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Un tema complejo
Magíster en Psicología Educacional
Universidad Santo Tomás
Agosto, 2007
Santiago Chile
Hoy por hoy, el sistema educacional chileno podría caracterizarse por la crisis que desde
diversos sectores sociales se le atribuye. Los reclamos son múltiples, procedentes de
diversos ámbitos sociales, propugnados por diversos actores sociales enarbolando cada
uno diversas recetas para su superación. Permítanme problematizar y cuestionar
críticamente esta dinámica, en primer lugar relativizando la condición de crisis actual
por la que supuestamente atraviesa nuestro sistema educacional y en segundo lugar,
proponiendo más bien un análisis que pretenda, en la medida de lo posible, instalar la
noción de la situación del sistema educacional como consistente con el modelo social
macro del cual es parte consustancial y constituyente.
Uno de los muchos rendimientos de esta idea base o de fundamento es que nos da la
posibilidad de enfocar nuestro análisis sobre aquellos procesos cuyas consecuencias
permiten la auto producción y autoorganización del sistema en su autonomía (Morin,
2003) y que lo tornan resistente a los esfuerzos conscientes de los agentes sociales
críticos involucrados y participantes del mismo. En definitiva, la pregunta que se nos
impone es; ¿Por qué no cambia el sistema educacional chileno a pesar de todo lo que se
hace en esa dirección?
Parece que, efectivamente, hay elementos que van más allá de las voluntades humanas.
Parece, entonces, que las iniciativas diseñadas para la superación de la “crisis” en el
sistema educacional chileno y que refieren a sus propiedades autónomas, como por
ejemplo: desarrollo del perfeccionamiento docente, gestión escolar, desarrollo
curricular, metodología, etc. (Brunner, 2006), no son suficiente. Pareciera que el
proceso recursivo del sistema educacional chileno (Morin, 2003); que posibilita su
producción y reproducción, refiere necesariamente a condicionantes externas. Pareciera,
una vez más, que lo educacional no puede abordarse socialmente descontextualizado,
pareciera que lo educacional es manifestación de contradicciones y dinámicas sociales
que van más allá de lo estrictamente educacional.
Propongo que miremos con atención a la perspectiva histórico explicativa que nos
señala Gabriel Salazar. Este autor comienza planteando: “La categórica afirmación: "la
tecnología se compra” no es una respuesta rápida surgida al calor de una entrevista,
sino la expresión ritual de una larga tradición empresarial chilena. Probablemente, la
tradición más consolidada e indiscutida de la cultura económica nacional” (Salazar,
1997, p. 25)
Hoy en día, comprar la tecnología, incluso con el argumento de no hacer nosotros lo que
otros hacen mejor – léase como ventaja comparativa - constituye parte de la tradición
empresarial chilena. Esto no ha sido siempre así sino sólo a partir de 1830. Salazar
(1997) nos advierte:
Pues debe tenerse presente que, entre 1541 y 1840, Chile no compró tecnología en el
exterior, sino que la produjo. Era una tecnología rudimentaria, pero ingeniosa, útil y
adaptada a las condiciones geográficas del país (por ejemplo, basó su fuerza motriz
buena calidad). Cabe considerar que en las postrimerías del período colonial y a
comienzos del siglo XIX, en base a esa tecnología local, Chile desarrolló su
el mercado del virreinato peruano, sino también para tornar inútil y cara la
tecnología minera de los ingleses desde 1817 hasta 1845, cuando menos (el cobre
compra de la tecnología del vapor (que instaló el carbón inglés muy por encima de
mismo. La gran masa artesanal fue erradicada hacia los márgenes de la ciudad. Los
el mercado internacional no fue, entre 1945 y 1973, lo que fue antes de 1914 o 1930.
Y el Estado tuvo que hacer mal lo que las casas proveedoras de tecnología habían
hecho bien antes de 1939. Por ello, los empresarios - unidos desde 1934 en la
hacia esas casas o centros proveedores. Lo que sólo lograron, tardíamente, hacia
1983. (p.27)
Eduardo Galeano (1971) refiere a este mismo proceso en su libro Las Venas Abiertas de
Las trece colonias del norte tuvieron, bien pudiera decirse, la dicha de la desgracia.
los metales y la mano de obra esclava para arrancar los metales del vientre de la
tierra. Fue una suerte. Por lo demás, desde Maryland hasta Nueva Escocia, pasando
por Nueva Inglaterra, las colonias del norte producían, en virtud del clima y por las
las colonias ibéricas de tierra firme. De las tierras tropicales brotaban el azúcar, el
tabaco, el algodón, el añil, la trementina; una pequeña isla del Caribe resultaba más
importante para Inglaterra, desde el punto de vista económico, que las trece colonias
generada en su seno. Eran muy flojos los lazos que ataban la colonia a la metrópoli;
para reponer los esclavos a medida que se iban gastando. No fueron factores
mostraba tolerante, al mismo tiempo que prohibía estrictamente que sus islas
Tal como el "bajo pueblo" chileno lo hizo antes de 1850. La inversión de capitales
segunda, por principio, necesita abolir. Mientras se siga privilegiando esa compra y
mientras la innovación tecnológica siga siendo para el país una función mercantil-
Así las cosas, estamos obligados a enseñar y a aprender a usar esta tecnología foránea.
Este proceso de enseñanza y aprendizaje, como elemento de primer orden de nuestro
sistema educacional, determina su proceso auto – eco – organizacional (Morin, 2003);
su autonomía está en función de la manera peculiar en que en nuestra Formación Socio
Económica se “desarrollan” los medios de producción (Marx, 1861).
No podría ser de otra forma. Este es, precisamente, el carácter dialógico del sistema
educacional chileno (Morin, 2003). Por un lado, constituye pilar fundamental para la
reproducción de nuestro modelo mientras que, y al unísono, constituye uno de sus
principales frenos.
¿Cómo se relaciona lo anterior con la situación actual del sistema educacional chileno?
Si concebimos al sistema educacional y al conjunto de dinámicas a su interior como
reflejo hologramático de las dinámicas sociales macro (Morin, 2003), como resultado de
dicha dinámica social macro y, a su vez, como condición “sine qua non” para que
dichas dinámicas sociales macro ya no sólo se desplieguen sino se reproduzcan,
entonces debemos conceder que existe una relación directa entre ambos niveles.
Conell (Apple, 1996), recomienda que prestemos atención, no sólo a nuestra retórica,
sino también a los efectos ocultos de muchos de nuestro programas educativos que se
consideran meritorios. Para dicho autor, la enseñanza y el aprendizaje jamás son
neutros, siempre implican cuestiones sobre los propósitos, sobre la aplicación de los
recursos y sobre la responsabilidad y las consecuencias de la acción. Posiblemente sean
éstas las cuestiones a analizar en la educación para desvelar qué finalidades buscan los
distintos currículos que se implementan en los diversos sistemas educativos. Cuestiones
de finalidad, contexto y poder son las claves para reconceptualizar el conocimiento y la
pedagogía y no tantas experiencias cognitivas y recetas didácticas para enseñar
determinados contenidos o pedagogías para la adaptación individual en vez de
pedagogías para la transformación social (Apple, 1996, 138).
De todo lo expuesto acá, se desprende la complejidad del momento actual del sistema
educacional chileno cuyo carácter dialógico se haya agudizado en extremo provocando,
a mi entender, la percepción de crisis generalizada del mismo.
No es un desafío fácil puesto que ya son muchas las generaciones de chilenos que nos
hemos visto afectados por esta forma de enseñar y aprender; forma basada en el manual,
en la indicación de qué se debe hacer si tal o cual cosa pasase. El conjunto de teorías
personales (Claxton, 1995) que esta forma de aprender y aprehender el entorno va
construyendo y solidificando profundizan aún más la brecha existente entre lo que
alcanzamos a racionalizar y lo que nuestro “cuerpo” es capaz de actuar.
Sin embargo, esta exigencia es urgente. Es necesario zafarse y cuanto antes, del
esquema Estímulo – Respuesta como modelo de aprendizaje y enseñanza. Ya no basta
la manipulación constante e intencionada de las contingencias para lograr el aprendizaje
esperado. Por otra parte, la paradoja del cuarto Chino de Searle nos plantea la necesidad
de enriquecer aún más nuestra comprensión de los procesos de aprendizaje puesto que
el análisis y evaluación del mismo ya no puede sólo fijarse en lo observable
superficialmente. Es necesario confrontarnos a los problemas y enseñar en su
resolución continua y cada vez más compleja. Es necesario que el desarrollo de nuestros
talentos y habilidades sea producto de una relación cercana con nuestras necesidades y
atendiendo a nuestras particularidades socio culturales.
¿Cuántos chilenos podemos juntar letras y silabas versus la cantidad de chilenos que
entiende lo que leen? ¿Cuántos chilenos conocemos y somos diestros en operaciones
matemáticas versus la cantidad de chilenos que es capaz de crear soluciones plausibles a
problemas complejos?
Pareciera que es necesario comenzar a mirar el obstáculo como el escenario más idóneo
para desarrollar nuestras prácticas educacionales, pareciera que debemos virar nuestra
mirada a lo que nos falta, a lo que no tenemos aún para diseñar un plan que nos permita
disminuir esa brecha. Pareciera que debemos confrontarnos cada vez más a la
adversidad para que sea en ella y en función de ella que comencemos a dibujar nuestro
desarrollo y el de las generaciones futuras.
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