y tensiones organizacionales. Esta nueva alternativa de solución a pro-
blemas y conflictos empezó a ser valorada en tanto evitaba altos costos econó-
micos en los estrados y pérdida de energía en las discusiones entre empleados
y empleadores.
Kenneth Thomas y Ralph Kilmann (1978) desarrollaron investigaciones en
torno del conflicto organizacional y la identificación de cómo los gerentes enfren-
tan el mismo y diseñaron un cuestionario para identificar modos de enfrentar los
conflictos en las organizaciones. Para ellos, el conflicto es una consecuencia de
la tensión entre dos o más fuerzas, en donde se presenta una lucha los propios
intereses de cada uno de los individuos que componen la organización y la consi-
deración de los intereses de los demás (cooperación). Consideran una idea muy
básica y un tanto estéril para los estudios organizacionales: mientras no se resuelva
el conflicto, las personas involucradas sentirán angustia y displacer, y el resul-
tado de ello será la baja productividad. Pensamos que la propuesta de Thomas
y Kilmann quizá no tiene en cuenta el análisis singular de la forma como cada el
conflicto y la realidad organizacional, tampoco se explicitan los mecanismos o
188
Mediación analítica organizacional
dispositivos que se llevan a cabo para lograr superar el conflicto y los elementos
implícitos u ocultos que existen en los intereses individuales. Thomas y Kilmann
(1974) identificaron cinco estilos de respuesta ante el conflicto:
Defender: Consiste en buscar la satisfacción de los intereses propios por en-
cima de los de los demás. Quien asume esta posición, considera que sus argu-
mentos son mejores que los de los demás y exige respeto a sus derechos. Quizá
se trate de una postura dogmática frente a sus propios intereses o prejuicios,
creyéndolos como los más válidos; podríamos decir que esta postura carece de
análisis y de autocrítica.
Colaborar: El empleado busca el trabajo colaborativo con otro para encontrar
una solución que satisfaga los intereses de las partes. Aunque puede ser visto
como diferente al primer caso, creemos que se trata de una leve modificación a
la primera posición, ya que sutilmente se anudan los esfuerzos y las fuerzas en
pro de los beneficios de unos pocos.
Transar: Tiene el propósito de construir una alternativa de solución aceptada
(acuerdo) que pueda satisfacer de forma parcial algunas de las necesidades de
las partes en conflicto; cabe resaltar que un acuerdo no es igual al consenso, ya
que en este último se tiene en cuenta todas las partes que están implicadas en
el conflicto. A diferencia de Thomas y Kilmann (1974), Ramírez (2011) considera
que “transar implica transcender las diferencias” (transf. 18); el ideal al transar es
llegar a consensos.
Evadir: Se busca a toda costa evitar el enfrentamiento, más que satisfacer las
necesidades o intereses de los implicados. Consideramos que esta postura es
una actitud que se caracteriza por no querer saber, evadir la realidad organizacio-
nal y tomar decisiones no analizadas, quizás de forma autocrática.
Ceder: Se trata de satisfacer los intereses y necesidades de los demás, dejando
de lado los propios.
La propuesta de Kenneth Thomas y Ralph Kilmann es una herramienta im-
portante para identificar las respuestas que las personas pueden ofrecer frente al
conflicto, pero no muestra dispositivos, técnicas o el cómo se lleva a cabo proce-
sos de mediación y circunscribe la mediación solo a la resolución de conflictos y
tensiones problemáticas.
En contextos organizacionales la mediación se centra en: a) alternativas de
solución entre adversarios; b) manejar y resolver conflictos; c) negociar contra-
tos; d) prevenir situaciones de conflicto. En dichos contextos emergen conflictos
189
Capítulo 5
5.4.1 Individuación
El pensamiento filosófico de Gilbert Simondon es uno de los planteamientos
más interesantes posteriores a la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, tam-
bién es uno de los menos conocidos. A juicio de Montoya (2006): “La teoría si-
mondoniana de la individuación no fue elaborada para ser conocida, clasificada,
y guardada en un cajón de la ciencia; al contrario, ella reclama una utilización,
una aplicación que la haga devenir y existir en el campo de inmanencia” (p. 54).
Simondonpropone la individuación4 como un proceso de resolución de una ten-
sión existencial que va desde lo físico hasta lo psíquico.
4
De acuerdo con Rodríguez (2009, p. 16) “el llamado principio de individuación tiene una larga tradición
filosófica que se remonta a Aristóteles hasta llegar a Schopenhauer y a Nietzsche, y que apela justamente a
aquello que hace de un individuo algo absolutamente único. Pero Simondon inquiere sobre las condiciones en
que un individuo se individúa, y sobre lo que ocurre con aquello que no ha logrado individuarse, siempre en
el sentido de una ontogénesis que observa la totalidad de las relaciones, y no solo el producto supuestamente
singular. Por lo tanto, para la individuación no existen individuos, sólo existen realidades preindividuales,
transindividuales o interindividuales, y es allí donde reside la singularidad, no en el individuo que sería la
interrupción del devenir”.
190
Mediación analítica organizacional
La oposición entre el ser y el devenir puede ser sólo válida al interior de una cierta doc-
trina que suponga que el modelo mismo del ser es la sustancia. Pero es posible suponer
también que el devenir es una dimensión del ser, y que corresponde a una capacidad
que tiene el ser de desfasarse en relación consigo mismo, de resolver al desfasarse; el
ser preindividual es el ser en el cual no existe fase; el ser en el seno del cual se consuma una in-
dividuación es aquel en el cual aparece una resolución por repartición del ser en fases,
que es el devenir; el devenir no es un marco en el cual existe el ser; es dimensión del ser,
modo de resolución de una incompatibilidad inicial rica en potencialidades (Simondon,
2009, p. 26).
191
Capítulo 5
genera una nueva realidad preindividual que, a su vez, servirá para otras indivi-
duaciones. Usando los conceptos de Schvarstein (2001), diremos que se trata de
una dialéctica, una intermodificación entre lo instituido (el individuo) y lo insti-
tuyente (lo pre-individual), de allí que siempre estemos en continua individua-
ción. Para Simondon, el individuo viviente sigue individuándose a lo largo de su
vida, hace mediaciones con el ambiente, con el colectivo, con él mismo, se inventa
o resignifica a partir de la resolución de sus problemáticas, de sus conflictos. El
azar es un elemento fundamental en la teoría simondoniana, ya que gracias a la
inclusión de este concepto Simondon sugiere que la realidad humana no está
determinada de entrada, no es el simple despliegue de un destino predetermi-
nado donde se sigue paso a paso un impulso de acontecimientos que anularía
la posibilidad de la responsabilización del individuo en tanto no deja resquicio
a la elección subjetiva.
5.4.2 Transducción
Para abordar la operación de individuación psíquica, Simondon recurre nue-
vamente a la analogía, esta vez con los cristales y su capacidad para guardar
potencialidades en su propio devenir, al modo de capas, niveles o fases adqui-
ridas en su existencia. La analogía se apoya en la transducción de los procesos de
individuación, mientras que el cristal crece y acumula capas en el contacto con
la superficie, el ser vivo, en este caso el individuo, se desarrolla en su interior, es
un nodo de comunicación informativa, un ser en relación que realiza mediaciones,
ciertos cambios en su estructura a partir de soluciones creativas a los problemas.
“El individuo es ser en relación; es centro de la actividad, pero esta actividad es
transductiva; se ejerce a través de y por un campo de fuerzas que modifica todo
el sistema en función del individuo y al individuo en función de todo el sistema”
(Simondon, 2009, p. 210).
Este proceso de individuación es el que lleva a la estructuración o conforma-
ción del individuo. El común denominador entre el cristal y el viviente es que
para crecer dentro de un campo o medio es necesario que cada capa o fase sirva
de principio o apoyo para la siguiente. Los cambios o soluciones a los problemas
no son simples adaptaciones al medio (adaptación aloplástica) se trata también
de modificaciones hechas a sí mismo (adaptación autoplástica), en una relación
de continuidad entre medio e individuo. La actividad interna del viviente es re-
sonante con el medio, él mismo se modifica, inventa, crea, construye nuevas
192
Mediación analítica organizacional
5.4.3 Mediación
Pensamos que la mediación como parte del proceso de individuación, no solo
contribuye a la solución de conflictos, sino que también potencia la creatividad,
la innovación y la emergencia de tensiones creativas que quizá estaban dormi-
das, implícitas en el sujeto. Los aspectos mencionados anteriormente son im-
portantes para las organizaciones, ya que no solo se trata de una mediación que
contribuya a la resolución de problemas, sino que también permite a los grupos
193
Capítulo 5
194
Mediación analítica organizacional
es mostrar que existe una relación circular y recurrente en el ser viviente entre
los objetos, las imágenes y la invención. Simondon critica posturas como las de
Sartre, que consideran la imagen como “consciencia de algo” (Sartre, 1984, p.
202). De acuerdo con Montoya (2006), para Simondon, la imagen es presentada
como “una mediación, o más precisamente, como una realidad intermedia entre
sujeto y objeto, concreto y abstracto, pasado y porvenir” (p. 43). Simondon con-
sidera que existen saberes implícitos en las imágenes, información que puede
utilizarse en la solución de problemas, de allí que considere que las imágenes
tienen aspectos anticipatorios, especie de visiones del porvenir; también poseen
contenidos cognitivos, es decir, representaciones o abstracciones de lo real. A su
vez, las imágenes tienen contenidos afectivos y emotivos, producto de la intensi-
dad de los estímulos que recibimos.
Simondon (2013) considera que cuando un sujeto está ante una situación de
tensión o de resolución de un problema, y ha de tomar una decisión, debe per-
manecer a distancia de lo real, no implicarse de inmediato para resolver tal pro-
blema. “Para elegir, hace falta estar a cierta distancia de lo real, no encontrarse ya
comprometido” (p. 16). Esta pausa o suspensión de la decisión posibilitada por
la imagen (compuesta por elementos cognitivos y afectivos), permite al sujeto
oscilar entre lo concreto y lo abstracto. Esta oscilación que posibilita la imagen
da cabida a la elección del sujeto, ya que puede analizar y evaluar incluso aspec-
tos que no están previstos o contenidos en las percepciones.
En la perspectiva simondoniana, específicamente en el estudio de la génesis
de las imágenes, se le llama símbolo a las imágenes-recuerdo que emergen del
intercambio “intenso” entre el sujeto y una situación o experiencia. Para Simon-
don, el sujeto que participa en una actividad ofrece algo de sí y conserva una
imagen que es suficientemente fuerte para constituirse en un fragmento de la
realidad. Cada ciclo de imágenes contiene para Simondon (2013) tres fases: la
anticipación (es una fase embrionaria de la imagen), la experiencia (la imagen
es receptora de información del exterior) y la sistematización (cuando una si-
tuación deja de transcurrir, la imagen guarda un recuerdo cargado de aspectos y
contenidos afectivo-emotivos). Para el sujeto, las imágenes son un análogo de
la realidad exterior, pero también anticipación de lo que puede llegar a ser esa
realidad. Por ello, ante situaciones de urgencia, problemas o tensiones por re-
solver, las imágenes toman un tono o relieve que conduce la decisión del sujeto.
Para Montoya (2006), “Simondon reconoce un saber implícito en la imagen, una
195
Capítulo 5
carga de presagio que puede servir, llegado el momento, para resolver problemas”
(p. 43). En palabras de Simondon (2013):
196
Mediación analítica organizacional
las posiciones, las razones, los motivos, las emociones, los valores, entre otros
aspectos. La actitud de imparcialidad del analítico contribuye a mostrar las di-
ferentes percepciones y posiciones, evitando que alguna de las partes trate de
imponer sus propios intereses, desconociendo otras percepciones frente al con-
flicto o el tema tratado. Las intervenciones del mediador analítico estarán orien-
tadas a la búsqueda del acercamiento de las posiciones de los individuos que
hacen parte de la organización, tratando de mostrar que sus discursos tienen
puntos en común y que las diferencias entre ellos puede ser dialectizadas. De
este modo, las intervenciones del analítico privilegian la intermodificación de los
discursos, de los intereses (individuales y comunes). El propósito más general es
llegar a consensos posibles y aceptables (razonables) por las partes, como fruto
de las alternativas que los mismos empleados y directivos construyen a partir del
acto de invención.
La mediación analítica, al privilegiar la dialéctica de los discursos, tiene un
carácter transductivo en el sentido que lo plantea Simondon. De allí la idea de que
el analítico es un mediador que favorece la escucha, es un canal o puente que
establece conexiones entre el contexto y el sujeto, a su vez permite trascender
las diferencias, desplegar las potencialidades, respetar las singularidades y opti-
mizar la realización de las tendencias subjetivas.
Resolver los conflictos puede entenderse como fluir creativamente hacia la
individuación, hacia la responsabilización subjetiva. La tensión continua del
sujeto con el medio, la relación con los otros y consigo mismo en contextos
organizacionales, puede pensarse como energía en devenir que requiere de una me-
diación analítica: hacer converger las potencialidades del sujeto con el medio, con
él mismo, con los otros, en pocas palabras, ser conforme con el devenir. En este
sentido entendemos la aplicación del método analítico desde una perspectiva
clínica como un medio de individuación, como un proceso de individuación, de
mediación.
El descubrimiento de soluciones significativas a los problemas y la potencia-
ción de la vertiente creativa tienen una relevancia para el individuo, acrecienta
para él la inteligibilidad de su relación con el medio, con los otros y consigo
mismo. El sujeto en tanto proceso individuante es agente de descubrimientos
progresivos sobre la realidad, es parte de ella misma, no es ajeno al medio, es
medio en sí mismo. La individuación provee al sujeto de soluciones provisionales
que aparecen como resultado del juego de tensiones que son propias de la reali-
dad. La volatilidad de los entornos es en sí misma la que genera o hace emerger
197
Capítulo 5
5
Véase el capítulo 1.
198
Mediación analítica organizacional
6
Véase el capítulo 1.
199
Capítulo 5
5.5.1.2 Indogmatismo
Desde los postulados de Gilbert Simondon y del método analítico entende-
mos la organización como un medio, entorno, en donde habitan diversas personas
que son a su vez una versión particular de un universal que puede o no tener una
cualidad nóstrica, es decir, pensar, sentir y actuar desde un nosotros, que incluye
las singularidades, pero sin llevar a la organización al totalitarismo ni al indivi-
dualismo. Se trata de una dialéctica, una intermodificación entre lo singular y lo
universal.7
Usando los conceptos planteados previamente (capítulo dos) a partir de Ra-
mírez (2012), desde la perspectiva del método analítico la organización tendría
7
Véase el capítulo 2.
200
Mediación analítica organizacional
201
Capítulo 5
202
Mediación analítica organizacional
203
Capítulo 5
8
Véase el capítulo 1.
204
Mediación analítica organizacional
razonamiento; como conocimiento inmediato de una cosa, idea o verdad, que no sigue
un camino racional para su construcción y formulación, y por lo tanto no puede expli-
carse o, incluso, verbalizarse; y como el resultado de intuir. En cuanto facultad de com-
prender, está implicado el proceso que se lleva a cabo —un proceso que es automático
y en extremo complejo, como veremos más adelante—; en lo que respecta al conoci-
miento inmediato de algo, se destaca la captación o el llegar a enterarse de una cosa,
idea o verdad, con lo que se resalta el papel de la consciencia; y en lo que corresponde
al resultado de intuir, se alude a lo que deriva del proceso, que no necesariamente cul-
mina en una captación consciente sino que puede expresarse como un estado de ánimo,
como un presentimiento o como un saber consciente propiamente dicho. Desde esta
perspectiva, el conocimiento consciente de lo que se intuye sería uno de los resultados
posibles del proceso de intuir, no el único (p. 171).
9
Véase el capítulo 1.
205
Capítulo 5
206
Mediación analítica organizacional
5.5.2.2 Sondeo
Entendemos la técnica del sondeo como una evaluación inicial de una situa-
ción; el sondeo se puede realizar por medio de preguntas para obtener informa-
ción de una situación y las circunstancias que la rodean. La técnica denominada
periférica permite la persona realizar rodeos, reiteraciones y hasta divagaciones en
su discurso, todo ello para acercarse paulatinamente al centro del síntoma. Esta
técnica utilizada por Freud tiene el propósito de propiciar de la mejor manera
que el paciente se acerque al núcleo de su problemática, evitando intervenciones
radicales que lleven a activar las resistencias de los sujetos.
En el trabajo de mediación la técnica del sondeo es importante, ya que po-
sibilita a las personas que participan de los procesos y dispositivos analíticos
realizar asociaciones discursivas acerca de lo que les acontece, dar diversos argu-
mentos, hacer silencio en medio del debate, intentar decir por medio de rodeos
aquellos aspectos que son difíciles de nombrar directamente y lograr acercarse a
los temas centrales con tacto y mesura.
5.5.2.3 Tanteo
El tanteo es una forma de proceder que tiene como propósito considerar di-
versos caminos para encontrar soluciones a problemáticas de la realidad. En
la mediación el tanteo se refiere a las intervenciones que hace el analítico para
rastrear y poner en funcionamiento diversas posibilidades de solución a los pro-
blemas, hasta lograr que una de ellas funcione y sea acorde con la situación.
Como ya lo hemos mencionado en el proceso de individuación, el ser humano
es capaz de resolver problemas de su existencia, del trabajo, de la familia, etc.,
a partir de la acumulación de la información de cómo ha resuelto en el pasado
dichas situaciones, pero también gracias a la capacidad de amplificación y desfa-
samiento de la estructura del individuo ante nuevas circunstancias en donde lo
pasado no es acorde o resonante con el devenir. De allí la importancia del tanteo
para explorar nuevas formas de resolución de los problemas, de la invención y la
207
Capítulo 5
5.5.2.4 Pregunta
Esta técnica consiste en formular interrogantes a alguien en particular o al
grupo en general para que diga y puedan responder lo que saben sobre un asunto
en particular. Expresar en forma de interrogación un asunto que de antemano se
cree obvio o sabido de antemano, bien sea para inducir a la duda o bien para
ahondar en el tema. La elénctica es quizá la técnica por excelencia de los diálogos
socráticos, que consiste en indagar, cuestionar, hacer preguntas con el propósito
de dilucidar, de aclarar, comprender. “Tal vez hay pocas muestras de mayor respeto al
discurso del otro que escucharlo atentamente, cuestionarlo, interrogarlo; mos-
trando con esta actitud que nos interesa, que queremos conocerlo y captar sus
límites y sus posibilidades” (Ramírez, 2012, ens. 128).
Con la utilización de la elénctica se busca cuestionar las certidumbres, las ideas
preconcebidas que en ocasiones no permiten la invención de alternativas de solu-
ción a problemas. Cuando Sócrates usaba la pregunta buscaba la manera o ma-
neras de encontrar en grupo posibles respuestas a los interrogantes, dinamizar
el discurso grupal, profundizar en el análisis. “La mayéutica es dialéctica, se abre
al discurso del otro, permite que las mutuas influencias se transformen intersub-
jetivamente haciendo avanzar así el análisis de un tema. Su interés es generar
dudas e investigar” (López, 1995, p. 32). La pregunta potencia los procesos de
individuación en tanto transducción que supone que el individuo está en perma-
nente devenir y realiza constantes actividades de transducción de valores, ideas,
conocimientos, formas de relacionarse, emociones, entre otras.
Potenciar la pregunta y favorecer un clima caracterizado por el respeto y la
cordialidad puede permitir el despliegue de la curiosidad y el deseo de saber
de los participantes en un proceso de mediación. La pregunta o elénctica reside
en la aplicación y transmisión de una actitud de docta ignorancia, que consiste en
asumir una posición de “no saber”, de cuestionamiento permanente. Su objetivo
principal es indagar y cuestionar lo que se piensa o cree como válido, analizar a
fondo. Esta forma de proceder del mediador analítico exige tacto y prudencia en
las intervenciones.
208
Mediación analítica organizacional
5.5.2.5 Exhortación
La protréptica es otra de las técnicas utilizadas por Sócrates, consiste en la
exhortación o invitación a hablar, verbalizar. Su intención fundamental es exci-
tar el ánimo de los participantes a la discusión. La protréptica puede utilizarse
de muchas formas, por ejemplo, propiciar la participación de una persona en
particular, reconocer la capacidad argumentativa, mostrar interés por las ideas,
relievar ciertos argumentos que pueden ser novedosos en la discusión, destacar
la participación de personas que habitualmente no intervienen en los debates,
entre otras formas.
Hemos insistido en la importancia de la verbalización, como uno de los elemen-
tos nodulares en la aplicación del método analítico para la mediación, pues el
objetivo principal de dicha aplicación consiste en que los discursos se encuen-
tren, puedan permearse, influirse, transformarse mutuamente. “La protréptica a,
utilizada por Sócrates […] le permitía poner a prueba sus razonamientos y apro-
vechar los aportes que se le hacían, para reestructurar su discurso” (Ramírez,
2012, ens. 2).
5.5.2.6 Tacto
El sentido del tacto permite al ser humano captar cualidades de los objetos,
como suavidad, aspereza, humedad, resequedad, dureza, fragilidad, elasticidad,
entre muchas otras cualidades. El tacto también puede entenderse en el modo
de proceder de las personas, aquella sutileza y delicadeza para intervenir, para
decir las cosas, para presentar situaciones difíciles en las cuales se requiere el
momento y la forma oportuna de decir las cosas. “El timing de los anglos enfatiza
el factor tiempo, la oportunidad temporal de una jugada en bridge o de una inter-
vención clínica. También la ética del bien dire lacaniana que podría llamarse del
decir oportuno (acertado) o del kairos logos griego” (Ramírez, 2012, ens. 80).
En procesos de mediación el tacto es una de las técnicas más utilizadas en
tanto se busca crear un ambiente amable, cordial para discutir y socializar ideas.
Este ambiente puede lograrse mediante el buen trato, inducir a hablar a un indivi-
duo o grupo de forma cortés, atenta, evitando agredir o crear enfrentamientos in-
fructuosos para el debate y la construcción de conocimiento. Por el contrario, el
agón, el campo agonal, implica una lucha, una contienda, un desafío de argumen-
tos, buscando que sean los más sólidos y fuertes los que triunfen. Tener mejores
209
Capítulo 5
5.5.3.1 Dilucidar
La mayor parte de un discurso tiene elementos implícitos, ocultos, velados
para el sujeto (individual, grupal o colectivo). Al escuchar el discurso de un su-
jeto en un dispositivo analítico, se pretende explicitar el contenido tácito que le
subyace mediante la verbalización y la escucha, es decir, aquellos elementos im-
plícitos que puedan servir a los propósitos u objetivos del trabajo del analítico.
El análisis del discurso busca hacer emerger los contenidos implícitos de
un discurso, hacer explícito lo implícito; desde una perspectiva psicoanalítica
210
Mediación analítica organizacional
211
Capítulo 5
5.5.3.2 Argumentar
Un aspecto transversal a la propuesta de aplicación del método analítico es
el desarrollo de las potencialidades de los sujetos y su responsabilización. Un
sujeto responsable es aquel que fortalece su criterio propio, es reflexivo, crítico y
toma decisiones por sí mismo con argumentos. En otras palabras, se quiere que
las personas amplíen sus prácticas de libertad, su saber a través de la socializa-
ción de las ideas y argumentos que plantean y escuchan de los demás. Pero al
mismo tiempo la mediación analítica propende a la búsqueda de lo común por
la transigencia, el estar dispuesto a ceder, armonizarse y dialectizarse con otros.
Se busca, ante todo, promover que quien tome la palabra trate de argumentar lo
mejor posible sus ideas y lleve tan lejos como le sea posible el análisis de sus
palabras, respetando su opinión y su manera de ser en tanto interlocutor.
Lo analítico se opone a las intransigencias, es decir, al no transigir con otras
posiciones, propiciando la dialéctica y privilegiando el indogmatismo.
Favorecer la capacidad argumentativa es posibilitar que los integrantes de la
organización logren desplegar y despejar las posibles dudas o inquietudes que
se constituyan en obstáculo para la comprensión de sus actividades y funciones
dentro de la organización. La posibilidad de que un empleado logre proponer
sus preguntas y dudas sin el temor a ser ridiculizado, maltratado o desconocido,
aumenta las probabilidades de poder resolverlas y como tal, podrían evitarse si-
tuaciones que obstaculicen su desempeño. Igualmente, favorecer la argumenta-
ción, implica otorgar un lugar simbólico a cada participante, en donde su propia
posición tiene un peso, porque se tiene en cuenta no sólo en el debate grupal,
sino también en la toma de algunas decisiones.
De otro lado, para fomentar la capacidad argumentativa, el mediador analí-
tico podrá proponer preguntas o cuestionamientos que tienen la finalidad de di-
namizar el discurso grupal y el debate. En ocasiones lo que parece una pregunta
simple, sin fundamento, poco interesante o sencilla de responder, puede generar
un debate arduo y riguroso. Tener la posibilidad de preguntar y responder tran-
quilamente en las reuniones de trabajo, grupos primarios, focus group, etc., propi-
cia e incentiva la curiosidad y el deseo de saber y favorece la argumentación. Es
importante tener en cuenta que existe riesgo al liberar la palabra,10 por lo cual es
10
Véase el capítulo 3.
212
Mediación analítica organizacional
5.5.3.3 La escucha
Escuchar11 es toda una disposición del mediador analítico que consiste en
estar lo más advertido de su prejuicios y abierto posible para captar la lógica
discursiva de las personas con las que realiza la intervención.
El silencio del coordinador12 es un elemento nodular en el trabajo de me-
diación del analítico, se trata de crear espacios de conversación en donde los
participantes puedan reconocer “la necesidad y el privilegio de su palabra, de su
verbalización, antes que la exposición [del mediador]” (Henao, 2012, párr. 92).
Compartimos la postura de autores como Ramírez (2012), Lopera y otros (2010a),
Etkin (2011), entre otros, sobre la necesidad de crear espacios dialógicos en la
organización con el propósito de generar debates y la discusión de los temas de
interés para los individuos, de allí la necesidad de promover la escucha, hablando me-
nos y escuchando más. Para casi todas las corrientes de la gestión humana es funda-
mental la importancia que se otorga al ejercicio de escuchar, ya que se promueve
que sean los mismos integrantes de la organización quienes analicen su propio
discurso, sus situaciones, sus problemáticas.13
Aprender a dar la palabra a otro y hacer silencio son aspectos nodulares en la
aplicación del método analítico como mediación. Para Balogun y Johnson (2005)
el sentido organizacional es un proceso conversacional, narrativo y de escucha de la
realidad de los individuos. En este sentido, los espacios de conversación son pilares
claves en la construcción de la estrategia de las organizaciones, la solución de
conflictos, la moderación de las tensiones, el despliegue de las potencialidades y
11
Véase el capítulo 1.
12
Véase el capítulo 3.
13
Véase el capítulo 4.
213
Capítulo 5
la invención, a partir de los propios recursos y opciones que los grupos o áreas de
trabajo tienen para hacerle frente a los problemas humanos y organizacionales
que diariamente se presentan.
Escuchar y analizar las implicaciones que tienen para los empleados las
acciones emprendidas por las orientaciones de los líderes (metas, políticas,
direccionamiento estratégico, creación de procesos, evaluación y desarrollo or-
ganizacional, etc.), contribuye a la comprensión de la dinámica organizacional y
a incrementar el nivel de conciencia de la interdependencia que se tiene entre los
individuos, el medio y la organización en la concreción de las acciones. De este
modo, la consecución de los objetivos singulares y comunes será orientada ana-
líticamente y vista como una apuesta común y no como una indicación arbitraria
e individualista.
14
Véase el capítulo 1.
214
Mediación analítica organizacional
5.5.3.5 Singularización
Un sujeto individual es un ser humano singular con una historia, unos valo-
res, costumbres, intereses, en síntesis, tiene una forma única de incorporación
de la cultura (cultura encarnada) (Lopera y otros, 2010b)15. Una mediación analí-
tica tendrá en cuenta los deseos y apetencias de un sujeto singular, pero también
los de los otros, así como las necesidades y tendencias de su entorno. Así, las de-
cisiones que se toman producto de una mediación son fruto del análisis y consi-
deran los deseos y apetencias singulares, como también los intereses comunes.
La mayoría de las lógicas organizacionales están orientadas a crear una serie
de reglas de comportamiento de las personas que logren alinearlas a los propósi-
tos y objetivos de las empresas. Si bien es necesario que cada integrante o co-
nozca y se apropie de los objetivos comunes que pretende la organización, esto
no quiere decir que las reglas (formales o informales), el contrato laboral, las
funciones y responsabilidades, restrinjan en forma considerable la singularidad
(leyes, intereses, regularidades propias de cada individuo o grupo que pertenece
a una organización) con el fin de adherirse a una supuesta seguridad prometida
por estos reglajes. Para Simondon (2009) la filosofía de la individuación parte del
15
Véase el capítulo 2.
215
Capítulo 5
El centro y el núcleo del entorno es un sujeto singular. Por ello, en el proceso de res-
ponsabilización se comienza con la singularización: que el sujeto se haga responsable
de su propio discurso, de su destino. Sin embargo, nadie está aislado ni puede (aunque
quisiera) dejar de contar con los demás. Su entorno humano (inmediato: familia, ami-
gos; o mediato: comunidad, país, humanidad) siempre influirá sobre él interna (pues in-
terioriza valores) o externamente (los demás intervienen y actúan y sus acciones tienen
consecuencias sobre el sujeto) (Ramírez, 2012, ens. 17).
216
Mediación analítica organizacional
5.5.3.6 Responsabilización
Como se mencionó previamente en el capítulo dos, la responsabilización es
un proceso que culmina con la asunción del deseo, destino, condiciones del me-
dio de cada sujeto. Que acepte ser responsable de lo que le ocurre y evite culpar
(“responsabilizar”) a otras personas de lo que le ocurre: “Las circunstancias: la
vida, “los demás”, “los otros”, la sociedad, la familia, los padres, el cónyuge, las
autoridades, el jefe (siempre un amo)” (Ramírez, 2012, ens. 16). Lo anterior indica
que existe en cada sujeto una responsabilidad, en grados (directa o indirecta), de
lo que le ocurre en su cotidianidad.
Todo proceso de singularización implica la responsabilización de cada sujeto,
hacerse consciente y responsable del propio discurso (toda manifestación subje-
tiva). Partimos de una conjetura inicial que consiste en pensar que si cada indivi-
duo se responsabiliza, asume su propia vida y las consecuencias de sus propios
actos, en la perspectiva de la razonabilidad. En donde, si bien se tiene en cuenta
los propios intereses, deseos, sentimientos, valores, anhelos, etc., también es
necesario contar y entender los de los demás. Esta actitud es necesaria para la
cortesía analítica que el mediador desea propiciar en su trabajo.
Así como algunos sujetos pretenden culpar o responsabilizar a otros de su
existencia, también pueden desear un amo que dicte, ordene, mande qué pen-
sar, qué decir, qué hacer, en suma, cómo comportarse en la vida. Esta pretensión
puede basarse en la idea de no querer asumir la existencia, la cotidianidad, el
trabajo, las responsabilidades, ya que si es otro (un amo) quien dirige, manda u
ordena qué hacer, será ese mismo “amo” el responsable de las consecuencias y
efectos de lo que haga. Pretender desresponsabilizarse de las propias acciones
es una actitud pusilánime que se caracteriza por la cobardía moral.
Es posible que en procesos de asesoría o consultoría, se pida al profesional
que oriente, dicte lo que se debe hacer para resolver problemas (tales como con-
flictos, tensiones, cambios organizacionales en la cultura, el clima, etc.). De allí,
la necesidad de ubicarse en una actitud desprejuiciada, imparcial y prudente,
que evite que las intervenciones del analítico sean tomadas como mandatos o
verdades absolutas que vendrían a “salvar” a la organización en una coyuntura
dada. “La prudencia evita que el mediador se convierta en un moralista; le in-
vita sin cesar a encontrar a los que se dirigen a él los caminos de su libertad”
(Six, 1997, p. 180). La idea de la mediación analítica con relación a este punto
consiste en comportarse a la inversa de una actitud dogmática que pretenda
217
Capítulo 5
218
Mediación analítica organizacional
Como vemos, Polanyi nos advierte que todo conocimiento, aun el cientí-
fico, está atravesado por un saber tácito, el cual define como un conocimiento
(knowledge) que no podemos comunicar ni determinar siempre. Sostiene, además,
que los seres humanos adquirimos conocimiento creando y organizando nues-
tras propias experiencias y que quizá “sabemos más de lo que realmente pode-
mos expresar o comunicar” (Polanyi, 1967, p. 27); en síntesis, el conocimiento
surge de las experiencias que tenemos y es en su mayor parte tácito, subjetivo.
En concordancia con Simondon (2009), todos los seres humanos poseemos un
saber implícito (en las imágenes), una carga o presagio de la realidad que en un
momento dado sirve para resolver problemas. Recordemos el proceso de inven-
ción: 1) capacidad anticipatoria (libertad y proyección hacia el porvenir), 2) tener
la experiencia necesaria para afrontar y afinar los actos; y 3) la posibilidad de la
invención propiamente dicha, “un cambio de organización”, que permite al su-
jeto y a los grupos un nuevo estado de imágenes libres que origina una génesis
219
Capítulo 5
16
El modelo de Nonaka y Takeuchi está en concordancia con la propuesta del método analítico, ya que los
dispositivos que se ofrecen desde esta perspectiva, como por ejemplo, grupos de discusión, focusgroup, grupos
primarios, etc. son espacios no solo de trasmisión del método sino también de construcción de conocimiento y
modos de transformar la realidad. En síntesis, son procesos de permanente interacción del sujeto con los otros
para la construcción de conocimiento. En el presente escrito se mostrará la convergencia de estas ideas y cómo
ambas propuestas son complementarias en el estudio de las organizaciones.
220
Mediación analítica organizacional
221
Capítulo 5
Diálogo
Socialización Exteriorización
Interiorización Combinación
Aprender haciendo
222
Mediación analítica organizacional
Muchas veces, en lo implícito del discurso aparecen una serie de aprendizajes incorpo-
rados que fueron transmitidos a lo largo de la vida de cada sujeto, además de valores,
formas de pensar y de hacer que se evidencian en el ejercicio de la vida cotidiana, lo
que no excluye la posibilidad de que un sujeto pueda, a lo largo de su vida, incorporar
nuevos elementos, transformar algunos que hacen parte de él desde la infancia, cuestio-
narse a sí mismo y tener un papel activo en la constitución de su ser (p. 494).
223
Capítulo 5
224
Mediación analítica organizacional
225
Capítulo 5
226
Mediación analítica organizacional
que esta teoría o mito sea solo una conjetura para solucionar una situación y no
la mejor forma o la única.
La rigidez de las directrices de los líderes llevaría entonces a un quietismo
del resto de la organización, ya que si se entiende la estrategia como algo dado,
determinado solo por unos pocos, no será necesaria la intervención, creatividad,
invención y participación de otros actores de la organización, estaríamos en la ló-
gica de: unos pocos piensan, muchos otros hacen. Se requiere de un cambio de actitud
que consistiría en flexibilizar los esquemas mentales, permitirse leer y responder
las condiciones del medio, teniendo en cuenta aspectos de la experiencia pa-
sada, pero también incluyendo o incorporando nuevas posibilidades de reacción
de invención, al modo simondoniano descrito en líneas anteriores. Por ejemplo, la
participación colectiva de los empleados y mejor aún de los stakeholders (tácitos y
explícitos) en la planeación, y ejecución de la estrategia. De este modo, no habría
un solo responsable de los resultados, sino que un colectivo sería responsable
de la creación de la estrategia, de las acciones y los resultados. En otras pala-
bras, se trata de una co-creación.
La idea de que la estrategia es algo que debe suceder allá arriba, lejos de los
detalles de funcionamiento de una organización sobre una base diaria y aparte
de los stakeholders, es una de las grandes falacias de la gestión estratégica con-
vencional, y puede explicar una buena parte algunos de los fracasos en los nego-
cios. Por ello, proponemos mediar analíticamente; abogamos por una dialéctica
constante entre la teoría y la práctica (Ramírez, 2012, ens. 17; 1991), creemos en
una teoría practicada y una práctica teorizada, donde la retroalimentación y el
flujo de información son permanentes. El aprendizaje estratégico depende precisa-
mente de ello, de la capacidad de análisis de lo planificado teniendo en cuenta
lo realizado y la modificación o resignificación de lo que se pensó inicialmente
a partir del ejercicio intuitivo de las condiciones del medio y del análisis de los
resultados.
Frente a la pregunta por la influencia del entorno en las actividades huma-
nas pueden darse distintas respuestas, que generan las siguientes posiciones.
En la práctica, toda la estrategia tiene dos componentes: uno deliberado y otro
emergente; puesto que la estrategia puramente deliberada impide el aprendizaje
estratégico y la estrategia puramente emergente impide el control de variables y
de parte del entorno; en consecuencia, el aprendizaje estratégico debe basarse
en una dialéctica entre estos dos componentes. Para Mintzberg (1998), se trata
de pensar en la idea de caminar o apoyarse en dos polos lo deliberado y lo emergente.
227
Capítulo 5
228
CONCLUSIONES
Hemos comenzado este libro hablando sobre la clínica y el método clínico que
vinculamos con el método científico y con el método analítico. Posteriormente
hablamos sobre la relación existente entre las personas (sujetos individuales),
los grupos (sujetos grupales) y las organizaciones (sujetos colectivos), teniendo
en cuenta la perspectiva del desarrollo humano, cuya condición necesaria es la
perspectiva del nosotros, que comienza por la consideración de la relación inter-
personal basada en la articulación de los diversos intereses de diferentes sujetos.
Seguidamente, abordamos algunos aspectos de teoría de grupos que posibilitan,
en nuestra perspectiva, comprender por qué es importante el método clínico
para el estudio e intervención de los fenómenos humanos. A continuación plan-
teamos una perspectiva analítica de la gestión humana, para luego mostrar al-
gunos ejemplos de sus posibles implicaciones en organizaciones empresariales.
Finalmente, abordamos un tema específico como lo es la mediación analítica
organizacional, como una aplicación posible de la clínica de las organizaciones.
En las siguientes líneas, recordaremos algunos puntos esenciales que aparecen
en cada uno de los capítulos.
Luego de revisar la literatura y hablar con personas que están involucradas
con la gestión humana como gerentes, empleados y académicos, consideramos
que el método clínico, en tanto se ocupa del estudio de casos singulares (y no
relacionado exclusivamente con la salud y la enfermedad), es fundamental en las
organizaciones, por dos razones: por una parte, porque cada caso, si bien tiene
aspectos similares a otros casos, también presenta aspectos específicos que, de
no ser tenidos en cuenta, pueden conducir a una comprensión poco adecuada
o conveniente de la situación y, por ende, a una inadecuada intervención; por
229
Conclusiones
230
Conclusiones
231
Conclusiones
232
BIOGRAFÍA DE LOS AUTORES
233
Biografía de los autores
234
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s %NS ,A OBJETIVIDAD
s %NS !NÈLISIS DE UN DISCURSO
s %NS ,A EXPLICACIØN
s %NS 3IMBOLIZAR
s %NS ,A FORMALIZACIØN
s %NS &ORMACIØN CIENTÓFICA
s %NS %L MÏTODO NATURAL
s %NS ,OS BIMONØLOGOS
s %NS ,O FORMAL
s %NS %L DEVENIR DE LOGOS
s %NS 3OBRE LA RESPONSABILIDAD
s %NS 2ESPONSABILIDAD TEØRICA
s %NS %L GOBIERNO
s %NS 3ENTIDO DE AVENTURA
s %NS *UGADOR EXISTENCIAL
s %NS ,A CORTESÓA ANALÓTICA
s %NS !BORDAJES ESTRUCTURALES
s %NS %SCUCHAR
s %NS 3OBRE LA INTERPRETACIØN
s %NS ,A INTERPRETACIØN DESDE LA DOCTA IGNORANCIA
s %NS ,A INTUICIØN ANALIZADA
s %NS !NÈLISIS DE LA INTUICIØN
s %NS ,A INTUICIØN FRACTAL
s %NS 3OBRE LO FRACTAL
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s !RT ,A FORMACIØN DEL ESPÓRITU
s 4RANSF 5NIØN DE LAS CONSCIENCIAS
s 4RANSF 4RANSAR
s 4RANSF !SESOR
s 4RANSF #OMPILADOR
s #AV %SPIRAL HERMENÏUTICA
s #AV 4RANSFERENCIAS
s #AV #OORDINADOR
s #AV %NTRE LO DUAL Y EL NOSOTROS
s $IV 0RUEBITA
s &AB ,AS DECISIONES
s &AB 4EORÓAS
s &AB !NALÓTICA FRACTAL
s &AB #URADOR
s /CURR 0ARTICULARIDAD
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ÍNDICE ONOMÁSTICO
251
Índices
252
Índice onomástico
253
Índices
254
ÍNDICE DE MATERIAS
Abducción, 31, 45, 46 azar, 52, 60, 75, 94, 123, 179, 181, 182, 192, 226,
actitud, 8, 28, 31, 32, 36, 54, 123, 124, 129, 134, 228, 230
156, 161, 164, 167, 171, 179
actitud analítica, 8, 33, 56, 80, 95, 105, 134, 143, 159 Bautismo clínico, 31
actitud científica, 8, 36
actitud clínica, 53, 54, 57 Campo clínico, 13, 34
actitud de análisis, 167 campo nosológico, 34
actitud de cortesía, 155 caso clínico, 29, 66
actitud de docta ignorancia, 57 caso concreto, 36, 59, 66, 73, 74
actitud desprejuiciada, 171 caso singular, 17, 25, 29, 35, 77, 155
Actitud indogmática, 65, 176, 182, 202, 205, 214 ciencia de lo individual, 53
actitud ética, 49 ciencia moderna, 32-34, 48, 219
actitud indogmática, 48, 142, 158, 161, 168 ciencias del hombre, 22, 34, 36, 52
actitud reflexiva, 129 ciencias fácticas, 41
actitud transtópica, 100 ciencias sociales, 16, 21, 23, 24, 28, 29, 38, 151,
administración, 9 172, 177, 181, 233
alegría, 54, 104 clínica analítica, passim
algoritmo, 28, 31 clínica de la acción, 23, 50
alineación, 101 clínica de la actividad, 23, 50, 142
alma, 20, 22 clínica de las organizaciones, 18, 19, 103, 157,
análisis, 10, 45, 52, 55, 58, 183 160, 229
análisis clínico, 53, 98 clínica de lo social, 23
análisis de la identidad grupal, 18 clínica de orientación analítica,14, 17, 65, 68,
análisis del discurso, 46, 49, 67, 91, 97, 115, clínica del discurso, 36
118, 123, 124, 162, 171, 199, 210 clínica en la psicología, 25, 26, 29, 30, 32, 70
analítico, 14, 38, 45, 57, 97, 99, 100, 111, 127, Clínica Jurídica, 24
134, 135, 138, 160, 162, 163, 165, 167, 169, clínica médica, 24, 32, 33, 37
172, 173, 177, 182 clínica moderna, 33
analizar, 44, 49, 53, 55, 56, 159 clínica psicoanalítica, 38
animal de logos, 39 clínica psicológica, 24, 26, 31
animal verbal, 18, 39, 79, 89, 93, 98, 101, 155 clínicas del trabajo, 23, 26, 50, 97, 146
aplicación, 54, 55, 67 clínicas jurídicas, 23
aprendizaje, 72, 227 co-creación, 227
aprendizaje estratégico, 227, 228 coherencia, 40, 46
aprendizaje implícito, 72, 176 comportamiento humano, 90, 152, 178
armonía, 31, 32, 110, 134, 135 comportamiento organizacional, 13, 228
articulación, 15, 18, 19, 37, 40, 42, 43, 45, 49, 50, comunicar, 46
89, 89, 90, 92, 99, 100, 116, 123, 138, 148, conceptualizar, 54, 60, 225
190, 201, 229, 230 concreción, 17, 68, 82, 87, 89
articulaciones, 46, 57, 73, 88, 90, 112, 205 concreción de instituciones, 17, 82
articular, 60, 112, 115, 116, 182, 194 conflictos burocráticos, 185
ascesis, 71 conflictos de negociación, 184
ascesis subjetiva, 52, 71, 74, 166 conflictos entre los sistemas, 185
255
Índices
256
Índice de materias
escucha analítica, 57, 115 formalizar, 55, 56, 58, 60, 174
escucha de indicios, 58, 61 frónesis, 72, 76
escucha desprejuiciada, 15, 49, 170, 201, 202
escucha genuina, 19 Generalización, 53
escucha prudente, 49 Gestalt, 75
escuchar, 55-57, 63, 65, 73-75, 213, 214 gestión humana, 9, 10, 13, 14, 17, 18, 19, 26, 98,
escuchar el discurso, 61, 210 101, 141, 142, 147, 150, 151, 152, 153, 154,
espacios conversacionales, 176 155, 156, 157, 159, 160, 162, 163, 164, 167,
espacios de conversación, 174, 187, 213 168, 171, 172, 173, 176, 213, 119, 230, 231
estrategia, 84, 125, 224-228 gestión de recursos humanos, 152
estrategia corporativa, 255 gestión del conocimiento, 19
estrategia organizacional, 19, 218 gestión estratégica, 10, 224-227
estructura subjetiva, 46, 94-96, 165 gestión humana de orientación analítica, 5, 9,
estructuración, 9, 18, 94, 95, 96, 98, 109, 110, 18, 147-176, 231
136, 138, 139, 141, 144, 192 gradualidad, 72
estudios organizacionales, 7, 8, 177-182, 188 grupo analítico, 9, 103, 109, 110, 111, 112, 115,
ethos, 45, 47, 72 116, 117, 122, 167
ética, 97, 116 grupo sujetado, 137, 138
ética de la razonabilidad, 151 grupo-objeto, 97, 105, 137, 138
ética del buen decir, 159, 209 grupos analíticos, 103-122
ética fractal, 200 grupos informales, 109, 131
ética organizacional, 151 grupos objeto, 137
eudaimonía, 72 grupo primario, 104-106, 108, 109
experiencia discursiva, 62 grupo secundario, 85, 104, 107, 108
experiencia emocional, 72 grupos sujeto, 137
experiencia fractal, 127 grupo-sujeto, 97, 105, 137
experiencia práctica, 62 grupúsculo, 107
experimento invocado, 30, 51 grupúsculos, 122
experimento provocado, 51
explicación, 54, 55, 182 Hábito, 40, 45, 46, 72, 76, 92, 94, 137, 143, 144
explicar, 46, 55 historia singular, 34, 53
expresión clínica, 34 hombre de ciencia, 45
hombre económico, 151, 153
Felicidad, 72 hombre organizacional, 154
fenómenos grupales, 18, 135 hombre psicológico, 153, 155
fenómenos sociales, 23, 50, 156, 177, 179, 181 huella, 32, 35, 42, 52, 58, 90, 99, 224
fenómenos socio-laborales, 147, 152, 156, 164, 176 huella material, 35
filosofía de gestión, 19, 89, 138, 147-149, 151, 231 huellas mnémicas, 42, 90
formación analítica, 74, 76, 176
formación clínica-analítica, 70, 74 Identidad biológica, 143
formación del clínico, 34, 64, 71 identidad civil, 143, 144
formación experiencial, 77 identidad cultural, 143, 144
formación integral, 74 identidad de integrantes, 144
formación profesional, 5, 74, 124 identidad grupal, 18, 143, 144
formación teórico práctica, 77 identidad individual, 146
formalización, 24, 55, 60, 61, 66, 68, 88, 89, 182, identidad personal, 144-146, 159
221, 231 identidad psicológica, 143, 144
257
Índices
258
Índice de materias
259
Índices
Saber co-creado, 228 Tacto, 33, 49, 57, 58, 64, 70, 72, 76, 112, 158,
saber del médico, 33 159, 165, 199, 207, 208, 209, 210
saber implícito, 195, 219 techne, 37, 73, 206
saber no racional, 219 teoría científica, 41
saber tácito, 72, 100, 218-220 teoría organizacional, 177, 178, 181,
saber-hacer, 26, 32, 34, 43, 54, 224 teorías científicas, 42
sabiduría, 37, 47 teorización, 35, 55, 60, 61, 66, 67, 155
sabiduría práctica, 72 término medio, 72
salud, 40, 90, 91, 135, 137, 173, 229 testigo, 109, 113-115, 129, 130
sanar, 38, 39 timing, 58, 209
semiología, 53, 54, 70 trabajo con grupos, 100, 103, 118, 125, 126,
semiología médica, 33 129, 130, 198
ser humano, 10, 13, 16-18, 22, 28, 30, 33, 35, 39, trabajo grupal, 144, 167
42, 43, 47, 49, 53, 71, 72, 88-90, 92-96, 100, transducción, 192, 193, 205, 208, 211, 216
103, 107-109, 128, 135, 139, 141, 143, 145, transducción comunicativa, 210
154-156, 158, 160, 177, 180, 190, 191, 204, transferencia, 110, 112, 117-123
207, 209, 215, 230 transferencia central, 121
silencio, 70, 115, 199, 207, 213 transferencia de trabajo, 119, 120, 123
simbólico, 57, 123 transferencia exterior, 121
simbolización, 18, 88, 99, 100, 165, 176 transferencia grupal, 121
simbolizar, 60, 112 transferencia imaginaria, 118, 120
símbolo, 95, 99, 195 transferencia lateral, 120, 121
singularidad, 13, 32, 52, 59, 65, 82, 94, 132, 134, transferencia negativa, 119
162, 177, 180, 198, 199, 206, 211, 215, 216, 230 transferencia positiva, 119
singularidad del sujeto, 59, 162 transferencia principal, 121
singularización, 83, 115, 164, 215-217, 230 transferencia simbólica, 118-120
síntomas, 28, 32, 33, 58, 59 transformación, 54, 74, 90, 125, 167, 175, 191, 193
sistema managinario, 146 transformación subjetiva, 74, 175
sistema psíquico, 145, 146 tratamiento, 21, 24, 26, 28, 31, 38, 39, 54, 63,
socialización, 15, 18, 19, 100, 109, 141, 171-174, 151, 157
176, 221, 222 tratamiento del alma, 31
sociología clínica, 23, 50 tratar, 63
subjetivación, 18, 26, 93, 95-98, 101, 136-138,
141, 144, 155, 173 Universal, 52, 200
subjetividad, 141, 161, 174, 230
sujetación, 93, 96-98, 117, 118, 120, 136, 138, 144 Validez, 40, 44-46, 48, 60, 62, 63, 163, 211
sujeto colectivo, 67, 97, 132, 133, 136, 137 verbalización, 13, 18, 3755, 69, 98-101, 112,
sujeto grupal, 97, 103, 110, 115, 131, 133, 138, 145 122, 123, 156, 158, 165, 176, 186, 198, 203,
sujeto individual, 18, 28, 96-98, 103, 110, 113, 209, 210, 213, 221, 223, 230, 232
126, 127, 133, 136-140, 164, 170, 176, 194, verbalizar, 60, 112, 119, 124, 127, 174, 184, 209, 221
215, 232 verdad, 63
sujeto multicéfalo, 132 verosimilitud, 63
sujeto plural, 3, 10, 73, 74, 78, 97 vida armónica, 72
supuestos, 46, 49, 74, 75, 171, 194 vida buena, 72, 126
supuestos previos analizados, 46
260
ÍNDICE
Prólogo 7
Introducción 13
CAPÍTULO 1
CLÍNICA ANALÍTICA
1.1 Conceptualización de la clínica 21
1.1.1 Dificultades en su definición 21
1.1.2 La clínica en la psicología 25
1.1.3 Generalidades de la clínica 30
1.2 Fundamentación de la clínica analítica 40
1.2.1 El método científico y la ciencia 40
1.2.2 Método analítico 45
1.2.3 El método clínico 49
1.3 Clínica de orientación analítica 68
1.3.1 Definición 68
1.3.2 Formación clínica analítica 70
CAPÍTULO 2
EL SUJETO: DE LA INSTITUCIÓN A LA ORGANIZACIÓN
2.1 Institución y organización 79
2.1.1 La institución como discurso fundante 79
2.1.2 La organización como concreción de instituciones 82
2.2 El hombre: animal verbal 89
2.2.1 El concepto verbo 89
2.2.2 La cultura: conjunto de instituciones 91
2.2.3 El sujeto como organización 93
2.3 Sujeto individual y sujeto plural (grupal o colectivo) 96
2.4 La verbalización y sus efectos 98
CAPÍTULO 3
CLÍNICA, GRUPO Y ORGANIZACIÓN
3.1 Grupos analíticos 103
3.1.1 Definición de grupo 103
3.1.2 Estructuración del grupo analítico 109
3.2 Dispositivos analíticos 122
3.2.1 ¿Qué es un dispositivo analítico? 122
3.2.2 Clases de dispositivos analíticos según sus propósitos 124
3.3 Trabajo con grupos en organizaciones empresariales 126
3.3.1 Perspectivas 126
3.3.2 Abordajes estructurales 130
3.3.3 El equipo: entre el individualismo y la cooperación 131
3.4 La clínica analítica de las organizaciones aplicada
a algunos fenómenos grupales 135
3.4.1 Estructuración de un grupo como sujeto colectivo 136
3.4.2 El ingreso de una persona a un grupo 140
3.4.3 La identidad grupal 143
CAPÍTULO 4
APORTES PARA UNA GESTIÓN HUMANA DE ORIENTACIÓN ANALÍTICA
4.1 Fundamentación teórica de la gestión humana
de orientación analítica 147
4.1.1 Filosofía de gestión 147
4.1.2 Gestión humana 151
4.2 Gestión humana de orientación analítica:
una apuesta por el desarrollo 156
4.2.1 Condiciones que favorecen una gestión humana
de orientación analítica 160
4.2.2 Dispositivos analíticos en la gestión humana 164
4.3 Momentos en la gestión humana de orientación analítica 168
4.3.2 Momento de socialización 171
4.3.3 Momento de formación 174
4.4 Apuntes finales 176
CAPÍTULO 5
MEDIACIÓN ANALÍTICA ORGANIZACIONAL
5.1 De la Teoría Organizacional a los Estudios Organizacionales 177
5.2 El conflicto organizacional 182
5.3 Algunos antecedentes de la mediación 187
5.4 La mediación desde la perspectiva de Gilbert Simondon 190
5.4.1 Individuación 190
5.4.2 Transducción 192
5.4.3 Mediación 193
5.4.4 Imaginación e invención 194
5.5 Mediación analítica en contextos organizacionales 196
5.5.1 Actitudes del mediador analítico 198
5.5.2 Técnicas analíticas de mediación 206
5.5.3 Algunos efectos prácticos de la aplicación
del método analítico en la mediación 210
5.6 Dos campos de aplicación de la mediación analítica 218
5.6.1 Conversión de saber tácito en conocimiento explícito 218
5.6.2 Mediación analítica en la creación de la estrategia 224
Conclusiones 229
Biografía de los autores 233
Bibliografía 235
Índice onomástico 251
Índice de materias 255
TALLER SAN PABLO
BOGOTÁ
IMPRESO EN COLOMBIA — PRINTED IN COLOMBIA