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¿Qué es lo que ocurre en tu cerebro cuando

experimentas una emoción?


2018/01/03

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Tenemos una galaxia en la cabeza: ¿de verdad podemos solucionar todo con
unos cuantos medicamentos, o es necesario comenzar a conocer cómo
funciona nuestra mente?

El cuerpo humano es un organismo repleto de misterio y funciona


de maneras aún no del todo claras para la ciencia. La depresión y
sus complementos, como la ansiedad o el estrés, siguen
suponiendo trastornos en el cerebro aun enigmáticos, pues éstos
no pueden ser explicados con simples axiomas.
La neurología ha ayudado recientemente a descifrar algunos de
estos enigmas. Gracias a la tecnología de escaneo de resonancia
magnética (MRI por sus siglas en inglés), los investigadores han
podido comprender cómo funciona la red de nuestro cerebro, cuyas
sustancias afectan a nuestras emociones y a nuestro cuerpo en su
totalidad.
Tenemos una galaxia en la cabeza:
unas 86 billones de neuronas se
comunican vía los
neurotransmisores.
El entorno también nos afecta, pues el cerebro reacciona a éste
generando neurotransmisores que estimulan diversas áreas del
cerebro al ser transportadas en receptores. A esto se llama sinapsis,
se trata de señales que una neurona manda a la otra en un
complejo proceso de síntesis, almacenamiento, liberación y
degradación de estos neurotransmisores por todo el cerebro.
Por eso la depresión y cualquier comportamiento emocional es
tan difícil de tratar, pues es una serie de factores, internos y
externos los que nos afectan al mismo tiempo, y que tienen que ver
con neurotransmisores, hormonas y enzimas. Pero si las emociones
son tan complejas, ¿de verdad podemos solucionar todo con
unos cuantos medicamentos?
Quizás una mejor solución esté en conocer más a nuestro
organismo y con ello encontrar cómo podemos influir en su
funcionamiento.
Aquí 3 maneras para empezar:
 
El cerebro como fábrica de
serotonina
Muchas emociones se generan en una misma área del cerebro.
Algunas acciones o estimulantes nos pueden ayudar a equilibrar las
sustancias que en dichas áreas confluyen –como en la amígdala–, e
impactan en nuestro estado anímico. 
Según el nerocientífico Alex Korb, autor de The Upward Spiral:
Using Neuroscience to Reverse the Course of Depression, One
Small Change at a Time, en la amígdala se generan tanto la culpa
como la vergüenza, pero también se encuentra ahí el punto que es
estimulado cuando logramos algo.
Esto explica por qué para algunas personas sentirse culpables o
avergonzados es un estado de ánimo casi perpetuo y que
parecen buscar tener compulsivamente. ¿Alguna vez has
escuchado a alguien que siempre pide perdón? Podría ser que su
cerebro esté intentando activar la recompensa en la amígdala. Por
eso las personas solemos encontrar un cierto gusto en estar siempre
preocupados. La solución de Korb ante esto es estimular, con
conocimiento de causa, esas mismas áreas y circuitos del
cerebro de una forma alternativa.
Pensar en lo que uno agradece en la vida, por ejemplo, puede
desatar serotonina, la cual se transmite por la amígdala, produciendo
con ello tranquilidad, felicidad e incluso mayor eficiencia neuronal,
la cual se traduce en mayor inteligencia emocional.

Nombrar para curarnos de las


emociones nocivas 
Pero no todo depende de la serotonina. Incluso la acción de nombrar
algo produce neurotransmisores que pueden inhibir algunas
emociones nocivas.
La misma acción de hablar, por ejemplo, activa la corteza
prefrontal (la de la función ejecutiva del cerebro), lo cual ayuda a
inhibir la actividad de la amígdala que, como ya señalamos, puede
conducir a emociones nocivas. Se trata de un sistema equilibrado
donde, si se activa más un área, las demás pueden decrecer o
presentar cambios en sus niveles de sustancias. La cuestión está en
saber cómo armar el rompecabezas.
Korb notó esto en estudios de resonancia magnética, donde los
participantes veían expresiones faciales, generando las mismas
emociones que las personas fotografiadas. Pero cuando se les
preguntaba el nombre de la emoción y la decían, se activaba la
corteza prefrontal y se reducía la actividad de la amígdala, lo
cual ayudaba a sobrepasar el estado emocional en que las
fotografías habían dejado a los participantes.
No es difícil pensar que estimular a esta área ejecutiva del cerebro
pueda ser bueno, sobre todo si se hace positivamente, pensando en
metas que se quieren lograr y haciendo planes que dependan de que
demos lo mejor de nosotros mismos. Esto hace que la corteza
prefrontal inhiba respuestas inadecuadas y se sobreponga sobre
otras áreas del cerebro que podrían generar ansiedad o
preocupación, como la amígdala o el nucleo estríado, otra área que
si se sobreestimula nos genera actitudes compulsivas o rutinarias.

El proceso hormonal está presente


en un abrazo
Mucho se dice sobre el hecho de que abrazar a alguien puede
estimularnos positivamente. Ello se debe a que las hormonas
también están presentes en todo el complejo proceso neuronal.
Es el caso de la oxitocina, la hormona del amor que funciona como
neuromodulador del sistema nervioso central, es decir: es quien
modula y libera algunos de los neurotransmisores.
Diversos estudios han mostrado que esta hormona está
relacionada a estimulantes neuronales que a su vez generan
afecto, amor, confianza y generosidad. Ésta se segrega en las
terminales nerviosas pituitarias y se filtra a la sangre, por
ejemplo, en una madre cuando alimenta a su bebe con leche
materna.
Del mismo modo se libera cuando abrazamos o besamos a alguien
por largo tiempo, o cuando mantenemos relaciones
sexuales, prácticas que nos ayudan a mantener una salud mental
óptima. Visto así, incluso ir de la mano con tu pareja puede resultar
una idónea medicina contra el dolor, pues una de las partes del
cerebro que es receptora de la oxitocina es la sustancia gris
central, la cual tiene la función esencial de reducir el dolor.
¿Quieres saber más? Mira cómo incluso el sistema inmunológico
podría afectar nuestra conducta.

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